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Valle Salvaje capítulo 305: El alto precio de la libertad
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00:00Avance Valle Salvaje, el alto precio de la libertad, capítulo 305, jueves 27 de noviembre.
00:20Avance del capítulo 305 de Valle Salvaje, que se emite este jueves 27 de noviembre en la 1.
00:26José Luis tiene la llave de la libertad de Luisa, pero no será gratis. Con avance en vídeo incluido.
00:35La mañana amaneció pesada sobre el valle, con un cielo bajo que parecía aplastar los
00:42tejados de las dos casas como una losa de plomo. En casa grande, los sirvientes se movían en silencio,
00:49como si intuyeran que aquel no era un día para risas ni conversaciones ligeras.
00:54En casa pequeña, en cambio, apenas había movimiento. Demasiados corazones estaban en otra parte,
01:02encerrados entre barrotes, en despachos oscuros, en recuerdos que dolían.
01:09En el fondo, todo giraba alrededor de una sola idea, durísima y cruel. La libertad tiene un precio.
01:16Y alguien estaba a punto de descubrir que ese precio podía ser demasiado alto. Leonardo se miró en el
01:25espejo por tercera vez, ajustándose la corbata con una torpeza que no era propia de él.
01:32No era el tejido lo que le incomodaba, ni el nudo. Era la sensación de estar interpretando un papel que
01:38no había elegido. Recordó el brillo herido en los ojos de Bárbara la última vez que hablaron,
01:45aquella negativa tan firme como un portazo en mitad de la noche.
01:50No quiero construir nada sobre una mentira, leo. Le había dicho ella, con la voz rota.
01:58No contigo, no así. Desde entonces, cada vez que cerraba los ojos, la veía marcharse una y otra vez.
02:05Un golpe suave en la puerta lo arrancó de sus pensamientos.
02:10¿Adelante? Murmuró. Irene asomó la cabeza, con su habitual compostura cuidadosamente ensayada.
02:19Llevaba una carpeta bajo el brazo y la mirada demasiado firme,
02:22como quien se ha repetido delante del espejo que hoy no va a temblar.
02:25¿Estás listo? Preguntó. Dijiste que querías hablar de
02:31nuestro futuro. La palabra, nuestro, quedó suspendida entre los dos, cargada de matices
02:38que ninguno se atrevía a nombrar. Leonardo asintió, haciéndose a un lado para invitarla
02:45a pasar. Sí. Vamos a, planificar. Dijo, casi con ironía.
02:53Eso es lo que se nos da bien, ¿no? Planificar. Irene entró en el despacho y cerró la puerta
02:59con más cuidado del necesario.
03:02Lo que se nos da bien, contestó, sentándose, es sobrevivir en esta casa. Y para eso,
03:09Leonardo, necesitamos dejar claras algunas cosas. Abrió la carpeta. Dentro había papeles,
03:18esquemas, posibles rutas de inversión, fechas de posibles viajes, almuerzos con personas
03:23influyentes que podrían facilitarles un nuevo comienzo lejos del dominio del duque.
03:30He pensado, empezó ella, pasando páginas, que si mantenemos nuestro rechazo público al
03:36matrimonio, pero al mismo tiempo presentamos un proyecto en común. Una especie de sociedad,
03:42algo profesional. Leonardo la miraba, pero lo que escuchaba no eran las palabras. Era el temblor
03:49casi imperceptible de sus manos al pasar las hojas, la forma en que evitaba mirarlo demasiado
03:54tiempo seguido, la rigidez en la mandíbula cuando pronunciaba la palabra, matrimonio.
03:59Irene, la interrumpió al fin. Esto es solo un plan para escapar de mi padre. ¿O también es tu forma
04:07de escapar de ti misma? Ella se quedó helada unos segundos, como si él hubiera tirado de un hilo que
04:14ella llevaba meses ocultando bajo capas de prudencia. No seas injusto, replicó, alzando la barbilla. Tú
04:23mismo rechazaste la idea de casarnos. Dijiste que no querías un matrimonio arreglado. Dijiste que tu
04:31corazón se mordió la lengua a tiempo, pero ambos sabían cómo terminaba la frase. Tu corazón estaba con
04:37otra. Mi corazón, susurró él. Está cansado de equivocarse. Hubo un silencio incómodo. Irene desvió
04:48la vista hacia la ventana. Entonces no hablemos de corazones. Dijo con dureza. Hablemos de estrategia.
04:56Acepté sentarme contigo para planificar el futuro porque fue lo que tú quisiste.
05:02No fui yo la que empezó este juego, Leonardo. Él habría querido decirle que no era un juego.
05:10Que nada lo era ya, desde que Luisa se pudría en una celda, desde que Alejo no dormía, desde que el
05:16valle entero parecía caminar al borde de un precipicio. Pero tragó sus palabras. Había
05:23demasiado en juego como para entregarse al lujo de la honestidad. Tienes razón, admitió. Empecemos
05:30por lo práctico. Si queremos salir vivos de lo que mi padre está preparando, tendremos que fingir
05:35que estamos de su lado. Irene lo miró entonces, y la chispa que nació en sus ojos no tenía nada de
05:42fingida. Siempre hemos sido buenos fingiendo. Dijo, con una sonrisa amarga. Quizá ha llegado
05:51la hora de que fingir sea lo único verdadero que nos quede. En otra ala de la casa, el ambiente era
05:57de una tensión completamente distinta. Damaso caminaba a grandes zancadas hacia el salón donde
06:03Mercedes lo esperaba. Sus pasos resonaban contra el mármol como golpes de martillo. Tenía la cara
06:10enrojecida y los puños cerrados. Así que esto es lo que valen tus lealtades. Espetón y bien cruzó la
06:17puerta. Mercedes se volvió, erguida, impecable como siempre, aunque por dentro sintiera que el suelo se
06:24abría bajo sus pies. Desde que Victoria había dejado caer, con esa dulzura tan calculada, la
06:32insinuación de que Mercedes podría estar jugando a dos bandos, nada había vuelto a ser igual.
06:40Buenos días, Damaso, replicó ella, con frialdad. Veo que has decidido prescindir de las formalidades.
06:47Cuando una mujer en la que he confiado pone en duda mi posición, las formalidades sobran,
06:54respondió él, avanzando hacia ella. ¿Qué le has dicho exactamente a Victoria? ¿Qué clase de veneno
07:02le has permitido gotear en mi contra? Mercedes sintió una punzada de orgullo herido. Ella,
07:09que había sabido mantenerse en pie entre las tormentas de casa grande y casa pequeña,
07:13ahora se veía forzada a justificarse ante un hombre cuya ambición amenazaba con arrasar todo a su paso.
07:22No le he dicho nada que no supiera ya, contestó con lentitud. Si la duquesa desconfía de ti,
07:28quizá deberías preguntarte por qué, en vez de buscar culpables en los demás.
07:35Los ojos de Damaso chispearon. Tú siempre tan filosófica, Mercedes, se burló. Pero no me engañas.
07:44Sé que tienes más información de la que dejas salir. ¿Y si le has hecho creer a Victoria que
07:48estoy dispuesto a traicionar al duque? No necesito hacerle creer nada. Lo cortó ella.
07:55Tus propios movimientos hablan por ti. Por un instante, se miraron como dos jugadores
08:02de ajedrez conscientes de que la próxima jugada podía decidir la partida.
08:05Entre ellos, el aire se llenó de todas las cosas que nunca se habían dicho. Los acuerdos tácitos,
08:14los silencios convenientes, los favores intercambiados en la penumbra.
08:18Ten cuidado, Mercedes, advirtió él, al fin, con la voz más baja. Si yo caigo, no seré el único en
08:28arrastrarme a la tumba política. Y tú ten cuidado, Damaso, replicó ella, porque hay tumbas más profundas
08:36que las políticas. Las de la conciencia, por ejemplo, la tensión se quedó flotando en la
08:43estancia mucho después de que él se marchara, dejando tras de sí el olor a perfume caro y amenaza.
08:48A unos kilómetros de allí, detrás de unos barrotes húmedos y fríos, Luisa apenas era una sombra de sí
08:57misma. El rostro, antes encendido por la terquedad y la esperanza, ahora estaba pálido. Los labios,
09:06resecos, los ojos, hundidos pero aún peligrosamente lúcidos. Había dejado de comer, no por capricho,
09:15sino porque cada bocado les había traición. A la vida que seguía adelante fuera de aquellas paredes,
09:21a los días que se perdían sin que pudiera hacer nada por recuperarlos.
09:27Tienes que intentarlo, le rogó la guardiana, dejándole un plato de sopa aguada junto a la litera.
09:35Si sigues así, van a traer al médico. Y si el duque se entera, que se entere, susurró Luisa, sin fuerzas
09:42para levantar la cabeza. Que vea lo que ha hecho. Unos pasos resonaron en el pasillo,
09:50acercándose a la celda. Luisa cerró los ojos, incapaz de soportar la mezcla de esperanza y miedo
09:57que la atravesaba cada vez que escuchaba a alguien acercarse. La puerta se abrió y una voz que conocía
10:04demasiado bien llenó el pequeño espacio. Luisa, Rafael. Ella se obligó a girar la cabeza. Verlo
10:12fue como recibir una bofetada de luz en medio de la oscuridad. Estaba demacrado, con ojeras marcadas
10:20y un brillo casi febril en los ojos. Él también estaba preso, aunque sus barrotes fueran invisibles.
10:26Te ves horrible. Intentó bromear, pero la voz le tembló. Rafael sonrió con tristeza.
10:36Tú tampoco estás lista para ir a un baile. Respondió. La guardiana cerró la puerta,
10:43dejándolos a solas unos minutos que sabían a milagro.
10:47He hablado con José Luis. Soltó Rafael de inmediato, como si cada segundo contara.
10:53Le he pedido, le he suplicado que interceda. Que use sus contactos, que mueva un solo dedo
11:01para acelerar tu caso. Luisa lo miró fija, como si de esa mirada dependiera todo. Y,
11:10Rafael apretó los dientes, llenando de rabia el silencio que siguió. Dice que no puede. Escupió.
11:18Que ayudar a una, reclusa, que se ha atrevido a desafiar su autoridad sería una señal de debilidad.
11:26Que la gente ya murmura suficiente sobre su forma de manejar el valle. Luisa soltó una carcajada
11:32amarga que terminó en dos. Claro que puede. Dijo, intentando recuperar algo de la vieja fiereza.
11:41Simplemente, no quiere. No va a ensuciarse las manos por una criada que se atrevió a levantar la
11:48voz. No digas eso. Protestó Rafael. No eres, una criada. Eres, soy todo lo que él odia. Lo
11:59interrumpió ella. Un recordatorio de que hay gente que no se arrodilla. ¿De verdad creíste que iba a
12:06salvarme porque eso era lo justo? Rafael bajó la cabeza. La impotencia le quemaba por dentro.
12:14Alejo está intentando hablar con él. Explicó. Dice que si alguien puede hacer entrar en razón
12:22al duque, es su propio hijo. Su hijo. Repitió Luisa, con un susurro en el que se mezclaban la
12:29ternura y el miedo. Él es el que menos debería pagar este precio. Está dispuesto a pagarlo todo,
12:37dijo Rafael. Incluso lo que ni tú ni yo consideraríamos justo. En ese momento,
12:44la guardiana golpeó la puerta. Se acabó el tiempo. Rafael tomó la mano de Luisa a través
12:52de los barrotes. Aguanta un poco más. Susurró. Te lo prometo, no voy a dejar que mueras aquí.
13:01No mientras yo siga respirando. Ella lo miró como si quisiera tatuarse esas palabras en la piel.
13:09Las promesas en este valle suelen costar más de lo que uno puede pagar. Murmuró.
13:14Pero gracias por seguir haciéndolas. En casa grande, mientras tanto, Victoria cruzaba el despacho
13:22del duque con aire de Victoria contenida. Se había convertido en experta en eso. En andar por
13:29la vida como si siempre supiera algo que los demás ignoraban. Y, en cierto modo, era verdad. He
13:37conseguido que dos concejales se distancien de Damaso. Anunció, sin preámbulos, dejando unos
13:43documentos sobre el escritorio de José Luis. No lo apoyarán en la próxima votación. Si seguimos
13:51presionando, su ascenso político será solo un mal recuerdo. José Luis, sentado tras la mesa,
14:00no levantó la vista de los papeles que estaba revisando. Solo cuando el silencio se volvió
14:07demasiado denso, alzó la mirada hacia ella. ¿Y qué te hace pensar? Preguntó, con esa calma,
14:13que a los demás les helaba la sangre. ¿Que eso será suficiente para detener a un hombre como
14:18Damaso? Victoria lo observó, evaluando cada gesto. Nada es suficiente cuando el enemigo sabe que está
14:27acorralado. Admitió. Pero cada pieza que le quitemos lo obligará a mostrar sus cartas. Y ahí es donde tú
14:35eres mejor que nadie. El duque sonrió apenas, un movimiento casi imperceptible. Cumples tus
14:43encargos con una eficiencia admirable, Victoria, dijo. Pero aún no he decidido si cumples mis
14:51expectativas. Las manos de ella se crisparon alrededor del respaldo de la silla. ¿Sigues
14:58desconfiando de mí? Preguntó, herida en su orgullo. Te informo de cada movimiento que hago contra
15:04Damaso. ¿Qué más quieres? José Luis se levantó despacio. Detrás de él, el gran ventanal dejaba
15:12entrar una luz grisácea que recortaba su figura, dándole un aire casi espectral.
15:16Quiero certezas. Respondió. Y en este valle, las certezas son más escasas que la nieve.
15:27Caminó hasta una vitrina, abrió un pequeño cajón y sacó algo diminuto que tintineó entre sus dedos.
15:35Una llave. Esta. Dijo. Haciéndola girar entre el pulgar y el índice. Es una de esas certezas.
15:43Con ella, podría hacer que los barrotes que encierran a Luisa se abrieran más rápido de
15:50lo que nadie imagina. Victoria enarcó una ceja, intrigada. ¿Desde cuándo te preocupa el destino
15:58de una prisionera? Preguntó. Desde que su sufrimiento se ha convertido en moneda de cambio.
16:05Contestó él. Hay cosas que, bien utilizadas, compran lealtades que ni todo el oro del mundo
16:12podría asegurar. ¿Te refieres a Alejo? Aventuró ella. José Luis no respondió. Pero el silencio
16:20fue tan elocuente como una confesión. ¿Crees que si salvas a Luisa lo tendrás a tus pies?
16:27Dijo Victoria, despacio. ¿Y qué precio piensas exigirle por esa generosidad? El duque dejó la
16:35llave sobre la mesa, con un golpe seco. Un precio que marcará quién es él realmente. Declaró.
16:43¿Y quién soy yo? Horas después, en el cementerio del valle, Victoria caminaba entre las tumbas con
16:49un ramo de flores en la mano. Matilde la seguía a cierta distancia, con la mirada baja y el corazón
16:57desbocado. Nunca le habían temblado tanto las piernas como aquel día. Se detuvieron frente a
17:04la lápida de Gaspar. Victoria se arrodilló suavemente, dejando las flores sobre la piedra fría.
17:12Durante unos segundos, el silencio fue casi reverente. Siempre le gustaron las flores blancas,
17:18comentó Victoria. Decía que le recordaban a la nieve que nunca vimos juntos. Matilde tragó saliva. No
17:26sabía si debía sentir, sonreír, decir algo. Cualquier palabra le parecía una trampa. Matilde,
17:36dijo entonces Victoria, sin apartar la vista de la lápida. Recuérdame, qué día fue que nos dejó. A
17:43veces los años pasan tan rápido que se me difumina todo. Matilde sintió que un frío helado le trepaba
17:50por la columna. Era una pregunta fácil, casi inocente, salvo por el detalle de que ella no había
17:56estado aquel día. Había escuchado historias, sí. Había memorizado datos, fechas, anécdotas repetidas
18:05mil veces. Pero en aquel momento, el calendario interior que se había esforzado por aprender
18:12se le desordenó por completo. Fue, empezó, parpadeando. Fue en, marzo. Victoria la deó la cabeza,
18:22como si escuchara un eco lejano. Marzo, repitió, qué curioso, recuerdo perfectamente el frío de
18:31diciembre aquel día. El aliento salía en nubes, ¿te acuerdas? Matilde palideció. Lo siento, yo.
18:40Balbuceo. Me refería, al mes en que, antes de que, de que muriera. Tú dijiste. Se enredó sola en sus
18:50palabras. Victoria se incorporó despacio, volviéndose hacia ella con una mirada que había dejado de ser
18:58cálida. Las fechas son cosas caprichosas. Comentó, con una sonrisa en la que no había alegría.
19:09A veces se nos olvidan incluso las más importantes. Aunque hay dolores que no se olvidan nunca.
19:16El mensaje era claro. Matilde había fallado a la prueba. Y en el valle, un fallo podía costar
19:22mucho más que una simple reprimenda. En casa pequeña, Peppa estaba sentada al borde de la cama,
19:30con las manos entrelazadas sobre el regazo. La habitación parecía haber encogido alrededor de
19:36ella. Desde que Luisa había sido encarcelada, el silencio se había instalado como un tercer inquilino,
19:43pesado e incómodo.
19:44Francisco asomó por la puerta, con una bandeja en las manos. Te he traído algo de comer. Anunció,
19:53forzando una sonrisa.
19:56No puedes seguir así, Peppa. Ni Luisa ni nadie querría verte consumirte. Ella apenas levantó la vista.
20:05¿Y qué quieres que haga? Susurró. Cada vez que cierro los ojos veo su cara detrás de esos barrotes.
20:10Yo debería estar ahí, no ella. Eso no es verdad. Protestó Francisco, dejando la bandeja sobre la
20:20cómoda. Luisa tomó sus decisiones. Luchó como creía que debía luchar. Y si la conoces tan bien
20:27como yo, sabes que odiaría que ahora te culparas. Se sentó a su lado, sin atreverse a tocarla.
20:35Mira. Añadió. Cuando todo esto empezó, tú eras la que nos daba fuerza a todos. La que decía que si no
20:44nos manteníamos unidos, el duque ganaría. ¿Qué crees que pensaría Luisa si te viera así, derrotada
20:50antes de que la lucha haya terminado? Peppa soltó una risa amarga. Ella siempre fue la valiente. Dijo.
20:58Yo solo sabía hablar. No. Negó él, con firmeza inesperada. Tú sabías encender hogueras en el corazón
21:07de la gente. Y ahora las estás dejando apagarse. En ese momento, Eva apareció en la puerta, cruzando
21:16los brazos. ¿Interrumpo algo? Preguntó, con una sonrisa cargada de veneno. Francisco se tenso.
21:25Solo estaba intentando que Peppa comiera algo. Explicó. Oh, claro. Replicó Eva. Porque nada
21:34anima más a una mujer que ver a un hombre explicándole cómo debe sentirse.
21:39¿Qué considerados sois algunos? Se acercó a la bandeja, levantó la tapa y olfateó el contenido.
21:46¿Sopa? Comentó, perfecto. Nada dice, tu amiga no va a morirse en una celda, como un buen plato de sopa.
21:57Peppa cerró los ojos, sintiéndose aún más pequeña. Eva, por favor. Pidió Francisco, perdiendo la paciencia.
22:05No ayudas, y tú sí, lo atacó ella. ¿Crees que unas palabras bonitas y una bandeja de cocina pobre
22:13van a arreglar algo? Si tanto te importa, ve a plantarte delante del duque, no delante de una
22:19mujer rota. La puñalada dio de lleno. Francisco bajó la mirada, sin saber qué responder. Eva aprovechó
22:28el silencio para clavar la última estocada. Y deja de darle falsas esperanzas a Pedrito. Añadió.
22:36El niño sigue preguntando dónde está Peppa cuando tú la encierras aquí con tu lástima.
22:42Se dio la vuelta y se marchó, dejando tras de sí un reguero de culpa. Francisco se pasó una mano por
22:48la cara. Lo siento. Murmuró. No quería, empeorarlo. Peppa inspiró hondo. Ella tiene razón en algo.
22:57Admitió. No puedes protegernos a todos. No a Luisa, no a mí, no a Pedrito. Este valle está
23:05construido para romper a gente como nosotros. Tal vez, concedió él, pero precisamente por eso no
23:13podemos dejar de intentarlo. Mientras el dolor se derramaba por las casas, en un rincón más discreto
23:19del palacio, Irene caminaba por el pasillo con pasos rápidos, casi atropellados. El plan que había
23:27trazado con tanto cuidado por la mañana se había deshecho en sus manos durante el resto del día.
23:34Leonardo, en su torpeza emocional, seguía creyendo que iban, en la misma página, respecto a su negativa
23:41a casarse. Repetía frases como, no quiero que te veas atrapada en un juego político que no elegiste,
23:49o, no mereces ser el premio de nadie. Y cada una de esas frases, que en otro tiempo habría agradecido,
23:58ahora le sonaba a huida. Lo encontró en la biblioteca, de pie junto a uno de los ventanales,
24:05con la mirada perdida en los campos.
24:07—¿Puedo hablar contigo? —preguntó, sin rodeos. Leonardo se volvió, sorprendido por el tono.
24:17—Irene, claro, ¿ha pasado algo? Ella cerró la puerta detrás de sí, no quería testigos.
24:25—Ni chismorreos, ni que su valentía se evaporara por culpa de unas miradas indiscretas.
24:30—Sí, ha pasado algo. Dijo, acercándose, me he cansado de fingir. Leonardo frunció el ceño.
24:41—¿Te refieres a...? Me refiero a esta farsa de seguir repitiendo que no queremos casarnos. Lo cortó.
24:49—De hacer planes de fuga que a ti te sirven para no mirar de frente lo que sientes.
24:53—Él se quedó sin palabras unos segundos, poco acostumbrado a verla tan despojada de sus máscaras.
25:03—Irene, yo solo intento protegerte. Balbuceo. Mi padre te ve como un... activo. Un matrimonio entre nosotros sería...
25:13—Un contrato. Completó ella. Lo sé. Y precisamente por eso he pasado meses diciéndome que era mejor así,
25:20que era mejor no cruzar ciertas líneas. Pero el problema, Leonardo, es que las líneas ya están cruzadas.
25:29Se detuvo frente a él, tan cerca que podía sentir su respiración.
25:34—Me enamoré de ti. Dijo, sin rodeos. Me enamoré de tu manera de plantar cara a tu padre cuando nadie más se atrevía.
25:43—De cómo miras al valle como si todavía pudiéramos cambiar algo. Y estoy harta de hacer ver que solo me importan las estrategias.
25:50—El corazón de Leonardo dio un vuelco. Irene. Empezó, con la voz ronca. No, lo interrumpió.
25:59—Déjame terminar, porque si no lo digo ahora, no voy a tener el valor de decirlo nunca.
26:06—Tragó saliva, sintiendo un nudo en la garganta. Sé que amas a Bárbara, admitió. Lo he visto en cada gesto, en cada silencio suyo, en cada vez que tu mirada se pierde cuando crees que nadie te observa.
26:21—Y no quiero reemplazarla, ni quiero obligarte a nada. Pero también sé que lo que hay entre nosotros no es solo un pacto frío.
26:29—No después de todo lo que hemos compartido. Le temblaban las manos, pero aún así las levantó y tomó una de las de él.
26:41—Si te digo que estoy dispuesta a casarme contigo, susurró, no es por obedecer a tu padre.
26:46—Es porque prefiero enfrentar el infierno de esta casa a tu lado. Que seguir en un limbo donde no sé si te tengo o te pierdo cada día.
26:58Leonardo cerró los ojos un instante, abrumado. Cuando volvió a abrirlos, la vio ahí, desnuda de defensas, ofreciéndole algo que nadie le había ofrecido nunca. Un amor consciente de los riesgos, pero decidido.
27:11—No esperaba, esto. Confesó, no de ti, no así. Irene sonrió con una fragilidad nueva en ella.
27:22—Ni yo lo esperaba de mí. Admitió, pero aquí estamos. Y entonces dio ese paso inesperado que podía cambiarlo todo. Sacó un pequeño estuche de su bolsillo.
27:34Lo abrió, dentro, un anillo sencillo, sin ostentación. No es una joya de casa grande. Aclaró.
27:41—Es mío. Lo compré hace años, pensando que algún día me recordaría que puedo decidir sobre mi vida.
27:51—Hoy quiero que sea un símbolo de otra cosa. Tomó la mano de Leonardo y, con un gesto decidido, le colocó el anillo en el dedo.
27:59—No sé si llegarás a casarte conmigo, Leonardo. Dijo, pero hoy quiero que sepas que, pase lo que pase, has dejado de ser solo un aliado.
28:10—Eres mi elección. Él la miró, aturdido. Las palabras se le agolpaban en la garganta, pero lo único que pudo hacer fue acercarse y apoyarle la frente contra la suya.
28:22—Irene, susurró, lo que acabas de hacer, no tiene marcha atrás. Lo sé, replicó ella.
28:32—Y por primera vez en mi vida, no quiero marcha atrás.
28:36Al caer la tarde, cuando el cielo empezaba a teñirse de tonos rojizos, Alejo entró en el despacho de José Luis con el semblante del que va camino del cadalso, pero con la espalda recta.
28:46—El duque lo esperaba sentado, la llave de la que había hablado con Victoria descansando sobre la mesa, brillando bajo la luz de la lámpara.
28:58—¿Te esperaba? —dijo, sin levantarse. —Rafael ha sido insistente, y tú eres igual de testarudo que él.
29:07Alejo no se sentó, se quedó de pie frente a la mesa, como si tener la madera de por medio fuera su única defensa.
29:13—No he venido a discutir. Empezó, he venido a negociar. José Luis arqueó una ceja, divertido.
29:24—¿Negociar? —repitió, ese verbo suena extraño en tu boca. Siempre te he visto más del lado de los discursos morales que de las transacciones.
29:34—Cuando la mujer que amas se muere en una celda, se te acaban los discursos. Replicó Alejo, con dureza.
29:43—Así que vayamos al grano. Sé que puedes ayudar a Luisa. Sé que tienes contactos, influencias, recursos.
29:52—Quiero saber qué quieres a cambio. El duque tomó la llave y la hizo girar entre sus dedos.
29:59—Directo al punto. Comentó. —Muy bien, me gusta. Se levantó, rodeando la mesa, acercándose a él.
30:07—Podría hablar con el juez. Empezó. Podría conseguir que el caso se revisara, que se considerara que hubo irregularidades.
30:18—Podría incluso lograr que se interpretara tu intervención como una eximente parcial.
30:22—Eso abriría la puerta a una reducción de pena, tal vez a una excarcelación. Alejo apretó los puños.
30:31—Entonces hazlo. Dijo, si de verdad eres mi padre. Si hay algo en ti que se parezca a lo que un padre debería ser.
30:41—José Luis alzó una mano, pidiendo silencio. En este valle, el parentesco nunca ha sido gratuito. Declaró.
30:53—Si quieres que utilice mi poder para salvar a Luisa, tendrás que darme algo de igual o mayor valor.
31:00Alejo sintió un escalofrío. —¿Qué quieres? Preguntó, casi en un susurro. El duque lo miró a los ojos, sin pestañear.
31:11—Quiero tu futuro. Respondió. Alejo tardó un segundo en entender. Explícate.
31:18José Luis volvió junto a la mesa, dejó la llave y sacó otro documento de un cajón.
31:25—Quiero que abandones la ilusión de ser ese muchacho idealista de casa pequeña. Dijo.
31:32—Quiero que te conviertas en mi heredero político. Que estés a mi lado cuando derrote a Damaso.
31:36—Que apoyes públicamente mis decisiones, incluso cuando vayan en contra de la gente que hoy llamas, tu familia.
31:47Dejó el documento frente a él. Era un compromiso escrito, una declaración de intenciones que, una vez firmada y hecha pública, marcaría el rumbo de su vida.
31:57—Y hay algo más. Añadió el duque, clavándole la mirada.
32:03—Cuando Luisa salga de la cárcel. Porque saldrá, si aceptas, os iréis del valle.
32:11—Lejos, donde no podáis interferir nunca más en mis planes ni en los equilibrios de poder de este lugar.
32:16—El mundo de Alejo se contrajo a esas dos exigencias. Traicionar a los suyos, y exiliarse.
32:27—¿Quieres sacarnos del mapa? Dijo, con la voz ronca.
32:31—¿A ella? Y a mí. Quiero evitar que tu conciencia se convierta en un estorbo constante. Corrigió José Luis.
32:38—Y, de paso, evitar que una mujer como Luisa se convierta en bandera de rebeliones que no puedo permitirme.
32:50Alejo miró el documento, la llave, al hombre que tenía delante. Su padre, el mismo que lo había negado durante años y ahora le ofrecía un trato envenenado.
33:01—Si no acepto, se atrevió a preguntar. ¿Qué pasará? José Luis se encogió de hombros.
33:08—Nada que no esté ya pasando, respondió. Luisa seguirá en su celda. Su salud se deteriorará.
33:16—Tal vez, con el tiempo, alguien más interceda por ella. Tal vez no. Tú seguirás viéndote como un mártir noble e inútil.
33:26—Y yo seguiré siendo el duque que no se deja chantajear por los sentimientos. El silencio cayó como una losa.
33:32—Me estás pidiendo, dijo Alejo, despacio, que renuncie a mi familia, para salvar a la mujer que amo.
33:43—Te estoy ofreciendo, lo corrigió José Luis, la oportunidad de demostrar cuánto la amas.
33:49—El amor, Alejo, no se mide en palabras, sino en sacrificios. Aquella frase lo atravesó como un cuchillo.
34:00—Recordó las noches en casa pequeña, las risas compartidas, las discusiones con Bernardo, los consejos de Mercedes, el cariño de Pepa, la complicidad de Rafael.
34:11—Recordó todo lo que lo había hecho ser quien era. Y después, recordó la mirada de Luisa en la celda.
34:21—El temblor de sus manos, la palidez de su rostro, la fragilidad de su voz cuando decía que no quería morir allí dentro.
34:30—Había soñado tantas veces con un futuro en el que ella y él caminaban por los campos del Valle Libres, decididos a cambiar el mundo.
34:37—Ese futuro ahora se reducía a una elección cruel. ¿Salvarla y perderlo todo, o aferrarse a sus principios mientras la veía desvanecerse?
34:50—Si firmo esto, dijo, señalando el documento. Si me convierto en tu heredero, si me voy del valle con ella. ¿Me lo prometes? ¿Prometes que usarás todo tu poder para sacarla de la cárcel?
35:02—José Luis tomó la llave de nuevo. —Te lo juro. Respondió. Y por primera vez en mucho tiempo, en su voz hubo algo parecido a la solemnidad.
35:15—Alejo, si hay algo que distinga a un hombre como yo de los demás es que nunca rompo un pacto cuando me conviene.
35:23—Si firmas, Luisa será libre. La palabra, libre, resonó en la habitación como un eco sagrado.
35:32—Alejo sintió que algo dentro de él se rompía. Sabía que si daba aquel paso, la relación con el duque cambiaría para siempre.
35:41—No habría marcha atrás. Ya no podría verlo solo como el enemigo, pero tampoco como el padre que hubiera querido.
35:47—Respiró hondo. Pensó en Luisa, en su risa, en su terquedad, en la forma en que le había enseñado a no rendirse.
35:58—Y entendió que tal vez, la única manera de ser fiel a lo que ella significaba. Era traicionando todo lo demás.
36:05—Tráeme una pluma. Dijo, con la voz apagada pero firme. José Luis sonrió, satisfecho, y se la atendió.
36:16—Estás tomando una decisión de hombre. Comentó. Eso siempre duele. Alejo sostuvo la pluma sobre el papel unos segundos eternos.
36:24—Cada trazo que estaba a punto de plasmar era un adiós silencioso. A casa pequeña, a su infancia, a la idea de justicia pura que lo había guiado hasta entonces.
36:38—Finalmente, estampó su firma. Cuando levantó la vista, sintió que el mundo había cambiado de tamaño.
36:44—Ahora cumple tu parte. Dijo, mirándolo con una mezcla de odio y necesidad. José Luis cerró el documento, lo guardó con cuidado y levantó la llave.
36:59—Lo haré, prometió, pero recuerda, Alejo, la libertad de Luisa será el alto precio de tu libertad.
37:06—A partir de hoy, perteneces a este despacho, no a la casa donde creciste. Alejo se dio la vuelta y salió sin decir una palabra.
37:18Mientras cruzaba el pasillo, el valle entero pareció contener el aliento. No sabía cuánto tardaría en llegar la noticia a la cárcel, ni cuánto tardaría Luisa en poner un pie fuera de su celda.
37:29—Pero sí sabía una cosa. El día que ella respirara aire libre de nuevo, él ya no sería el mismo hombre.
37:39Y aunque el sol se estaba poniendo sobre las tierras de valle salvaje, para ellos dos, de algún modo, el día acababa de empezar.
37:48Porque en aquella tarde roja y silenciosa, el precio de la libertad acababa de ser pagado.
37:53Y las consecuencias, como siempre en ese valle, apenas comenzaban a escribirse.
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