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José Luis, Alejo y Luisa: el precio de la libertad
El valle vuelve a convertirse en un tablero mortal cuando José Luis pone sobre la mesa la oferta más cruel: sacar a Luisa de la cárcel… a cambio de romper para siempre su historia de amor con Alejo y arrebatarle a Casa Pequeña sus tierras. Mientras el mecánico lucha entre salvar a la mujer que ama o traicionar a los suyos, una carta enterrada bajo la tumba de Gaspar, el secuestro de Pepa y las mentiras de Eva hacen tambalear el poder del duque, ...
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José Luis, Alejo y Luisa: el precio de la libertad
El valle vuelve a convertirse en un tablero mortal cuando José Luis pone sobre la mesa la oferta más cruel: sacar a Luisa de la cárcel… a cambio de romper para siempre su historia de amor con Alejo y arrebatarle a Casa Pequeña sus tierras. Mientras el mecánico lucha entre salvar a la mujer que ama o traicionar a los suyos, una carta enterrada bajo la tumba de Gaspar, el secuestro de Pepa y las mentiras de Eva hacen tambalear el poder del duque, ...
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CortometrajesTranscripción
00:00José Luis, Alejo y Luisa. El precio de la libertad. El valle vuelve a convertirse en un tablero mortal
00:17cuando José Luis pone sobre la mesa la oferta más cruel. Sacar a Luisa de la cárcel. A cambio de
00:23romper para siempre su historia de amor con Alejo y arrebatarle a casa pequeña sus tierras.
00:30Mientras el mecánico lucha entre salvar a la mujer que ama o traicionar a los suyos, una carta enterrada
00:36bajo la tumba de Gaspar, el secuestro de Pepa y las mentiras de Eva hacen tambalear el poder del
00:41duque, obligándolo por primera vez a mirar de frente sus propios crímenes. Al mismo tiempo, Irene rompe
00:50todas las reglas y se le declara a Leonardo con un plan secreto para escapar del control de su padre,
00:55Matilde tiembla ante las amenazas de victoria y Mercedes se enfrenta a Damaso por haber dudado
01:01de ella justo cuando Luisa se juega la vida entre rejas. Cuando la verdad estalle, en la cárcel,
01:09en el sótano del palacio y en los papeles manchados de Gaspar, José Luis se verá forzado a cambiar los
01:15términos del trato, Luisa cruzará de nuevo la puerta hacia la libertad y Alejo descubrirá que
01:20amar no es solo rescatar, sino aprender a caminar a su lado sin cadenas. ¿Hasta dónde estarán dispuestos
01:27a llegar todos para pagar el alto precio de la libertad? José Luis observaba el valle desde la
01:34ventana de su despacho como si fuera un tablero de ajedrez. Nada en su gesto delataba que, esa misma
01:41mañana, había recibido un informe preocupante sobre el estado de Luisa. El médico de la cárcel hablaba
01:49de fiebre alta, de crisis de ansiedad, de una mirada perdida que empezaba a confundirse con la
01:55locura. Pero el duque sostuvo la carta entre los dedos con la misma frialdad con la que sostenía una
02:02copa de vino caro, calculando. Sabía que Alejo no tardaría en presentarse, y, por primera vez en
02:10mucho tiempo, aquella idea le producía una punzada extraña, algo parecido al miedo. Porque Alejo no era
02:18ya el muchacho impulsivo de antes, había visto demasiado dolor, había perdido demasiado.
02:24Y un hombre que ya no teme perder nada es capaz de cualquier cosa. La puerta se abrió sin que el
02:30mayordomo anunciara, empujada con violencia. No pensé que aún hiciera falta pedir permiso para
02:37entrar en la casa donde crecí, dijo Alejo, con la voz ronca de tantas noches sin dormir.
02:42José Luis se giró despacio, como si el tiempo le perteneciera. Buenos días para ti también, sobrino.
02:54La palabra, sobrino, sonó hueca entre ellos, como una formalidad de un mundo que ya no existía.
03:03Alejo avanzó hasta el escritorio, apoyó las manos sobre la madera pulida y clavó la mirada en
03:08los ojos del duque. Quiero saber qué vas a hacer con Luisa. La pregunta correcta sería qué vas a
03:15hacer tú por Luisa, replicó José Luis. Porque, te guste o no, la llave de su libertad la tengo yo.
03:25Alejo apretó la mandíbula. Desde el pasillo, Matilde se detuvo un segundo, conteniendo el aliento.
03:32No se atrevió a acercarse, pero sus oídos se volvieron antenas, registrando cada palabra.
03:40Dime el precio, dijo Alejo al fin. Sé que no será limpio. Sé que no será justo. Pero dímelo ya.
03:49José Luis sonrió con esa media sonrisa que tantas veces había sellado pactos sucios en el pasado.
03:54Quiero dos cosas, una pública, y una íntima. Alejo notó cómo el estómago se le encogía.
04:04Empieza por la pública. Bruñó. Firmarás un documento en el que renuncias a cualquier
04:09derecho sobre las tierras de casa pequeña en beneficio mío. Nada de medias tintas,
04:17nada de futuras reclamaciones. Todo lo que a ellos les pertenece pasará a mi poder.
04:21Eso sería traicionar a Mercedes, a Bernardo, a Pedrito. Alejo negó con la cabeza.
04:30Ellos ya han sufrido bastante por tus juegos, José Luis. Ellos, respondió el duque, afilando la voz,
04:37sobrevivirán mejor bajo el amparo de un título y de una fortuna que bajo el idealismo orgulloso de
04:43un puñado de campesinos. Conmigo, casa pequeña seguirá existiendo. Sin mí, no puedo garantizarlo.
04:51Alejo sintió la rabia arderle en la garganta, pero se tragó el grito.
04:58Luisa. ¿Tenía que pensar en Luisa? ¿Y la condición íntima? Preguntó, casi escupiendo las palabras.
05:06José Luis se inclinó hacia adelante. Te alejarás de Luisa. Para siempre. El silencio cayó como un
05:12disparo. No, susurró Alejo, antes de siquiera pensarlo. No, escúchame, insistió el duque.
05:22La sacaré de la cárcel. La limpiaré de los cargos. La presentaré ante el pueblo como una
05:29víctima de las circunstancias. Le proporcionaré una dote y una vida segura en un convento o en
05:36otra ciudad, lejos del escándalo. Pero tú no formarás parte de esa vida. No la visitarás,
05:45no le escribirás, no pronunciarás su nombre en público. Será como si nunca hubiera existido
05:52entre vosotros nada más que un malentendido juvenil. Alejo sintió que el aire se le volvía fuego en
05:59los pulmones. Quiere su libertad. A cambio de romperle el corazón. Dijo, con la voz quebrándose.
06:08Y el mío con él. Quiero su seguridad. Corrigió José Luis. Mientras tú sigas a su lado,
06:15seguirá siendo un objetivo. Para mis enemigos, para los tuyos, para todos,
06:21el precio de la libertad es alto, Alejo. Y tú serás quien decida si estás dispuesto a pagarlo.
06:29Matilde, desde el pasillo, se llevó una mano a la boca. Aquello era demasiado incluso para José Luis.
06:38Por un instante, recordó la lápida de Gaspar, la tierra húmeda bajo sus pies, y la fecha que había
06:44tenido que recitar como un rezo. La fecha que Victoria le había susurrado, segura,
06:51y que ella casi había confundido, porque en su corazón guardaba otro número, el real,
06:57el que nadie más conocía.
07:01Dentro del despacho, Alejo se apartó del escritorio como si quemara. Dame tiempo para responder.
07:07Pidió, casi sin reconocerse a sí mismo.
07:10Un día, solo uno. Tienes hasta la medianoche. Concedió el duque. Después de eso, consideraremos
07:19el silencio como un no. Y ya sabes lo que significa un no. Los ojos de Alejo lo entendieron demasiado
07:26bien. Luisa seguiría en la celda.
07:28O peor, mientras tanto, en otro rincón del palacio, Irene caminaba de un lado a otro
07:37de su habitación, contando las baldosas por enésima vez.
07:42Leonardo estaba sentado en el borde de la cama, con las manos entrelazadas, siguiendo sus
07:47movimientos como se sigue el vaivén de un péndulo.
07:50Vas a desgastar el suelo. Intentó bromear. Y no está el palacio para reformas, precisamente.
08:00Irene se detuvo, lo miró y soltó una risa nerviosa que se le apagó enseguida. No sé
08:06cómo decirlo. Confesó.
08:10Llevo días ensayándolo frente al espejo, y cada vez sueno más ridícula. Entonces dímelo
08:16sin ensayar. Contestó Leonardo, con la suavidad que había aprendido a usar con ella.
08:23Tal como te salga, ya sabes que lo que viene directamente de tu corazón siempre es lo más
08:27hermoso. Ella se acercó despacio, como si cada paso fuera una decisión irreversible. Cuando
08:35estuvo lo bastante cerca, tomó las manos de él y las colocó sobre su propio pecho, obligándolo
08:41a sentir el latido acelerado. La última vez que hablamos de matrimonio, empezó, en voz
08:49baja, dijimos que no. Que no era nuestro momento, que había demasiados miedos, demasiadas dudas.
08:58Yo misma te convencí de que era mejor seguir como estábamos, sin atarnos, sin promesas.
09:03Leonardo la observaba en silencio, temiendo adivinar a dónde iba aquello. Irene, me equivoqué. Lo
09:12interrumpió ella. Me equivoqué, Leonardo. Creí que, si me quedaba a mitad de camino, si no me
09:20comprometía del todo contigo, podría seguir protegida del rechazo de mi padre, del juicio
09:25de la sociedad, de la humillación. Pensé que, si todo se venía abajo, dolería menos si no habíamos
09:33dicho, sí, mirando a alguien a los ojos. Se le llenaron los ojos de lágrimas que se negaban a
09:41caer. Pero ahora te veo luchar cada día, continuó. Veo cómo te plantaste delante de José Luis cuando
09:49quiso usarte como peón. Veo cómo miras a Luisa, cómo hablas de Alejo, de Matilde, de los de casa
09:57pequeña, y me doy cuenta de algo. Tú ya estás casado. Casado con tu dignidad, con tu sentido de
10:05justicia, con esa manía tuya de ponerte siempre del lado de los que sufren. Y yo estoy cansada de
10:13vivir a medias. Leonardo frunció el ceño, confundido. ¿Qué estás diciendo, Irene?
10:21Ella respiró hondo, como si fuera a saltar desde un acantilado, que ya he hablado con el notario,
10:27soltó de golpe. He puesto mi fortuna a salvo del control de mi padre, en un fideicomiso al que
10:34solo yo y mi futuro marido tendremos acceso. Si tú aceptas ser ese marido, José Luis no podrá usar
10:42mi dinero como arma nunca más. Podremos irnos si es necesario. Podremos quedarnos y luchar. Pero
10:50juntos, totalmente juntos. El corazón de Leonardo dio un vuelco. ¿Has hecho eso sin decírmelo? Susurró,
10:59entre asombro y temor. Iba a decírtelo justo antes de esto. Sonrió con torpeza. Lo inesperado
11:09no es que sienta esto por ti, Leo. Lo inesperado es que por fin tenga el valor de apostar mi vida
11:16entera por lo que siento. Sus dedos temblorosos buscaron el bolsillo de su vestido y sacaron
11:22una pequeña cajita de terciopelo azul. Sé que no es lo tradicional. Murmuró, pero ya estoy cansada
11:31de las tradiciones que solo sirven para mantenernos encadenados. Así que, Leonardo de la Vega,
11:38¿quieres casarte conmigo? Él parpadeó, desconcertado. El mundo se redujo a la cajita
11:45entre sus manos. La abrió, dentro, un sencillo anillo de oro, sin piedras, sin ostentación.
11:52Puro, firme, como el futuro que ella imaginaba. Irene, repitió, incapaz de apartar la vista
12:01del anillo. Esto, esto lo cambia todo. Eso espero, respondió ella. Porque estoy dispuesta
12:09a enfrentarlo todo. A mi padre, al escándalo, a las habladurías. Pero no estoy dispuesta
12:17a seguir viviendo sin llamarte marido. Las palabras lo golpearon con la fuerza de una ola.
12:24Leonardo se levantó de golpe. La tomó por la cintura y la acercó a su pecho. Sí, dijo,
12:31sin titubeos. Sí, quiero casarme contigo. Hoy, mañana o cuando la vida nos lo permita.
12:39Pero una cosa debes saber, Irene. Si damos este paso, no habrá vuelta atrás.
12:47No voy a dejar que nadie vuelva a usar tu nombre o tu fortuna para humillarte. Ni siquiera tu
12:52padre. Lo sé. Susurró ella, cerrando los ojos mientras él le deslizaba el anillo en
12:59el dedo. Y por primera vez, no tengo miedo. Se besaron con una urgencia hecha de años
13:07de espera. Y, por un momento, el mundo fuera de aquella habitación dejó de existir. En casa
13:15pequeña, en cambio, el mundo parecía a punto de derrumbarse.
13:22Damaso caminaba de un lado a otro del corral convertidos en territorio de guerra,
13:26mientras Mercedes lo seguía con la mirada, agotada.
13:29Me vas a decir de una vez qué demonios te pasa. Exigió ella, cruzándose de brazos.
13:39Damaso se detuvo en seco. Lo que me pasa, escupió, es que Victoria ha venido a decirme
13:45que te vio hablando en secreto con José Luis.
13:50Que lo buscaste, que te reuniste con él a mis espaldas. Mercedes sintió como un sudor frío
13:55le recorría la espalda.
13:58¿Y le creíste? Preguntó, en un hilo de voz. Te vi entrar en el coche del duque,
14:04Mercedes, añadió, con impotencia.
14:09Usted perdone, señora, ¿qué debía pensar? ¿Que ibas a venderle huevos frescos? La imagen
14:15golpeó a Mercedes como un recuerdo crudo. El día que acudió desesperada al palacio para
14:20suplicar por Luisa. El día en que José Luis la recibió con esa sonrisa de serpiente. El día en
14:28que, por proteger a los suyos, tuvo que callar. Fui a verle. Admitió. Sí, lo hice, pero no para
14:38traicionarte. Fui a rogarle por Luisa, Damaso. Por tu hermana. Por la mujer a la que dices querer
14:45como una hija. Damaso parpadeó, confundido. ¿Rogar, de rodillas, Mercedes? Su tono se volvió
14:54duro. ¿Y qué le ofreciste a cambio? La bofetada no fue física, pero Mercedes la sintió igual.
15:02Nada que te rebaje a ti. Respondió, dolida. Solo lo que siempre he ofrecido, mi orgullo,
15:09mi capacidad de aguantar humillaciones. Creí que me conocías mejor que Victoria. Lo que sé.
15:18Replicó él, acercándose con el rostro crispado. Es que desde que José Luis se metió en nuestras
15:23vidas, todo se ha vuelto veneno. Y cuando veo que mi mujer se sube a su coche como si fuera su
15:31chofer personal, porque me amenazó. Estalló ella, por fin. Me dijo que, si no iba, Luisa pagaría el
15:40precio. ¿Sabes lo que es mirar a los ojos de ese hombre y ver que no está bromeando?
15:47Damaso abrió la boca para contestar, pero una vocecita temblorosa los interrumpió.
15:52Tía, mamá, Pedrito estaba en la puerta, con los ojos grandes llenos de angustia.
16:01¿Pepa sigue enfadada conmigo? No vuelve, y Eva dice que es porque yo la molestaba demasiado.
16:08Mercedes y Damaso se miraron. El enojo de adultos se quebró ante el miedo del niño.
16:12No es por ti, corazón. Murmuró ella, arrodillándose para estar a su altura. Peppa está, pasando por un
16:21momento difícil. Pero te prometo que no se ha olvidado de ti. Entonces, ¿por qué no vuelve?
16:29Insistió Pedrito. He buscado su delantal en la cocina y no está. Y Francisco iba a traerle flores,
16:36pero Eva las tiró al estiércol. Mercedes sintió un pinchazo en el pecho. Eva,
16:44siempre Eva entrometiéndose donde dolía. Voy a hablar con Francisco. Dijo, levantándose,
16:52y tú. Se volvió hacia Damaso, con la mirada aún húmeda. Si quieres seguir creyéndole más a Victoria
16:58que a mí, hazlo. Pero hoy no pienso defenderme. Hoy solo voy a luchar por traer de vuelta a la gente
17:06que realmente nos importa. Salió casi corriendo, dejando a Damaso con la culpa pesándole como una
17:14piedra. En la ladera del cementerio, Victoria avanzaba junto a Matilde hacia la tumba de Gaspar.
17:21El aire olía a romero y tierra húmeda. El mármol de la lápida, recién limpiado,
17:27brillaba con un resplandor fantasmal. Siempre me ha parecido irónico, comentó Victoria,
17:34con una sonrisa helada. Que alguien tan ruidoso como Gaspar acabe en un lugar tan silencioso.
17:42Matilde mantuvo la vista fija en el nombre grabado. Los muertos ya no pueden defenderse,
17:47replicó, en voz baja. Por eso hay que cuidarse de hablar demasiado de ellos. Victoria arqueó una
17:55ceja. ¡Ae! Matilde. Siempre tan dramática. Solo quiero asegurarme de que recuerdas bien las cosas.
18:03Sobre todo las fechas. Ya sabes lo importante que puede llegar a ser un día en los documentos.
18:11Matilde sintió un pequeño temblor en las manos. Aquella era la trampa. La prueba. Claro que lo
18:17recuerdo. Forzó una sonrisa. Gaspar murió el 15 de marzo. Victoria se detuvo de golpe. Sus ojos se
18:26afilaron. Curioso. Murmuró. Porque en el certificado que firmó el médico pone 14. Y tú estabas allí,
18:35¿no? Según contaste una y otra vez. ¿Cómo se puede olvidar la fecha del día en que alguien que conoces
18:43se va para siempre? El corazón de Matilde empezó a golpearle el pecho con fuerza. Yo. Fue una noche
18:51larga. Balbuceó. Entre la agonía, el llanto, la confusión. Es normal. Victoria se inclinó hacia
19:00ella. Tan cerca que Matilde pudo oler su perfume. La confusión es el peor enemigo de la verdad. Susurró.
19:08Y yo odio la confusión. Más te vale recordar bien, Matilde. Porque algunas mentiras no las perdona ni
19:16Dios. Mientras se alejaban, un pequeño sobreenterrado entre las flores, bajo la lápida,
19:22permaneció invisible para ambas. Solo una esquina amarillenta asomaba entre la tierra. Un sobre que
19:29Pedrito encontraría horas después, mientras dejaba una piedra lisa sobre la tumba de Gaspar,
19:35para que no estuviera solo. La tarde fue avanzando, y con ella, la tensión. Rafael llegó al palacio con
19:44las manos aún manchadas de grasa del taller y el ceño fruncido.
19:50Necesito hablar con José Luis. Le dijo al criado. Es urgente. José Luis lo recibió con desgana.
19:58Si es sobre Luisa, ya sé lo que vas a decir. No lo sabes. Replicó Rafael, entrando sin ser invitado.
20:04Porque anoche casi la matan. Los ojos del duque lanzaron un destello. Explícate. Alguien dejó caer,
20:14por error, una bandeja de comida llena de sedantes en su celda. Contó Rafael.
20:20Si Pepa no hubiera advertido que el olor era demasiado fuerte. Si no hubiera tirado la comida
20:26por la ventana. Hoy estaríamos hablando de un suicidio muy conveniente.
20:32¿Te suena ese tipo de tragedia, duque? José Luis sintió un escalofrío recorrerle la nuca.
20:40Una escena del pasado se superpuso a esa acusación. La noche en que Gaspar se cayó por las escaleras.
20:48El certificado médico. El silencio comprado. No tengo nada que ver con eso. Mintió.
20:57Lo sé. Replicó Rafael, sorprendiéndolo. Por eso estoy aquí. Porque tus enemigos ya no se conforman
21:05con manchar tu nombre. Quieren manchar también el de Luisa. Y si tú, que puedes sacarla de ahí,
21:12no haces nada. Entonces no eres mejor que ellos.
21:18José Luis apretó las manos sobre el respaldo de la silla. ¿Y qué propones, mecánico?
21:25Rafael se inclinó hacia él con una determinación feroz. Que escuches la única advertencia que
21:30Gaspar dejó antes de morir. El nombre de Gaspar se clavó en el aire. ¿Qué sabes tú de Gaspar?
21:38Preguntó el duque, con un hilo de voz. Rafael sacó del bolsillo una hoja doblada,
21:44manchada de aceite. ¿La desplegó? Esto lo encontró Pedrito, bajo la tumba. Explicó.
21:53Una carta. Reconozco la letra. Es la de Gaspar. Si quieres, te la leo. Pero te adelanto algo. Si
22:00su contenido sale de esta habitación, no solo Luisa estará en peligro.
22:03Toda tu preciosa reputación también. Por primera vez en mucho tiempo, José Luis perdió el color.
22:14Léele. Ordenó, casi sin aire. Rafael aclaró la garganta y empezó, con voz firme. Si alguien
22:21encuentra esta carta, será porque la conciencia se me ha sentido demasiado pesada como para
22:26llevarse este secreto a la tumba. Yo, Gaspar Ríos, declaro que la noche en que se firmaron
22:34los papeles de la compra de las tierras de casa pequeña, el duque José Luis me obligó a falsear
22:39la fecha del documento y a mentir sobre las condiciones del trato. Esa mentira permitió
22:46que el duque se hiciera dueño de lo que no era suyo. Y esa mentira, lo sé ahora, desencadenó todo
22:52el sufrimiento de esa familia. También declaro que escuché al duque decir que, si alguna vez
22:59las cosas se volvían en su contra, siempre podría arreglarlo con un accidente oportuno,
23:04como el que puso fin a la vida de cierto viejo enemigo suyo.
23:10José Luis se levantó de un salto, arrebatándole la carta. Basta, Rafael no se inmutó.
23:16No menciona nombres, es cierto, añadió. Pero tú y yo sabemos de quién habla. Y si lo sé yo,
23:24lo puede saber cualquiera. Gaspar quiso morir con la conciencia más limpia de lo que vivió. Y ahora,
23:33quieras o no, estás atado a esa verdad. El duque apretó el papel con tanta fuerza que
23:39sus manos temblaron. Era como si Gaspar hubiera resucitado para reírse de él desde la tumba.
23:46¿Qué quieres, Rafael? Preguntó, derrotado. Lo mismo que Alejo, respondió, que saques a Luisa
23:54de ese agujero antes de que otro, accidente oportuno, ocurra. Y que, por una vez en tu vida,
24:02pagues un precio tú. En lugar de cargárselo a los demás. La noche cayó sobre el valle como un telón
24:10pesado. En la cárcel, Luisa se abrazaba a las rodillas, tiritando bajo la manta fina.
24:18Cada vez que cerraba los ojos, veía la bandeja de comida acercándose, el olor dulzón de la trampa,
24:24la voz urgente de Pepa. No lo comas, niña, por Dios, no lo comas.
24:32Pepa, ¿dónde estaba ahora, después de denunciar el intento de envenenamiento? Había desaparecido
24:37de la zona de servicio. Las otras presas decían que la habían trasladado. Los guardias, que se
24:45había, tomado un descanso. Luisa no creía ninguna de las dos cosas. El chirrido de la cerradura la
24:53sacó de sus pensamientos. Dos guardias entraron. Levántate, ordenó uno. ¿Tienes
25:01visita? El corazón de Luisa dio un salto. Alejo, Rafael, Mercedes, la llevaron a la sala
25:09de visitas, una habitación fría con una mesa de madera y dos sillas.
25:15Al otro lado del cristal, Alejo la esperaba, pálido, con los ojos enrojecidos. Cuando la
25:22vio entrar, se levantó tan bruscamente que la silla se volcó.
25:26Luisa. No había barrera que contuviera la intensidad de esa mirada. El guardia les permitió
25:34sentarse frente a frente, sin cristal, solo a cierta distancia.
25:38¿Estás bien? Preguntó él, buscando sus manos. Estoy viva. Respondió ella, esbozando una sonrisa
25:47cansada. Según parece, eso ya es mucho. Alejo tragó saliva. He hablado con José Luis, confesó.
25:59Tiene un plan para sacarte de aquí. Puede funcionar, pero el precio... Se le quebró la
26:04voz. Luisa lo observó en silencio. ¿Qué quiere? Preguntó, serena. Quiere que renuncie a ti. Soltó él,
26:13incapaz de suavizarlo. Que firme papeles entregándole a él las tierras de casa pequeña,
26:20y que te deje ir sola, lejos de aquí. Un convento, otra ciudad, donde sea,
26:28siempre que yo no esté. Luisa cerró los ojos solo un segundo. Así que ese es el precio de mi
26:35libertad. Murmuró. Tu ausencia. No pienso aceptar. Se apresuró él. No voy a dejar que te convierta en
26:44una moneda de cambio. Rafael y yo encontraremos otra salida. Mercedes, Matilde, todos. Están
26:53moviendo cielo y tierra. Solo necesito tiempo. Luisa lo miró con una ternura que dolía.
27:00El tiempo es justo lo que no tenemos, Alejo. Dijo, casi disculpándose. Aquí dentro,
27:08cada día pesa el doble. Y ahora sé que no estoy a salvo ni siquiera entre estas paredes. Él le apretó
27:15las manos. No digas eso. Escúchame. Lo interrumpió ella. Si aceptas, saldré viva de aquí. Puede que
27:25rota, puede que lejos, pero viva. Si no aceptas, quién sabe qué, accidente, se inventarán mañana.
27:34No quiero que tu orgullo escriba mi epitacio. Los ojos de Alejo se llenaron de lágrimas. ¿De verdad
27:41me estás pidiendo que acepte perderte para salvarte? Luisa inspiró hondo. Cada palabra
27:48era un puñal que se clavaba también en su propio pecho. Te estoy pidiendo que, por una vez,
27:55elijas lo que más duele pero menos mata. Susurró. Si esta es la única manera de que respire aire libre
28:02otra vez. Quizás tengamos que conformarnos, por ahora, con saber que existimos bajo el mismo cielo,
28:08aunque sea lejos. El guardia carraspeó, impaciente. Cinco minutos. Anunció. Alejo se
28:18inclinó hacia ella, desesperado. No puedo prometerte que soportaré el no verte. Dijo. No puedo prometerte
28:26que no te buscaré, aunque tenga que cruzar el mundo entero. Entonces prométeme otra cosa. Lo
28:34cortó Luisa. Prométeme que no dejarás que José Luis destruya a los tuyos en casa pequeña. Que,
28:41aunque firmes lo que sea, encontrarás la manera de que la verdad salga a la luz. Y que, cuando eso pase,
28:50si seguimos vivos, si el mundo no nos ha borrado, me volverás a encontrar. Alejo asintió, llorando ya
28:59sin esconderse. Te lo prometo. Susurró. Por este valle, por cada amanecer que hemos compartido,
29:06por cada vez que has hecho que creyera que la libertad era algo más que una palabra bonita,
29:11te encontraré. Se levantó de golpe y la besó, ignorando el gruñido del guardia. Fue un beso
29:19desesperado, de despedida y juramento. Cuando se separaron, los dos sabían que algo se había roto,
29:26pero también algo más profundo se había sellado. A la misma hora, en el salón principal del palacio,
29:34Francisco irrumpía con el rostro desencajado.
29:38Eva ha mentido, gritó, delante de todos. Y no pienso callarme ni un minuto más.
29:46Cruzó la estancia bajo la mirada atónita de Victoria y José Luis, que acababan de terminar
29:51una conversación tensa sobre Damaso. ¿Qué ocurre? Preguntó el duque, molesto. Francisco levantó un
29:59pañuelo manchado de sangre. Esto es de Pepa. Dijo, lo encontré cerca del establo. Eva me aseguró
30:08que se había ido por voluntad propia, que estaba harta de nosotros. Pero hay huellas de arrastre en el
30:13suelo. Alguien se la llevó a la fuerza. Un murmullo de horror recorrió la sala. ¿Insinúas que en mi
30:22propiedad se secuestra al personal? Respondió José Luis, herido en su orgullo. No lo insinúo,
30:30lo afirmo, replicó Francisco. Y si quiere, bajamos ahora mismo al viejo sótano donde guardaban antes el
30:37vino. Porque encontré este pañuelo en la puerta. Y no soy el único. Pedrito también lo vio. Todas
30:46las miradas se volvieron hacia el niño, que se encogió un poco, pero levantó la barbilla.
30:53Vi a unos hombres arrastrando algo envuelto en una manta. Confesó. Quise ir a decirlo,
30:59pero Eva me dijo que no metiera las narices donde no me llamaban. ¿Y qué, si Pepa se iba? Era porque
31:06ya no me quería. Mercedes lanzó un jadeo ahogado y miró a Eva con un odio que nunca le había visto.
31:15¿Dónde está? Rugió Damaso, que acababa de entrar, alertado por los gritos. Si le han hecho algo a esa
31:21mujer, juro por Dios que... José Luis levantó una mano, pero no para mandarlos callar, sino para llamar
31:30al mayordomo. Traigan a Eva, y registren el sótano viejo ahora mismo. Ordenó. Minutos después,
31:39el grupo descendía por la escalera estrecha y húmeda que conducía al subsuelo. El olor a moho les
31:46golpeó la cara. Un guardia abrió el candado oxidado. Dentro, medio desmayada, con las muñecas
31:52atadas, estaba Pepa. Pepa, Francisco se arrodilló junto a ella, rompiendo las cuerdas con manos
32:00temblorosas. Dios mío, ¿qué te han hecho? Ella parpadeó, desorientada, hasta que reconoció su voz.
32:11No te preocupes, murmuró, con una sonrisa débil. Solo querían que me callara. Pero ya ves,
32:17tengo la boca demasiado grande. Cuando subían de nuevo, un criado traía arrastras a Eva, que pataleaba
32:25y sollozaba. Yo solo obedecía órdenes. Gritaba. Yo no decidí nada. Fue el jefe de los guardias.
32:35Él dijo que había que deshacerse de la chismosa. Los ojos de José Luis se clavaron en ella. ¿Quién
32:42te dio la orden exacta? Eva. Preguntó, en un tono que helaba. Yo. No lo sé. Tartamudeó. Solo que
32:51dijeron que los de arriba querían silencio. Que la muchacha había hablado demasiado del intento de
32:56envenenamiento de la otra presidiaria. La Luisa esa. El silencio que cayó entonces fue distinto.
33:03Pesado. Pesado. Definitivo. Como una puerta que se cierra. José Luis miró a Francisco. A Pepa. A
33:12Pedrito. A Mercedes. A Rafael. Y supo que se había quedado sin excusas. O se ponía al frente de la
33:21limpieza de aquella podredumbre. O quedaría señalado para siempre como su autor. Preparad un
33:29carruaje. Ordenó. De pronto. Voy a la cárcel. Esta misma noche. Alejo. Que acababa de regresar
33:36de la visita a Luisa con el corazón destrozado. Lo escuchó desde el umbral.
33:43¿Vas a firmar el papel? Preguntó. Con la voz hueca. José Luis sostuvo su mirada con algo nuevo
33:49en los ojos. No era compasión. Ni arrepentimiento del todo. Era la conciencia de que había llegado el
33:57momento de decidir qué clase de hombre iba a ser el resto de su vida. Voy a firmar muchos
34:03papeles esta noche. Alejo. Respondió. Pero primero, tú y yo tenemos que cambiar los términos de nuestro
34:09trato. Las horas siguientes fueron un torbellino. En la cárcel, el director casi se desmayó al ver
34:17entrar al duque con documentos oficiales y un notario. He venido a revisar algunos expedientes.
34:24Anunció José Luis. Empezando por el de la presa Luisa Ríos y por el de su carcelera,
34:30más bocazas, Pepa Flores. Los guardias intercambiaron miradas nerviosas. Uno de
34:37ellos desapareció por un pasillo oscuro. No volvió. Alejo y Rafael, que habían insistido
34:45en acompañarlo, se mantuvieron cerca, como testigos incómodos.
34:51José Luis abrió una carpeta, firmó una orden, extendió la mano hacia Luisa. Quedas en libertad
34:57condicional, bajo la custodia temporal de casa pequeña. Declaró.
35:02Cualquier daño que se te haga a partir de ahora, será considerado un ataque directo
35:08a mí. Luisa lo miró, incrédula. ¿Y el precio? Preguntó en voz baja, sin atreverse a mirar
35:16a Alejo. José Luis inspiró hondo. El precio lo pagaré yo, respondió. He firmado también
35:24la revisión de los documentos de las tierras.
35:26Cuando salgan a la luz, muchos sabrán que no soy tan intachable como he pretendido.
35:34Pero si eso sirve para evitar que sigan usando, accidentes oportunos, contra los que no pueden
35:40defenderse. Supongo que le debo al menos esa justicia tardía a Gaspar.
35:46Y a todos los que vinieron después. Alejo dio un paso adelante. ¿Y nuestro trato? Preguntó.
35:53El duque lo miró, cansado. No puedo obligarte a renunciar a Luisa. Admitió. Ni siquiera para
36:02protegerla. Quizás me equivoqué al creer que el amor es una debilidad. Tal vez sea lo contrario,
36:09después de todo. Pero tú, señaló Alejo, tendrás que aprender que amar no significa agarrar con más
36:16fuerza. Sino saber cuándo aflojar. Vigila que no se convierta en tu excusa para jugar a ser mártir.
36:25Rafael no pudo evitar sonreír, pese a todo.
36:30Era la primera vez que escuchaba algo parecido a una lección honesta en boca del duque.
36:34Cuando salieron de la cárcel, el aire nocturno les golpeó el rostro como una bendición.
36:43Luisa cerró los ojos y respiró hondo, como si nunca antes hubiera respirado de verdad.
36:49Se tambaleó un poco, y Alejo la sostuvo por la cintura. Tranquila, susurró. Ya no hay rejas.
36:57Las peores nunca se ven. Respondió ella. Pero, por primera vez, siento que alguna se ha abierto.
37:08José Luis los observó unos segundos más, luego subió al carruaje sin decir nada. Tenía que regresar
37:14al palacio y enfrentarse a otra batalla. Victoria, los documentos de Gaspar, la reacción de los nobles
37:21cuando supieran que el gran duque no era más que un hombre que había tenido miedo y que, por miedo,
37:26había destruido vidas. Pero esa noche, por primera vez, el peso de sus actos no le parecía un castigo
37:35ajeno, sino la consecuencia inevitable de todo lo que había sido. Quizás aún quedaba tiempo para ser
37:41algo distinto. Al amanecer, el valle parecía otro. La luz se derramaba sobre las tierras de casa pequeña
37:50y casa grande como una promesa tímida. En el porche de la casa humilde, Mercedes abrazaba a Luisa tan fuerte
37:59que parecía querer guardarla de nuevo en su vientre. Pensé que no volvería a verte fuera de esos muros,
38:07sollozaba. Si te hubiera pasado algo. Estoy aquí, mamá, susurró Luisa, y tenemos mucho por lo que
38:15luchar todavía. Damaso se acercó despacio, con la mirada baja. Lo siento, dijo, con una sinceridad
38:25desnuda. Dudé de ti cuando debí haber confiado. Dudé de todos, menos de la persona equivocada. No
38:33volverá a pasar. Mercedes le tomó la mano. Lo que no va a volver a pasar es que dejemos que otros
38:40decidan por nosotros, respondió. Ni Victoria, ni José Luis, ni nadie. Estas tierras son nuestras,
38:49con papeles limpios o sin ellos. Y mientras sigamos juntos, siempre habrá algo que no podrán
38:57robarnos. Pedrito, escondido detrás de la falda de su madre, miraba a Pepa, que reposaba en una
39:04mecedora, aún pálida pero viva. Se acercó, tímido. ¿Te vas a volver a ir sin despedirte? Preguntó. Pepa
39:14rió suavemente. ¿Y perderme tus travesuras? Bromeo, mi loca. Pero eso sí, si vuelvo a
39:22desaparecer, que sea porque me he fugado con Francisco a la ciudad a bailar tango, ¿me oyes?
39:28El niño sonrió por primera vez en días. Entonces te llevaré flores de verdad. Prometió.
39:34No como las que Eva tiró. Francisco, apoyado en el marco de la puerta, sintió que algo cálido le
39:43llenaba el pecho. Más tarde, cuando el caos se calmara, pediría a Pepa que fuera no solo la
39:50dueña de su corazón, sino también la compañera oficial de sus días. Por ahora, bastaba con verla
39:58respirar. En el palacio, el escándalo estalló como una tormenta. Irene y Leonardo anunciaron su
40:05compromiso delante de todos, con una serenidad desafiante. Ya no eres una niña para jugar a
40:12las bodas, gruñó José Luis, intentando recuperar un poco de su antiguo poder. No, respondió ella,
40:22soy una mujer que sabe lo que quiere, y he decidido no volver a ceder ni una sola decisión más de mi vida
40:27al miedo. Ni al suyo, padre, ni al de nadie. Leonardo la tomó de la mano. Estoy preparado
40:36para las consecuencias. Añadió. Lo único que no estoy dispuesto a perder es su confianza. Todo lo
40:43demás, ya lo reconstruiremos. Victoria observaba la escena con los labios apretados. Sus planes,
40:51sus intrigas, el juego de sombras que había creído controlar. Comenzaban a desmoronarse.
40:58Matilde dio un paso adelante, la carta de Gaspar doblada en su bolsillo, pero no la sacó.
41:05Aún no, la miró fijamente. Hay secretos que ya no se pueden mantener bajo tierra. Dijo, con calma.
41:14Y cuando salgan a la luz, cada uno tendrá que elegir de qué lado de la historia quiere estar.
41:18Victoria sintió un escalofrío. Por primera vez, la idea de perderlo todo no le pareció una tragedia
41:27épica, sino la consecuencia lógica de su propio veneno. Aquella noche, en el límite entre las
41:34tierras de casa pequeña y casa grande, Alejo y Luisa se encontraron solos, bajo un cielo salpicado
41:40de estrellas. El viento traía el olor de la tierra mojada y del trabajo pendiente. Pensé
41:47que iba a perderte, confesó Alejo, rompiendo el silencio.
41:51¿Lo hiciste? Respondió Luisa. Por unas horas, por unos días, no lo sé. Pero dentro de mí fue como
42:01si hubiera muerto. Y luego desperté, y me di cuenta de algo. No quiero que mi libertad dependa
42:08nunca más de la voluntad de otro. Ni siquiera de la tuya. Alejo bajó la vista. Lo sé. Y me duele
42:17pensar que fui capaz de considerar tu corazón como parte de un trato. Aunque solo fuera por
42:24desesperación. Ella le levantó el mentón con los dedos. Por eso necesitamos cambiar. Dijo.
42:32Si vamos a caminar juntos, no puede ser como víctima y salvador. Tiene que ser como dos personas
42:38que se eligen cada día, aunque el mundo se venga abajo. Él sonrió, entre lágrimas. Eso
42:47significa que, que no pienso irme a ningún convento. Lo interrumpió, con una media sonrisa.
42:54Que esta tierra es mi casa. Que tú eres mi amor. Pero no mi carcelero. Y que, si algún día el precio
43:01de seguir a tu lado se vuelve demasiado alto. Lo negociaremos juntos. Sin que nadie firme nada a
43:08mis espaldas. Alejo soltó una carcajada rota. Trato hecho. Dijo.
43:16Palabra de hombre del valle. La trajo hacia sí y la besó. Esta vez no había desesperación, ni prisa.
43:25Solo la certeza de que, a pesar de todas las tormentas, estaban vivos. Juntos, con un futuro
43:32incierto, sí, pero por primera vez, suyo. Detrás de ellos, el valle se extendía, vasto y silencioso.
43:42Había heridas que tardarían en cerrar, verdades que aún tendrían que estallar, nombres que todavía
43:47se susurraban con miedo. Pero esa noche, bajo ese cielo, la libertad ya no parecía una quimera cruel,
43:55sino un camino largo, lleno de piedras, pero también de manos tendidas. Y mientras el viento jugaba con
44:04sus cabellos, Luisa pensó que quizá, después de todo, el alto precio de la libertad no se medía
44:10solo en pérdidas. Sino también en la valentía de seguir amando, aunque el miedo insistiera en quedarse.
44:25¡Gracias!
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