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Valle Salvaje capítulo 304: Un plan perfecto en ‘Valle Salvaje’
Transcripción
00:00Un plan perfecto en Valle Salvaje, avance del capítulo 304, 26 de noviembre, avance del capítulo
00:17304 de Valle Salvaje, que se emite el miércoles 26 de noviembre. Victoria cree tener la jugada
00:26ganadora. Con avance en vídeo incluido, el valle amaneció cubierto por una neblina espesa,
00:33de esa que se pega a la piel y hace que incluso los sonidos parezcan llegar tarde.
00:39Los gallos ya habían cantado, las chimeneas empezaban a escupir el primer humo del día,
00:44pero en casa grande nadie tenía la mente en las tareas habituales.
00:50Había algo más denso en el aire que la humedad, un presentimiento. La sensación de que ese 26 de
00:56noviembre no iba a ser un día cualquiera, sino la línea que separaría él, antes, del, después,
01:03en Valle Salvaje. José Luis caminaba por su despacho como una fiera enjaulada, con las manos a la espalda
01:11y los pasos cortos, tensos. No había logrado olvidar la última conversación con Damaso. El
01:18hombre había osado recordarle, con una media sonrisa, que con sólo una palabra podía hundir
01:24su ascenso político. El duque apretó la mandíbula al revivir la escena. Se cree intocable, murmuró,
01:32mirando por la ventana hacia las tierras que se extendían más allá del río.
01:38Pero nadie lo es, ni siquiera yo. El golpe en la puerta lo sacó de sus pensamientos.
01:44Adelante, ordenó, sin dejar de mirar hacia afuera. Alejo entró con el gesto endurecido por la
01:52preocupación. No llevaba el traje impecable de siempre, la chaqueta se le arrugaba en los codos,
02:00y la corbata estaba mal anudada. Había pasado la noche en vela, y se le notaba en las ojeras.
02:07Padre, tenemos que hablar, dijo, sin rodeos. José Luis se giró despacio. No le gustaba el tono de
02:17su hijo. Había demasiado fuego en sus ojos. Si vienes a reprocharme otra vez tu relación con
02:23esa muchacha, te ahorraré el esfuerzo, respondió el duque, seco. Ya te di mi respuesta. Alejo dio un
02:32paso hacia él. No vengo a hablar de mí. Réplico. Vengo a hablar de Luisa. De su vida. Rafael me lo
02:41dejó claro. Si no hacemos algo ahora, podría ser ejecutada. ¿Entiende lo que significa? No se trata
02:49solo de una campesina, se trata de una injusticia. José Luis entrecerró los ojos. No dramatices,
02:58alejo. La justicia sigue su curso. Si ha sido condenada, habrá razones. Razones amañadas. Saltó el
03:07joven. Sabemos que todo huele a manipulación. Las pruebas aparecieron, oportunamente. Las mismas
03:14manos que intentan controlar las tierras del valle son las que la señalaron a ella. ¿De verdad no ve la
03:22conexión? El duque cayó un instante. Claro que la veía. Llevaba días hilando mentalmente los
03:28movimientos de Damaso, sus visitas a escondidas, sus conversaciones a media voz con ciertos funcionarios.
03:36Pero admitirlo significaba aceptar que parte de su propio juego político se había apoyado en un suelo
03:42podrido. No voy a arriesgar mi carrera por una conjetura, respondió al fin, tajante. No sin pruebas.
03:53Alejo lo miró con incredulidad. ¿Y qué es una carrera comparada con una vida humana? Susurró,
03:59con la voz quebrada. Padre, usted siempre me enseñó que el honor iba primero. ¿Dónde está ahora ese honor?
04:06Hubo un silencio pesado. Por un momento, pareció que José Luis iba a ceder. Sus labios se entreabrieron,
04:15dudando. Pero el temor a perderlo todo volvió a levantar un muro. No habrá intervención por mi
04:22parte, dijo, como si dictara una sentencia. No insistiré más. Entonces lo haré yo,
04:31respondió Alejo, con una calma que asustó incluso al duque. Con usted o contra usted. Pero hoy no
04:39dejaré que la maten. Se dio media vuelta y salió, cerrando la puerta con una firmeza que no llegó
04:45a ser portazo, pero sí declaración de guerra. A pocos kilómetros de allí, la realidad era muy
04:52distinta. Las paredes de la cárcel no conocían de títulos, tierras ni ascendencias. Solo de frío,
05:01de piedra y de silencio. Adriana caminaba por el pasillo estrecho, con un nudo en la garganta.
05:09Cada vez que venía, el aire le resultaba más pesado, como si el lugar mismo se alimentara
05:14de la desesperanza de los presos. El guardián abrió la celda sin entusiasmo. Cinco minutos,
05:22gruñó. Ya sabe que no quiere comer, ni hablar. Está peor. Adriana asintió, tragando saliva. Entró
05:31despacio, como si cruzara un umbral sagrado. Luisa estaba sentada en el catre, la espalda pegada
05:39a la pared, las rodillas recogidas contra el pecho. Las manos le temblaban ligeramente,
05:46los labios estaban agrietados. Pero lo que más dolía ver eran sus ojos, apagados,
05:51como si se hubieran cansado de intentar encontrar una salida.
05:57Luisa, susurró Adriana, acercándose. Soy yo. La joven levantó la vista, muy despacio.
06:04Intentó esbozar una sonrisa, pero solo le salió una mueca cansada. Sabía que vendrías. Murmuró.
06:15Siempre vuelves, aunque ya no haya nada que hacer. No digas eso. Adriana se sentó a su lado,
06:21obligándose a no llorar. Hay mucho por hacer todavía. Rafael está moviendo cielo y tierra.
06:28Alejo también. No estás sola. Luisa soltó una risita amarga. No comer es lo único que puedo
06:37decidir. Sus ojos se llenaron de lágrimas, pero no cayeron. Me quitaron la libertad,
06:44la dignidad, el futuro. No voy a dejar que también decidan cuándo tengo que resistir y cuándo tengo
06:50que rendirme. Esto no es rendirse. Replicó Adriana, con una intensidad que sorprendió a ambas.
06:58Esto es entregarles tu victoria. Eso es lo que quieren. Que te apagues, que te rindas,
07:05que desaparezcas como si nunca hubieras existido.
07:09¿De verdad vas a darles ese gusto? Hubo un silencio largo. Luisa respiró hondo,
07:15como si las palabras de Adriana hubieran abierto una grieta en la coraza de resignación.
07:20No es miedo por mí. Confesó al fin. Es miedo por lo que dejo atrás. Evaristo, la voz se le rompió.
07:30Si todo el mundo piensa que soy una asesina, ¿qué clase de historia le contarán sobre su madre?
07:35Adriana le tomó la mano con fuerza. Entonces vive, susurró. Para poder contársela tú misma algún día.
07:46Para mirarlo a los ojos y decirle, luché hasta el final. Pero para eso necesito que comas,
07:53que respires, que sigas aquí.
07:55Te lo ruego, Luisa. La joven desvió la mirada hacia el plato intacto en el suelo. La papilla
08:03fría ya no parecía comida, sino una prueba de voluntad. Lo intentaré. Cedió al fin. Por él,
08:12no por mí. Adriana sonrió con un alivio frágil. Por él, y también por ti, añadió. Porque mereces
08:20más que esta celda. Mereces ver el valle sin barrotes. No sabía entonces que esas palabras
08:28serían las últimas que Luisa escucharía conscientemente ese día. En casa pequeña,
08:34Matilde estaba de pie frente a la ventana, con los brazos cruzados sobre el pecho. Observaba cómo
08:42Atanasio caminaba de un lado a otro del comedor, cabizbajo. En la mesa, entre ambos, yacía una carta
08:49abierta que lo había desestabilizado más de lo habitual.
08:53No me gusta esto, Matilde. Murmuró él. Victoria dice que quiere que la acompañe a la tumba de Gaspar.
09:02Que necesita mostrarme algo allí. Nunca hace nada sin un motivo oculto. Matilde suspiró.
09:10Lo sé, y por eso precisamente me asusta. No dejo de pensar que, desde que esa muchacha empezó a
09:16acercarse a ti, todo en este valle se ha convertido en una partida de ajedrez.
09:21Y tú eres una de las piezas que quiere mover. Atanasio apretó los puños. Gaspar me odiaría si
09:28supiera que permito que su tumba se convierta en escenario de intrigas. Dijo, con la voz cargada de
09:34culpa. Le fallé en vida. No quiero fallarle también en muerte. Matilde se acercó y le tomó el brazo.
09:42Quizá esto sea precisamente lo contrario. Susurró. Quizá Victoria tenga algo que te
09:50ayude a saldar cuentas. Tal vez Gaspar dejó algo allí. Un documento. Una carta. Algo que no se
09:58atrevió a entregarte en vida. Atanasio la miró, confundido. ¿Crees que...? Creo que Gaspar nunca
10:06hizo nada sin pensar en el futuro. Respondió ella, con una ternura que pocas veces se permitía.
10:13Y creo que tú no podrás seguir adelante sin enfrentar ese lugar, esas piedras, ese nombre.
10:21No es solo la tumba de un muchacho muerto. Es la tumba de todas las cosas que no dijiste.
10:26Atanasio tragó saliva. Sabía que tenía razón. Victoria lo había atacado justo por el flanco
10:34más débil. Su culpa. Si vamos, susurró. Será porque yo lo decido. No porque ella tire de los
10:43hilos. Eso díselo a ella. Sonrió Matilde, triste. Y, mientras tanto, ten cuidado. Los mejores planes
10:53siempre esconden trampas. Al otro lado del valle, en una sala elegantemente decorada,
11:00la conversación tenía un tono muy diferente. Victoria estaba sentada frente a Damaso,
11:06las manos apoyadas con aparente calma sobre la mesa. Él, en cambio, jugaba nervioso con un anillo,
11:15dándole vueltas sin parar. Te digo que no tienes nada de qué preocuparte, insistió el hombre.
11:21Mercedes es leal. Siempre lo ha sido. Confío en ella más que en nadie. Victoria la deó la cabeza,
11:29como si analizara cada una de sus palabras.
11:33Es curioso. Comentó, porque Mercedes me confesó hace unos días que no ha tenido noticias de Bernardo
11:40desde que se marchó. Ni una carta, ni un telegrama. Nada. Los dedos de Damaso se detuvieron en seco sobre
11:49el anillo. Eso no puede ser cierto. Protestó. Yo, yo H-A-B-L-E con acento agudo con él. Me dijo
11:59que estaba dispuesto a regresar para poner orden en sus tierras. ¿Seguro que no fue un deseo tuyo
12:05disfrazado de realidad? Preguntó Victoria, clavando en él sus ojos claros. A veces, cuando necesitamos
12:13desesperadamente un aliado, nos inventamos uno. Oh, hizo una pausa calculada. Dejamos que otros crean
12:21que existe, para manipularlos. Damaso frunció el ceño. ¿Qué quieres decir? Quiero decir,
12:30continuó ella, en tono suave, que si Bernardo no vuelve, toda tu fuerza en el valle se reduce
12:36a una alianza frágil con Mercedes. Una mujer a la que, quizá, no le has contado toda la verdad.
12:44Una mujer que tiene más tierra, más nombre y más respeto que tú entre los campesinos.
12:51Si ella se entera de que la has usado como pantalla para tus negocios, ¿qué crees que hará?
12:57El silencio cayó como un telón. Damaso tragó saliva. Mercedes no me traicionaría. ¿Estás seguro?
13:04Victoria se inclinó hacia adelante. Porque yo, en tu lugar, empezaría a dudar de todos. Incluso de mí,
13:14la sombra del miedo se hizo visible en los ojos de él. Y ella lo vio. Ese era el primer paso de su
13:22plan perfecto, sembrar la duda correcta en el corazón equivocado.
13:26Tú me prometiste, gruñó él, luchando por recuperar el control, que si yo aceptaba tu propuesta,
13:36saldríamos los dos ganando.
13:39Que José Luis acabaría comprándome las tierras y tú te encargarías de que el duque le diera la
13:44espalda para siempre a Mercedes y a Bernardo.
13:47Que yo podría irme lejos, con el dinero suficiente para no volver a mirar atrás. Victoria sonrió, fría.
13:57Y sigo pensando cumplir esa promesa. Aseguró. Pero para eso necesito que estés concentrado.
14:06No puedes permitirte el lujo de confiar ciegamente en nadie, ni siquiera en ella.
14:10Damaso respiró hondo, por primera vez, consideró la posibilidad de que Mercedes estuviera jugando un
14:18juego propio. Y eso lo carcomió por dentro. Si me traiciona, murmuró, lo perderá todo. O lo
14:27ganarás todo tú, replicó Victoria. Según cómo muevas la próxima ficha, se levantó, dando por
14:36terminada la conversación. Esta noche hablaré con José Luis, anunció, le haré llegar la oferta
14:44final por tus tierras. Si la acepta, tu salida del valle estará asegurada. Solo necesito que,
14:51cuando llegue el momento, firmes sin temblar. Damaso asintió, aunque algo en su interior
14:58empezaba a resquebrajarse. Victoria salió de la habitación con la serenidad de quien ve encajar
15:04las piezas exactamente donde las había imaginado. Su plan se desplegaba como un mapa perfecto. Hacer
15:12que Damaso dudara de Mercedes, que Mercedes dudara de él, que José Luis viera en la compra de esas
15:18tierras la oportunidad de consolidar su poder, y, al mismo tiempo, desenmascarar la trama que había
15:25llevado a Luisa a la cárcel. Porque, aunque pocos lo sabían, el nombre de la muchacha también estaba
15:32subrayado en ese mapa. Leonardo, mientras tanto, vivía su propio infierno. Caminaba por el patio
15:41de casa grande con las manos en los bolsillos, evitando entrar al salón donde Irene daba instrucciones
15:46a las criadas sobre las flores, el menú y los músicos para la boda. La voz entusiasta de la joven se colaba
15:54por las ventanas abiertas. «Quiero que todo sea perfecto», decía, radiante. «Nada de medias tintas.
16:03Este día va a cambiarlo todo». Leonardo cerró los ojos, como si las palabras le dolieran físicamente.
16:10«Para mí ya lo ha cambiado todo», murmuró. Sintió unos pasos acercarse. Cuando abrió los ojos,
16:19vio a Bárbara, apoyada en la columna, observándolo en silencio. Había en su mirada una mezcla de reproche
16:27y compasión. «Si sigues huyendo de ella, va a sospechar», dijo la joven, sin preámbulos.
16:33Él soltó una risa amarga. «¿Y qué debería hacer? ¿Celebrar con champán que voy a casarme
16:41con una mujer mientras amo a otra?» Bárbara bajó la mirada. «No digas eso», susurró. «No digas que
16:50me amas. Sabes que eso solo empeora las cosas». Leonardo dio un paso hacia ella. «¿Crees que lo
16:57digo porque quiero complicarlo todo?» Preguntó. «Lo digo porque es la única verdad que tengo
17:04ahora. Todo lo demás son decisiones tomadas por otros». «Esto, lo que siento por ti, es
17:11mío». Bárbara reprimió las lágrimas. «Tu responsabilidad también es tuya», replicó.
17:17«Tú aceptaste esta boda. Tú le diste esperanzas a Irene. Ella es mi amiga, Leonardo. No puedo
17:27mirarla a la cara sabiendo que, mientras elige el color de las flores, tú planeas huir de
17:32ella». Él apretó la mandíbula. «Te prometí que buscaría la forma de evitar esta boda. Y yo te dije
17:41que no quiero que destruyas la vida de nadie por mí». Interrumpió Bárbara. «Irene no es una
17:48enemiga. Es una víctima más de este juego absurdo. Como Luisa, como tantos otros». «Hubo un silencio
17:56cargado. ¿Entonces me pides que me case con ella?» Preguntó Leonardo, con la voz rota. «Que viva una mentira
18:05el resto de mi vida. Te pido que, por una vez, no intentes arreglarlo todo, haciendo saltar el mundo
18:12por los aires», contestó Bárbara. «Tal vez el verdadero valor esté en asumir las consecuencias
18:20de tus decisiones. Y en estar al lado de los que más lo necesitan ahora. Por ejemplo, Rafael. Por
18:28ejemplo, Adriana. Por ejemplo, Luisa. El nombre de la muchacha resonó entre ellos.
18:35Como si recordara que en el valle había problemas mucho más urgentes que sus corazones rotos».
18:40Victoria encontró a José Luis en su despacho un par de horas después de que Alejo se marchara
18:47enfurecido. Tocó con suavidad, pero no esperó a que él respondiera para entrar. Duque saludó,
18:56inclinando apenas la cabeza. «Tenemos que hablar de negocios y de deudas». José Luis la miró con
19:04un gesto cansado. «No estoy de humor para juegos, Victoria. Yo tampoco», replicó ella. «Precisamente
19:14por eso estoy aquí. Sé que ha tenido una conversación intensa con su hijo, y sé que el
19:20nombre de Luisa ha salido a relucir». «El duque alzó una ceja. Te informan rápido. Escucho más de lo
19:28que hablo», contestó ella. «Y hoy necesito que escuche usted». Se sentó frente a él, sin pedir
19:36permiso. «Damaso ya ha caído en la trampa», anunció. «Duda de Mercedes, cree que Bernardo está
19:44por regresar, aunque nadie ha oído de él. Está dispuesto a venderle sus tierras a usted, convencido
19:52de que será su tabla de salvación». «Lo único que hace falta es que firme. Y eso en qué me
19:59beneficia exactamente, además de ampliar mis dominios», preguntó José Luis, apoyando los codos
20:05sobre el escritorio. Victoria sonrió, ligeramente. «¿En qué, para convencer a un hombre como él
20:14de que firme sin sospechar? Hay que mostrarle documentos, promesas, nombres, y, en ese intercambio,
20:22es muy fácil hacer que deje un rastro de lo que ha hecho hasta ahora». «Rastro que, convenientemente,
20:30puede vincularse al caso de Luisa. Los ojos del duque se estrecharon». «¿Insinúas que puedes
20:38conseguir la prueba que necesito sin ensuciarme las manos?», no insinuó. «¿Se lo aseguro?»,
20:45respondió ella. «Gaspar, antes de morir, dejó algo escondido. Algo que Atanasio no ha querido
20:51buscar. Pero yo sí, y esta tarde iremos a su tumba. Si no me equivoco, allí estará la pieza
20:59que falta. Los papeles que demuestran que los acuerdos de Damas o con ciertos funcionarios
21:04son anteriores a la acusación contra Luisa». Que la preparación de su caída empezó mucho antes
21:11de que se cometiera el crimen del que la acusan. «José Luis la miró, incrédulo. ¿Por qué harías
21:19algo así?», preguntó. «¿Desde cuándo te importa la suerte de una campesina?». Victoria clavó la mirada
21:26en un punto del escritorio. «¿Por qué he visto demasiada gente inocente pagar por los pecados de
21:31hombres como tú y como él?», dijo, en un susurro desgarrado. «¿Y por qué, si quiero que mi plan sea
21:40perfecto, no basta con sacar a Damas o del valle?». «Tengo que arrancar las raíces de su poder. Y esas
21:47raíces están manchadas con la sangre no solo de Gaspar, sino también con la de Luisa, aunque aún
21:53siga respirando». Hubo un silencio tenso. «¿Qué quieres de mí?», cedió finalmente el duque. Victoria
22:01levantó la mirada. «¿Que estés presente cuando él firme?», respondió. «¿Que exijas ver los documentos
22:09con los que ha manejado sus negocios?». «¿Que le hagas creer que los necesitas para blindar la
22:15operación? Y cuando los tenga en tus manos, sonrío, con frialdad. Se los entregarás a la única persona
22:22que sabrá qué hacer con ellos. Adriana». José Luis se reclinó en la silla. Era un movimiento
22:30arriesgado. Pero la idea de poder salvar su honor, su carrera y, de paso, una vida inocente, empezó a
22:37resultarle tentadora. «Si me traicionas, Victoria», advirtió. «No soy yo quien juega con vidas humanas
22:45para ganar tierras», lo interrumpió ella. «Yo solo reorganizo el tablero». Se levantó. Esta tarde,
22:54en la tumba de Gaspar, se abrirá la primera puerta. «Esta noche, en la reunión con Damaso,
23:03se abrirá la segunda. Y, si todo sale bien, mañana al amanecer Luisa seguirá viva».
23:08Lo dejó solo con sus pensamientos. Y con la certeza de que, le gustara o no, ya formaba parte de su plan
23:17perfecto. Las horas siguientes fueron un torbellino. Damaso, inquieto por las palabras de Victoria,
23:26no pudo evitar enfrentarse a Mercedes. La encontró en el porche de su casa,
23:31revisando unos papeles. «Necesito saber la verdad». Soltó él, sin preámbulos.
23:39«¿Has recibido cartas de Bernardo desde que se fue?» Mercedes alzó la vista, sorprendida.
23:48«¿Cartas? No. ¿Por qué lo preguntas? Porque alguien me ha dicho que no has tenido noticias de él. Sí,
23:54deseo. Y yo creía que estabas al tanto de todo». Mercedes frunció el ceño. «Si hubiera sabido
24:02algo, te lo habría dicho». Respondió. «Tú eres quien aseguró que Bernardo estaba a punto de volver,
24:09que habías hablado con él. Ahora resulta que la mentirosa soy yo». La acusación flotó entre ambos
24:17como una bofetada. «Él, nervioso, dio un paso atrás. Tal vez me malinterpretaste». Balbuceó.
24:27«Sólo quise decir que hay posibilidades». «No me trates como a una niña», lo cortó Mercedes. «He
24:34apostado por ti, he arriesgado mi reputación por esta alianza». «Y ahora me entero de que le andas
24:41vendiendo las tierras a José Luis a mis espaldas». «Las mismas tierras que me prometiste proteger».
24:48El rostro de Damaso se descompuso. «¿Quién te ha dicho eso? En un valle como este no hay
24:56secretos eternos». Respondió ella. «Si me traicionas, te aseguro que no seré yo quien pierda». Lo dejó
25:05plantado, entrando en la casa y cerrando la puerta con tal fuerza que los cristales vibraron.
25:11Damaso se quedó en el umbral, con la sensación de que el suelo se abría bajo sus pies. En la
25:19cárcel, mientras tanto, la tragedia se acercaba en silencio. Adriana volvió esa tarde, obsesionada
25:26con la idea de convencer a Luisa de comer algo. Llevaba consigo un pequeño paquete de pan tierno
25:33y queso, que había escondido bajo el abrigo. El guardián abrió la puerta de la celda. «No
25:40entiendo por qué insiste», murmuró. «Esa chica ya no reacciona».
25:45Adriana entró, y el mundo se le vino abajo. Luisa yacía en el catre, inmóvil, con la piel
25:53más pálida que nunca y los labios amoratados. Sus manos colgaban a los lados, inertes. «¿Luisa?»,
26:02gritó Adriana, corriendo hacia ella. «Luisa, mírame». La tomó por los hombros,
26:09la zarandeó suavemente. «Nada», el pánico le atenazó el pecho.
26:16«¡Guardia!», rugió, «traiga al médico, ahora». El hombre tardó un segundo en reaccionar,
26:23sorprendido por la vehemencia de su voz, pero luego corrió por el pasillo, gritando órdenes.
26:28El eco de los pasos, de las llaves, de las voces, se mezcló con el único sonido que
26:35realmente importaba. La respiración casi imperceptible de Luisa, como una vela a punto
26:41de apagarse. Adriana le tomó la mano. «No te vayas», susurró, con la voz quebrada. «No
26:50después de todo lo que hemos hecho. No después de todo lo que todavía podemos hacer». El médico
26:56llegó jadeando, con el maletín en la mano. «La apartó con delicadeza». «Necesito
27:03espacio». La examinó rápidamente, palpando el pulso, retirando un mechón de pelo pegado
27:09a la frente sudorosa. «Está muy débil», informó. «El cuerpo está colapsando. Si no reacciona
27:17en las próximas horas». No terminó la frase. «No hacía falta. Llévesela a la enfermería»,
27:25ordenó. «Y avisen al juez». «Si muere antes de que la sentencia se cumpla, habrá que hacer
27:32un informe». La frialdad del comentario fue como un puñal en el corazón de Adriana.
27:37«No es un expediente, es una persona. Explotó, y no va a morir, se lo juro». Mientras trasladaban
27:45a Luisa en una camilla improvisada, el pan y el queso cayeron al suelo, olvidados.
27:52Una pequeña montaña de esperanza aplastada bajo las prisas. La tarde cayó sobre la tumba
27:58de Gaspar con una luz dorada, casi irónica. El cementerio, silencioso, parecía ajeno a las
28:06guerras que se libraban en el valle. Victoria llegó acompañada de Matilde y Atanasio. Este
28:13último llevaba el sombrero entre las manos, nervioso como un niño. «Aquí está», murmuró,
28:21deteniéndose frente a la lápida. «Gaspar de la fuente». Matilde apretó su brazo.
28:26«Respira», susurró. «Él no puede hacerte daño ya». Victoria se agachó, recorriendo
28:34con la mirada la base de la tumba, las juntas de las piedras, las marcas del tiempo.
28:41«Gaspar era metódico», dijo en voz baja. «Si escondió algo, lo hizo en un lugar que
28:46solo alguien que lo conociera de verdad podría encontrar».
28:49Atanasio frunció el ceño. «Solía limpiar la lápida él mismo», recordó. Decía que
28:58no confiaba en que los sepultureros la trataran como se merecía.
29:01«Una vez lo vi levantar esta losa pequeña de aquí», señaló una piedra del lateral,
29:08para sacar un pañuelo que había guardado.
29:11«Los ojos de Victoria brillaron. ¿Está?», preguntó. Se arrodilló y pasó los dedos
29:18por el borde de la piedra. Notó una ligera holgura. Miró a Atanasio. «Ayúdeme». Entre
29:26los dos levantaron la losa. Debajo, protegida por un envoltorio de tela encerada, había una
29:34cajita metálica, oxidada por el tiempo. Matilde se llevó una mano a la boca. «Dios
29:41mío», Victoria tomó la caja con cuidado. El corazón le latía muy rápido, pero su voz
29:48se mantuvo firme. «Si estoy en lo cierto, aquí dentro están los registros de las transacciones
29:55que Gaspar se negó a firmar». «Documentos que prueban que alguien intentó forzarlo
30:01a ceder sus tierras bajo amenazas». Miró a Atanasio. «Y estoy dispuesta a apostar
30:08que ese «alguien» se llama Damaso». Atanasio cerró los ojos. Era como si, de repente, pudiera
30:17oír de nuevo la voz de Gaspar, sus discusiones, sus advertencias. «Ábrela», susurró.
30:26Victoria lo hizo. Dentro, apilados y ordenados con una pulcritud casi dolorosa,
30:31había papeles, recibos, copias de contratos, cartas con firmas reconocibles.
30:39Entre ellas, el nombre de un notario que también había aparecido en el caso de Luisa.
30:46«Aquí está», dijo Victoria, levantando una hoja. «Prueba de que el mismo notario que
30:52certificó la declaración contra Luisa ya había colaborado con Damaso para presionar
30:56a pequeños propietarios. Mucho antes de que se cometiera el crimen del que la acusan».
31:01Matilde miró a Atanasio. «Tu hijo no murió en vano», murmuró, con lágrimas en los ojos.
31:09«Esto puede salvar a otra inocente». Atanasio, con la voz apagada, añadió, «y puede condenar,
31:18por fin, a los culpables». Victoria cerró la caja. «Ahora», dijo, «sólo falta atraer
31:27a la rata a la trampa». La noche cayó sobre Valle Salvaje con una rapidez extraña, como
31:32si hasta el cielo tuviera prisa por ver el desenlace. En el salón de reuniones de Casa
31:38Grande, una lámpara de araña iluminaba el centro de la mesa donde, cuidadosamente dispuesto,
31:44reposaba el contrato de venta de las tierras de Damaso. José Luis estaba sentado a un lado,
31:50con los papeles de Gaspar guardados en un maletín. Frente a él, el propio Damaso, sudoroso, se secaba
32:00la frente con un pañuelo. Victoria, apoyada en una esquina, observaba en silencio. A su lado,
32:08Mercedes, sería, había aceptado acudir con la excusa de «dar fe» de la operación.
32:17«Entonces», dijo José Luis, con tono formal, «según este contrato, usted se compromete a ceder sus
32:24propiedades a cambio de la suma acordada». «A partir de este momento, no tendrá ningún vínculo con el
32:31valle». «Exacto», respondió Damaso, intentando sonar seguro. «Es lo mejor para todos. Para que
32:40mi abogado valide la operación», añadió el duque, «necesitará ver los documentos de sus negocios
32:46previos». «No voy a comprar tierras que puedan estar implicadas en irregularidades», Damaso vaciló.
32:54«No es necesario sacar todo eso. Es imprescindible», lo cortó José Luis. «A menos que tenga algo que
33:02ocultar». La frase quedó suspendida. Mercedes clavó en él la mirada. Victoria, desde el fondo,
33:11apenas movió un músculo, pero su corazón se aceleró. Era el punto de no retorno. Al final,
33:18como quien se arranca una venda, Damaso abrió su portafolio y sacó un fajo de papeles. «Aquí está
33:26todo», gruñó. «Contratos, pagos, acuerdos. Limpio como el agua». José Luis tomó los documentos y los
33:34revisó con gesto neutro. Reconoció de inmediato algunas firmas, algunos nombres. El notario,
33:42funcionarios. «Fechas. Interesante», murmuró. «Muy interesante». Mercedes frunció el ceño.
33:50¿Qué significa eso? Significa, intervino Victoria, adelantándose por primera vez,
33:58que parte de estos acuerdos se firmaron antes de que Luisa fuera acusada. Y que incluyen presiones
34:05a pequeños propietarios para ceder sus tierras bajo amenaza de ser denunciados por delitos que no
34:10habían cometido. Damaso se puso rojo. «No tienes derecho. Tengo todos los derechos», lo interrumpió
34:19ella. «Porque hoy no solo vendes tus tierras, Damaso. Hoy vendes tu alma al precio de una confesión».
34:28El hombre se levantó de golpe. «Esto es una trampa». «Lo es», admitió Victoria,
34:34con una tranquilidad escalofriante. «Y has caído en ella, como siempre caen los que se creen más listos
34:42que todos». José Luis se levantó también. Estos documentos, cruzados con los de Gaspar,
34:50abrió el maletín y dejó sobre la mesa la cajita metálica. Bastarán para demostrar que se usaron
34:56los mismos métodos para empujar a Luisa al abismo. Mercedes miró los papeles, horrorizada. «¿Sabías
35:04que estaban usando a esa muchacha para cubrir tus negocios?» preguntó, con la voz rota. «Lo sabías
35:12y no dijiste nada». Damaso dio un paso hacia ella. «Tenía que protegernos a los dos». «Si hablaba,
35:20hubiéramos caído juntos», Mercedes retrocedió, como si sus palabras fueran un golpe.
35:29«Yo no te pedí que me protegieras manchándote de sangre», susurró. «Ni la mía, ni la de una
35:35inocente». Le cruzó la cara con una bofetada que resonó en la sala. «Estás solo, Damaso», añadió.
35:46«Más solo de lo que has estado nunca». Él miró alrededor, buscando una salida.
35:50«No la encontró». «No pueden probar nada». «Balbuceo». «Son solo papeles». «Son
35:58papeles con tu firma», replicó Victoria. «Y, si colaboras ahora, tal vez consigas que
36:06la ley sea más misericordiosa contigo». Por ejemplo, declarando oficialmente que Luisa
36:13fue utilizada como chivo expiatorio. Eso podría detener la ejecución. La palabra «ejecución»
36:21cayó como un ladrillo. José Luis sintió un escalofrío. Por un segundo, vio el rostro
36:29de una joven que no conocía más que de oídas, colgando de una soga. «Decide, lo apremió,
36:36o firmas aquí», señaló el contrato. «Y declaras tu participación, o mañana mismo
36:43te buscarán no solo por estafa, sino por homicidio encubierto». Damaso miró el contrato,
36:51luego los papeles de Gaspar, luego los ojos fríos de Victoria. Entendió que había perdido,
36:58que su reino de amenazas se había derrumbado. Con la mano temblorosa, tomó la pluma.
37:06Firmó, primero el contrato de venta, luego, la declaración preparada por José Luis, en
37:12la que admitía haber manipulado a testigos y funcionarios en el caso de Luisa. Al terminar,
37:19la pluma cayó sobre la mesa. Él se dejó caer en la silla, derrotado. «Está satisfecho
37:24ahora». Escupió hacia Victoria. Ella lo miró con una mezcla de desprecio y lástima. «Lo
37:32estaré cuando Luisa despierte sabiendo que tiene una oportunidad», respondió. «Y cuando
37:38salgas de este valle por la misma puerta por la que creías que entrarías triunfante».
37:44José Luis recogió los documentos. Cada hoja parecía pesar menos que cualquier discurso político
37:50que hubiera dado. «Enviaré esto de inmediato al juez», dijo. Y a Adriana. Mercedes, con los ojos
37:59humedecidos, susurró. «Dios quiera que no sea demasiado tarde». En la enfermería de la cárcel,
38:07el tiempo se medía en latidos. Adriana estaba sentada junto a la cama, con los codos apoyados
38:14en las rodillas y el rostro entre las manos. Había rezado, había insultado al sistema,
38:22había suplicado a cualquiera que la escuchara. Pero Luisa seguía inmóvil, conectada solo
38:29a la esperanza de que su cuerpo resistiera. La puerta se abrió de golpe. Un funcionario
38:36entró, agitado, con un papel en la mano. «Señorita», llamó. «Acaba de llegar esto
38:44del juzgado». Adriana levantó la cabeza, con el corazón en la boca. «¿Qué es? Una suspensión
38:53de la ejecución?», informó, todavía sorprendido. «Dice que se reabre el caso por nueva evidencia».
38:59Y que, hasta nueva orden, la sentencia queda en pausa. Adriana sintió que las piernas le
39:07fallaban. Se levantó como pudo, tomó el documento con manos temblorosas y leyó. Los
39:15nombres estaban ahí. El notario, Damaso, Gaspar, las fechas. Y, al final, la firma de José
39:25Luis, una risa quebrada, mitad sollozo, mitad alivio, se escapó de su garganta. «Lo logramos»,
39:34susurró, girándose hacia la cama. «Luisa, ¿estás oyendo? Lo logramos». Como si la
39:42voz la llamara desde un lugar muy lejano, la joven movió apenas los dedos. Sus pestañas
39:50vibraron, tímidas, antes de separarse. Sus ojos, aún nublados, buscaron algo, alguien.
39:58«¿Adriana?», murmuró, apenas audible. «Estoy aquí», respondió ella, inclinándose
40:04sobre ella. «Y no vas a ninguna parte. Tu ejecución
40:09está suspendida. Vamos a demostrar que eres inocente».
40:13«No te rindas ahora». Una lágrima rodó por la mejilla de Luisa, sabía. «¿Que
40:19no me dejarías sola?», susurró.
40:24«Adriana le tomó la cara entre las manos. Nunca más», prometió. «Este valle te debe
40:30la verdad». «Y vamos a cobrársela». Cuando la noticia empezó a correr por valle salvaje,
40:37la noche ya estaba cerrada, pero las ventanas se fueron iluminando una a una, como si el propio
40:42pueblo despertara de una pesadilla. En casa pequeña, Matilde abrazó a Atanasio con una
40:49fuerza que casi le cortó la respiración. «¿Gaspar estaría orgulloso?», dijo, llorando.
40:56«¿Has usado lo que dejó para salvar a alguien más?».
41:00Él, con la voz rota, murmuró. «Tal vez así pueda dormir un poco mejor esta noche». En casa
41:07grande, Alejo llegó justo a tiempo para escuchar a su padre decir. «La ejecución ha sido suspendida,
41:16pero esto no ha terminado. Tendremos que enfrentarnos a un juicio público, a investigaciones, a escándalos.
41:25«Entonces, por primera vez, serán escándalos por algo justo», lo interrumpió Alejo.
41:30«Gracias». José Luis lo miró, sorprendido por el agradecimiento. No estaba preparado para sentir
41:39orgullo, pero lo sintió. «No me dé las gracias todavía», respondió. «Lo hice por mí tanto como
41:47por ella. Necesitaba recordar quién demonios soy». Alejo sonrió, cansado. «Hoy eres el hombre que
41:55impidió que una inocente muriera», dijo. «No es un mal comienzo». En otra parte de la casa,
42:03Irene mostraba a Bárbara un trozo de encaje para el vestido de novia, sin saber que el mundo a su
42:09alrededor cambiaba de forma. Leonardo, asomado al balcón, pensaba en Luisa, en el valor de luchar
42:17por lo que es justo, y se preguntaba si algún día tendría el coraje de hacer lo mismo con su propio
42:23corazón. Y en el punto más alto de la colina, Victoria observaba el valle desde su ventana.
42:32El viento le revolvía el cabello, pero su rostro estaba en calma. Su plan perfecto había funcionado.
42:39Había debilitado a Damaso, había recuperado las pruebas de Gaspar, había forzado a José Luis a
42:45comprometerse con la verdad y había detenido, al menos por ahora, la muerte de Luisa.
42:50Pero sabía que cada Victoria en Valle Salvaje traía consigo nuevas guerras. Damaso no se
42:57iría en silencio. Bernardo, en algún lugar, podía estar planeando su propio regreso. Y el pueblo,
43:06acostumbrado a callar, empezaba poco a poco a entender que la justicia no siempre venía de los
43:11de arriba. Victoria sonrió, apenas, mientras las luces del valle titilaban como estrellas caídas.
43:21Un movimiento menos, murmuró para sí, y un alma más que respira. Se dio la vuelta, cerrando la ventana.
43:31Afuera, el valle seguía rugiendo en silencio. Adentro, las piezas seguían moviéndose. Pero por
43:38primera vez en mucho tiempo, la balanza se inclinaba, aunque fuera un poco, del lado de los que no tenían
43:44voz. Y, en una pequeña cama de enfermería, Luisa, con los ojos cerrados y la mano aferrada a la de
43:53Adriana, comenzó a soñar no con la soga, sino con el amanecer.
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