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̀VALLE SALVAJE CAPÍTULO 305: Adriana ENFRENTA al Capitán y SALVA a Luisa a ÚLTIMA HORA con una CARTA!
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CortometrajesTranscripción
00:00Prepárense porque lo que van a presenciar hoy en Valle Salvaje les va a destrozar el
00:04corazón en mil pedazos. Este capítulo viene cargado de momentos tan intensos, tan devastadores,
00:10que les prometo que no van a poder apartar la vista ni un solo segundo. La vida de Luisa
00:15pende de un hilo y Adriana está dispuesta a enfrentarse al mismísimo infierno para
00:21salvarla. ¿Podrá nuestra heroína ganar esta batalla contra el tiempo y contra los poderosos
00:26que quieren ver a su amiga muerta? ¡Descúbranlo ahora mismo! Todo comienza cuando el sol apenas
00:32despunta sobre las montañas de Valle Salvaje, tiñendo el cielo de tonos rojizos, que parecen
00:38presagiar la sangre que está a punto de derramarse. Adriana Salcedo no ha dormido en toda la noche.
00:44Sus ojos, enrojecidos por las lágrimas y el insomnio, miran hacia el horizonte desde la
00:49ventana de su habitación, mientras sus manos acarician inconscientemente su vientre abultado,
00:54donde crece el hijo de Rafael, ese bebé que todos creen que es de Julio, esa mentira piadosa
01:01que mantiene la paz en un valle que nunca ha conocido la verdadera paz. Pero Adriana no está
01:06pensando en su hijo ahora mismo, no está pensando en Rafael, ni en el pacto que firmaron con José Luis,
01:12ni en las tierras que ahora administra Mercedes, no. Adriana solo puede pensar en una cosa, en una
01:19persona, en un nombre que le quema los labios cada vez que lo pronuncia, Luisa, su querida Luisa,
01:26su amiga más leal. La mujer que la acompañó desde que llegó a este maldito valle, que guardó sus
01:31secretos, que la consoló en las noches más oscuras, que celebró con ella los escasos momentos de
01:37felicidad. Y ahora esa misma mujer se pudre en una celda inmunda, acusada de un crimen que no cometió,
01:43víctima de una conspiración orquestada por el mismísimo José Luis Galvez de Aguirre. Porque sí,
01:49queridos espectadores, todos sabemos ya la horrible verdad. Fue José Luis quien contrató a Tomás para
01:56incriminar a Luisa. Fue el duque, el patriarca, el supuesto hombre de honor, quien planeó todo para
02:02separar a su hijo alejo de la mujer que ama. Y ahora Luisa está pagando las consecuencias de ese
02:08odio enfermizo, de ese clasismo repugnante, de esa crueldad sin límites. Adriana se viste
02:14rápidamente, sin despertar a Rafael que duerme a su lado. No quiere preocuparlo más de lo que ya está.
02:20No quiere que él intente detenerla. Porque Adriana ha tomado una decisión. Y cuando Adriana
02:26Salcedo toma una decisión, no hay fuerza en este mundo capaz de hacerla cambiar de opinión. Va a ir a la
02:33cárcel. Va a ver a Luisa. Y va a encontrar la manera de sacarla de ahí. Cueste lo que cueste.
02:39Sale de la casa grande en silencio, atravesando los pasillos todavía oscuros, donde sólo los
02:44criados más madrugadores comienzan sus labores. Nadie se atreve a detenerla. Nadie se atreve a
02:50preguntarle a dónde va. Hay algo en su mirada. Algo feroz y determinado, que hace que todos se
02:56aparten de su camino. El carruaje ya está preparado. Adriana había dado órdenes la noche anterior,
03:02sabiendo que no podría esperar ni un segundo más. El cochero la mira con preocupación,
03:07consciente de su estado de gestación avanzada. Pero un solo gesto de Adriana basta para que ponga
03:13los caballos en marcha. El camino hacia la sede de la Santa Hermandad se le hace eterno. Cada bache,
03:19cada sacudida del carruaje, le recuerda la fragilidad de la vida, tanto la de su bebé como
03:24la de Luisa. Y mientras el paisaje del valle pasa ante sus ojos, Adriana no puede evitar recordar todo lo
03:30que ha pasado en los últimos días. Atanasio, el secretario, ese hombre misterioso que guarda sus
03:36propios secretos vengativos contra la familia Galvez, le había traído noticias devastadoras
03:41apenas ayer. La talla que supuestamente robó Luisa es de carácter religioso. Y en este mundo del siglo
03:48XVIII, en esta España profundamente católica donde la iglesia tiene más poder que la corona, robar un objeto
03:54sagrado, no es simplemente un delito. Es sacrilegio. Y el sacrilegio se paga con la vida.
04:01Con la vida, queridos espectadores, Luisa podría ser ejecutada por un crimen que no cometió. Y todo
04:07porque José Luis Galvez de Aguirre no podía soportar que su hijo amara a una simple criada.
04:13El carruaje finalmente se detiene frente al edificio de la Santa Hermandad. Adriana baja sin esperar ayuda,
04:18sus faldas arrastrándose por el polvo del camino. Los guardias la reconocen inmediatamente. Todos en
04:24el valle conocen a la viuda de Julio Galvez de Aguirre, a la mujer que ahora lleva en su vientre al
04:29supuesto heredero del primogénito del duque. Vengo a ver a la prisionera Luisa San Juan,
04:34dice Adriana con voz que no admite réplica. Los guardias intercambian miradas nerviosas.
04:39Doña Adriana, el capitán Escobedo ha dado órdenes de que... Y me importa muy poco lo que el capitán
04:46Escobedo haya ordenado. Interrumpe a Adriana con una frialdad que hace que los hombres retrocedan
04:51un paso. Voy a ver a mi amiga. Ahora. ¿O prefieren explicarle al duque José Luis por qué la madre de
04:57su futuro nieto fue maltratada en la puerta de su establecimiento? Es un farol, por supuesto. José
05:03Luis es precisamente quien quiere ver a Luisa muerta. Pero los guardias no lo saben. Para ellos,
05:08la familia Galvez de Aguirre sigue siendo la autoridad suprema del valle. Y contradecir a una
05:13de sus miembros podría significar perder mucho más que el empleo. Por aquí, doña Adriana,
05:18dice finalmente uno de los guardias, abriendo la puerta. El interior del edificio huele a humedad,
05:23a desesperación, a muerte lenta. Adriana ha estado aquí antes, cuando vino a visitar a Luisa por primera
05:30vez después de su arresto. Pero hoy, el ambiente se siente diferente, más pesado, más ominoso, como si
05:37las paredes mismas supieran que algo terrible está a punto de suceder. El capitán Escobedo sale a su
05:42encuentro. Es un hombre de mediana edad, con bigote canoso y ojos que han visto demasiado sufrimiento,
05:48como para seguir sintiendo compasión. Ha servido a la Santa Hermandad durante décadas, y en todo ese
05:54tiempo ha aprendido que la justicia y la ley rara vez caminan de la mano. Doña Adriana dice con una
06:00reverencia que pretende ser respetuosa, pero que apenas oculta su irritación. No esperaba verla tan
06:06temprano. No esperaba tener que venir tan temprano, responde Adriana. Pero las circunstancias me obligan.
06:11Quiero ver a Luisa. Inmediatamente. El capitán suspira. Doña Adriana, debo advertirle que el
06:18estado de la prisionera es... Preocupante. El corazón de Adriana se detiene por un instante.
06:23¿Preocupante? ¿Qué quiere decir con preocupante? Será mejor que lo vea usted misma. El capitán la
06:28guía por un pasillo largo y estrecho, flanqueado por celdas donde otros prisioneros gimen y suplican.
06:34Adriana mantiene la mirada fija al frente, negándose a dejarse afectar por el sufrimiento que la rodea.
06:39No puede permitirse el lujo de la compasión generalizada ahora mismo. Toda su compasión,
06:45toda su energía, toda su determinación, están reservadas para una sola persona. Finalmente
06:50llegan a la última celda del pasillo. El capitán se detiene y señala hacia el interior.
06:55Ahí está. Dice simplemente. Adriana se acerca a los barrotes y lo que ve hace que un grito ahogado
07:01escape de sus labios. ¡Dios mío! ¡Luisa! Luisa está tirada en el suelo de piedra, inmóvil. Su cuerpo,
07:08que siempre fue delgado pero fuerte, ahora parece reducido a piel y huesos. Su piel tiene un color
07:13ceniciento, casi gris, que habla de días sin ver la luz del sol. Sus labios están agrietados y azulados.
07:20Y lo peor, lo absolutamente peor, es que no responde, no se mueve, no da señales de vida.
07:26¡Capitán, abra la celda! Grita Adriana agarrando los barrotes con fuerza. ¡Abra la celda ahora mismo!
07:32No. Doña Adriana, no puedo. ¡Que la abra maldita sea! El capitán, sorprendido por la vehemencia de
07:39esta mujer embarazada, que parece dispuesta a arrancar los barrotes con sus propias manos,
07:44decide que es mejor obedecer. Saca las llaves de su cinturón y abre la puerta de la celda.
07:50Adriana entra corriendo, tan rápido como su vientre le permite, y se arrodilla junto a Luisa. Toma su rostro
07:55entre sus manos, sintiendo el frío antinatural de su piel. ¡Luisa! ¡Luisa! ¡Mírame! ¡Respira!
08:02Por un momento terrible, eterno, no hay respuesta. Adriana siente cómo las lágrimas comienzan a
08:08rodar por sus mejillas mientras el pánico se apodera de ella. No puede ser. No puede haber
08:13llegado demasiado tarde. No puede haber perdido a su amiga así, en este lugar inmundo, sin justicia,
08:19sin dignidad, sin amor. Pero entonces, un milagro. Un pequeño milagro en medio de tanta oscuridad.
08:26Luisa parpadea. Sus ojos se abren apenas una rendija, y un gemido débil, casi inaudible,
08:32escapa de sus labios. ¡Ah! ¡Adriana! ¡Sí! ¡Sí! ¡Soy yo! Solloza Adriana, abrazándola con cuidado,
08:40como si temiera que fuera a romperse. Estoy aquí, Luisa. Estoy aquí. No, no debería haber venido.
08:47¡Cállate! No digas tonterías. Por supuesto que tenía que venir. El capitán observa la escena desde
08:53la puerta de la celda. Incluso su corazón endurecido se conmueve un poco ante la imagen
08:58de estas dos mujeres, una noble y una criada, unidas por un lazo que trasciende las barreras
09:03de clase. No está muerta, dice el capitán con voz que intenta ser profesional, pero que traiciona
09:09cierta preocupación. Pero está al límite. Ha dejado de comer hace días. Se niega a tomar agua. Es como si...
09:16Como si hubiera decidido dejarse morir. Adriana levanta la vista hacia él con ojos llameantes.
09:21¿Y ustedes lo permitieron? ¿Dejaron que una mujer se muriera de hambre en su celda sin hacer nada?
09:26No es la primera vez que ocurre. Responde el capitán con un encogimiento de hombros que hace
09:30que Adriana quiera golpearlo. Ni será la última. Los prisioneros que saben que les espera la horca a
09:35menudo prefieren adelantar el proceso. ¡La horca! Luisa no ha hecho nada para merecer la horca. Eso lo
09:43decidirá el tribunal. El tribunal está corrupto. Todos ustedes están corrompidos. Son marionetas
09:49del duque. Bailando al son que él toca. El capitán se tensa ante la acusación. Tenga
09:54cuidado con lo que dice, doña Adriana. Ni siquiera su posición la protege de una acusación de desacato
10:00a la autoridad. Pero Adriana ya no tiene miedo. Ya no tiene nada que perder excepto a la mujer que
10:05tiene entre sus brazos. Y está dispuesta a luchar contra el mundo entero para salvarla.
10:09Capitán Escobedo. Dice con voz que ahora es fría como el acero. Usted y yo vamos a tener una
10:15conversación muy seria. Y le sugiero que escuche con atención. Porque lo que voy a decirle podría
10:20salvar su carrera o destruirla completamente. El capitán la mira con una mezcla de curiosidad
10:25y cautela. ¿De qué está hablando? Hablo de una ejecución clandestina que se intentó llevar a cabo
10:30anoche. Una ejecución que usted ordenó, siguiendo instrucciones que venían de muy arriba. El rostro del
10:36capitán palidece notablemente. No sé de qué me habla. ¿Ah, no? Entonces permítame refrescarle la
10:42memoria. Adriana saca un papel doblado del bolsillo de su vestido. Es una copia de una carta, obtenida
10:47gracias a las habilidades investigativas de Atanasio. Esto es una copia de las órdenes que recibió.
10:53Órdenes que instruían a eliminar a la prisionera Luisa San Juan. De manera discreta. Sin juicio. Sin
10:58sentencia oficial. Sin dejar rastro. El capitán mira el papel como si fuera una serpiente venenosa.
11:03¿Dónde consiguió eso? ¿Importa? Lo que importa es que lo tengo. Y lo que importa es que usted estaba
11:10a punto de convertirse en un asesino por encargo del duque José Luis Gálvez de Aguirre.
11:14Fue. Fue un procedimiento de contención. Tartamudea el capitán. Las órdenes eran confusas. Yo solo...
11:21Usted solo iba a matar a una mujer inocente sin juicio. Grita Adriana, su voz resonando por todo el
11:27pasillo, haciendo que los otros prisioneros se agiten en su celda. Iba a convertirse en un verdugo
11:33clandestino. Un asesino a sueldo del hombre más poderoso del valle. Baje la voz. Si sea el capitán
11:39mirando nerviosamente hacia los lados. ¿Por qué? ¿Tiene miedo de que alguien escuche? ¿Tiene miedo
11:44de que la verdad salga a la luz? Adriana se pone de pie, sin soltar la mano de Luisa. Permítame ser
11:50muy clara, capitán. Luisa no será ejecutada. No mientras yo respire. Y si algo le pasa, si sufre un
11:56accidente, si de repente su salud empeora misteriosamente, yo personalmente me encargaré
12:01de que esta carta llegue a todas las autoridades competentes. A la corona. A la iglesia. A todo aquel
12:08que tenga poder para hundirlo a usted y a todos los que participaron en esta conspiración. El capitán
12:13traga saliva. Puede ver en los ojos de esta mujer que no está fanfarroneando. Esta no es la típica noble
12:19que hace amenazas vacías desde la comodidad de su salón. Esta es una mujer que ha sobrevivido a más de lo
12:25que él puede imaginar. Una mujer que ha perdido un esposo, que ha enfrentado a villanos, que ha
12:30desafiado al mismísimo duque. Y si dice que va a destruirlo, él no tiene ninguna duda de que lo
12:35hará. ¿Qué quiere? Pregunta finalmente, con voz derrotada. Quiero que Luisa reciba atención médica
12:40inmediata. Quiero que sea trasladada a una celda más humana. Con luz, con calor, con comida decente. Y
12:47quiero tiempo. Tiempo para demostrar su inocencia. Eso no depende solo de mí. Entonces haga que dependa de
12:53usted. Use su influencia. Mueva sus contactos. Haga lo que tenga que hacer. Porque si Luisa muere,
12:59usted muere con ella. Metafóricamente hablando, por supuesto. Una pausa. O quizás no tan metafóricamente.
13:06El capitán la mira por un largo momento. Finalmente, asiente. Haré lo que pueda. Dice. Pero usted se está
13:11metiendo donde no debe, doña Adriana. Y cuando el duque se entere. El duque ya no me da miedo. Responde
13:18Adriana con una sonrisa que no tiene nada de alegre. Nada en este valle me da miedo ya. Lo único
13:23que me aterra es perder a las personas que amo. Y eso, capitán, es precisamente lo que me hace tan
13:29peligrosa. Mientras tanto, en la casa pequeña, otra confrontación está teniendo lugar. Una
13:34confrontación que podría cambiar el equilibrio de poder en Valle Salvaje de manera dramática.
13:40Damaso, ese fantasma del pasado que ha regresado para atormentar a Victoria y a José Luis, está
13:46sentado en el gabinete de Mercedes. El hombre que todos creían muerto. El primer marido
13:51de Victoria. Aquel cuya reaparición invalidó el matrimonio de su esposa con el duque. Tiene
13:56una expresión que mezcla la sospecha con la determinación. Mercedes entra en la habitación
14:01con su elegancia habitual. Esa gracia de duquesa que ha perfeccionado a lo largo de los años.
14:07Pero incluso ella puede sentir la tensión en el aire. Puede ver en los ojos de Damaso que
14:11algo ha cambiado. Necesito una explicación. Dice Damaso sin preámbulos, sin saludos,
14:16sin las formalidades que la cortesía exige. Mercedes arquea una ceja. ¿Y ahora qué hice?
14:22Victoria asegura que estás negociando con otro agente. ¡Ah, Victoria! Siempre Victoria. Siempre
14:28sembrando discordia. Siempre tratando de destruir cualquier alianza que pueda amenazar su poder.
14:34Incluso ahora, cuando su propio matrimonio es una farsa legal, cuando su posición como
14:40duquesa es cuestionable en el mejor de los casos. Sigue jugando sus juegos de manipulación.
14:45¿Y tú le crees? Pregunta Mercedes con voz que destila incredulidad.
14:49Quiero escucharlo de tu boca. Mercedes se acerca a Damaso, sus pasos resonando en el suelo de madera,
14:55con una cadencia casi hipnótica. Se detiene frente a él, tan cerca que puede ver las pequeñas
15:01arrugas alrededor de sus ojos, los años de sufrimiento grabados en su rostro.
15:05Pues escúchame bien, dice con voz clara y firme. No tengo por qué darle cuentas a esa mujer, ni a ti.
15:12Mercedes, si estás celoso, dilo abiertamente. Si estás dudando de mí, después de todo lo que hemos
15:19hablado, después de la alianza que hemos forjado, entonces quizás no deberías buscarme más.
15:24Damaso se pone de pie bruscamente, su silla chirriando contra el suelo.
15:28No estoy dudando. Estoy advirtiendo. ¿Advirtiendo? Mercedes suelta una risa que no tiene nada de
15:35divertida. ¿Tú me adviertes a mí? ¿Tú? ¿Que llegaste a este valle sin nada? ¿Que dependes de
15:40mi hospitalidad? ¿De mi información? ¿De mi apoyo? ¿Tú te atreves a advertirme? Victoria es peligrosa.
15:47Dime algo que no sepa. Llevo años lidiando con Victoria Salcedo. Años protegiéndome de sus
15:52manipulaciones. Años sobreviviendo en este valle infestado de serpientes. ¿Crees que no sé lo
15:57peligrosa que es? Entonces, ¿por qué la escuchas? No la escucho. Tú eres el que la escucha. Tú eres
16:04el que viene aquí, a mi casa. Exigiendo explicaciones porque Victoria te metió ideas en la cabeza.
16:09Damaso la mira fijamente y por un momento parece que va a estallar de ira. Pero entonces,
16:14algo cambia en su expresión. La tensión de sus hombros se relaja un poco. La dureza de su mirada
16:20se suaviza. Tienes razón, admite finalmente. Permití que me manipulara. Es lo que ella hace
16:25mejor. Es lo único que hace bien, corrige Mercedes. Bueno, eso y destruir vidas. En eso también es
16:32experta. Un silencio se instala entre ellos, pero no es un silencio incómodo. Es el silencio de dos
16:37aliados que han tenido un desacuerdo y están encontrando el camino de vuelta hacia la confianza
16:42mutua. Victoria me dijo que estás negociando con otro agente para las tierras, dice Damaso en un tono
16:47más calmado. Que hay alguien ofreciéndote un mejor trato. Mercedes suspira. Es cierto que recibí una
16:53oferta. Una oferta de ella misma, de hecho. Vino a verme. Todas sonrisas y promesas. Ofreciéndome
17:00unas tierras rentables a cambio de que rompiera mi alianza contigo. ¿Y qué le dijiste? Le dije que
17:06no. Mercedes se sienta en una silla frente a Damaso, su postura relajándose ligeramente. Mira, Damaso,
17:12entiendo que no tengas motivos para confiar en nadie en este valle. Todos aquí tienen sus propias
17:17agendas, sus propios secretos, sus propias ambiciones. Pero te voy a decir algo que es
17:22la pura verdad. Mi objetivo es destruir a Victoria. Y para eso, te necesito. Necesito tu conocimiento
17:29de ella. Necesito tu historia con ella. Necesito el hecho de que tu mera existencia invalida todo
17:34lo que ella ha construido. ¿Y qué ganas tú con mi venganza? Justicia. Justicia para mi hermana
17:40Pilara, que fue asesinada por Victoria. Justicia para todos los que han sufrido bajo su crueldad.
17:45Y sí, también poder. No voy a mentirte. Quiero ver a Victoria caer. Y quiero estar
17:51ahí para recoger los pedazos. Damaso asiente lentamente. Victoria me habló de ti. Antes,
17:56cuando aún estábamos casados, siempre te tuvo envidia. Decía que eras demasiado lista
18:01para tu propio bien. Demasiado ambiciosa para una mujer. Viniendo de ella, lo tomaré como un
18:06cumplido. Por primera vez en la conversación, una sonrisa genuina aparece en el rostro de
18:11Damaso. Creo que vamos a llevarnos bien, duquesa. Eso espero. Porque la batalla que
18:16tenemos por delante no será fácil. Victoria está acorralada. Y los animales acorralados
18:21son los más peligrosos. Entonces, será mejor que estemos preparados. Siempre lo estoy.
18:27Un silencio cómplice se instala entre ellos. Mercedes se levanta y camina hacia la ventana,
18:32mirando hacia la casa grande a lo lejos. ¿Sabes qué es lo que más me sorprende de Victoria?
18:36Dice sin girarse. ¿Qué? Su capacidad para seguir adelante como si nada hubiera pasado.
18:42Como si no hubiera matado a mi hermana. Como si no hubiera destruido innumerables vidas.
18:46Camina por los pasillos de esa casa con la cabeza en alto, dando órdenes, fingiendo que es la dueña
18:51de todo. Cuando en realidad, es la usurpadora más grande que este valle ha conocido. Era igual cuando
18:57estábamos casados. Dice Damaso con amargura. Podía hacer las cosas más terribles y al día siguiente
19:02actuar como si nada hubiera ocurrido. Creo que genuinamente no siente culpa. No tiene la
19:07capacidad para ello. ¿Y por eso te fuiste? ¿Por eso fingiste tu muerte? Damaso guarda silencio por
19:13un momento. Como si estuviera decidiendo cuánto revelar. Me fui porque descubrí quién era realmente.
19:19Y supe que si me quedaba, terminaría muerto de verdad. O peor, convertido en alguien como ella.
19:25Mercedes se gira para mirarlo. Pues ahora tienes la oportunidad de hacer justicia. De exponerla
19:30ante el mundo por lo que realmente es. ¿Y qué es lo que realmente es? Una asesina. Una manipuladora.
19:36Una mujer sin alma ni conciencia. Mercedes hace una pausa. Y lo voy a demostrar. Tengo pruebas,
19:42Damaso. Pruebas de que ella mató a Pilara. Pruebas que la hundirán para siempre. Los ojos de Damaso
19:47se abren con sorpresa. ¿Tienes pruebas? Las tengo. Y cuando llegue el momento adecuado, las usaré. Pero
19:53necesito que estés de mi lado cuando eso suceda. Necesito que juntos formemos un frente unido
19:58contra ella. Lo estaré. Te doy mi palabra. Tu palabra vale más que todo el oro de este
20:04valle. Damaso. Porque tú, a diferencia de tantos otros, sabes lo que es sufrir a manos
20:09de Victoria. Y ese sufrimiento nos une más que cualquier contrato o alianza formal. Damaso
20:15asiente solemnemente. Entonces, sellemos este pacto. Victoria Salcedo caerá. Y cuando caiga,
20:22no habrá fuerza en este mundo que pueda levantarla. Mientras Mercedes y Damaso sellan su alianza
20:27renovada, en otra parte de la casa pequeña, Atanasio está teniendo una conversación muy
20:32diferente. Matilde, la viuda de Gaspar, la mujer que encontró el amor en los brazos del secretario
20:37vengador, lo mira con ojos llenos de preocupación. Están escondidos detrás de unos lienzos blancos
20:43tendidos en el cordel, aprovechando la privacidad que les brinda la ropa recién lavada para hablar
20:47sin ser escuchados. ¿Por qué tienes esa cara? Pregunta Matilde. Su voz apenas un susurro.
20:53La Salcedo sabe algo, responde Atanasio con expresión sombría. ¿Algo de nosotros? No sé
20:59cuánto, pero nos vigila. He notado cómo me mira cuando paso cerca. Cómo hace preguntas
21:04aparentemente inocentes sobre misidas y venida. ¿Y ayer? Encontró el ejemplar del buscón de
21:09Quevedo que me devolviste en la biblioteca. Le saltaron las alarmas. Matilde siente cómo
21:13el pánico comienza a apoderarse de ella. Atanasio, ya no aguanto vivir así. Cada día
21:18es un tormento. Cada momento que paso en esa casa, cerca de Victoria, fingiendo que soy
21:23solo la viuda de su hijo, es una tortura. Lo sé, mi amor. Créeme que lo sé. Si Victoria
21:29descubre nuestra relación, puede destruirnos. Puede hacer que te despidan, que te acusen
21:34de algo, que te envíen lejos. Puede hacer mi vida imposible, más imposible de lo que
21:39ya es. Atanasio toma sus manos entre las suyas, sus ojos buscándolos de ella, con una intensidad
21:45que hace que el corazón de Matilde se acelere. Entonces tendremos que adelantarnos a ella.
21:50¿Qué quieres decir? Quiero decir que quizás ha llegado el momento de irnos, de dejar valle
21:54salvaje atrás, de empezar una nueva vida lejos de todo esto. Matilde lo mira con una mezcla
22:00de esperanza y miedo. Pero Atanasio, creí que me habías dicho que este era tu lugar, que
22:05tenías una misión aquí, una venganza que completar. Tenía, corrige Atanasio. Vine a este
22:10valle lleno de odio, dispuesto a destruir a José Luis Galvez de Aguirre, por lo que
22:15le hizo a mi padre. Pero las cosas han cambiado. Tú las has cambiado. Antes, mi venganza era
22:20lo único que me importaba. Ahora, ahora me importas tú. Me importa nuestro futuro. Y
22:26me estoy dando cuenta de que no puedo tener ambas cosas. ¿Estás diciendo que renunciarías
22:31a tu venganza por mí? Estoy diciendo que renunciaría a todo por ti. Las palabras flotan en el aire
22:36entre ellos, cargadas de significado, de promesa, de amor. Matilde siente cómo las lágrimas
22:42comienzan a formarse en sus ojos. Nunca nadie me había dicho algo así. Susurra. Entonces
22:48todos los demás eran unos tontos. Porque tú, Matilde, mereces que te lo digan todos los
22:53días. Mereces un hombre que esté dispuesto a sacrificarlo todo por ti. Y quiero ser ese
22:59hombre. Se besan. Un beso apasionado pero breve. Conscientes de que en cualquier momento
23:04alguien podría descubrirlo. Cuando se separan, ambos tienen una nueva determinación en sus ojos.
23:10Creo que deberíamos empezar una nueva vida fuera de los dominios de Valle Salvaje. Dice
23:14Matilde con voz firme. Atanasio asiente. Empezaré a hacer los preparativos. Pero debemos
23:19ser cauteloso. Si Victoria sospecha que planeamos huir, seremos cautelosos. Hemos sido cautelosos
23:26todo este tiempo. Solo necesitamos serlo un poco más. Se separan. Cada uno yendo en una
23:31dirección diferente. Tratando de actuar con normalidad. De no levantar sospechas. Pero
23:36ninguno de los dos nota la figura que los observa desde la ventana del piso superior.
23:41Victoria Salcedo, con una expresión que mezcla la curiosidad con la malicia, ha visto todo
23:46el intercambio. No ha podido escuchar las palabras, pero ha visto el beso. Y eso es suficiente.
23:52Así que el secretario y la viuda de mi hijo. Murmura para sí misma. Una sonrisa cruel curvando
23:57sus labios. Qué interesante. Muy, muy interesante. Y como si el destino quisiera darle la oportunidad
24:03perfecta para actuar, Victoria decide que ha llegado el momento de recordarle a Matilde
24:07cuál es su lugar en este mundo. Con pasos decididos, baja las escaleras y busca a su
24:12nuera. Encontrándola en el salón, aparentemente ocupada con un bordado, pero con la mente claramente
24:18en otro lugar.
24:19Matilde, dice Victoria con esa voz dulce que siempre presagia algo terrible. Quiero que me
24:24acompañes. Matilde levanta la vista, sorprendida. ¿Acompañarla? ¿A dónde? A un lugar que ambas
24:30conocemos bien. Un lugar que creo que has olvidado visitar últimamente. El corazón de
24:35Matilde se acelera. Hay algo en el tono de Victoria. Algo en esa sonrisa que no llega
24:40a sus ojos. Que le dice que esto no es una simple invitación. Doña Victoria, tengo labores
24:45que pueden esperar. Esto es más importante. No es una petición. Es una orden. Y Matilde,
24:52que ha aprendido a reconocer cuándo no tiene opción, deja su bordado a un lado y sigue
24:57a Victoria hacia el exterior de la casa. El camino hacia el cementerio familiar es corto,
25:02pero se siente eterno. Victoria camina delante, su vestido negro ondeando con la brisa como
25:07las alas de un cuervo. Matilde la sigue unos pasos atrás, sintiendo cómo el nudo en su
25:12estómago se aprieta con cada paso. Finalmente llegan a la tumba de Gaspar.
25:16La lápida de mármol blanco brilla bajo el sol de la tarde, con el nombre del difunto
25:21grabado en letras doradas. Gaspar Salcedo, amado hijo, esposo devoto.
25:26Quiero que la veas, dice Victoria señalando la tumba. Matilde traga saliva. ¿Para qué me
25:31trajo aquí, Doña Victoria? Para recordarte que él sigue siendo tu esposo. Gaspar está
25:36muerto, pero su nombre no. Victoria se gira hacia Matilde, y en sus ojos hay algo que hace
25:41que la joven retroceda un paso. Y si no cuidas ese nombre, si no honras su memoria como deberías,
25:47alguien tendrá que hacerlo por ti. ¿Es una amenaza? Victoria sonríe, pero no hay calidez
25:52en ese gesto, solo crueldad calculada. Es un recordatorio, querida. Un recordatorio de
25:58quién eres, de cuál es tu lugar en esta familia, y de lo que le pasa a las personas
26:01que olvidan esas cosas. Yo no he olvidado nada, ¿no? Victoria da un paso hacia ella, invadiendo
26:07su espacio personal. Entonces, ¿por qué te veo últimamente tan distraída? ¿Por qué
26:12pasas tanto tiempo en la casa pequeña? ¿Por qué tus ojos brillan de una manera que no
26:17veía desde que Gaspar vivía? Matilde siente cómo el pánico comienza a apoderarse de ella,
26:22pero se obliga a mantener la compostura. No sé de qué me habla. Oh, creo que lo sabes
26:27perfectamente. Victoria se inclina hacia ella, su voz bajando a un susurro amenazante.
26:32Las paredes tienen ojos, Matilde. Y yo tengo oídos en cada rincón de este valle. Nada
26:38escapa a mi atención. Nada. Doña Victoria, le juro que yo, no me jures nada. Los juramentos
26:44en este valle valen menos que el polvo bajo nuestros pies. Victoria señala la tumba de
26:49Gaspar. Mi hijo te amó. Te dio un hogar, una posición, un futuro. ¿Y así es como le
26:55pagas? ¿Olvidándolo antes de que la tierra sobre su tumba se haya asentado? Yo no lo he olvidado.
27:00Las lágrimas comienzan a formarse en los ojos de Matilde. Pienso en él todos los días. Cada
27:05noche me pregunto cómo sería mi vida si él siguiera vivo. Entonces demuéstralo. Compórtate
27:11como la viuda que eres. Deja de mirar hacia otros hombres como si estuvieras disponible.
27:15Porque no lo estás, Matilde. Sigue siendo una salcedo. Y los salcedo no deshonramos la
27:21memoria de los nuestro. Victoria se aleja unos pasos, dejando a Matilde sola frente a la tumba
27:25de su esposo. Las palabras de su suegra resuenan en su cabeza, como campanas funerarias, recordándole
27:32que en Valle Salvaje, el pasado nunca muere. Solo espera. Agazapado. Listo para destruir cualquier
27:38atisbo de felicidad. De vuelta en la cárcel, la situación de Luisa no ha mejorado mucho. Adriana
27:44ha conseguido que le traigan mantas adicionales y un poco de caldo caliente, pero Luisa apenas puede
27:50tragar. Su cuerpo, debilitado por días de ayuno voluntario, se niega a cooperar.
27:55Tienes que comer, insiste Adriana, sosteniendo una cuchara frente a los labios de su amiga.
28:01Tienes que luchar. Pero Luisa niega con la cabeza. Un movimiento tan débil que apenas se percibe.
28:07No tiene sentido luchar más, susurra con voz apenas audible. No digas eso. Van a matarme igual,
28:12Adriana. Ya lo escuchaste. Me acusan de sacrilegio. Robé una talla religiosa. Aunque demostraran
28:18que soy inocente del robo, la evidencia está ahí. Mis huellas están en esa talla. Mi pasado
28:23como ladrona está documentado. Nadie va a creerme. Yo te creo. Alejo te cree. Todos los que te conocen
28:31saben que eres inocente, pero los que deciden mi destino no me conocen. Para ello soy solo una
28:37criada con un pasado turbio que tuvo la audacia de enamorarse de un noble. Soy un ejemplo perfecto.
28:43Un recordatorio para todos los sirvientes de lo que les pasa cuando se atreven a soñar por encima
28:48de su condición. Las palabras de Luisa están cargadas de una amargura que Adriana nunca había
28:53escuchado en ella. Esta mujer, que siempre fue la voz de la esperanza, la que siempre encontraba un
28:58lado positivo, incluso en las situaciones más oscuras, ahora parece haber perdido toda fe en
29:03el futuro. Mientras yo respire, dice Adriana tomando las manos frías de Luisa entre las suyas. No dejaré
29:09que eso ocurra. Te lo prometo. Luisa la mira con ojos que han visto demasiado sufrimiento. Entonces
29:14morirá usted conmigo. Porque no hay manera de salir de esto. No hay manera de ganar. Siempre hay
29:20una manera. Siempre. Pero incluso mientras lo dice, Adriana no está segura de creerlo ella misma. En la
29:26casa grande, la atención ha alcanzado niveles insoportables. Rafael Galvez de Aguirre, el heredero
29:32reconocido del duque, el hombre que ama a Adriana con todo su corazón, está buscando desesperadamente a su
29:38hermano menor. Encuentra a Alejo en el jardín trasero, sentado en un banco de piedra, con la mirada
29:44perdida en el horizonte. El joven tiene ojeras profundas, el cabello despeinado, la ropa arrugada. Es
29:51evidente que no ha dormido, que no ha comido, que está consumiéndose por dentro. Alejo, dice Rafael,
29:57acercándose con cautela, como quien se acerca a un animal herido. Tenemos que hablar. Alejo no responde,
30:03no se mueve. Es como si estuviera en otro mundo. Un mundo donde solo existe su dolor y su impotencia.
30:10Alejo, mírame. Rafael se sienta a su lado y le pone una mano en el hombro. Sé que estás sufriendo. Sé
30:16que esto es lo más difícil que has tenido que enfrentar, pero no puedes rendirte. ¿Por qué no?
30:21La voz de Alejo es hueca, vacía. ¿De qué sirve luchar? El duque tiene todo el poder. La santa hermandad
30:27está en su bolsillo. Incluso aunque demostráramos la inocencia de Luisa, encontraría otra manera de
30:32destruirla. Encontraría otro crimen que inventar. Otra acusación que fabricar. No si lo detenemos
30:38primero. Alejo finalmente gira la cabeza para mirar a su hermano. ¿Detenerlo? ¿Cómo? Es nuestro padre,
30:44Rafael. El duque de Valle Salvaje. El hombre más poderoso de toda la región. ¿Cómo se supone que
30:49vamos a detenerlo? Rafael vacila un momento antes de responder. Sabe que lo que está a punto de decir
30:55va a destrozar a su hermano aún más. Pero también sabe que Alejo necesita escucharlo. Necesita la verdad
31:00completa para poder luchar. Alejo, hay algo que debes saber. Algo que descubrimos ayer. ¿Qué?
31:07La talla que supuestamente robó Luisa es de carácter religioso. Y en el juicio, van a acusarla
31:13de sacrilegio. Alejo palidece. Sacrilegio. ¿Eso significa? Sí, eso significa que Luisa podría ser
31:20ejecutada. Un sonido escapa de la garganta de Alejo. Algo entre un gemido y un grito ahogado. Se dobla
31:25sobre sí mismo, como si Rafael le hubiera dado un golpe físico. No, no puede ser. Créeme que he
31:32dudado largo y tendido si venir a decírtelo. Continúa Rafael, su propia voz quebrándose. No
31:37quería hacerte más daño. Pero pensé que tenías derecho a saberlo. ¿Qué necesitabas saberlo? Para
31:43entender la urgencia de la situación. ¿Qué ha pasado, Rafael? Pregunta Alejo levantando la vista. Sus ojos
31:49rojos de lágrimas no derramadas. Por Dios, ¿qué ha pasado? Ha pasado que nuestro padre es un monstruo.
31:55Un monstruo que está dispuesto a matar a una mujer inocente, solo porque su hijo tuvo la audacia
32:00de amarla. Voy a matarlo. La voz de Alejo ahora tiene un tono diferente. Ya no es desesperación. Es
32:06furia. Furia pura y concentrada. Voy a matar a ese maldito con mis propias manos. Alejo, no. Suéltame.
32:13Alejo se pone de pie de un salto, apartando la mano de Rafael de su hombro. Ese hombre ha destruido
32:18todo lo que amo. Ha destruido mi vida. Ha destruido a Luisa. Y ahora quiere matarla. No voy a quedarme
32:24aquí sentado mientras él. Si lo matas, te ejecutarán a ti. Grita Rafael, poniéndose también
32:31de pie y agarrando a su hermano por los hombros. ¿Es eso lo que quieres? ¿Morir en la horca junto a
32:36Luisa? ¿Dejar huérfano a Evaristo? La mención del pequeño Evaristo, el hijo de Luisa al que Alejo
32:42ama como propio, hace que el joven se detenga. Por un momento, la furia en sus ojos da paso a algo más.
32:47Dolor. Miedo. Amor. ¿Entonces qué hago? Pregunta con voz rota. ¿Qué puedo hacer, Rafael? Dime.
32:55¿Por qué me estoy volviendo loco? Cada minuto que pasa, cada segundo, es un minuto y un segundo
32:59más de sufrimiento para ella. Y yo estoy aquí, impotente, inútil, mientras la mujer que amo se
33:06muere en una celda. Rafael abraza a su hermano, sosteniéndolo mientras Alejo finalmente se derrumba
33:11y llora. Las lágrimas que ha estado conteniendo durante días fluyen libremente, empapando la
33:16camisa de Rafael. Vas a luchar, dice Rafael en voz baja, firme. Vas a pelear por ella con todo lo que
33:23tienes, pero vas a hacerlo de manera inteligente. Vas a usar la cabeza, no solo el corazón. Porque Luisa
33:30te necesita vivo, te necesita libre. Y si te dejas llevar por la rabia, si haces algo estúpido, la habrás
33:36perdido para siempre. ¿Cómo se supone que luche contra nuestro padre? Encontraremos la manera.
33:41Juntos. Adriana está en la cárcel ahora mismo, hablando con el capitán. Está tratando de ganar
33:47tiempo. Y yo voy a ir a hablar con nuestro padre, a presionarlo para que retire las acusaciones. No lo
33:52hará. Ya lo conoces. Es más terco que una mula. Y más cruel que el diablo. Quizás. Pero tengo que
33:57intentarlo. Por ti. Por Luisa. Por todos nosotros. Los hermanos se separan finalmente. Alejo se limpia las
34:04lágrimas con el dorso de la mano, tratando de recomponerse. Gracias, Rafael. Dice con voz
34:09todavía temblorosa. Por decirme la verdad. Por estar aquí. Siempre estaré aquí, hermano. Pase lo
34:15que pase. Los dos hermanos se quedan en silencio por un momento, mirando hacia el horizonte donde el
34:21sol comienza su lento descenso. La luz dorada baña el jardín, creando sombras largas que parecen
34:26querer abrazar todo lo que tocan. ¿Sabes qué es lo que más me atormenta? Dice Alejo de repente. Su voz
34:32apenas un susurro. ¿Qué? Que yo la traje a esto. Yo la convencí de que podíamos tener un futuro
34:37juntos. Yo le prometí que la protegería. Que la amaría. Que nadie jamás la lastimaría mientras
34:43yo viviera. Una risa amarga escapa de sus labios. Y mira cómo cumplí mis promesas. Está en una celda,
34:49muriendo de hambre, acusada de un crimen que no cometió. Y yo estoy aquí, en el jardín de la casa de mi
34:55padre. El hombre que la puso ahí, incapaz de hacer nada. No es tu culpa, Alejo. Tú no sabías que padre
35:01era capaz de algo así. Debí haberlo sabido. Debí haber visto las señales. Toda mi vida he visto
35:07cómo trataba a las personas que consideraba inferiores. Cómo las despreciaba, las humillaba,
35:12las destruía sin el menor remordimiento. ¿Y creí que con Luisa sería diferente? ¿Creí que de alguna
35:18manera haría una excepción por mí? Rafael no tiene respuesta para eso. Porque la verdad es que él también
35:24creyó. Creyó que su padre podía cambiar. Que el amor de Alejo por Luisa podría ablandar ese corazón
35:30de piedra. Y estaba equivocado. Todos estaban equivocados. Lo que importa ahora, dice Rafael
35:36finalmente, es lo que vamos a hacer. No podemos cambiar el pasado, pero podemos luchar por el
35:41futuro. ¿Y si no hay futuro, Rafael? ¿Y si Luisa muere en esa celda? ¿Qué hago entonces? ¿Cómo sigo
35:47viviendo sabiendo que la perdí por culpa de mi propia sangre? No vas a perderla. Me niego a aceptar eso.
35:53Adriana está con ella ahora mismo. Está luchando por ella, buscando la manera de sacarla de ahí. Y nosotros
35:59vamos a hacer lo mismo. Vamos a usar cada recurso que tengamos, cada contacto, cada gramo de
36:05influencia, para asegurarnos de que Luisa salga de esa cárcel con vida. Alejo mira a su hermano con
36:11ojos que han visto demasiado sufrimiento en muy poco tiempo. ¿De verdad crees que podemos ganar
36:16esta batalla? Creo que tenemos que intentarlo. Porque la alternativa, rendirse, aceptar la derrota,
36:22eso no es una opción. No para ti, no para mí, no para nadie que ame a alguien en este maldito
36:27valle. Un atisbo de determinación comienza a brillar en los ojos de Alejo. Tienes razón.
36:33Tienes toda la razón. No puedo rendirme. Luisa no se rendiría si los papeles estuvieran
36:38invertidos. Ella lucharía hasta su último aliento por mí. Y yo voy a hacer lo mismo
36:43por ella. Así se habla, hermano. Mientras los hermanos Galvez de Aguirre se preparan
36:48para enfrentar la tormenta, en otra parte de la casa grande, José Luis está teniendo una
36:53conversación muy diferente con su hija Irene. Están en el despacho del duque, ese santuario
36:58de poder masculino donde tantas decisiones terribles han sido tomadas a lo largo de los
37:03años. José Luis está sentado en su sillón de cuero, mientras Irene permanece de pie frente
37:08a él. Con expresión desafiante, no deberías acercarte tanto a Leonardo, dice José Luis
37:13con ese tono paternalista que siempre ha usado para controlar a sus hijos. Irene arquea una ceja.
37:19¿Por qué no? Porque no te corresponde. Porque él está comprometido con Bárbara Salcedo. Aunque
37:24esa relación esté en ruinas. Porque no es apropiado que una señorita de tu posición ande
37:29detrás de un hombre que claramente ama a otra. Eso no lo decide usted, padre. José Luis se tensa
37:35ante el tono desafiante de su hija. Lo decido como padre, como cabeza de esta familia, como el hombre
37:40responsable de tu futuro. Yo ya no soy una niña. Irene da un paso hacia adelante, sus ojos brillando con
37:47una determinación que José Luis rara vez ha visto en ella. Y estoy cansada de que usted,
37:52mi madre, Victoria, se corrige con desdén. Decidan mi destino como si yo fuera una pieza de ajedrez,
37:58que pueden mover a su antojo. Irene, no, padre, escúcheme por una vez. He perdido demasiado. Perdí
38:04a Gaspar, el hombre que amaba. Perdí a mi bebé. Su voz se quiebra por un momento, pero se recompone
38:10rápidamente al bebé que nunca llegué a conocer. He perdido mi inocencia, mis ilusiones, mis sueños.
38:17Y ahora, usted quiere quitarme también la posibilidad de encontrar algo de felicidad,
38:22de consuelo, aunque sea en la amistad con Leonardo. Leonardo de Guzmán no es hombre para ti. ¿Y quién
38:27es hombre para mí, padre? ¿Quién cumple con sus estándares imposibles? Porque hasta ahora, todos los
38:33que he elegido han sido rechazados, destruidos, eliminados de mi vida. José Luis guarda silencio.
38:39No tiene respuesta para eso porque, en el fondo, sabe que su hija tiene razón. Ha controlado las
38:44vidas de sus hijos con mano de hierro, creyendo siempre que sabía lo que era mejor para ellos,
38:49y el resultado ha sido desastroso. Julio está muerto. Gaspar está muerto. Alejo lo odia. Rafael
38:56lo desprecia. Y ahora Irene, su única hija superviviente, lo mira con una mezcla de frustración
39:03y algo que se parece peligrosamente al desprecio. Hija, dice finalmente, su voz más suave de lo
39:09habitual. Entiendo que estás sufriendo. Entiendo que has perdido mucho. Pero tienes que confiar en
39:15que yo solo quiero lo mejor para ti. No, padre. Usted quiere lo mejor para el apellido Galvez de
39:20Aguirre. Para su legado. Para su orgullo. Nosotros, sus hijos, solo somos herramientas para conseguir
39:26eso. Y con esas palabras devastadoras, Irene sale del despacho, dejando a José Luis solo con sus
39:33pensamientos. El duque se queda sentado en su sillón, mirando hacia la puerta por donde acaba de salir su
39:38hija. Por un momento, solo un momento, algo parecido al remordimiento cruza su rostro. Pero rápidamente
39:45lo ahoga. Lo entierra bajo capas de justificación y racionalización. Él ha hecho lo que tenía que
39:51hacer. Lo que cualquier hombre en su posición hubiera hecho. Proteger su linaje. Preservar su honor.
39:57Asegurar el futuro de su familia. ¿Verdad? Mientras tanto, en los jardines de la casa pequeña,
40:03otro corazón está siendo destrozado. Leonardo de Guzmán ha pasado días buscando la manera de hablar
40:08con Bárbara. De explicarle. De suplicar su perdón. Y finalmente, cuando la ve caminando sola por el
40:14sendero de rosas, decide que es ahora o nunca. Bárbara llama acercándose con pasos apresurados.
40:21Por favor, necesito hablar contigo. Bárbara se detiene, pero no se gira. Su espalda permanece rígida. Sus
40:28hombros tensos. No hay nada de qué hablar. Por favor, insiste Leonardo colocándose frente a ella.
40:34Solo un minuto. Dame solo un minuto para explicarte. ¿Explicarme qué, Leonardo? Bárbara finalmente levanta
40:40la vista y en sus ojos hay un dolor tan profundo que hace que Leonardo retroceda a un paso. ¿Explicarme
40:46cómo besaste a Irene? ¿Explicarme cómo me traicionaste con la que creía que era mi amiga? Fue un error. Un
40:53terrible error. Estaba borracho, confundido, destrozado por todo lo que estaba pasando. Y Irene
40:59estaba ahí. Y por un momento de debilidad. No quiero escucharlo. Bárbara levanta las manos como
41:04para crear una barrera física entre ellos. No quiero tus excusas. No quiero tus explicaciones. No quiero
41:10nada de ti. Bárbara, te amo. Te he amado desde el momento en que te vi. Lo que pasó con Irene no
41:16significó nada. Fue un momento de locura que he lamentado cada segundo desde entonces. Si me amaras de
41:22verdad, nunca hubiera pasado. Las lágrimas comienzan a rodar por las mejillas de Bárbara,
41:27pero su voz permanece firme. Si me amaras de verdad, habrías pensado en mí antes de acercarte
41:32a ella. Habrías recordado todo lo que teníamos, todo lo que podríamos haber tenido. Sí pensé en
41:38ti. Pienso en ti todo el tiempo. Eres lo primero que cruza mi mente cuando despierto y lo último cuando
41:43me duermo. Entonces, ¿por qué, Leonardo? ¿Por qué? Leonardo no tiene respuesta. O más bien, tiene una
41:49respuesta. Pero sabe que no es suficiente. Porque ninguna explicación puede justificar la traición.
41:54Ninguna excusa. Puede borrar el dolor que ha causado. ¿Puedo hablar contigo? Intenta una vez
42:00más, su voz quebrándose. No. Solo un minuto. Ni un segundo. Bárbara, no vuelvas a dirigirme la
42:06palabra. La voz de Bárbara es fría como el acero, pero sus ojos brillan con lágrimas contenidas. No
42:11vuelvas a buscarme. No vuelvas a intentar explicarte. Lo que teníamos, sea lo que fuera, está muerto. Y yo
42:18necesito enterrarlo para poder seguir adelante. Y con esas palabras, Bárbara se aleja caminando
42:23rápidamente, dejando a Leonardo solo en el jardín, con el corazón destrozado y la certeza de que ha
42:29perdido lo más valioso que jamás tuvo. Mientras tanto, en la cocina de la casa grande, otro drama
42:34se está desarrollando. Eva, la criada que llegó junto con su marido Amadeo y su hijo Francisco hace
42:40apenas unas semanas, está hablando con Amadeo en susurros furioso. Tengo que ser yo siempre el que
42:46paga el pato de tus obsesiones. Se queja Amadeo, mirando nerviosamente hacia la puerta, para
42:51asegurarse de que nadie los escucha. Yo lo único que quiero es destrozar a esa muchacha, aunque sea
42:56lo último que haga en el mundo, responde Eva, con una vehemencia que hace que su marido retroceda
43:02un paso. ¿De qué muchacha hablas? ¿De Luisa? Luisa ya está en la cárcel, Eva. Ya estás siendo
43:07destrozada. ¿Qué más quieres? Quiero que sufra. Quiero que sienta todo el dolor que me ha causado.
43:12Amadeo la mira como si la viera por primera vez. Qué dolor, Eva. Apenas conoces a esa mujer. Llegamos
43:18a este valle hace menos de un mes. ¿Qué podría haberte hecho Luisa en tan poco tiempo? Eva aprieta
43:24los puños, su rostro contorsionándose de rabia. Me miró por encima del hombro. Me trató como si yo
43:30fuera menos que ella. Ella, una simple criada con pasado de ladrona. ¿Y se atrevió a mirarme a mí con
43:36superioridad? Eva, estás exagerando. Luisa, nunca. No estoy exagerando. Cuando alguien me mira por encima
43:43del hombro, se gana mi odio. Y ese odio no desaparece hasta que la persona que lo provocó
43:48paga el precio. Amadeo niega con la cabeza, visiblemente perturbado. Ese odio nos va a costar
43:54muy caro. Si alguien descubre lo que has estado haciendo, si descubren que has estado colaborando
43:59con Victoria para hundir a Luisa, no van a descubrir nada. Victoria me protege. Soy útil
44:05para ella. Por ahora. Pero gente como Victoria no tiene leales. Eva. Tiene herramientas. Y
44:12cuando las herramientas dejan de ser útiles, las desecha. ¿Es eso lo que quieres? ¿Ser
44:16desechada cuando ya no sirvas? Eva guarda silencio, pero su expresión dice claramente
44:21que no piensa dar marcha atrás. Hay algo enfermizo en su odio hacia Luisa. Algo que va más allá
44:26de una simple ofensa percibida. Y Amadeo, que conoce a su esposa mejor que nadie, sabe
44:32que no hay manera de hacerla entrar en razón cuando se pone así. Solo te pido que tengas
44:36cuidado. Dice finalmente con un suspiro de derrota. Por ti, por mí, por Francisco. No arriesgues
44:43todo lo que hemos construido por una venganza absurda. No es absurda para mí. Pues debería
44:48serlo. Amadeo la toma por los hombros, obligándola a mirarlo. Escúchame bien, Eva. He visto
44:54cómo termina la gente que se deja consumir por el odio. Los he visto en las calles,
44:58en las prisiones, en las tumbas. El odio es un veneno que destruye primero a quien lo
45:02lleva dentro. No me importa. ¿No te importa? ¿No te importa lo que pueda pasarnos? ¿No
45:07te importa, Francisco? La voz de Amadeo se eleva con frustración. Nuestro hijo está
45:12aquí, tratando de construirse un futuro, tratando de ser alguien. ¿Y tú quieres arriesgar todo
45:17eso por una mujer que ni siquiera te ha hecho nada? Sí me hizo. Me miró como si yo fuera
45:22basura, como si ella, una ladrona reformada, fuera mejor que yo. Eso está en tu cabeza,
45:28Eva. Luisa apenas te conoce. Apenas ha cruzado dos palabras contigo. Y en esas dos palabras
45:33vi todo lo que necesitaba ver. Vi desprecio. Vi superioridad. Vi a alguien que se cree mejor
45:39que yo solo porque se acuesta con un noble. Amadeo la suelta y retrocede, mirándola como
45:44si la viera por primera vez. A veces no te reconozco. La mujer de la que me enamoré no
45:48era así. No estaba llena de este... este veneno. La mujer de la que te enamoraste no
45:54había sido humillada como yo lo he sido. Humillada. Nadie te ha humillado. Todo está
45:59en tu cabeza. Eva aprieta los puños, su rostro contorsionándose de rabia. Piensa lo que quieras,
46:05Amadeo. Pero yo sé lo que vi y sé lo que voy a hacer al respecto. Eva. Esta conversación
46:10ha terminado. Y con esas palabras, Eva vuelve a sus labores, dejando a Amadeo solo con un presentimiento
46:16terrible de que todo está a punto de salir muy, muy mal. En otra parte de la casa, Peppa,
46:22la hermana de Luisa, está en la cocina intentando concentrarse en sus tareas. Pero es imposible.
46:27Cada vez que cierra los ojos, ve el rostro de su hermana. Cada vez que respira, siente la
46:32culpa aplastándola. Francisco, el joven mayordomo que ha estado intentando animarla desde que
46:37llegó a Valle Salvaje, entra en la cocina con expresión preocupada.
46:41Peppa, dice suavemente, acercándose a ella. ¿Cómo estás? Peppa no responde. No puede
46:47responder. Las palabras se le atascan en la garganta, mezcladas con las lágrimas que ha
46:51estado conteniendo. Peppa, háblame, insiste Francisco. ¿Qué sucede? ¿Qué sucede? Repite
46:58Peppa finalmente, su voz quebrándose. Mi hermana está muriendo en una celda y tú me preguntas qué
47:03sucede. Lo sé. Y lo siento más de lo que puedo expresar. Pero quedarte aquí, torturándote,
47:09no la va a ayudar. ¿Y qué la va a ayudar, Francisco? Dime, ¿qué puedo hacer yo, una
47:15simple criada, contra el poder del duque? ¿Qué puedo hacer contra las fuerzas que han decidido
47:19destruir a mi hermana? Francisco no tiene respuesta para eso. Porque la verdad es que no hay respuesta.
47:25Contra hombres como José Luis Galvez de Aguirre, las personas como ellos no tienen ningún poder.
47:31Solo pueden observar, sufrir y esperar que algún milagro ocurra. Lo único que puedo hacer,
47:36dice Francisco finalmente, es estar aquí contigo, apoyarte, asegurarme de que no estés sola en esto.
47:43Peppa lo mira con ojos llenos de lágrimas. ¿Por qué? ¿Por qué te importa tanto? Porque...
47:48Francisco vacila y un rubor tiñe sus mejillas. ¿Por qué me importas tú, Peppa? Más de lo que
47:54debería admitir. Más de lo que probablemente sea apropiado. Es una confesión que llega en el peor
47:59momento posible. En medio del peor día posible. Pero quizás, precisamente por eso, es exactamente lo
48:05que Peppa necesitaba escuchar. Francisco, no tienes que decir nada. Se apresura a añadir él.
48:11No espero nada. Solo quería que supieras que no estás sola. Que yo estoy aquí. Y que haré todo
48:17lo que esté en mi poder para ayudar a tu hermana. Peppa asiente lentamente. Las lágrimas rodando
48:22libremente por sus mejillas ahora. Pero entre esas lágrimas, hay también algo más. Una chispa de esperanza,
48:28quizás. O al menos, la certeza de que en medio de tanta oscuridad, todavía hay personas capaces de bondad.
48:34La tarde avanza inexorablemente hacia la noche. Y en la cárcel, Adriana sigue junto a Luisa. Ha
48:40conseguido que le traigan una silla. Y está sentada junto al catre donde su amiga yace,
48:45sosteniéndole la mano. ¿Sabes qué es lo que más me duele de todo esto? Dice Luisa en un momento de
48:50lucidez. Su voz apenas un susurro. ¿Qué? Que Evaristo va a crecer sin mí. Mi pequeño. Mi bebé. Va a crecer sin
48:57saber cuánto lo amé. Cuánto luché por darle una vida mejor. No digas eso. Vas a estar ahí para verlo
49:03crecer. Vas a estar ahí para todo. Luisa niega débilmente con la cabeza. Usted siempre ha sido
49:09optimista, Doña Adriana. Incluso cuando las cosas estaban en su peor momento, siempre encontraba
49:15una manera de ver el lado positivo. Admiro eso. Ojalá pudiera ser como usted. Puede serlo. Si
49:21luchas. Si te niegas a rendirte. Estoy tan cansada de luchar. Las palabras salen con un suspiro de
49:27agotamiento infinito. Toda mi vida ha sido una lucha. Luchar por sobrevivir en las calles. Luchar por salir
49:33de la vida de ladrona. Luchar por ser aceptada en un mundo que me veía como basura. Y ahora, cuando
49:39finalmente pensé que había encontrado algo de paz, algo de felicidad, todo se derrumba. Adriana siente
49:45cómo su propio corazón se rompe al escuchar las palabras de su amiga. Quiere decirle que todo va a
49:50estar bien. Que van a encontrar la manera de salir de esto. Pero las palabras suenan vacías incluso en
49:56su propia cabeza. Prométeme algo, dice Luisa de repente. Apretando la mano de Adriana con una fuerza
50:02sorprendente dado su estado. Lo que sea. Prométeme que cuidarás de Evaristo. Si yo, si yo no lo logro.
50:09Prométeme que te asegurarás de que sea feliz. De que sepa que su madre lo amaba. Luisa, prométemelo.
50:16Adriana traga el nudo que tiene en la garganta. Te lo prometo. Pero no va a ser necesario. Porque tú
50:21vas a sobrevivir. Vas a salir de aquí. Y vas a criar a tu hijo con tus propias manos. Ojalá tenga usted
50:28razón. La tengo. Siempre la tengo. Pero ambas saben que esta vez, las probabilidades están
50:33terriblemente en contra. La noche cae sobre Valle Salvaje como un manto negro, ocultando los secretos
50:39y las miserias que el día ha revelado. En la casa grande, Rafael ha intentado hablar con su padre.
50:44Pero José Luis se ha encerrado en su despacho y se niega a recibir a nadie. En la casa pequeña,
50:50Mercedes repasa sus planes con Damaso, trazando estrategias para el inevitable enfrentamiento
50:55con Victoria. Y en algún lugar de la casa, Atanasio y Matilde intercambian miradas cargadas
51:00de significado, soñando con un futuro que quizás nunca llegará. Pero lo más importante está sucediendo
51:06en la celda donde Luisa yace entre la vida y la muerte. Adriana sigue a su lado, negándose a moverse,
51:13negándose a abandonarla. Y mientras las horas pasan y la madrugada se acerca, algo cambia. Luisa abre
51:18los ojos de repente, con más claridad de la que ha mostrado en días. Adriana, dice. Y su voz,
51:24aunque débil, tiene una determinación que no estaba ahí antes. ¿Sí? ¿Qué pasa? Creo, creo que quiero
51:31vivir. Es una declaración simple, pero cargada de tanto significado que Adriana siente cómo las
51:35lágrimas vuelven a rodar por sus mejillas. ¿De verdad? De verdad. No por mí. Por Evaristo. Por Alejo.
51:42Por... por la vida que aún podría tener. Si logro salir de aquí. Vas a lograr salir. Te lo juro por mi vida
51:48que vas a lograr salir. Entonces, ayúdame. Luisa aprieta la mano de Adriana con toda la fuerza que
51:54le queda. Ayúdame a comer. Ayúdame a recuperar fuerzas. Ayúdame a luchar. Y en ese momento, en
52:00esa celda oscura y húmeda, nace una nueva esperanza. Pequeña, frágil, tambaleante, pero
52:07esperanza al fin. Victoria observa todo desde las sombras de la casa grande. Sus planes retorciéndose en su
52:13mente como serpientes venenosas. Ha decidido que mañana llevará a Matilde a la tumba de Gaspar. Le
52:18recordará sus obligaciones como viuda. Le hará sentir toda la culpa que pueda por estar pensando en
52:24otro hombre. Es una táctica cruel. Pero Victoria no conoce otra manera de operar. Y mientras todos
52:29duermen, mientras todos sueñan con un futuro mejor, la rueda del destino sigue girando en valle salvaje.
52:36Porque aquí, en este valle maldito, nada es nunca lo que parece. Y la paz, cuando llega, siempre es
52:43efímera. Y ahí lo tienen, queridos espectadores. ¿Qué capítulo tan devastador, tan lleno de emociones,
52:50tan cargado de momentos que nos dejaron sin aliento? ¿Vieron cómo Adriana encontró a Luisa
52:55inconsciente en esa celda? ¿Vieron la desesperación en sus ojos cuando pensó que había llegado demasiado
53:00tarde? Esas escenas fueron absolutamente desgarradoras. ¿Y qué me dicen del enfrentamiento
53:05entre Adriana y el Capitán Escobedo? Nuestra heroína demostró una vez más que es una mujer de armas
53:11tomar. Amenazando al Capitán con esa carta, exigiendo justicia, negándose a dar un paso atrás,
53:18aunque el mundo entero estuviera en su contra. Pero lo que más me impactó fue ese momento final,
53:24cuando Luisa abrió los ojos y dijo que quería vivir. Después de días de rendición, de aceptar la muerte
53:30como inevitable, algo cambió en ella. ¿Fue el amor de Adriana lo que la hizo recapacitar? ¿Fue el recuerdo
53:36de su pequeño Evaristo? ¿O simplemente fue la voluntad de luchar que nunca la ha abandonado
53:41por completo? Y no olvidemos a Victoria, siempre Victoria, tramando en la sombra. ¿Qué planea hacer
53:47con Matilde? ¿Cómo va a usar la información que tiene sobre ella y Atanasio? Porque créanme,
53:52cuando les digo que Victoria Salcedo no descansa hasta que ha destruido todo lo bueno que encuentra
53:57a su paso. Ahora díganme, ¿creen que Luisa va a sobrevivir? Del 0 al 10, ¿qué nota le darían a la
54:04valentía de Adriana en este capítulo? ¿Y qué piensan del amor de Alejo? ¿Es suficiente para
54:09salvar a Luisa? ¿O el poder del duque es demasiado grande? ¿Creen que Atanasio y Matilde lograrán
54:15escapar de Valle Salvaje antes de que Victoria los descubra? ¿O están condenados a ser otra víctima
54:21más de la crueldad de la Salcedo? Déjenme todos sus comentarios. Quiero saber qué piensan, qué sintieron,
54:28qué los hizo llorar y qué los hizo gritar de frustración. Y si les gustó este resumen,
54:33no olviden darle like y suscribirse al canal. Porque la batalla por la vida de Luisa apenas
54:38comienza. Y créanme cuando les digo que lo mejor está por venir. Nos vemos en el próximo capítulo
54:44de Valle Salvaje, donde descubriremos si la esperanza de Luisa puede convertirse en realidad,
54:50o si las fuerzas oscuras del valle finalmente la aplastarán. Hasta la próxima, queridos espectadores.
54:57Y recuerden, en Valle Salvaje, mientras hay vida, hay esperanza.
55:03Gracias.
55:04Gracias.
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