Saltar al reproductorSaltar al contenido principal
#avance #semanalLa #confesión
La confesión de Irene y el final de Luisa en ‘Valle Salvaje’, avance semanal del 24 al 28 de noviembre
Avance semanal de 'Valle Salvaje' del 24 al 28 de noviembre.
La noche había caído sobre el Valle con ese silencio espeso que solo se rompe por el crujido de la leña en las chimeneas y el gemido lejano del viento entre los cerros. En la cocina de la Casa Pequeña, Mercedes se quedó sola frente a una vela casi consumida, con los codos apoyados en la mesa y las manos entrelazadas tan fuerte que los ...
-------------------------------------------------------------------------

#‘ValleSalvaje’, #avance, #semanalLa, #confesión, #Irene, #final, #Luisa
Transcripción
00:00La confesión de Irene y el final de Luisa en Valle Salvaje, avance semanal del 24 al 28 de
00:16noviembre. Avance semanal de Valle Salvaje del 24 al 28 de noviembre. La noche había caído sobre
00:24el valle con ese silencio espeso que sólo se rompe por el crujido de la leña en las chimeneas
00:29y el gemido lejano del viento entre los cerros. En la cocina de la casa pequeña, Mercedes se
00:37quedó sola frente a una vela casi consumida, con los codos apoyados en la mesa y las manos
00:42entrelazadas tan fuerte que los nudillos se le habían puesto blancos. Las palabras de
00:49Victoria volvían una y otra vez, como una maldición. Él no está contigo por amor, Mercedes. Está
00:56contigo por la tierra, por la casa pequeña, por lo que representas. ¿De verdad crees
01:02que un hombre como Damaso se conformaría con ser tu socio? ¿Cuándo podría ser tu dueño?
01:09Mercedes había intentado reírse, fingir que la conocía demasiado bien como para caer en
01:14sus trampas. Pero luego la duquesa había bajado la voz, afilándola como un cuchillo.
01:21Y si no me crees a mí, pregúntate por qué siempre pregunta por los papeles.
01:27Por las escrituras, te has fijado en cómo mira los linderos, los corrales, los olivos. No ve
01:34recuerdos, Mercedes. Ve propiedades. Eso era lo que la estaba deshaciendo por dentro. Porque no había sido
01:43solo veneno. Había habido verdad escondida entre los colmillos. Se llevó la mano al pecho, sintiendo
01:51aquel peso agrio, mitad celos, mitad miedo. Pensó en Damaso, en las veces que él había conseguido
01:58sacarla de los números, de la dureza del trabajo, haciéndola sentir mujer y no solo la heredera cansada
02:04de un caserón. ¿Y si todo había sido una ilusión? ¿Y si lo único que quería era eso que tanto había
02:11defendido? ¿Su casa? La puerta chirrió. Peppa asomó la cabeza, con la mantilla echada sobre los hombros.
02:21¿No te acuestas, Merche? Preguntó con suavidad. Mercedes levantó la mirada,
02:27como si la hubieran sorprendido robando. Ahora voy, mintió, solo, solo necesitaba un momento.
02:37Peppa la observó un instante, leyéndole en la cara más de lo que ella habría querido.
02:42He pasado por casa de Adriana. Continuó, entrando del todo y cerrando la puerta detrás de sí.
02:51Cada vez está peor, no duerme, no come, todo el rato piensa en Luisa. Al oír el nombre de su
02:57hermana, a Mercedes se le encogió la garganta. ¿Han dicho algo más, del juicio? Susurró. Peppa
03:05apretó la boca, como si le doliera poner en palabras lo que sabía. Atanasio ha estado leyendo
03:12las leyes. Dice que, al tratarse de una talla religiosa, pueden acusarla de sacrilegio. No solo
03:20de robo. Mercedes se incorporó de golpe. Sacrilegio. Marca pública. Azotes.
03:29Pérdida de un miembro. Enumeró Peppa, como si no terminara de creárselo. O cárcel.
03:36O exilio. O, cayó un segundo, antes de dejar caer la palabra más temida. Ejecución.
03:42La vela pareció parpadear con aquella sílaba. Mercedes tragó saliva y un escalofrío le recorrió
03:49la espalda. Eso no va a pasar. Dijo, más como plegaria que como certeza. No puede pasar. Peppa
03:59la miró con una tristeza cansada. En este valle ha pasado de todo, Mercedes. Y siempre con la bendición
04:06de alguien poderoso. Esta vez, no lo sé. Pero Adriana no se va a rendir. Y yo tampoco. Por un
04:14momento, la casa pequeña se llenó de todos los fantasmas de su historia. Hombres y mujeres que
04:20habían luchado, perdido, resistido. Mercedes se levantó despacio. Mañana iré a hablar con Escobedo.
04:29murmuró. Y si hace falta, con el juez. Y con quien haga falta. Luisa no se queda sin nadie que
04:37pelee por ella. No mientras yo siga en pie. Peppa asintió. Y, aún así, no pudo evitar añadir.
04:45No tardes. Luisa. Ha dejado de comer. El corazón de Mercedes se apretó. Y de pronto, el veneno de
04:53victoria, la sospecha sobre Damaso, la intriga, todo quedó reducido a un ruido lejano.
05:02Porque, por encima de hombres, alianzas y tierras, estaba lo único que realmente importaba. Su hermana,
05:09encerrada entre piedras frías, esperando una sentencia que podía arrebatarle la vida.
05:15En la casa grande, la chimenea del salón proyectaba sombras anaranjadas sobre los tapices.
05:21Bárbara contemplaba el fuego sin verlo, sentada en un extremo del sofá, con los brazos rodeándose
05:29la cintura como si intentara no desmoronarse. Irene pasó por detrás, con un manojo de papeles
05:37en la mano, dispuesta a cruzar sin detenerse. Pero la figura encogida de Bárbara la obligó
05:44a frenar. ¿Quieres que suba el té a tu cuarto? Preguntó, intentando sonar casual.
05:51O que le diga a Eva que... No quiero té. La interrumpió Bárbara, sin mirarla. Ni sopa.
06:00Ni compañía. Irene respiró hondo y dejó los papeles sobre una mesita. Bárbara. Se acercó
06:06despacio, como si se aproximara a un animal herido. ¿Sabes que si no comes, si sigues
06:14así, te vas a enfermar? ¿Y qué? Soltó ella, con una risa amarga.
06:20A alguien le importaría. Irene sintió el pinchazo de la culpa en el estómago. Desde
06:26que había regresado de Burgos con Leonardo, el ambiente era irrespirable.
06:30El viaje, que debería haber sido un paréntesis de trabajo, se había llenado de miradas cómplices,
06:39bromas compartidas, silencios demasiado largos. Y luego, aquella noche en la posada, cuando
06:46todo el cansancio y el vino y los recuerdos la habían llevado a hacer lo que juró no
06:51hacer jamás. Besarlo. Fue un beso torpe, rápido, cortado casi al nacer. Pero había bastado
07:00para derrumbar el frágil equilibrio que mantenía su conciencia en pie.
07:05No deberías hablar así. Susurró Irene. A mucha gente le importas. Entonces Bárbara
07:12alzó por fin la vista. Tenía los ojos enrojecidos, pero secos, como si hubiera llorado tanto que
07:19ya no quedaran lágrimas.
07:20Te voy a hacer una pregunta. Dijo, despacio, y quiero que me respondas sin rodeos.
07:30Sin compasión, sin... esa delicadeza tuya. Irene sintió cómo se le helaban las manos.
07:38Ya sabía que venía. Lo había estado esperando como se espera una tormenta al ver el cielo
07:42oscurecerse durante horas.
07:46¿De verdad no sientes nada por Leonardo? Soltó Bárbara. ¿Nada en absoluto? El silencio que
07:52siguió fue más elocuente que cualquier respuesta.
07:56Irene abrió la boca, la cerró, buscó palabras que no sonaran a mentira ni a catástrofe.
08:04No las encontró. Leonardo es mi marido. Logró articular.
08:08Y yo he intentado. No te he preguntado qué has intentado. La cortó Bárbara, con una
08:14dureza que apenas le conocía.
08:17Te he preguntado qué sientes. Irene clavó la mirada en el fuego. Se vio a sí misma reflejada
08:24en aquellas lenguas rojas, devorando cuanto tocaban.
08:28No puedo contestar a eso. Susurró. No así, no oí. Entonces ya has contestado. Replicó
08:36Bárbara, con una sonrisa rota.
08:40Porque si de verdad no sintieras nada, lo habrías dicho sin pensar. Irene dio un paso
08:45hacia ella.
08:48Bárbara, déjame sola. Pidió la otra, girando el rostro. Antes de que te diga cosas de las
08:55que me arrepienta.
08:57Irene obedeció, no porque quisiera, sino porque supo que aquella noche no era el momento
09:02de desenterrar la verdad. No aún, pero el peso de la pregunta de Bárbara la acompañó
09:08escaleras arriba, entrando en el dormitorio donde Leonardo la esperaba con un libro entre
09:13las manos y un gesto cansado.
09:17¿Ha cenado? Preguntó él, sin levantar la vista. No, respondió Irene, cerrando la puerta.
09:23Y no creo que lo haga. Leonardo suspiró, dejó el libro en la mesilla. Matilde vino a verme. Dijo
09:33entonces, como quien lanza una piedra a un lago inmóvil.
09:37Ha sido, contundente. Irene lo miró, tensa. ¿Qué te ha dicho? Que Bárbara fue más feliz
09:45cuando nosotros estábamos lejos. Reveló él, con una mueca amarga.
09:49Que desde que volvimos, no ha hecho más que apagarse. Irene sintió que aquel comentario
09:57le atravesaba el pecho. Porque era verdad, y porque ella era parte de esa verdad. Leo,
10:04empezó, sintiendo cómo se le quebraba la voz. Pero él se adelantó. No quiero perderla.
10:11Confesó, a ella, ni a ti, y no sé cómo evitarlo.
10:15Irene lo miró con los ojos llenos de algo que no se atrevía a nombrar. Y en vez de
10:21una explicación, en vez de una mentira piadosa, lo único que hizo fue cruzar la habitación
10:27y sentarse a su lado en la cama. El roce de sus hombros fue un consuelo y un castigo
10:34al mismo tiempo. Muy lejos de allí, en una celda húmeda y mal iluminada, Luisa se acurrucaba
10:40en un rincón, con las rodillas pegadas al pecho. No sabía cuántos días llevaban contándole
10:47las horas. Había dejado de comer no como acto de rebeldía, sino de rendición. Cada
10:54cucharada que rechazaba era un paso más hacia ese silencio final que, de algún modo, se
11:00le antojaba más misericordioso que el murmullo constante del miedo.
11:03Escuchó pasos en el pasillo, el chirrido del cerrojo. Cerró los ojos, deseando que
11:11se tratara solo de otro guardia trayéndole un plato que no tocaría.
11:17Luisa, la voz de Adriana rompió la penumbra como una luz. Abrió los ojos y vio a su amiga
11:23al otro lado de los barrotes, con el rostro pálido y los ojos hundidos.
11:27Rafael se mantenía unos pasos atrás, serio, mientras el capitán Escobedo observaba la
11:34escena con expresión grave.
11:37No querían dejarme pasar otra vez, explicó Adriana, aferrándose a los barrotes. He tenido
11:44que insistir, decirle al capitán que tú no puedes estar sola.
11:47No ahora. Luisa esbozó una sonrisa débil. Siempre insistes. Murmuró. Es lo que se te
11:57da mejor. Adriana soltó una risa temblorosa. Y tú siempre te haces la fuerte. Replicó.
12:05Pero ya no cuela.
12:08No conmigo. Rafael se acercó un poco más, apoyando la mano en el hombro de su mujer.
12:13Observó a Luisa en silencio, intentando encontrar en aquel rostro demacrado a la mujer que había
12:21convertido la casa pequeña en un refugio de dignidad dentro del valle.
12:27Te están matando despacio. Dijo, sin adornos. A ti, y a Adriana. Esto no puede seguir así.
12:35Escobedo carraspeó. He hablado con el juez. Informó. La acusación por sacrilegio es seria.
12:41Se ha consultado incluso al obispo. No es solo cuestión de devolver la talla. Es un delito
12:48contra la iglesia. ¿Y qué significa eso exactamente? Preguntó Adriana, casi sin aliento. El capitán la
12:57miró con una mezcla de respeto y compasión. Le costaba soportar el brillo de angustia en sus ojos.
13:04Significa. Explicó. Que la pena puede ir desde marcas públicas hasta. Vaciló. Hasta la muerte.
13:13O el exilio. O trabajos forzados. Dependerá de cómo lo interpreten. Y de quién interceda.
13:20Adriana se tambaleó. Rafael la sujetó por la cintura antes de que cayera.
13:24No van a matarla. Dijo. Con una firmeza que era más un deseo que una certeza.
13:32No mientras yo pueda mover un dedo. Luisa miró a su amiga. A su vientre apenas insinuado bajo el
13:38vestido. No puedes arriesgarte así, Adriana. Susurró. Piensa en el niño. Si algo te pasa por mi culpa,
13:46jamás me lo perdonaría. Esté viva o muerta. No me hables de culpa. Estalló Adriana,
13:54aferrando los barrotes hasta hacerse daño. La culpa la tuvieron ellos. La tuvo José Luis. La
14:01tuvo Victoria. La tuvo este valle entero que te ha usado como chivo expiatorio. Tú solo cometiste un
14:09error. Uno. Y no voy a permitir que ese error se pague con tu vida. Escobedo se removió.
14:16Incómodo. No era hombre de discursos, pero había algo en la determinación de aquella mujer que le
14:22hacía querer ponerse de su lado, aunque eso significara desobedecer órdenes.
14:27He visto casos que parecían perdidos encontrar una salida. Admitió. Pero esa salida casi siempre
14:33tiene un precio. Pues lo pagaremos. Replicó Rafael. Lo pagaremos entre todos. Luisa alzó la cabeza,
14:42sorprendida. Rafael. No estás sola, Luisa. La interrumpió él. Y no voy a permitir que te
14:51comportes como si lo estuvieras. Se quedaron en silencio un momento, escuchando el goteo de la
14:57humedad en las paredes. Fuera, el valle seguía girando, ajeno al hecho de que, en aquella celda,
15:06tres vidas se jugaban más de lo que nadie imaginaba. La tensión no era menor en la otra guerra que se
15:13libraba, la silenciosa, la que Victoria había iniciado con una sonrisa helada y un plan calculado.
15:22Damaso llegó al salón de la casa pequeña con paso decidido, sin tomarse siquiera la molestia de
15:27quitarse el sombrero. Mercedes lo esperaba de pie, tiesa como una estatua, con los brazos
15:35cruzados. ¿Qué te ha dicho? Preguntó él, sin preámbulos. Depende de quién, respondió ella. Si
15:45hablas de Victoria, muchas cosas. Si hablas de otros, también. Él apretó la mandíbula. No juegues
15:53conmigo, Mercedes. Hoy la duquesa ha venido a verme. Ha sido, generosa en detalles. Mercedes sintió cómo
16:03se le helaba la sangre, pero no lo demostró. Claro que ha ido a verte, dijo, le encanta meter la nariz
16:10donde no la llaman. Dice, continuó él, ignorando el comentario, que piensas traicionarme. Que te estás
16:19planteando un acuerdo distinto. Que nunca has confiado de verdad en mí. ¿Y tú le crees? Replicó
16:27ella, con una media sonrisa amarga. ¿Después de todo lo que te ha hecho? Damaso dudó, y ese segundo
16:34de silencio fue suficiente para que Mercedes sintiera un pinchazo en el pecho. No lo sé. Admitió él al fin.
16:42Lo que sí sé es que últimamente te noto, distante, que evitas hablar de los papeles.
16:47Que cada vez que propongo algo a largo plazo, cambias de tema. Mercedes se acercó,
16:55cada palabra pesándole como plomo.
16:59Porque me estoy dando cuenta de que contigo las cosas nunca son solo lo que parecen, Damaso.
17:06Que detrás de cada propuesta, de cada caricia, de cada copa de vino, hay una pregunta sin responder.
17:12¿Qué es lo que quieres realmente? ¿A mí? ¿O la casa pequeña? Damaso la miró, herido en su orgullo.
17:21Te quiero a ti, maldita sea, soltó. Si hubiera querido solo la tierra, la habría reclamado por la
17:27fuerza hace tiempo. No soy precisamente un hombre que se corte a la hora de tomar lo que cree suyo.
17:35Eso es lo que me da miedo, confesó ella. Que un día te canses de esperar y decidas tomar las cosas a tu
17:43manera. Y entonces no habrá papeles, acuerdos ni promesas que valgan.
17:50Él dio un paso más, invadiendo su espacio, y tú, inquirió, clavándole la mirada.
17:56¿Nunca has pensado en traicionarme? Ni por un momento, ni cuando Victoria te susurra al oído
18:03que conmigo acabarás perdiendo todo. Mercedes sostuvo su mirada, pero no respondió. No podía
18:11decirle que sí, pero tampoco podía jurar que no. Porque la duda, una vez plantada, se había extendido
18:19como mala hierba. Ese gesto, esa vacilación, fue suficiente para encender la mecha.
18:28Ya veo, dijo Damaso, con una sonrisa fría. No tenías que contestar. Tus ojos ya lo han hecho.
18:36Se dio la vuelta y se marchó sin despedirse. Cuando la puerta se cerró, Mercedes se derrumbó en la silla
18:42más cercana, con el corazón latiendo como si hubiera corrido kilómetros.
18:46Victoria había logrado lo que quería. Abrir una brecha entre ellos. Pero lo que la duquesa no sabía
18:54era que, en ese mismo momento, estaba abriendo un abismo bajo sus propios pies.
19:01Con el paso de los días, el cuerpo de Adriana empezó a decir basta. Primero fueron los mareos,
19:07a los que restó importancia. Después, las noches en vela que la dejaban con los nervios al límite.
19:14Una mañana, mientras hablaba con Luz en el dispensario sobre los medicamentos para Luisa,
19:20sintió un pinchazo agudo en el vientre y tuvo que agarrarse al borde de la mesa para no caer.
19:26Siéntate ahora mismo, ordenó Luz, alarmada. No digas ni una palabra, Adriana, siéntate.
19:33Estoy bien, mintió ella, con una sonrisa que se deshacía. Solo, solo ha sido el cansancio.
19:44Luz la miró con incredulidad. Estás embarazada, viuda o no, y te estás dejando la vida entera en
19:51esa cárcel. Dijo. El estrés, el miedo, las idas y venidas, todo eso también le llega al bebé. Adriana
20:00sintió que se le llenaban los ojos de lágrimas. ¿Y qué quieres que haga? Susurró, que me quede en
20:08casa abordando mientras Luisa se apaga. En ese momento entró Rafael, que alcanzó a escuchar la
20:14última frase. El miedo que ya llevaba días mordiéndole se transformó en determinación.
20:21No, no quiero que te quedes bordando, intervino, pero tampoco voy a permitir que te consumas hasta
20:27el punto de poner en riesgo a nuestro hijo. Lo siento, Adriana, hay una línea que no voy a
20:34dejar que cruces. Ella lo miró, dolida. Si fuera Julio el que estuviera en esa celda,
20:41¿te quedarías de brazos cruzados? Disparó, casi sin pensar.
20:48La comparación lo atravesó. Julio era la sombra que aún los acompañaba a ambos. Rafael apretó los
20:54puños. No me hagas elegir entre tu lealtad a Luisa y la vida de nuestro hijo. Pidió, con voz ronca.
21:01Porque si me obligas, te lo digo ahora, elegiré al niño. Y me odiarás por ello. El silencio que
21:11siguió fue brutal. Luz se apartó, dándoles espacio, pero sin perder detalle. Al final, Adriana bajó la
21:20cabeza. No te odio. Susurró. Te necesito. Y Luisa también te necesita. Quizás ha llegado el momento
21:29de que pelees tú por ella. Cuando yo no pueda. Rafael respiró hondo y tomó aquella frase como
21:36un mandato. Horas después, buscó a Alejo. Lo encontró en la cantina, con una copa intacta
21:44frente a él y la mirada perdida. Sigues aquí. Observó Rafael. Mientras ella, se muere de miedo
21:52ahí dentro. Alejo apretó los labios. ¿Y qué quieres que haga? Replicó. Cada vez que intento
22:00mover un dedo, José Luis me recuerda de quién dependo. Victoria me amenaza. El juez se ríe de
22:08mí. No soy el dueño de este valle, Rafael. Soy solo un hombre en sus cuentas. Eres algo más que
22:16eso. Insistió Rafael. Eres el hombre al que Luisa quiso. Y eso, en su vida, ha tenido más peso que
22:23cualquier ducado. Alejo tragó saliva. ¿Y si lo único que le he dado es desgracia? Preguntó, si cuando
22:32pienso en las veces que la miré a los ojos y le prometí cosas. Solo veo un rosario de mentiras.
22:38A veces creo que si muere, será porque yo fui cobarde. Entonces demuestra que no lo eres. Lo
22:45retó Rafael. Mañana habrá una reunión con el obispo. Escobedo ha movido algunos hilos. Si te
22:53presentas, si hablas, si dices lo que sabes de José Luis, de la talla, de cómo se provocó todo. Quizás
23:00consigas algo. Si no para salvarla del todo, al menos para evitar lo peor. Alejo cerró los ojos un
23:07segundo, sintiendo el peso de años de silencio. No sé si me quedan fuerzas. A ella tampoco,
23:16respondió Rafael. Y aún así sigue respirando. Haz tú lo mismo. El miércoles, el valle amaneció
23:25envuelto en una neblina densa. Parecía un presagio. En la prisión, el capitán Escobedo abrió la celda
23:33seguido de Adriana. Lo que encontraron los dejó helados. Luisa yacía en el suelo, inerte, con los
23:40labios amoratados y la piel empapada de sudor frío.
23:43Luisa, gritó Adriana, tirándose al suelo junto a ella. Luisa, mírame. Escobedo llamó a voces al
23:53guardia. Ordenó que trajeran agua, un médico, lo que fuera. Adriana, entre sollozos, le levantó la
24:02cabeza, buscando algún signo de vida. Está respirando. Anunció a Tanasio minutos después,
24:08arrodillado junto a ella, pero muy débil. No ha comido en días, apenas ha bebido. Su cuerpo está
24:16al límite. Adriana sintió que se le nublaba la vista. ¿Se ha intentado hacer algo? Susurró,
24:25incapaz de pronunciar la palabra. Atanasio negó con la cabeza. No lo creo, es otra clase de
24:33renuncia. Explicó, la de alguien que ha decidido dejar de luchar. Aquellas palabras dolieron más que
24:41cualquier diagnóstico. Adriana tomó la mano de su amiga, helada, y se la llevó al rostro.
24:48No te rindas ahora, ¿me oyes? Le murmuró, con lágrimas resbalándole por las mejillas.
24:55Si alguien en este valle sabe pelear, esa eres tú. Te he visto plantarle cara a José Luis,
25:00a Victoria, a la miseria. No me vengas ahora con que no puedes. Luisa abrió los ojos apenas,
25:09lo suficiente para ver el contorno borroso de Adriana. Estoy cansada, susurró, como quien
25:16confiesa un pecado. Tan cansada, pues descansa en mi casa, en tu cocina, en tu cama, no aquí,
25:24replicó la otra, casi furiosa. Pero no así, no de este modo, no entregándote a ellos. Escobedo se
25:32apartó, dándoles espacio, mientras Atanasio hacía señas para que trajeran una camilla.
25:40No podían mantenerla en ese estado en la celda, pero sacarla a la enfermería implicaba también
25:45mostrar su debilidad ante los ojos de todos. Y, en aquel valle, la debilidad era a menudo una
25:52sentencia más dura que la ley. Mientras Luisa luchaba silenciosamente por seguir,
25:58otra batalla se libraba en el cementerio. Victoria llevó a Matilde hasta la tumba de Gaspar con un
26:05gesto estudiadamente solemne. El mármol frío, con el nombre del difunto grabado, brillaba bajo el sol
26:13pálido. Pensé que te haría bien venir. Dijo la duquesa, uniendo las manos en un gesto casi
26:19piadoso. A veces, recordar a quienes hemos perdido nos ayuda a poner en orden lo que sentimos por los
26:27que aún están. Matilde, embozada en un mantón oscuro, miró la lápida con una mezcla de tristeza
26:35y alarma. Entre ella y Gaspar había habido mucho más que un simple matrimonio fracasado. Había habido
26:43secretos, violencia, culpa y sangre. No sé qué quiere que recuerde, señora, respondió. Mi vida
26:53con Gaspar no fue precisamente un consuelo. Victoria sonrió, pero sus ojos no sonrieron. Quiero que
27:01recuerdes que una vez perteneciste del todo a esta casa, explicó. Que no siempre anduviste con un pie
27:09dentro y otro fuera. Que tu lealtad, fue absoluta. Matilde entendió de golpe. Aquello no era un
27:16homenaje. Era un recordatorio. Un aviso. Si se refiere a Atanasio. Empezó. Claro que me refiero
27:25a Atanasio. La interrumpió Victoria. ¿Crees que no veo cómo os miráis? ¿Cómo habláis en susurros
27:32cuando pensáis que nadie escucha? ¿De verdad pensabas marcharte del valle con él sin que yo
27:39lo supiera? Matilde sintió el suelo moverse bajo sus pies. No hemos decidido nada. Intentó
27:47justificarse. Solo, hablamos. En este valle, hablar es el primer paso hacia la traición. Cortó la duquesa.
27:55Y yo ya he tenido bastantes traiciones en esta vida, Matilde. No pienso tolerar otra.
28:04La joven apretó la mandíbula. Por primera vez, en vez de agachar la cabeza, la alzó.
28:11Con todo el respeto, señora. Dijo, con voz firme, mi vida no es una de sus propiedades.
28:17No soy una finca que pueda retener con escrituras. Si un día decido irme, me iré.
28:27Los ojos de Victoria brillaron, peligrosos. Te equivocaste de lugar para decir eso. Susurro.
28:36Estás delante de la tumba de un hombre que también pensó que podía jugar a su manera en el valle.
28:40Y mira cómo acabó. Matilde contuvo el impulso de dar un paso atrás. No sabía si lo que insinuaba
28:49era una amenaza o solo un recordatorio cruel. Pero, por primera vez, sintió algo parecido
28:57al desprecio hacia aquella mujer a la que, durante años, había obedecido casi sin cuestionarla.
29:03Gaspar murió por sus decisiones. Respondió, yo responderé por las mías. Se dio media vuelta y se
29:12alejó, dejando a la duquesa sola frente a la tumba. Victoria observó cómo su figura se perdía entre
29:19las cruces, con una rabia fría latiéndole en las sienes. Sin embargo, también supo, en lo más hondo,
29:28que aquella muchacha, aparentemente insignificante, acababa de convertirse en un elemento imprevisible
29:34en su tablero. El viernes, el valle entero parecía contener la respiración. En la casa grande,
29:42Irene se miraba al espejo por enésima vez. Las manos le temblaban tanto que tuvo que apoyarlas
29:50en la cómoda para que el reflejo no delatara su inquietud. Aquel día todo iba a cambiar. Oh,
29:57al menos, así lo sentía. Bárbara la esperaba en la galería, de pie, con la espalda tan recta que
30:04parecía hecha de cristal. El aire entre ellas estaba cargado de todo lo no dicho. Quería hablar
30:12contigo antes de que bajaras, dijo Bárbara, sin rodeos. Irene asintió, acercándose despacio. Yo
30:21también, confesó. Se quedaron frente a frente. Durante años habían compartido confidencias,
30:30risas, secretos pequeños. Ahora compartían algo mucho más peligroso. El amor por el mismo hombre.
30:36No voy a repetir la pregunta, dijo Bárbara, con una calma extraña. No porque no quiera la respuesta,
30:46sino porque creo que ya la sé. Pero necesito otra cosa de ti, Irene. Necesito la verdad completa,
30:54toda. Irene sintió que el corazón se le subía a la garganta. ¿A qué te refieres? A Burgos,
31:02respondió Bárbara. Al viaje, a lo que pasó allí. Matilde me dijo que regresasteis. Diferentes.
31:11Que había, una complicidad nueva, una forma de miraros que antes no estaba. Irene tragó saliva.
31:19Recordó la posada, la habitación, la lluvia golpeando los cristales mientras Leonardo y ella
31:25hablaban de futuro, de frustraciones, de ese extraño espacio entre deber y deseo.
31:30Recordó el momento en que, sin planearlo, sus labios se habían encontrado. Te he sido leal en
31:38todo lo que he podido. Empezó Irene, con la voz apenas audible. He intentado no cruzar ciertas
31:45líneas. He luchado contra cosas que no quería sentir. Pero... Bárbara cerró los ojos un segundo,
31:53como si se preparara para un golpe. ¿Lo besaste? Preguntó. Solo necesito que respondas a eso. Irene
32:02sintió que el mundo se detenía. Podría mentir. Podría decir que no y seguir viviendo en aquella
32:09mentira cómoda, al menos unos días más. Pero, de hacerlo, perdería para siempre lo único que había
32:17hecho soportable todo aquello. La idea de que, a pesar de sus errores, seguía siendo una mujer
32:23honesta. Sí. Susurró. Lo besé. El silencio fue un latigazo. Bárbara abrió los ojos, pero no se movió.
32:35No gritó. No la abofeteó. No hizo nada de lo que Irene había imaginado. ¿Y él? Preguntó al cabo de unos
32:42segundos. ¿Te besó también? Sí. Repitió Irene. No fue solo cosa mía. Pero fue un error. Un error que...
32:51que no se repitió. Bárbara rió. Una carcajada corta y vacía. Siempre decimos eso de los errores. Comentó.
33:03Que no se van a repetir. Y, sin embargo, aquí estamos, repitiendo todos los que cometieron antes que
33:09nosotras. Se apartó unos pasos, mirando el jardín a través de los ventanales. Irene. Continuó. Cuando
33:19te pedí que te casaras con él. Lo hice porque creía que era mejor para todos. Pensé que yo nunca podría
33:26darle lo que merecía. Que mi historia con él ya estaba terminada. Que tú, con tu sensatez, tu calma,
33:34tu forma de cuidarlo, podrías ofrecerle una felicidad distinta. Y ahora, ahora me doy cuenta
33:43de que quizá lo que he hecho es encerrar a tres personas en una jaula. Las palabras le rompieron
33:49algo a Irene por dentro. Yo no quería hacerte daño. Dijo, avanzando un poco. Lo juro, Bárbara,
33:58eres, la amiga más importante que he tenido en mi vida. Y, sin embargo, besaste al hombre
34:05que amaba. Replicó la otra, volviéndose hacia ella. No te culpo solo a ti. Ni siquiera sé si culpo
34:13a Leonardo. Creo que culpo, a este lugar. A esta forma enferma que tiene la casa grande de mezclar
34:21deber y sentimiento hasta que ya no sabemos qué es qué. Tomó aire. Gracias por decírmelo,
34:29añadió. Podías haberme mentido. Y, aunque ahora mismo me parezca que se me ha roto algo
34:34irreparable dentro. Prefiero la verdad. Siempre la he preferido. ¿Puedes perdonarme? Se atrevió a
34:42preguntar Irene, con un hilo de voz. Bárbara la miró largo rato. No oí, respondió. Pero quizás
34:50algún día, cuando deje de doler tanto. O cuando entienda que tú tampoco pediste enamorarte de él.
34:58La frase quedó suspendida entre ellas, como un pacto frágil. No era una absolución, pero tampoco
35:06una condena definitiva. Era, tal vez, el único punto medio posible en medio de aquel naufragio.
35:14Mientras en la casa grande se derrumbaban amistades y certezas, en la cárcel se abría
35:19una grieta distinta, una por donde podía filtrarse algo parecido a la esperanza.
35:26Pepa había pasado la noche en vela, cosiendo. Sus manos, acostumbradas a la dureza del trabajo,
35:32se movían con una delicadeza nueva sobre la tela. Al amanecer, dobló con cuidado lo que había hecho.
35:40Un pequeño vestido blanco, sencillo, con un borde de encaje discreto.
35:47¿Para quién es? Preguntó Mercedes, que la había visto entrar y salir de la habitación en silencio.
35:55Para Luisa, respondió Pepa. No para que se lo ponga ahora, claro, para que lo tenga entre las manos.
36:03Para que recuerde que ha cosido cientos como este, para mujeres que se casaban,
36:08para niñas que tomaban la comunión, para fiestas de verano.
36:13Para que no se olvide de quién es. Adriana, pálida pero erguida, las escuchaba desde la puerta.
36:19Quiero que no sea solo el vestido. Añadió, he hablado con algunas mujeres del valle.
36:28Le han escrito cartas, cartas diciéndole que no es una criminal,
36:32que la recuerdan por las veces que les ha fiado comida, por haberles prestado mantas en invierno.
36:37Quiero que el juez vea eso también, cuando lea su nombre.
36:42Mercedes asintió, y yo hablaré con el obispo, dijo.
36:49Le recordaré que la talla que desapareció no era solo un objeto sagrado,
36:53sino también un símbolo de cómo José Luis ha usado la fe como látigo.
36:57Si va a condenar a alguien, que sea también consciente de a quién absuelve.
37:03Rafael entró con Escobedo detrás.
37:06He conseguido que acepten una revisión de la pena, anunció el capitán.
37:12No prometo nada, pero... hay disposición a escuchar.
37:17Sobre todo si consta que la talla no fue profanada, solo...
37:21trasladada... trasladada para salvarla... añadió Adriana.
37:27Eso es lo que fue. Habrá audiencia esta tarde.
37:30Continuó Escobedo.
37:32Y quiero que lo sepáis.
37:34Si alguien piensa en montar un escándalo en la plaza, solo conseguirá empeorarlo.
37:40Necesitamos calma, argumentos, y, sobre todo,
37:44mostrar que Luisa no es una amenaza para el orden, sino alguien a quien este valle.
37:49Debe.
37:51Y si aún así deciden matarla.
37:53Preguntó Alejo desde el fondo, apareciendo en el umbral.
37:57¿Qué?
37:59Todos se giraron. Nadie lo había oído llegar.
38:02Entonces no lo permitiré, dijo, avanzando.
38:08Delante de todo el valle, dejaré claro qué clase de hombre es José Luis.
38:13Y qué clase de injusticias se hacen en su nombre.
38:17Escobedo lo miró con una ceja enarcada.
38:19Eso podría costarte caro.
38:22Alejo se encogió de hombros.
38:26Ya lo he pagado todo menos lo que más importa, replicó.
38:30Hoy, saldaré esa deuda.
38:32La plaza se llenó de gente aquella tarde.
38:36Había rostros conocidos, miradas curiosas, algunas compasivas, otras simplemente ávidas de espectáculo.
38:43La noticia de que Luisa podría ser ejecutada había corrido como pólvora, y el morbo siempre había sido una forma de entretenimiento en el valle.
38:52La sacaron de la cárcel escoltada por dos guardias.
38:58Estaba más delgada, pero sus ojos, aunque cansados, estaban extrañamente serenos.
39:03En las manos, apretaba el pequeño vestido blanco que Pepa le había llevado esa mañana, junto con las cartas dobladas dentro del tejido.
39:16Al ver a Adriana entre la multitud, con la mano de Rafael sosteniéndola por la espalda, esbozó una sonrisa débiles.
39:25El juez leyó los cargos con voz monótona.
39:28Sacrilegio.
39:29Robo de un objeto de culto.
39:31Desobediencia a la autoridad.
39:33Cada palabra era un golpe.
39:36Cuando terminó, el murmullo de la multitud se hizo más intenso.
39:41Antes de dictar sentencia, dijo entonces, se ha solicitado la palabra por parte de varios vecinos.
39:49El capitán Escobedo ha insistido en que se les escuche.
39:53Este tribunal accederá, con la condición de que se mantenga el orden.
39:59Escobedo dio un paso adelante.
40:00Su señoría, empezó, este no es un caso cualquiera.
40:07No estamos ante una delincuente habitual, sino ante una mujer que, durante años, ha sostenido a medio valle con su trabajo.
40:14Que ha dado de comer a quien no podía pagar.
40:19Que ha evitado que muchas jóvenes acabaran en la calle.
40:24Y que, sí, tomó una decisión equivocada.
40:28Pero no movida por el odio a Dios, sino por el miedo a un hombre.
40:31Alejo fue el siguiente en hablar.
40:36Su voz, aunque temblorosa, resonó clara.
40:39El dueño de la talla que se dice profanada es el mismo que ha usado la fe como excusa para humillar, expulsar y condenar.
40:47Declaró.
40:47Yo he sido parte de ese sistema.
40:51Me he callado cuando veía injusticias.
40:53Y hoy, me niego a seguir callando.
40:57Se volvió hacia la multitud.
40:59Si vais a condenar a Luisa.
41:01Añadió.
41:02Que sea sabiendo que su único crimen ha sido no soportar más la opresión.
41:06Y que quien debería responder por este valle ante Dios, lleva años escondiendo su propia culpa detrás de imágenes y altares.
41:17El murmullo se hizo más intenso.
41:19El juez golpeó la mesa con el mazo.
41:21Basta.
41:22Ordenó.
41:25Esto no es una plaza pública, es un tribunal.
41:28Las cartas que Pepa y Adriana habían recogido se entregaron al escribano.
41:32Este las leyó por encima, frunciendo el ceño al encontrarse con testimonios que no hablaban de sacrilegios ni delitos, sino de favores, generosidad, noches de frío en las que Luisa había abierto las puertas de su casa para medio pueblo.
41:50El juez volvió a tomar la palabra.
41:52Este tribunal reconoce la gravedad del delito de sacrilegio.
41:56Empezó.
41:59Pero también toman cuenta las circunstancias.
42:01El objeto no fue profanado ni destruido, solo ocultado.
42:07La intención, aunque errónea, no era ofender a Dios, sino escapar de la opresión de un hombre.
42:15Eso no la exime de culpa ante la ley, pero sí atenúa su responsabilidad.
42:20Un silencio tensó el aire.
42:23Por tanto, continuó, este tribunal decide conmutar la pena de muerte por la de exilio forzoso.
42:29Luisa deberá abandonar el valle en un plazo de 24 horas y no podrá regresar jamás.
42:38Cualquier intento de volver será considerado desacato y castigado con la máxima dureza.
42:43Hubo un murmullo de alivio y de horror mezclados.
42:48Adriana se llevó la mano a la boca, sin saber si llorar de alegría o de tristeza.
42:54Peppa apretó los ojos, dejando escapar las lágrimas que se había contenido hasta entonces.
42:59Luisa, en cambio, cerró los ojos un segundo, como si saboreara aquella palabra, exilio.
43:09No era libertad, pero era vida.
43:11No era regreso, pero era posibilidad.
43:14¿Y dónde se supone que iré?
43:16Preguntó al juez, con una calma sorprendente.
43:19Eso ya no incumbe a este tribunal.
43:23Respondió él.
43:24Te entregarán un salvoconducto para cruzar las tierras del ducado sin ser molestada.
43:31A partir de ahí, será cosa tuya.
43:34Adriana se abrió paso entre la gente hasta alcanzar el perímetro marcado por los guardias.
43:38Te vas a ir viva, le dijo, con voz entrecortada.
43:45Y algún día, aunque no sea aquí, te veré reír otra vez.
43:51Te lo prometo.
43:52Luisa la miró, con los ojos llenos de una gratitud que no necesitaba palabras.
43:59Cuida de ese niño, le pidió, que nazca sabiendo que hubo mujeres que lo dieron todo para que creciera en un lugar menos injusto.
44:06Rafael se acercó, tendiéndole la mano a través del espacio que les separaba.
44:13No sé si algún día podré perdonarme no haber hecho más por ti antes, dijo.
44:19Pero, allá donde vayas, si alguna vez necesitas algo, manda una carta.
44:25No importa cuántos años pasen.
44:28Peppa la abrazó breve, aprovechando un descuido del guardia.
44:32Tú no terminas aquí, susurró.
44:36Solo terminas en este valle.
44:39Y créeme, no es tan gran pérdida.
44:42Luisa rió entre lágrimas.
44:45Siempre supiste poner las cosas en su sitio, Peppa.
44:49Alejo la miró por última vez.
44:51Había tomado una decisión.
44:54Si quisieras, empezó, podría acompañarte.
44:57Podríamos empezar de cero en otro lugar.
44:59Ella lo miró largamente.
45:03Vio al hombre que había amado, al que la había decepcionado, al que ahora estaba dispuesto a dejarlo todo.
45:11Y, sin embargo, también vio la sombra de este valle pegada a su piel.
45:15No, respondió al fin, con dulzura.
45:21Este es un camino que tengo que hacer sola.
45:23Tú, tienes que quedarte y hacer aquí lo que no hiciste antes.
45:27Cambiar algo, aunque sea un poco.
45:31Alejo asintió, tragándose el nudo en la garganta.
45:37Entonces, vete.
45:39Dijo, antes de que me arrepienta de dejarte marchar.
45:41El sol empezaba a ponerse cuando una carreta modesta se detuvo a la salida del valle.
45:48Con una pequeña maleta, el vestido blanco entre las manos y las cartas guardadas como tesoro, Luisa subió sin mirar atrás.
45:58Solo cuando la carreta empezó a avanzar se permitió una última mirada.
46:02Vio a Adriana y Rafael abrazados, a Peppa junto a Mercedes, alejo un poco más atrás, con las manos en los bolsillos, inmóvil.
46:11A cada traqueteo, la casa pequeña, la plaza, la cárcel y los viejos olivos se iban quedando atrás.
46:22No sabía qué encontraría al otro lado, pero sabía que, al menos, la vida continuaba.
46:30En ese mismo instante, en la casa grande, Irene se sentaba sola en el borde de la cama, con la cabeza entre las manos.
46:37Había confesado, había perdido algo irremediable con Bárbara, y, sin embargo, también sentía que una parte de sí misma respiraba por primera vez en mucho tiempo.
46:49Leonardo entró, cerrando la puerta atrás de sí.
46:54Bárbara ha hablado conmigo, dijo.
46:57Sé que ya lo sabe todo.
47:00Irene asintió, sin levantar la vista.
47:03Lo siento, susurró.
47:05No por haber sido honesta, sino por no haber sido valiente antes.
47:09Él se acercó, se arrodilló a sus pies.
47:14No sé qué va a pasar ahora, admitió.
47:17No sé si nuestro matrimonio sobrevivirá a esto, si mi amistad con Bárbara,
47:22si cualquiera de las cosas que dábamos por sentadas seguirá en pie mañana.
47:28Alzó la mirada, encontrándola de ella.
47:31Lo único que sé, continuó, es que estoy cansado de mentir.
47:35A ti, a ella, a mí mismo.
47:39Quizás, quizá este sea el principio del fin, o el principio de otra cosa.
47:46Irene lo escuchó, sintiendo que, en el Valle Salvaje,
47:50esa semana se habían cerrado demasiados capítulos.
47:55El de Luisa, con su carreta alejándose hacia un exilio incierto.
47:59El de una amistad rota por un beso.
48:01El de una mujer que se atrevía, por fin, a decirle a la duquesa que no era propiedad de nadie.
48:11La confesión de Irene y el final de Luisa, pensó, con una ironía triste.
48:16Dos mujeres, dos decisiones.
48:19Una que se iba para seguir viva.
48:23Otra que se quedaba, pero decidía dejar de esconder aquello que la estaba matando en secreto.
48:30Fuera, el valle empezaba a oscurecerse, como si el día hubiera sido demasiado largo incluso para el sol.
48:36Pero, entre las sombras, quedaban pequeñas luces.
48:42Una promesa de futuro en el vientre de Adriana, el coraje recién descubierto de Matilde,
48:47la determinación de Mercedes de no dejarse manejar, la conciencia despierta de Alejo.
48:52Y, en algún camino polvoriento, una carreta avanzaba hacia lo desconocido con una mujer erguida,
49:00sosteniendo un vestido blanco contra el pecho, decidida a que su historia no terminara en una celda,
49:06ni en una tumba anónima, sino en algún lugar donde su nombre no fuera sinónimo de sacrilegio, sino de resistencia.
49:22Gracias.
Sé la primera persona en añadir un comentario
Añade tu comentario

Recomendada