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̀Valle Salvaje capítulo 303: Malas noticias sobre Luisa
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CortometrajesTranscripción
00:00Malas noticias sobre Luisa en Valle Salvaje, avance del capítulo 303, 25 de noviembre.
00:19Adriana encuentra inconsciente a Luisa en la cárcel. Está muerta, mañana en Valle Salvaje.
00:25La noche se había posado sobre el valle como un peso húmedo y oscuro, de esos que no
00:33dejan respirar. Sobre la casa pequeña flotaba un silencio extraño, apenas roto por el crepitar
00:42del fuego en la chimenea y el murmullo lejano de los animales en los corrales. Adriana,
00:50sentada en el borde de la cama, se sujetaba el vientre con las dos manos como si temiera
00:54que el miedo pudiera arrancarle de dentro al hijo que esperaba.
01:01Las palabras de Atanasio seguían martilleándole la cabeza como un eco cruel. Podría enfrentarse
01:07a la pena de muerte por el robo de la talla sagrada.
01:13Desde entonces, el tiempo parecía haberse roto. Rafael caminaba de un lado a otro de
01:18la habitación, con las manos enlazadas tras la espalda, como si necesitara contener la
01:23rabia para no salir corriendo a derribar las puertas de la cárcel con sus propias manos.
01:28No voy a permitirlo, gruñó por fin, frenándose junto a la ventana, desde donde se veía la silueta
01:37lejana del palacio.
01:41No voy a dejar que la maten como si fuera una criminal. Luisa es, se le quebró la voz.
01:47Es familia, Adriana. Ella levantó la mirada, cansada, con los ojos rodeados de ojeras violáceas.
01:59Y no estás solo en esto. Susurró. Pero no podemos luchar a ciegas. Necesitamos algo más que rabia.
02:09Necesitamos a alguien dentro. El nombre que ninguno quería pronunciar se deslizó entre ellos
02:14como una sombra. Victoria. En el palacio, la duquesa no dormía. No por remordimiento,
02:23sino porque la venganza le exigía lucidez. En su escritorio se amontonaban mapas de las
02:30tierras, contratos, notas con caligrafías diversas. Entre todas ellas destacaba un
02:38documento recién firmado por Atanasio, donde confirmaba nuevas particiones de terrenos,
02:43y una oferta muy concreta. Mercedes se negará. Comentó Francisco, de pie frente al escritorio,
02:54con las manos entrelazadas. Es más leal de lo que usted cree, señora. Su alianza con Damason no
03:03es solo una cuestión de tierras. Victoria alzó la vista, con una sonrisa aladeada que no llegaba a
03:11los ojos. Todo el mundo tiene un precio, Francisco. Y cuando no es dinero, es miedo. O amor. Y si se
03:21mantiene firme. Insistió él. La duquesa se reclinó en la silla, jugueteando con el sello ducal entre los
03:28dedos. Entonces haré lo que mejor se me da. Usar la verdad como un cuchillo. Murmuró. Damason tiene
03:38derecho a saber que Mercedes negocia a sus espaldas. Y cuando lo sepa, la confianza entre ellos será la
03:47primera en morir. Francisco sintió un escalofrío. Sabía que la duquesa era peligrosa, pero había algo
03:56en su voz, una frialdad casi clínica, que lo inquietaba de una forma nueva.
04:00Me ha pedido que le informe de, todo lo que ocurra en el palacio, recordó, con cautela.
04:12Ese, todo, incluye también lo que pase en la casa pequeña. Incluye especialmente la casa
04:18pequeña. Respondió Victoria, clavándole la mirada.
04:21Quiero saber cada movimiento de Rafael, cada suspiro de Adriana, cada decisión de Atanasio.
04:33Y si ve a Pepa merodeando más de la cuenta. También quiero saberlo. El nombre de Pepa lo
04:39desarmó por dentro. La imagen de la mujer, riendo en la cocina mientras amasaba pan,
04:46se le apareció tan nítida que tuvo que carraspear para no delatarse.
04:53No soy espía, señora. Soy administrador. Victoria soltó una risa breve y seca. En este palacio
05:01todos somos espías de algo o de alguien, Francisco. Algunos lo admitimos, otros prefieren engañarse.
05:11Él bajó la cabeza, sintiéndose atrapado entre su deber y una lealtad nueva,
05:16frágil, que había empezado a nacer en tardes de confidencias con esa mujer que olía a pan caliente
05:22y a honestidad. En la casa grande, más allá del brillo de los candelabros y del eco de los pasos
05:30sobre el mármol, se libraba otra batalla, mucho más silenciosa. Bárbara se encontraba en su habitación,
05:40de pie frente al espejo, con el vestido todavía medio a botonar.
05:47Tenía los ojos hinchados de llorar. Sobre la cómoda, una carta sin terminar y hacía arrugada,
05:53testigo mudo de un intento de explicación que no encontraba palabras.
05:56Detrás de ella, Irene observaba su reflejo con el gesto contraído.
06:04Te he dicho la verdad porque eres mi amiga. Balbuceo.
06:11Porque no podía seguir mirándote a los ojos sin confesártelo. Bárbara apretó los labios.
06:16La verdad, repitió, con una risa amarga. La verdad sería que nada ha cambiado,
06:25que Leonardo sigue siendo el hombre con el que yo iba a casarme, y tú mi amiga de toda la vida.
06:33Pero eso ya no es verdad, no. Yo no he elegido sentir esto. Se defendió Irene.
06:38Ha ocurrido, después del viaje a Burgos, después de verle arriesgar la vida por todos nosotros.
06:50Tampoco yo elegí enamorarme de él en medio de este infierno. Respondió Bárbara, volviéndose al fin.
06:59Pero lo hice, y ahora resulta que lo único que se me pide es que sea comprensiva,
07:03generosa, que acepte que mi prometido también es el hombre que tú.
07:08No pudo seguir. Irene se acercó un paso, con los ojos llenos de lágrimas.
07:15Te lo diré a Leonardo. Prometió.
07:20Se lo confesaré todo. Mereces saberlo él también. Si me rechaza, lo aceptaré.
07:25Si decide casarse contigo, no volveré a verlo.
07:31Pero no podía seguir escondiéndotelo. Bárbara tragó saliva, sintiendo que el suelo se movía bajo sus pies.
07:38Ve, dijo al fin, con la voz rota, díselo, pero luego no me pidas que vuelva a mirarte igual.
07:50Leonardo no supo en qué momento exacto su vida se convirtió en un laberinto sin salida.
07:54Solo sabía que llevaba días durmiendo mal, despertándose con el eco de dos nombres en la boca, Bárbara e Irene.
08:05Cuando Irene se plantó frente a él en el corral, con el viento alborotándole el pelo y los ojos ardiendo de valentía, él intuyó que aquella conversación no sería una más.
08:17Leonardo, empezó ella, sin rodeos. He venido a decirte algo que debería haber dicho antes.
08:30Él dejó el látigo a un lado y se apoyó en la valla, intentando mantener la calma. Te escucho.
08:36La confesión cayó como una piedra en un estanque quieto. Palabras sobre sentimientos nacidos en Burgos, sobre miradas contenidas, sobre la imposibilidad de seguir fingiendo.
08:49Cuando Irene terminó, el silencio que los envolvió fue casi insoportable.
08:57No deberías haberme dicho esto. Murmuró él, con el ceño fruncido.
09:03No cuando estoy prometido con Bárbara, no cuando aquí cada paso nuestro es observado, juzgado. Usado en nuestra contra.
09:11Precisamente por eso tenía que saberlo, insistió Irene, para que seas tú quien elija, no las circunstancias.
09:24Leonardo cerró los ojos un instante. Vio el rostro dulce de Bárbara, su fragilidad enmascarada tras una elegancia aprendida, su fe en él como única tabla de salvación en aquella casa envenenada.
09:35Y vio también a Irene, la amiga leal, la que reía con libertad donde otros susurraban por miedo.
09:48No soy un hombre libre. Dijo por fin. Aquí nos elige. Aquí se obedece.
09:53Como si el destino hubiera estado esperando esa frase, el sonido seco de unos pasos resonó a sus espaldas.
09:59Muy bien dicho, capataz. Intervino la voz firme de José Luis. En esta casa no se elige.
10:12Se cumple con el deber. Los tres se giraron. El duque los observaba con una mezcla de severidad y fastidio.
10:18La boda se celebrará. Anunció, sin rodeos. Cueste lo que cueste. Bárbara, que había seguido a Irene a cierta distancia, escuchó esas palabras desde el umbral del patio.
10:36Sintió que algo dentro de ella se quebraba para siempre. Mientras tanto, en la casa pequeña, el cansancio empezaba a cobrar factura.
10:44Adriana intentó levantarse de la silla, pero un mareo la obligó a apoyarse en la mesa.
10:55Pepa, que estaba doblando ropa cerca de la ventana, dejó lo que hacía y corrió a sostenerla.
11:04Siéntate, niña, por el amor de Dios, exclamó. No puedes seguir así. Llevas días sin dormir, casi sin comer.
11:14No es bueno ni para ti ni para el bebé. No puedo descansar sabiendo que Luisa está en ese lugar. Protestó Adriana, con un hilo de voz.
11:23Y si esta noche, y si la ejecutan sin avisarnos siquiera. No la van a ejecutar de un día para otro. Intervino Rafael, que acababa de entrar, aunque la firmeza de sus palabras se vio traicionada por la tensión en su rostro.
11:39Antes tiene que haber juicio. Eso dijo Atanasio. Y también dijo que, muchos mueren antes de ser juzgados, recordó Adriana, con los ojos llenos de angustia.
11:52De hambre, de enfermedad, de abandono. La sola imagen de Luisa, pequeña y terca, encerrada entre muros húmedos, le apretó el pecho con una fuerza insoportable.
12:06Recordó sus risas en la cocina, sus discusiones, las noches en que habían compartido confidencias bajo la misma manta cuando el frío calaba hasta los huesos.
12:18Tengo que verla. Sentenció. Si no me dejan sacarla de ahí, al menos quiero que sepa que no está sola.
12:30Rafael vaciló. La cárcel no es lugar para ti. La cárcel tampoco es lugar para una muchacha que solo quiso proteger una talla a la que todos veneran. Replicó Adriana.
12:40Si no voy yo, ¿quién irá? ¿Atanasio? Está desbordado. Rafael. Victoria lo tiene atado de pies y manos.
12:54El nombre del secretario del duque flotó sobre la mesa como un recordatorio incómodo.
12:58En el despacho de Atanasio, el caos era casi físico. Pergaminos, notas, cartas con el sello ducal y el de la Santa Hermandad se amontonaban sin orden aparente.
13:15El hombre, con las ojeras hundidas y la camisa arrugada, escribía sin descanso. Matilde lo miraba desde la puerta, abrazándose a sí misma.
13:24Vas a matarte. Dijo, al fin, y de paso, vas a matarnos a los dos. No puedo dejar nada sin revisar. Murmuró él, sin levantar la vista.
13:41Victoria quiere informes de todo. De la cárcel, de las tierras, de las cuentas, y Rafael quiere una solución para Luisa. Añadió Matilde con suavidad.
13:54Y Adriana. Adriana está al borde del colapso. Atanasio dejó caer la pluma, cubriéndose el rostro con las manos.
14:04Lo sé. Confesó, lo sé mejor que nadie. Pero la Santa Hermandad no cede fácilmente.
14:12Hablan de sacrilegio, de ejemplo público. Como si la vida de una muchacha fuera una moneda con la que comprar miedo.
14:18Matilde se acercó y le tomó las manos. Escúchame bien. Susurró. No te pedí que lucharas contra el mundo entero.
14:32Solo te pedí que no te convirtieras en otro instrumento del miedo. Él la miró, con los ojos enrojecidos.
14:38¿Crees que no me atormenta? Preguntó, con amargura. Cada vez que firmo un papel, me pregunto a quién estoy condenando sin saberlo.
14:50Entonces deja de firmar a ciegas. Respondió ella. Habla con Rafael. Habla con Adriana.
15:01Habla con la única parte de ti que todavía recuerda por qué decidiste aceptar este cargo.
15:08Matilde dudó un instante. Antes de añadir, en voz baja, y si no lo haces por ellos, hazlo por nosotros.
15:15No quiero un futuro junto a un hombre que solo obedece órdenes y calla. Tengo miedo, Atanasio.
15:26Miedo de que un día ya no reconozca al hombre al que. Se interrumpió, ruborizada.
15:34Al hombre al que he empezado a querer. La declaración, tan torpe como sincera, atravesó las defensas del secretario.
15:41Se levantó despacio y la estrechó contra sí, apoyando la barbilla en su cabello. Te juro que haré todo lo que esté en mi mano. Prometió.
15:52Pero hay fuerzas aquí que ni siquiera yo comprendo. Esas fuerzas tenían nombre y apellidos.
16:03Una de ellas, Damaso, caminaba por el corredor principal del palacio como si fuera un escenario preparado para su entrada.
16:10Victoria lo esperaba al pie de las escaleras, con el mentón alzado. Vaya, el hombre que se cree dueño del valle. Lo saludó, con una sonrisa cargada de veneno.
16:23¿Qué viento de rencor te trae hoy a mis dominios? Él se detuvo frente a ella, cruzando los brazos.
16:32El viento de la verdad. Replicó. Mercedes no es tan ingenua como crees. Sabía que intentarías comprarla.
16:43La duquesa arqueó una ceja. Y aún así eligió seguir contigo. Qué conmovedor. El amor, la lealtad, todas esas cosas tan frágiles.
16:53Me pregunto cuánto durarán cuando se entere de que tú solo la ves como una pieza más en tu tablero.
17:04Los ojos de Damaso brillaron un instante. Tú también fuiste una pieza. Escupió. La diferencia es que yo ya no juego a tu juego.
17:15Victoria dio un paso adelante. Tú y yo fuimos algo más que piezas. Y lo sabes. Susurró, bajando la voz.
17:23En algún lugar, bajo toda esa rabia, todavía queda algo de lo que fuimos. Déjalo salir, Damaso.
17:36Para por una vez antes de cruzar una línea de la que no puedas volver. Él la miró largo rato, y por un fugaz segundo algo parecido a la nostalgia cruzó su rostro.
17:45Pero se apagó enseguida. Lo único que queda de lo que fuimos. Dijo al fin. Es la certeza de que no volveré a dejar que me manejes.
17:56Terminaré lo que empecé. Y si para eso tengo que destruirte, lo haré. Victoria sostuvo su mirada, con una calma que parecía inhumana.
18:07Entonces ve con cuidado. Advirtió. Porque cuando se juega con fuego, uno nunca sabe quién arderá primero.
18:20Más tarde, cuando José Luis lo llamó a su despacho, la tensión seguía flotando en el ambiente.
18:25Tus movimientos empiezan a inquietarme. Admitió el duque, apoyando los codos sobre la mesa.
18:37Tu influencia sobre Alejo y Rafael es demasiado grande. Podrías convertirte en un problema real.
18:46Damaso se inclinó hacia él, con una sonrisa helada.
18:49Ya soy un problema real. Corrigió.
18:54Y lo sabes. Te recuerdo que esta casa sigue siendo mía. Respondió José Luis, irritado.
19:04Y mis hijos también. Damaso rió, pero sin alegría. Tus hijos. Saboreó las palabras.
19:13Sabes lo que te juegas al desafiarme, José Luis. Y no hablo solo de tierras ni de títulos.
19:19El duque sintió un escalofrío que no quiso admitir. Había secretos compartidos entre ambos que, de salir a la luz, harían temblar no solo el palacio, sino todo el valle.
19:34Lejos de esos juegos de poder, en la cocina, Pepa y Francisco intentaban encontrar un espacio donde el mundo no doliera tanto.
19:42Él había bajado para revisar unas cuentas, o eso se dijo a sí mismo. Pero en realidad había bajado porque sabía que a esa hora ella estaría allí, removiendo un puchero o amasando pan, luchando contra la adversidad con harina en las manos.
19:59Huele bien, comentó, inhalando el aroma caliente que llenaba la estancia. Es un guiso sencillo. Respondió ella, sin volverse.
20:11Lo único que puedo ofrecer cuando el dinero no alcanza para lujos. Pero al menos calienta el estómago. Y a veces también el alma.
20:24Francisco sonrió, a pesar de todo. Hay almas en este lugar que necesitan mucho más que un guiso caliente.
20:30Pepa dejó la cuchara y se giró hacia él. Me han dicho que la duquesa le ha pedido que le informe de, todo lo que ocurra en el palacio, dijo, sin rodeos.
20:46También de lo que se cocina aquí. Él vaciló. No es tan simple. Nunca lo es. Suspiró ella.
20:53Pero hay cosas que uno no puede vender, por mucho que se lo ordenen. La dignidad, por ejemplo.
21:05O la confianza. Francisco bajó la mirada. Si no le doy información a ella, alguien lo hará en mi lugar.
21:15Y quizá lo haga peor. Y si se la das tú, ¿quién nos protege a nosotros? Preguntó Pepa.
21:23A los que no tenemos títulos ni apellidos, solo manos gastadas y miedo en el cuerpo.
21:32Él la miró a los ojos, y en ese cruce silencioso entendió que estaba en una encrucijada.
21:40Haré lo que pueda. Prometió. No voy a entregar a nadie a los lobos. Al menos, no sin luchar antes.
21:46Pepa asintió, sin sonreír, pero en sus ojos apareció un destello de gratitud. Eso ya es mucho. Murmuró.
21:56En este valle, cualquiera que decida luchar por algo que no sea su propio beneficio es casi un milagro.
22:09La mañana siguiente amaneció gris y baja, como si el cielo mismo se hubiera decidido a guardar luto por anticipado.
22:15Adriana subió al carro con la ayuda de Rafael y Pepa. Atanasio, pálido y agotado, esperaba junto a los caballos.
22:26He conseguido un permiso de visita, informó. Muy breve, el capitán de la Santa Hermandad no estaba de buen humor, pero, se interrumpió, encogiéndose de hombros.
22:43Hice valer lo poco que me queda de autoridad. Gracias, dijo Adriana, mirándolo con sincero agradecimiento.
22:50No lo olvidaré. Rafael apretó la mano de su esposa. Si ves que te mareas, te sientas.
23:02Si sientes algo raro, me lo dices enseguida. Ella sintió, aunque sabía que, una vez frente a Luisa, se olvidaría de sí misma.
23:11El camino hasta la cárcel se hizo eterno. A cada bache, Adriana sentía como su cuerpo protestaba, pero se aferraba al banco del carro con una determinación casi feroz.
23:24En su mente, solo una imagen. Los ojos de Luisa apagándose en una celda fría, sin una mano amiga que la sujetara.
23:38Al llegar, el olor a humedad y a hierro oxidado le golpeó como una bofetada. La piedra oscura de los muros parecía absorber la luz del día.
23:46El capitán de la santa hermandad los recibió en el patio interior, con el rostro pétreo.
23:57¿Han venido a ver a la muchacha del sacrilegio? Dijo, sin saludo. No puedo permitirles más de unos minutos.
24:07Y no esperen encontrarla en buen estado. Adriana sintió que el corazón se le encogía.
24:12¿Qué le han hecho? Aquí no hace falta hacer mucho. Respondió el capitán, encogiéndose de hombros.
24:24El frío, la comida escasa, la falta de esperanza. Muchos mueren antes de ser juzgados.
24:30Es la voluntad de Dios. No confunda crueldad con voluntad divina. Replicó Adriana, con una firmeza que sorprendió incluso a Atanasio.
24:45Dios no necesita cárceles húmedas ni sogas para hacerse respetar. El capitán la miró con un destello de irritación, pero terminó apartándose.
24:53Síganme. Los pasillos eran estrechos y oscuros. A medida que avanzaban, el aire se volvía más denso, cargado de sudor, miedo y resignación.
25:10Algunas manos se aferraban a los barrotes al verlos pasar, como si presintieran en ellos una posibilidad de salvación que no llegaría.
25:17Cuando se detuvieron frente a una celda, Adriana sintió que las piernas le temblaban.
25:28Aquí la tienen, gruñó el capitán. Durante un instante, no reconoció a la figura encogida en el rincón, envuelta en una manta sucia.
25:37El cabello, antes trenzado con orgullo, colgaba en mechones desordenados. La piel, siempre morena y viva, parecía ahora de un tono ceniciento.
25:53Luisa, susurró. No hubo respuesta. Adriana se acercó a los barrotes, agarrándolos con fuerza.
26:00Luisa, soy yo, soy Adriana, he venido. La muchacha no se movió. Atanasio hizo una señal guardia, que abrió la puerta de mala gana.
26:15Solo unos minutos, advirtió, y no me hago responsable si se desmaya. A veces la impresión.
26:24Adriana no esperó a que terminara. Entró en la celda, arrodillándose junto a la figura inmóvil.
26:30Luisa, por favor, mírame. Entonces la vio. Los ojos de la muchacha estaban abiertos, pero parecían mirar a través de ella.
26:43El brillo que siempre los había caracterizado se había apagado, sustituido por una niebla densa.
26:48No quiero comer. Murmuró, casi para sí misma. Es perder el tiempo. No van a sacarme de aquí.
27:00Mejor que acabe cuanto antes. El corazón de Adriana se rompió en mil pedazos. No digas eso. Rogo.
27:07Estamos luchando por ti. Rafael, Atanasio, todos, ¿luchar? Luisa soltó una risita amarga, que se convirtió en un ataque de tos.
27:18Ellos luchan ahí fuera, en salones calientes. Aquí dentro solo se espera. No estás sola. Insistió Adriana, tomando sus manos, que ardían de fiebre.
27:32¿Tienes a tu hijo? ¿Piensas rendirte antes de conocerle? Por un segundo, en medio de la niebla, algo pareció encenderse en los ojos de Luisa.
27:43Mi hijo, repitió, en un susurro. Evaristo, las lágrimas de Adriana cayeron sobre las manos de la muchacha.
27:57Sí, Evaristo te espera, te necesita, y yo también. No puedes dejarme sola en esta casa llena de locos y de nobles que juegan a ser dioses.
28:05El cuerpo de Luisa tembló. Estoy cansada. Admitió, tan cansada. Apóyate en mí. Pidió Adriana.
28:18Hazlo solo un poco más. Te prometo que no voy a dejar que esto termine así. Luisa quiso responder, pero la voz se le perdió.
28:28Sus ojos se cerraron lentamente, como si un peso invisible los empujara hacia abajo.
28:36El cuerpo se le fue hacia adelante, y Adriana apenas tuvo tiempo de sostenerla antes de que su cabeza golpeara el suelo.
28:45Luisa. Gritó. El eco de su voz resonó en el pasillo. El capitán apareció en la puerta, frunciendo el ceño.
28:56¿Qué sucede? Se ha desmayado. Jadeó con acento agudo Adriana. Traigan a un médico, ahora mismo.
29:06El capitán bufó. Aquí no tenemos médicos para cada desfallecimiento. Si se muere, se muere.
29:15Adriana se levantó con una fuerza que nadie esperaba de una mujer en su estado. Si se muere en mis brazos, juro que no dejaré que su muerte sea silenciosa. Rugió.
29:24Juro que haré que todo el valle sepa lo que pasa entre estos muros. Y cuando se pregunten quién firmó los papeles y quién miró hacia otro lado, su nombre será el primero en salir a la luz.
29:38El hombre la miró, desconcertado por aquella furia que no parecía de este mundo. Está bien. Cedió, con un gruñido.
29:49Llamaré al médico de la guarnición. Pero si él dice que no hay nada que hacer, mientras respire, hay algo que hacer. Cortó Adriana, volviendo a arrodillarse junto a Luisa.
30:02Atanasio había presenciado la escena desde el umbral, con el rostro desencajado. Se acercó despacio.
30:11La fiebre es alta. Murmuró, tocándole la frente. Y está muy debilitada. ¿Lo ves? Dijo Adriana, mirándolo con desesperación.
30:26Esto es lo que significa, pena de muerte, para ellos. No necesitan una soga. Solo encierren a alguien aquí dentro y esperen.
30:34Atanasio tragó saliva. Hablaré otra vez con Victoria. Prometió. ¿Y con quién haga falta?
30:46No puedo. No quiero ser cómplice de esto. Adriana apenas lo escuchaba. Se había quedado meciendo el cuerpo de Luisa, como si fuese una niña enferma.
30:55No te vayas. Susurraba una y otra vez. No te vayas, por favor. En la casa pequeña, al caer la tarde, Evaristo empezó a llorar sin motivo aparente.
31:11Pepa lo alzó en brazos, acunándolo, pero el niño sollozaba con una angustia que parecía demasiado grande para su pequeño pecho.
31:18Tranquilo, mi vida. Murmuró. Mamá volverá. No te va a dejar.
31:27Mercedes, que había ido a hablar con ella sobre sus dudas respecto a Atanasio, se quedó mirando la escena con un nudo en la garganta.
31:37Los niños sienten cosas que nosotros no entendemos, dijo en voz baja. Como si tuvieran un hilo invisible que los une a sus madres.
31:45Pepa besó la frente del niño. Pues que ese hilo sea lo bastante fuerte para traer a Luisa de vuelta. Susurró.
31:58Porque si la perdemos a ella, no sé quién de nosotros va a seguir creyendo que todavía hay justicia en este valle.
32:07Mercedes desvió la mirada hacia la ventana, donde el cielo empezaba a teñirse de rojo.
32:15Pensó en Damaso, en la alianza que la unía a él, en la mirada de Atanasio cuando Matilde le hablaba de futuro, en los enredos de la casa grande.
32:27Todo le pareció de repente insignificante frente a esa imagen. Un niño llorando por una madre que quizá estaba a punto de apagar su última chispa de vida en una celda fría.
32:36Si hay algo que pueda hacer. Empezó. Pepa la miró fijamente. Tú tienes más poder del que crees. Le recordó.
32:46Tal vez no en los papeles, pero sí en los corazones de los que todavía no se han vendido del todo.
32:58Habla con Damaso. Habla con quien haga falta. Solo no te quedes quieta. Esa misma noche, en el despacho de Rafael, un mensajero llegó empapado por la lluvia, con el rostro desencajado.
33:09Traigo noticias de la cárcel. Jadeó con acento agudo, entregándole una nota. Rafael rompió el sello con manos temblorosas.
33:21Leyó una vez, dos, tres, como si las palabras no quisieran entrar del todo en su cabeza.
33:34¿Qué pasa? Preguntó Pepa, que acababa de entrar tras él. Él levantó la vista, pálido.
33:43Luisa. Logró decir, Luisa ha perdido el conocimiento. La fiebre no baja, no saben si.
33:52No pudo terminar la frase. Pepa se llevó la mano a la boca. ¿Y Adriana? Sigue allí con ella. Respondió Rafael, con un hilo de voz.
34:04Atanasio dice que no quiere moverse del lado de la celda. El médico aún no sabe si pasará la noche.
34:12Un silencio espeso llenó la habitación. No puede morir así. Susurró Rafael, apretando el papel hasta arrugarlo.
34:21No después de todo lo que hemos hecho, de todo lo que hemos soportado. Pepa dio un paso hacia él y, sin decir nada, le tomó la mano.
34:30Mientras respire, hay esperanza. Repitió las palabras de Adriana, como si fueran una oración.
34:42Y mientras haya esperanza, seguiremos luchando. Rafael cerró los ojos, aferrándose a esa frase como a un salvavidas en medio del naufragio.
34:51Fuera, la lluvia golpeaba los tejados de la casa pequeña y del palacio por igual, sin distinguir títulos ni pecados.
35:01En la celda húmeda, la respiración de Luisa era apenas un susurro, pero existía.
35:10Y en cada latido débil, en cada lágrima de Adriana, en cada decisión que los demás tomarían en las próximas horas,
35:17se estaba escribiendo el capítulo más oscuro, y quizá el más decisivo, de Valle Salvaje.
35:22Porque a veces, justo cuando todo parece perdido, es cuando la historia decide si va a convertirse en tragedia sin remedio,
35:33o en un milagro que nadie se atrevía ya a esperar.
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