El segundo vídeo muestra la prueba del alce, un exigente test de cambio de carril que mide la estabilidad del vehículo ante maniobras bruscas. Los resultados vuelven a ser contundentes: el Golf II apenas alcanza los 65 km/h antes de perder el control, mientras que el Golf VIII mantiene la trayectoria hasta los 75 km/h, gracias al control de estabilidad (ESP) y al avanzado diseño de suspensión. La diferencia se traduce en 30% menos de distancia de frenado y una respuesta mucho más predecible ante el riesgo.
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