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#ValleSalvaje #capítulo294He #venido
Avance ‘Valle Salvaje’: “He venido a vengarme”, la confesión de Dámaso que impacta a José Luis, en el capítulo 294 (12 de noviembre)
Avance del capítulo 294 de ‘Valle Salvaje’, que se emite este miércoles 12 de noviembre en La 1. Dámaso pone contra las cuerdas a Victoria y José Luis con su declaración más directa. Con vídeo incluido.
Amaneció con una claridad engañosa, de esas que lavan las fachadas y sin embargo no tocan las salas en las que el aire pesa más que las cortinas. En la Casa Grande, ...
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Transcripción
00:00Avance Valle Salvaje. He venido a vengarme, la confesión de Damaso que impacta a José Luis,
00:16en el capítulo 294, 12 de noviembre. Avance del capítulo 294 de Valle Salvaje,
00:25que se emite este miércoles 12 de noviembre en la 1. Damaso pone contra las cuerdas a Victoria y José
00:34Luis con su declaración más directa. Con vídeo incluido, amaneció con una claridad engañosa,
00:42de esas que lavan las fachadas y sin embargo no tocan las salas en las que el aire pesa más que
00:47las cortinas. En la casa grande, la luz entraba a chorros por los ventanales, pero nada podía con
00:55la sensación de que todo, absolutamente todo, estaba por quebrarse. El valle parecía contener
01:02el aliento. Hasta los pájaros volaban en círculos sobre los olmos, incapaces de decidirse por una
01:08dirección. Era miércoles 12 de noviembre, y ese detalle menor, una fecha más en un calendario
01:16que siempre marcaba desgracias y bodas, terminaría siendo recordado como el día en que la verdad se
01:22presentó sin pedir permiso. Victoria despertó antes que nadie. No lo llamó insomnio. Fue la
01:29certeza de que el pasado había aprendido a caminar en silencio y ahora subía sus escaleras con botas
01:34de cazador. Paseó por su dormitorio como una reina que mide el territorio que aún le queda,
01:41tocando con la yema de los dedos los respaldos, las molduras, el borde del espejo que la devolvía
01:47más pálida, con la boca hecha de hierro. Se había prometido no caer en supercherías,
01:54y sin embargo aquel espejo la traicionó. Por un segundo creyó ver detrás de su hombro el rostro
02:00de Gaspar, niño primero, muchacho después, hombre al fin. Y el filo helado de la pregunta que todos
02:06fingían no oír. ¿De quién eras, Gaspar? ¿De quién? No es momento, se dijo, no hoy. Pero el hoy no pedía
02:16permiso. Mercedes entró sin anunciarse, como lo hacen los que ya han visto arder las casas y saben
02:22que el protocolo no apaga incendios. Traía el gesto seco de una hermana que no pide disculpas
02:29por poner la venda donde duele. Te lo advertí, dijo, apoyando en la cómoda un manojo de papeles.
02:37Damason no se ha presentado para dar un abrazo. Ha venido con un propósito. Los hombres siempre
02:44vienen con propósitos. Respondió Victoria, hundiendo un alfiler en un almohadón de brocado.
02:50Y con torpezas, no lo subestimes. Ni a él ni a lo que trae. Esta vez no será tu ingenio el que te
02:57salve. Tú no entiendes, replicó Victoria, y la voz se le quebró en una sílaba apenas. Él me busca
03:05a mí para castigarse. Siempre fue así. Mercedes, con la paciencia amarga de las mujeres que aprendieron
03:13a mirar el rostro de la culpa sin apartar la vista, negó despacio. No, te busca para no seguir
03:20callando. Y porque sabe que el silencio nos ha costado demasiadas vidas. Victoria clavó por un
03:27instante la mirada en el ramillete seco de lavanda que alguien había dejado sobre el buró, como si allí,
03:33en ese aroma que aún resistía, pudiese encontrar una coartada.
03:37No la encontró. Todo lo que me reprochan. Murmuró. Lo hice para conservar esta casa,
03:45esta familia, este nombre. Tus males, dijo Mercedes, sin alzar la voz, siempre han sido
03:53consecuencia de tus propias decisiones. Y hoy vendrán a cobrarte. Rafael y Alejo atravesaban
04:01el patio con un paso que parecía el mismo y, sin embargo, era otro. De niños habían jugado a ser
04:09dos versiones del mismo valiente. De hombres eran ya dos modos distintos de resistir. El olor a cuero
04:16y a pasto recién cortado subía desde las cuadras, y cada olor traía un recuerdo. La primera carrera,
04:23el primer consejo duro de su padre, la primera vez que vieron a Gaspar mirarlos desde lejos,
04:28a medio camino entre la pertenencia y el destierro. ¿Lo notaste? Preguntó Alejo,
04:35mirando el cielo. Desde que volvió, el aire está distinto.
04:40Los aires cambian cuando alguien entra a una casa con intención, repuso Rafael. Y Damaso ha vuelto
04:47con una palabra afilada, venganza. Él dice que viene por la verdad. La verdad no tiene la costumbre
04:54de anunciarse gritando, concluyó Rafael. Ojalá me equivoque. No hizo falta girar para saber que
05:03alguien los observaba. El paso de botas sobre grava se delató a sí mismo. Al volverse, lo encontraron.
05:12Damaso estaba ahí, más enjuto que en la memoria, los ojos claros como el hielo de un río que arrastra
05:18troncos. Traía las manos vacías y, sin embargo, el gesto de quien viene armado.
05:26Buenos días. Saludó, como si las palabras no tuvieran peso.
05:33Nadie contestó al principio. Fue Rafael quien sostuvo la mirada. Aquí los días se ganan, dijo.
05:39No se saludan. Damaso sonrió sin mostrar los dientes. Entonces ganémoslos. Vengo a deciros
05:49algo que vuestro padre no os dirá. Y no porque lo odie, muchachos, sino porque el silencio de
05:55los hombres orgullosos es una peste que enferma a los hijos. No somos tus hijos, replicó Alejo,
06:03demasiado veloz, demasiado herido por un dolor que aún no tenía nombre. No, concedió Damaso,
06:12pero Gaspar casi lo fue. El nombre cayó como una piedra en un lago quieto.
06:18Las ondas llegaron a todos los bordes. Casi, preguntó Rafael, con esa calma suya que era
06:25un modo de afilar cuchillos. Él, casi, es el reino de Victoria, dijo él. Yo solo he venido a sacarlo a
06:34la luz. Y sí, Alejo, he venido a vengarme. No con sangre, con verdad. Los dejó ahí, masticando una
06:44rabia que no sabían de dónde venía. Del padre, del invitado, de los años perdidos. Y atravesó el
06:52jardín rumbo al despacho del duque con el paso de quien conoce la casa, aunque hubiese jurado no
06:57volver. José Luis lo recibió en pie, atrás del escritorio, como quien se aferra a la madera por
07:04pura superstición. No hubo abrazo ni cortesía. A estas alturas, las formalidades eran como poner
07:12encaje en una herida. Ya lo has dicho a medio valle. Empezó el duque. Veniste a vengarte. A decirte
07:21en la cara lo que supiste y callaste. Respondió Damaso. Y a que me mires una vez sin esa máscara
07:29de condescendencia. ¿Cuál, esa que uso para no recordar que me destrozaste la casa a fuerza de
07:34celos, ausencias y apuestas? No vuelques sobre mí tus vicios. Replicó Damaso, y la voz, sin subir,
07:44o CUP o con acento agudo la estancia. Te vi con ella. No me contaron. Te vi. Y si Gaspar no fue
07:52mío fue porque tú llegaste a tiempo con tus promesas y tus joyas. José Luis respiró hondo. Por
08:00un segundo, el hombre que enfrentaba era menos un enemigo que un espejo. Yo también te vi. Dijo con
08:08una franqueza que sorprendió al propio aire. Te vi salir por semanas, esconder recibos, comprar
08:14silencios. Era joven y fui torpe. Sí. Victoria era. No completo. A veces, las palabras sobran y aún así
08:24faltan. Empujó un cajón y sacó una carpeta antigua, con la cinta descolorida. Aquí hay documentos que no
08:33has visto. El registro del parto, la firma de la comadrona, el apellido tachado, la hora en que
08:41trajeron al niño a la sala azul. Todo está aquí. Y nada, nada, prueba lo que te devora. No necesito
08:50papeles. Dijo Damaso, y la obstinación le calentó las mejillas. Necesito que lo digas. Que digas que
08:58mentiste. Que aquel, no pasó nada, fue un ladrillo en el muro que me expulsó de mi propia vida.
09:05La puerta, que no había terminado de cerrarse, crujió entonces. Mercedes entró con la naturalidad
09:12de quien no pide permiso para asistir a una cirugía. Basta de hombres tratando de ganar con
09:19memorias. Corto, hoy se hablará con pruebas. He traído a alguien. La trajeron al mediodía,
09:27como se trae al centro de la plaza el único testigo de una vieja revuelta. Era pequeña,
09:34derecha aún a pesar de la edad, con un pañuelo oscuro ajustado a la nuca y las manos que no temblaban.
09:39La comadrona, la de los registros, la del tachón, se llamaba Eusebia y tenía los ojos de quien no ha
09:49dormido sin escuchar el llanto de los recién nacidos que ayudó a llegar. Hace años que nadie
09:55me llama por ese tema. Dijo, y el, ese, fue lo bastante grande para abarcar la mitad de la historia
10:01de la casa. Pensé que el silencio bastaría. Me equivoqué. Se acomodó en la silla. Frente a ella,
10:10como en un tribunal sin toga, estaban José Luis, Victoria, Damaso, Mercedes y, en la puerta,
10:18los hijos que fingían no mirar. Aquel parto no fue como los otros. Empezó. La señora quiso que
10:26fuese de noche y con pocas luces. No estaban las mujeres de la casa. Solo yo, una criada muda y
10:34una orden. Nada de nombres, nada de visitas. Cuando nació el niño, lo envolví en la manta azul,
10:43la de la sala, y pregunté por el apellido. Anota el mío, dijo la señora. Y luego, bajito,
10:51como quien pide perdón a los santos. Y tacha el nombre del padre. ¿Por qué? Preguntó Mercedes.
11:00Porque me dijo que un hombre podía matar de dos formas. Con una bala o con el rumor.
11:07Yo no quise que la bala llegara a la cuna. Damaso apretó los puños. José Luis cerró los ojos.
11:13Y vio usted, intentó el duque. Vi muchas cosas, dijo Eusebia. Vi entrar un caballero antes de la
11:22medianoche, anochecido, con un anillo que reflejó la vela. Vi salir a otro al alba, con la camisa mal
11:30abotonada. Ninguno de los dos me miró a la cara. A veces los hombres no quieren ver a las mujeres que
11:37conocen el principio de sus vergüenzas. ¿Puede decir nombres? Insistió Mercedes. No he venido a
11:44vender nombres. Respondió la mujer, erguida. He venido a decir que yo misma taché un padre
11:52porque me lo rogó una madre. Y que el niño fue querido. Mucho, ¿de quién era? Que lo diga la señora.
12:00O que lo asuma el señor. Yo solo sé lo que mis manos sostuvieron. Y entonces, por primera vez,
12:06Victoria habló con una voz que no le conocían. Fue mío. Dijo. Y se llevó la mano al pecho,
12:14como si ahí, bajo el broche, aún la dis un latido antiguo. Mío antes que de cualquier apellido.
12:22Gaspar fue mío. Y sí, pedí que se callara su padre. Porque los hombres, como ha dicho Eusebia,
12:30matan con el rumor. Y en aquellos días, cada susurro era un disparo al corazón de un niño.
12:36¿Quieren nombres? No. Tengan, en cambio, lo único que puede salvar a un hijo, el reconocimiento.
12:48A Gaspar lo hice mío para que no fuera de nadie y de todos a la vez. Y si eso fue un crimen,
12:54vuelva el juez a decírmelo. Ya me condené sola con los años. El silencio que siguió no fue de alivio
13:01ni de escándalo. Fue de aceptación. La verdad, cuando llega, no tiene aplauso. Aún así, dijo,
13:11despacio, damaso. Me debes la mirada que me negaste. Si Gaspar era mío o no, me debes decirlo.
13:19Victoria respiró, y Mercedes supo que su hermana estaba de pie en el borde de una cornisa donde
13:24durante años había danzado a solas. No lo sé. Contestó, no lo supe entonces. No lo sé ahora.
13:33Hay noches que se mezclan y culpas que nublan. Podía ser tuyo, damaso. Podía ser de él. La palabra,
13:41él, señaló a José Luis sin pronunciar una sílaba. El duque dio un paso adelante. En su rostro había algo
13:50que los muchachos reconocieron con estupor, humildad. Yo no protegeré mi nombre por encima de la paz de
13:57mis hijos. Dijo. Si Gaspar fue mío y lo negué, pido perdón. Si no lo fue y mis actos lo empujaron
14:06a creer otra cosa, pido perdón también. Mi deuda con ese muchacho no se paga con títulos. Se paga
14:13con verdad y con reparación. La reparación empieza hoy, intervino Mercedes. Y empieza en
14:21más de un frente. Mientras el gran salón trataba de reaprender el lenguaje de lo honesto, Peppa cruzaba
14:28el umbral de la cocina con la decisión de quien llega a cobrar cuentas viejas. Adriana, la llamó,
14:36deteniéndose antes de invadir su espacio. Quiero la verdad sobre Luisa. Toda, aunque duela,
14:44Adriana, que llevaba horas con los ojos rojos por un insomnio sin café, levantó la cabeza.
14:50Le temblaron los dedos sobre el delantal. Yo también la quiero. Respondió. Luisa confesó
14:57un crimen que no encaja con su modo de mirar el mundo. Y cuando un relato no encaja, no está
15:04incompleto. Está mal armado. ¿Por qué se acusaría a una mujer inocente? Por alguien más, dijo Adriana.
15:13Por un miedo o por un amor. Quizá por ambos. Peppa, que había aprendido a detectar las grietas
15:19minúsculas por donde se cuela la esperanza, señaló un pañuelo doblado en la mesa.
15:24Ese bordado, siempre fueron amapolas. Desde niñas, recordó Adriana, las cosíamos cuando teníamos miedo
15:33de nombrarlo. Las amapolas eran un escondite. Tal vez siguen siéndolo, aventuró Peppa. Y si el
15:42lugar donde está la verdad tiene ese nombre, el pinar de las amapolas. O la bodega vieja,
15:48la de los cajones con amapolas pintadas. Adriana sintió el golpe sordo de una idea que encuentra
15:54por fin su puerta. Recordó la última mirada de Luisa en la prisión, seca y cruel en apariencia,
16:02como si hubiese renegado de su propia amiga para salvarla.
16:07Voy a verla, dijo. Pero esta vez no llevaré palabras. Llevaré un mapa. La cárcel no tenía
16:14reloj, o si lo tenía se negaba a marcar la hora que convenía. La tarde se había quedado pegada al
16:21techo como una mancha de humedad. Luisa apareció tras el vidrio como salen los animales heridos,
16:26sin ruido y con la mirada que lo dice todo. No quiero verte. Escupió, apenas se sentó. No quiero
16:35tus excusas ni tus planes. Tampoco los traigo, respondió Adriana, sacando del bolso un trozo de tela.
16:44Traigo esto. Lo deslizó hacia el borde. Era un retazo, antiguo, con amapolas bordadas en rojo
16:51ternísimo. Luisa lo miró con brutalidad contenida. Una contracción le recorrió la mandíbula.
17:00¿Qué quieres? ¿Que me digas si debo abrir el cajón de las botellas viejas de Quirós?
17:04El que estaba en la bodega de José Luis. El que tú me dijiste que no tocara porque
17:11cortaba. La sorpresa fue mínima, un pestañeo que alguien ajeno no hubiese visto. Pero Adriana
17:18conocía a su amiga como se conoce al propio pulso. Si lo abres, te cortarás, murmuró Luisa. Y la sangre
17:27no te caerá solo a ti. Entonces lo abriré con guantes. Y con Pepa, y con quien haga falta. No
17:35te pido permiso, Luisa. Te pido que me dejes acompañarte en tu condena hasta que se convierta
17:40en absolución. Los ojos de Luisa, dos pozos donde nunca entraba el sol, se humedecieron de golpe.
17:49Vete. Vete. Dijo, vete antes de que haga algo de lo que me arrepienta. Y no dejes que te vean
17:56entrar por la puerta principal. No era un insulto, era una instrucción, un hilo. Gracias. Susurró
18:04Adriana, y por primera vez en días el agradecimiento no sonó a despedida, sino a comienzo.
18:11Al atardecer, cuando el sol, harto de mirar tanto orgullo, se escondió tras los cerros,
18:17Bárbara llamó a Matilde a la galería. Traía una carta apretada entre los dedos y el rostro
18:24pálido de las valientes que aún no se han dado cuenta de que lo son. Creo que Leonardo e Irene
18:31empezó, y la voz se le quebró. Temo que se hayan casado. Matilde, que había aprendido a pararse
18:40firme aún cuando el mundo se la dé a, la tomó del brazo. Creer no es saber. ¿Qué dice esa carta?
18:48No lo sé leer bien, admitió Bárbara. Andrea me ayudó con las primeras líneas.
18:55Habla de una ceremonia pequeña, de una firma. Pero no hay registro, Matilde. Fui al despacho del juez
19:01y no aparece. Entonces temo lo otro, que Irene lo tenga bajo la manga, como unas de esos que te
19:09parten el alma cuando crees que has ganado. Si no está en el registro, no es. O no es aún. Y
19:16mientras no sea, se puede impedir. Matilde respiró hondo. Me tendrás a tu lado. Aunque Victoria se ponga
19:24en medio. Aunque nos sacudan, te pondán en contra de Atanasio. Susurró Bárbara, culpable ante el único
19:32amor que no había sabido nombrar. Él te quiere, y yo, yo no quiero ser la desgracia de nadie.
19:39Matilde. Atanasio me quiere por lo que soy cuando defiendo lo que creo justo. Dijo Matilde, con una
19:45ternura que les brilló en los ojos. Si me apartara de esto, me querría menos. Atanasio apareció
19:53entonces, quizá atraído por el imán de esa lealtad. Se quedó en la puerta, grande y torpe como suelen
20:01ser los hombres buenos cuando están a punto de llorar. Yo os acompaño. Dijo. No por vosotras
20:08solamente. Por mí también. Porque estoy harto de ver a Victoria decidir quién puede ser feliz y quién
20:13no. Nadie lo aplaudió. No hacía falta. Hubo un silencio suave. De esos que consagran pactos. La noche
20:23cayó al mismo tiempo que los relámpagos empezaban a recortar el perfil de los encinos. El valle olía
20:31a tormenta, a hierro, a tierra que agradece y se estremece. Fue bajo ese cielo que Damaso volvió
20:37a buscar a Victoria. La encontró en el invernadero, entre geranios y helechos, poniendo orden como quien
20:45pretende acomodar el mundo a fuerza de macetas. No terminaré el día sin decirlo. Anunció él, cruzando
20:54el umbral. He venido a vengarme. Lo has dicho ya tantas veces, replicó ella, sin volverse, que la
21:02palabra empieza a gastarse. Las palabras gastadas aún cortan. Dijo, acercándose. Dímelo. Mírame y
21:11dímelo. ¿Era mío? Victoria se giró despacio. La cercanía de esas plantas vivas, el vapor tibio,
21:20el vidrio retumbando con la lluvia próxima, todo conspiró para hacer de aquel invernadero una capilla.
21:27¿Te odié? Confesó. Te odié por tu cobardía. Por tus deudas. Por tu manera de querer como quien
21:34pide perdón por adelantado. Y lo peor fue que también lo quise a él. A José Luis. No por sus
21:40títulos. Por su modo de mirarme como si yo pudiera empezar de nuevo. Entre los dos me hicieron sentir
21:47joven y vieja a la vez. Y en esa confusión nació Gaspar. ¿Quieres la frase que te persigue? No sé si
21:55era tuyo. Damaso acercó el rostro y, por primera vez desde su regreso, su rabia se agrietó.
22:03Lo que asomó debajo no era noble ni bello, pero era humano. Un dolor antiguo, una niñez que no tuvo,
22:11la imagen de sí mismo sosteniendo a un hijo que quizá lo era y quizá no.
22:17Entonces venganza no habrá. Dijo, ronco, no en la forma en que me la prometí. Porque la venganza
22:23necesita certezas. Y tú me has dado la única cosa que la desarma. Una duda honesta. Victoria cerró los
22:31ojos, agradecida y rota a la vez. Quizá no lo esperaba. Quizá lo esperaba desde siempre. Lo que
22:39sí habrá. Añadió él. Y la voz recuperó firmeza. Es justicia. Y empieza por José Luis. No por lo que
22:49te arrebató o no. Por lo que les ha hecho creer a sus hijos. La escena en el patio fue como esas
22:56estampas que después, con el tiempo, uno narra con cuidado para que la memoria no las haga gigantes
23:01ni ridículas. La lluvia estalló al mismo tiempo que la voz de Damaso. José Luis llamó y el nombre
23:11atravesó patios, corredores y la piel de todos. He venido a vengarme. Los criados se detuvieron con
23:19las jarras en alto. Mercedes, empapada, no se apartó. Rafael y Alejo se colocaron uno al lado
23:27del otro. Victoria, desde el umbral, apretó el broche hasta hacerse daño. La infidelidad que me
23:35expulsó de mi casa. Prosiguió. No fue una sospecha. Fue un hecho. Y no diré más, porque
23:43hay damas aquí. Pero tus hijos deben oírte. José Luis, con el agua chorreándole del cabello, dio dos
23:50pasos. Su voz, cuando salió, sonó al mismo tiempo culpable y limpia. Fui infiel, dijo. Una vez que
24:00cuenta por mil. Y me avergüenzo, no como duque, como hombre, por la cobardía, por la mentira, ni
24:08Victoria ni yo hemos sido santos. Pero lo más bajo fue haceros creer que las cosas eran simples. No lo
24:16son. Y si algo os he enseñado sin querer es a no repetir mis silencios. Rafael tragó saliva. Alejo
24:24dio un paso hacia delante. Y Gaspar, preguntó, ¿era nuestro hermano? Si lo fue, dijo José Luis,
24:32lo negué. Si no lo fue, lo empujé a vivir como si no tuviera casa. En ambos casos, lo hice mal. Y hoy
24:41me comprometo, delante de todos, a reparar su nombre. Con herencia si corresponde. Con respeto,
24:49si no, la palabra, herencia, provocó un murmullo. En medio de él, Mercedes se adelantó con la
24:58determinación de las que nunca piden permiso para hacer lo correcto. Y la reparación no es
25:05solo económica. Agregó, empezará por abrir la bodega vieja, la de Quirós. Hay documentos guardados
25:13donde Victoria guarda su miedo. Y también la verdad que puede salvar a Luisa. Victoria iba a protestar.
25:20No lo hizo. Tal vez porque la lluvia, al fin, empezó a oler a alivio. Abridla, dijo, si de allí sale mi
25:29ruina, que sea una ruina limpia. Bajaron con lámparas, con guantes, con una mezcla de solemnidad
25:36y prisa. La bodega de Quirós conservaba el frío de las promesas que se hicieron para no cumplirlas.
25:45El cajón de las botellas viejas estaba al fondo, con las amapolas pintadas en un costado. Ya no un
25:52símbolo, sino un mapa. Atanasio forzó la cerradura, Matilde apartó astillas, Pepa sostuvo la lámpara.
26:01Dentro, como si el tiempo hubiese aprendido a doblarse, había papeles envueltos en tela encerada.
26:10Adriana los tomó con manos que ya no temblaban. La letra era de Isabel, la mujer que se había
26:15acostumbrado a narrar la verdad poniéndole la tinta justa para que los poderosos la consideraran
26:20chisme. Entre esas hojas estaba el relato de una noche con nombres y fechas, y lo más importante,
26:28un recibo de pago a un guardia del molino. El mismo que, años atrás, había mentido para
26:36incriminar a la persona equivocada. Luisa no estaba allí, dijo Adriana, con la emoción mordiéndole el
26:43borde de la voz. Estaba conmigo, y alguien compró el silencio de los que sabían. ¿Quién? Preguntó
26:51Pepa, aguijoneada por una furia sana. Este sello, Adriana señaló la esquina, es del administrador de
26:58José Luis, pero el apellido al dorso, no es el suyo. Es el de quien lo sustituyó en esos meses,
27:06Clemente Abad. El mismo que cortejó a Irene cuando ella aún coqueteaba con Leonardo.
27:11Entonces todo se cruzó, pensó Matilde en voz alta, lo de Luisa, lo de Irene, lo de Leonardo,
27:20lo de Victoria. Era la misma telaraña. Y empezaremos por cortarla, dijo Atanasio. Con
27:28nombres, con papeles. Con la comadrona Eusebia, si hace falta. Adriana apretó los documentos contra
27:36el pecho. Por primera vez, la bodega no le pareció un sótano, sino un altar. Mañana, dijo.
27:46A primera hora, iremos con esto al juez, y a la cárcel, y sacaremos a Luisa de ese agujero.
27:54Pepa, que no solía llorar delante de nadie, se permitió dos lágrimas. Que sea hoy, corrigió.
28:00Aún es hoy, y el hoy nos debe demasiadas cuentas. Arriba, la tormenta amainaba, como si el cielo,
28:10cansado, hubiese decidido dejar a los humanos con sus propias aguas.
28:15En el comedor, Rafael y Alejo se quedaron un instante solos. Los dos habían visto, habían oído.
28:22Tenían aquello que los hombres dicen buscar con tanta pasión como que temen. Una verdad incómoda y
28:29una oportunidad de no repetirla. No quiero que este apellido sea una cadena, dijo Alejo. No quiero
28:38convertirme en un hombre que prefiera tener razón a estar en paz. Ni yo, asintió Rafael. Vayamos a ver
28:46a Gaspar. A pedirle, no sé si perdón, a pedirle lugar. Y si no nos lo da, entonces lo construiremos,
28:54respondió Rafael. La sangre a veces no basta, Alejo. A veces hay que fabricar la fraternidad
29:02con gestos y pan. Alejo sonrió, por primera vez en días, con esa sonrisa suya que desarmaba caballos
29:09y prejuicios. Nunca te lo dije. Aventuró. Pero cuando eras niño y te salía mal la trenza
29:17en la crin del potrillo, llorabas escondido detrás del granero. ¿Y qué tiene que ver
29:24eso? Que ahora tienes que trenzar otra cosa. Y te saldrá bien. Se abrazaron con torpeza.
29:31Afuera, la lluvia dejó de golpe el último hilo. Damas o salió al corredor y se detuvo
29:37al sentir que no lo devoraba ninguna furia. Tenía, sorprendentemente, hambre. Hambre
29:44de pan, de vino, de una conversación que no fuese un duelo. Mercedes lo alcanzó y se
29:51colocó a su lado como quien por fin encuentra un sitio. ¿Y ahora? Preguntó.
29:58Ahora no me iré. Dijo él. La venganza me sostenía en pie, pero me dejaba hueco. Quiero
30:04ver cómo se reparan las cosas cuando uno no es la piedra que rompe, sino el hombre
30:08que recoge. Te llevará toda la vida. Entonces por fin tendré una. La madrugada llegó con
30:16una claridad distinta, casi humilde. En el umbral de la prisión, Pepa y Adriana aguardaban
30:23con los papeles en la mano y el latido centelleante de quien está a punto de arrancar a alguien
30:27de un pozo. Un alguacil salió con gesto severo. Leyó, releyó, miró el sello. Habrá
30:36audiencia. Anunció.
30:40No hoy, ahora. Adriana sintió un vértigo antiguo. El de todas las mujeres que pelearon
30:46con palabras contra muros de piedra. Y, sin embargo, la planta se le afirmó en el suelo.
30:51Pepa apretó los labios. Detrás, en la sombra, Luisa intentó no llorar. No lo consiguió.
31:02Cuando cruzó el patio y vio a sus amigas, a su familia elegida, no vio barrotes. Vio
31:08amapolas.
31:09No os debía nada. Dijo, con la voz ahogada. Y aún así me lo habéis dado todo. Nos lo
31:17debíamos todas. Respondió Pepa.
31:20Y hoy empezamos a saldar. En la casa grande, Matilde dejó sobre la mesa del comedor el
31:26registro vacío que probaba que Irene y Leonardo aún no eran.
31:32Atanasio, con una mezcla de alegría y miedo, le buscó la mano bajo el mantel y la encontró.
31:39Bárbara respiró como quien sale del agua. No estoy sola. Dijo, casi incrédula. Nunca
31:47lo estuviste. Contestó Matilde.
31:50Te habían hecho creer que sí. Victoria, desde la puerta, las miró. Por primera vez,
31:57la duquesa no parecía una estratega ni una emperatriz asediada, sino una mujer que contaba,
32:02con dedos temblorosos, las pérdidas y los rescates. Se acercó a Bárbara con un paso
32:09que sorprendió a todos. No te pondré más piedras, murmuró.
32:13Si lo haces bien o mal, que sea por tus propios pasos. No por los míos. Gracias. Alcanzó a decir
32:23Bárbara, sin saber si agradecía o simplemente nombraba la tregua. José Luis entró detrás,
32:31seguido de Rafael y Alejo. Sus ropas aún tenían el olor limpio de la lluvia.
32:35Se paró frente a Victoria y, sin ceremonia, sin testigos más que los de siempre, le extendió el
32:43sobre con los documentos de Eusebia. Los guardé demasiado. Dijo, te los devuelvo. Lo que deba
32:51saberse, que se sepa. Lo que deba repararse, que se repare. Victoria lo tomó con manos que ya no
32:59temblaban. Y lo que deba perdonarse. Aventuró ella. Que se intente, respondió él, sin promesas
33:08de santo ni altivez de juez. No hubo fanfarrías. No las hay cuando el milagro es pequeño y profundo.
33:17Un hombre que renuncia a su pedazo de mentira. Una mujer que admite el alcance exacto de su culpa.
33:23Dos jóvenes que eligen construir antes que dinamitar. Una amiga que encuentra, al fondo
33:28de un cajón con amapolas, el papel que rescata a otra de la cárcel. Cuando el sol se posó,
33:35tibio, sobre los azulejos del patio, la casa entera olía a pan recién horneado.
33:43Anunciaron la audiencia de Luisa para ese mismo día y el juez, quizás por primera vez en su vida,
33:49escuchó más que habló. Clemente Abad fue citado, Irene sudó las palabras exactas para negar lo que
33:56ya no podía sostener, y Leonardo, por primera vez en mucho tiempo, bajó la cabeza no por vergüenza ajena,
34:03sino por propia. No se resolvió todo. Las historias verdaderas nunca firman su final de inmediato. Pero
34:11la balanza se inclinó del lado donde la esperanza hace menos ruido y dura más.
34:15Al caer la tarde, cuando las gallinas buscaron su sitio y los hombres se quitaron el barro de las botas
34:23con una parsimonia antigua, Damaso se sentó en el escalón de piedra frente a la puerta principal.
34:31A su lado, sin aviso, se acomodó Mercedes. No hablaron. A veces el silencio, por fin, es una casa.
34:38Rafael y Alejo salieron con dos copas de vino y las dejaron a su lado. No brindaron por nadie en
34:45particular. Brindaron por ese instante en el que un apellido deja de ser el techo y se convierte en
34:52el suelo. Por ese pequeño milagro que algunos llaman familia y otros, sencillamente, pan compartido.
35:00Mañana, dijo Adriana, alcanzándolos con el paso ligero. Mañana Luisa dormirá en su cama.
35:10Y hoy, respondió Pepa, detrás de ella, con los ojos brillantes. El valle vuelve a respirarse sin
35:18miedo. El cielo, que había aprendido a escuchar, decidió no interrumpir. Y si alguna nube quedó
35:27colgada en el horizonte, nadie la vio como amenaza. La vieron como lo que era. Un recordatorio
35:35de que la lluvia, cuando cae en su justa medida, hace brotar.
35:40En la galería, Victoria se permitió la debilidad de apoyarse un segundo en la baranda.
35:48Miró a José Luis, que la miraba sin armas. Pensó en Gaspar, ese hijo que fue de todos y
35:54de nadie. Y, por primera vez, no lo pensó como una deuda, sino como una presencia.
36:01He venido a vengarme. Había dicho alguien horas atrás. Tal vez no fue mentira. Tal vez la venganza,
36:08entendida al fin, era esta. Hacer que la verdad ocupara el lugar que, durante años,
36:14tuvieron la sospecha y la soberbia. Y así, sin títulos ni tañidos de campana,
36:20con los caballos removiendo la paja y las voces bajando de tono, el 12 de noviembre cerró los
36:26ojos sobre una casa que, por fin, empezaba a abrir los suyos.
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