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Los legítimos dueños de ‘Valle Salvaje’, avance del capítulo 230 (11 de agosto)
Atanasio saca a la luz el mayor secreto de José Luis: Valle Salvaje no le pertenece, el lunes en un nuevo capítulo de la serie.
El sol del once de agosto ascendía sobre Valle Salvaje con una solemnidad casi litúrgica, tiñendo las cumbres de un oro pálido que prometía un día de calor y acontecimientos imborrables. Era un día marcado en el calendario no solo por el avance implacable del verano, sino por ser la fecha el ...
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Transcripción
00:00Los legítimos dueños de Valle Salvaje, avance del capítulo 230, 11 de agosto,
00:16Atanasio saca a la luz el mayor secreto de José Luis. Valle Salvaje no le pertenece,
00:22el lunes en un nuevo capítulo de la serie.
00:24El sol del 11 de agosto ascendía sobre Valle Salvaje con una solemnidad casi litúrgica,
00:32tiñendo las cumbres de un oro pálido que prometía un día de calor y acontecimientos imborrables.
00:37Era un día marcado en el calendario no sólo por el avance implacable del verano,
00:44sino por ser la fecha elegida para la unión de victorias al cedo de la cruz y José Luis de Viana,
00:49el duque.
00:50Una boda que, para los habitantes del valle, representaba mucho más que la unión de dos
00:58personas, era la consolidación de un poder, la firma de un nuevo capítulo en la historia
01:03de aquellas tierras tan amadas como disputadas. En la casa principal, el aire vibraba con una
01:11mezcla de actividad febril y tensión contenida. Los criados se movían con una eficiencia silenciosa,
01:20colocando las últimas flores, repasando el brillo de la plata y asegurándose de que cada detalle
01:25del convite que seguiría a la ceremonia rayara en la perfección.
01:31José Luis, ya ataviado con su traje de novio, se paseaba por su despacho con una copa de brandy
01:38en la mano, a pesar de lo temprano de la hora. No era nerviosismo lo que sentía, sino una impaciencia
01:46triunfal. Observaba a través de la ventana el camino que llevaba a la capilla, imaginando la llegada
01:52de los invitados, el murmullo de admiración, la envidia velada en los ojos de muchos.
01:57Todo era suyo, el valle, la casa, la mujer que en pocas horas llevaría su apellido.
02:08La victoria, en todos los sentidos de la palabra, se detuvo frente al gran mapa de la finca que
02:14presidía una de las paredes. Recorrió con la yema del dedo los límites de sus vastas posesiones,
02:22una sonrisa afilada dibujándose en sus labios. Bernardo, ese necio engreído, acudiría. Había
02:32sido un peón útil, pero su utilidad estaba llegando a su fin. Le había prometido tierras, sí, pero las
02:42promesas, como el viento, podían cambiar de dirección. Bernardo aprendería, como todos los demás,
02:51que desafiar a José Luis de Viana sólo conducía a la humillación.
02:59Hoy, con Victoria a su lado, su legitimidad sería incontestable, sellada ante Dios y ante los hombres.
03:09Mientras tanto, en las estancias superiores, la novia vivía la mañana de una forma muy distinta.
03:14Victoria se miraba en el espejo de cuerpo entero de su habitación, el vestido de novia, una creación
03:24exquisita de seda y encaje, envolviéndola como una segunda piel.
03:30Era hermoso, sin duda. Cualquier mujer soñaría con un vestido así, con una boda así.
03:36Pero la mujer del reflejo tenía una mirada que no se correspondía con la alegría esperada.
03:48Había una sombra de duda, un eco de resignación en sus ojos oscuros. Sabela,
03:53su fiel doncella, terminaba de ajustar un pequeño broche de perlas en su cabello.
03:58Está usted preciosa, señorita Victoria, como una reina. Gracias, Sabela. Su voz fue apenas un
04:08susurro. Se giró hacia la ventana, su ventana, la que daba a las colinas que había recorrido desde
04:16niña. Amaba cada árbol, cada arroyo, cada pedazo de esa tierra. ¿Era por eso que lo hacía? Para
04:26proteger Valle Salvaje de las garras de hombres como su propio prometido. Se había convencido a
04:31sí misma de que casarse con José Luis era un sacrificio necesario. Una forma de controlar el
04:37poder desde dentro, de mitigar sus peores impulsos. Pero en la quietud de esa mañana,
04:45la verdad la golpeaba con la fuerza de una revelación amarga. Estaba a punto de encadenarse
04:50a un hombre al que no amaba. Un hombre cuya ambición no conocía límites y cuya crueldad había
04:55presenciado en más de una ocasión. El corazón le decía que corriese, que huyera lejos, pero la
05:03razón, o lo que ella creía que era la razón, la mantenía anclada allí, prisionera de su propio
05:09sentido del deber. Lejos del esplendor de la casa grande, en la modestia de la casa pequeña,
05:18el ambiente era de una calma precaria. Luisa y Alejo observaban desde su ventana el ir y venir
05:27de los carruajes que comenzaban a llegar a la finca principal. No habían sido invitados. Tras su último
05:35y violento enfrentamiento con José Luis, habían sido declarados personas non gratas, exiliados dentro
05:41de su propio hogar. El sonido apagado de la música festiva que el viento traía hasta ellos era como
05:50sal en una herida abierta.
05:54Míralos, dijo Alejo, con la mandíbula apretada. Celebran su triunfo sobre los cadáveres de nuestras
06:00esperanzas. Luisa se acercó y le rodeó la cintura con el brazo, apoyando la cabeza en su hombro.
06:11No necesitaba responder. Compartían el mismo dolor, la misma rabia impotente. Él cree que ha ganado,
06:18Alejo.
06:22Cree que puede disponer de nuestras vidas, que puede aplastarnos y seguiremos agachando la cabeza.
06:29Y se equivoca, respondió él, girándose para mirarla. La intensidad en sus ojos era feroz.
06:36Nunca va a permitir que seamos felices, Luisa. Lo sabemos. Mientras él respire,
06:44mientras sostente el poder sobre este valle, seremos sus marionetas.
06:51Entonces, ¿qué hacemos? La pregunta de Luisa flotó en el aire, cargada de un peso inmenso.
06:56¿Qué estamos dispuestos a hacer para conseguir nuestra felicidad? Alejo la miró fijamente,
07:05y en el silencio que siguió, ambos comprendieron que ya no hablaban de resistir, sino de luchar.
07:13De contraatacar, la conversación quedó suspendida, pero una semilla peligrosa había sido plantada en
07:20la tierra fértil de su desesperación. Ya no se trataba de si actuarían, sino de cómo y cuándo,
07:29en otra parte de la casa pequeña, en la cocina, se libraba una batalla mucho más silenciosa pero
07:34igualmente cargada de pavor. Atanasio, el capataz, un hombre curtido por el sol y el trabajo duro,
07:43se enfrentaba a su esposa, Matilde. Sobre la mesa de madera, entre ellos, reposaba una vieja carpeta de
07:53cuero, abultada y desgastada por el paso del tiempo. No puedes hacerlo, Atanasio. Te lo ruego.
08:03La voz de Matilde era un hilo tembloroso. Sus manos retorcían un paño de cocina hasta dejarlo
08:08sin una gota de agua. Si se entera, si José Luis tan solo sospecha lo que pretendes, nos matará.
08:18A ti, a mí, a nuestros hijos. ¿Es que no lo entiendes? Ese hombre no tiene alma. Lo que no
08:26entiendo, Matilde, es cómo puedes pedirme que siga callado. Atanasio golpeó la mesa con la palma de la
08:35mano, haciendo que la carpeta diera un pequeño salto. El sonido resonó como un disparo en la
08:43tensa quietud. He cargado con este secreto durante años. Lo heredé de mi padre, que a su vez lo heredó
08:51del suyo. Es una maldición ver a ese impostor pavonearse por unas tierras que no le pertenecen,
08:58mientras los verdaderos dueños viven en la ignorancia o en la desgracia.
09:01No puedo más. Hoy es el día. Hoy, mientras él celebra su falsa victoria, yo desenmascararé su gran
09:11mentira. ¿Y de qué servirá? Soy yo, Zó Matilde. ¿Crees que los Salcedo de la Cruz, que la propia
09:19victoria, te creerán a ti, un simple capataz, antes que al duque? Te acusará de traición, de calumnia.
09:27Acabaremos en un calabozo, o peor, piensa en nuestra familia, por el amor de Dios.
09:38Pienso en ellos, dijo Atanasio, su voz ahora más suave pero no menos firme. Pienso en el futuro que
09:45les espera si seguimos viviendo bajo la bota de un tirano.
09:47Este secreto, posó la mano sobre la carpeta con una reverencia sombría. Es veneno, Matilde.
09:59Y nos está matando lentamente. Hoy voy a extirparlo. Se lo contaré todo a la familia Salcedo de la Cruz.
10:06Tienen derecho a saber. Es mi deber. Matilde se cubrió el rostro con las manos, sus sollozos ahora incontenibles.
10:19Sabía que no podía disuadirlo. La determinación en los ojos de su marido era tan sólida como las rocas del valle.
10:25Solo podía rezar, rezar para que el miedo que la paralizaba no se convirtiera en una terrible profecía.
10:36Mientras tanto, en un rincón apartado de los jardines, lejos de miradas indiscretas, Adriana y Rafael vivían su propia encrucijada.
10:45El joven Rafael sostenía las manos de Adriana entre las suyas, suplicándole con la mirada.
10:56¿Estás segura, Adriana? Una vez que demos el paso, no habrá vuelta atrás. Nunca he estado más segura de nada en mi vida, Rafael.
11:07Adriana de Puga, cuya belleza era tan vibrante como su espíritu, lo miraba con una convicción que borraba cualquier atisbo de duda.
11:15Mi vida aquí es una jaula de oro, protocolo, apariencias, un matrimonio concertado que mi padre sin duda ya estará planeando.
11:28No quiero eso, quiero una vida real, contigo, pero dejarlo todo, tu familia, tu posición.
11:37¿Qué posición? ¿La de una mujer que debe obedecer y callar? Replicó ella con un deje de amargura.
11:45Lo único que lamento dejar es a mi hermana, pero hasta ella comprendería que busco mi propia felicidad.
11:54Contigo, Rafael, no me importa ser una desconocida, empezar de cero en cualquier lugar del mundo, siempre que estemos juntos.
12:02El plan era sencillo y audaz. Aprovechando el tumulto de la boda, se escabullirían.
12:10Un pequeño equipaje los esperaba ya oculto cerca del viejo puente. Un caballo, dinero ahorrado.
12:22Lo justo para llegar a la costa y embarcar hacia un nuevo comienzo, lejos de valle salvaje y de las sombras que lo gobernaban.
12:29Estaban a punto de sellar su pacto con un beso cuando una voz cortante los interrumpió.
12:40Se puede saber qué hacéis aquí escondidos.
12:43Úrsula, la gobernanta, había aparecido de la nada, con su porte rígido y su mirada desaprobadora.
12:49Adriana y Rafael se separaron al instante, el corazón latiéndoles desbocado.
12:57Nada, Úrsula.
13:02Simplemente, tomábamos el aire. Mintió Adriana, intentando que su voz sonara casual.
13:08El aire se toma paseando, no cuchicheando entre los rosales como dos conspiradores,
13:16sentenció Úrsula, sus ojos como dos trozos de hielo pasando de uno a otro.
13:23La ceremonia está a punto de comenzar. Deberíais estar en vuestros sitios. Y tú, Rafael, tienes trabajo que hacer.
13:31El joven asintió, lanzando una última mirada de pánico y promesa a Adriana antes de escabullirse.
13:43Úrsula se quedó un instante más, observando a Adriana con una intensidad que la hizo sentir desnuda.
13:51Ten cuidado, niña. Los juegos de enamorados a veces terminan en tragedia.
13:56Sin decir más, la gobernanta dio media vuelta y se marchó, dejando a Adriana con el pulso acelerado.
14:05La interrupción no había cambiado sus planes, al contrario, los había reforzado.
14:11La advertencia de Úrsula, lejos de asustarla, le había recordado exactamente de qué estaba huyendo.
14:18De un mundo donde el amor era un juego peligroso y la libertad, una quimera.
14:22En otro ala de la mansión, el drama entre Bárbara y Leonardo alcanzaba un nuevo pico de tensión.
14:34Leonardo, cada vez más preocupado por la actitud esquiva y fría de Bárbara, la había acorralado en la biblioteca.
14:40Por favor, Bárbara, háblame. ¿Qué te ocurre?
14:47Llevas días evitándome, mirándome como si fuera un monstruo.
14:53¿Qué he hecho? Bárbara lo miró, y en sus ojos no había ira, sino una profunda y agotada decepción.
15:00No se trata de lo que has hecho, Leonardo. Se trata de lo que no has hecho. De lo que no habéis hecho ni tú ni Irene.
15:13¿Irene? ¿Qué tiene que ver ella en esto? No entiendo nada. Oh, claro que lo entiendes.
15:18La voz de Bárbara era gélida. Entiendes perfectamente. Esperaba que tu conciencia, o al menos tu amor por mí, te empujara a hacer lo correcto.
15:33Pero veo que me equivoqué. Seguís enredados en vuestra red de mentiras, esperando que todo se olvide, que el tiempo lo cure.
15:40Pero, ¿qué verdad? Dime de qué verdad hablas. Suplicó él, desesperado. No. Bárbara fue categórica.
15:52No seré yo quien la pronuncie. Esa carga os corresponde a vosotros. No quiero más excusas, Leonardo.
16:01No quiero más evasivas. Espero que seáis tú e Irene quienes confeséis. Hasta entonces, para mí, es como si no existieras.
16:10Dio media vuelta y salió de la biblioteca, dejando a Leonardo solo, con el eco de sus palabras resonando en la sala silenciosa.
16:23Él se pasó las manos por el cabello, una angustia terrible apoderándose de él. Sabía a qué se refería.
16:32Sabía cuál era la mentira que los carcomía. Pero confesarlo, confesarlo lo destruiría todo.
16:37El momento de la ceremonia se acercaba. Los invitados ya ocupaban sus bancos en la pequeña y hermosa capilla de la finca, adornada profusamente con flores blancas.
16:49El aire estaba cargado del perfume de los lirios y de una expectación casi palpable.
17:01Fue entonces cuando, en el umbral, aparecieron Bernardo y Mercedes. La llegada de esta última fue una sorpresa para muchos.
17:09Se sabía de su animadversión hacia el duque y pocos esperaban verla allí. Y menos aún, en calidad de testigo.
17:21El mérito era de Bernardo. Horas antes, en su casa, la había encontrado decidida a no asistir.
17:28No pienso poner un pie en esa farsa, Bernardo. No seré cómplice de la desgracia de Victoria.
17:38No es una farsa para Victoria, o al menos, ella no lo ve así. Bernardo se había sentado a su lado, tomando sus manos con gentileza.
17:47Y no serás cómplice, será su apoyo. Mercedes, piénsalo. Victoria estará sola, rodeada de la gente del duque.
18:01Necesita ver una cara amiga, alguien que le recuerde que no todo está perdido. Tu presencia será un ancla para ella.
18:10Pero, ¿y tú? ¿Vas a sonreírle al hombre que te ha utilizado y que probablemente te traicionará?
18:18Voy a estar allí para reclamar lo que es mío. Dijo él con firmeza. José Luis me hizo una promesa.
18:27Me prometió las tierras del lindero norte a cambio de mi ayuda para facilitar esta boda.
18:35Hoy, ante todos, se lo recordaré. No podrá negarse. Mercedes lo había mirado, viendo la determinación en sus ojos, pero también una ingenuidad que le rompía el corazón.
18:47Sin embargo, su argumento sobre Victoria había calado hondo. Está bien. Había cedido finalmente.
18:59Iré, por Victoria, y para asegurarme de que ese miserable cumple su palabra contigo.
19:04Ahora, al entrar en la capilla, José Luis los vio. Se acercó a ellos con una sonrisa que no llegaba a sus ojos.
19:14Bernardo, Mercedes, qué alegría teneros aquí. Vuestra presencia significa mucho para nosotros.
19:23No podíamos faltar a un día tan señalado, Duque. Respondió Bernardo, devolviendo el saludo con una formalidad calculada.
19:33Y, por supuesto, para actuar como testigos, tal y como acordamos. Por supuesto, por supuesto.
19:47José Luis le dio una palmada en el hombro. Todo a su tiempo. Ahora, disfrutemos de la ceremonia.
19:52El duque se alejó, dejándolos con una sensación agridulce. La cordialidad había sido una fina capa de barniz sobre una madera podrida.
20:02Mercedes apretó el brazo de Bernardo. ¿Has visto eso? Ya te está dando largas. Paciencia, querida.
20:15Paciencia, el momento llegará. Mientras los invitados tomaban asiento, en la cocina de la casa pequeña,
20:22donde el trabajo era ajeno a la pompa de la boda, se produjo un encuentro inesperado.
20:26Martín, un antiguo trabajador de la finca que se había marchado hacía tiempo en circunstancias poco claras, reapareció de repente.
20:40Se había ofrecido ayudar con el trajín de la cocina para el personal, un gesto que algunos agradecieron y a otros les extrañó.
20:51Estaba cortando verduras en una esquina cuando Matilde entró a buscar una jarra de agua.
20:56Sus miradas se cruzaron por encima del bullicio. El tiempo pareció detenerse. Matilde se quedó helada, la jarra a punto de resbalar de sus dedos.
21:10El color abandonó su rostro. ¿Martín? Susurró, su voz apenas audible. Él dejó el cuchillo sobre la tabla con una lentitud deliberada.
21:20Su rostro, marcado por el tiempo y quién sabe qué dificultades, se contrajo en una mueca indescifrable.
21:32Matilde, sigues igual. ¿Qué? ¿Qué haces aquí?
21:35Tartamudeó ella, mirando nerviosamente a su alrededor, como si la sola presencia de aquel hombre pudiera incendiar el aire.
21:42He vuelto. La gente vuelve a los sitios, ¿no? Su tono era extrañamente neutro, pero sus ojos contaban otra historia.
21:52Una historia de dolor, de cuentas pendientes. Oí que había una boda. Mucho trabajo.
22:03Pensé que unas manos extra no vendrían mal. Deberías irte. ¿Por qué? ¿Acaso mi presencia te incomoda?
22:10Dio un paso hacia ella, y Matilde retrocedió instintivamente.
22:17No te preocupes. No he venido a causar problemas. Solo a trabajar. Y a recordar. Se inclinó, su voz bajando a un susurro que solo ella pudo oír.
22:29Hay cosas que no se olvidan, Matilde. Por mucho que uno lo intente. Cosas que ocurrieron en este mismo valle.
22:35Se enderezó y volvió a su trabajo como si nada hubiera pasado. Dejando a Matilde temblando. El corazón golpeándole las costillas con una fuerza brutal.
22:50El terror que sentía por los planes de su marido se vio repentinamente eclipsado por un miedo más antiguo, más personal.
22:56La aparición de Martín era un fantasma del pasado que amenazaba con desenterrar secretos que ella creía sepultados para siempre.
23:09Y entonces, la música comenzó. El órgano de la capilla llenó el espacio con una melodía solemne y magnífica.
23:16Todas las cabezas se giraron hacia la entrada. Allí estaba Victoria. Del brazo de un pariente lejano que hacía las veces de padrino, avanzaba por el pasillo central.
23:31Su rostro era una máscara de serenidad, pero sus ojos buscaban desesperadamente entre los invitados.
23:37Los encontró. La mirada de Mercedes, firme y llena de afecto, le dio una bocanada del aire que le faltaba.
23:51José Luis la esperaba en el altar, su expresión era la de un coleccionista que está a punto de adquirir su pieza más preciada.
24:01Cuando Victoria llegó a su lado y el padrino depositó su mano en la del duque, él se inclinó para susurrarle.
24:07¿Estás deslumbrante, querida? La duquesa perfecta. Victoria no respondió. Simplemente asintió, manteniendo la vista fija en el sacerdote.
24:21La ceremonia dio comienzo. Las palabras del cura, las lecturas, las oraciones. Todo le llegaba como un murmullo lejano, un zumbido sin sentido.
24:31Su mente era un torbellino. ¿Estaba haciendo lo correcto? ¿O estaba cometiendo el mayor error de su vida? Cada segundo que pasaba era un paso más hacia el abismo, una vuelta más de la llave en la cerradura de su jaula.
24:45Desde la lejanía de su ventana, Luisa y Alejo observaban la pequeña figura blanca de Victoria entrar en la capilla.
24:55No podían oír nada, solo ver. Pobre Victoria, murmuró Luisa. Se está entregando al monstruo.
25:06A veces hay que aliarse con un monstruo para derrotar a otro mayor. Dijo Alejo, aunque en su voz no había convencimiento.
25:15O eso debe pensar ella. No hay monstruo mayor que José Luis, replicó Luisa con dureza.
25:27Y ella lo descubrirá por el camino más cruel. Se quedaron en silencio, unidos en su impotencia, viendo cómo el destino de la mujer que ambos consideraban una amiga se sellaba a cientos de metros de distancia.
25:40El sacerdote llegó al momento crucial. Su voz resonó en el silencio expectante de la capilla.
25:51José Luis de Viana, ¿quieres recibir a Victoria Salcedo de la Cruz como esposa? ¿Y prometes serle fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, y así amarla y respetarla todos los días de tu vida?
26:04Sí, quiero. La respuesta de José Luis fue rotunda, sonora, casi desafiante. Se giró ligeramente para mirar a los invitados, una sonrisa de puro triunfo en los labios.
26:18Luego, el sacerdote se volvió hacia Victoria. El corazón de la novia latía con una violencia que le dificultaba la respiración.
26:31Sintió todas las miradas clavadas en ella. La de José Luis, posesiva. La de Bernardo, expectante.
26:37La de Mercedes, comprensiva. La de Dios, o eso le pareció a ella, interrogante. Victoria Salcedo de la Cruz, ¿quieres recibir a José Luis de Viana como esposo?
26:51¿Y prometes serle fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, y así amarlo y respetarlo todos los días de tu vida?
26:59El silencio se hizo eterno. Un segundo, dos, tres, Victoria abrió la boca, pero ningún sonido salió de ella.
27:12El pánico la atenazaba. Era ahora o nunca, podía decir no, podía salir corriendo de allí, humillar al duque y desatar su furia, pero sería libre.
27:22Libre. La palabra resonaba en su cabeza como una campana celestial. José Luis, perdiendo su sonrisa, le apretó la mano con una fuerza que era casi un insulto.
27:39Una advertencia. Atrévete, parecían decir sus ojos. Victoria tragó saliva. El rostro preocupado de Mercedes le dio fuerzas, pero no las que todos esperaban.
27:52No para negarse, sino para resistir lo que venía después. Cerró los ojos un instante, despidiéndose de la chica que había sido.
28:02Y cuando los abrió, había en ellos una nueva y fría determinación.
28:07Sí, quiero. La voz fue clara, firme, pero carente de toda emoción.
28:12Un suspiro de alivio recorrió la capilla. José Luis recuperó su sonrisa, aunque una nueva nota de irritación se había colado en ella por la vacilación de su esposa.
28:25El sacerdote concluyó la ceremonia. Puede besar a la novia. José Luis se inclinó y la besó.
28:37Fue un beso de posesión, un acto de propiedad ante el mundo. Victoria lo soportó, sus labios fríos e inertes bajo los de él.
28:45En ese instante, supo que la guerra no había terminado. Acababa de empezar, y ahora se libraría desde el corazón mismo del territorio enemigo.
28:58No habría sorpresa. No hoy. La sorpresa sería su resistencia silenciosa, su lucha diaria por sobrevivir y, quizás, por cambiar las cosas desde dentro.
29:09El convite fue un despliegue de opulencia. Mesas cargadas de manjares, ríos de vino y champán, una orquesta tocando valses vieneses.
29:24José Luis, con victoria del brazo como un trofeo de guerra, recibía las felicitaciones con magnanimidad.
29:30Pero Bernardo no estaba de humor para fiestas. Encontró el momento en que el duque se quedó solo por un instante, cerca de la terraza.
29:44Duque, una palabra, si me permite. Bernardo, hombre, relájate, celebra con nosotros, dijo José Luis, apurando una copa de champán.
29:54Celebraré cuando cumplas tu parte del trato. Insistió Bernardo, su tono bajo pero inflexible.
30:06Las tierras, me las prometiste. José Luis soltó una risita que a Bernardo le geló la sangre.
30:16Ah, las tierras, siempre tan práctico, Bernardo. Eres incorregible. Fue un acuerdo.
30:24Yo cumplí mi parte. Mercedes es testigo, Victoria es tu esposa. Ahora te toca a ti.
30:32Y lo haré, por supuesto que lo haré, dijo el duque, su cordialidad ahora visiblemente falsa.
30:42Pero comprenderás que hoy, el día de mi boda, no es momento para hablar de lindes y escrituras.
30:47Hay que firmar papeles, llamar a notarios. Es un engorro. Lo veremos la semana que viene.
30:59Hola otra, no tengas prisa. Dio una palmada en el hombro de Bernardo y se dispuso a marcharse.
31:08Bernardo lo sujetó del brazo, su rostro congestionado por la ira.
31:12Me estás dando largas, José Luis.
31:17El duque se zafó de su agarre, su rostro transformándose en una máscara de fría advertencia.
31:26Ten mucho cuidado, Bernardo. No olvides con quién estás hablando. Y no estropees mi fiesta.
31:31Su voz era un siseo venenoso. Ahora, si me disculpas, mi esposa me espera.
31:39Se marchó, dejando a Bernardo plantado en mitad de la terraza, humillado y furioso.
31:47Lo había engañado. Había sido un idiota, un completo imbécil. La rabia que sentía era tan intensa que le hizo temblar.
31:55Mercedes se acercó a él, su rostro lleno de compasión. Te lo advertí, Bernardo. Ese hombre.
32:08Masculló él, apretando los puños. Va a lamentar haberme tomado por estúpido. Te lo juro, Mercedes.
32:14Va a lamentarlo. Mientras la fiesta continuaba en su burbuja de alegría forzada, las piezas de otros dramas se movían en la sombra.
32:29Bárbara seguía lanzando miradas gélidas a un Leonardo abatido, que bebía en un rincón sin atreverse a acercársele.
32:35Úrsula vigilaba con ojos de halcón a Adriana, que intercambiaba miradas nerviosas pero decididas con Rafael,
32:46quien se movía entre los invitados sirviendo bebidas, esperando la señal convenida.
32:52Y entonces, llegó el momento culminante del día, aunque la mayoría de los presentes nunca llegaría a saberlo.
32:59Atanasio, que había evitado la fiesta principal, vio su oportunidad.
33:07Adriana, con la excusa de un dolor de cabeza, se había alejado del bullicio,
33:12dirigiéndose hacia la zona más tranquila de los jardines traseros, cerca de las caballerizas.
33:20Era la primera etapa de su huida. Atanasio la siguió, con la vieja carpeta de cuero bajo el brazo.
33:25La encontró junto a la fuente, mirando el agua como si en ella pudiera ver su futuro.
33:37La luz del atardecer teñía el cielo de tonos anaranjados y púrpuras,
33:41creando una atmósfera melancólica y suspendida en el tiempo.
33:44Señorita Adriana. Ella se sobresaltó al oír su voz, Atanasio.
33:53Me has asustado. Perdóneme, señorita.
33:59No era mi intención, pero necesito hablar con usted. Es de vital importancia. Adriana frunció el ceño.
34:05El capataz parecía un hombre al borde de un precipicio. Su rostro estaba tenso. Sus ojos brillaban con una intensidad febril.
34:15¿Qué ocurre? Pareces, agitado. Lo estoy, señorita. Lo estoy, porque lo que voy a hacer puede costarme la vida.
34:26Pero mi conciencia no me permite callar ni un día más. Miró a su alrededor, asegurándose de que nadie pudiera oírlos.
34:39Luego, se acercó más. Usted es una salcedo de la cruz de corazón, aunque no lleve el apellido principal.
34:45Es hermana de Victoria. Y es justa. Por eso la he elegido a usted. Porque sé que hará lo correcto.
34:57Atanasio, me estás asustando. ¿De qué hablas? Él no respondió con palabras. En su lugar, le tendió la carpeta de cuero.
35:08Adriana la cogió, sus dedos rozando la piel gastada. La abrió con vacilación. Dentro había documentos amarillentos,
35:15cartas con sellos de lacre rotos, un viejo testamento y lo que parecía ser una copia de un título de propiedad,
35:22muy anterior a los que ella conocía.
35:27No entiendo, ¿qué es todo esto? Atanasio respiró hondo, como un hombre que se va a sumergir en aguas profundas y heladas.
35:38Y entonces, la verdad, la verdad más esperada y temida de valle salvaje, brotó de sus labios.
35:45José Luis de Viana no es el dueño de estas tierras, señorita. Ni de una sola hectárea.
35:56Todo lo que ostenta, su título, su fortuna, su poder. Está construido sobre un fraude.
36:02Una mentira que se remonta a varias generaciones. Adriana lo miró, boquiabierta, el corazón detenido en su pecho.
36:12¿Qué? ¿Qué estás diciendo? Estoy diciendo la verdad. La verdad que mi familia ha guardado en secreto por miedo.
36:21El abuelo del duque le robó estas tierras a su legítimo propietario, aprovechando su muerte en la guerra y falsificando documentos.
36:31Este valle, señorita Adriana, la voz de Atanasio se quebró por la emoción y el peso de la revelación.
36:43Este valle tiene unos dueños legítimos. Y no son los Viana. Adriana bajó la mirada a los papeles que temblaban en sus manos,
36:50y luego la alzó de nuevo hacia Atanasio, sus ojos desorbitados por la incredulidad y el comienzo de una comprensión aterradora.
37:01Entonces, si no es él, ¿quién es, Atanasio, por el amor de Dios? ¿Quiénes son los verdaderos dueños de valle salvaje?
37:12La pregunta quedó flotando en el aire teñido por el crepúsculo, cargada con el poder de cambiarlo todo.
37:21El plan de huida de Adriana, su futuro con Rafael, la boda de su hermana, la tiranía del duque.
37:30Todo quedaba empequeñecido ante la magnitud de aquella revelación. La verdad, como una bomba de relojería, acababa de ser activada.
37:41Y el valle entero estaba a punto de sentir la explosión.
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