Al galeno Lin Xianfeng la idea se le ocurrió un día de vendaval y oleaje. Pensó en cómo las ostras podían adherirse firmemente a los puentes, fortificando sus bases, o a las rocas bajo el mar, y se preguntó: ¿podría lograrse una hazaña similar en el ambiente húmedo del cuerpo humano? Acaba de demostrar que sí.
Así, junto a su equipo creó un bioadhesivo que ofrece una alternativa menos invasiva a los clavos y placas metálicas que se suelen usar para tratar roturas. Podría ser especialmente eficaz para fracturas conminutas, cuando los huesos se fragmentan en tres o más fragmentos.
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