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#ValleSalvaje #capítulo295Cumplir #promesa
Avance ‘Valle Salvaje’: Cumplir una promesa (capítulo 295, jueves 13 de noviembre)
Avance del capítulo 295 de ‘Valle Salvaje’, que se emite este jueves 13 de noviembre en La 1. Mercedes y Dámaso sellan una alianza en torno a una venganza pendiente. Con vídeo incluido.
El jueves 13 de noviembre amaneció con una claridad engañosa sobre el Valle. El cielo estaba limpio, casi insolente en su azul, como si no tuviera memoria de las noches en que el viento había llevado gritos ahogados entre las viñas ...
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#ValleSalvaje, #capítulo295Cumplir, #promesa
Transcripción
00:00Avance Valle Salvaje. Cumplir una promesa. Capítulo 295. Jueves 13 de noviembre.
00:18Avance del capítulo 295 de Valle Salvaje, que se emite este jueves 13 de noviembre en la 1.
00:25Mercedes y Damaso sellan una alianza en torno a una venganza pendiente. Con vídeo incluido.
00:34El jueves 13 de noviembre amaneció con una claridad engañosa sobre el valle. El cielo estaba limpio,
00:41casi insolente en su azul, como si no tuviera memoria de las noches en que el viento había
00:46llevado gritos ahogados entre las viñas y los tejados de la Casa Grande. Las hojas, ya doradas
00:53por el avance del otoño, crujían bajo las botas de los jornaleros, y el aire olía a mosto,
00:59tierra removida, y algo más, algo que los viejos del lugar reconocían sin saber ponerle nombre.
01:06Presagio.
01:09Mercedes se detuvo en medio del camino que conducía a las viñas altas. Se había levantado antes del
01:14amanecer, con el cuerpo cansado de no dormir y la mente aferrada a un único recuerdo. La voz
01:20depilara en aquella tarde remota, riéndose mientras se recogía el cabello en la nuca,
01:25con las manos manchadas de harina.
01:28Si alguna vez me pasa algo, hermana, prométeme que no te dejarás engañar. Que no mirarás hacia
01:34otro lado solo porque te convenga. Cumplir una promesa, murmuró Mercedes, casi sin darse cuenta,
01:43acariciando con los dedos la medalla deslucida que colgaba de su cuello.
01:46Aunque me cueste la vida, aunque me cueste el alma, el crujido de unos pasos sobre la
01:54grava la sacó de su ensimismamiento. No necesitó volverse para saber quién venía. Había algo en
02:01la forma en que el silencio cambiaba alrededor de ese hombre que ya le resultaba familiar,
02:06como si el valle entero contuviera el aliento cada vez que él se acercaba.
02:09No pensé que ya estuvieras aquí. Dijo la voz grave de Damaso a su espalda. Mercedes se volvió
02:18despacio. Él estaba a pocos metros, con el cabello aún húmedo por el agua del pozo y la camisa
02:25remangada, como si hubiera venido directo del trabajo. Pero en sus ojos no había rastro de fatiga,
02:33solo una lucidez cortante. Yo tampoco pensé que volvería a este lugar. Respondió ella.
02:40Y sin embargo, aquí estamos los dos. Como si el valle tuviera una manía extraña de atraer a los
02:46que creíamos haber escapado. Una sombra de sonrisa, amarga, cruzó fugazmente el rostro de Damaso.
02:55Los que huimos nos llevamos el valle metido en la sangre. Réplico.
03:01Da igual cuántos años pasen. Un día te despiertas y te das cuenta de que sigues soñando con estas
03:07colinas, con estas piedras y con las personas que las habitan. Se quedaron unos segundos mirándose,
03:16midiendo la distancia entre ellos, que no era tanto de pasos como de decisiones.
03:20¿Estás segura? Preguntó él al fin, sin rodeos. Mercedes, lo que me propusiste anoche no es cualquier
03:29cosa. Esto no es solo hablar mal de José Luis en una taberna ni levantar viejos rumores.
03:38Es, guerra. La palabra quedó colgando en el aire, pesada, casi indecente a esa hora temprana.
03:44Mercedes respiró hondo, el viento le revolvió un mechón de cabello y, por un instante, pareció más
03:53joven, más parecida a esa muchacha que había reído con Pilara en la cocina de la casa grande.
03:59No la empecé yo, dijo con calma. La empezó él el día que decidió que la vida de mi hermana valía
04:05menos que su reputación. La continuó cada vez que miró hacia otro lado, y la alimentó cada vez que
04:13convirtió este valle en un escenario para sus caprichos. Lo miró fijamente, sin apartar la
04:20vista. Te lo dije anoche y te lo repito ahora, con el sol de testigo, Damaso. Estoy dispuesta a cumplir
04:27mi promesa. A vengar a Pilara, incluso si eso significa convivir bajo el mismo techo que su asesina.
04:35Damaso entrecerró los ojos. Ayer insinuaste algo, pero no lo dijiste del todo. Objetó, midiendo sus
04:44palabras. Hablaste de culpa, de secretos, de la casa grande, pero no pusiste nombre. Y yo no pienso
04:54dar un paso más sin saber contra quién exactamente comparto esta venganza. Los dedos de Mercedes se
05:01tensaron alrededor de la medalla, hasta que los nudillos se le pusieron blancos.
05:07¿Lo sabrás? Contestó. Pero no aquí, no en medio del camino como dos vecinos cualquiera.
05:15Lo que voy a decirte merece paredes, puertas cerradas, y silencio. El silencio en este valle
05:22dura lo que tarda una criada en cruzar el patio. Gruñó él. A estas alturas, hasta las piedras tienen
05:30oídos. Entonces tendremos que hablar más bajo que las piedras. Replicó ella con ironía amarga.
05:39Esta noche, en la capilla vieja, como antes, cuando las mujeres del valle se reunían allí
05:44para llorar a sus muertos sin que el duque lo supiera. La mención del duque hizo que algo
05:50se encendiera en los ojos de Damaso. José Luis ya sabe que he vuelto para vengarme. Dijo,
05:56casi con satisfacción. Ayer tuvimos una conversación. Digamos que Clara,
06:03si no entendió mi intención, es porque no quiere entenderla. Mercedes lo estudió con atención. ¿Qué
06:10pasó exactamente? Damaso iba a responder. Pero un ruido lejano, el traqueteo de un coche acercándose
06:17por el camino principal, los interrumpió. Instintivamente, ambos giraron la cabeza hacia
06:25la casa grande. Desde allí, las ventanas parecían ojos vigilantes.
06:29Luego te lo cuento. Dijo él, con los labios apretados. No me apetece ofrecerle espectáculo
06:37gratis al duque tan temprano. Bastante tuve con verlo ayer descolocado. Mercedes lo detuvo
06:45con la mirada. Solo una cosa. Añadió él, antes de irse.
06:49Si vamos a sellar esta alianza, necesito saber que no vas a dar marcha atrás cuando las cosas
06:57se pongan feas. Porque se van a poner muy feas, Mercedes. Sobre todo para ti. Ella sostuvo
07:05su mirada con una firmeza que sorprendió incluso al propio Damaso.
07:11¿Sabes lo que es más feo que la venganza? Preguntó, la cobardía, y yo ya pasé demasiados
07:16años callando por miedo. No pienso repetir el error. Se quedó sola en el camino cuando
07:23él se marchó hacia las viñas, con el corazón latiéndole en la garganta.
07:28La promesa pronunciada años atrás vibraba de nuevo, viva, reclamando su cumplimiento.
07:36En la casa grande, Victoria ya había empezado su propia batalla, una más silenciosa pero
07:42no menos peligrosa. Frente al espejo del tocador, se colocaba los pendientes con manos que solo
07:50parecían firmes. Por dentro, cada músculo estaba tensado como una cuerda a punto de
07:57romperse. Gaspar no es hijo del duque. Repitió la frase en su cabeza, como si ensayara una línea
08:05de teatro. Lo había dicho tantas veces ya que empezaba a sonar casi verosímil, incluso para
08:11ella. No puedes permitir que te vean temblar, se murmuró al reflejo. Aquí, la que titubea pierde.
08:20Y tú no has llegado hasta aquí para perder. Cerró el joyero con un chasquido seco justo cuando la
08:26puerta se abrió sin llamar. No sabía que ahora había que pedir audiencia para hablar con mi
08:33mujer. Dijo José Luis, apoyado en el marco con un gesto que pretendía ser casual y solo conseguía
08:39mostrar su nerviosismo. Victoria reprimió un sobresalto y se giró, con una sonrisa ya dibujada
08:47en los labios, como si la hubiera tenido preparada desde el amanecer. Buenos días, duque. Respondió,
08:56usando el título como arma. Creía que tendrías cosas más urgentes que irrumpir en mi habitación.
09:03¿Cómo, no sé, ocuparte de tu nuevo invitado? José Luis entró despacio, cerrando la puerta a su espalda.
09:11El juego de poder entre ellos llevaba años librándose en gestos pequeños. ¿Quién se sentaba
09:17primero? ¿Quién cerraba una puerta? ¿Quién se atrevía a subir la voz? Ah, hablas de ese campesino con
09:25delirios de grandeza. Ironizó. Sí, lo tuve muy presente ayer, sobre todo cuando me amenazó en mis
09:32propias tierras. La sonrisa de Victoria se congeló un segundo. ¿Te amenazó? No con cuchillos, si a eso
09:41te refieres. Replicó él, caminando hacia la ventana. Pero a veces una frase bien colocada hiere
09:49más que un arma. Se apoyó en el alféizar, mirando hacia las viñas, donde un punto oscuro se movía con
09:56determinación. He vuelto para vengarme, me dijo. Recordó en voz alta. Y lo dijo mirándome a los ojos.
10:05No como un loco, sino como alguien que sabe exactamente lo que está haciendo. Victoria sintió
10:13un escalofrío. No era solo la amenaza en sí, sino lo que implicaba. Que el pasado, ese pasado que ella
10:22llevaba años tapando con alfombras y sonrisas, estaba empezando a salir a la superficie.
10:27Damasco siempre ha sido un hombre de palabras gruesas. Respondió, esforzándose por restarle
10:34importancia. Le gusta hacerse el mártir. No deberías darle tanta importancia. José Luis se giró hacia
10:42ella, con una expresión que ya no era solo de enojo, sino de algo más profundo. Desconfianza.
10:48Y tú, preguntó, ¿desde cuándo te preocupa tanto minimizar lo que dice ese hombre? Porque
10:56ayer me sorprendió algo más que sus amenazas, tu miedo. No alzaste la voz, Victoria. A ti,
11:05que te faltan paredes para gritar cuando se te lleva la contraria. Con él, en cambio, parecías
11:12prudente. Ella sintió cómo se le encendían las mejillas, no solo de rabia, sino de descubierto.
11:21Me preocupan las apariencias. Replicó, cruzándose de brazos. Este valle no necesita otro escándalo.
11:30Bastante estuvimos ya con la muerte de Pilara, con lo de Gaspar, con Tus. Se detuvo a tiempo,
11:36mordiéndose la lengua. Pero el daño ya estaba hecho. José Luis inclinó la cabeza, como un animal
11:44que huele sangre. Con Misqué, Victoria, inquirió, dando un paso hacia ella. Con Misqué, ella reculó un
11:55centímetro, apenas perceptible. Con Tus decisiones impulsivas, salió del paso, como haberle permitido
12:03volver. No tendrías que haberle abierto la puerta del valle, ni siquiera por cortesía.
12:10Sabes que solo traerá problemas. Y tú sabes muchas cosas que no dices. Replicó él, seco.
12:18Por ejemplo, ¿por qué cada vez que se pronuncia el nombre de Gaspar se te pone esa cara?
12:25La palabra quedó flotando entre ellos como una mosca molesta. Gaspar no es mi hijo. Escupió
12:31Victoria, por enésima vez. ¿Cuántas veces voy a tener que repetírtelo para que te entre en la
12:38cabeza? José Luis la observó con una calma nueva, casi cruel. Tal vez hasta que consigas creértelo
12:46tú, murmuró. Porque te conozco, Victoria. Cuando mientes por interés, sonríes. Cuando mientes por miedo,
12:55te tiembla la barbilla. Y ahora mismo te está temblando. Eso fue demasiado. Ella dio un paso
13:03adelante, clavándole la mirada. ¿Sabes qué es lo que me hace temblar de verdad? Susurró,
13:09con la voz cargada de veneno. Tener que soportar que mi marido siga obsesionado con una mujer que
13:15no supo conservar. Con Mercedes. Con esa santurrona que finge dignidad mientras se ha pasado la vida
13:22suspirando por lo que no era suyo. Esperaba herirlo, y lo consiguió. Algo se quebró en
13:29la mirada de José Luis, algo que había estado al borde del abismo desde hacía tiempo.
13:36No hables de lo que no entiendes, gruñó él. Mercedes por lo menos sabe lo que es la lealtad.
13:43¿Lealtad? rió Victoria, incrédula. ¿La lealtad de irse del valle sin mirar atrás,
13:48dejando a todos con la duda? ¿Esa lealtad dices? La vena del cuello de José Luis palpitaba
13:55visiblemente. Debí casarme con Mercedes. Soltó de repente, casi escupiendo las palabras.
14:03El silencio fue inmediato, brutal. Victoria sintió que el suelo se abría bajo sus pies.
14:09Podía haber soportado gritos, insultos, incluso golpes en la mesa. Pero esas cinco palabras fueron
14:18como un disparo en el pecho. Vuelve a repetirlo. Susurró, con la voz rota y una calma tan peligrosa
14:26como la de un animal acorralado. Atrévete a repetirlo, y te juro que, que, que, la interrumpió
14:35él. ¿Que me harás la vida imposible? Eso ya lo haces desde el día de nuestra boda.
14:41¿Que arruinarás mi reputación? La mía, Victoria. Ya la arruiné yo solo hace mucho tiempo.
14:46Pero hay algo que no puedes quitarme. El derecho a reconocer donde me equivoqué. Se acercó tanto
14:55que ella pudo sentir su respiración. Y me equivoqué casándome contigo. La bofetada que
15:02Victoria le cruzó la cara resonó en todo el cuarto. José Luis no la esquivó. La aceptó,
15:10casi como si la mereciera. Ella, en cambio, se quedó temblando, con la mano levantada y los ojos
15:16llenos de una furia que era, en el fondo, miedo. Te vas a arrepentir. Susurró. Te vas a arrepentir
15:24de cada palabra. Ya estoy arrepentido. Respondió él, poniéndose en marcha hacia la puerta.
15:33Pero no por lo que crees. Cuando salió, Victoria sintió que las paredes parecían estrecharse.
15:41No era solo el matrimonio lo que se tambaleaba. Eran los cimientos de todo lo que había construido.
15:46Su posición, su imagen, su control sobre la casa grande. Y, sobre todo, su secreto. Porque,
15:56por mucho que lo negase en voz alta, había algo que la perseguía por las noches. La imagen de
16:02Pilara en el suelo, la mancha oscura sobre las baldosas, el eco de una discusión que nunca
16:07debería haber escalado tanto. Mientras en el piso alto el matrimonio se desmoronaba,
16:14en el patio de servicio se libraban otras batallas, más humildes pero igual de intensas.
16:21Matilde se apoyó un momento en la mesa de la cocina, cerrando los ojos. Las manos le temblaban
16:27ligeramente, no sabía si por el cansancio o por la sensación constante de estar caminando sobre vidrio.
16:33¿Te encuentras bien? Preguntó Bárbara, dejando a un lado la cesta de verduras. Estás más pálida que
16:41el mantel del comedor grande. Matilde intentó sonreír, pero le salió una mueca. Estoy cansada,
16:49eso es todo, respondió. Aquí arriba nunca se acaba el trabajo. Si no es Victoria, es Francisco. Y si no,
16:58es la sensación de que todo puede explotar en cualquier momento. Bárbara se secó las manos
17:05en el delantal y se acercó. Tú antes no eras así. Dijo, con cariño y preocupación a partes iguales.
17:15Eras fuerte, Matilde. Hasta te atrevías a plantarle cara al duque si hacía falta.
17:20¿Qué te está pasando? La pregunta fue la gota que colmó el vaso. Matilde sintió cómo se le
17:28llenaban los ojos de lágrimas sin haberles dado permiso. Estoy pensando en irme. Confesó,
17:35en un susurro que era casi una traición pronunciada. En dejar la casa grande. En dejar el valle. Bárbara
17:44abrió la boca, sorprendida. ¿Irte? ¿Pero a dónde? A cualquier parte donde Victoria no exista.
17:52Respondió Matilde, con un hilo de voz. Donde no tenga que mirar por encima del hombro cada
17:58vez que respiro, por miedo a que me acuse de deslealtad. Donde no tenga que ser el escudo
18:05de nadie. Estoy, agotada, bárbara. Y no hablo solo del cuerpo. Se llevó una mano al pecho,
18:14donde un dolor sordo llevaba días instalándose, y Atanasio se atrevió a preguntar la otra.
18:21¿Se lo has dicho? Matilde bajó la mirada. Al pensar en él, en sus manos grandes y torpes que
18:27la tocaban como si fuera de cristal, en la rabia que lo había consumido durante meses y en la ternura
18:32que había aprendido a mostrarle, sintió el corazón encogerse.
18:38No, admitió, ¿cómo voy a arrancarlo del lugar donde quiere ajustar cuentas? Él vino al valle
18:43dispuesto a vengarse. Y yo, no sé si tengo derecho a pedirle que renuncie a eso por mí.
18:51Bárbara la tomó por los hombros. Tú no tienes la culpa de nada de lo que pasó,
18:57dijo con firmeza. Ni de lo que José Luis hizo, ni de lo que Victoria oculta, ni de la rabia de
19:03Atanasio. Pero tienes derecho a ser feliz. Y si el único sitio donde eso es posible está lejos
19:10del valle, pues será lejos del valle. Matilde la miró, con lágrimas ya brillando en las pestañas.
19:18No sé si tengo fuerzas para marcharme, susurró. Pero tampoco sé si tengo fuerzas para quedarme.
19:27Lo que ninguna de las dos sabía era que, detrás de la puerta entreabierta de la despensa,
19:32alguien había escuchado parte de aquella conversación. Atanasio, con los puños cerrados
19:39y la mandíbula apretada, sintió como su plan de venganza se tambaleaba.
19:46¿Qué vale más? Se preguntó, apretando los dientes. ¿Ajustar cuentas con un pasado que ya no se puede
19:52cambiar? ¿O no perder a la única mujer que me ha mirado como si fuera algo más que un hombre roto?
20:00Por primera vez desde que había llegado al valle, consideró seriamente la posibilidad de renunciar
20:05a su odio. En otra parte de la finca, el odio tomaba otra forma. La de la duda inoculada con
20:13precisión. Damaso había escogido cuidadosamente el momento para hablar con Rafael y Alejo. No en
20:21la casa grande, donde las paredes tenían más memoria que las personas. No en la taberna, donde
20:27las palabras se deformaban con el vino, sino en el camino que llevaba al río, donde los tres habían
20:32jugado de niños sin saber que un día se enfrentarían a la verdad sobre ese pasado.
20:39¿De verdad creíais que vuestro padre se convirtió en el hombre que es sin pisar nunca a nadie? Preguntó,
20:45plantándose frente a ellos, con las manos en las caderas.
20:51¿De verdad pensáis que un título y unas tierras se sostienen solo con esfuerzo y talento?
20:55Rafael frunció el ceño. Alejo, más impulsivo, apretó los puños. Sabemos que el duque no es un
21:05santo, admitió Rafael. No hace falta que vengas tú a iluminar el camino. Pero otra cosa es que
21:13quieras que creamos cualquier historia que te inventes porque te conviene, añadió Alejo.
21:17Llevas días rondando el tema, insinuando cosas sobre nuestro padre, sobre Gaspar,
21:25sobre el pasado. Pero todavía no has dicho nada concreto, damaso. El aludido sonrió de lado.
21:33Sois hijos de vuestro padre, comentó. Os han enseñado a no creer nada que no venga con sello,
21:39firma y notario. No, nos han enseñado a desconfiar de quien viene al valle diciendo
21:45que se quiere vengar. Respondió Rafael. Porque la gente que se mueve por venganza suele ver solo
21:53lo que quiere ver. No había desprecio en su voz, sino una tristeza que a damaso le dolió más de
21:58lo que habría querido. Yo no quiero que me creáis a mí. Dijo al fin. Quiero que empecéis a preguntaros
22:06a quién habéis creído hasta ahora. Se metió la mano en el bolsillo interior de la chaqueta y sacó un
22:12papel doblado, amarillento por los años. Esto lo encontré en un cajón viejo, en la casa donde
22:20viví con Pilara, explicó. Es una carta. No de vuestro padre, tranquilos. Él no es de los que
22:28dejan papel que pueda comprometerlo. Pero sí de alguien que conocéis bien. Rafael y Alejo
22:35intercambiaron una mirada inquieta. ¿De quién? Preguntó Rafael. Damaso dudó un segundo. Aún no
22:43era el momento de descubrir todas sus cartas. Ni siquiera ellos. De alguien que estaba aquí cuando
22:50vuestra madre todavía vivía. Respondió. Alguien que sabía cosas sobre las cuentas del valle, sobre los
22:58tratos del duque, sobre las compensaciones que se daban en silencio. Se guardó la carta de nuevo.
23:07No voy a enseñar esto todavía. Añadió. Ni a vosotros ni a nadie. Pero necesito que entendáis
23:14algo. Si estoy removiendo este fango no es porque me guste ensuciarme las manos, sino porque debajo hay
23:20un cuerpo. Y ese cuerpo tiene nombre. Pilara. El nombre cayó entre los tres como una piedra en el
23:29agua. La muerte de Pilara fue un accidente. Dijo Rafael, casi automáticamente. Eso es lo que siempre
23:37se ha dicho. Y también se decía que Gaspar no era hijo del duque. Replicó Damaso. ¿Veis? Las palabras
23:46aguantan lo que haga falta. El problema es cuando los hechos dejan de obedecerlas. Se dio la vuelta,
23:53dispuesto a marcharse, y entonces añadió, sin mirar atrás. Preguntadle a vuestro padre por qué
24:01nunca quiso que se abriera una investigación seria sobre la muerte de Pilara. Preguntadle por
24:08qué esa noche faltaban páginas en los libros de cuentas. Preguntadle por qué se empeña tanto en
24:13mantener a ciertas personas cerca y a otras bien lejos. Los dejó allí, con el río murmurando a sus
24:21espaldas y las dudas empezando a arañarles la conciencia. En la prisión, en cambio, no había
24:28espacio para las dudas. Solo para la resignación o el sacrificio. Luisa se sentó en el taburete
24:37metálico de la sala de visitas, con las manos entrelazadas sobre las rodillas. Había ensayado
24:44lo que iba a decir, igual que Victoria ensayaba sus mentiras frente al espejo, pero por motivos muy
24:50distintos. Lo que ella estaba a punto de pronunciar no era una falsedad para salvar un título, sino una
24:57puñalada dirigida a su propio corazón. El guardia abrió la puerta y Alejo entró. Traía la misma
25:04expresión de cada visita. Una mezcla de rabia contenida y amor desesperado. Cada vez que cruzaba
25:12ese umbral parecía más delgado, más pálido, como si la cárcel hubiera atrapado también parte de su
25:18libertad aunque él durmiera cada noche bajo el techo de la casa grande. Luisa, dijo, sentándose
25:26frente a ella. Ella levantó la mirada y, por un segundo, vio todo lo que estaban a punto de perder.
25:33Las tardes en la cocina de la casa pequeña, las risas robadas en el establo, los planes de huida
25:39susurrados al oído. No debería seguir viniendo. Soltó de golpe. No tiene sentido. Alejo parpadeó,
25:48desconcertado. ¿Qué dices? Que no tiene sentido. Repitió, apretando las manos. Que estamos alargando
25:57algo que ya está muerto. Como esas flores que traes y que se secan antes de que las cambies. Él
26:04se inclinó hacia delante. Luisa, mírame. Pidió. Esto no está muerto. No mientras yo siga respirando.
26:14Eres muy poético para ser hijo de un duque. Ironizó ella, con una sonrisa que no llegó a los ojos.
26:22Soy muy terco, que es distinto. Contestó. He hablado con Rafael. He hablado con abogados.
26:28Estoy removiendo cielo y tierra para encontrar una forma de sacarte de aquí. Luisa cerró los ojos
26:36un instante, recordando la visita que había recibido días atrás, cuando uno de los hombres
26:41de confianza de José Luis se había presentado con un mensaje claro. O lo dejas ir, o haré que
26:47olvide cómo se pronuncia tu nombre. No quiero que remuevas nada. Dijo, abriendo los ojos con una
26:55frialdad que le dolía hasta en los huesos. Lo que hicimos, se corrigió. Lo que hice, lo hice yo.
27:04Y estoy pagando por ello. No tienes por qué arrastrarte conmigo. Alejo frunció el ceño.
27:11Siempre dices, lo que hicimos, y luego te corriges. Porque no quiero que te aferres a una
27:17culpa que no es tuya. Respondió.
27:19Basta con que cargue yo con ella. En su mente, sin embargo, resonaban las palabras de Pepa
27:27cuando todavía estaban en libertad. Aquella noche en que el plan con Tomás se les había
27:32ido de las manos. Si nos descubren, diré que fue idea mía. Alejo sacudió la cabeza.
27:39No lo entiendes, dijo, desesperado. No puedo hacer como si nada. No puedo irme del valle,
27:49casarme con otra, tener hijos y venir aquí los domingos a dejar flores a la puerta de
27:53esta prisión. No puedo vivir como si tú no fueras parte de mi historia. Luisa sintió
28:00que se le quebraba algo por dentro. Justo por eso tengo que hacerlo, pensó. Pues tendrás que
28:08aprender, dijo en voz alta. Porque no voy a esperarte. Él se quedó helado. ¿Qué? Ella
28:16tragó saliva. No voy a esperarte, repitió, esforzándose por mantener la voz firme. Ni quiero
28:24que tú me esperes a mí. No quiero que pierdas los mejores años de tu vida por una mujer que,
28:29al final, no fue más que una ladrona que se dejó arrastrar por un hombre cobarde.
28:36Alejo negó con la cabeza, una y otra vez. No hables así de ti, murmuró. No te voy a permitir.
28:45Y tampoco te quiero, añadió Luisa, clavándole la mirada como si lo apuñalara. No de esa manera.
28:53Lo nuestro fue un error, una confusión, algo que nació del agradecimiento, del miedo,
28:59de la necesidad de creer que podía haber algo limpio en medio de tanto barro.
29:05Pero ya se acabó. Cada palabra era un disparo, y ella lo sabía. Vio cómo a Alejo se le endurecía
29:11la mandíbula. Cómo sus ojos se llenaban de un brillo húmedo que se negó a convertirse en lágrima.
29:17Mientes, dijo él, con los labios apretados. Y eres muy mala mentirosa, Luisa. Entonces haz de cuenta
29:27que digo la verdad, contestó. Y vete, no vuelvas más. Se hizo un silencio espeso.
29:35El guardia carraspeó discretamente, como recordándoles que el tiempo se agotaba.
29:42Alejo alargó la mano por encima de la mesa, buscando los dedos de ella. Pero Luisa retiró
29:48las manos al regazo, apretándolas.
29:50Por favor, susurró él, no me obligues a irme así. Entonces lárgate por ti mismo. Respondió ella,
29:59con un hilo de voz.
30:02Y no mires atrás. Alejo se levantó despacio. La silla chirrió sobre el suelo. Durante un
30:08segundo, pareció que iba a rodear la mesa y abrazarla, romper la distancia, romper la condena.
30:14Pero al final se dio la vuelta y caminó hacia la puerta, con los hombros rígidos.
30:22Luisa lo siguió con la mirada hasta que desapareció. Solo entonces dejó que las
30:26lágrimas cayeran, silenciosas, sobre sus manos entrelazadas.
30:32Te lo prometo, se dijo, recordando la amenaza velada del emisario del duque. Te lo prometo,
30:39Alejo. Si tengo que convertirme en la villana de tu historia para salvarte, lo haré.
30:44En la casa pequeña, mientras tanto, otra promesa estaba a punto de ser desenterrada.
30:53Adriana se quedó quieta, con el paño húmedo en la mano, al oír a Pepa pronunciar aquellas
30:58palabras que parecían no querer salir. Luisa fue ladrona, repitió la mujer mayor,
31:06sin atreverse a mirar a la muchacha.
31:08No solo ahora, no solo en lo que salió en los papeles. Mucho antes, con Tomás. El nombre
31:16de Tomás aún era un fantasma que recorría los rincones de la casa, una historia que
31:21muchos preferían no nombrar.
31:22¿Qué estás diciendo, Pepa? Susurró Adriana. Pepa, con las manos arrugadas apoyadas en
31:30la mesa, parecía haber envejecido de golpe diez años.
31:33Que no siempre fue la muchacha buena que tú quieres ver, dijo. Que hubo una época en
31:41que la miseria nos tenía agarradas del cuello y... y ella se dejó convencer por las palabras
31:46dulces del peor hombre que pasó por esta casa. Tomás la arrastró a cosas feas, a robar,
31:53a cruzar puertas que no eran suyas, a meter las manos donde solo los señores las habían
31:57metido antes. Adriana se sentó frente a ella. Y tú lo sabías. Lo descubrí tarde. Admitió
32:07Pepa, con la voz rota. Cuando vinieron a decirme que si seguía por ese camino, iba a acabar
32:14peor que sus padres. Y entonces hice lo único que pude. Prometí que si algún día la justicia
32:21venía a llamar a esta puerta, diría que había sido culpa mía. Que yo la había empujado.
32:28Pero la justicia, ya ves, siempre llega tarde y mal. Castigó lo que hizo ahora. Y lo que
32:35hizo antes también, aunque nadie lo nombre.
32:40Adriana se quedó callada un momento. ¿Por qué me cuentas esto ahora? Preguntó al fin.
32:45Pepa levantó la mirada. Tenía los ojos llenos de lágrimas. Porque sé que tú todavía crees que
32:52puedes salvarla. Dijo. Y quiero que la veas entera, no solo la parte que te enternece. Quiero que sepas
33:01que Luisa no es una víctima perfecta, Adriana. Que tiene sombras. Que tomó decisiones equivocadas.
33:09Que se dejó seducir por caminos torcidos. Se enjugó las lágrimas con el dorso de la
33:15mano. Y aún así. Añadió, bajando la voz. Aún así yo la quiero. Y si tú quieres ayudarla
33:23después de saber todo esto, entonces tu ayuda será de verdad. No de esas que se dan con los ojos
33:30vendados. Adriana bajó la cabeza, en silencio. Las palabras de Pepa no la alejaban de Luisa. La
33:38acercaban más. Porque era fácil compadecer a quien no había tenido culpa. Lo difícil era
33:45seguir amando a quien se había equivocado. No sé si puedo salvarla. Admitió, sin levantar la vista.
33:54Pero sí sé que no voy a dejar que se hunda sola. Te vas a partir el alma. Advirtió Pepa. El alma ya
34:02la tengo llena de grietas. Respondió Adriana, levantándose. Una más no hará diferencia. El que
34:10sentía que se fracturaba por dentro era Francisco, el nuevo mayordomo. Estaba en el pasillo principal
34:17de la casa grande, ajustándose el chaleco frente a una consola, cuando Victoria se acercó con paso
34:23decidido. Francisco llamó, sin molestarse en suavizar el tono. ¿Es que aquí ya nadie sabe seguir
34:32instrucciones? Él se giró, resoplando por dentro. ¿A qué se refiere, señora? A que pedí que el salón
34:40estuviera preparado para las cinco, con la vajilla buena, las flores del jardín francés y las cortinas
34:46abiertas solo hasta la mitad, enumeró ella. Y acabo de pasar por ahí y me he encontrado un espectáculo
34:55impropio de esta casa. Las flores están mustias, la vajilla es la de diario y las cortinas parecen
35:02colgadas por un ciego. Francisco respiró hondo, contando mentalmente hasta tres. He dado las
35:11órdenes correspondientes. Respondió. Pero el personal está, cansado, ha habido muchos cambios en poco
35:19tiempo. El viejo mayordomo llevaba toda una vida aquí. La transición no es fácil. ¿Está sugiriendo
35:27que la culpa es mía? Saltó Victoria. Estoy diciendo que gobernar una casa como está a base de gritos y
35:34amenazas no ayuda. Se le escapó, antes de poder frenarse. El silencio que siguió fue tan denso que
35:42pudo casi palparse. Victoria lo miró como si no diera crédito. ¿Cómo ha dicho? Susurró, con una
35:49sonrisa gélida. Francisco sabía que había cruzado una línea, pero ya estaba demasiado cansado para dar
35:55marcha atrás. He dicho que la gente trabaja mejor cuando siente que se la respeta, señora, rectificó,
36:04midiendo ahora las palabras. Y en estos días he visto más miedo que respeto en las caras de las
36:10criadas. Victoria entrecerró los ojos. ¿Y qué sabe usted del respeto, Francisco? Preguntó, si está aquí
36:19es porque alguien le ha hecho un favor. No lo olvide, fuera de estas paredes, usted no es más que un mozo
36:27de cuadra con buenos modales. No se confunda. Las palabras lo golpearon de lleno. Había aprendido a
36:35tragar humillaciones, pero aquella derramó el vaso. Sé bastante del respeto. Dijo, bajando la voz. Por eso
36:44mismo sé cuándo no lo tengo. Le sostuvo la mirada un segundo, algo que pocos se atrevían a hacer. Luego
36:53inclinó la cabeza apenas, por pura educación, y se apartó. Mientras se alejaba, pensó por primera vez
37:01en serio en abandonar el cargo. No por cobardía, sino por dignidad. Pero entonces recordó las manos
37:09de su padre, encallecidas, cuando le dijo. Hijo, no dejes nunca que te traten como si fueras menos
37:16que los demás, aunque tengas que limpiar sus suelos. Si me voy ahora, pensó, gana ella, y el
37:25valle seguirá igual. Pero si me quedo, quizá pueda hacer una pequeña diferencia. El día avanzó cargado
37:32de palabras que herían, silencios que pesaban y decisiones que se iban cocinando a fuego lento.
37:40Pero la verdadera detonación estaba reservada para la noche, en la capilla vieja.
37:47Mercedes llegó envuelta en un chal, con los pasos medidos. Había pasado el día entero evitando
37:53cruzar la mirada con Victoria, esquivando las preguntas de José Luis, manteniendo a raya a los
37:58fantasmas de su propia culpa. Ahora, mientras empujaba la puerta de madera, sintió que entraba
38:06en un lugar donde el tiempo se había quedado detenido. Las velas que había encendido al llegar
38:13desprendían un olor suave a cera. Las paredes, desconchadas, conservaban todavía restos de antiguas
38:19pinturas. En un rincón, el agua bendita se había evaporado hacía años, pero el cuenco seguía allí,
38:27como un testigo mudo. Damaso estaba allá adentro, sentado en el último banco, con los codos apoyados
38:36en las rodillas. Se levantó al verla. Pensé que te habías arrepentido. Dijo, si me hubiera arrepentido
38:45no habría venido. Respondió ella. Esta no es la clase de decisión que se toma y se deshace de un día
38:52para otro. Se sentaron frente a frente, separados por el pasillo central. Entre ellos, el espacio donde
39:01tantas veces otras mujeres habían llorado en silencio. Cuando Pilara murió, empezó Mercedes,
39:09sin rodeos. Todo el valle repitió la misma versión. Fue un accidente.
39:14Una caída, un mal golpe en la cabeza. Qué desgracia, qué injusticia, tan buena muchacha. Ya sabes cómo
39:23hablan. Damaso asintió, en silencio. Él había oído aquella historia mil veces. Demasiadas.
39:32Yo también repetí esa versión. Continuó ella. Porque era lo que se esperaba. Porque era lo que
39:38decía el duque. Porque era lo que firmaron en los papeles. Pero esa no fue la verdad. Su voz
39:44tembló ligeramente, pero no se detuvo. Pilara discutió con alguien aquella noche. Dijo, alguien
39:53que no estaba dispuesto a permitir que ciertos secretos salieran a la luz. Alguien que la empujó.
39:59No sé si quiso matarla. No sé si calculó lo que estaba haciendo. Solo sé que cuando encontré a mi
40:06hermana en el suelo, con la sangre extendiéndose bajo su cabeza, no estaba sola. Había una sombra
40:14junto a ella. Y esa sombra tenía nombre. Damaso se inclinó hacia delante, con las manos apretadas.
40:22Dilo. Pidió, casi en un susurro. Dilo de una vez, Mercedes. Ella cerró los ojos un segundo,
40:30como si necesitara tomar impulso desde muy lejos.
40:32La persona que estaba allí. Empezó, la persona que discutió con Pilara, la que la empujó.
40:43Abrió los ojos, y el nombre salió como un suspiro que llevaba años encerrado. Fue Victoria.
40:51El nombre quedó flotando en el aire de la capilla, mezclándose con el humo de las velas.
40:56Damaso se quedó inmóvil, como si un rayo lo hubiera partido en dos. ¿Victoria? Repitió, incrédulo.
41:07¿La duquesa? Mercedes asintió lentamente. No era duquesa todavía entonces. Precisó.
41:13Pero ya era tan peligrosa como ahora. Pilara había descubierto algo sobre las cuentas del valle,
41:20sobre pagos en negro, sobre tierras que se habían, reacomodado, sin que nadie supiera bien cómo.
41:29Y Victoria estaba en medio de todo eso. Mi hermana quiso enfrentarla. Quiso hablar claro.
41:34Y ya ves cómo acabó. Damaso se levantó de golpe, dando unos pasos por el pasillo. Necesitaba moverse
41:43para no explotar. ¿Y tú te lo has callado todos estos años? Preguntó, volviéndose hacia ella.
41:51¿Has convivido con esa mujer? ¿Has dejado que el mundo la viera como la dama perfecta,
41:56la duquesa intachable? ¿Sabiendo que tu hermana murió por sus manos?
42:00Mercedes lo miró, con los ojos llenos de una tristeza antigua. Me lo callé porque el duque
42:07me lo pidió. Respondió. Me dijo que si eso salía a la luz, el valle se hundiría. Que Pilara no
42:15resucitaría, pero muchas familias se quedarían sin trabajo. Que a veces era mejor una mentira útil
42:23que una verdad destructiva. Se pasó una mano por la cara.
42:26Y porque yo no era tan valiente como fingía. Añadió. Porque tenía miedo. Miedo a perderlo
42:34todo. Miedo a quedarme sola. Miedo a enfrentarme a un sistema que siempre protege a los mismos.
42:42Así que hice un trato con mi conciencia. Me conformé con odiarla en silencio. Damaso apretó
42:48los dientes. Y ahora, preguntó, ¿qué ha cambiado? Mercedes se quedó pensando un instante. Que ya no
42:57puedo seguir mirándome al espejo. Dijo al fin. Que cada vez que veo a Gaspar, a Rafael, a Lejo,
43:06a todas las vidas que se han torcido por culpa de los juegos de esa gente, siento que la sangre de
43:11Pilara me mancha las manos por haber callado. Y porque te prometí una vez que, si algún día tenía
43:18el valor de decirlo en voz alta, serías el primero en saberlo. Él la miró, sorprendido. ¿Me lo prometiste?
43:28La noche antes de irte del valle, recordó ella. No lo sabes, pero te vi. Te vi hacer la maleta a la
43:36luz de una vela, con los ojos llenos de rabia y de impotencia. Y me prometí a mí misma que si
43:43alguna vez hacía justicia por mi hermana, te encontraría. Que esto, lo haríamos juntos. Un
43:51silencio espeso se instaló entre los dos. La palabra, juntos, tenía un peso que iba más allá de la
43:58venganza. Era un puente tendido entre dos soledades. Cumplir una promesa, repitió Damaso.
44:06Como si saboreara las palabras. Tú la hiciste por tu hermana. Yo la hice por mí mismo. Le prometí al
44:14hombre que fui que no iba a morir callado. Que algún día volvería y pondría a José Luis de rodillas.
44:21Miró hacia el altar, donde un Cristo descolorido parecía asistir en silencio a la escena.
44:26Ahora sé que mi guerra no es solo contra él. Añadió. Es contra todo lo que ha permitido.
44:36Incluida ella. Victoria nunca aceptará que la señalen. Advirtió Mercedes. Hará lo que sea por
44:43salvarse. Lo que sea. También yo. Respondió él. Y tengo algo que ella no. Nada que perder.
44:51Se miraron largo rato, reconociéndose en el dolor y en la rabia, pero también en la posibilidad remota
44:59de una reparación. A partir de esta noche, dijo él, dejamos de ser dos personas rumiando sus odios
45:08en rincones distintos. A partir de esta noche, somos una alianza. No me pidas que deje de tener miedo,
45:16dijo Mercedes. Pero sí te prometo que no me volveré atrás. Damaso asintió. Entonces empecemos, concluyó.
45:28Vas a vivir bajo el mismo techo que la asesina de tu hermana. Y yo voy a hacer que cada ladrillo de
45:33esa casa recuerde quién fue Pilara. Que cada mirada que Victoria reciba empiece a pesarle como
45:40un juicio. El viento se coló por una rendija de la ventana, apagando una de las velas.
45:47La llama se resistió un segundo antes de morir. En la penumbra que quedó, las sombras de Mercedes y
45:53Damaso se proyectaron grandes sobre la pared del fondo, como si el valle entero estuviera
45:58contemplando el pacto que acababan de sellar. En algún lugar de la casa grande, Victoria sintió
46:05un escalofrío sin saber por qué. José Luis, con la mejilla todavía marcada por la bofetada y el
46:13corazón latiéndole con una mezcla de culpa y orgullo, miró su reflejo en el cristal y se preguntó
46:18en qué momento su vida se había convertido en esa sucesión de decisiones imposibles.
46:23Rafael y Alejo, cada uno en su cuarto, daban vueltas en la cama, con las palabras de damaso
46:31clavadas como espinas, preguntadle a vuestro padre. Matilde se aferraba a la idea de irse del valle
46:39mientras Atanasio, solo en la oscuridad de la casa pequeña, empezaba a imaginar un futuro donde
46:45la venganza no fuera su único norte. Pepa rezaba por Luisa, que lloraba en su catre de prisión,
46:53recordando el rostro de Alejo alejándose. Francisco se debatía entre hacer la maleta
46:59o aguantar un día más, por testarudez y dignidad. Y sobre todos ellos, como una nube que aún no se
47:08rompe pero ya oscurece el cielo, la promesa se extendía. Una promesa de verdad, de justicia,
47:15de dolor y, quién sabe, quizá de una paz que aún parecía imposible.
47:22El valle, esa noche, no durmió del todo, porque cuando alguien decide por fin cumplir una promesa
47:28largamente postergada, el mundo alrededor contiene la respiración. Y en valle salvaje, cada promesa tiene
47:36un precio que todavía nadie ha terminado de pagar.
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