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#avance #capítulo #296
¡Atención, fans de 'Valle Salvaje'! El capítulo 296 llega cargado de tensión, confesiones y regresos que lo cambiarán todo.

Leonardo e Irene vuelven al valle, pero no como se fueron. Regresan como marido y mujer, derrochando una complicidad que se convierte en una tortura para Bárbara. ¿Es este el fin de su sufrimiento o, como ella teme, apenas el comienzo de su verdadera pesadilla?

Mientras tanto, la situación en el palacio llega a un punto de no retorno. Victoria, sintiéndose acorralada, fin ...
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Transcripción
00:00Atención, fans de Valle Salvaje. El capítulo 296 llega cargado de tensión, confesiones y
00:17regresos que lo cambiarán todo. Leonardo e Irene vuelven al valle, pero no como se fueron. Regresan
00:26como marido y mujer, derrochando una complicidad que se convierte en una tortura para Bárbara.
00:32¿Es este el fin de su sufrimiento o, como ella teme, apenas el comienzo de su verdadera pesadilla?
00:41Mientras tanto, la situación en el palacio llega a un punto de no retorno. Victoria,
00:47sintiéndose acorralada, finalmente le confiesa a Damaso la verdad. Fue la amante de José Luis
00:52mientras aún estaba casada con él. Pero esta confesión no calma a Damaso. Al contrario,
01:00despierta una sospecha mucho más oscura y aterradora. ¿Qué tiene que ver Victoria con la muerte de
01:07Pilara? En el momento más crítico, Victoria busca la ayuda de José Luis, pero él le da la espalda,
01:14negándose a intervenir y dejándola sola frente a la furia de Damaso.
01:17Lo que ninguno de los dos sabe es que el enemigo que tienen en casa ha venido a ajustar cuentas con
01:25ambos. Además, Alejo se aleja de Luisa, convencido de que jugó con él, mientras Pepa está a punto
01:33de revelar el oscuro pasado delictivo de Luisa. ¿Saldrá toda la verdad a la luz? No te pierdas
01:39este avance impactante. Bárbara los esperaba desde la galería alta, apoyada en la barandilla de
01:45hierro, con las manos tan frías que apenas sentía los dedos. Desde allí, la vista era perfecta. El
01:54patio, la escalinata, la puerta principal. Y el carruaje, que se detuvo con un crujido suave de
02:00frenos, como si hasta la madera supiera que estaba a punto de presenciar algo importante.
02:07Vio primero a Leonardo, que bajó con esa mezcla de elegancia y rigidez que siempre lo había
02:12caracterizado. El mismo porte, la misma línea de los hombros, el mismo gesto al ajustar los guantes.
02:22Pero había algo nuevo en su mirada. Una luz más serena, una calma distinta, como si el viaje lo
02:28hubiera limado por dentro. Después, tendió la mano hacia el interior del carruaje. Irene, murmuró él,
02:37casi inaudible desde la altura, pero Bárbara leyó su nombre en sus labios. La joven apareció,
02:45rodeada de encajes claros y una sonrisa que no necesitaba ser amplia para resultar desarmante.
02:53Sus dedos se posaron sobre la mano de su marido con la naturalidad de quien ya no duda. Al bajar,
02:59su falda rozó la de Leonardo, y ambos se miraron de reojo. Con complicidad. Una complicidad nueva,
03:08distinta, que Bárbara sintió como un aguijón debajo de las costillas.
03:15Recién casados, pensó, tragando saliva. Así es como debe ser. Así es como tenía que ser.
03:23Y, sin embargo, algo en su pecho se resistía a aceptar que lo que había quedado atrás era solo
03:28un capítulo, y no un libro entero. Desde abajo, la voz de Irene se elevó clara.
03:36¡Qué extraño! Parece que el valle nos estaba esperando. Leonardo sonrió. El valle, mira mar.
03:45Y todos nosotros, replicó, rozándole la espalda con un gesto breve, casi instintivo.
03:51Bárbara cerró los ojos apenas un segundo. Vio en su mente otros gestos, otras sonrisas,
03:59otras palabras que nunca debieron salir de sus bocas. Aquella noche en la galería,
04:06el casi beso que no llegó a ser, la confesión que nunca se atrevió a pronunciar del todo.
04:10Cuando volvió a abrirlos, Irene estaba girando sobre sí misma, tomando aire como si quisiera
04:18grabar en su memoria cada olor del lugar. La leña ardiendo en la cocina, la humedad de la tierra,
04:25el perfume lejano de las rosas del jardín lateral.
04:29Huele igual, dijo ella con nostalgia.
04:32¿A casa? Bárbara sintió que el corazón se le encogía.
04:35No era celos, exactamente. Era otra cosa. La certeza intermitente de que el lugar que
04:43ella ocupaba en ese tablero estaba cambiando para siempre.
04:47En el interior de la casa, el murmullo recorría los pasillos.
04:52Han vuelto más enamorados que nunca, eso dicen, susurró una criada joven a otra,
04:58mientras ajustaba los cojines del salón.
05:00Pues yo he oído que en Burgos ni se han separado. Añadió la otra. Que se los veía por la ciudad
05:08como dos tortolitos. Adriana, que cruzaba en ese momento con un montón de papeles en la mano,
05:15fingió no escuchar. Sonrió con educación y siguió avanzando, pero por dentro sentía
05:23una mezcla de alivio y nerviosismo. El regreso de Leonardo e Irene era una buena noticia para
05:30el equilibrio de Miramar, sí, pero también venía a remover otras cosas.
05:37No solo para Bárbara. También para Alejo y Luisa. Pensó en ellos y el gesto se le oscureció.
05:45Alejo llevaba días esquivo, con esa mirada herida que intentaba disimular con bromas.
05:50Y Luisa, Luisa era un muro. Un muro frío, inaccesible y lleno de silencio. Alejo estaba
05:59en las caballerizas, lejos del bullicio del recibimiento, fingiendo revisar una cincha
06:04que no necesitaba revisión. Sus manos se movían con gesto mecánico, pero su mente estaba en otro
06:12lugar, en otra voz, en otras palabras. No te engañes, Alejo. Yo no soy la mujer que tú crees.
06:21La voz de Luisa, fría como un filo, le resonaba todavía en el oído.
06:28Había sido hace apenas dos días, en esa visita al calabozo que se había prometido no hacer.
06:33Y, sin embargo, allí había estado, con las manos agarradas a los barrotes, buscándole los ojos,
06:42suplicando una explicación que nunca llegó.
06:46¿Por qué me dices eso, Luisa? Había susurrado, herido, que he hecho mal.
06:51Ella lo miró un instante, lo bastante largo como para que él creyera ver un brillo de dolor
06:56detrás de esa máscara distante. Pero desapareció tan rápido que quizás se lo inventó.
07:03Lo mal no lo has hecho tú, Alejo, respondió ella.
07:09Lo mal lo he hecho yo. Contigo, con todos, no soy lo que piensas. Solo fui una diversión,
07:15una aventura. Y ya se acabó. Alejo sintió entonces como si alguien le hubiera arrancado
07:22el aire de los pulmones con las manos. Eso no es verdad. Alcanzó a replicar,
07:29ahogado. Yo te conozco. No. Luisa sonrió sin alegría.
07:35No sabes nada de mí. Y cuanto antes lo aceptes, mejor para los dos. Después,
07:40se dio la vuelta y se sentó en el camastro de la celda, dándole la espalda.
07:46No volvió a dirigirle la palabra. Ahora, en las caballerizas, Alejo revivía cada detalle.
07:52El tono, la mirada, la forma en que ella se había aferrado a la manta como si necesitara
07:59sujetarse algo para no derrumbarse. Y, aun así, las palabras seguían siendo un látigo.
08:07Solo fui una diversión. Mentira. Murmuró entre dientes, apretando la hebilla de la cincha hasta
08:14hacer crujir el cuero. ¿Qué es mentira? Preguntó una voz a su espalda. Alejo se sobresaltó y se giró.
08:23Rafael estaba en la puerta, con los brazos cruzados y esa expresión entre preocupada
08:28y obstinada que tantas veces le había visto cuando algo no le cuadraba.
08:33Nada. Farfulló Alejo. Cosas mías. Rafael lo observó unos segundos en silencio.
08:39Lo conocía demasiado bien como para tragarse esa respuesta.
08:42Si fuera nada, no tendrías esa cara. Replicó, acercándose. A mí no me vengas con cuentos, Alejo.
08:52Te conozco desde que eras un renacuajo escondiéndote debajo de las mesas para escuchar conversaciones de adultos.
08:59Ahora hablas igual de mal, pero las cosas te duelen mucho más. Alejo bufó, intentando quitarle hierro.
09:10No dramatices. Quien está dramatizando aquí es Luisa. ¿Luisa? Rafael alzó una ceja.
09:17¿Qué ha hecho esta vez? Porque imagino que la visita al calabozo no fue precisamente un paseo romántico.
09:22Alejo apretó la mandíbula. Ella misma se encargó de que no lo fuera. Escupió. Me lo dejó bien claro. No soy nadie para ella.
09:35Para eso me pediste que fuera, ¿no? Para que me estampara contra la pared de una vez.
09:41Rafael frunció el ceño. Eso no tiene sentido. Luisa no es de las que juegan con los sentimientos de nadie.
09:47Pues lo ha hecho. Insistió Alejo, con una mezcla de rabia y dolor. Me dijo que yo solo fui una aventura.
09:58Que no soy la clase de hombre con el que una mujer como ella se quedaría. Que tenía que abrir los ojos.
10:05Rafael lo escuchó en silencio, pero su mirada se fue entornando poco a poco, como quien empieza a ver un dibujo que otros solo ven con líneas borrosas.
10:13¿Y tú te lo creíste? Preguntó al fin. Alejo lo miró, desconcertado. ¿Qué quieres que haga? ¿Que diga que está mintiendo por amor a la poesía?
10:25La vi, Rafael.
10:29Lo dijo en serio. No dudó ni un segundo. A veces, respondió el mayor, con calma.
10:35Cuando uno quiere proteger a alguien, dice barbaridades con una firmeza que ni siquiera sabía que tenía.
10:41Sobre todo si cree que es la única forma de mantenerlo a salvo. Alejo soltó una carcajada amarga.
10:51A salvo de ella, supongo. A salvo de algo. Corrigió Rafael, sin alterarse.
10:57Luisa no es perfecta, y tú menos, pero lo que sí sé es que esa mujer te quiere.
11:02Lo he visto, aunque hayáis hecho el idiota los dos media vida. Así que no me vendas que se ha vuelto una arpía de la noche a la mañana.
11:13Alejo negó con la cabeza. No la estás viendo ahora. No eres tú el que escucha cómo te dice, mirándote a los ojos, que no vales la pena.
11:21Rafael dio un paso más hacia él y lo agarró por los hombros.
11:26O tú no estás viendo lo que hay detrás de sus palabras. Replicó, serio.
11:33Alejo, si te rindes ahora, si la dejas sola en medio de toda esta locura porque te hirió el orgullo,
11:39entonces a lo mejor sí que no eres el hombre que pensé que eras.
11:42Aquello le dolió más que las palabras de Luisa. Alejo se soltó, enfadado. No se trata de orgullo, Rafael.
11:55Se trata de dignidad. Ella eligió empujarme fuera de su vida. Y yo no pienso arrastrarme detrás de nadie.
12:03Rafael lo miró con una mezcla de compasión y severidad. Dignidad también es quedarte cuando es más fácil largarse. Dijo, despacio.
12:12Sobre todo si sospechas, aunque sea un poco, que la otra persona está mintiendo para protegerte.
12:22Alejo iba a replicar, pero se mordió la lengua. Porque, aunque no quisiera admitirlo, había habido un segundo.
12:29Apenas un latido, en el que creyó ver terror en los ojos de Luisa.
12:35Terror, no desprecio. Rafael aflojó el gesto y suspiró. Solo te pido una cosa. Añadió.
12:42Antes de decidir que Luisa no es la mujer que creías, pregúntate quién ha movido los hilos para que ella esté donde está y tú aquí, dándote contra una pared invisible.
12:53El nombre se dibujó solo en la mente de Alejo, como una sombra alargada. José Luis.
13:03En el despacho del duque, el ambiente era otro. Más cargado. Más denso.
13:08José Luis miraba por la ventana, observando el patio donde poco antes habían llegado Leonardo e Irene.
13:14Ver a su sobrino feliz le proporcionaba un extraño consuelo, como si el equilibrio de alguien que apreciaba fuera una prueba de que no todo se estaba desmoronando a su alrededor.
13:25Pero, por encima de esa imagen, otra le producía todavía más alivio. La de su hijo alejándose de Luisa, paso a paso, como si finalmente hubiera entendido.
13:40Recordó la escena del día anterior, cuando Alejo había entrado en el despacho con el gesto desencajado.
13:45Quería que lo supiera. Había dicho, sin saludar. Tiene razón, Luisa no es lo que yo creía.
13:56José Luis había sentido una chispa de triunfo tan intensa que tuvo que ocultarla detrás de un gesto sombrío.
14:04¿Qué ha pasado? Fingió interesarse, aunque se sabía de memoria el guión que él mismo había contribuido a escribir.
14:10Alejo se dejó caer en una silla, abatido. Que he sido un idiota, respondió. Que me encapriché de una mujer que solo estaba jugando conmigo.
14:23Me lo ha dicho a la cara. Y peor aún, me ha hecho ver que no sabe lo que es querer.
14:30Que uno de sus errores fui yo. José Luis apretó los labios para que no se le escapara una sonrisa.
14:35A veces, dijo, modulando la voz con falsa compasión. Es necesario que la vida nos dé un golpe así para que abramos los ojos.
14:48No es la primera ni la última mujer que se acerca a un hombre de tu posición por interés, Alejo.
14:55Tu generosidad te hace vulnerable. No hable como si yo fuera un noble. Gruñó él.
15:00Soy un bastardo, y usted lo sabe. José Luis se tensó un instante, pero supo reconducir.
15:10Eres mi hijo, sentenció. Y eso, en este valle, es más que suficiente para que muchos quieran aprovecharse de ti.
15:19Me alegra que lo entiendas, aunque duela. Ahora, en el presente, el duque sonrió, satisfecho.
15:26Desde su punto de vista, las piezas comenzaban a encajar. Luisa quedaba reducida al lugar que él creía que merecía,
15:35lejos de su hijo y encerrada por un crimen que no le quitaba el sueño cuestionar.
15:41El linaje, el apellido, la hacienda, todo seguía bajo el control que tanto apreciaba.
15:47No sabía, o no quería saber, que los cimientos de ese control comenzaban a resquebrajarse en otra parte del palacio.
15:58En la habitación principal, el aire parecía más frío de lo habitual, a pesar del fuego encendido.
16:06Victoria estaba de pie junto a la chimenea, con los brazos cruzados y el mentón alzado.
16:11Damaso, frente a ella, sostenía un vaso de whisky que todavía no había probado.
16:18La confesión acababa de caer entre ellos como una bomba.
16:23«Quiero que lo repitas», pidió él, con voz áspera, sin adornos, sin eufemismos.
16:29Victoria apretó los labios.
16:33Estaba pálida, pero sus ojos seguían siendo los de siempre.
16:37Orgullosos, afilados, peligrosos.
16:42«Fui amante de José Luis», dijo, despacio, mientras estaba casada contigo.
16:48El silencio que siguió fue tan denso que se podía cortar.
16:53Damaso sintió que el mundo se le inclinaba bajo los pies.
16:56No era solo el hecho de la infidelidad.
17:00Era todo lo que se desprendía de ella.
17:02Los años compartidos, las miradas que ahora adquirían otro sentido,
17:07los silencios que de pronto se volvían sospechosos.
17:11«¿Cuánto tiempo?», preguntó, sin mirarla.
17:15«No lo sé exactamente», mintió ella.
17:18«Unos meses».
17:20«Fue un error, uno que he pagado con creces».
17:24Él alzó la vista, clavándola en ella.
17:27«No hables de errores como si me hubieras comprado un jarrón feo», Victoria.
17:31«Hablas de arrastrar por el suelo el matrimonio que decías respetar.
17:36¿Cuándo empezó?».
17:39Ella respiró hondo.
17:41«Después de que tú te obsesionaras con expandir la hacienda a cualquier precio»,
17:45respondió, con un filo de reproche.
17:47«Después de que te pasaran los años más importantes de nuestra vida en la cantina,
17:54negociando con media provincia, mientras yo me quedaba aquí,
17:58sosteniendo esta casa y callando tus excesos.
18:00«¿Ahora soy yo el culpable de que te acostaras con mi socio?», replicó él, incrédulo.
18:10«No, eres el motivo, que no es lo mismo», disparó ella.
18:14«No vine a justificarme, sino a decirte la verdad que tanto exigías».
18:19«Quería saber si había algo entre José Luis y yo».
18:23«Sí, lo hubo, se terminó, y ninguno de los dos hemos vuelto a mirar atrás».
18:27La palabra «terminó» le hizo un nudo en el estómago,
18:32porque en el fondo, una parte cínica de él no se la creía.
18:37«No del todo», terminó antes o después de la muerte de Pilara.
18:41Preguntó de pronto, dejando caer la pregunta como quien arroja una piedra a un pozo.
18:48Victoria palideció aún más, aunque trató de mantener el control.
18:52«¿Qué tiene que ver una cosa con la otra?».
18:56«Tiene que ver con que tu amante estaba en esta casa el día que mi hija murió», rugió Damaso.
19:03«Tiene que ver con que Mercedes acaba de decirme que tú la mataste.
19:07Y con que cuanto más hablas, más me pregunto cuántas verdades me has ocultado».
19:13El nombre de Pilara se clavó en el aire como un cuchillo.
19:17Por un segundo, los ojos de Victoria se nublaron.
19:20No era solo culpa, era otra cosa, miedo.
19:25Miedo a un pasado que había pasado años enterrando a base de mentiras,
19:29medias verdades y silencios convenientes.
19:34«Mercedes está loca de dolor», dijo al fin, recuperando cierta firmeza.
19:39«Y tú te estás dejando arrastrar por su locura porque te sirve para castigarme».
19:43«No maté a tu hija, Damaso. Es lo único que te voy a decir al respecto».
19:50Él la sostuvo la mirada, buscando una grieta en esa muralla.
19:55«Ya no sé qué creer», murmuró.
19:57«No sé si la mujer que tengo delante es la misma con la que me casé
20:00o una extraña perfectamente capaz de cualquier cosa».
20:04Victoria dio un paso hacia él, con el rostro tenso.
20:08«Soy la misma, aseguró. La que te ha apoyado en cada decisión,
20:13la que ha soportado tus desplantes,
20:15la que ha cargado con este palacio cuando tú preferías mirar para otro lado».
20:21«Sí, cometí un error imperdonable con José Luis.
20:24Pero si crees que eso me convierte en una asesina,
20:27entonces el que ya no sabe quién soy eres tú».
20:32Damaso apartó la mirada, sin fuerzas para responder.
20:35El vaso tembló en su mano.
20:37Victoria aprovechó la grieta y,
20:39por primera vez desde que empezó la conversación,
20:42su voz se quebró apenas.
20:46«Si quieres odiarme, hazlo», susurró.
20:49«Si quieres echarme de esta casa, hazlo.
20:52Pero no me acuses de algo que no hice para justificar el derrumbe de todo lo demás».
20:58Dicho esto, se dio la vuelta y salió de la habitación,
21:02dejando a su marido solo con sus dudas,
21:04sus celos y el recuerdo de una hija muerta que,
21:07de pronto, parecía levantar la cabeza desde la tumba,
21:11exigiendo la verdad.
21:14Fue en ese estado de confusión en el que Damaso se encontró,
21:18horas después, con Mercedes.
21:19Ella estaba en la capilla pequeña,
21:23encendiendo una vela bajo la imagen de una virgen de madera.
21:28Sus manos temblaban un poco, pero el gesto era firme,
21:32como el de alguien que se aferra a la fe para no perder la cordura.
21:35Él, al entrar, se quedó unos segundos en silencio, observándola.
21:42«No vengo a rezar», dijo al fin, con la voz ronca.
21:48«No sé si me queda fe para eso.
21:50Vengo a preguntarte si, en medio de todo este dolor,
21:53has dicho la verdad o solo querías herirme con la peor acusación posible».
21:57Mercedes no se volvió, pero su espalda se tensó.
22:02«La verdad nunca es la peor acusación», respondió.
22:08«La peor siempre es la mentira que la intenta tapar».
22:11Damaso apretó los puños.
22:13«Dijiste que Victoria mató a Pilara».
22:16«No», por fin se giró y lo miró a los ojos.
22:20«Dije que Victoria estuvo allí cuando Pilara murió».
22:24«Que abrió la puerta que nunca debía haber abierto.
22:26Que la empujó al borde de un abismo del que ya no podía volver.
22:32Si lo quieres suavizar para dormir mejor por las noches, adelante.
22:36Pero no me pidas que retire lo que vi».
22:39Él sintió un latigazo en el pecho.
22:42«¿Y por qué no lo dijiste hace años?».
22:45Gruñó.
22:45«¿Por qué esperaste hasta ahora, hasta que todo esto se ha convertido en un infierno?».
22:51Mercedes bajó la mirada hacia la vela encendida.
22:54«Porque tenía miedo», admitió, con una sinceridad que lo desarmó.
23:01«Miedo de ti, de ella, de lo que el valle haría con nosotros si sabía la verdad.
23:06Miedo de que me quitaras a mi hijo.
23:10Miedo de perderlo todo.
23:11Y ahora ya lo he perdido igual.
23:13Así que, ¿qué me queda por callar?».
23:15Damaso dio un paso hacia ella.
23:18Había rabia en su mirada, pero también algo más.
23:22Una grieta de duda.
23:25«No puedo creer que Victoria, comenzó.
23:29No quieres creerlo», lo corrigió Mercedes.
23:32Que no es lo mismo.
23:34Sus palabras lo siguieron incluso cuando se fue, retumbando en su cabeza como el eco de campanas lejanas.
23:40Mientras tanto, en otra parte del palacio, otra verdad empezaba a gestarse en voz baja.
23:49Pepa y Adriana estaban sentadas en la cocina, lejos de oídos indiscretos.
23:54El olor a café recién hecho impregnaba el aire, mezclándose con el aroma del pan que se horneaba en el horno de leña.
24:00Pero Adriana apenas lo percibía.
24:04Tenía las manos juntas sobre la mesa, los dedos entrelazados tan fuerte que los nudillos se le habían puesto blancos.
24:12«No entiendo nada, Pepa», confesó.
24:15«Luisa siempre ha sido una mujer dura, sí, orgullosa, desconfiada».
24:22Pero jamás la había visto así.
24:24Es como si se hubiera cerrado desde dentro y hubiera tirado la llave.
24:27Pepa la observó con una mezcla de cariño y preocupación.
24:32Conocía a Luisa desde mucho antes que todos los de Miramar, incluso antes que el propio Valle se enterara de su existencia.
24:41«Luisa es como una casa vieja», dijo despacio.
24:44«Por fuera tiene las ventanas rotas, la pintura desconchada, el tejado lleno de goteras.
24:50Pero si entras, descubres habitaciones que cuidó como si fueran tesoros».
24:57«Lo que pasa es que casi nunca deja entrar a nadie.
25:00Con Alejo lo hizo», replicó Adriana.
25:04«Lo dejó entrar, y eso la aterrorizó.
25:07Porque la última vez que dejó entrar a alguien, casi la destruye», respondió Pepa, con voz ronca.
25:15Adriana alzó la vista, sorprendida.
25:18«¿Te refieres a Tomás?», Pepa suspiró.
25:20«Durante mucho tiempo, había creído que era mejor enterrar esa historia.
25:27Pero ver a Luisa encerrada, odiándose a sí misma y destrozando a quien la quería, le demostró que el silencio ya no la protegía, solo la asfixiaba.
25:36Sí, asintió, a Tomás, a lo que hicieron juntos, o mejor dicho, a lo que él la empujó a hacer.
25:47Adriana tragó saliva.
25:49Siempre supe que hubo algo turbio ahí, pero nunca logré que Luisa hablara del tema.
25:56Solo decía que se lo merecía todo lo malo que le había pasado después.
26:00Pepa jugueteó con la taza de café, como si buscara las palabras en el fondo.
26:04Luisa no era una santa, eso lo sabemos, empezó, pero tampoco era la delincuente que el pueblo se empeñó en ver.
26:15Era una chica lista, valiente, con más hambre que oportunidades.
26:20Tomás vio eso, y lo aprovechó.
26:24Adriana se inclinó hacia delante, atenta.
26:27¿Qué hicieron?
26:28Empezaron con cosas pequeñas, contó Pepa.
26:31Trampas en el mercado, engaños a comerciantes, algún dinero que cambiaba de manos sin que nadie notara los números que no cuadraban.
26:43Ambos sabían moverse entre sombras, pero había una diferencia.
26:47Para Tomás, la gente era piezas en un tablero.
26:50Para Luisa, era solo un modo de sobrevivir.
26:56Una noche, la cosa se les fue de las manos.
27:01Se metieron con la persona equivocada.
27:03Un prestamista que no tenía sentido del humor ni paciencia con los deudores.
27:09Tomás la lió, como siempre.
27:11Luisa lo siguió, pensando que esta vez sería como las anteriores.
27:15No lo fue.
27:18Adriana sintió un escalofrío recorrerle la espalda.
27:21¿Qué pasó?
27:23Hubo una pelea.
27:24Continuó Pepa.
27:27Un arma que no debía estar allí.
27:29Un disparo que nadie planeó.
27:31Nadie murió, gracias a Dios, pero alguien acabó herido.
27:35Y cuando la policía empezó a hacer preguntas, ¿quién crees que se puso delante?
27:41La respuesta estaba clara, pero Adriana necesitaba oírla.
27:47Luisa, susurró.
27:49Luisa, repitió Pepa.
27:51Dijo que había sido idea suya, que ella había llevado el arma, que Tomás solo pasaba por allí.
27:59Lo hizo porque creía que así evitaría que lo mataran.
28:02Lo amaba, Adriana.
28:03Como solo ama a alguien que nunca ha tenido nada y, de pronto, cree tenerlo todo.
28:10Adriana se llevó una mano a la frente.
28:12Entonces, el pasado delictivo del que hablan.
28:16Balbuceó.
28:18¿Fue todo eso?
28:19Sí.
28:20Asintió Pepa.
28:21Y la marca que le dejó no fue la ficha policial, sino la certeza de que darlo todo por alguien
28:26puede convertirte en el monstruo de tu propia historia.
28:31Desde entonces, decidió que nunca más se pondría en esa posición.
28:35Que nunca más dejaría que un hombre la arrastrara al infierno.
28:40Hasta que llegó Alejo, el nombre flotó entre ambas como una chispa.
28:45Alejo no es Tomás.
28:46Dijo Adriana, con firmeza.
28:50Lo sé.
28:51Admitió Pepa.
28:52Y ella también lo sabe.
28:54Eso es lo que la rompe por dentro.
28:56Porque, por primera vez, siente que puede ser feliz.
29:01Y, al mismo tiempo, está convencida de que no lo merece.
29:04Y cuando alguien está convencido de que no merece el amor que recibe, hace lo que sea
29:10para destruirlo antes de que lo destruya a él.
29:14Adriana cerró los ojos un instante.
29:16De pronto, las palabras de Luisa, su frialdad, su crueldad aparente, empezaban a encajar de
29:23un modo distinto.
29:24Está haciendo lo mismo que hizo con aquel prestamista.
29:29Dijo, en voz baja.
29:31Ponerse delante de la bala para salvar a otro.
29:35Solo que esta vez la bala es su propia imagen, su propio corazón.
29:39Pepa asintió, emocionada.
29:41Y además, añadió, está el tema de José Luis, de lo que sabe, de lo que probablemente
29:49la tiene aterrada.
29:52Si ha decidido enfrentar sola a ese demonio, es lógico que quiera alejar a los demás del
29:57fuego.
29:59Adriana abrió los ojos, con una determinación nueva.
30:03Entonces, tenemos que obligarla a que deje de hacerlo sola, dijo.
30:09Tenemos que conseguir que nos cuente la verdad.
30:11Toda, aunque duela.
30:13Pepa sonrió, triste.
30:17Si alguien puede lograrlo, eres tú, afirmó.
30:20Porque Luisa respeta tu inteligencia, aunque no lo diga.
30:25Y porque sabe que tú no te asustas fácilmente.
30:28A esa misma hora, en el salón principal, la felicidad ajena se desplegaba en forma de brindis.
30:36Leonardo e Irene estaban rodeados de familiares y algunos invitados.
30:40Ella lucía un vestido sencillo, lejos de las grandes ostentaciones, pero irradiaba una luz
30:45que no le hacía falta joya alguna.
30:49Él la miraba como quien mira un horizonte recién descubierto.
30:53Brindo, dijo José Luis, levantando su copa.
30:57Por el regreso de dos personas a las que este valle necesita.
31:00Mi sobrino Leonardo y su esposa, Irene.
31:02Que este matrimonio traiga paz y, ya que pedimos, también sensatez a esta casa.
31:11Hubo risas educadas.
31:14Leonardo alzó su copa hacia el tío, agradecido, mientras Irene lanzaba una mirada de complicidad
31:20a Bárbara, que estaba un poco apartada, junto a la ventana.
31:23Bárbara se obligó a sonreír y a beber un sorbo.
31:29Las palabras le sonaban lejanas, amortiguadas por el murmullo que tenía dentro de la cabeza.
31:36Recordaba otra vez la noche en la que casi perdió el control frente a Leonardo.
31:40La confesión a medias, el temblor en las manos de él.
31:44Y como, al final, ambos habían dado un paso atrás.
31:50Menos mal, se repetía ahora.
31:53Menos mal que no fui tan tonta de cruzar esa línea.
31:57Pero saber que había hecho lo correcto no le evitaba el dolor.
32:00Solo le daba un lugar más digno donde colocarlo.
32:05Irene, que la observaba desde el centro del salón, percibió la rigidez de su postura.
32:10Con ese instinto silencioso que tienen las personas que han aprendido a leer el lenguaje
32:16de las heridas ajenas, se disculpó un momento y se acercó a ella.
32:22¿Puedo? Preguntó, señalando el hueco junto a la ventana.
32:26Bárbara asintió.
32:28Claro.
32:29Es tu casa.
32:30Respondió, con una sonrisa que esta vez sonó menos forzada.
32:36También es la tuya.
32:38Replicó Irene, con suavidad.
32:40Y quiero que siga siéndolo.
32:41No solo en los papeles.
32:45Hubo un breve silencio.
32:47Debes estar contenta.
32:48Se aventuró Bárbara.
32:50El viaje, la boda, Burgos.
32:54Estoy feliz.
32:55Admitió Irene.
32:56Más de lo que pensé que sería capaz de estar, con todo lo que hemos vivido.
33:00Pero no soy ciega, Bárbara.
33:04Sé que nuestro regreso remueve cosas.
33:06Me gustaría que no fuera así, pero sería ingenuo pensar lo contrario.
33:12Bárbara bajó la mirada hacia su copa.
33:14A veces, cuando uno se cura de una herida, cree que ya no duele.
33:19Dijo.
33:21Hasta que alguien roza la cicatriz sin querer.
33:23Y entonces te das cuenta de que todavía escuece.
33:26Pero no sangra.
33:29Eso ya es algo.
33:30Irene la miró con un respeto nuevo.
33:33¿Puedo preguntarte algo?
33:35Dijo, con cautela.
33:38Y dime que no si no quieres responder.
33:40Depende.
33:41Sonrió Bárbara, con un intento de ligereza.
33:46Si es sobre las cortinas del salón, adelante.
33:49Si es sobre otra cosa, es sobre Leonardo.
33:52Cortó Irene, sin rodeos.
33:54Bárbara dejó la copa en el alféizar.
33:59Lo imaginaba.
34:00Sé que entre vosotros hubo algo.
34:02Continuó Irene.
34:05No sé cuánto, no sé cómo, no sé dónde.
34:08Solo sé que la forma en que os miráis a veces no es la de dos simples primos políticos.
34:15Y no quiero vivir en una casa donde haya fantasmas de los que nadie habla.
34:19Bárbara respiró hondo.
34:22No fue nada.
34:23Dijo primero, por inercia.
34:25Después, rectificó.
34:27O mejor dicho, fue mucho, pero no llegó a ser nada.
34:32¿Me entiendes?
34:34Irene asintió.
34:36Despacio.
34:37Más de lo que crees.
34:38Hubo un momento.
34:40Prosiguió Bárbara.
34:41En que ambos estuvimos muy cerca de hacer una tontería.
34:46Veníamos de una época confusa.
34:48Tú estabas lejos.
34:50Todo aquí era un caos.
34:51Era fácil confundir la necesidad de sentirse visto con el amor.
34:55Pero no cruzamos esa línea.
34:59Y te juro que agradezco cada día que no lo hiciéramos.
35:03Irene la observó, midiendo la sinceridad en cada palabra.
35:07¿Sigues enamorada de él?
35:09Preguntó, sin agresividad, solo con necesidad de claridad.
35:15Bárbara se tomó unos segundos antes de responder.
35:18Miró hacia el fondo del salón, donde Leonardo reía con Rafael y Alejo, ajeno a la conversación.
35:24Estoy enamorada de la mujer que fui cuando creía que él podía salvarme de mí misma.
35:30Dijo, al fin.
35:34Pero esa mujer ya no existe.
35:36He tenido que aprender a sostenerme sola.
35:38Y eso es, en parte, gracias a que él eligió esperarte a ti, no a mí.
35:45No te voy a mentir.
35:46Veros juntos me duele.
35:48Pero es un dolor limpio, no una espina infectada.
35:51Y estoy dispuesta a vivir con él si eso significa que tú puedes estar tranquila en tu propia casa.
36:00Irene sintió que la garganta se le cerraba.
36:02No era la respuesta que habría esperado en otra vida.
36:07Pero en esta, en la de Miramar, era la única que tenía sentido.
36:11Gracias por decirme la verdad.
36:13Susurró.
36:16Aunque duela, las verdades que no duelen suelen ser halagos, no verdades.
36:21Respondió Bárbara, con media sonrisa.
36:26Y tú no necesitas halagos, Irene.
36:28Necesitas saber que no soy tu enemiga.
36:31¿Lo eres?
36:31Preguntó la otra.
36:34Bárbara negó con la cabeza.
36:36No.
36:36Lo fui, quizá, en mis fantasías, cuando pensaba que si no existieras, él podría mirarme como te mira a ti.
36:44Pero eso no te convierte a ti en el problema, sino a mis fantasmas.
36:50Y con ellos ya me las arreglo yo.
36:54Irene alargó la mano y la posó suavemente sobre la de Bárbara.
36:58Entonces, a partir de hoy, prometamos algo.
37:01Dijo.
37:02Ni tú vas a competir conmigo por algo que nunca fue tuyo, ni yo voy a tratarte como una amenaza por algo que ya está más que decidido.
37:13¿Te parece?
37:14Bárbara sintió que algo, muy dentro, se aflojaba.
37:18Me parece.
37:19Respondió.
37:19Bienvenida a casa, Irene.
37:24De verdad.
37:25Por primera vez desde que el carruaje cruzara la verja, la sonrisa de Bárbara fue honesta.
37:32La tarde fue avanzando, y con ella el entramado de conversaciones, secretos y decisiones que terminarían por marcar el rumbo del valle.
37:42Adriana, con la determinación recién afilada por la confesión de Pepa, se encaminó hacia el calabozo.
37:50Luisa estaba sentada en el camastro, con la espalda apoyada en la pared y la mirada fija en la pequeña ventana enrejada, por donde se colaba un hilo de luz anaranjada.
38:01No se giró cuando oyó los pasos.
38:03Si has venido a decirme que Alejo está destrozado, ahórratelo.
38:08Soltó, sin mirarla.
38:11No tengo más lágrimas que sacarle.
38:14Adriana se apoyó en los barrotes, observándola.
38:16No he venido a hablarte de Alejo, respondió.
38:22He venido a hablarte de Tomás.
38:24Luisa se tensó como si le hubieran propinado un golpe.
38:27No tienes derecho a...
38:30Tengo más derecho del que crees.
38:33La interrumpió Adriana.
38:34Porque estoy aquí para ayudarte, aunque te empeñes en hacer lo posible por impedirlo.
38:41Sé lo del prestamista, Luisa.
38:43Sé quién cargó con la culpa.
38:45Sé quién tomó el arma, quién se plantó delante de la policía y quién se escondió detrás de su falda.
38:50La respiración de Luisa se volvió más rápida.
38:56Pepa habla demasiado.
38:58Murmuró, amarga.
39:01Pepa habla cuando el silencio te está matando, corrigió Adriana.
39:05Y a ti te está matando desde hace años.
39:09No solo el recuerdo de Tomás, sino la idea de que mereces el castigo que ahora estás recibiendo.
39:14Y no es así.
39:17Luisa por fin la miró.
39:19Sus ojos estaban enrojecidos, pero secos.
39:22No sabes lo que merezco, dijo.
39:26Ni lo que he hecho.
39:28Sé que no mataste a Pilara.
39:30Replicó Adriana, sin titubeos.
39:32Luisa la sostuvo la mirada unos segundos.
39:35Y después la apartó.
39:38Te equivocas.
39:39Me equivoco en muchas cosas.
39:41Concedió Adriana.
39:43Pero no en esta.
39:43Y, aunque así fuera, hay algo que sí tengo claro.
39:47Estás volviendo a hacer lo mismo que hiciste con Tomás.
39:52Ponerte delante de la bala por alguien más.
39:54¿Por quién es esta vez, Luisa?
39:56¿Por Alejo?
39:57¿Por Mercedes?
39:58¿Por quién estás dispuesta a quemarte viva?
40:02Hubo un silencio largo, tenso.
40:05Al otro lado de la puerta, Rafael se mantenía a cierta distancia, fingiendo revisar unas llaves, pero atento.
40:11No quería intervenir, pero tampoco estaba dispuesto a irse.
40:18Dentro, Luisa respiró hondo.
40:20No puedes entenderlo, susurró.
40:24Hay cosas que, si salen a la luz, destruyen a todos.
40:28No solo a mí.
40:31Las cosas que destruyen a todos son precisamente las que necesitan salir más, contestó Adriana.
40:37Porque si no, se pudren.
40:41Y acaban explotando de todos modos, solo que cuando ya es demasiado tarde para salvar nada.
40:48La mujer de la celda agachó la cabeza.
40:50Cuando volvió a hablar, su voz era apenas un hilo.
40:53José Luis no es el hombre que crees, dijo, y no me refiero solo a lo que hacen los negocios.
41:02Hay algo más, algo que pasó la noche que Pilara murió.
41:05Algo que si se sabe, el valle no será el mismo.
41:10Adriana sintió que el corazón se le aceleraba.
41:13Dímelo.
41:14Pidió.
41:15Déjame ayudarte.
41:16Luisa la miró como quien mira a alguien que le tiende la mano en mitad de un naufragio,
41:21pero al mismo tiempo teme arrastrarlo con ella.
41:26Si te lo digo, ya no habrá vuelta atrás, advirtió.
41:30Ni para mí, ni para ti, ni para nadie.
41:35Ya no la he, contestó Adriana.
41:37No desde el momento en que te encerraron por algo que no hiciste.
41:43No desde que Mercedes se armó de valor para desafiar a medio mundo.
41:47No desde que Damaso empezó a preguntar lo que llevaba años evitando.
41:53El punto de no retorno lo hemos cruzado hace tiempo, Luisa.
41:57Solo que tú todavía no te has dado cuenta.
42:01La otra cerró los ojos, como quien se asoma a un borde muy alto.
42:05José Luis estaba allí.
42:07Soltó, de pronto.
42:10La noche que Pilara murió.
42:12No vino después, como dijo.
42:13No se enteró por las campanas, ni por los gritos, ni por nadie.
42:20Ya estaba en el palacio.
42:22Y no estaba solo.
42:23Adriana sintió que el suelo se movía bajo sus pies.
42:26¿Con quién estaba?, preguntó.
42:30Luisa abrió los ojos, y en ellos había una mezcla de culpa y rabia.
42:34Con Victoria, respondió, y no era la primera vez.
42:40Las fichas del tablero empezaron a recolocarse en la mente de Adriana.
42:44La confesión reciente de Victoria a Damaso sobre su relación con José Luis, las sospechas
42:49de Mercedes, la resistencia de José Luis a involucrarse en el conflicto con Damaso.
42:54Todo, de pronto, adquiría un tono más oscuro.
43:00¿Qué viste exactamente?
43:02Insistió Adriana, sabiendo que en esos detalles podía estar la diferencia entre una sospecha
43:07y una acusación.
43:10Luisa tragó saliva.
43:12Vi sombras en el pasillo.
43:14Empezó.
43:15Voces ahogadas.
43:16Reconocí la de él primero.
43:17Después, la de ella.
43:21Discutían.
43:22No entendí todo, pero escuché el nombre de Pilara.
43:26Escuché la palabra estorbo, y luego, un golpe, un grito.
43:30Cuando llegué al rellano, ya era tarde.
43:34Pilara yacía en el suelo.
43:36Y ellos dos, ellos dos se miraban como si hubieran visto a la muerte de cerca, pero
43:40sin saber quién de los tres la había traído realmente.
43:43Adriana sintió que se le erizaba la piel.
43:47¿Y por qué no lo dijiste?
43:50Susurró.
43:50¿Por qué no lo ha dicho Mercedes, entonces?
43:54Luisa apretó la manta entre los dedos.
43:56Porque en este valle, señalar a José Luis o a Victoria es firmar tu propia sentencia
44:02de muerte social.
44:03Respondió.
44:06Y porque había algo más.
44:08Un trato.
44:09Él vino a verme después.
44:10Me ofreció dinero, silencio, protección, y la promesa de que alejaría a toda su familia
44:16de mí si yo mantenía la boca cerrada.
44:20Lo único que tenía que hacer era cargar con una parte de la culpa moral, si no legal.
44:27Pilara murió por locura, por debilidad, dijo.
44:30Nadie tiene que saber nada más.
44:34Sus ojos se llenaron de lágrimas, pero siguieron secos.
44:38Acepté.
44:39Confesó.
44:40No por mí.
44:42Por Alejo.
44:43Porque entonces ya, ya lo quería.
44:45Y sabía que si se enfrentaba a su padre, José Luis sería capaz de destruirlo, como
44:50ha hecho con tantos otros.
44:54Preferí cargar con este peso antes que verlo a él convertido en enemigo de su propia sangre.
44:58Adriana se llevó una mano a la boca.
45:03Y ahora estás en la cárcel por un crimen que encubre a otros, dijo, horrorizada.
45:11A Victoria, a José Luis, Luisa la miró, con una resignación que resultaba insoportable.
45:17Si esto sale a la luz, advirtió, no solo se vendrá abajo el matrimonio de Victoria y
45:24Damaso.
45:27No solo se hundirá la reputación de José Luis.
45:30El valle entero se dividirá.
45:31Habrá bandos, venganzas, cuentas pendientes.
45:35Será una guerra.
45:38Ya estamos en guerra.
45:40Respondió Adriana, con una calma que la sorprendió incluso a ella.
45:46Solo que algunos se empeñan en fingir que no lo ven.
45:49Luisa, si quieres seguir sacrificándote por Alejo, hazlo.
45:55Pero dale la oportunidad de decidir si quiere vivir protegido por una mentira o luchar a tu
46:00lado con la verdad.
46:03Luisa apartó la mirada.
46:05No lo entendería.
46:06Tal vez no al principio, concedió Adriana.
46:11Pero Alejo no es Tomás.
46:13Esa es la diferencia.
46:14A Tomás le regalaste tu libertad y él la usó para salvarse a sí mismo.
46:20A Alejo podría regalarle la verdad, y aún así se las arreglaría para protegerte.
46:27¿No crees que mereces, por una vez, apostar por alguien que no huirá cuando lleguen las
46:32balas?
46:32Hubo una pausa larga.
46:36Afuera, el cielo empezaba a oscurecerse.
46:39Las primeras luces del palacio se encendían, una a una, como si el edificio entero se preparara
46:45para una noche que sabía que no sería como las demás.
46:47Finalmente, Luisa habló.
46:52Dame tiempo, pidió, solo un poco, no te prometo nada, pero, intentaré hablar con Alejo.
47:01A mi manera, si sigue queriendo escucharme después de todo lo que le dije.
47:05Adriana sintió un alivio tímido, incipiente.
47:08Yo me encargaré de que quiera, aseguró, pero, por favor, no cierres la puerta antes de que
47:16llegue.
47:16Aquella noche, el Valle Salvaje se acostó con más preguntas que respuestas.
47:24Damaso, solo en su despacho, miraba el retrato de Pilara con los ojos vidriosos.
47:29Mercedes le había mostrado un fragmento de verdad.
47:34Luisa acababa de darle otro a Adriana.
47:38Y las piezas empezaban a encajar en un mosaico que él todavía no alcanzaba a ver, pero que
47:43le producía un miedo sordo.
47:45El miedo a descubrir que el enemigo no estaba fuera de su casa, sino dentro.
47:51José Luis, en su habitación, se servía otra copa, satisfecho al recordar el gesto frío
47:57de Alejo al hablar de Luisa.
47:59Ignoraba que, en ese mismo momento, Adriana y Rafael se ponían de acuerdo para abrir
48:05los ojos del muchacho a una versión de los hechos que él había creído enterrada.
48:12No voy a dejar que destruya a Luisa, dijo Rafael, con decisión, cuando Adriana le contó lo sucedido.
48:20Ni a Alejo, si José Luis quiere guerra, la va a tener.
48:24Bárbara, en su cuarto, se miraba al espejo con una expresión serena,
48:29extrañamente en paz.
48:32Hablar con Irene le había dolido, sí, pero también le había permitido cerrar una puerta
48:37que llevaba demasiado tiempo entreabierta.
48:41Por primera vez, se permitió pensar en un futuro en el que no girara en torno a un hombre que
48:46no la había elegido.
48:47Irene y Leonardo, en la habitación que compartían, se tumbaban en la cama hablando en voz baja
48:54del día, del recibimiento, del extraño equilibrio que tendrían que construir a partir de ahora
49:00con todos los habitantes de Miramar.
49:02Irene le contó a Leonardo la conversación con Bárbara, y él sintió una mezcla de culpa
49:09y gratitud hacia ambas mujeres.
49:10No quiero que nadie se sienta desplazado por mi felicidad, murmuró Irene.
49:18La felicidad siempre desplaza algo, respondió Leonardo.
49:23Una tristeza, una costumbre, un miedo.
49:26Lo importante es que no aplaste a nadie en el proceso.
49:29Y tú no eres de las que aplastan, eres de las que levantan.
49:35Irene sonrió, y por un momento, el mundo pareció un lugar más sencillo.
49:42Alejo, en el granero, se sentó en un fardo de paja mirando la nada.
49:47Las palabras de Rafael, las de Luisa, su propia rabia, todo se mezclaba en su mente.
49:55Una parte de él quería creer que Luisa había dicho la verdad para herirlo.
49:59Otra, más silenciosa y testaruda, le susurraba a que había miedo detrás de cada una de esas frases.
50:07Miedo, y amor, mañana.
50:10Se dijo a sí mismo.
50:12Mañana volveré a verla, y esta vez no me marcharé con la primera mentira que me lance a la cara.
50:19En la celda, Luisa se tumbó en el camastro y miró al techo.
50:23Por primera vez en mucho tiempo, dejó que una lágrima escapara.
50:29No de desesperación, sino de agotamiento.
50:32Ya basta, murmuró, en voz baja, como si hablara consigo misma, con Pilara, con Dios.
50:39Ya está bien de pagar sola por los pecados de todos, y, en el límite entre la vigilia y el sueño, se permitió imaginar algo que hasta entonces había considerado una locura.
50:51El rostro de Alejo mirándola sin odio, sin reproches, sabiendo por fin toda la verdad, y aún así, eligiendo quedarse.
50:59La noche abrazó el valle con un silencio extraño.
51:05No era el silencio pesado de la complicidad ni el zumbido inquieto de los secretos.
51:11Era un silencio de antesala, de algo que estaba a punto de romperse, o de recomponerse con una forma distinta.
51:17En algún lugar entre las sombras, la promesa de que la verdad, por fin, empezaba a abrirse camino se deslizó como un susurro entre las viñas, los pasillos y las estancias de Miramar.
51:31Y, aunque nadie podía saberlo todavía, el capítulo que estaba por comenzar no sería sólo el de Leonardo e Irene estrenando su nueva vida como matrimonio,
51:43ni el de Bárbara aprendiendo a cerrar heridas, ni el de Alejo y Luisa enfrentándose a sus miedos, ni el de Damaso y Mercedes buscando justicia para Pilara.
51:52Sería, sobre todo, el capítulo en el que el valle salvaje tendría que decidir de qué lado está cuando la verdad deja de ser un susurro y se convierte en un grito.
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