Francisco Cruz ha sido testigo de cómo el río Inoa, uno de los principales afluentes de agua del municipio San José de las Matas, ha ido disminuyendo gradualmente a lo largo de los años. El río en el que aprendió a nadar de niño ahora se seca durante meses, sobre todo en verano y en las temporadas de sequía. Es una situación que Cruz observa con frecuencia durante los ocho años que lleva atendiendo su negocio, un pequeño comedor ubicado justo al lado del Inoa, en la localidad del mismo nombre. Para él, la tala indiscriminada de árboles próximos al cauce y la extracción de arena han agravado el panorama, aunque asegura que actualmente esto “se ve poco” en comparación con hace 20 años. Aun así, ha tenido graves consecuencias para un río que ahora solo arrastra ese material. Luis Eduardo Peralta, miembro de la Asociación Pro Desarrollo de San José de las Matas, señala que la vulneración de este río comenzó en la década de 1940, con el crecimiento de la población justo en el área donde nace el afluente, siendo uno de los más afectados por actividades como la ganadería de engorde, el conuquismo y los aserraderos, muy comunes en esa época. “Ahora mismo el caudal está grande porque está lloviendo, pero desde que llega la sequía el estiaje baja a un metro cúbico, medio metro cúbico por segundo, y han llegado tiempos en los que está evidentemente seco”, deplora Peralta. Recuerda que las aguas de este río llegaron a ser fuente de la primera hidroeléctrica del municipio. Otros afluentes como el Ámina, el Bao y el Jagua también han visto disminuir su caudal con el paso del tiempo. El presidente de la asociación, Francisco Antonio Abreu, considera que la situación que viven los ríos en San José de las Matas es “injusta”, ante la falta de un plan concreto por parte de autoridades como el Ministerio de Medio Ambiente, tanto para preservar estos recursos como para proveer de agua potable a San José de las Matas, que, a pesar de su acelerado desarrollo económico, adolece de este servicio básico. Esta carencia ha creado un negocio: decenas de empresas con camiones cisterna que venden las aguas de los mismos ríos a los comunitarios, en una demarcación a la que también le hace falta un sistema pluvial y de alcantarillado actualizado. “Es contraproducente”, lamenta Abreu. “Somos el sostén, en la parte hídrica, de la Línea Noroeste y de gran parte del Cibao”, expresa.
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