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  • hace 11 horas
El río Camú pasó de ser una de las maravillas del pueblo vegano a un cuerpo de agua con tantas problemáticas como letras en el abecedario. El impacto de la deforestación, la crianza de ganado, la minería y la contaminación urbana lo han aniquilado, reduciendo drásticamente su caudal en cuestión de décadas.
José Ramírez, conocido como Chepe, creció en Bayacanes, a 200 metros del río. A sus 64 años, relata con nostalgia el lujo que representaba para él y sus amigos disfrutar del abundante caudal del Camú en su infancia.
“Aquí —en El Badén, un paraje del Camú— este río sufrió por más de 100 camiones que entraron a sacarle material”, cuenta con indignación.
Ver la explotación constante del Camú no solo lo ha afligido, sino que lo ha convertido en un ferviente defensor de los recursos naturales de su provincia. Desde hace más de dos décadas se integró a la lucha y hoy es secretario de la organización Voces del Camú y presidente de la Asociación Pro-Desarrollo de Bayacanes.
Este río nace en la Cordillera Central y recorre 101 kilómetros. Sus principales afluentes son los ríos Licey y Jima, y los arroyos Yamí, Bayacanes, Pontón, Guaigüí y Cenoví.
Al recorrer distintos tramos del Camú —que abastece a más de 440,000 personas en la provincia La Vega y zonas aledañas— se evidencia una alarmante pérdida de recursos, y cada historia resulta más devastadora que la anterior.

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