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El primer golpe de Dámaso impacta a Victoria en ‘Valle Salvaje’, avance semanal del 17 al 21 de noviembre
Avance semanal de 'Valle Salvaje' del 17 al 21 de noviembre: Dámaso inicia su venganza contra los duques de Valle Salvaje.
El aire en Valle Salvaje se había vuelto denso, casi irrespirable, cargado con el peso de los secretos y el eco de unas campanas de boda que, lejos de celebrar el amor, habían sellado un pacto de silencio. La unión de Leonardo e Irene no había sido una fiesta, sino una d ...
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El primer golpe de Dámaso impacta a Victoria en ‘Valle Salvaje’, avance semanal del 17 al 21 de noviembre
Avance semanal de 'Valle Salvaje' del 17 al 21 de noviembre: Dámaso inicia su venganza contra los duques de Valle Salvaje.
El aire en Valle Salvaje se había vuelto denso, casi irrespirable, cargado con el peso de los secretos y el eco de unas campanas de boda que, lejos de celebrar el amor, habían sellado un pacto de silencio. La unión de Leonardo e Irene no había sido una fiesta, sino una d ...
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00:00El primer golpe de Damaso impacta a Victoria en Valle Salvaje, avance semanal del 17 al 21 de
00:16noviembre. Avance semanal de Valle Salvaje del 17 al 21 de noviembre. Damaso inicia su venganza
00:25contra los duques de Valle Salvaje. El aire en Valle Salvaje se había vuelto denso, casi
00:32irrespirable, cargado con el peso de los secretos y el eco de unas campanas de boda que, lejos de
00:38celebrar el amor, habían sellado un pacto de silencio. La unión de Leonardo e Irene no había
00:46sido una fiesta, sino una declaración. El valle, acostumbrado a los murmullos, ahora rugía en susurros.
00:55La resaca de la ceremonia se sentía en cada rincón, pero con más fuerza en las dos casas
01:01principales, cuyos cimientos parecían temblar. El enlace, precipitado y carente de toda lógica
01:09sentimental para quienes los conocían, había levantado una polvareda de sospechas que tardaría
01:14en asentarse. En el centro de esa polvareda, como casi siempre, estaba Francisco. El regreso de Irene,
01:23ahora como una mujer casada, no había hecho sino avivar en él esa brasa mal apagada que
01:28ardía en su pecho. La buscaba con la mirada, acortaba distancias que ya no le estaba permitido
01:35acortar, y sus conversaciones estaban teñidas de una familiaridad que ya rozaba la imprudencia.
01:43Eva, cuyas observaciones eran tan afiladas como su lengua, no tardó en interceptarlo en uno de los
01:49salones, con la tarde cayendo y tiñendo de naranja las porcelanas.
01:55Cuidado, Francisco, le dijo, su voz un siseo bajo pero firme. No tientas al diablo.
02:04Francisco se giró, con esa arrogancia cansada que le caracterizaba. ¿De qué hablas ahora, Eva?
02:09Hablo de Irene. Hablo de cómo la miras. Hablo de cómo olvidas que lleva un anillo en el dedo.
02:19Es mi amiga. Fue tu amante. Corrigió Eva, implacable. Y el valle tiene memoria. Ya se habla lo suficiente.
02:29No le dé más motivos a tu esposa, ni al marido de ella. No deberías tomarte tantas confianzas,
02:34no ahora. Cada palabra que cruzas con ella es un clavo más en tu propio ataúd. Francisco apretó la
02:42mandíbula, pero no pudo replicar. Sabía que tenía razón. Mientras tanto, en la otra casa,
02:50Matilde observaba a Bárbara con una mezcla de piedad y curiosidad. Bárbara, la hermana de Adriana,
02:58siempre había sido un libro abierto, sus emociones tan claras como el agua del río.
03:04Pero desde el regreso de Leonardo e Irene, se había cerrado. Se había convertido en una fortaleza.
03:13Matilde intentó un acercamiento sutil mientras doblaban sábanas en el cuarto de la ropa blanca.
03:20Debe ser, extraño. Comenzó Matilde, probando el terreno. Tenerlos de vuelta, a los dos.
03:26Bárbara asintió, sin levantar la vista. El Valle recupera a sus hijos. Pero no así, Bárbara.
03:36No como marido y mujer. Eran tus amigos. Tus, confidentes. Bárbara detuvo sus manos por un segundo.
03:44Un segundo que fue una eternidad. Matilde contuvo la respiración. Las cosas cambian, Matilde.
03:53La gente cambia. ¿Y cómo te sientes tú con ese cambio? La pregunta quedó flotando en el aire
04:00viciado por el olor a lavanda. Bárbara levantó la mirada. Sus ojos, normalmente llenos de vida,
04:08eran dos pozos oscuros y profundos. No dijo nada. Pero esa mirada fue una confesión completa.
04:16Fue un grito ahogado. Matilde supo que no debía preguntar más. Bárbara se esforzaba. Oh,
04:24cómo se esforzaba. Se movía por la casa con una normalidad casi marcial. Saludaba,
04:31daba órdenes, sonreía. Pero era una sonrisa de cristal, a punto de quebrarse.
04:38Su incomodidad era un perfume denso que impregnaba cada habitación en la que entraba.
04:44Irene y Leonardo lo notaban. Sentían el peso de su mirada evitándolos, el frío de su saludo cortés.
04:53Tenemos que hablar con ella, Leonardo. Dijo Irene esa misma noche,
04:57mientras deshacía un equipaje que se sentía ajeno.
05:00Lo sé, pero, ¿qué le decimos? ¿Qué verdad le contamos, Irene? ¿La que nos beneficia o la que
05:09la destruirá? Se merece la verdad, sea cual sea, le debemos eso. Le debemos más que eso. Replicó
05:18Leonardo, su voz sombría. Le debemos una vida que le hemos robado. Decidieron buscarla,
05:26contarle los verdaderos motivos de esa farsa, de esa decisión desesperada que los había convertido
05:32en un matrimonio. Pero las heridas ya estaban abiertas. Y algunas heridas, por mucho que se
05:39intenten curar, dejan cicatrices que deforman el alma para siempre. A la mañana siguiente,
05:46los recién casados se presentaron ante el duque. José Luis los recibió en su despacho,
05:52un lugar que olía a cuero viejo y poder.
05:56Bienvenidos a casa, o, mejor dicho, bienvenido a la familia, Leonardo. Gracias, duque, respondió
06:04Leonardo, su postura rígida. Organizar vuestra nueva vida será interesante. Supongo que querréis
06:13vuestras propias dependencias. Hablaron de tierras, de responsabilidades, de futuros. Pero sus palabras
06:22eran mecánicas. Sus miradas estaban vacías. El duque, un hombre que leía las corrientes
06:29subterráneas del poder mejor que nadie, frunció el ceño. Aquellos que los conocían bien, como él,
06:37no daban crédito. Recordaba perfectamente cómo ambos se habían negado a ese matrimonio,
06:43cómo habían luchado contra él. Y ahora, allí estaban, planeando un futuro como si hubieran
06:50olvidado la guerra que habían librado. No tenía sentido. Y a José Luis no le gustaban las cosas
06:58que no tenían sentido. Lejos de las intrigas de la casa grande, la preocupación de José Luis tenía
07:04otro nombre. Alejo. Su hijo seguía perdido en la bruma del dolor por Luisa. Quería recuperar al
07:12Alejo de antes, al joven Vital, al heredero. Y para eso, necesitaba borrar la influencia de la
07:20casa pequeña. Llamó a Irene y a Rafael. Necesito vuestra ayuda. Les dijo, su tono paternalista
07:29escondiendo una orden de hierro. Alejo está destrozado, y esa mujer es la causa. Luisa está
07:37en la cárcel, padre. ¿Qué más daño puede hacerle? replicó Rafael. Su memoria, su fantasma, sigue yendo a
07:46la casa pequeña a buscarla. Sigue hablando con Evaristo, revolviendo el pasado. Quiero que lo
07:53impidáis, que lo mantengáis ocupado. Lleváoslo de caza, a los viñedos. Que no pise ese lugar, como si
08:02eso fuera suficiente para borrarlo todo de un plumazo. Pero Alejo no buscaba olvidar. Buscaba
08:08respuestas. Sabía que Adriana había visitado a Luisa en la cárcel. La interceptó en el jardín.
08:17Adriana, por favor, tienes que decirme cómo está. Adriana lo miró con compasión. Alejo, no creo que.
08:26Dímelo. Suplicó, agarrándola del brazo. ¿Dijo algo? Te confesó. Sí, dijo Adriana, bajando la voz.
08:36Me lo confesó todo. El rostro de Alejo se descompuso. La esperanza es un pájaro frágil.
08:44Y la confesión de Luisa era una piedra. ¿Todo? Todo, Alejo. La dureza de esa confesión,
08:53la crudeza de los hechos, era algo que Adriana no sabía si compartir.
08:59Merecía Alejo saber la profundidad del engaño. Y en medio de este caos, moviéndose entre las sombras,
09:05estaba Damaso. Había regresado. Y no era el mismo hombre que se fue. El dolor lo había afilado,
09:14la fortuna le había dado peso, y la venganza le había dado un propósito.
09:19Su plan avanzaba lento, pero seguro. Primero, minar al duque. Encontró a Alejo en la taberna del pueblo,
09:27bebiendo solo a media mañana. Un hombre joven no debería beber solo. Dijo Damaso,
09:35sentándose a su lado sin pedir permiso. Alejo levantó la mirada, nublada. ¿Quién es usted?
09:42Un viejo conocido de la familia. Damaso. Lamento lo de tú. Lo de Luisa. El nombre fue como un golpe.
09:50¿Qué sabe usted de Luisa? Sé que está en la cárcel. Y sé que tu padre, el gran duque de Valle
09:58Salvaje, no parece estar moviendo un solo dedo para sacarla. Miente. Mi padre está haciendo lo
10:05posible. Ah, sí. Damaso sonrió. Una sonrisa sin alegría. ¿Te lo ha dicho él? ¿O solo te lo quieres
10:13creer? Un hombre como tu padre podría sacar a un elefante de un juzgado si quisiera. Si no lo
10:20hace, es porque no quiere. Damaso dejó que las palabras se asentaran, como veneno en un vaso de
10:26agua. Piénsalo, muchacho. A tu padre nunca le gustó esa unión. Quizás, quizás le viene bien tenerla
10:35encerrada. Cállese. Yo solo digo lo que veo. Si necesitaras un aliado. Alguien que sí quiera
10:42ayudarla. Ya sabes dónde encontrarme. Damaso se levantó, dejando a Alejo con la semilla de la duda
10:51sembrada en el corazón. Una duda que crecería como la mala hierba, pero el plan de Damaso tenía más
10:58aristas. Estaba su obsesión personal. Gaspar, su hijo, el hijo que le fue arrebatado. Había presionado
11:07a Victoria. Ya no le bastaban las historias de niñez. Quiero saber qué hombre fue. Le exigió.
11:17Damaso, por favor, deja esto. Llévame. Su voz fue un trueno. Llévame a su tumba.
11:24El cementerio de Valle Salvaje era un lugar silencioso, barrido por el viento. Victoria
11:31caminaba delante, rígida, cada paso una tortura. Damaso la seguía, su sombra larga y amenazante
11:40en el atardecer. Llegaron a la lápida de mármol. Gaspar, amado hijo. El silencio se estiró. Damaso
11:49se quedó mirando el nombre grabado en la piedra. No lloraba. Su dolor era algo más seco, más antiguo.
11:57Victoria se abrazaba a sí misma, tiritando, aunque no hacía frío.
12:03Era un buen chico. Murmuró ella, su voz rota. Se parecía a ti. Tenía tus ojos. No. Dijo Damaso,
12:11sin girarse. Si se hubiera parecido a mí, no estaría aquí. Habría sido más fuerte. Habría
12:18luchado. Luchó. Tuvo una enfermedad. Mentiras. Se giró hacia ella, sus ojos encendidos.
12:29Todo en tu vida es una mentira, Victoria. Me lo robaste. Te lo llevaste para dárselo a él. A ese
12:35duque de pacotilla. No sabes lo que dices. Sé que me robaste a mi hijo. Y me robaste a mi mujer. Se
12:44acercó a ella, acorralándola contra un ciprés. El momento estaba cargado de una tensión eléctrica,
12:52de años de rabia contenida. Victoria lo miraba con una mezcla de miedo y el viejo desprecio que
12:57siempre le había profesado. Mientras tanto, no muy lejos, Atanasio, el hombre de confianza de
13:05Adriana, vivía sus propios temores. El duque le había dado un toque de atención. Su lealtad dividida
13:13entre Adriana, y por extensión, la casa pequeña, y el duque se estaba volviendo peligrosa. Matilde,
13:21quizás deberíamos ser más discretos. Le confesaba a su mujer en la cocina. El duque lo ve todo. No le
13:30gusta mi cercanía con la casa pequeña. Pero Atanasio, es nuestro deber. Nuestro deber es
13:37sobrevivir. Quizás debamos evitar tanto contacto, por un tiempo. Justo cuando la palabra contacto salía
13:45de sus labios, la puerta se abrió y Victoria entró, sus mejillas encendidas, el pelo revuelto.
13:51Los miró con sospecha. Interrumpo algo. Atanasio y Matilde se miraron. El peligro estaba en todas
14:01partes. De vuelta en el cementerio, la escena había llegado a su punto álgido. Damason no
14:08soltaba a Victoria. Has vuelto, susurró ella, intentando mantener la compostura. Has vuelto
14:16hecho un monstruo. He vuelto hecho el hombre que tú creaste. Replicó él, su voz bajando a un murmullo
14:23ronco y peligroso. Más seguro, más poderoso. ¿No te gusta? ¿No es esto lo que siempre quisiste?
14:31Poder. Su rostro estaba a centímetros del de ella. Victoria podía oler el tabaco en su aliento,
14:38la colonia cara, el olor a peligro. Suéltame, Damaso. ¿O qué? ¿Llamarás a tu duque? ¿Crees
14:47que él puede protegerme de mí? Te desprecio. Lo sé. Pero antes no lo hacías. Antes, en el pajar.
14:55¿Te acuerdas, Victoria? ¿Te acuerdas de cómo ardíamos? Intentaba despertar lo que un día hubo
15:02entre ellos, o lo que él creía que había habido. Ella negó con la cabeza, pero sus ojos la traicionaban.
15:10Había un destello de memoria, un fantasma de deseo. Y entonces, en un gesto que fue a la vez un castigo
15:18y una reclamación, Damaso bajó la cabeza y la besó. No fue un beso tierno. Fue un beso de propiedad,
15:26un beso de rabia, de años de frustración. Fue un beso para marcar territorio. Victoria se quedó
15:34paralizada un segundo, conmocionada, antes de reaccionar con un empujón violento, el sonido
15:40de su mano golpeando su mejilla resonando en el silencio del camposanto. Nunca más te atrevas,
15:47gritó ella, limpiándose la boca con furia. Damaso se tocó la mejilla, una sonrisa lenta y
15:54terrible dibujándose en su rostro. Demasiado tarde, Victoria, el primer golpe ya está dado.
16:02Ese beso, ese golpe, marcó el verdadero comienzo de la semana. El martes amaneció con un cielo plomizo,
16:11como si el valle entero contuviera la respiración. Para Damaso, el encuentro en el cementerio había
16:18sido una revelación. La bofetada de Victoria había sido real, sí, pero lo que la había
16:24provocado había sido el beso, no la rabia anterior. Sin embargo, la frialdad en sus ojos después,
16:32ese desprecio absoluto. Eso no era fingido. Ya no le quedaba duda, su mujer, o la mujer que él
16:40consideraba suya, no sentía absolutamente nada por él. Se enfrentó a la realidad con la crudeza de un
16:48trago de aguardiente en ayunas. Por mucho que hubiera querido creer que ella había sido forzada,
16:54que las circunstancias la habían empujado. La verdad era más simple y más dolorosa. Victoria
17:01siempre había tenido un único objetivo, la cuna de Duque. El título, el poder, casarse con José Luis no
17:10había sido una derrota para ella. Había sido su mayor triunfo. Y él, Damaso, solo había sido un escalón.
17:19Un escalón que ella pisó y rompió sin mirar atrás. Todo lo vivido, las noches en el pajar, las promesas
17:28susurradas en la oscuridad, las manos entrelazadas huyendo. Todo había sido parte de un plan. Un plan que
17:36lo excluía a él desde el principio. La ambición de Victoria no era parte de ella. Era ella. Damaso,
17:45ahora plenamente consciente de esto, sintió cómo el dolor se solidificaba. Se convertía en hielo. Se
17:53convertía en un propósito. Ya no se trataba de recuperarla. Se trataba de destruirla. Recordó las
18:01advertencias de Mercedes, la hermana de Pilara, la mujer que había muerto en circunstancias trágicas
18:07y sospechosas, circunstancias que apuntaban directamente a la casa grande. Mercedes le
18:15había advertido de la crueldad de los duques. Él no la había escuchado, cegado por su propia obsesión.
18:22Ahora sabía que ella tenía razón. Había llegado el momento de mover ficha. Y sabía exactamente a quién
18:28quería como aliada. La encontró esa noche, en las antiguas caballerizas abandonadas,
18:35el lugar que habían acordado. La luna apenas iluminaba el polvo y las telarañas. Mercedes
18:42estaba allí, envuelta en un chal oscuro, pareciendo un fantasma.
18:46—¿Has venido? —dijo Damaso, su voz resonando en el edificio vacío. —Me dijiste que tenías algo
18:55que ofrecerme. —respondió Mercedes, su voz temblando, pero no de miedo, sino de ira contenida.
19:02—Habla. Te ofrezco lo que más deseas. —Justicia. Mercedes soltó una risa seca.
19:09—La justicia no existe en Valle Salvaje. —Sólo el poder de los duques. Entonces te
19:17ofrezco venganza —corrigió Damaso, acercándose. La luz de la luna le daba un aspecto demoníaco.
19:25—Quiero unir fuerzas, Mercedes. —Contra ellos. —Contra los duques de Valle Salvaje. Mercedes lo
19:33escrutó. —¿Por qué? —¿Por qué ahora? —Eres su ex marido. —Esto es una riña de amantes. Esto
19:40es una guerra. —Zanjó él. —Me quitaron a mi hijo. —Me quitaron mi vida, y sé lo que le hicieron
19:48a tu hermana. El nombre de Pilar A fue suficiente. —Los ojos de Mercedes se llenaron de lágrimas de
19:55rabia. —¿Qué propones? —¿Tú conoces esta casa? —¿Conoces sus secretos, sus debilidades?
20:03—Yo tengo el dinero, tengo los medios, y tengo la voluntad. —Juntos, podemos derribar ese castillo
20:11de mentiras piedra por piedra. Él es poderoso. —José Luis es arrogante, y la arrogancia es la
20:20antesala de la caída. La propuesta era tentadora. —Era la oportunidad de hacer justicia por Pilar A,
20:28pero la actitud de Damaso seguía siendo un misterio. —Era un hombre peligroso, impredecible.
20:36—¿Cómo sé que puedo confiar en ti? —preguntó Mercedes. —No puedes —admitió Damaso—,
20:43pero puedes confiar en mi odio. Es tan grande como el tuyo. —Y eso, por ahora, tendrá que bastar.
20:50Mercedes guardó silencio un largo rato. El viento ululaba fuera. —Está bien, ¿cuál es el primer
20:58paso? —Damaso sonrió. La alianza estaba sellada. Mientras la venganza se gestaba en las sombras,
21:06en la cruda luz de la prisión, Pepa, la hermana de Luisa, libraba su propia batalla.
21:11Tras días de súplicas, de lloros y de insistencia, por fin había conseguido un
21:18permiso para ver a Luisa. El reencuentro fue desgarrador. La sala de visitas era un cuarto
21:24frío y gris, que olía a desesperanza. Cuando Luisa salió, Pepa apenas pudo reconocerla.
21:32La joven vibrante que recordaba había desaparecido. En su lugar había una mujer demacrada, con ojeras
21:40profundas y la mirada vacía. Luisa. —Hermana— sollozó Pepa, corriendo a abrazarla a través de
21:48los barrotes figurados de la mesa. Luisa apenas reaccionó. El abrazo fue como sostener un saco
21:55de huesos. —Pepa, no deberías haber venido. —¿Qué te han hecho? —Dios mío, Luisa, ¿qué te han
22:03hecho? He hecho lo que tenía que hacer? —dijo Luisa, su voz monótona. —No, tú no robaste esa talla.
22:12Yo lo sé, no lo hiciste. Da igual lo que tú sepas. —replicó Luisa, apartándola.
22:20—Ya he confesado. ¿Por qué? ¿Por qué lo hiciste? Para proteger a quien tengo que proteger.
22:25—Ahora vete, Pepa. Vete y no vuelvas. No hay nada para ti aquí. Pepa salió de la prisión con el alma
22:34rota. El estado de su hermana, esa resignación mortal, la había destrozado. No era solo la cárcel.
22:45Era algo más. Luisa se estaba muriendo por dentro. Esa noche, Pepa no durmió. Caminó por su pequeña casa,
22:52su mente trabajando a toda velocidad. Si Luisa no salía de allí pronto, la perdería para siempre.
23:01Y si Luisa había confesado algo que no hizo. Solo podía haber una razón. Pepa tomó una decisión.
23:08Una decisión desesperada. Si su hermana estaba dispuesta a sacrificarse, ella también. Cueste lo
23:15que cueste. Iba a salvarla, aunque eso significara hundirse ella misma. El miércoles llegó con una
23:23nueva ola de desesperación. Pepa estaba dispuesta a todo. Su plan era tan arriesgado como noble. Asumir
23:32la culpa del robo. Iría al cuartelillo y diría que fue ella quien robó la talla de la iglesia,
23:37que Luisa solo la estaba encubriendo. Era una locura. Era una sentencia de cárcel segura. Pero
23:45era lo único que se le ocurría para evitar que Luisa pasara el resto de su vida entre rejas.
23:52En cuanto Adriana se enteró de las intenciones de Pepa, supo que tenía que actuar.
23:59El tiempo corría en contra. La viuda de Julio, a pesar de la confesión de Luisa,
24:03sentía que algo no cuadraba. La situación era demasiado delicada, y una falsa confesión de
24:11Pepa solo enturbiaría más las aguas y probablemente las condenaría a las dos.
24:18Atanasio, te necesito. Dijo, interceptándolo en los establos. Señora, el duque me ha advertido.
24:25Al diablo con el duque. Cortó Adriana, su furia justa. Se trata de la vida de dos mujeres inocentes.
24:37Necesito que consigas toda la información posible sobre el robo. Habla con el párroco, con los
24:42guardias. Busca cualquier cosa. Un testigo, un rumor, una factura que no cuadre. Necesitamos
24:51pruebas sólidas para ayudar a Luisa. Es nuestra última esperanza. Atanasio, dividido entre sus
24:59lealtades pero conmovido por la urgencia de Adriana, asintió. Haré lo que pueda, señora. Pero no todos
25:08mantenían la fe. La noticia de la confesión de Luisa, filtrada con malicia por alguien de la casa
25:14grande, había llegado a oídos de Alejo. Y la duda que Damaso había sembrado el lunes, había echado
25:22raíces profundas, estaba abatido. Se sentía traicionado por su padre, que no hacía nada, y
25:30ahora por Luisa, que había confesado el crimen. Había tirado la toalla, se había rendido. Adriana
25:38lo encontró en el porche, mirando la nada. Alejo, no te rindas. ¿Para qué seguir? Dijo él,
25:47su voz muerta. Ella confesó, Adriana. Me mintió, nos mintió a todos. Las cosas no son tan sencillas.
25:56La gente confiesa por muchos motivos. Por miedo, por presión. O por amor, amor. ¿Robar es amor? Alejo,
26:06tienes que creer en ella. Luisa merece una segunda oportunidad. Aún no está todo perdido. Estamos
26:13buscando la verdad. La verdad, río él sin ganas. La verdad es que mi padre tenía razón. Ella solo
26:21traía problemas. Mientras tanto, en la casa grande, Victoria se enfrentaba a su propio calvario. El
26:30beso de Damaso había sido una violación, pero sus amenazas silenciosas eran peores.
26:37Lo que más le dolía, sin embargo, era la soledad. Se sentía acorralada y nadie parecía dispuesto a
26:43ayudarla. Especialmente su marido. Encaró a José Luis esa noche en su despacho. Él revisaba unos
26:52papeles, impasible. Damaso ha vuelto, José Luis. Y ha vuelto a por mí. Ese es tu problema,
27:00Victoria. Dijo él, sin levantar la vista.
27:06Siempre lo ha sido. Tú lo trajiste a nuestras vidas. Pero ahora me amenaza. Amenaza a esta familia.
27:12Amenaza tu nombre.
27:13Son palabras. Déjalo que ladre. Se cansará y se irá. No lo entiendes. No es el mismo. Tiene dinero.
27:22Tiene poder. Y me odia. Victoria vio con desesperación que su marido se desentendía
27:29por completo. La consideraba una histérica. Y eso, para una mujer como Victoria, era el peor insulto.
27:37Desesperada, recurrió a la única estrategia que sabía que podría funcionar con un hombre como José
27:43Luis, el orgullo. El veneno de los celos. Respiró hondo. Hoy. Comenzó, su voz temblando, esta vez de
27:53verdad. Hoy ha ido demasiado lejos. José Luis suspiró, irritado. ¿Qué ha hecho ahora? Me ha besado.
28:02El sonido de la pluma arañando el papel cesó. Un silencio sepulcral cayó sobre el despacho.
28:11José Luis levantó la cabeza muy lentamente. Sus ojos ya no eran los de un burócrata aburrido.
28:17Eran los de un depredador. ¿Qué has dicho? Me ha encontrado en el cementerio. Me ha agarrado.
28:25Y me ha besado. Repitió Victoria, dejando que las lágrimas correran por sus mejillas.
28:32A la fuerza, me ha dicho que, que seguía siendo suya, que venía a recuperar lo que le pertenece.
28:40El duque se puso en pie de un salto, derribando la silla. Su rostro estaba congestionado por la furia.
28:49¿Se atreve, ese malnacido, se atreve a poner sus manos sobre mi mujer? ¿Sobre la duquesa de
28:54Valle Salvaje?
28:55Tengo miedo, José Luis. Lloró ella, corriendo a abrazarlo. Tienes que hacer algo, tienes que
29:04pararle. José Luis la apartó con brusquedad, pero sus ojos estaban fijos en la puerta, como
29:11si pudiera ver a Damaso a través de ella.
29:13Oh, lo pararé. Te juro por mi apellido que lo pararé. Nadie humilla a un valle salvaje y vive
29:20para contarlo. Victoria, temblando en un rincón, sintió un atisbo de triunfo en medio de su pánico.
29:31Había conseguido lo que quería. Había despertado a la bestia, pero no sabía si la bestia la protegería
29:36a ella, o las devoraría a todos. El jueves, el capítulo 300 de sus vidas, amaneció cargado
29:45de una electricidad especial. Era el día de las conversaciones pendientes. Leonardo e Irene
29:53sabían que no podían posponer más lo inevitable. Habían sentido el dolor de Bárbara como una
30:00presencia física, un fantasma que se sentaba con ellos a la mesa. Buscaron el momento perfecto,
30:08un momento de calma que no existía, y finalmente la interceptaron en la biblioteca.
30:15Bárbara, por favor, tenemos que hablar, dijo Irene, su voz suave. Bárbara se giró desde la ventana.
30:22No creo que tengamos nada de qué hablar, Irene. Estáis casados. Felicidades. No es tan simple.
30:31Intervino Leonardo, dando un paso al frente.
30:35¿No lo entiendes? Ah, no, ¿qué es lo que no entiendo? ¿Que mis dos mejores amigos desaparecen
30:42y vuelven convertidos en marido y mujer? ¿Que el hombre qué?
30:45Se detuvo en seco, mordiéndose el labio. Bárbara, nuestro viaje. Fue complicado. Hubo
30:55presiones. Hubo un acuerdo. Le revelaron la verdad. O, al menos, la parte de la verdad que
31:02podían compartir. Hablaron de las deudas de Leonardo, de las presiones familiares, de una
31:09decisión que no fue tomada por amor, sino por desesperación. Bárbara escuchó. Escuchó
31:17con una quietud aterradora. Su rostro era una máscara de porcelana. No lloró. No gritó.
31:23Cuando terminaron, simplemente asintió. Entiendo. Fue un sacrificio. Por el bien de la familia.
31:31Bárbara, nosotros. Comenzó Irene, queriendo abrazarla. No, dijo Bárbara, levantando una
31:41mano. Está bien, lo entiendo. Ahora, si me disculpáis, tengo cosas que hacer. Salió
31:48de la biblioteca con la cabeza alta. Leonardo e Irene se quedaron allí, sintiéndose aún
31:53peor que antes. No nos cree. Susurró Irene. No. O peor, dijo Leonardo. Si nos cree, y no
32:04le importa. Pero en cuanto Bárbara cruzó el umbral de su habitación y cerró la puerta,
32:11la máscara se hizo añicos. Se deslizó por la madera hasta el suelo, ahogando un sollozo
32:18que le rasgó la garganta. Se abrazó las rodillas y lloró. Lloró por la traición,
32:25por la mentira, por el amor perdido que ni siquiera se atrevía a nombrar. Lloró por
32:31Leonardo. Lloró por Irene. Lloró por sí misma. Nadie la veía. Nadie la escuchaba.
32:38Pero su corazón se estaba rompiendo en mil pedazos. La gran incógnita seguía en el aire.
32:43¿Qué acuerdo había realmente entre Irene y Leonardo? ¿Habían tomado esta decisión
32:49solo por dinero? ¿O había algo más, algo que se habían rendido a admitir? El misterio
32:54de su matrimonio era tan denso como la niebla del valle.
33:00Mientras tanto, en otra ala de la casa, las estrategias del duque para separar a Alejo
33:05de Luisa comenzaban a dar sus frutos. José Luis estaba operando con la precisión
33:11de un cirujano. Estaba convencido de que la criada solo buscaba el apellido, el dinero.
33:19Había pasado días envenenando la mente de su hijo con esa idea. Un valle salvaje no
33:24se casa con una sirvienta, Alejo.
33:29No es por ti, es por ella. Buscan ascender. Buscan la fortuna. El amor no tiene nada que
33:35ver. Y para reforzar su plan, había dado órdenes estrictas. Había pedido a Rafael
33:42e Irene que mantuvieran a Alejo lejos de la casa pequeña.
33:47Lejos de Evaristo. Lejos de cualquier recuerdo de Luisa. Y poco a poco, la influencia del duque,
33:53combinada con la decepción de la confesión de Luisa, surtió efecto.
33:57Alejo, sintiéndose traicionado por todos, tomó una decisión. Fue a ver a su padre a última hora
34:05de la tarde. Padre, tenía razón. José Luis levantó la vista de sus libros de cuentas,
34:13ocultando su satisfacción. Ah, sí. Me alejaré de la casa pequeña. Durante unos días, volveré a
34:22instalarme en la casa grande. Era una victoria para el duque. Un punto de inflexión. Es lo más
34:29sensato, hijo. Verás cómo, con el tiempo, te darás cuenta de que era lo mejor. Alejo asintió, pero sus
34:38ojos estaban muertos. Al volver a la casa grande, no se sentía como si regresara a casa. Se sentía
34:45como si entrara en una prisión más lujosa. Y mientras la familia Valle Salvaje se recomponía
34:51y se rompía, Damaso tejía su venganza en silencio. La noticia de que Alejo había vuelto a la casa
34:58grande le llegó a través de sus espías en el pueblo. Sonrió. El duque estaba tan ocupado
35:05controlando a su hijo, que no veía la verdadera amenaza. José Luis estaba tan consumido por el
35:13beso a Victoria, que no vería venir el golpe maestro. Damaso revisó los papeles sobre su mesa. Estaba
35:21listo. El viernes sería el día. El viernes, 21 de noviembre, el valle amaneció con un sol frío que no
35:28calentaba. Era el día. Damaso se reunió con Mercedes al alba, en el mismo lugar de su alianza.
35:36Él estaba vestido impecablemente, como un hombre de negocios. ¿Estás lista? Le preguntó.
35:47Nací lista, Damaso. ¿Cuál es el plan? El duque se cree el dueño del valle. Su poder reside en la
35:54tierra. Así que, ¿qué hacemos? Le quitamos la tierra. Damaso extendió un mapa sobre una caja vieja.
36:02Esta mañana, a primera hora, he firmado la compra de las tierras del sur. Las que lindan con el río.
36:12Mercedes ahogó un grito. ¿Las tierras de los viñedos viejos? Pero esas tierras son vitales.
36:18Controlan el acceso al agua de todo el latifundio del duque. Exactamente, dijo Damaso, sus ojos brillando
36:25con una luz febril. He comprado el grifo, Mercedes. Y ahora, voy a cerrarlo. Te declarará la guerra.
36:34José Luis te matará. Que lo intente. Para cuando él reaccione, yo ya tendré el control. Pero ese es
36:43solo el primer paso. El segundo, es este. Le entregó un pequeño fajo de billetes. ¿Qué es esto? Es para
36:52la visita de Luisa en la cárcel. La noticia de la compra de las tierras cayó como una bomba en la
36:59casa grande. La noticia no la trajo un mensajero. La trajo un capataz, pálido y sudoroso. Duque. Duque.
37:09No tenemos acceso al río. ¿De qué estupideces hablas, Ramiro? ¿El río es nuestro? No, señor. Las tierras del
37:18sur. Las ha comprado un forastero. Ha puesto vallas y guardias. Dice que son suyas.
37:24¿Un forastero? Rugió José Luis. En ese momento, Victoria, que había oído los gritos, bajó la escalera.
37:34No es un forastero, José Luis. Dijo, su voz helada. Sabía exactamente quién era.
37:41Es él. Es Damaso. La reacción de Victoria fue instantánea. El miedo de los días anteriores se
37:49transformó en una furia operativa. Si José Luis iba a la guerra, ella manejaría la estrategia. No
37:57puedes ir contra él de frente. Le gritó al duque, que ya estaba agarrando su escopeta de caza.
38:02Nadie me prohíbe el paso en mis tierras. Ya no son tus tierras. Replicó ella, agarrándolo del brazo
38:12con una fuerza sorprendente. Escúchame, es más listo de lo que crees. Si vas allí con una escopeta,
38:20acabarás en la cárcel o muerto. Y él se quedará con todo. Esto es una partida de ajedrez, no una pelea
38:28de taberna. Victoria se puso en marcha. Comenzó a llamar a sus contactos, a mover los hilos legales
38:36que tan bien conocía. Estaba dispuesta a neutralizar el plan de Damaso antes de que fuera demasiado tarde.
38:46La guerra había comenzado oficialmente. Mientras tanto, en la cárcel, Luisa recibía una visita.
38:52No era Adriana. No era Pepa. Era un hombre. Un hombre que Mercedes, gracias al dinero de Damaso,
39:00había encontrado. Un antiguo carcelero conocido por su discreción y sus manos sueltas. La visita fue corta.
39:11Pero cuando el hombre se fue, Luisa estaba temblando. Algo había cambiado. La había dejado
39:16completamente inquieta. El hombre le había susurrado algo al oído. Una advertencia. Una amenaza velada
39:24que no tenía nada que ver con el robo, sino con el sacrificio de Pepa. Cuando Adriana fue a verla
39:31esa misma tarde, se encontró con una leona herida. Adriana. Tiene que sacar a Pepa de esto.
39:37Luisa, calmate. Estamos en ello. No, no lo entiende. Luisa estalló, golpeando la mesa con
39:47una dureza que sorprendió a la Salcedo de la Cruz. Ustedes no saben nada. Sus buenas intenciones nos
39:55van a matar a todos. Dígale a mi hermana que no haga nada. Que se olvide de mí. O será demasiado tarde.
40:01Adriana salió de la prisión profundamente tocada. ¿Qué estaba ocurriendo? ¿Qué sabía Luisa que
40:08ellas no sabían? La tensión en el valle era palpable. Los choques entre Victoria y Mercedes
40:15en el pueblo se intensificaron. Ya no eran solo miradas de desprecio. Eran palabras. Cuida a tu
40:23marido, duquesa. Le siseo Mercedes en el mercado. Dicen que los hombres poderosos caen desde muy alto.
40:31Y tú cuida tus palabras, viuda amargada, replicó Victoria. No sea que acabes como tu hermana. El
40:40golpe bajo dejó a Mercedes sin aliento, pero con la determinación reforzada. Y en medio de todo este
40:48caos, Bárbara intentaba sobrevivir. La rutina era su único refugio, pero era una rutina dolorosa.
40:54Ver a Irene y Leonardo cada día, actuando como marido y mujer, discutiendo sobre la decoración de
41:03sus nuevas habitaciones, era una tortura. El regreso de sus amigos había removido las
41:10cenizas de un amor que ella creía enterrado. Y ahora el fuego la estaba consumiendo por dentro.
41:15Aún no había logrado encontrar su lugar en este nuevo valle salvaje, y mientras la semana se cerraba,
41:24Damaso miraba sus nuevas tierras desde una colina. Había dado el primer golpe. El valle sangraba,
41:32y él apenas acababa.
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