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#ValleSalvaje #Luisa #Adriana
💔 Valle Salvaje Capítulo 300 – En un encuentro cargado de lágrimas y verdad, Luisa finalmente confiesa a Adriana el pasado oscuro que ocultó durante años.
Entre culpa, arrepentimiento y una verdad que puede cambiarlo todo, ambas mujeres enfrentan heridas que el tiempo no había podido sanar.
😱 En este avance exclusivo, el dolor, el perdón y el impacto emocional se mezclan en una escena que marcará el rumbo del valle.

👑 Personajes principales: Luisa, Adriana, Mercedes, José Luis, Rafael, Victoria, Dámaso.
🔥 Un episodio profundo, íntimo y revelador, donde la verdad se convierte en la única salida posible.

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#ValleSalvaje #Luisa #Adriana #Confesión #VerdadRevelada #AvanceValleSalvaje #TVNRevisar #Drama #Telenovela #Capítulo300
Transcripción
00:00El amanecer llegó a Valle Salvaje con una claridad que parecía distinta, casi purificadora,
00:14como si la noche hubiese barrido con el polvo de años de silencios y verdades enterradas,
00:20el viento frío recorrió las montañas y descendió hasta las casas, llevando consigo
00:26la sensación de que algo irreversible había ocurrido. Y era cierto, nada volvería a ser como antes.
00:34Adriana caminaba al frente del grupo, observando cómo Tomás era entregado a la hermandad bajo la
00:40mirada atenta de Mercedes y el apoyo silencioso de Rafael. Aquella pieza clave que tanto habían
00:47buscado estaba por fin en manos que podían hacer justicia. Cada palabra que Tomás pronunciara
00:53tendría el poder de liberar a Luisa y destruir la fachada impecable que José Luis había construido
01:00durante años. Alejo, al ver a Tomás ser escoltado, sintió una mezcla de rabia y alivio. Sabía que
01:08la caída de este hombre significaba también el derrumbe de la mentira que lo había separado de
01:15la mujer que amaba. Y mientras caminaba detrás, su resolución se hacía más firme. No volvería a
01:22permitir que nadie decidiera por él. Pepa y Luisa se reencontraron a las puertas de la hermandad con
01:29lágrimas que no sabían si eran de tristeza, alivio o puro agotamiento, pero cuando se abrazaron,
01:37el valle entero pareció hacer silencio. Eran dos hermanas que habían sobrevivido a lo imposible.
01:43En la casa grande, José Luis sintió el temblor en los cimientos de su poder, supo que su mundo se
01:51inclinaba peligrosamente hacia el abismo y Victoria, desde la ventana, comprendió que también ella estaba
01:59al borde de una caída que ya no podía evitar. El sol subió lentamente, iluminando un valle que
02:07despertaba, un valle que por primera vez en mucho tiempo abría los ojos a la verdad. La celda estaba
02:16en silencio absoluto cuando Adriana entró acompañada por el guardia. La antorcha del pasillo proyectaba
02:23sombras inestables sobre las paredes húmedas, y ese ambiente sombrío parecía reflejar a la perfección
02:30el estado emocional de Luisa. La joven estaba sentada en el suelo, con las rodillas recogidas,
02:38mirando un punto indefinido del piso. Parecía haber envejecido años en apenas unas horas. Luisa
02:45llamó a Adriana con suavidad. Ella levantó lentamente la cabeza. Al ver a Adriana, sus ojos se llenaron de
02:54lágrimas contenidas, pero mantuvo una expresión estoica. «¿Pensé que no regresarías?» murmuró.
03:02«Claro que regresé», respondió Adriana, agachándose frente a ella. «No voy a dejarte sola». «No,
03:11ahora». «Aim». Luisa bajó la mirada. «¿Supiste algo, de alejo?» Adriana suspiró. Consciente de que
03:21estaba pisando un terreno delicado. «¿Hablé con él?» «Está roto, pero ya sabe parte de la verdad».
03:28«Au». Luisa cerró los ojos con dolor. «No quería que sufriera». «Por Ashukoyi». «Por eso hice todo lo que
03:38Tomás me pidió». «Aim». Adriana tomó sus manos. «Y ahora necesito que me lo cuentes todo». «Sin guardarte
03:48nada». «Ehm». Luisa respiró profundamente, como si necesitara fuerza para abrir la herida. «Está
03:57bien». «I think». Tomás llegó a mi vida hace años, cuando Peppa y yo éramos niñas. Nos cuidábamos
04:06solas. Vivíamos escondidas en casas abandonadas, robando lo que podíamos para seguir vivas. Él era
04:14mayor. Parecía amable. Parecía protegernos. «Ehm». Luisa tragó saliva. Pero era una mentira. Él nos
04:26vigilaba. Nos seguía. Sabía dónde dormíamos. Cuando salíamos. Sabía todo de nosotras. Y a veces nos
04:37quitaba lo que habíamos conseguido. «Empay». Adriana le apretó las manos con fuerza. «Luisa». Cuando
04:45crecí, él reapareció. Quería que trabajara para él. Quería que robara para él. Me negué. Peppa
04:55estaba pequeña aún. Yo quería alejarnos de ese mundo. Y entonces… Sus labios temblaron. «Entonces me
05:04no menos tú. O menos tú a Peppa». Dijo que si no hacía lo que él quisiera, la lastimaría.
05:13«Oh». Adriana sintió un escalofrío recorrerle la espalda. «Esa fue la primera vez que me obligó
05:20a participar en algo sucio. Pero yo… Yo siempre lo evité. Siempre encontré formas de no cumplir.
05:28siempre. Hasta que llegué aquí. M». Luisa inhaló con dificultad. Cuando desapareció la talla de la
05:37hermandad, yo no sabía nada. Pero Tomás, sí. Ypsilon vino directo a mí. Sabía que el capitán
05:46sospecharía de los pobres. Y él me obligó a admitir que sabía dónde estaba. Me dijo que si no lo hacía,
05:54Peppa pagaría. «¡Ay!». Adriana cerró los ojos con rabia. Cuando Peppa llegó conmigo llorando,
06:03diciendo que se entregaría en mi lugar, pensé que el mundo se estaba derrumbando por completo.
06:09«¡Ets!». Una lágrima solitaria bajó por la mejilla de Luisa. «¿Por eso mentí? Por eso dije lo que
06:17dije, no por miedo a ir a la cárcel, sino por miedo a perderla». Adriana la escuchaba sin
06:27interrumpir, con el corazón encogido. Y luego continuó Luisa. «Descubrí que Tomás no actuaba
06:34solo, que alguien lo había enviado, que alguien quería destruirme para alejarme de Alejo».
06:41«¡And who shall wish!», murmuró Adriana. Luisa sintió, temblando. «Lo escuché una vez en los
06:51establos. No supe que era él hasta que reconocí su voz. Dijo que yo no era digna, que debía quedarme
07:00lejos de su hijo, que Tomás debía asegurarse de que yo desapareciera». «¡Ah!». Adriana sintió que la
07:10rabia le ardía en el pecho como fuego puro. «¡Y ahora estoy aquí!», murmuró Luisa. «¿Y aún no sé cómo
07:18salir?». «¡And foot me!». Adriana tomó aire, con la mirada firme. «Luisa, ya no estás sola. Y yo tengo tu
07:28historia. Rafael tiene pruebas. Alejo ya sabe la verdad. Y Pepa. Pepa te ama más que a su propia vida.
07:39¡Oh!». Luisa bajó la cabeza, dejando que el llanto por fin la venciera. Adriana la abrazó con
07:47fuerza. «Voy a sacarte de aquí. Te lo juro por mi vida. I'm so». En ese abrazo, la celda dejó de sentirse
07:57tan fría. Afuera, el valle entero parecía prepararse para la tormenta que estaba por estallar. Y Luisa,
08:05por primera vez en días, encontró un pequeño rastro de esperanza. La mañana siguiente, llegó con un aire
08:14extraño, cargado de una quietud que no anunciaba paz, sino la calma tensa que precede al estallido
08:21de una verdad demasiado grande. En la casa pequeña, Pepa se encontraba sentada cerca del fuego,
08:27abrazándose las rodillas. Desde su liberación temporal, no había logrado descansar. Tenía la
08:35mirada clavada en las brasas, como si buscara respuestas en el parpadeo del fuego. Mercedes entró
08:42en la habitación y la observó durante unos segundos. «Pepa, ¿quieres desayunar?». La joven negó con la
08:50cabeza. «No tengo hambre». «End of». Mercedes se sentó a su lado. «Estás muy callada». «¿Qué pasa,
08:59Portumenge?». Pepa respiró hondo, como si necesitara juntar valor. «Quiero contarlo todo». «End of».
09:08Mercedes arqueó las cejas. «¿Todo? ¿Qué?». «La verdad». «Sobre Tomás». «Sobre Luisa». «Sobre lo que ella hizo por mí».
09:20«Sobre lo que yo provoqué sin querer». «End». Mercedes la miró con un gesto suave. «Si vas a hacerlo,
09:30no será para cargar culpa. Será para liberar a tu hermana». «End». «¿Pepa tragó saliva?». «Sí,
09:39quiero ayudarla. Y sé que ya no sirve callar». «Ay». Mientras tanto, Adriana,
09:46Rafael y Atanasio se reunían en el establo, protegidos del viento, sobre un barril, Adriana había
09:54desplegado un mapa improvisado del valle, con marcadores indicando puntos claves. El lugar
10:00donde Tomás había sido visto por última vez, la cabaña abandonada cerca del río y el sendero donde
10:06Alejo lo vio semanas atrás. «Tomás no puede estar lejos», afirmó Adriana. «Si el duque le pagó,
10:15lo está escondiendo», añadió Rafael. «Y si se siente acorralado», agregó Atanasio. «No dudará en
10:23huir». «Ended». Adriana golpeó el mapa con el dedo. «Por eso debemos presionarlo. Necesitamos que Tomás
10:32sienta, que ya no tiene salida. Solo así hablará». «Ah». Rafael la miró. «¿Y cómo logramos eso?». Fue entonces
10:43cuando la puerta del establo se abrió de golpe. Pepa estaba ahí, temblando, pero con una determinación
10:51feroz en los ojos. «Yo sé cómo encontrarlo». «Nad». Los tres la observaron sorprendidos. Pepa avanzó. Tomás me
11:02perseguía cuando era niña. Nunca perdía de vista a la gente que podía lastimar. Siempre tenía escondites,
11:11lugares donde él veía sin ser visto. Y sé cuáles son. «¿Él?». Atanasio cruzó los brazos.
11:18«Habla». «En Vex». Pepa señaló el mapa. «Hay un refugio detrás de las rocas, cerca del viejo molino».
11:29«Nadie va a vi». Tomás lo usaba cuando quería desaparecer. «Ender». Adriana abrió los ojos. «Ese
11:38lugar está a menos de un kilómetro del río». Pepa sintió. «Sí». Y hay otro lugar. Un sótano abandonado
11:48en la vieja posada. «End of one». «Dos posibles escondites», dijo Rafael. «Perfecto». «End of one». «Pero
11:58hay un problema», continuó Pepa. «Tomás es peligroso. Si se siente atrapado, podría hacer daño». «Oh,
12:08day». Adriana puso una mano en su hombro. «Por eso, iremos preparados». «Ypsilom». «No iremos solos». «No».
12:17En ese momento, Alejo llegó apresuradamente al establo. Con la respiración agitada. «¿Qué
12:26pasó? ¿Han encontrado algo?» Pepa lo miró con culpa. «Lo siento, Alejo. Yo… yo provoqué
12:35todo esto». Él la interrumpió con suavidad. «No, Pepa. No más culpas». «Ahora lo único
12:43que importa es salvar a Luisa». «Ahm». Pepa se echó a llorar y Alejo la abrazó. «Gracias. Gracias
12:52por luchar por ella», murmuró. Adriana intervino. «Alejo, tenemos dos posibles refugios donde
13:01podría estar Tomás. Iremos esta misma tarde». «End quote». «Rafael» añadió. «Si conseguimos
13:09que Tomás hable, podremos liberar a Luisa de inmediato». El capitán ya está dudando
13:16del duque. End quote». «Alejo apretó los puños». «Voy con ustedes. No me quedaré aquí
13:24esperando». End quote.
13:26«Atanasio asintió». «Cuatro personas. Es suficiente». «Oh». Pero entonces Mercedes apareció
13:36en la puerta con la mirada encendida. «No serán cuatro», dijo. «Seremos cinco. Y con
13:44mi nombre, la hermandad tendrá que escucharnos. Enstri». El grupo se miró entre sí. Por primera
13:52vez tenían un equipo. Por primera vez tenían un plan real. Mientras ellos organizaban la estrategia,
14:02en la casa grande, José Luis observaba sus dominios desde el balcón, inquieto, sintiendo
14:08los hilos del poder desprenderse uno por uno. Y en la sombra del pasillo, Victoria sonreía
14:14fríamente. «¿Creíste que podía expulsarme sin consecuencias?», susurró. «Vamos a ver
14:22quién expulsa a quién». M4. ¿El vallentero estaba a punto de presenciar el contraataque? La
14:31tarde cayó sobre valle salvaje con un cielo rojizo, como si el horizonte se incendiara,
14:37anticipando el choque inevitable entre la verdad y el poder. En la casa pequeña, el grupo se reunió
14:44por última vez antes de ejecutar el plan. Sobre la mesa, Adrián había trazado un mapa improvisado con
14:52rutas posibles, accesos ocultos y los dos refugios donde podría esconderse Tomás Olivares. Mercedes se
15:00colocó los guantes con determinación. «Si vamos a hacer esto, lo haremos rápido y con precisión. Tomás
15:08no nos esperará». «Oh». Rafaela sintió, aunque su expresión era una mezcla de miedo y responsabilidad.
15:18«No podemos fallar». «Luisa no aguanta más tiempo en esa celda, y el duque ya está sospechando que
15:25algo se está moviendo». «And for…». Atanasio alzó la voz con calma. «Conozco bien el camino del molino. Si
15:35está allí, lo encontraremos antes de que pueda escapar». «Aitei». Peppa se estremeció un poco,
15:42pero levantó la barbilla con valentía. Él siempre usaba ese lugar cuando tenía miedo.
15:49«¿Y Tomás tiene miedo ahora?» «Lo sí. Entra». Alejo colocó una mano firme sobre su hombro. «Esta
15:59vez no podrá lastimarte. Y no podrá lastimar a Luisa nunca más». M. Cuando salieron, el viento helado
16:09golpeó sus rostros, como si el valle les advirtiera que estaban cruzando un umbral peligroso. Cada paso
16:16hacia el molino parecía resonar con el peso de lo que estaba en juego. Adriana caminaba al frente,
16:23con el seño fruncido. Enfocada, Atanasio guiaba el camino, señalando rocas, troncos y senderos que
16:31apenas se veían bajo la luz que se extinguía. «Ahí», dijo finalmente, apuntando a un grupo de piedras,
16:39«detrás de esas rocas está el refugio». «¡Ay!». Alejo apretó los puños. «¡Vamos!».
16:47Pero Mercedes levantó la mano. «¡Esperen! ¿Entraremos con cuidado? Tomás es capaz de
16:55hacer cualquier cosa. ¡Ay!». El grupo avanzó despacio. Adriana sintió su corazón martillar con
17:04fuerza. Cada ruido, cada sombra, cada crujido de hojas parecía un aviso. Atanasio se adelantó,
17:12puso la mano sobre una piedra y la movió apenas una abertura estrecha. Se reveló entre las rocas.
17:20«¡Es aquí! ¡Ah!». Pepa dio un paso atrás, temblorosa. «¡No quiero volver a verlo!».
17:29Adriana la tomó de la mano. «¿Estás con nosotros? Nadie te hará daño».
17:35Rafael sacó una linterna y la dirigió hacia la entrada. Voyó primero. «¡Es!».
17:44Pero antes de que pudiera avanzar, una figura surgió de entre las sombras del refugio. Tomás,
17:51desaliñado, tenso, con los ojos llenos de paranoia y con un cuchillo en la mano.
17:58«¡No se acerquen!», rugió. «Los vi venir desde arriba. ¿Creían que soy tonto? No me atraparán».
18:08Pepa soltó un grito ahogado. «¡Tomás! ¡Por favor!». Él retrocedió. «Como un animal acorralado,
18:17cállate niña, tú deberías haber mantenido la boca cerrada». Alejo se abalanzó un paso hacia
18:23adelante. «Si la tocas, te mato». Alejo no, gritó Adriana. Tomás soltó una carcajada amarga.
18:34«Ah, el hijo del duque. ¿Ahora vienes a romperme los planes? Tu padre no estará muy contento».
18:41Rafael quedó helado. «Mi padre. ¿Qué tiene que ver él ahora?». Tomás sonrió con terror.
18:49«Él me pagó para deshacerme de esa tal Luisa. ¿Y ahora me quiere muerto porque sabe que hablo
18:56demasiado?». Mercedes dio un paso adelante con voz firme. «Toma a Xolivoresh. Estás acuérralado.
19:04Tienes dos opciones. Hablar o hundirte para siempre. Avulei». Tomás apuntó el cuchillo hacia todos.
19:13«No me atroporán». «En due». Pero Atanasio se movió con velocidad sorprendente. Lo embistió desde el
19:23costado, haciendo que el cuchillo cayera al suelo. Alejo y Rafael se lanzaron sobre él,
19:30inmovilizándolo. «¡Suélteme! ¡Suélteme, malditos!». Adriana se inclinó frente a él,
19:38con frialdad. «¿Vas a decir todo, absolutamente todo, y lo dirás frente a la hermandad?».
19:46Tomás intentó resistirse, pero Alejo lo presionó contra el suelo. «Hoblarash». «Porque si no lo
19:56haces, será tu fin». «Iza». Tomás se detuvo, jadeante. Sabía que había perdido. Y en ese instante,
20:05el plan cambió. Ya no solo tenían la verdad, tenían al testigo clave. Tenían el arma que
20:13derrumbaría al duque José Luis. Mientras el grupo regresaba con Tomás esposado, una figura los
20:20observaba desde la distancia, oculta entre los árboles. «Victoria». Con los ojos llenos de rencor
20:28y de miedo. «Así que, esto es lo que preparan», murmuró. «Pues, yo también tengo mi carta».
20:37«No». El contraataque del valle había comenzado y la caída del duque estaba por escribirse. La noche
20:46había caído sobre valle salvaje con un silencio denso, casi espeso, como si el propio valle contuviera
20:54la respiración ante lo que estaba por venir. Adriana caminaba a paso rápido por el sendero
21:00que llevaba a la casa pequeña. Siguiendo la luz parpadeante de un candil que apretaba entre los
21:06dedos, sus pensamientos iban más deprisa que sus pasos. Algo no encajaba, algo se estaba moviendo
21:14en las sombras. Y ella no iba a detenerse hasta arrancar la verdad de raíz. Atanasio salió del
21:22cobertizo cuando escuchó sus pasos. Tenía el rostro marcado por la tensión acumulada de los últimos
21:29días, pero al verla acercarse, su expresión se suavizó levemente. «Señorita Adriana,
21:37¿qué hace aquí estas horas?» Ella detuvo el paso justo frente a él. «Necesito respuestas».
21:44«¿Y sé que tú me las puedes dar?» «Ahm…» Atanasio tragó saliva. «Si es sobre Luisa,
21:53el capitán no va a cambiar de postura». «Entre…» «No vengo por el capitán»,
21:59respondió Adriana con firmeza. «Vengo por lo que no vemos, por lo que se oculta detrás de su
22:05detención». «Entre…» Atanasio le invitó a pasar al interior, mirando alrededor para asegurarse
22:12de que nadie los vigilaba. Una vez dentro, cerró la puerta con sigilo. «Dígame», murmuró Elle.
22:20«¿Qué sospecha?» Adriana respiró hondo. «Sospecho que Luisa no cayó en desgracia por casualidad.
22:29Sospecho que Tomás Olivares no actuó solo. Y sospecho que el duque sabe más de lo que dice».
22:37«¡Aey!» Atanasio bajó la mirada. «Eso no es una sospecha, señorita. Es casi una certeza.
22:46End». «Los ojos de Adriana se encendieron». «¿Entonces habla?» «Epu».
22:53Atanasio se sentó lentamente, como si el peso de lo que sabía fuese demasiado para sostenerse de pie.
23:00Yo no vi nada directamente, pero escuché. Cuando el duque recibió a Tomás en los establos hace
23:08semanas, no sabía quién era, pero la conversación era muy sospechosa. «¿Ey? ¿Qué escuchaste?» El duque
23:19preguntó si había hecho lo necesario y Tomás respondió que sí, que la chica estaba asustada,
23:27que cooperaría. «¿Adriana sintió un vuelco en el estómago?» «¿Luisa?» «Atanasio asintió».
23:38«Eso quiere decir», siguió ella, «que todo fue planeado desde antes, mucho antes de que la talla
23:45desapareciera». «Ey, May». «Atanasio apretó las manos». «¿Y hay algo más?» «Ehm». «Dilo».
23:55«Esa tarde, vi a Julio rondando también». «No sé si participó, pero algo, algo sabía». «Ah».
24:06El nombre cayó como un martillo en la mente de Adriana. «Julio, el hijo de Úrsula».
24:12«Andry». «Sí». «And then». «Eso encaja con lo que Úrsula ha estado callando», murmuró Adriana,
24:23uniendo piezas mentales que llevaba días intentando ordenar. «Atanasio la observó inquieto».
24:30«Señorita, si el duque y el capitán están involucrados, ¿usted está en peligro?» «Eh».
24:37Adriana sonrió con ironía. «El peligro me importa poco ahora». «Me importa, Luisa». «Ah».
24:46Mientras tanto, en la casa grande, José Luis caminaba de un lado a otro en su despacho,
24:53incapaz de calmar el frenético golpeteo de sus pensamientos. Sabía que Adriana había estado
24:59moviéndose demasiado rápido, hablando con personas que no debía. Sabía que Rafael estaba inquieto. Sabía
25:07que el valle empezaba a murmurar. Y sabía también que Victoria estaba a punto de quebrarse. El ruido
25:15de unos pasos lo hizo detenerse. Atanasio aparecía en la puerta, inclinando levemente la cabeza. Duque,
25:24la señorita Adriana estuvo preguntando por Tomás. «Está investigando». «Oh». José Luis sintió una
25:32sacudida interna, pero mantuvo el rostro inmutable. «¿Y qué le dijiste?» «¿Lo que debía?» «Ehm». El duque inspiró
25:43profundamente. «¿Bien? Ahora vete». «Oh». Cuando Atanasio se marchó, José Luis cerró la puerta con
25:52brusquedad. Adriana murmuró entre dientes. «Eres más peligrosa de lo que pensé». «End». Y en ese exacto
26:02instante, como si el destino hubiera decidido que esa noche no ofrecería respiro, alguien más lo
26:08observaba desde el pasillo oscuro. «Victoria». Que había escuchado los últimos fragmentos de
26:16conversación. Que sabía que su esposo ocultaba algo más y que empezaba a sentir que la verdad era un
26:23animal que ya no podía controlar. En la casa pequeña, Adriana tomó aire profundamente. «Gracias,
26:31Atanasio». «A partir de ahora, necesito que sigas escuchando». «Ciarepalabra». «Cada movimiento del
26:39duque, no podemos fallar». «Es Rian». Atanasio inclinó la cabeza. «Estoy con usted,
26:48señorita». End of quote. Adriana salió nuevamente a la noche. Con el viento helado golpeándole el
26:55rostro, su determinación era más fuerte que el frío. Esa noche, la búsqueda de la verdad había
27:03comenzado de verdad. Bárbara llevaba horas encerrada en su habitación, sin permitir que nadie entrara.
27:11No había comido, no había hablado. Apenas respiraba con esa fragilidad silenciosa que
27:17precede a un colapso. Sus manos temblaban sobre la colcha, mientras su mente reproducía una y otra
27:24vez la imagen del beso entre Leonardo e Irene. No era solo el beso, era la mentira, el silencio,
27:33la sensación de que todo su mundo se había fracturado sin aviso. Matilde tocó la puerta
27:40suavemente. «Señorita, soy yo. ¿Puedo pasar?» Hubo un largo silencio antes de que Bárbara
27:49respondiera con un susurro quebrado. «Entra». «End». Matilde entró sin hacer ruido. Encontró a la joven
27:58sentada en el borde de la cama, con la mirada perdida. «Señorita, por favor, no se castigue
28:04así». «End». Bárbara tragó saliva, sin mirarla. «Matilde, cuando uno ama, ¿cómo se supone que
28:14sobreviva a algo así?» Matilde se acercó y se sentó a su lado. «El dolor también es parte del amor,
28:24pero usted es más fuerte de lo que cree. End». Bárbara finalmente la miró. Sus ojos estaban hinchados,
28:33pero había un brillo distinto allí, un brillo de dignidad herida. «Motilde, el amo?» La criada
28:41dudó antes de responder. Él la admiró. Y ella, ella estaba confundida. «¿Pero él, señorita,
28:51siempre volvió a usted?» «Ugh». Bárbara bajó la mirada. «¿Eso debería consolarme?» «No»,
29:00admitió Matilde, «pero quizá pueda ayudarla a entender». «Ay». En otro rincón de la casa grande,
29:08Irene caminaba nerviosa. Con las manos entrelazadas, Leonardo la seguía, intentando hablar. «Irene,
29:17basta», dijo él con voz cansada. «Esto no ayuda». «Ahm». Ella se volvió con desesperación. «Leonardo,
29:26no puedo soportarlo. La herí. La destruí. Y tú, tú te quedaste callado». «Ahm». Porque tenía miedo.
29:38Respondió él. «¿Miedo de perder a las dos?» «And». Irene lo miró incrédula. «Las dos,
29:46tú eres mi amiga. Bárbara es la mujer que amo. Andf». Esas palabras golpearon a Irene con la fuerza de
29:55una confesión tardía. «Entonces, ¿por qué dejaste que todo esto se envenenar?» Leonardo apoyó una
30:03mano en la pared, derrotado. «No lo sé. No sé en qué estaba pensando. Pero no quería hacerle daño».
30:12«Enders». Irene respiró profundo, tratando de calmar su voz. «Leonardo, tú tienes que hablar con ella,
30:21pero no esperes que lo haga hoy, ni mañana. Ella está rota. End». Él la miró con una culpa que lo
30:32consumía. «¿Y tú?» Irene sonrió, triste. «Yo ya sabía que perdería. Solo quería que no fuera así». «Em».
30:43En la habitación, Bárbara se levantó y se acercó al espejo. Su reflejo parecía el de otra persona,
30:51pálida, herida, envejecida por la desilusión. «¿Qué se supone que haga ahora Matilde? ¿Lo
30:59que su corazón le pida? ¡Au! Mi corazón ya no sabe qué quiere. ¡Au!» Matilde se puso de pie y la
31:09tocó del hombro. «Entonces, escuche a su fuerza, a su orgullo. Usted no nació para ser menos que
31:17nadie». «End». Bárbara suspiró. «Me siento tan humillada». «End». «No por él», dijo Matilde. «¿Usted se
31:28siente humillada por sentir tanto?». «End». Bárbara dejó escapar una lágrima silenciosa. «¿Cree que él me ama?
31:36Con todo su ser», respondió Matilde. «¿Sin dudar? ¿Y crees que yo pueda perdonarlo algún día?» «Eso,
31:46solo usted lo sabe». «End». En el pasillo, Leonardo se acercó a la puerta con el corazón,
31:53latiéndole con fuerza. «Bárbara, por favor, solo quiero hablar». «Au». La puerta permaneció cerrada.
32:02«Bárbara». «Bárbara». Dentro, ella apretó los ojos con fuerza, luchando contra la tentación de
32:11abrir. Matilde le susurró. «Si no quiere verlo, no lo vea». «Ey». Finalmente, con voz firme,
32:20Bárbara respondió. «No, joe, Leonardo». «End». Él apoyó la frente en la puerta. «Estoy aquí. Cuando quieras,
32:29cuando puedas, estaré aquí». «End». No hubo respuesta. Mientras él se alejaba lentamente,
32:39ella se dejó caer sobre la cama, sintiendo el dolor atravesarla de nuevo. Y el valle,
32:45silencioso, parecía escuchar el quiebre de su corazón. Pedrito caminaba inquieto por el patio
32:52de la casa grande, sosteniendo entre los dedos una pequeña piedra que lanzaba al aire una y otra vez.
32:59No era un niño que entendiera de intrigas, pero sí sabía cuando algo andaba mal. Desde hacía días,
33:06veía a Matilde nerviosa, escondiéndose cada vez que Victoria aparecía en una habitación. Y ahora,
33:14después de escuchar una conversación a medias, su corazón pequeño latía con el presentimiento
33:20de que su madre estaba en peligro. Cuando Matilde salió con una cesta en las manos, Pedrito corrió
33:28hacia ella. «Mamá, ¿estás bien?». Ella se detuvo, sorprendida. «Claro que sí, hijo. ¿Por qué lo
33:37preguntas?». Pedrito apretó los labios. «Te escuché hablando con la señorita Adriana. Dijiste que no
33:45debías confiar en Victoria». «No». Matilde se tensó por completo. «Pedrito, no debes repetir esas
33:54cosas. A veces los adultos hablamos, sin pensar en da». El niño negó con la cabeza. «Yo sé cuando
34:04tienes miedo». «¿Tienes miedo?». Matilde se agachó para quedar a su altura. «Quiere decir que eres muy
34:11listo, pero prométeme que no dirás nada a nadie». «¿Sí?». Pedrito dudó. «¿Ni a Leonardo? Él siempre me
34:22escucha». «¿Ent?». «No», respondió Matilde con un temblor imperceptible. «¿A nadie?». «Ay». Pedrito
34:32asintió. Aunque en su interior sabía que algo grave se estaba gestando. Victoria, desde uno de los
34:40balcones los observaba. No escuchaba las palabras, pero conocía los gestos. Reconocía el miedo y sabía
34:49leerlo muy bien. «Matilde está escondiendo algo. Pensu. Y si lo esconde, es porque me afecta». Sus ojos
34:59oscuros entrecerraron. Sus picaces. No era la primera vez que Matilde actuaba extraño cuando ella
35:07estaba cerca, pero ahora había algo distinto. «¿Algo peor?». La mente de Victoria comenzó a unir piezas con
35:17la rapidez de una serpiente. Matilde había estado visitando la casa pequeña últimamente.
35:24Atanasio también desaparecía en momentos clave y ambos parecían incómodos en su presencia. Entonces,
35:34un pensamiento se deslizó en su mente como un rayo venenoso. «¿Y si Matilde y Atanasio están juntos y si
35:42conspiran contra mí?». La furia le recorrió el pecho como una chispa incendiaria. Mientras tanto,
35:50Atanasio regresaba del establo cuando vio a Pedrito sentado solo, pateando el suelo con frustración.
35:58«¿Qué pasa, muchacho?». Pedrito lo miró con los ojos brillantes. «Atanasio, mamá está en problemas,
36:06¿verdad?». El hombre se arrodilló junto a él. «¿Quién te dijo eso?». «Lo sé»,
36:12respondió Pedrito con firmeza. «¿Victoria la va a lastimar?». «Au». Atanasio suspiró. «No va
36:21a pasar. Yo la protegeré. Et». «¿Cómo cuando la defendiste el otro día?». Atanasio lo miró
36:30sorprendido. «¿Lo viste?». Pedrito bajó la voz. «Vi cómo Victoria te gritaba. ¿Y cómo tú no dejaste
36:39que se acercara mamá?». «Oh». Atanasio sintió una mezcla de orgullo y preocupación. «Escucha,
36:47pequeño. Tienes que confiar en mí. Pase lo que pase. Yo cuidaré a tu madre». «Els». Pedrito lo miró con
36:56una seriedad impropia de su edad. «¿Por qué la quieres?». Atanasio se quedó inmóvil. Era una verdad que
37:04nunca se había atrevido decir en voz alta. Pero los ojos del niño lo desarmaron. «Sí,
37:11la quiero». «Ende». Pedrito esbozó una sonrisa pequeña, triste. «Entonces, por favor,
37:20protéjela». «Ender». Atanasio le revolvió el cabello. «Lo haré». «Te lo prometo». «Ende». Pero esa
37:30promesa se volvió más urgente apenas unos minutos después, cuando Victoria descendió las escaleras
37:37con el rostro desencajado y los puños apretados. «¿Dónde está Matilde?», rugió, haciendo que todos
37:45los presentes giraran hacia ella. «Matilde, que venía por el corredor, se detuvo al escuchar su
37:52nombre». «Me buscaba señora», preguntó con prudencia. Victoria caminó hacia ella como un
37:59depredador. «Sí, necesito una explicación». «Ahora mismo». «En». Matilde tragó saliva. «¿Explicación?
38:11¿De qué?». Victoria se inclinó hacia ella con una sonrisa helada. «¿De por qué tú y Atanasio pasan
38:19tanto tiempo juntos?». «¿Y por qué murmurabas a mis espaldas?» «¿De por qué mi hijo tiene la lengua
38:26demasiado suelta?» Pedrito abrió los ojos con horror. «No, yo no di nada». Victoria lo ignoró.
38:37Matilde retrocedió un paso. «Señora, está confundida». Victoria levantó la mano, cortando sus
38:45palabras. «Te advierto, Matilde. Si descubro que estás conspirando con Atanasio para destruirme,
38:52será lo último que hagas». «En». Atanasio sintió la sangre arderle. «No le hable así,
39:00ella no ha hecho nada». Victoria giró su mirada como un látigo. «Ah, así que tú sí tienes algo que
39:08ocultar?». «And». Atanasio dio un paso adelante, pero Matilde lo detuvo, temblando. «Déjalo,
39:18por favor», susurró. Victoria sonrió. «Venenosa». «Exacto». «Huyan». «Timblen». «Porque voy a
39:28descubrir qué trama usted dos». «Ento». Mientras se marchaba, su sombra quedó flotando como una
39:36amenaza. Pedrito se abrazó a su madre. «Mamá, tengo miedo». «Ender». Matilde lo apretó contra su pecho,
39:46con lágrimas contenidas, y Atanasio, desde atrás, comprendió que el peligro ya no era una
39:54posibilidad. Era una realidad que los rodeaba como un nudo que pronto se cerraría. Alejo caminaba sin
40:02rumbo por el sendero que conducía el río, con la mirada perdida y los hombros hundidos. Desde que
40:09Luisa había sido encarcelada, su mundo se había vuelto una sucesión de sombras que no lograba apartar.
40:17Cada vez que intentaba verla, el capitán lo rechazaba con el mismo gesto frío, como si él no fuera más
40:24que un obstáculo molesto en un caso que ya estaba decidido, y cada vez Alejo regresaba más roto,
40:32se detuvo junto al agua, respirando con dificultad. «No puedo más», murmuró. «No sé qué creer,
40:39no sé qué pensar, no sé quién miente». «Oh». En su cabeza resonaban las palabras de su padre,
40:48insistiendo en que Luisa lo había usado. Las palabras del capitán, acusándola con firmeza.
40:54Las miradas esquivas de la casa grande cada vez que él preguntaba. ¿El dolor lo asfixiaba? ¿Fue
41:01necesitado cuando escuchó pasos detrás de él? «Alejo», dijo Adriana. Él ni siquiera se volvió. «No
41:09quiero hablar con nadie». «Els». «Pues tendrás que hacerlo», respondió ella con suavidad,
41:16«porque la verdad ya no puede esperar». «Ey». Alejo apretó los dientes. «¿Ahora vienes tú a decirme que
41:25Luisa nunca me quiso? ¿Que todo fue un plan? Estoy harto». «Oh». Adriana negó despacio. «No vengo a decirte eso,
41:36vengo a decirte lo contrario». «Efte». Alejo giró lentamente, con los ojos rojos por la angustia.
41:45«¿Qué sabes tú?». «¿Todo lo que Luisa no te pudo contar?», respondió ella. «¿Todo lo que le obligaron
41:52a callar?». «Ehm». Alejo frunció el ceño. «¿Desconfiado?». «Mi padre dice que ella admitió». «Tu padre
42:01miente». Lo interrumpió Adriana con una fuerza que lo sorprendió. Él retrocedió un paso. «No». «Ea
42:10nun so». «Ea no». «¿De verdad crees que tu padre es incapaz de usar a alguien? De manipular? De
42:18destruir para proteger su nombre?». Alejo sintió un nudo en el estómago. «No quiero creerlo». «En Sam». «¿Pero
42:27sabes que puede ser cierto?». El silencio entre ambos fue brutal. Finalmente, Alejo murmuró. «¿Qué
42:36hizo?». «Adriana respiró hondo». «Tu padre estuvo con Tomás». «Le pagú». Lo utilizó para que incriminara a
42:46Luisa. Y cuando ella se negó, él amenazó a Pepa. Luisa mintió para protegerlas a las dos. «Ehm». Alejo se
42:57desplomó sobre una roca. Se desplomó sobre una roca con la mirada vacía. «No, no, él no haría eso». «Lo
43:05hizo», dijo Adriana sentándose a su lado. «No porque te odiara, sino porque temía que tu amor por Luisa lo
43:14debilitara». «Ehm». Alejo se cubrió. «¿El rostro? Dios mío». «Tu padre no quiere que la verdad salga a la
43:24luz», continuó Adriana. «Por eso la encerraron tan rápido. Por eso el capitán no te deja verla». «No es
43:32justicia, es miedo». «Oh». El joven dejó caer las manos con un brillo nuevo en los ojos. «¿Rabia?».
43:42«¿Entonces todo lo que ella me dijo, lo dijo obligada?». «Sí». «¿Luisa jamás te habría abandonado por
43:50voluntad propia?». «Endo». Alejo sintió una explosión interna. Debía haber insistido. Debía
43:59haber peleado por ella». «No lo sabías», respondió Adriana con suavidad. «Y aún así,
44:05viniste cada día». «End of sound». Él respiró profundamente, como si buscara reunir fuerzas de
44:13algún lugar escondido de su alma. ¿Dónde está Tomás ahora?». «No lo sabemos. Pero Rafael y yo
44:20estamos investigando. Y Atanasio también». «Oh sean». Alejo se puso de pie de golpe. «Entonces yo también
44:30ayudaré». «No dejaré que mi padre arruine la vida de Luisa». Adriana sonrió apenas. «Esa es la fuerza
44:38que necesitábamos». Ender. Mientras tanto, en la casa grande, Rafael caminaba de un lado a otro en
44:47el despacho. Revisando papeles y conectando piezas, Victoria lo observaba desde la entrada como un
44:55fantasma silencioso. Rafael dijo ella finalmente. «¿Qué haces?». Él no la miró. «Busco la verdad». «I
45:05todo». Victoria se tensó. «¿No te conviene buscar demasiado? Hay cosas. ¿Qué es mejor dejar
45:13enterradas?». «Azek». Rafael levantó la cabeza. «¿Cómo lo depilara? ¿Cómo lo que hiciste tú?». La mujer
45:23palideció, retrocediendo un paso. «¿Qué estás diciendo?». «¿Que todo se está cayendo,
45:30Victoria?». «¿Y tú?». «¿Deberías prepararte?». «Ens». Ella sintió la sangre del árcele. «Tú no
45:39entiendes nada». «Entiendo más de lo que crees», respondió él con voz baja. «Y esta vez no voy a
45:47protegerlos». «Ay». Victoria sintió que el mundo se le derrumbaba bajo los pies. Adriana y Alejo volvieron
45:56por el sendero juntos. «Luisa necesita que luches por ella», dijo Adriana. «Pero también que seas fuerte
46:05cuando la verdad duela». «Em». Alejo asintió. «Lo sire». «Oh». Y en su mirada había un fuego que no había
46:16tenido en días. La batalla por la verdad acababa de comenzar. La tensión dentro de la casa grande había
46:24llegado a un punto insoportable. La casa, que alguna vez había sido símbolo de poder indiscutible,
46:31ahora parecía una caja cerrada en la que cada silencio escondía una verdad peligrosa. José Luis
46:38caminaba de un lado a otro en su despacho, con los puños apretados detrás de la espalda. Algo en el
46:45aire le revelaba que el control se le estaba resbalando entre los dedos. Victoria entró sin
46:51golpear, movida por el temblor de la ansiedad y el orgullo herido. «Joséa Luis, tenemos que hablar.
46:59Oh». Él ni siquiera se volvió. «No ahora». «End of». «Es ahora», insistió ella, cerrando la puerta con más
47:10fuerza de la necesaria. «Me dijiste que confiara en ti, que todo estaba bajo control, que Luisa era
47:17culpable, que cerrarías este asunto sin consecuencias». «Joséa Luis, exhalo pecho de mente». «Victoria,
47:26no estoy para tus dramatismos». «Em». Ella lo fulminó con la mirada. «No me hables así». No después de
47:36descubrir que tú, se detuvo de golpe, tragándose la palabra con una mezcla de rabia y miedo. José Luis
47:45se volvió lentamente. «Que yo, ¿qué?», termina la frase. «Dach». Victoria apretó los labios. Durante un
47:55segundo pareció vacilar, pero la furia la empujó hacia adelante. «Tú tuviste tratos con Damaso».
48:03«Los ojos del duque se entrecerraron peligrosamente. ¿Y quién te dijo eso?». «No necesitas saber quién»,
48:11replicó ella, cruzándose de brazos. «Lo que importa es que me mentiste». «En dry». José Luis se acercó a ella
48:21lentamente, como un depredador. «¿Y acaso tú no me has mentido nunca?». «Victoria retrocedió
48:28instintivamente». «Eso no es lo mismo». «En foot no». «Es exactamente lo mismo»,
48:35respondió él, con una sonrisa fría. «Pero la diferencia es que yo miento para proteger esta
48:43casa». «¿Tú mientes para proteger tus caprichos?». «No». «Victoria quedó helada,
48:51incapaz de replicar». «José Luis continuó». «Sí, hablé con Damaso. Quería controlar la situación. Quería
49:00evitar que se filtrara información que podría tumbarlo todo». «¡Oh! Información como lo de Pilara»,
49:09murmuró Victoria, temblando. El silencio fue tan absoluto que ambos escucharon cómo la respiración
49:17del otro se hacía más pesada. El duque desvió la mirada, y eso fue más revelador que cualquier
49:25confesión directo. «Victoria sintió las piernas debilitarse». «Tibatel, füchte capes». José Luis
49:34golpeó la mesa con la palma de la mano. «¿No se menciona ese nombre en esta casa?». «Victoria
49:41retrocedió otro paso, pálida. Eras tú quien debía protegerme, y ahora descubro que yo también soy
49:49desechable». «Hebron». «José Luis bufo». «No exageres». «No estás desechable». «Solo». «Eres un problema más que
50:01debo controlar». «Ah». «Esa frase fue la chispa que encendió la dinamita». «Victoria sintió un ardor en el
50:10pecho». «Una mezcla de humillación, furia y pavor». «¿Controlarme? ¿A mí?». «José Luis,
50:18yo he cargado contigo». «Yo he cargado contigo». «Con tus decisiones». «Con tus errores». «Con tus silencios». «Te lo he
50:25dado todo». «Él la miró con indiferencia». «¿Y ya no necesito nada de ti?». «Ah». «Victoria sintió que el aire
50:35desaparecía de la habitación». «¿Cómo que no me necesitas?». «José Luis se acercó a la puerta,
50:41abriéndola». «Te vas». «Esta noche». «No quiero verte en esta casa mañana». «End of course». «Ella se quedó
50:51paralizada». «¿Me estás expulsando?». «Sí». «Em». «Victoria sintió cómo su orgullo se rompía en pedazos». «No
51:02puedes hacerme esto». «No puedes hacerme esto». «Yo soy tu esposa». «La dueña de esta casa». «Daf». «José Luis se giró
51:11apenas, con una mirada glacial». «Eras». «Ahora eres un estorbo». «En». «La palabra atravesó a Victoria como un
51:21cuchillo». «Un temblor recorrió su cuerpo». «Me lo prometiste». «Dijiste que estaríamos juntos hasta el
51:30final». «Ay». «José Luis alzó una ceja». «Y este es el final». «End of». Ella sintió un grito nacer en su
51:40garganta, pero lo contuvo. Apretó los puños, elevó el mentón y habló con una dignidad rota, pero aún
51:48viva. «No voy a caer sola». «Si tú me destruyes, yo te arrastraré conmigo». «End of». «Océ Luis
51:58sonrió». «Orogante». «Lo dudo». «End of». «Victoria salió del despacho con pasos rápidos,
52:08casi tambaleantes, pero con la mirada llena de algo oscuro. No era tristeza, era venganza».
52:16En una colina cercana, Damas observaba la casa grande desde la distancia. Con una sonrisa
52:23satisfecha, al recibir la noticia de la expulsión de Victoria, murmuró para sí. «Exacto, que se devoren
52:32entre ellos. Mi trabajo ya está hecho». «Exacto». «Pero no, aún faltaba su jugada final». «Y estaba
52:42dispuesto a aplicarla sin misericordia».»
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