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#ValleSalvajeMercedes #carta #desata
Mercedes y la carta que desata la verdad
En una noche cargada de secretos, Mercedes recibe la visita inesperada de Dámaso, quien llega con una propuesta capaz de cambiar el destino del valle: “Toda mi fortuna a su disposición.” Mientras Pepa se pudre injustamente en una celda y Luisa lucha contra la vergüenza impuesta, Adriana descubre un recibo que podría desenmascarar a los verdaderos responsables del robo. Pero el giro más devastador llega con Victoria, que rompe el silencio de la Casa Grande ...
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#ValleSalvajeMercedes, #carta, #desata, #verdad
Transcripción
00:00Mercedes y la carta que desata la verdad. En una noche cargada de secretos, Mercedes recibe
00:16la visita inesperada de Damaso, quien llega con una propuesta capaz de cambiar el destino del
00:21valle. Toda mi fortuna a su disposición. Mientras Pepa se pudre injustamente en una
00:28celda y Luisa lucha contra la vergüenza impuesta, Adriana descubre un recibo que podría desenmascarar
00:34a los verdaderos responsables del robo. Pero el giro más devastador llega con Victoria,
00:41que rompe el silencio de la casa grande al abrir la última carta de Gaspar, revelando una confesión
00:46que sacude los cimientos del poder. Traiciones, alianzas impensables, corazones rotos que buscan
00:54renacer y un valle entero al borde de una revolución moral, este capítulo promete justicia, consecuencias
01:01y un mañana que nadie veía venir. La noche había caído sobre valle salvaje con un peso extraño,
01:09como si el aire mismo se hubiera llenado de secretos a punto de estallar. En la casa pequeña,
01:16Mercedes permanecía sentada a la mesa, con las manos entrelazadas y la mirada fija en
01:21una vela que ya casi se consumía. El rumor del valle dormido llegaba apagado por las paredes
01:29de piedra, pero en su cabeza no había silencio posible. El nombre de Luisa resonaba una y otra
01:34vez, mezclado con la imagen de Pepa atravesando el patio de la Santa Hermandad para ofrecerse como
01:40culpable de un crimen que no había cometido. La puerta se abrió sin previo aviso. Matilde asomó
01:48la cabeza. Señora, murmuró, ha venido. Dice que es urgente. Mercedes no necesitó preguntar quién era.
01:57Su corazón dio un pequeño bote en el pecho. Entre rabia, miedo y una curiosidad que la enfurecía
02:03aún más, se levantó. En el umbral del salón, apoyado en el bastón y con ese aire de hombre
02:10que se ha acostumbrado a mandar sobre todo lo que pisa, estaba damaso. Sus miradas se cruzaron,
02:19cargadas de una historia que ninguno quería nombrar. Si ha venido a envenenarme la noche.
02:24Dijo Mercedes, fría. Llegó tarde. Ya lo hicieron otros antes que usted. Él esbozó una sonrisa sin
02:32alegría. No vengo a hacerle daño, Mercedes. Vengo a hablar de negocios. Y de guerra. La
02:41palabra, guerra, hizo temblar un músculo en la mandíbula de la mujer. Señaló la silla frente
02:49a ella, sin invitarlo del todo, pero sin echarlo tampoco. Hable. Ordenó.
02:54Y hágalo rápido. Aquí la única que se desangra es mi familia, y no tengo tiempo para juegos.
03:04Damaso se sentó despacio, como si midiera cada centímetro que lo acercaba a ella. Lo
03:09está perdiendo todo. Comenzó, con una franqueza brutal. La honra de Luisa, la libertad de Pepa,
03:17la confianza del valle. Y mientras tanto, los duques siguen ahí arriba, mirando desde sus
03:23balcones como si el barro nunca pudiera salpicarles las botas. Mercedes apretó los labios. No necesitaba
03:31que nadie le recordara la humillación diaria que suponía ver a la casa grande alzarse sobre sus
03:36desgracias. ¿Y a usted qué le importa la suerte de mi casa? Preguntó, desconfiada. Siempre le ha
03:44importado más hacer negocio con los duques que mirar a la cara a la gente del valle. Damaso clavó los
03:51ojos en ella, y por un instante, la máscara de hombre calculador se resquebrajo. Porque ya no es
03:59solo, su, casa, Mercedes, replicó. Es el valle entero, y los duques han ido demasiado lejos.
04:08He visto las cuentas, los acuerdos que no se firman, pero se sellan con silencios.
04:15Sé lo que le hicieron a Luisa. Sé quién movió los hilos para que Tomás robara la talla y todo
04:20apuntara a la casa pequeña. Mercedes se incorporó ligeramente. Está diciendo que sabe quién dio
04:27la orden. Estoy diciendo que sé dónde buscar la prueba. Respondió él. Y que quiero hacerlo con
04:35usted. Hubo un largo silencio. Mercedes se cruzó de brazos, como si necesitara sostenerse a sí misma.
04:41¿Y qué gana con eso, Damaso? Preguntó. Cortante, no me venga con discursos de justicia.
04:51Usted no se mueve si no huele oro. Él inclinó la cabeza, aceptando el golpe. Está bien.
04:59Quiere crudeza. La tendrá. Quiero ver caer a los duques. Quiero que sientan lo que es perder un
05:04apellido, una casa, un futuro. Quiero, venganza, confesó, con una honestidad casi obscena. Y sé
05:14que usted quiere algo parecido, aunque le dé miedo admitirlo. El pecho de Mercedes se encogió. Quería
05:22justicia. Quería que el nombre de Luisa dejara de ser escupido en los corrales. Quería que Peppa saliera
05:30libre. Quería que nadie volviera a mirar a su gente como si fueran menos. ¿Era eso venganza o era
05:37simplemente no dejarse pisotear nunca más? Damaso se inclinó hacia adelante, bajando la voz.
05:45Toda mi fortuna, Mercedes, susurró. Toda mi fortuna a su disposición. Para pagar abogados, para comprar
05:53conciencias si hace falta, para reconstruir la casa pequeña cuando todo esto termine.
05:58Para que, cuando los duques caigan, nadie pueda decir que ustedes no estaban preparados para
06:05levantarse. Sus palabras quedaron suspendidas entre ellos, pesadas como una sentencia. Mercedes tragó
06:13saliva. Toda mi fortuna a su disposición. Era una promesa y una trampa al mismo tiempo.
06:20Lo pensaré. Dijo al fin, levantándose. Pero no me ató a nadie por la noche. Las decisiones que
06:28cambian un valle se toman con luz. Mientras tanto, en la celda húmeda de la Santa Hermandad, el eco de
06:36la oferta que Mercedes aún no había aceptado parecía un lujo lejano. Peppa estaba sentada en el catre,
06:42las manos llenas de pequeñas heridas, las uñas manchadas de tierra, rastros de la vida que ahora
06:49parecía haber perdido. Luisa, al otro lado de los barrotes, se sujetaba a ellos con fuerza.
06:57Esto es una locura, Peppa. Susurró, la voz rota. No tenías que hacerlo. Yo encontraría la forma de
07:05demostrar la verdad. Peppa soltó una risita amarga. ¿Con qué, niña? ¿Con las lágrimas? ¿O con esa fe
07:14ciega que tienes en que la justicia existe para la gente como nosotras?
07:20Adriana ya sabe que fue Tomás. Insistió Luisa. Ha prometido que no va a parar. Peppa la miró con
07:26ternura y dolor. Adriana es valiente, pero no es Dios. Y yo, respiro hondo, yo ya he vivido lo que
07:34tenía que vivir. Si alguien tenía que pudrirse aquí para que tú salieras limpia, siempre iba a ser yo.
07:44Unos pasos se escucharon en el pasillo. La puerta al fondo se abrió y apareció Adriana,
07:49con el rostro cansado pero decidido. No vuelvas a decir eso, Peppa. Soltó,
07:56antes de que la mujer pudiera girarse. Nadie se va a pudrir aquí. No mientras yo respire.
08:03Luisa corrió hacia ella. ¿Has encontrado algo? Dime que sí. Dime que no todo depende de esta
08:11locura. Adriana se acercó a la celda y deslizó un papel arrugado entre los barrotes. Peppa lo tomó
08:20con manos temblorosas. Es una copia de un recibo, explicó Adriana. Un pago a Tomás,
08:26fechado dos días antes del robo de la talla. La firma no aparece, pero el sello es de la casa
08:34grande. Luisa levantó la vista, helada. ¿De los duques? ¿De alguien que maneja sus cuentas?
08:42Respondió Adriana. No es suficiente para derribar a nadie, pero sí para hacer preguntas.
08:48Y cuando uno hace preguntas en voz alta en este valle, tarde o temprano alguien comete
08:55un error. Sus ojos brillaron con una determinación feroz. Mañana, en la audiencia de la Santa
09:03Hermandad, voy a pedir que citen a Tomás. Y si no quieren traerlo, iremos a buscarlo
09:10nosotras. Peppa apretó el papel contra el pecho, como si sujetara una pequeña llama en mitad de la
09:16oscuridad. Niña, susurró, si te rompen, juro que saldré de aquí solo para ir a partirle la cara a
09:25quien sea. Adriana sonrió, quebrada pero firme. Señora Peppa, yo ya me rompí hace tiempo. Ahora
09:34solo me queda pelear. En la casa grande, la tensión era de otra naturaleza, pero ardía igual. Victoria
09:42estaba en su habitación, sosteniendo entre los dedos una fotografía descolorida de Gaspar.
09:49Su perfil serio, la sombra de una sonrisa, la forma en que sus ojos parecían mirarla incluso desde el
09:56pasado. Una lágrima cayó sobre el papel. No puedo más, Gaspar, susurró. No puedo seguir sosteniendo
10:06un apellido que huele a mentira. Pero si lo suelto, ¿qué queda de mí? Recordó la mano de Damaso acercándose
10:15a su rostro, el intento de beso, el fuego inesperado que le había recorrido la piel, mezclado con asco
10:21hacia él, hacia sí misma, hacia el mundo entero. ¿Cómo podía desear y odiar al mismo hombre en el
10:28mismo latido? Llamaron a la puerta. Victoria se enjugó las lágrimas de golpe, se colocó el cabello
10:37tras la oreja y dijo. Adelante. Matilde entró, con el vestido entre los brazos, todavía sin terminar.
10:45Los hilos colgaban como pequeñas promesas. Perdone que la moleste, señorita, murmuró. Solo quería
10:54probar una cosa de la costura. Victoria miró la tela con aquel recelo que ya había mostrado.
11:01Ese vestido te está dando demasiada ilusión para ser solo un trozo de tela, comentó, cruzándose de
11:07brazos. ¿Para quién es, Matilde? ¿Qué te traes entre manos? Matilde bajó la vista, pero no retrocedió.
11:19Es para una celebración. Dijo, vagamente. No sé todavía si habrá baile, pero, ¿celebración de qué,
11:26en medio de esta desgracia? La cortó Victoria. ¿Qué estás tramando? ¿Quién te da la tela? ¿Quién te
11:34promete fiestas cuando el valle entero se desmorona? Matilde levantó la cabeza. Por un instante, hubo
11:41algo distinto en sus ojos. Una mezcla de determinación y desafío. Hay cosas que todavía no puedo contarle,
11:49respondió. Pero le prometo una cosa, señorita. El día que me ponga este vestido, nadie en este valle
11:56volverá a mirarla a usted como la hija de un duque corrupto. La mirarán como una mujer que supo elegir.
12:04Las palabras la atravesaron como una flecha. Victoria se quedó sin aire. Lárgate. Susurró,
12:12con la voz hecha trizas. Antes de que haga algo de lo que me arrepienta. Matilde se inclinó y se
12:19retiró, pero la semilla ya estaba plantada. Una mujer que supo elegir. Era la primera vez en mucho
12:27tiempo que alguien le ofrecía a Victoria la posibilidad de ser algo más que el apellido
12:31que arrastraba. En el establo, Leonardo terminaba de revisar la montura de uno de los caballos cuando
12:38escuchó la risa de Irene. Era una risa que, hasta hacía poco, apenas se permitía, encajonada entre
12:47órdenes y silencios. Ahora sonaba libre, aunque llena de cautela. No te burles, dijo ella, avanzando
12:56hacia él. No todos sabemos montar a caballo como si hubiéramos nacido encima de una silla. No me
13:04burlo, replicó él, sonriendo sin querer. Solo digo que si vuelves a tirar de las riendas así,
13:12el animal va a creer que lo odias.
13:13No lo odio, protestó Irene, acariciando al caballo. Solo tengo miedo de caerme. No todos
13:22tenemos tu costumbre de levantarnos después de cada golpe. La frase salió sin malicia,
13:29pero le rozó una herida que Leonardo creía oculta. Pensó en Bárbara, en cómo había imaginado que
13:35casarse con Irene sería solo una farsa útil, un puente para recuperar lo perdido. Y ahora,
13:43ahora había descubierto en Irene una complicidad que lo desarmaba. No soy tan fuerte como crees,
13:49dijo, casi en un susurro. Irene lo miró durante un largo segundo, con una ternura que a él le
13:56resultaba insoportable. No, respondió, eres más, por eso estás tan asustado. Él apartó la mirada.
14:06Si se permitía entrar en ese territorio, traicionaría algo que todavía sentía por Bárbara,
14:11aunque estuviera corroído por reproches y silencios. Irene, lo de la boda, lo de la farsa,
14:18empezó. No hace falta que me lo expliques. Lo interrumpió ella. Llevamos demasiado tiempo
14:27caminando sobre un hilo. Solo dime una cosa. Cuando todo esto termine, cuando la verdad salga
14:33a la luz. ¿Vas a elegir por obligación o por deseo? Las palabras le quedaron clavadas como una
14:40pregunta que no sabía responderse ni a sí mismo. No lo sé, admitió, pero prometo una cosa.
14:48Esta vez, no voy a dejar que nadie decida por mí. Ni los duques, ni la casa pequeña,
14:56ni los rumores del valle. Si elijo, será porque lo siento. Irene asintió. A veces,
15:04una promesa así era lo más cercano a una declaración que dos personas podían permitirse
15:08en tiempos de guerra. La mañana siguiente, la plaza frente a la Santa Hermandad parecía
15:16una plaza de pueblo antes de un linchamiento. La gente murmuraba, señalaba, inventaba versiones
15:23nuevas del mismo escándalo. Los nombres de Luisa y Pepa flotaban enturbiados por la superstición
15:29y el miedo. Adriana llegó con la cabeza alta, Luisa a su lado. Rafael y Alejo las seguían,
15:37aunque sus miradas aún estaban veladas por la duda. El rumor corrió como un incendio. Ahí vienen,
15:45susurraban, las de la casa pequeña. Las ladronas, o las mártires, según quien hable. Cuando entraron
15:53en la sala, Pepa ya estaba allí, encadenada, con la dignidad intacta. Al verla, Luisa rompió el
16:03protocolo y corrió hacia ella, frenada solo por un guardia. Es mi hermana, protestó, no es una
16:10criminal. El juez de la Santa Hermandad golpeó la mesa. Orden en la sala. Adriana respiró hondo,
16:19levantó la mano. Antes de empezar, dijo, exijo formalmente que se cite a Tomás, antiguo trabajador
16:27de la casa grande, como testigo clave en este caso. El murmullo se intensificó. El juez frunció el
16:35ceño. Tomás ha abandonado el valle. Réplicó. No podemos. No ha abandonado nada. Interrumpió una
16:43voz desde la puerta. Todos se giraron. Allí estaban Alejo y Rafael, sujetando a un hombre demacrado,
16:52con la camisa sucia y la mirada al borde del pánico. Tomás. Intentó ir por el camino del río.
17:00Explicó Alejo. Pero el valle tiene memoria. Y nosotros también. Tomás intentó soltarse. Yo
17:08no tengo nada que decir. Masculló. Me obligaron. Yo solo. Precisamente. Lo cortó Adriana, acercándose.
17:18Queremos escuchar quién lo obligó. Sacó de su bolsillo el recibo que había encontrado y lo dejó
17:24sobre la mesa del juez. Este documento prueba que recibió un pago antes del robo de la talla. El
17:31sello es de la casa grande. Exijo que se pregunte quién firmó en su nombre. El juez tomó el papel.
17:39Lo examinó. Incómodo. Esto no es un tribunal contra los duques, advirtió. Estamos aquí para juzgar a
17:46Pepa. Entonces júzguenme a mí primero. Dijo una voz firme desde el fondo. El silencio cayó como un
17:55telón. Poco a poco, la multitud se abrió, dejando pasar una figura que nadie esperaba ver allí. Victoria,
18:04con el rostro pálido pero la mirada encendida. A su lado, avanzaba alguien más. El notario de la
18:12familia ducal, sosteniendo un sobre lacrado. Señorita Victoria, balbuceó el juez. Esto es
18:20altamente irregular. Igual de irregular que condenar a una mujer por un crimen que se cometió para tapar
18:26las miserias de mi casa. Respondió ella, plantándose en el centro de la sala. Anoche recibí este sobre.
18:34Es la última carta de Gaspar. El murmullo se transformó en exclamaciones ahogadas.
18:41El notario levantó el sobre. El difunto señor Gaspar me lo entregó con instrucciones de hacerlo
18:47llegar a su prometida cuando la honra de la casa grande estuviera en entredicho. Explicó.
18:54Me parece que ha llegado el momento. Victoria tomó la carta con manos temblorosas.
18:59Rompió el sello. Leyó en silencio durante unos segundos que se hicieron eternos. Sus ojos se llenaron
19:08de lágrimas. Luego de algo más antiguo y más hondo. Vergüenza. Gaspar sabía. Murmuró, la voz
19:17temblorosa. Sabía del robo. Sabía que, que fue mi padre quien dio la orden a Tomás para que robara
19:23la talla y culpara a la casa pequeña. Aquí, alzó la carta. Aquí lo confiesa. Dice que le suplicó que
19:31no lo hiciera. Que aquello iba a destruir el valle. Pero mi padre no escuchó. Y él, cayó, por miedo,
19:40por lealtad equivocada. Y me pide. Las palabras se le quebraron. Me pide que, cuando llegue el día,
19:46yo no cometa el mismo error. Algunos presentes se santiguaron. Otros miraron hacia la puerta,
19:54esperando ver al duque aparecer hecho furia, pero Francisco no estaba. Se había quedado en la casa
20:01grande, creyéndose todavía intocable. Si hay que juzgar a alguien hoy. Continuó Victoria. Empiecen
20:08por quienes jugaron con la fe de este pueblo. Por la casa grande, pero no por Pepa. Ella solo es
20:16otra víctima. El juez vaciló. No estaba acostumbrado a que los muros invisibles del
20:21poder se agrietaran así, en público. No podemos. Empezó. Si pueden. Intervino otra voz, grave,
20:30desde la puerta. Era damaso. Vestido de oscuro, con el bastón en la mano y una carpeta de documentos
20:38bajo el brazo. A su lado, caminaba Mercedes. Algo había cambiado en ella. Ya no estaba
20:45encorvada por el peso de la derrota, sino erguida, como si hubiera encontrado un eje
20:50nuevo en su propia columna. Aquí están las cuentas, dijo Damaso, dejando la carpeta sobre
20:58la mesa del juez. Movimientos de dinero desde la casa grande hacia Tomás y otros trabajadores,
21:04justo antes y después del robo. Y aquí, añadió, sacando otro papel. La lista de deudas que el
21:13duque quería tapar vendiendo la talla en el mercado negro. El juez lo miró, escandalizado.
21:20¿Cómo consiguió usted esto? Damaso sonrió con una especie de triunfo triste.
21:25He sido el contable de sus pecados demasiado tiempo como para no guardar copia. Y ya me
21:33cansé de ser perro guardián de ladrones.
21:37Mercedes dio un paso adelante. No vengo a pedir favores, dijo, mirando al juez y luego
21:43a la multitud. Vengo a exigir lo que nos pertenece, ¿verdad? Que mi hermana salga libre.
21:50Que Pepa regrese a su casa. Que se diga en voz alta que las manos de la casa pequeña no robaron
21:57nada. Si hay un castigo que repartir, que empiece por arriba, como caen las goteras de los tejados
22:03viejos. Los ojos del pueblo iban de Mercedes a Victoria, de Damaso a Adriana, de Pepa a Tomás.
22:13El relato que habían aceptado hasta entonces se deshacía frente a ellos. Tomás se derrumbó de
22:19rodillas. Yo, es verdad, sollozó, fue el duque. Me dijo que si no lo hacía, me echaba a la calle.
22:31Me amenazó con acusarme de otros robos. Yo, yo no supe qué hacer. Pepa lo miró con una mezcla
22:37de rabia y compasión. Siempre hay algo que hacer, murmuró, lo que no siempre hay es valor. El juez se
22:46recostó en la silla, sudoroso. Se llevó la mano a la frente. Ordeno, dijo al fin, la voz temblorosa
22:55pero clara, la liberación inmediata de Pepa y la retirada de los cargos contra Luisa. Este caso se
23:03reabre como investigación contra la casa grande y contra Tomás, en calidad de ejecutor del robo.
23:08El silencio fue seguido por un estallido de murmullos, luego aplausos, luego gritos de
23:15asombro. Luisa rompió a llorar y se aferró a Adriana. Pepa, aún con las cadenas recién abiertas,
23:24se levantó despacio, como si no se creyera del todo libre.
23:27Te lo dije, susurró Adriana al oído de su hermana. La verdad siempre encuentra una grieta.
23:36Mercedes cerró los ojos un instante. Cuando los abrió, se encontró con la mirada de Victoria.
23:43No había odio en ella, sino algo distinto. Un respeto frágil, recién nacido. No lo hice por
23:50usted, dijo Mercedes, por puro orgullo. Y yo no H.A.B.L.E. con acento agudo por la
23:57casa pequeña, respondió Victoria. Lo hice por mí y por Gaspar. A veces, el mismo gesto sirve para
24:06los dos. Entre la multitud, Matilde sonreía en silencio. Rozó la tela del vestido que llevaba
24:14doblada bajo el brazo. Ya sabía para quién sería el final. Para Pepa, el día en que se celebrara
24:20algo que nadie habría imaginado apenas unas semanas antes. Un día en que el valle brindaría no por
24:27títulos ni por linajes, sino por la gente sencilla que había resistido. Esa misma tarde, la casa grande
24:35ya no parecía tan grande. La noticia se había extendido como pólvora. El duque Francisco, ante la
24:43presión de la Santa Hermandad, del pueblo y de sus propios acreedores, no tuvo más remedio que anunciar
24:49su retirada temporal del valle, alegando, motivos de salud. Nadie le creyó, pero a nadie le importó
24:57demasiado. Lo único que contaba era que, por primera vez, el poder dejaba un hueco. En el patio de la casa
25:06pequeña, las mesas se llenaron de pan, vino y risas nerviosas. No era una fiesta oficial, pero el
25:15cuerpo necesitaba celebrar que la desgracia no se había quedado a vivir allí para siempre.
25:22Pepa, con el vestido que Matilde había terminado a toda prisa, se miraba en un pequeño espejo.
25:29¿Me has dejado como una señora? Bromeo, casi parezco alguien importante. Matilde le acomodó el
25:36cuello con cariño. Es que lo es, señora Pepa. Hoy es la mujer que derrotó a un duque sin soltar la
25:43escoba. Luisa apareció a su lado, abrazándola por detrás. Y mañana será la mujer que mande a todos
25:52a acostarse temprano si beben de más. Añadió, haciéndolas reír. Al fondo, Rafael y Alejo se
26:00acercaron a Mercedes. Nos equivocamos, admitió Rafael, con humildad. Dudamos de Luisa cuando
26:08tendríamos que haber dudado del mundo entero antes que de ella. Los hombres de esta casa también
26:14aprendemos despacio, añadió Alejo. Pero aprendemos. Mercedes los miró a ambos, con el raro gesto de una
26:23madre que, al fin, puede bajar la guardia. Solo quiero que recuerden algo, dijo. Esta casa se
26:31sostiene cuando confiamos unos en otros, no cuando repetimos lo que dicen ahí arriba. Si volvéis a
26:39dudar de vuestra familia antes que de un duque, os saco a escobazos del valle. Los tres rieron. La
26:46amenaza sonaba casi a bendición. En un rincón más apartado, Leonardo y Bárbara se encontraron frente
26:52a frente. La tensión entre ellos era distinta de la que había llenado la sala de la Santa Hermandad,
26:59pero igual de intensa. Supongo que esto cambia muchas cosas, dijo ella, cruzando los brazos. Los
27:08duques ya no son intocables. El valle está patas arriba. Y tú, tú sigues sin casarte. Leonardo respiró
27:17hondo. Bárbara. Durante mucho tiempo pensé que casarme con Irene era solo una estrategia para
27:23cuidar de lo que creía que todavía podía ser nuestro. Que, tarde o temprano, tú y yo encontraríamos
27:31la forma de arreglarlo todo. Ella lo miró, los ojos brillantes. ¿Y ahora? Ahora he comprendido algo,
27:40respondió él, que tú y yo nos rompimos mucho antes de que llegara Irene. Que lo nuestro se llenó de
27:48orgullo, de reproches, de silencios que ahora no sabría cómo desandar. Y que ella, tragó saliva. Me
27:57ha enseñado que es posible empezar de cero sin que todo se sienta como una guerra. Bárbara agachó la
28:05cabeza. Cuando volvió a alzarla, había dolor, pero también una extraña paz. Entonces dímelo sin
28:13rodeos, Leonardo, pidió. ¿La quieres? Él tardó un segundo en responder, pero lo hizo sin temblar.
28:22Estoy empezando a hacerlo, confesó, y por primera vez en mucho tiempo, quiero apostar por algo que no
28:28sea una batalla. Bárbara asintió, conteniendo las lágrimas. Entonces ve, susurró, y no la dejes
28:37esperando en un establo. El corazón también merece bailar alguna vez en el salón principal. Se apartó,
28:45dejándole el camino libre. Cuando se quedó sola, miró hacia las montañas. Yo también empezaré de
28:52cero. Se prometió. Pero será lejos de aquí. Cerca de la valla, Irene observaba la fiesta desde la
29:01distancia, como si no supiera si tenía permiso para ser feliz. Leonardo se acercó, las manos en
29:09los bolsillos. Me han dicho que ahí vino. Comentó. Y que esta vez no se sirve solo a los de arriba.
29:17Ella esbozó una sonrisa. ¿Y tú a qué altura te consideras? Preguntó, arqueando una ceja.
29:25A medio camino entre los establos y el balcón del duque, hoy he decidido bajarme del balcón. Respondió
29:32él. Y si usted me lo permite, me gustaría aprender a bailar sobre el suelo. Le tendió la mano.
29:42Irene lo miró largo rato, buscando la trampa que siempre creí encontrar en los gestos de los
29:47demás. Pero esta vez solo vio cansancio y esperanza. Una sola condición. Dijo, finalmente,
29:56tomando su mano. Que si vuelves a tener miedo, no huyas. Lo digas. Trato hecho. Sonrió él. He pasado
30:05demasiado tiempo cabalgando solo. Ya es hora de aprender a caminar acompañado. Se mezclaron con
30:12la música improvisada que alguien había empezado a tocar. No era un gran baile, pero el valle llevaba
30:19mucho esperando ese primer paso. Más allá del bullicio, en el límite donde la sombra de la casa
30:25grande alcanzaba la luz de la casa pequeña, Victoria y Damaso se encontraron casi por accidente.
30:33Él fumaba en silencio, apoyado en la valla. Ella se acercó, cansada, aún con el peso de la carta de
30:40Gaspar en el bolsillo. Veo que no se ha unido a la fiesta, comentó ella. Nunca he sabido celebrar
30:47bien, admitió él. Se me da mejor romper cosas que brindar por ellas. Victoria lo estudió en silencio.
30:58Hoy ayudó a salvar a dos mujeres inocentes, dijo. Podría brindar al menos por eso.
31:03Damaso soltó el cigarrillo y lo aplastó bajo la bota. No lo hice por ellas. Confesó.
31:13Lo hice porque odio a los duques. Porque me robaron más de lo que nunca podrán pagarme.
31:19Y porque, la miró, ver cómo le temblaban las manos al leer esa carta me recordó que no todos
31:25los de ahí arriba son iguales. Ella apartó la mirada, incómoda. No me idealis, Damaso. He callado
31:34muchas cosas demasiado tiempo. Y hoy habló, replicó él. A veces, un solo día basta para empezar a mover
31:43una montaña. Hubo un silencio cargado. Ella respiró hondo sobre su oferta. Esa de poner su
31:51fortuna al servicio de la casa pequeña, dijo, volviendo la vista hacia la fiesta.
31:58Mercedes la aceptó, pero con una condición. Lo sé. Sonrió él, cansado. Que no se usara para
32:05venganza, sino para justicia. Para escuelas, para campos, para que ningún crío del valle tenga que
32:13robar una talla para pagar una deuda que no es suya. Nunca pensé que acabaría financiando iglesias y
32:21maestros. Pero aquí estamos. Victoria lo miró, sorprendida. Nunca pensé que acabaría traicionando
32:30a mi propio padre en público, admitió. Y sin embargo, hoy siento que Gaspar estaría orgulloso.
32:38Quizás traicionar la sangre no es tan grave cuando lo que una quiere es dejar de traicionar su propia
32:42conciencia. Damaso se inclinó un poco hacia ella. Él estaría orgulloso, dijo. Y si me permite la
32:52osadía. Yo también. El recuerdo del casi beso del otro día cruzó entre los dos, como una sombra. Esta
33:01vez, ninguno dio un paso adelante ni atrás. Se quedaron simplemente ahí, compartiendo un silencio que ya no
33:09dolía tanto. Algún día, murmuró Victoria. Cuando todo esto no esté tan abierto en carne viva, quizá
33:17podamos hablar de otras cosas que no sean duques, robos y cartas de difuntos. Algún día, asintió él,
33:26el valle tiene memoria, pero también sabe perdonar, cuando se le enseña cómo. Ella sonrió, leve, y volvió
33:35hacia la casa, donde la música subía de tono. Él se quedó mirando las estrellas que empezaban a
33:41encenderse sobre Valle Salvaje. La noche continuó, y por primera vez en mucho tiempo, el valle no pareció
33:49un escenario de guerra, sino un lugar que podía sanar. Pepa se permitió reír a carcajadas, Luisa bailó sin
33:58sentir las miradas clavadas en la espalda. Adriana sintió que, por fin, no estaba remando sola contra
34:05la corriente. Mercedes, desde la puerta de la casa pequeña, observó todo aquello con un orgullo
34:13silencioso. Cuando Matilde se acercó, le tocó el codo. Señora, dijo, creo que el valle ya está listo
34:22para lo que viene. Mercedes la miró, intrigada. ¿Y qué es lo que viene, según tú? Matilde sostuvo
34:31el vestido entre las manos. Un futuro en el que no tengamos que pedir permiso a ningún duque para
34:37ser felices, respondió. Un futuro en el que este valle no sea, grande, o, pequeño, sino nuestro. De
34:47todos. Mercedes asintió despacio. Por primera vez, la palabra, mañana, no le sonó amenaza.
34:57Entonces será mejor que estemos a la altura, dijo, porque el valle salvaje, cuando decide vivir,
35:03no hay quien lo pare. Y allí, bajo un cielo que empezaba a llenarse de estrellas, entre risas,
35:11música y heridas que por fin encontraban aire para cicatrizar, el valle entero dio su primer paso hacia
35:17ese, mañana, que tantos habían creído imposible. Un mañana donde la verdad había salido a la luz,
35:25donde la venganza había cedido espacio a la justicia, y donde incluso los corazones más rotos
35:30empezaban, poco a poco, a latir al mismo ritmo que la tierra que los sostenía.
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