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#LaPromesa #avance #capítulo
Manuel desenmascara a Enora y provoca el caos
El capítulo 693 de “La Promesa” (jueves 9 de octubre) llega cargado de revelaciones, traiciones y decisiones al límite. Mientras Samuel lucha contrarreloj por salvar la vida de Petra, Manuel destapa las mentiras de Enora ante Toño y desencadena una tormenta de sospechas. En paralelo, el oscuro plan de Leocadia empieza a salir a la luz, implicando al misterioso detective en una red de engaños que podría alterar el destino de todos en el palacio.
¿Podr ...
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Transcripción
00:00Manuel desenmáscara en hora y provoca el caos. El capítulo 693 de La Promesa,
00:17jueves 9 de octubre, llega cargado de revelaciones, traiciones y decisiones al límite.
00:22Mientras Samuel lucha contra Reloj por salvar la vida de Petra, Manuel destapa las mentiras
00:30de Enora ante Toño y desencadena una tormenta de sospechas. En paralelo, el oscuro plan de
00:38Leocadia empieza a salir a la luz, implicando al misterioso detective en una red de engaños
00:43que podría alterar el destino de todos en el palacio. ¿Podrá Manuel demostrar la verdad
00:49antes de que sea demasiado tarde? ¿Y qué papel jugará Lorenzo, convertido en la única esperanza
00:55para salvar a Petra? Un episodio donde cada mirada oculta un secreto y cada palabra puede cambiarlo
01:02todo. El aire en La Promesa se había enrarecido, preñado de una tensión casi palpable que se
01:10adhería a los cortinajes de terciopelo y se deslizaba por los fríos suelos de mármol.
01:14El otoño de 1915 no solo traía consigo el ocre y la caída de la hoja, sino también
01:21un presagio de finales y principios ineludibles. Cada alma que habitaba la finca, desde los
01:28señores en sus opulentos salones hasta el último mozo en las caballerizas, sentía el
01:33peso de los secretos y la inminencia de un destino que se negaba a ser pospuesto.
01:37Era el jueves, 9 de octubre, un día que quedaría grabado en la memoria de la familia Luján y su
01:45servicio como una jornada de revelaciones y desesperación. En la alcoba principal del ala
01:52de invitados, el silencio era un grito ahogado. Petra Arcos, la doncella personal de la marquesa,
01:59la mujer que había sido el pilar inquebrantable de Doña Cruz durante décadas, yacía inerte sobre
02:05las sábanas de hilo. Su respiración era un murmullo agónico, un hilo frágil que la ataba
02:12a un mundo que parecía decidido a soltarla. La fiebre la consumía desde dentro, pintando sus
02:19mejillas de un rubor macabro y cubriendo su frente de un sudor gélido. El diagnóstico del doctor Abel
02:26Bueno había sido un martillazo, tétanos. Una palabra arcaica, terrible, una sentencia de muerte en una época
02:34donde los antídotos eran un lujo más escaso que la clemencia. Samuel, el hombre que había llegado a
02:42la promesa como un impostor y se había quedado por un amor que lo consumía, no se había movido de su lado.
02:50Tenía los ojos enrojecidos, no sólo por las lágrimas contenidas, sino por las interminables
02:55noches en vela. Su traje, normalmente impecable, estaba arrugado, y una barba de varios días sombreaba
03:04su mandíbula, testimonio de un abandono personal que reflejaba su estado anímico.
03:12Miraba el rostro de Petra y en él veía el mapa de su propia redención y su posible condena.
03:17Salvarla se había convertido en su única razón de ser, un bálsamo para la culpa que lo carcomía por
03:24el daño infligido a la familia, por haber usurpado una identidad y por haber arrastrado a la propia
03:30Petra a un torbellino de mentiras.
03:33No puedes rendirte, Petra. Susurraba, su voz rota, aunque sabía que ella no podía oírle.
03:40No ahora, te he encontrado, ¿entiendes? Después de tanto buscar, te he encontrado.
03:48No voy a perderte por una herida estúpida, por un clavo oxidado. No lo permitiré.
03:55El doctor bueno había sido claro. El suero antitetánico era la única esperanza. Pero
04:01cada llamada, cada telegrama enviado a hospitales de Córdoba, Sevilla y Madrid, había recibido la
04:07misma respuesta desoladora. Las existencias eran mínimas y estaban requisadas en su totalidad por
04:13el Ministerio de la Guerra. Los soldados que luchaban y morían en las trincheras de Europa
04:20tenían prioridad. La vida de una doncella, por muy leal que fuera, no pesaba nada en la balanza de la
04:26patria. Samuel apretó los puños hasta que los nudillos se le pusieron blancos. La impotencia era un
04:34veneno que le recorría las venas, más letal que la toxina que invadía el cuerpo de Petra.
04:41Había agotado todos sus recursos, movido todos los hilos que su falsa identidad le permitía,
04:46pero el muro de la burocracia militar era infranqueable.
04:52Sentía las miradas de la familia sobre él, una mezcla de compasión y escepticismo.
04:56Sabían que su afecto por Petra era genuino, pero también recordaban quién era en realidad.
05:05La sombra de la duda nunca lo abandonaba. Mientras tanto, en la planta de abajo,
05:11la vida del servicio intentaba recuperar un simulacro de normalidad con el regreso de Pía
05:16a Darre. Su vuelta, sin embargo, no había sido el bálsamo que muchos esperaban. Había regresado
05:24como ama de llaves provisional, un título que sonaba a parche, a solución temporal en una casa que se
05:30desmoronaba. Su rostro, antes lleno de una serena autoridad, ahora mostraba las cicatrices de su propio
05:38calvario. Había vuelto más dura, más afilada, como una navaja pulida por el sufrimiento. El recibimiento
05:47había sido un mosaico de emociones. Ricardo, el mayordomo, la había acogido con un alivio profesional
05:56que apenas ocultaba una profunda preocupación personal. Yana, Candela y Simona, con el cariño
06:04de una familia reencontrada. Pero las nuevas incorporaciones, los lacayos Santos y Cristóbal,
06:10la habían observado con una frialdad que rayaba en el desdén. Sobre todo Santos, el joven lacayo,
06:19hijo del difunto Gregorio, caminaba por los pasillos con una arrogancia que desafiaba su posición.
06:26En sus ojos había un resentimiento antiguo, una herida que supuraba y que tenía el nombre de Pía.
06:32La veía no como a una superiora, sino como a la mujer que había ocupado el lugar de su madre,
06:40la usurpadora que, a su torcido modo de ver, había destruido a su padre.
06:47Cada orden de Pía era para él una afrenta, cada corrección una humillación. Y esa mañana,
06:53la tensión acumulada estaba a punto de estallar.
06:55Pía lo encontró en el comedor de servicio, recostado en una silla con los pies sobre la mesa,
07:03leyendo un periódico con deliberada parsimonia mientras el resto de sus compañeros se afanaban
07:08en sus tareas. La escena era una provocación tan evidente que Pía sintió como la sangre le subía
07:15a la cabeza. Santos, dijo, su voz controlada, pero con un filo de acero. ¿Se puede saber qué
07:24haces? El muchacho levantó la vista del periódico con una lentitud exasperante. Una sonrisa burlona
07:32se dibujó en sus labios. Leer, señora Adarre, o es que ahora también necesita darme permiso para
07:39eso. El señor Adarre fue pronunciado con un retintín que no pasó desapercibido para nadie.
07:47Pía se acercó a la mesa, sus pasos resonando en el tenso silencio que se había apoderado de la
07:52estancia. Apoyó las manos en la madera, inclinándose ligeramente hacia él. Lo que necesito es que hagas
08:00tu trabajo. Tienes que limpiar la plata de la biblioteca y revisar que las chimeneas estén
08:07listas para ser encendidas esta noche. El señor Marqués ha pedido expresamente que no quiere sentir
08:14ni una pizca de frío. Santos dobló el periódico con parsimonia, sin levantarse, la plata puede
08:22esperar. Y las chimeneas no se van a escapar.
08:26¿Hay tiempo de sobra? No, no lo hay. Replicó Pía, su voz bajando un tono, volviéndose más peligrosa.
08:34El tiempo en esta casa lo marco yo. Y tu tiempo de holgazanear se ha terminado. Levántate de esa
08:41silla ahora mismo y ponte a trabajar. La sonrisa de Santos se desvaneció,
08:47reemplazada por una mueca de desprecio. Usted no es nadie para darme órdenes.
08:54Solo es la provisional, una interina. Cuando doña Petra se recupere, volverá a su rincón,
08:59y nadie se acordará de que estuvo aquí. El golpe fue bajo y certero. Mencionar a Petra
09:07en su lecho de muerte era una crueldad calculada. Pía sintió la punzada, pero no le dio la satisfacción
09:15de verla flaquear. Se hirguió, su figura menuda pareciendo crecer en autoridad. Puede que sea
09:22provisional, muchacho, pero mientras ocupe este puesto, soy tu ama de llaves. Y me
09:29debes el mismo respeto y la misma obediencia que le deberías a doña Petra. Tu padre,
09:34que en paz descanse, sabía lo que significaba la disciplina en esta casa.
09:41Es una lástima que no te enseñara nada de eso. La mención de su padre fue la chispa
09:46que incendió la pólvora. Santos se levantó de un salto, la silla cayendo hacia atrás con
09:53un estruendo. Se encaró con ella, su rostro a escasos centímetros del de pía.
10:00No se atreva a hablar de mi padre. Usted no sabe nada de él. Usted solo fue su desgracia.
10:07Basta, la voz de Ricardo, el mayordomo, tronó desde la puerta. Había presenciado la última parte
10:13de la escena, y su rostro era una máscara de furia contenida. Santos, a mi despacho. Ahora mismo,
10:22el joven lanzó una última mirada cargada de odio a pía antes de obedecer, chocando
10:27deliberadamente su hombro con el de ella al pasar. Pía se quedó inmóvil, temblando, no de miedo,
10:35sino de una ira justiciera. Sabía que aquello no había sido más que el primer asalto.
10:40La guerra con Santos acababa de empezar. En otra parte de la casa, en los jardines donde la brisa
10:48otoñal arrancaba susurros a los cipreses, se desarrollaba un drama de una naturaleza
10:53completamente distinta, uno tejido con hilos de engaño y desamor. Manuel Luján, el heredero,
11:01el aviador de sueños rotos, caminaba junto a su amigo Toño. La revelación que acababa de
11:08compartir con él había dejado a Toño pálido y sin palabras.
11:13No puede ser, Manuel. No me lo creo. Decía Toño, negando con la cabeza, como si el movimiento pudiera
11:21borrar la verdad. En hora no haría algo así. Me quiere. Manuel se detuvo y se volvió hacia su
11:29amigo. Su expresión era una mezcla de compasión y firmeza. Toño, te estoy diciendo la verdad. La he
11:36visto, he leído la carta. No iba dirigida a su tía enferma en Vierich. Iba dirigida a un hombre en
11:43París. Un tal Jim Pierre. Y por el tono de la carta, no son simples conocidos. Hablaba de planes,
11:51de un futuro, de dinero. La historia de Nora, la joven y encantadora francesa que había aparecido
11:58en sus vidas, se desmoronaba. Había llegado buscando trabajo, con una historia conmovedora
12:05sobre una tía enferma a la que debía cuidar y una situación económica precaria. Se había ganado
12:13la simpatía de todos, especialmente la de Toño, que había caído rendido a sus pies. Pero Manuel,
12:21escarmentado por sus propias experiencias con la mentira y el engaño, había mantenido una prudente
12:26distancia. Y su instinto no le había fallado. ¿Dinero? ¿Qué dinero? Preguntó Toño. La confusión
12:35luchando con el dolor en sus ojos. Nuestro dinero, Toño, el dinero de la inversión en los nuevos
12:42motores. Ella sabía que estábamos a punto de cerrar el trato. En la carta, le decía a ese hombre que
12:50fuera paciente, que pronto tendrían los fondos para empezar de nuevo. Toño se pasó las manos por el pelo,
12:58desesperado, desesperado. Pero. ¿Por qué? ¿Por qué fingir todo esto? El cariño, las promesas.
13:06No lo sé. Admitió Manuel, posando una mano en el hombro de su amigo. No sé cuál es su juego
13:12completo. Pero está claro que no es quien dice ser. Nos ha estado mintiendo a todos desde el principio.
13:20El corazón de Toño se sentía como un trozo de cristal roto en su pecho. Cada recuerdo,
13:25cada sonrisa de Enora, cada palabra dulce, se teñía ahora con el veneno de la traición.
13:32Se sentía un estúpido, un ingenuo que había entregado su confianza y su afecto a una farsante.
13:41Tenemos que enfrentarnos a ella. Dijo Toño, su voz endureciéndose con la rabia. Desenmascararla
13:48delante de todos. Manuel negó con la cabeza lentamente. No. Aún no. Si la confrontamos
13:55ahora, simplemente lo negará todo, inventará otra historia y desaparecerá.
14:01Y nunca sabremos qué pretendía realmente. No. Toño, vamos a hacer algo mejor. ¿El qué?
14:07Vamos a seguirle el juego. Disimularemos. Actuaremos como si no supiéramos nada. La
14:15observaremos. Esperaremos a que dé un paso en falso. Quiero saber hasta dónde está dispuesta
14:22a llegar. Quiero que nos dé una explicación, aunque sea otra sarta de mentiras. Quiero entender
14:28el por qué. Toño lo miró, la idea cuajando lentamente en su mente. Era un plan cruel, un juego
14:36de espejos donde tendría que seguir mirando a la mujer que amaba sabiendo que era una mentirosa.
14:43Pero la propuesta de Manuel tenía una lógica fría y aplastante. Necesitaban saber la verdad
14:48completa, no solo un fragmento. De acuerdo, asintió finalmente Toño, su voz apenas un susurro.
14:57Jugaremos su juego. Pero te juro, Manuel, que cuando todo esto termine, se arrepentirá de habernos
15:05conocido. Y así, los dos amigos sellaron un pacto de silencio, convirtiéndose en actores de una
15:13farsa cuyo guión escribía la propia Enora. Esperarían, pacientes, el momento de la verdad,
15:20sin saber que la espera estaría cargada de una tensión casi insoportable. La noticia, como todas
15:27las noticias en La Promesa, viajó a la velocidad del chisme, un susurro que se deslizó por los pasillos
15:33del servicio y ascendió por la escalera principal hasta llegar a los oídos de Leocadia. Alguien
15:40había visto al Capitán de la Mata paseando por los jardines con Ángela, la joven doncella de su hija.
15:48Un paseo, una imagen aparentemente inocente que, sin embargo, para Leocadia, fue como el sonido de
15:55una alarma de incendios en mitad de la noche. Encontró a su hija en su habitación, ordenando
16:02unos libros en una estantería. Ángela se movía con una rigidez inusual, como si cada gesto le costara
16:08un esfuerzo sobrehumano. Ángela, querida, empezó Leocadia, cerrando la puerta tras de sí y adoptando
16:17un tono falsamente casual. Me han contado que has dado un paseo con el Capitán. ¿Qué detalle por
16:24su parte, sacarte a tomar el aire? Ángela se sobresaltó y dejó caer un libro. Se agachó a
16:31recogerlo, evitando la mirada de su madre. Sí, madre, el Capitán fue, muy amable. Leocadia se
16:40acercó y le levantó la barbilla con suavidad, obligándola a mirarla. Lo que vio en los ojos de
16:48su hija la geló. No había alegría, ni el rubor de una joven cortejada. Había miedo, un miedo profundo
16:56y arraigado. Ángela, mírame. Soy tu madre. A mí no puedes engañarme. Ese hombre no te está tratando
17:04bien, ¿verdad? Fue como si la pregunta hubiera abierto una compuerta. Las lágrimas brotaron de
17:12los ojos de Ángela, silenciosas y amargas. Se derrumbó en los brazos de su madre, su cuerpo
17:18sacudido por sollozos que había estado conteniendo durante semanas. Oh, mamá, gimió contra su hombro.
17:26Es horrible. Delante de los demás es encantador, el prometido perfecto. Pero a solas, a solas es
17:35otro hombre. Leocadia la abrazó con fuerza, una furia gélida naciendo en su interior. Acarició el pelo
17:43de su hija, su mente trabajando a una velocidad vertiginosa. Cuéntamelo todo. No te dejes nada,
17:51y Ángel habló. Le contó cómo Lorenzo la menospreciaba en privado, cómo se burlaba de su
17:57origen humilde, de su falta de mundo. Le contó sus miradas frías, sus comentarios hirientes disfrazados
18:05de bromas, la forma en que la sujetaba por el brazo con una fuerza innecesaria cuando creía que nadie los
18:10veía. Le contó cómo la trataba como una posesión, un adorno que debía lucir en público para consolidar
18:18su imagen, pero que en privado consideraba poco más que un estorbo. El paseo no había sido un
18:25gesto romántico, sino una orden. Una forma de exhibirla, de marcar territorio ante la mirada de
18:32todos. Me siento como un pájaro en una jaula de oro, mamá, confesó Ángela, su voz temblorosa.
18:42Una jaula que cada día se hace más pequeña. La reacción de Leocadia fue, para cualquiera que no
18:48la conociera en profundidad, completamente inesperada. No hubo gritos de indignación ni amenazas de cancelar
18:56el compromiso. En su lugar, una calma calculadora se apoderó de su rostro. Secó las lágrimas de su
19:03hija con su pañuelo y la miró fijamente. Escúchame bien, Ángela. Vas a hacer exactamente lo que él te
19:12pida. Vas a sonreír. Vas a ser la prometida perfecta. No le darás ninguna razón para sospechar
19:19que me has contado algo. ¿Entendido? Ángela la miró, confundida y herida. Pero, mamá, ¿por qué?
19:28Tenemos que detener esto. Y lo haremos, querida. Pero a mi manera y en mi momento. Dijo Leocadia,
19:35sus ojos brillando con una inteligencia feroz. Lorenzo de la Mata es un hombre poderoso y peligroso.
19:43Enfrentarse a él directamente sería un suicidio social y, quién sabe, quizás algo peor.
19:49Pero todo hombre, por poderoso que sea, tiene una debilidad. Y yo voy a encontrar la suya.
19:59Hasta entonces, tú serás mis ojos y mis oídos. Sé fuerte. Por mí, el plan de Leocadia era una
20:06partida de ajedrez a largo plazo y acababa de sacrificar un peón, la felicidad inmediata de
20:12su hija, para proteger a su rey y preparar un jaque mate devastador.
20:16La confirmación de sus temores no tardó en llegar. Esa misma tarde, Lorenzo se presentó
20:23en el salón, rebosante de una falsa jovialidad.
20:28Querida Leocadia y mi dulce Ángela, exclamó, besando la mano de ambas con una galantería
20:34teatral. Vengo con una propuesta maravillosa. Los condes de Teba organizan una velada campestre
20:42este fin de semana. Será una reunión íntima, solo para las parejas más allegadas. Y, por
20:50supuesto, he insistido en que mi prometida y yo debemos estar allí. Será la ocasión perfecta
20:57para presentarte oficialmente en sociedad, querida. Para que todos vean la joya que he encontrado.
21:05Ángela, recordando las palabras de su madre, forzó una sonrisa. Suena. Encantador, Lorenzo.
21:14Lo será, afirmó él, su mirada recorriendo la estancia, asegurándose de que su imagen de
21:20prometido perfecto fuera debidamente observada por todos.
21:23Debemos consolidar nuestra posición, mostrarle al mundo que lo nuestro es sólido como una roca.
21:33La imagen, querida Ángela, lo es todo. Leocadia observaba la escena desde su sillón,
21:39una sonrisa cortés en los labios que no llegaba a sus ojos. El plan de Lorenzo era tan transparente
21:46como el cristal. No buscaba exhibir su amor, sino su poder. Exhibir a Ángela como un trofeo,
21:53una posesión que reafirmaba su estatus. Y ella, Leocadia, le dejaría jugar su partida.
22:02Porque mientras él se concentraba en el tablero que todos veían, ella movía sus piezas en la sombra,
22:08preparando una trampa de la que el capitán de la mata no podría escapar.
22:11En las cocinas, el corazón de la promesa, otro tipo de batalla se libraba, una batalla contra la
22:19desesperanza. Lope, el cocinero, observaba a Vera mientras ella pulía la cubertería con un fervor
22:27casi febril. Desde hacía días, Vera había anunciado su intención de marcharse, de volver a su casa,
22:35a un pasado del que nunca hablaba pero que la atormentaba visiblemente. Lope había intentado
22:42de todo para convencerla de que se quedara. Le había hablado de la seguridad que tenía en la
22:47promesa, de la familia que habían formado entre el servicio. Le había recordado los peligros que
22:54acechaban fuera de esos muros. Pero sus palabras chocaban contra un muro de determinación inquebrantable.
23:00Esa mañana, decidió intentarlo una vez más, acercándose a ella con sigilo.
23:07Vera, dijo en voz baja.
23:11Podemos hablar un momento. Ella no dejó de pulir, su mirada fija en el tenedor de plata que sostenía.
23:19No hay nada más que hablar, Lope, ya he tomado una decisión. Pero no es una decisión,
23:24es una huida, insistió él, su voz teñida de una angustia que no podía ocultar.
23:32Huyes de algo, y ni siquiera quieres decirnos de qué. Creía que éramos amigos, creía que confiabas en mí.
23:40Vera dejó el tenedor sobre la mesa con un golpe seco y se volvió hacia él. Sus ojos brillaban con
23:46una mezcla de ira y tristeza. No lo entiendes, Lope. No puedes entenderlo. Esto no tiene que ver con
23:53la confianza ni con la amistad. Tiene que ver con, con una deuda, una obligación que no puedo eludir.
24:01¿Qué obligación? Déjame ayudarte. Sea lo que sea, lo enfrentaremos juntos. Una risa amarga escapó
24:10de los labios de Vera. ¿Juntos? No seas ingenuo. Hay cosas que una persona debe enfrentar sola. Mi
24:18lugar no está aquí. Nunca lo ha estado. He sido una impostora, viviendo una vida que no me corresponde.
24:28Es hora de volver a la realidad, por dolorosa que sea. ¿Y qué hay de nosotros? Preguntó Lope,
24:35su corazón encogido. ¿Qué hay de lo que hemos construido aquí? ¿Acaso no significa nada para
24:41ti? La pregunta quedó flotando en el aire, cargada de todo lo que no se decía. Vera lo miró,
24:49y por un instante, la coraza de determinación se resquebrajó, revelando a una joven aterrorizada y
24:55rota. Significa más de lo que jamás podrás imaginar, Lope. Susurró, su voz quebrada. Y es
25:05precisamente por eso que debo irme. Quedarme aquí solo os traería problemas. A todos vosotros. Y a ti
25:12más que a nadie. Sin decir más, recogió sus paños y se alejó, dejando a Lope solo con el eco de sus
25:20palabras y un sentimiento de impotencia que le amargaba el alma. Estaba perdiendo a Vera, y no
25:28sabía cómo detenerla. El misterio de su pasado era un abismo que se abría entre ellos, un abismo que
25:34amenazaba con tragársela para siempre. La tarde trajo consigo una nueva capa de intriga. Leocadia,
25:42habiendo consolidado su plan de acción con respecto a Lorenzo, se dirigió a la biblioteca,
25:47donde sabía que encontraría a don Cristóbal, el médico militar y ahora figura clave en la gestión
25:53de la finca. Lo encontró revisando unos libros de cuentas, con el ceño fruncido por la preocupación.
26:00Cristóbal, necesito hablar contigo. Es urgente. Dijo Leocadia, cerrando las pesadas puertas de
26:09roble tras de sí. Cristóbal levantó la vista, sorprendido por la gravedad de su tono. Leocadia,
26:17¿qué ocurre? Pareces alterada. Lo estoy. Confirmó ella, sentándose frente a él. Se trata del detective
26:26que he contratado. El señor Belmonte. Cristóbal se recostó en su silla. Había sido idea de Leocadia
26:34contratar a un investigador privado para averiguar el paradero de Catalina, la hija del marqués,
26:40desaparecida en extrañas circunstancias. Él había estado de acuerdo, aunque con ciertas reservas. ¿Qué
26:48pasa con él? ¿Ha encontrado algo? Oh, sí, ha encontrado muchas cosas, pero no las que esperábamos.
26:57Dijo Leocadia, sus ojos fijos en los de Cristóbal. Te he mentido, Cristóbal. El médico parpadeó,
27:06desconcertado. ¿Cómo que me has mentido? El señor Belmonte no es un detective cualquiera. De hecho,
27:13apenas es un detective. Es un hombre que trabaja para mí desde hace años. Un hombre de mi entera
27:21confianza, experto en obtener información y en crear ciertas situaciones. El desconcierto de
27:29Cristóbal se transformó en una incipiente alarma. Leocadia, ¿de qué estás hablando? Estoy hablando
27:37de que la contratación del detective no fue para encontrar a Catalina. Fue una excusa, una tapadera,
27:46confesó Leocadia, su voz bajando a un susurro conspirador. El verdadero propósito de Belmonte
27:54aquí, en La Promesa, es otro muy distinto. Su misión es darme el control. Cristóbal se quedó sin
28:02aliento. La audacia de la mujer que tenía delante era sobrecogedora. ¿El control? ¿El control de qué?
28:10De todo, Cristóbal. De La Promesa. Esta finca se está hundiendo por la mala gestión de los marqueses,
28:17por sus deudas, por sus secretos. Cruz es una mujer vanidosa e incompetente. Alonso es un buen
28:25hombre, pero débil, cegado por el amor y el honor. Y ahora, con la desaparición de Catalina y la
28:33llegada de advenedizos como Lorenzo, esto es un polvorín a punto de estallar. Alguien tiene que
28:40tomar las riendas. Alguien con la cabeza fría y la determinación necesaria para salvar esto del
28:45desastre. Y esa persona, eres tú, concluyó Cristóbal, más una afirmación que una pregunta, exacto.
28:57¿Y qué tiene que ver la desaparición de Catalina en todo esto? Preguntó él, intentando conectar las
29:03piezas del rompecabezas. Leocadia se inclinó sobre la mesa, su mirada intensa. Catalina era la
29:11única con la inteligencia y el carácter para gestionar esta finca. Era el futuro de la promesa.
29:18Su desaparición no fue casual. Fue provocada. Belmonte no la está buscando, Cristóbal. Está
29:25investigando quién se la quitó de en medio. Porque quien quiera que fuera, es nuestro verdadero
29:30enemigo. Es la persona que también quiere el control de la promesa, pero para destruirla o para su propio
29:37beneficio. Y yo sospecho, sospecho firmemente que esa persona vive bajo este mismo techo. La
29:45revelación cayó en la biblioteca con el peso de una losa de granito. Cristóbal se sintió atrapado en
29:53una red mucho más compleja y peligrosa de lo que jamás había imaginado. Leocadia no sólo estaba jugando
30:01al ajedrez. Había construido su propio tablero y había inventado sus propias reglas.
30:08¿Por qué me cuentas esto a mí? Preguntó finalmente, su voz apenas audible. Porque te necesito de mi lado,
30:15Cristóbal. Eres un hombre inteligente, íntegro. Ves las cosas con claridad. Y sé que, en el fondo,
30:24quieres lo mismo que yo. Salvar este lugar y a las personas que viven en él. Ayúdame. Ayúdame a
30:32desenmascarar al culpable y a tomar el control antes de que sea demasiado tarde. Leocadia le había
30:39tendido la mano, ofreciéndole una alianza tan tentadora como peligrosa. Cristóbal miró a esa
30:46mujer, a esa mezcla de madre protectora y estratega implacable, y comprendió que acababa de cruzar un
30:52umbral. El misterio de la promesa se había vuelto mucho más profundo, y él estaba ahora en el mismo
31:00centro del laberinto. Al caer la noche, la situación de Petra Arcos empeoró drásticamente. El doctor
31:08bueno salió de la habitación con el rostro sombrío, buscando a Samuel y a los marqueses.
31:13No hay tiempo. Dijo sin preámbulos, su voz grave. La toxina está avanzando con rapidez.
31:21Si no conseguimos el suero en las próximas horas. Me temo que no pasará de esta noche.
31:27Las palabras fueron como una sentencia de muerte. La marquesa se llevó un pañuelo a los labios,
31:34sus ojos llenos de lágrimas. A pesar de sus muchas faltas, su afecto por Petra era genuino y profundo.
31:42El marqués, pálido, miraba a Samuel, el hombre al que habían acogido a regañadientes y que ahora
31:49compartía su dolor. Hemos agotado todas las vías. Dijo Alonso con voz queda. Los hospitales civiles
31:57no tienen nada. Todo está en manos del ejército. Un silencio pesado cayó sobre el grupo. Cada uno
32:05sumido en su propia desesperación. Y entonces, como una bombilla que se enciende en la oscuridad,
32:12la misma idea surgió en varias mentes a la vez. Yana, que se había acercado a ofrecer su ayuda,
32:21fue la primera en verbalizarla. El ejército. Todos los ojos se volvieron hacia ella. Hay alguien en esta
32:29casa. Continuó Yana, su voz firme. Que tiene contactos en el ejército. Alguien que podría
32:38conseguir ese suero. No necesitaba decir el nombre. Todos lo pensaron al unísono. Lorenzo,
32:46el capitán de la mata. El hombre cuya influencia y conexiones militares eran de sobra conocidas.
32:51Era la única esperanza que les quedaba. Una esperanza terrible y retorcida. Samuel sintió
32:59un nudo en el estómago. Pedirle ayuda a Lorenzo era como pedirle a un lobo que cuidara de las
33:06ovejas. El capitán lo despreciaba, lo veía como un rival por el afecto y la fortuna de la familia.
33:14Acudir a él significaba humillarse, suplicar, ponerse en sus manos. Y Lorenzo nunca hacía nada
33:21gratis. Su ayuda, si es que decidía concederla, tendría un precio. Un precio que Samuel no estaba
33:29seguro de poder pagar. Pero entonces, miró a través de la puerta entreabierta, hacia la cama donde Petra
33:37luchaba por cada aliento. Y supo que no tenía elección. El orgullo, el miedo, la enemistad. Nada
33:45de eso importaba. Solo importaba la vida de Petra. Yo iré a hablar con él. Dijo Samuel, su voz resonando
33:54con una nueva determinación. Se puso en pie, alisándose la chaqueta como si se preparara
34:01para una batalla. Le suplicaré si es necesario. Le ofreceré lo que sea que pida, pero conseguiré ese
34:09suero. Dejó atrás a los marqueses y a Yana, sus rostros una mezcla de esperanza y aprensión,
34:16y caminó por los pasillos de la promesa hacia los aposentos de Lorenzo. Cada paso era un golpe
34:22de martillo contra su propio orgullo, pero también un paso más cerca de la única posibilidad de salvación.
34:30Encontró al capitán de la mata frente a un espejo, ajustándose el nudo de la corbata para la cena.
34:35Se estaba acicalando para su velada con Ángela, una sonrisa de suficiencia en sus labios.
34:44La sonrisa se desvaneció cuando vio el reflejo de Samuel en el espejo. Vaya, vaya.
34:51Miren a quién tenemos aquí. Dijo Lorenzo, volviéndose lentamente, sin ocultar su desdén.
34:59El falso heredero. ¿Qué asunto de vital importancia te trae a mis dominios? Samuel tragó saliva,
35:05reuniendo todo el valor que le quedaba. Capitán, vengo a pedirle ayuda. Lorenzo arqueó una ceja,
35:14un brillo de diversión cruel en sus ojos. ¿Ayuda? ¿Tú? ¿A mí? Esto se pone interesante.
35:21Habla. Soy todo oídos. Espetra. Dijo Samuel, su voz sonando extrañamente lejana a sus propios oídos.
35:29Se está muriendo. Tiene tétanos. La única cura es un suero que solo tiene el ejército.
35:38La expresión de Lorenzo no cambió. Siguió siendo una máscara de fría indiferencia.
35:42Indiferencia. Entiendo, una situación lamentable, sin duda. Petra es una buena sirvienta. Sería una
35:51pérdida. Usted, usted tiene contactos. Continuó Samuel, sintiendo cómo la desesperación comenzaba
35:59a quebrarle la voz. Usted podría hacer una llamada. Podría conseguir una dosis. Le ruego,
36:06le suplico que lo haga. Lorenzo se acercó a él, rodeándolo lentamente, como un depredador que
36:13estudia a su presa. ¿Me suplicas? Repitió, saboreando la palabra. Me gusta cómo suena eso.
36:22Pero las súplicas, mi querido Samuel, no son suficientes. La influencia, las conexiones. Todo
36:31eso tiene un coste. Mover los hilos del ejército para salvar a una simple doncella no es una tarea
36:36fácil ni barata. Requiere, una compensación adecuada. Se detuvo frente a Samuel, su rostro
36:44a escasos centímetros del suyo. La tensión en la habitación era tan densa que se podría cortar con
36:51un cuchillo. Así que la pregunta no es si puedo ayudar, dijo Lorenzo en un susurro gélido.
36:57La pregunta es, ¿qué estás dispuesto a darme a cambio, Samuel? ¿Qué estás dispuesto a sacrificar
37:05para salvar a tu querida Petra? La pregunta quedó suspendida en el aire, cargada de veneno y de
37:13posibilidades aterradoras. Samuel miró los ojos fríos y calculadores del capitán y comprendió que
37:20estaba en una encrucijada. La vida de Petra pendía de un hilo, y ese hilo lo sostenía el hombre que más
37:27lo odiaba en el mundo. Su respuesta a esa pregunta no solo decidiría el destino de la mujer que amaba,
37:35sino también el suyo propio. Y el precio, lo sabía con una certeza heladora, sería terrible. El día de
37:43las revelaciones en la promesa aún no había terminado, y la noche prometía ser aún más oscura
37:48y llena de sacrificios.
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