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00:00Manuel y Alonso chocan por Leocadia. El regreso de Samuel y la incómoda sombra del coronel
00:05Fuentes agitan los pasillos de la promesa. Pero es Leocadia quien provoca la mayor tormenta.
00:11Sus palabras dividen a Alonso y Manuel, despertando una desconfianza que amenaza con romper su
00:16relación. Mientras el marqués la defiende con una fe ciega, su hijo sospecha que todo
00:23es una maniobra oculta. Entre secretos, tensiones militares y alianzas peligrosas, la pregunta es
00:31inevitable. ¿Qué está dispuesta a hacer Leocadia para consolidar su poder en el palacio?
00:37El sol del 11 de agosto se alzaba sobre la promesa con una lentitud perezosa, casi reacia, como si
00:44presintiera que la jornada que estaba a punto de iluminar estaría cargada de una tensión más densa
00:49que la propia humedad del estío. En los pasillos del palacio, el aire no sólo olía a cera de abeja
00:57y a las primeras flores del día, sino también a secretos guardados, a rencores fermentados y a
01:02lealtades puestas a prueba. Era un día que prometía ser un crisol donde los metales más puros y los más
01:10viles de las almas que allí habitaban serían sometidos al fuego. En el corazón de la tormenta
01:16que se gestaba, dos hombres, padre e hijo, se encontraban en trayectorias de colisión, unidos
01:22por la sangre pero divididos por la figura enigmática de una mujer, Leocadia. Alonso, el marqués de Luján,
01:31había amanecido con el ceño fruncido y un peso en el pecho que no era nuevo, pero que se había
01:36intensificado durante la noche. Las palabras de Leocadia, sembradas con una astucia casi invisible,
01:44habían echado raíces en su mente. Le había hablado no con acusaciones directas, sino con suspiros de
01:51resignación, con miradas de mártir y con frases cuidadosamente ambiguas sobre la incomprensión del
01:57joven Manuel. No le culpo, señor marqués, le había dicho la tarde anterior, mientras le servía un vaso
02:05de agua en la biblioteca. Es joven, y su lealtad a su madre es, admirable, es natural que vea en mí a
02:14una enemiga, aunque yo sólo haya querido el bienestar de esta casa. Cada palabra era una obra de arte de
02:22la manipulación, diseñada para pintar a Manuel como un niño caprichoso y a ella como una víctima noble.
02:27Y había calado hondo. Alonso, un hombre de honor que valoraba la gratitud por encima de muchas cosas,
02:36se sentía en deuda con Leocadia. Ella había aparecido en el momento más oscuro, cuando la
02:43ruina amenazaba con devorar la promesa, y les había ofrecido un salvavidas. A sus ojos, dudar de ella era
02:51una afrenta, una ingratitud de la peor especie. Por eso, esa mañana, mientras se anudaba la corbata con
02:57dedos tensos, tomó una decisión. Hablaría con Manuel. Le exigiría, como padre y como marqués,
03:06un mínimo de decoro y respeto hacia la mujer que, según él, les había salvado.
03:13Mientras tanto, Manuel vivía en un universo paralelo de sospecha. Para él, Leocadia no era
03:18una salvadora, sino una usurpadora silenciosa. Cada gesto amable, cada palabra solicita, era,
03:27en su opinión, una pieza más en un juego de ajedrez que sólo ella entendía por completo.
03:34Veía cómo se movía por la casa, cómo ganaba la confianza de su padre, y sentía un frío reptil de
03:40alarma recorrerle la espalda. Su instinto, ese que tantas veces le había guiado en el aire a los
03:46mandos de su aeroplano, le gritaba que había un peligro oculto, una turbulencia invisible que
03:52amenazaba con hacerles estrellar. No tenía pruebas concretas, sólo un mosaico de pequeñas
03:59incongruencias, de miradas que duraban un segundo de más, de frases que parecían tener un doble fondo.
04:06Y eso le frustraba aún más. ¿Cómo podía luchar contra una sombra? El encuentro era inevitable.
04:15Alonso encontró a su hijo en el hangar, revisando el motor de su aeroplano con una concentración que
04:20era casi una forma de evasión. El olor a aceite y a metal era el refugio de Manuel, el único lugar
04:28donde sentía que tenía el control. Manuel, la voz de Alonso resonó en el espacioso hangar, más severa
04:35de lo que pretendía. Manuel no se giró de inmediato. Terminó de ajustar una tuerca, limpiándose las manos
04:43en un trapo con una deliberación que era en sí misma una pequeña insubordinación. Finalmente,
04:50se volvió para encarar a su padre. Padre, respondió, su tono neutro, expectante.
04:57Tenemos que hablar, dijo Alonso, acortando la distancia entre ellos. Y no aquí. En la biblioteca,
05:05ahora, el paseo silencioso por los jardines y pasillos fue un preludio cargado de electricidad.
05:10Manuel seguía a su padre, sintiendo el peso de la reprimenda que se avecinaba. Una vez en la
05:17biblioteca, con las puertas de roble macizo cerradas, el mundo exterior desapareció, dejando
05:23solo a los dos hombres y el abismo que se abría entre ellos. Alonso se sirvió una copa de brandy,
05:30aunque era temprano. Necesitaba el calor del licor para armarse de valor o, quizás,
05:35para aplacar la ira que sentía crecer en su interior. No voy a andarme con rodeos, Manuel,
05:42comenzó, su voz retumbando en el silencio solemne de la estancia. Tu actitud hacia Leocadia es
05:49inaceptable, es grosera, es irrespetuosa y, sobre todo, es injusta. Manuel apretó la mandíbula,
05:58había esperado aquello, pero la acusación directa le golpeó con fuerza. ¿Injusta,
06:06padre? ¿O es que acaso soy el único que se atreve a ver lo que tenemos delante de nuestras
06:10narices? ¿Y qué es lo que tenemos delante, según tú? Ilumíname, replicó Alonso con un
06:18sarcasmo afilado. Yo lo que veo es a una mujer que nos tendió
06:23la mano cuando nos ahogábamos. Una mujer que arriesgueó con acento agudo su propio patrimonio
06:28para salvar el nuestro. Y a cambio, recibe tus miradas de desdén y tus comentarios mordaces.
06:36¿Es ese el pago que los Luján dan a sus benefactores?
06:41No es nuestra benefactora, es nuestra creedora. Estalló Manuel, incapaz de contenerse más.
06:47Y hay una diferencia abismal. Ella no lo hizo por bondad, lo hizo por interés. ¿No lo ves?
06:54Nos ayudó para poder entrar en esta casa, para tenernos cogidos por el cuello. Quería poder,
07:00influencia. Quería un lugar desde el que seguir atormentando a mamá, incluso en su ausencia.
07:09Alonso golpeó la mesa con la palma de la mano, haciendo vibrar los libros centenarios en sus
07:14estantes. Basta ya de mencionar a tu madre en esto, tu lealtad a cruz de ciega. Leocadia ha
07:22demostrado ser una aliada. Ha sido discreta, eficiente, ha sido calculadora, le interrumpió
07:29Manuel, dando un paso al frente. Su voz, aunque más baja, estaba cargada de una intensidad que
07:37superaba el grito de su padre. Cada uno de sus movimientos es una jugada maestra de manipulación.
07:44Consuela a unos, asesora a otros, se hace indispensable. Te susurra al oído lo ingrato que soy,
07:51¿verdad? Te hace verla como una pobre víctima de mis recelos. Es una estratega, padre, y su
07:58campo de batalla es esta familia, y su trofeo es la promesa. La vehemencia de Manuel sorprendió
08:06a Alonso. Por un instante, una duda fugaz cruzó sus ojos, pero la borró de inmediato,
08:11reafirmándose en su postura. La gratitud era un pilar de su código de honor, y no permitiría
08:18que su hijo lo derribara. Estás paranoico, sentenció Alonso, con una frialdad que hirió
08:26a Manuel más que cualquier grito. Estás viendo fantasmas donde no los hay, movido por un
08:33rencor que no te pertenece. Leocadia es una señora, y exijo que la trates como tal. No
08:41te pido que seas su amigo. Te exijo que te comportes con la educación que se te ha dado.
08:46Que cesen las miradas hostiles, los silencios acusadores y los comentarios impertinentes.
08:53Ha quedado claro. Manuel miró a su padre, y por primera vez en mucho tiempo, no vio al
08:59hombre que admiraba, sino a un extraño. Un hombre al que no reconocía, obnubilado por
09:05el veneno dulce de una mujer astuta.
09:07La decepción era un sabor amargo en su boca. «Sí, padre», dijo finalmente, su voz vacía
09:16de toda emoción. «Ha quedado perfectamente claro. Me comportaré como el hijo educado
09:22que deseas que sea». Hizo una pausa, y sus ojos se clavaron en los de Alonso con una última
09:29chispa de desafío. «Pero que te quede claro a ti también. No confío en ella, y no dejaré
09:36de vigilarla. Seguiré tirando del hilo, y te juro que tarde o temprano descubriré
09:42qué es lo que esconde tu preciada Leocadia.
09:46Y ese día, espero que estés preparado para ver la verdad». Sin esperar respuesta, Manuel
09:51se dio la vuelta y salió de la biblioteca, dejando a Alonso solo con su brandy, el eco
09:56de sus palabras y una inquietud que, por mucho que intentara negarlo, había comenzado a roerle
10:02por dentro. La conversación, lejos de resolver nada, solo había servido para solidificar
10:08las trincheras. La guerra fría en la promesa acababa de entrar en una nueva y peligrosa
10:15fase. Y desde el umbral de una puerta cercana, oculta por la sombra de un pesado cortinaje,
10:21Leocadia lo había escuchado todo. Una sonrisa casi imperceptible, fina como el filo de una
10:28navaja, se dibujó en sus labios. El marqués estaba de su lado. El hijo era un problema,
10:36pero un problema predecible. El enfrentamiento entre ellos era, de hecho, parte de su plan.
10:43Porque mientras padre e hijo luchaban, ella consolidaba su posición, tejiendo su red con
10:48hilos de seda, cada vez más fuerte, cada vez más invisible. El caos era su aliado. La presencia
10:56del coronel Fuentes era como una mancha de humedad en una pared impoluta. Al principio
11:01discreta, pero con el tiempo, imposible de ignorar, extendiéndose y corrompiendo todo
11:06lo que tocaba. Alfonso Mendiguchía, en su papel de coronel, no caminaba, sino que marchaba,
11:14incluso por los pasillos alfombrados de la promesa. Su espalda recta, su mentón altivo
11:21y su mirada penetrante parecían evaluar constantemente la valía. O la falta de ella,
11:27de todo y de todos. Catalina fue la primera en experimentar el choque directo con la mentalidad
11:33castrense del coronel. Se encontraba en su despacho, el antiguo despacho de su padre que
11:40había convertido en el centro neurálgico de la gestión de la finca, con los libros de
11:45cuentas abiertos y la mente sumergida en columnas de números. Para ella, esos libros
11:51eran poemas de lógica y supervivencia, la prueba tangible de que la promesa podía y
11:56debía ser autosuficiente.
11:57La puerta se abrió sin un golpe previo. El coronel Fuentes entró, sus botas haciendo
12:05un ruido sordo sobre la madera.
12:09Señora de Luján, dijo, su tono no era una pregunta, sino una declaración. No la llamaba
12:15por su nombre, sino por un título que, en sus labios, sonaba a concesión.
12:20Catalina levantó la vista, sus ojos azules, normalmente cálidos, se enfriaron al instante.
12:29No le gustaban las interrupciones, y menos aún las que venían con un aire de superioridad
12:35tan palpable.
12:38Coronel, respondió, dejando su pluma a un lado. ¿Puedo ayudarle en algo? Como ve, estoy
12:44bastante ocupada.
12:45Fuentes ignoró la indirecta, paseó la mirada por la habitación, deteniéndose en los libros
12:52de contabilidad con una mueca de leve desdén.
12:56Números, números, una ocupación curiosa para una dama, aunque supongo que alguien debe
13:01hacerlo.
13:04Se acercó a la ventana, desde donde se veía a un par de mozos de cuadra trabajando.
13:08He visto a su hijo en el jardín, un muchacho robusto, con buena planta. Catalina se tensó.
13:18Cualquier mención a su hijo la ponía en guardia. Es un niño sano, gracias a Dios.
13:25La salud es el primer requisito para un soldado, continuó el coronel, volviéndose hacia ella.
13:30Su sonrisa era gélida. Debería ir pensando en su futuro, en inculcarle los valores correctos.
13:40La disciplina, el honor, el servicio a la patria. Un niño bien educado es un futuro oficial.
13:48Un pilar para el ejército y para España. El comentario aterrizó en el despacho como una
13:53granada. La insinuación de que ella, Catalina, no estaba educando a su hijo correctamente y la
14:00presunción de que el único futuro honorable para él era el ejército, encendieron una furia helada
14:05en su interior. Se levantó de su silla, lenta, deliberadamente, para quedar a su altura. Su porte,
14:14aunque menos rígido que el del militar, no carecía de autoridad.
14:17Coronel Fuentes, comenzó, su voz era seda afilada. Le agradezco su interés por el futuro de mi hijo.
14:29Sin embargo, permítame que le aclare un punto. Los valores que le inculco son el pensamiento
14:34crítico, la compasión, la honestidad y el amor por el trabajo bien hecho. Su futuro será el que él
14:42elija, ya sea gestionando estas tierras, estudiando las estrellas o escribiendo poesía.
14:47Lo que le aseguro es que no será educado para obedecer órdenes ciegamente ni para considerar la
14:55guerra como el cénit de la gloria masculina. La sonrisa del coronel se desvaneció, reemplazada
15:02por una máscara de ofendida incredulidad. ¿Está usted menospreciando el servicio militar? Señora,
15:10estoy defendiendo la libertad de mi hijo, coronel, replicó Catalina sin pestañear.
15:14Una libertad que, irónicamente, muchos soldados dicen proteger. Ahora, si me disculpa,
15:23mis curiosos números me reclaman. Hay que pagar los salarios, y eso, le aseguro,
15:29requiere más lógica que disciplina militar. Fue una despedida en toda regla. El coronel
15:35Fuentes, desacostumbrado a que le contradijeran, y mucho menos una mujer, se quedó un instante sin
15:41palabras. Un color rojizo le subió por el cuello, sin decir nada más, dio media vuelta y salió del
15:49despacho con un portazo que hizo temblar un retrato del abuelo de Catalina. Catalina se quedó de pie,
15:56respirando hondo, con el corazón latiéndole con fuerza, no por miedo, sino por la adrenalina del
16:02enfrentamiento. Sabía que se había ganado un enemigo, pero no le importaba. Habían tocado a su
16:10hijo, y ahí es donde ella trazaba la línea. No muy lejos, en el salón principal, Lorenzo,
16:17el capitán de la mata, observaba la escena con una mezcla de terror y sombría satisfacción.
16:22El coronel Fuentes era su superior directo, y su presencia en la promesa era una tortura constante.
16:32Cada conversación era un examen, cada mirada una evaluación. Lorenzo, un hombre acostumbrado a ser
16:38el quien ostentaba el poder y la autoridad, se veía reducido a un subordinado tenso y sudoroso.
16:45Ver al coronel salir furioso del despacho de Catalina le provocó un escalofrío. Sabía que ese mal humor
16:51recaería sobre alguien, y él era el candidato más probable. Lorenzo, había dicho el coronel esa misma
16:58mañana en el desayuno, espero que sus asuntos en esta finca estén tan en orden como su uniforme.
17:06La amenaza velada era tan clara como el agua, y Leocadia, sentada en un sillón cercano, fingiendo leer una
17:12novela. Lo observaba todo. Observaba a Catalina, firme y desafiante. Observaba a Lorenzo, pálido y nervioso.
17:23Observaba la estela de ira que dejaba el coronel. Y ella, mejor que nadie, entendía la dinámica de
17:29poder que se estaba desplegando. La presencia de un superior como Fuentes no significaba diálogo
17:36ni negociación. Significaba una cosa, y sólo una, obediencia obligada. Y en un entorno de obediencia
17:44ciega, los que saben mover los hilos en la sombra, como ella, tienen el terreno más fértil para actuar.
17:52El coronel, sin saberlo, estaba creando el tipo de tensión que a ella más le beneficiaba.
17:59El verdadero motivo de la estancia del coronel Fuentes era un secreto celosamente guardado,
18:05un murmullo que se movía por los pasillos más discretos de la promesa, lejos de los oídos de
18:10los marqueses y del propio Lorenzo. Y quien poseía la clave de ese secreto era Curro, el joven que había
18:18demostrado una y otra vez que su apariencia juvenil ocultaba una mente astuta y un valor considerable.
18:25Pía, la gobernanta, sentía una angustia creciente. Como responsable del servicio, tenía un instinto
18:31infalible para detectar problemas. Y el coronel Fuentes era un problema mayúsculo. Lo veía observar
18:39a Lorenzo, pero también notaba sus miradas evaluadoras hacia el personal.
18:45Su miedo, sin embargo, tenía un nombre y un apellido, Ángela. La joven doncella, por su cercanía
18:51con el capitán de la mata, era la única que tenía acceso regular a su despacho, a sus papeles,
18:57a su vida privada. Si el coronel buscaba algo, Ángela era la persona más vulnerable, la que
19:04podría quedar atrapada en el fuego cruzado. Atormentada por esta idea, buscó a Curro.
19:12Lo encontró cerca de la zona de servicio, revisando unas herramientas. Esperó a que
19:18estuvieran solos, mirando a ambos lados del pasillo antes de hablar.
19:24Curro, tengo que hablar contigo, dijo en un susurro apremiante. Es sobre el coronel.
19:31Curro dejó las herramientas y le prestó toda su atención. Vio la genuina preocupación en el
19:36rostro de Pía. Dime, Pía, ¿qué ocurre? Ese hombre, no está aquí de visita social. La forma
19:43en que mira a todo el mundo, especialmente al capitán. Tengo un mal presentimiento, y
19:51temo por Ángela. Ella es quien ordena sus cosas, quien limpia su despacho. Si Lorenzo
19:57ha hecho algo, ilegal, y ese hombre lo está investigando, Ángela será la primera a la que
20:03interroguen. La presionarán, la asustarán. Es solo una muchacha, Curro. Podrían arruinarle
20:11la vida. Curro puso una mano tranquilizadora en el brazo de Pía. Su calma era un bálsamo
20:18para los nervios crispados de la gobernanta.
20:23Pía, escúchame, tienes razón, el coronel no está aquí de vacaciones. Pero no tienes
20:28que temer por Ángela.
20:31Al contrario. Pía le miró, confundida. ¿Al contrario? ¿Qué quieres decir? Curro la guió
20:37a un rincón más apartado, la vieja sala de planchado, ahora en desuso. El coronel Fuentes
20:44está aquí para investigar los negocios ocultos de Lorenzo. Sus contrabandos, sus acuerdos
20:49turbios.
20:52Todo, y no es casualidad, yo, yo he tenido algo que ver en que su atención se dirija
20:57hacia aquí. Pía abrió los ojos como platos. ¿Tú, pero, cómo, tengo mis contactos? Dijo
21:04Curro con sencillez.
21:08Gente que le debe favores a mi padre. Gente que odia a Lorenzo tanto como nosotros.
21:15Hice llegar una serie de informaciones anónimas a los canales adecuados. Sugerencias, pistas.
21:20Lo suficiente para que un perro de presa como Fuentes oliera la sangre y decidiera venir
21:26a cazar en persona.
21:30La audacia del plan dejó a Pía sin aliento. Pero su miedo por Ángela no se disipó.
21:37Pero eso es aún más peligroso para ella. Estará en el centro de todo. Ahí es donde
21:42te equivocas, aseguró Curro, su voz llena de confianza.
21:45Lo tengo todo calculado. El coronel cree que viene a descubrirlo todo por sí mismo. Pero
21:53en realidad, le estamos guiando. Y parte del plan es mantener a Ángela completamente
21:59a salvo. Hablé con ella hace días. Le di instrucciones muy precisas. ¿Instrucciones?
22:07Susurró Pía. Sí. Le dije que, bajo ningún concepto, debía tocar, leer o mover ningún
22:14libro de contabilidad, ninguna carpeta ni ningún papel del escritorio del capitán que
22:18no fuera correspondencia personal evidente.
22:22Le dije que si él le pedía archivar algo, debía decir que estabas tú muy estricta con
22:27las tareas y que no tenía tiempo, que lo haría más tarde.
22:33Hemos creado una coartada perfecta para ella. Si el coronel registra el despacho y encuentra
22:38pruebas, Ángela podrá decir con total sinceridad que ella nunca ha visto esos documentos, que su
22:43trabajo se limita a limpiar y ordenar la ropa. No hay forma de que puedan implicarla. Curro
22:50hizo una pausa y miró a Pía a los ojos. De hecho, la documentación más incriminatoria,
22:58la que realmente puede hundir a Lorenzo, ya no está en su despacho.
23:04Me las ingenié para conseguirla hace tiempo. El coronel encontrará lo suficiente para confirmar
23:09sus sospechas y abrir una investigación formal. Pero las pruebas clave las tengo yo.
23:16Ángela no corre absolutamente ningún riesgo. Te doy mi palabra. Pía sintió como si un peso
23:21enorme se levantara de sus hombros.
23:23La inteligencia y la previsión de Curro la maravillaban. No era sólo un joven valiente,
23:31era un estratega. La gratitud inundó su rostro. Curro, no sé qué decir, gracias, has pensado en
23:39todo. Alguien tiene que hacerlo, respondió él con una media sonrisa. Lorenzo ha hecho demasiado daño
23:46durante demasiado tiempo. Es hora de que pague por ello, y nos aseguraremos de que ningún inocente
23:53caiga con él. Pía asintió, su confianza en el joven renovada. La presencia del coronel seguía
24:00siendo una fuente de tensión, pero ahora la veía de otra manera. No era sólo una amenaza, era una
24:07herramienta. Una herramienta que Curro estaba manejando con una precisión quirúrgica para extirpar
24:12el tumor que era Lorenzo de la vida de la promesa. En otro rincón del palacio, la dinámica era menos
24:20conspiratoria pero igualmente compleja. Samuel, el sacerdote, había regresado. Su presencia siempre
24:28traía una especie de calma erudita, un contrapunto a las pasiones desatadas que a menudo gobernaban la
24:34casa. Había vuelto para supervisar las obras de la casa parroquial, pero con los trabajos aún en
24:40marcha, no tenía un lugar donde quedarse. Fue Petra, siempre atenta a cualquier oportunidad de
24:48ganar favor y demostrar su piedad, quien le hizo la sugerencia. Lo encontró en el jardín, contemplando
24:55las rosas con una expresión melancólica. Padre Samuel, es una alegría tenerle de vuelta, dijo Petra,
25:02juntando las manos con su habitual gesto de devoción. Aunque sea por estas circunstancias de las
25:09obras, gracias, Petra. La casa de Dios requiere paciencia, respondió él con una sonrisa amable.
25:18Pero me temo que seré una molestia hasta que esté habitable. ¡Tonterías! exclamó Petra.
25:25Usted no es nunca una molestia. De hecho, los marqueses, antes de... bueno, antes de todo,
25:31le extendieron una invitación abierta para quedarse aquí siempre que lo necesitara.
25:35La promesa es su casa. Hizo una pausa dramática. Sugiero que se quede de nuevo con nosotros.
25:45En la zona del servicio hay habitaciones de sobra. Estará cómodo y bien atendido.
25:51La oferta era, en apariencia, generosa. Samuel, agradecido, aceptó la propuesta.
25:57Es usted muy amable, Petra. Acepto gustoso para no tener que imponer mi presencia en la zona noble.
26:05Sin embargo, la idea no fue recibida con el mismo entusiasmo por todos.
26:11Cristóbal, el lacayo, era un hombre de principios rígidos y un sentido del orden social muy arraigado.
26:19Para él, las cosas tenían un lugar y un propósito, y mezclarlos era una fuente de caos.
26:24La noticia de que un sacerdote iba a instalarse en sus dominios le pareció una aberración.
26:33Encontró a Curro, que por un acuerdo práctico se había convertido en el compañero de cuarto de Samuel durante su anterior estancia, y no ocultó su desagrado.
26:41¿Es cierto lo que se oye? Preguntó Cristóbal, con los brazos en jarras.
26:47He oído a Petra decir que el cura se instala con nosotros.
26:53Otra vez. Curro, que estaba puliendo unas botas, levantó la vista.
26:58Sí, Cristóbal.
26:59La casa parroquial está inhabitable. ¿A dónde quieres que vaya? ¿A dormir al raso?
27:06No es asunto mío a dónde vaya, replicó Cristóbal, su voz cargada de indignación.
27:13Pero este es el ala del servicio. Aquí vivimos los que trabajamos para los señores.
27:19Un sacerdote no es un sirviente.
27:22Es un hombre de Dios. Su lugar está en la zona noble, o en su propia casa.
27:26Meterlo aquí es, impropio, revuelve el orden natural de las cosas. Curro suspiró.
27:36Entendía el punto de vista de Cristóbal, aunque no lo compartía.
27:40Cristóbal, es un arreglo temporal.
27:43Y el padre Samuel es un hombre humilde, no le importa compartir espacio.
27:48Además, es una buena persona.
27:50¿Qué más da donde duerma? A mí me da, insistió Cristóbal, bajando la voz.
27:57La gente hablará.
28:00Dirán que los Luján tienen a un cura viviendo con la servidumbre.
28:03Es una falta de respeto para él y nos pone a nosotros en una situación incómoda.
28:08¿Qué se supone que debo hacer?
28:11¿Tratarle como a un igual, como a ti o a Lope?
28:15¿O mostrarle la deferencia de vida a un sacerdote?
28:18Todo se vuelve confuso.
28:21Las explicaciones de Curro, apelando a la lógica y a la compasión,
28:25rebotaban contra el muro de la estricta moral de Cristóbal.
28:27Para él, no era una cuestión de comodidad, sino de principios.
28:34La jerarquía, tanto social como divina, era un pilar que mantenía el mundo en orden,
28:39y la decisión de Petra, aunque bien intencionada, la estaba socavando.
28:44La conversación terminó sin acuerdo, con Cristóbal alejándose,
28:49mascullando su desaprobación.
28:50La llegada de Samuel, lejos de traer paz,
28:56había sembrado una nueva y pequeña semilla de discordia en el ya convulso microcosmos del servicio.
29:02Mientras tanto, un drama más íntimo y silencioso se desarrollaba en el corazón de las cocinas y los pasillos de servicio.
29:11Vera, la doncella que había llegado a la promesa huyendo de un pasado oscuro,
29:15estaba sumida en una tristeza que ni el trabajo ni la compañía de sus amigos lograban disipar.
29:20Cada día que pasaba, el peso de la nostalgia y la culpa se hacía más insoportable.
29:29Pensaba en su familia, en la vida que había dejado atrás.
29:32Pero sobre todo, su mente volaba constantemente hacia la figura de su hermano.
29:39¿Estaría bien? ¿La odiaría por haber huido? ¿Se sentiría abandonado?
29:43Lope y Teresa, sus amigos más cercanos, veían cómo la luz se apagaba en los ojos de Vera.
29:50Su risa, antes frecuente, se había vuelto una rareza, y a menudo la encontraban con la mirada perdida, ajena a todo lo que la rodeaba.
29:59Decidieron que tenían que hacer algo para animarla.
30:04El plan era sencillo, nacido de la bondad de sus corazones.
30:09Lope, aprovechando un momento de calma en las cocinas, preparó unos pastelillos de crema especiales,
30:15los favoritos de Vera, decorándolos con un cuidado exquisito.
30:18Teresa, por su parte, recogió un pequeño ramillete de flores silvestres del jardín.
30:28Juntos, la buscaron con la intención de sorprenderla.
30:31La encontraron en el lavadero, doblando sábanas con una lentitud mecánica.
30:35La luz que entraba por la ventana alta iluminaba las motas de polvo y la expresión desolada de su rostro.
30:45«Vera», exclamó Teresa con una alegría un poco forzada.
30:48«Te estábamos buscando».
30:51Lope se acercó, ofreciéndole el plato con los pastelillos.
30:55«Una creación especial del chef, solo para ti».
30:58Con doble de crema y una pizca de canela, «¿Cómo te gustan?», Vera les miró,
31:05y por un instante, una genuina chispa de gratitud brilló en sus ojos.
31:11Tomó un pastelillo, agradeciéndoles con una voz que era apenas un murmullo.
31:16Intentó sonreír, pero el gesto se quebró a mitad de camino, convirtiéndose en una mueca de dolor.
31:23«Sois, sois muy buenos conmigo», dijo, y sus ojos se llenaron de lágrimas.
31:28«Demasiado buenos».
31:30Teresa la abrazó.
31:32«¿Pero qué dices, mujer? ¿Qué te ocurre? ¿Puedes contárnoslo?»
31:36Vera negó con la cabeza, incapaz de hablar al principio.
31:41La amabilidad de sus amigos, en lugar de consolarla, había abierto las compuertas de su pena.
31:48«Es que, no me lo merezco», sollozó contra el hombro de Teresa.
31:53«Pienso en mi casa».
31:54«En mi hermano».
31:56«Le dejé solo, güey para salvarme yo».
31:58Y le abandoné a su suerte.
32:00«Cada vez que sonreís, cada vez que hacéis algo bueno por mí, me siento una impostora.
32:07Porque mientras yo estoy aquí, a salvo, él, él podría estar sufriendo por mi culpa».
32:12Las palabras salieron atropelladamente, cargadas de una culpa que la estaba consumiendo por dentro.
32:19Lope y Teresa se miraron por encima de su cabeza, sus rostros reflejando la impotencia.
32:27Su plan, tan bien intencionado, había tenido el efecto contrario.
32:32Habían querido traerle un momento de dulzura, y en su lugar, le habían servido un recordatorio amargo de todo lo que había perdido y de la deuda que sentía que nunca podría pagar.
32:42Se quedaron con ella, en silencio, ofreciendo el consuelo mudo de su presencia, mientras Vera lloraba, no solo por su hermano, sino por la jaula de tristeza en la que se sentía atrapada, una jaula cuyos barrotes, forjados en el pasado, parecían cada día más gruesos y más difíciles de romper.
33:01En medio de tanta tensión, un pequeño brote de felicidad pugnaba por abrirse paso.
33:09El joven Toño, uno de los mozos más nuevos, vivía con una ilusión desbordante su incipiente romance con Enora, una de las doncellas.
33:19Su amor era sencillo y puro, hecho de miradas robadas en los pasillos, de manos que se rozaban accidentalmente al cruzarse y de breves conversaciones susurradas cuando creían que nadie les veía.
33:31Para Toño, Enora era el sol, y la promesa, a pesar de su rigidez y sus dramas, se había convertido en un paraíso.
33:42Estaba tan feliz que no podía evitar que su alegría se desbordara.
33:46Ese mismo día, mientras ayudaba a Manuel con los aperos de su aeroplano, no pudo contenerse.
33:53Manuel estaba de un humor de perros después de la discusión con su padre.
33:57Su rostro era una máscara de frustración y rabia contenida.
34:02Señorito Manuel, dijo Toño con una sonrisa de oreja a oreja, incapaz de leer el ambiente.
34:09Qué buen día hace para volar, y para todo lo demás.
34:13Manuel le lanzó una mirada fugaz, cargada de impaciencia.
34:16Con Enora, las cosas van, van muy bien, estamos muy ilusionados, confesó el chico, esperando una palabra amable, una felicitación de su jefe, a quien admiraba profundamente.
34:37Manuel se detuvo en lo que estaba haciendo, miró a Toño, y en su mente, la alegría simple del mozo chocó violentamente con la complejidad de sus propios problemas.
34:48La disputa con su padre, la amenaza de Leocadia, la tensión en la casa.
34:55El romance de un sirviente le pareció, en ese momento, una trivialidad exasperante.
35:00Felicidades, dijo Manuel, pero su tono fue tan frío, tan distante, que la palabra sonó vacía, casi un formalismo despectivo.
35:10No hubo sonrisa, no hubo calidez, solo una mirada ausente antes de volver a centrarse en el motor.
35:21Ahora, a trabajar, que esto no se arregla solo.
35:24El golpe para Toño fue brutal.
35:26La sonrisa se borró de su rostro como si la hubieran limpiado de una pizarra.
35:31Se quedó allí, con la bujía en la mano, sintiendo una punzada de humillación y dolor.
35:36No había esperado una celebración, pero sí, al menos, un gesto de aprobación.
35:44La frialdad de Manuel le pareció una condena.
35:48Más tarde, encontró a Enora y le contó lo sucedido.
35:51Su euforia se había transformado en una inseguridad amarga.
35:55No le ha gustado, Enora, lo he visto en sus ojos, le dijo, con la voz apagada.
36:01Cuando le he hablado de nosotros, me ha mirado como...
36:04Como si fuera un insecto.
36:08Cree que no soy suficiente para ti.
36:10Cree que un simple mozo de cuadra no debería aspirar a estar con alguien como tú.
36:16Toño, no digas eso, intentó consolarle Enora.
36:19El señorito Manuel tiene muchas preocupaciones.
36:24Seguro que no lo ha hecho con mala intención.
36:26No, no era eso, insistió Toño, con una certeza dolorosa.
36:30Era desprecio, me ha mirado por encima del hombro.
36:36Cree que no estoy a la altura.
36:38Y duele, Enora, duele más de lo que quiero admitir.
36:42Y así, la onda expansiva del conflicto entre Alonso y Manuel llegaba hasta el último rincón de la promesa.
36:48Envenenando sin querer uno de los pocos remansos de felicidad que quedaban.
36:53La amargura de Manuel, su preocupación y su rabia, se habían desbordado, salpicando y manchando la ilusión de un joven enamorado.
37:02Demostrando una vez más que en aquella casa, las emociones de los señores, como la lluvia, siempre acababan por mojar a los de abajo.
37:09El capítulo 652 no había hecho más que empezar.
37:15Y las nubes de tormenta, lejos de disiparse, se acumulaban en el horizonte, prometiendo una tempestad de consecuencias imprevisibles.
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