Quiero ir al Norte, muy al Norte donde hielos y dioses son más limpios, implorar a Odín y dialogar con Thor, contarles mis congojas y mis sueños, decirles que en un país ubérrimo la vida está cubierta de impudicia y la gente desfallece como moscas bajo el tiro alevoso del fusil.
Debo ir al Norte, muy al Norte a conversar con los fiordos en su lenguaje profundo, a declarar mis amores a la diosa y beber el aguamiel de sus valkirias.
Morir después como un guerrero emigrado de estos trópicos ardientes y lujuriosos hasta en sus matanzas; no regresar a ellos y así lejos cantar mi canción enamorada sin mojar ya la pluma con mis lágrimas.