Seguirán las guerras y los crímenes como pan cotidiano en nuestras vidas; se agostarán los árboles y secarán los mares, los ríos y lo lagos.
De nuestra tierra escapará el oxigeno descompuesto por bombas y volcanes; todo será vendido, comprado será todo, aún después de haberlo destruido.
La humanidad, esquelética y monstruosa, navegará sobre sus propias ruinas hacia el puerto de la desesperanza; la esfera, putrefacta y nauseabunda, será considerada solamente como un pequeño punto matemático en la insondable vastedad del caos.
Sólo este amor que te profesa ahora mi desolado corazón apocalíptico, sabrá permanecer indestructible más allá de la miseria y de la muerte que pronostica mi cerebro impávido en el dudoso terreno de los sueños.