Natural de tres continentes, ofrece su canto generoso en noches de primavera y de verano.
Una macabra historia, protagonizada por el rey Tereo, Filomela, y Procne (yo), horrorizó tanto a los dioses que pronto nos convirtieron en varios tipos de aves, sin ninguna compasión.
Yo terminé en golondrina y Tereo en abubilla; Filomela en ruiseñor que canta su canción desengañada, producto de un amor envilecido por el amante incestuoso y traicionero que violó los principios familiares de nuestra bella y feliz fraternidad.
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