Fui creada por un monstruo que me dio forma intermedia entre el reptil y el insecto, cubrió mi cuerpo de escamas, me colocó seis patas y una fea cabeza de lagarto.
Habito las cuevas más profundas de mi nativa Australia y emerjo en busca de mis presas cuando las sombras caen como manto sobre sus espaldas.
Las trituro con mis agudos dientes y regreso después, ya satisfecha, a la negra caverna donde habito rodeada de silencio y soledad, que más que caverna es un palacio construido por los dioses de la tierra, para mi eterno y esencial descanso en las entrañas de la oscuridad.
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