Centro del enigma indescifrable, cuya fácil traducción sería manzano, aunque probablemente ninguna en el cubilete azaroso de los dados donde se plasma la adivinación.
Eres mesa de juego, quizás ficha, peón o falo de injuriosos sátiros, canto de cisne y erotismo humanos.
Las presagios que rondan sobre ti tienen cabida en el poema rúnico que dice, Poerdh, singulares cosas:
Una mesa de juego es siempre fuente de mucha holganza y divertimento para aquellos príncipes orgullosos que comparten con ávidos guerreros los manjares y vinos del banquete.
Tu nombre cambian otros traductores, pero en nada se aminoran tus poderes ni las distintas formas de premonición esculpidas en metales o en peñascos, cuero sagrado o amante árbol frutal nacido y criado en territorio Norte.
Quiero y debo invocarte cada vez que comience mis lecturas rúnicas, implorando tu augusta bendición como senda hacia lo impenetrable, ya que te agrada generar albures no exentos de dolores y alegrías.
Bienvenida, pues, incognoscible, a mi obediente corazón perdido, y siga todo como Azar lo quiera.