Uller, hijastro de Thor, hijo de Sif, quien nunca mencionó a su padre (gigante de las montañas heladas enamorado del frío, que viajaba sobre esquís o patines relucientes por los parajes más septentrionales), disfrutaba la caza y perseguía sus presas sin esquivar la nieve, pues se protegía con la piel de los osos capturados en sus frecuentes y rudas excursiones.
Llevaba un carcaj lleno de flechas y un arco de tejo, su árbol preferido. Dios de Invierno, remplazaba a Odín durante los largos meses del año, ejerciendo su poder en Asgard y en el tierno corazón de Frigga.
El dios-escudo, como se llamaba, era invocado al iniciar batallas que tuvieran resultados inseguros, y encabezaba la Cacería Salvaje por ser un emisario de la Muerte. Sus esquíes, curvos hacia arriba como proa de una extraña góndola, resbalaban veloces entre las coníferas.
Ligado con Skadi, divinidad de Invierno divorciada de Niörd, dios de los vientos, con quien compartía placeres semejantes, pasaban juntos larguísimos períodos de su blanca y congelada luna de miel, platicando mucho sobre el septentrión, sus duras y azarosas consecuencias.
Con su sortija se hacían juramentos, la cual tanto se achicaba en un segundo que trituraba el dedo de cualquier perjuro.
Diferente de Balder, sin embargo sus rayos aumentaban las cosechas fertilizando los campos cultivados, aunque siempre moraba sobre el hielo siguiendo el ejemplo de su padre, y soportaba ser proscrito por Verano cuando debía devolver el mando al supremo regidor de Asgard.