A la diosa de la belleza y del amor, fuera de gatos, sus felinos favoritos porque representan la sensualidad, le gustaba aderezarse con vestidos hechos de finas plumas de halcón que la hacían volar como los pájaros.
También la deslumbraban joyas y otros objetos de mayor cuantía. Así, cuando vio forjar a los enanos en las profundidades de la Tierra el más hermoso collar imaginado, quedó turbada por el ansia de tenerlo, pues lo sintió como una encarnación de las estrellas y la bondad del suelo.
Para obtener tan fúlgido tesoro prometió a los belitres artesanos su amistad y su sonrisa eternas, junto al calor y miel de su belleza, hasta dejarlos de pasión exangües como a otros amantes de su agenda.
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