Cuando la energía del cielo descargue su locura eléctrica. Cuando la ebriedad de una lluvia sin fronteras y truenos implacables desaloje el silencio. Cuando llamas azules y nubes como sombras amenacen la Tierra, las aves expectantes, aléjate de objetos elevados, no te quedes en el agua. Arroja el metal y tus zapatos si tienen suelas con clavos. Acuclíllate y mete la cabeza entre las piernas si estás a la intemperie. Si te hallas bajo techo no enciendas la radio ni llames por teléfono. Refúgiate en el centro de la habitación más baja, lejos de la chimenea.
Y no olvides que este bello espectáculo de la naturaleza, protagonizado por millones de saetas incendiarias, es apenas un tímido reflejo de esa otra tormenta que nos mata.