Cada bosque tiene sus secretos: El de mi niñez jugaba con la flora de su maraña interior. Festoneaban, entre lianas y epifitas, las más hermosas orquídeas. Convivían con el mango y la caoba innúmeras palmeras. Con el árbol del pan y con la teca, el naranjo, el samán y un solitario pino de Honduras.
Después conocí el mar. Vi el verdor escondido entre sus olas como una fronda líquida. Vi los frutos maduros en sus peces, y en su extensión, una alfombra de líquenes y flores cubriendo los secretos que tenía la magia invulnerable de aquel bosque.
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