La estrujaron y rompieron sus vestidos, la desollaron, arrancándole la carne con afiladas conchas marinas; sus restos fueron quemados y sus obras destruidas.
Cuánta gloria la cubre todavía sólo pueden decirlo los infolios, mientras haya una chusma enfurecida, densas nubes de incienso y un Cirilo.
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