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Valle Salvaje Capítulo 278 José Luis obliga a Victoria a pedir perdón AVANCE vallesalvaje EnglishMovie cdrama drama engsub chinesedramaengsub movieshortfull
Transcript
00:00No voy a permitirte ni una más, porque como a Adriana le pase algo, no vas a tener valle
00:04donde esconderte. El capítulo 278 de Valle Salvaje muestra la
00:10fractura definitiva del poder de Victoria y el renacer moral de José Luis. Tras años
00:16de rencor y abusos, la duquesa recibe su castigo más humillante, el perdón forzado, pronunciado
00:24ante quienes había despreciado, Rafael y Adriana simbolizan la esperanza que resiste
00:30incluso en medio del caos, mientras Mercedes emerge como la voz de la razón y la misericordia
00:36que el valle tanto necesitaba. Martín, Pepa y Francisco continúan enfrentando el yugo del
00:43poder desde la servidumbre, mientras en la otra orilla, Leonardo y Bárbara sellan su decisión
00:49de escapar, arriesgando todo por un amor que desafía las normas. La historia avanza hacia
00:55un punto de no retorno. Los culpables comienzan a pagar, los inocentes a liberarse, y el valle
01:02testigo silencioso se prepara para una nueva tormenta, porque en Valle Salvaje la redención
01:10siempre llega acompañada de ruina, y hasta los corazones más endurecidos deben arrodillarse
01:16ante la verdad. El día apenas comenzaba cuando José Luis hizo llamar a todos al gran salón.
01:23Su voz, grave y autoritaria, resonó en los corredores. Era la voz del duque en su faceta
01:29más temible. Nadie osó desobedecer.
01:33Mercedes fue la primera en llegar, seguida de Rafael, que no entendía del todo lo que
01:38su padre planeaba. Minutos después apareció Victoria, pálida, con los ojos enrojecidos y la
01:46cabeza gacha. Detrás de ella, algunos criados observaban desde lejos, presintiendo que algo grave
01:53estaba por ocurrir. José Luis se encontraba de pie, apoyado en su bastón, junto a la chimenea
02:00encendida. Cuando la vio entrar, no esperó formalidades. «He convocado a esta reunión,
02:08porque es hora de poner fin a esta farsa», dijo con voz firme. «En esta casa no habrá más veneno,
02:17ni odio, ni mentiras». Victoria permaneció inmóvil, apenas respirando. «José Luis,
02:24te lo ruego». Silencio la interrumpió él, golpeando el suelo con el bastón. «Has hecho
02:31suficiente daño». Adriana casi pierde la vida por tus palabras. «Si hoy está viva, no es gracias a
02:40ti, sino a la misericordia de Dios». Rafael, de pie junto a Mercedes, quiso intervenir, pero su padre
02:47levantó la mano. «No, hijo, esto es entre ella y yo». Mercedes dio un paso adelante. «¿Qué planea
02:57hacer, José Luis?». El duque la miró con serenidad, lo que debía hacer hace mucho tiempo. «Quiero que
03:05haya testigos de lo que va a ocurrir». Victoria lo miró con horror. «¿Vas a humillarme delante de
03:12todos?». «¿Vas a humillarte tú misma?». Un murmullo recorrió el salón. «José Luis se volvió
03:25hacia los criados reunidos». «Todos ustedes habéis sido testigos de los abusos, de los gritos, de las
03:32injusticias». «¿Hoy la duquesa Victoria pedirá perdón?». No solo a Adriana, sino también a cada
03:40persona que ha sufrido bajo su crueldad. La duquesa se llevó una mano al pecho. «Incapaz de creer lo que
03:48oía, no lo haré», dijo con un hilo de voz. «No me rebaré así». José Luis la observó con frialdad.
03:59«Entonces no volverás a pisar esta casa». Las palabras la golpearon como un látigo. «¿Qué estás
04:06diciendo?». Que si no te disculpas públicamente, esta será tu última hora como duquesa de Valle
04:13Salvaje. Saldrás de aquí sin nombre, sin respeto y sin amparo». El silencio fue absoluto. Rafael bajó
04:24la cabeza. Mercedes, en cambio, lo miró con una mezcla de compasión y autoridad. «Victoria» dijo
04:32con voz serena. «Por el bien de tu alma, hazlo. No por él, sino por ti misma». La duquesa vaciló.
04:41El orgullo y el miedo luchaban dentro de ella. Finalmente dio un paso adelante. Su voz temblaba,
04:51pero se alzó lo suficiente para que todos la escucharan. «Si mis palabras, si mi actitud ha causado
04:58sufrimiento, lo lamento». José Luis la miró sin moverse. «No basta con lamentos vacíos». «Di sus
05:08nombres». «Victoria» tragó saliva. «Pido perdón a Adriana, a Rafael, a Mercedes y a todos los que alguna
05:17vez ofendí». Un murmullo de sorpresa recorrió a los presentes. «¿Eso será suficiente por ahora?».
05:28Mercedes se acercó a Victoria y le ofreció la mano. Que el perdón sea verdadero, no una máscara.
05:37Por un instante, las dos mujeres se miraron. El orgullo de Victoria se resquebrajó y lágrimas
05:44silenciosas corrieron por su rostro. Tomó la mano de Mercedes y la apretó con debilidad. «No sé si
05:52merezco perdón», susurró. «Nadie lo merece del todo», respondió Mercedes. «Pero todos podemos
06:00buscarlo». «José Luis respiró hondo». «A partir de hoy, esta casa cambiará». «No más gritos, no más
06:10cadenas». «Valle salvaje será lo que debió ser siempre, un hogar, no un campo de batalla».
06:16Mientras hablaba, Victoria permanecía inmóvil, sintiendo cómo su poder se desmoronaba frente a
06:23todos. Era el precio de su orgullo. Cuando la reunión terminó, José Luis salió sin mirarla.
06:32Rafael acompañó a Adriana y Mercedes se detuvo un momento junto a la duquesa. «Empieza de nuevo,
06:38si aún puedes», le dijo. Victoria la observó alejarse. Afuera, la lluvia comenzaba a caer. Miró
06:47su reflejo en una ventana. Ya no era la duquesa altiva de antaño, sino una mujer vacía, derrotada
06:55por su propio corazón. Atanasio caminaba lentamente por el corredor de la casa grande, con su bastón
07:02golpeando el suelo a cada paso. Desde hacía días, notaba algo inquietante. Tomás, el mozo recién
07:10llegado, siempre parecía estar en el lugar equivocado, en el momento justo. Lo había visto
07:16husmeando cerca de los aposentos de la duquesa, y más de una vez fingiendo ayudar a los criados
07:22para justificar su presencia. Aquella mañana, mientras el sol se filtraba por los ventanales,
07:29Atanasio decidió que ya no podía quedarse callado. Encontró a Matilde en el lavadero,
07:35arrodillada junto a una pila de ropa. Hija dijo en voz baja, «Ese Tomás no me gusta
07:41nada. Anda dando vueltas por aquí como un gato entre gallinas». Matilde lo miró sorprendida.
07:50«¿Cree usted que trama algo malo?» «No lo creo, lo sé», respondió con firmeza.
07:56Un hombre que se esconde tras las puertas no anda en buenos pasos. Matilde frunció el
08:04ceño. Pero Luisa dice que lo conoce, que es de fiar. Atanasio soltó un resoplido. Esa
08:12muchacha parece buena, pero se le nota el miedo en los ojos. A veces el silencio dice más
08:19que mil palabras. Las palabras del anciano dejaron inquieta a Matilde. Horas más tarde,
08:26cuando terminó su jornada, fue a buscar a Luisa al cuarto del servicio. La encontró doblando unas
08:33sábanas, pálida y distraída. Luisa dijo suavemente, «¿Necesito preguntarte algo?»
08:40Luisa levantó la vista con sobresalto. «¿Qué ocurre?» «Es Tomás». «Don Atanasio sospecha de él,
08:50y yo también empiezo a hacerlo. Si te está metiendo en algo peligroso, dímelo». «Puedo
08:57ayudarte». Luisa intentó sonreír, pero su gesto se quebró enseguida. «No, Matilde,
09:04te juro que no pasa nada». «No me mientas», insistió la joven, tomándola de las manos. «Te
09:11tiemblan los dedos cada vez que lo nombran». Luisa se apartó, con los ojos llenos de lágrimas.
09:18«No puedo hablar, Matilde. Si lo hago, perderé todo». «¿Qué podrías perder si dijeras la verdad?»
09:27preguntó Matilde, desconcertada. Luisa no respondió. Miró hacia la puerta, temerosa,
09:36como si Tomás pudiera aparecer en cualquier momento. «Por favor, déjalo estar. Es lo mejor
09:42para todos». Matilde comprendió que no sacaría más información. Salió del cuarto con el corazón
09:50encogido, preguntándose qué clase de poder podía tener Tomás sobre ella. Cuando se cruzó con
09:57Natanasio, el anciano la observó en silencio, leyendo la preocupación en su rostro. «¿Te
10:04lo dije?» murmuró. «Ese muchacho trae desgracia». Esa noche, mientras todos dormían, Tomás merodeaba
10:13por los pasillos oscuros, su sombra deslizándose entre los muros. En la cocina, Luisa lloraba en
10:20silencio, abrazada a un pañuelo. El eco de los pasos de Tomás resonó a lo lejos,
10:27y ella susurró. «Dios mío, protégeme. ¿No quiero seguir haciendo esto?» Atanasio,
10:35desde su habitación, abrió los ojos. Había oído el mismo ruido. Se incorporó lentamente,
10:43encendió su lámpara de aceite y se acercó a la puerta. El mal anda suelto susurró con amargura,
10:49y nadie lo quiere ver. El valle dormía, pero el peligro ya caminaba entre sus muros. El amanecer
10:57trajo un aire nuevo al valle, pero en la casa grande todo seguía envuelto en tensión. Rafael
11:04llegó al salón con paso decidido, llevando en la mano una carpeta con documentos. Había pasado la
11:10noche revisando los acuerdos que Adrián había firmado con su padre, José Luis, sobre el reparto
11:17de las tierras. Ahora debía comunicar la decisión de su esposa. Alejo y Mercedes serían los encargados
11:24de administrarlas. Encontró a su hermano en el patio, observando los campos. Alejo tenía el rostro
11:32sombrío, como si la luz del día no lograra alcanzarlo. Hermano dijo Rafael con tono conciliador,
11:39¿Vengo a hablarte de algo importante? Alejo lo miró de reojo. Si es sobre el trabajo, ya lo sé.
11:48Adriana ha decidido confiarme en la administración de sus tierras. Así es, respondió Rafael. ¿Quiere que
11:56tú y Mercedes las gestionéis? Es una gran responsabilidad, pero también una oportunidad
12:04para demostrar que la familia puede volver a unirse. Alejo soltó una risa amarga. ¿Unirse?
12:12No me hagas reír, Rafael. Padre, ni siquiera me dirís la palabra. ¿Y tú vienes a hablar de unión?
12:20Rafael suspiró. José Luis no es un hombre fácil, pero está intentando cambiar. Si vuelves a acercarte,
12:29si le muestras tu lealtad, quizá. ¿Quizá qué? Lo interrumpió Alejo. ¿Que me perdone? ¿Que
12:37olvide que elegí a Luisa en lugar de su apellido? No, Rafael. A mí ya no me queda lugar en esta casa.
12:46Rafael bajó la voz, con tristeza. ¿No digas eso? Adriana confía en ti. Ella cree que juntos
12:55podemos levantar el valle. Adriana tiene un corazón puro, admitió Alejo, pero su bondad no cambiará el
13:04pasado. En ese momento, Mercedes apareció desde el corredor. Su porte sereno imponía respeto.
13:13Alejo, escucha a tu hermano, dijo con suavidad. ¿Esta es una oportunidad para empezar de nuevo? No con
13:22tu padre, sino contigo mismo. Alejo guardó silencio. Por un instante pareció ceder, pero luego negó con
13:31la cabeza. No sé si estoy preparado para volver a ese infierno. Mercedes sonrió con compasión. El
13:41infierno no está en la casa grande, hijo. ¿Está dentro de nosotros cuando dejamos que el orgullo
13:47mande? Rafael miró a su tía con gratitud. Adriana te agradecerá tus palabras, tía. No lo hago por ella,
13:58respondió Mercedes. Lo hago por ustedes. El valle necesita hombres que trabajen juntos, no hermanos
14:07que se odien. Alejo desvió la mirada hacia los campos, donde el viento movía las hojas de los
14:13olivos. Por un momento, el silencio lo envolvió todo. Está bien, dijo finalmente. Haré lo que me
14:22piden. Pero no esperen que pise la casa grande, ni que me humille ante José Luis. Nadie te lo pide,
14:30contestó Rafael. Solo queremos que cumplas con tu parte. Mercedes le tomó la mano con ternura.
14:38Hazlo por ti, Alejo. No por orgullo, sino por dignidad. Alejo asintió lentamente. Por Adriana y
14:49por ti, lo haré. Pero si padre intenta imponerme su voluntad, juro que no volveré. Los tres permanecieron
14:58en silencio, contemplando el amanecer. Rafael sintió que algo, muy pequeño pero real, se había movido
15:06dentro de su hermano. Quizás la reconciliación aún era posible. Esa tarde, mientras Mercedes revisaba
15:15los registros de las tierras, pensó en lo lejos que habían llegado desde la muerte de Gaspar. El
15:22valle, herido por la ambición y el rencor, empezaba a dar señales de vida. Pero en la sombra de la casa
15:29grande, Victoria ya preparaba nuevos conflictos, y todos sabían que su furia, una vez desatada,
15:37no se detenía ante nada. La tarde caía sobre valle salvaje, y con ella, la paciencia de Martín,
15:45desde que había tenido el valor de plantarle cara a la duquesa, su vida se había convertido en un
15:51castigo continuo. Victoria, humillada por la insolencia del joven, no había olvidado su desafío,
15:59y ahora buscaba quebrarlo a cualquier precio. En el gran pasillo de servicio, Isabel, la gobernanta,
16:06lo esperaba con gesto grave. Martín dijo en voz baja, mientras él dejaba un saco de harina sobre el
16:13suelo, tengo malas noticias. ¿Otra vez la duquesa? preguntó con resignación. Isabel asintió, con un
16:22suspiro. ¿Ha ordenado que trabajes esta noche en la bodega? ¿Dice que no has rendido lo suficiente
16:30durante el día? Martín se rió amargamente. ¿Así que ahora debo trabajar también mientras duermo?
16:38Te suplico que obedezcas, dijo ella con un tono maternal. No quiero imaginar lo que haría si te
16:46niegas. El joven bajó la mirada, sintiendo la rabia arderle por dentro. ¿Y hasta cuándo, Isabel?
16:54¿Hasta cuándo piensa pisotearnos? Hasta que alguien la detenga, respondió una voz detrás de ellos. Era
17:02Pepa, que acababa de entrar con una cesta de pan recién horneado. Pero mientras tanto, debemos
17:09sobrevivir. Martín sonrió al verla. A pesar del cansancio, sus ojos se iluminaron. Sobrevivir es lo
17:18único que hacemos en este lugar. Isabel los miró a ambos. Con compasión, haré lo posible para que te
17:26dejen descansar unas horas, pero no prometo nada. Cuando cayó la noche, el viento soplaba fuerte y el
17:35valle parecía sumido en un silencio pesado. Martín bajó a la bodega con una lámpara en la mano. El aire
17:43era húmedo, impregnado de olor a vino y a madera vieja. Mientras movía barriles y apilaba sacos, su mente
17:52vagaba hacia Pepa y hacia la vida que soñaban juntos lejos de ese infierno. De pronto, la puerta se abrió
18:00con un chirrido. Era Francisco, su amigo y compañero. No podía dormir sabiendo que estabas aquí. Solo dijo,
18:10si vas a trabajar toda la noche, al menos no lo harás sin ayuda. Martín sonrió. Gracias, hermano. Pero si la
18:20duquesa nos ve juntos, nos colgará a los dos. Que lo intente, respondió Francisco con determinación.
18:28No pienso dejarte aquí. Ambos trabajaron en silencio por un rato. El sonido de los barriles
18:35moviéndose y del vino salpicando rompía la monotonía. Francisco lo miró con tristeza.
18:43Esto no puede seguir así. No es vida. Martín asintió. Lo sé. Pepa me ha pedido que nos vayamos
18:53del valle, pero no puedo marcharme dejando a Matilde y a los demás a merced de esa mujer.
19:00Pepa solo quiere salvarte, dijo Francisco. Y tiene razón. No durarás mucho si sigues desafiando a
19:08victoria. Martín se detuvo y apoyó las manos sobre un barril. No puedo vivir de rodillas,
19:15Francisco. Si me voy ahora, ella habrá ganado. El silencio volvió a llenar la bodega, roto solo
19:23por el crujido de la madera. Afuera, los pasos de un guardia resonaron en el pasillo. Francisco apagó
19:32la lámpara. Viene alguien, susurró. La puerta se abrió y apareció Isabel, llevando una vela. Su
19:41rostro reflejaba angustia. Martín, debes detenerte. La duquesa ha dado nuevas órdenes. Mañana temprano
19:51vendrá a inspeccionar la bodega. Si encuentra algo fuera de lugar, te echará sin compasión. Martín
19:59levantó la cabeza, con la mirada encendida. Entonces que venga. No pienso esconderme más.
20:07Cuando Isabel se marchó, Francisco lo observó en silencio. En los ojos del joven ya no había miedo,
20:15solo una furia contenida. Algún día, dijo Martín, con voz baja, alguien le hará pagar todo lo que ha
20:22hecho. El viento sopló desde la ventana abierta, haciendo que la llama de la vela titilara. Afuera,
20:30en la oscuridad, la figura de Victoria se recortaba en la distancia, observando desde el balcón. Su
20:37sonrisa helada indicaba que había escuchado más de lo que debía. Al amanecer, la bodega olía a humedad
20:44y cansancio. Martín se dejó caer sobre un barril vacío, los músculos doloridos y las manos llenas
20:51de cortes. Francisco, que lo había acompañado hasta el alba, trataba de mantener los ojos abiertos.
20:59La puerta se abrió de pronto y Pepa entró corriendo, con el rostro desencajado.
21:04Martín, exclamó, tienes que marcharte de aquí. Él la miró, agotado. ¿Qué ha pasado ahora?
21:15Victoria, respondió ella con voz entrecortada. Isabel me lo ha contado. Ha ordenado que te
21:23vigilen y que, si cometes un solo error más, te expulsen del palacio. Francisco se puso de pie,
21:31indignado. Eso no es justo. Ha trabajado toda la noche sin descanso. Pepa lo tomó de las manos.
21:41¿No lo entiendes? No solo quiere echarlo, quiere destruirlo. Martín se incorporó lentamente. No lo
21:50logrará. No me iré del valle solo porque ella lo ordene. Entonces me iré contigo, dijo Pepa,
21:59decidida. ¿No pienso quedarme aquí a verte sufrir? Él la miró con ternura y miedo a la vez. No puedes
22:08hacerlo. Tu familia, tu trabajo. Mi vida está contigo, replicó ella, acercándose. Lo demás no
22:18importa. Francisco observó la escena con un nudo en la garganta. No os dejaré solos en esto, dijo con
22:27firmeza. Si Martín se va, yo también. Mi padre entenderá que no puedo quedarme viendo cómo lo
22:35tratan como a un esclavo. Martín negó con la cabeza. No quiero que nadie más pague por mis
22:43decisiones. Pepa se arrodilló frente a él, tomándole las manos. No se trata solo de ti. Todos
22:52sufrimos por culpa de Victoria. Ella no conoce la compasión. Si te quedas, acabará matándote. El
23:01joven apartó la mirada. Durante un largo silencio, solo se escuchó el crujido de las vigas. Afuera,
23:10los primeros rayos del sol tenían de dorado las paredes de piedra. Finalmente, Martín habló.
23:16Está bien, dijo, con voz ronca. No seramos. Pero no esta noche. Quiero que Matilde y los demás estén a
23:27salvo antes de que lo hagamos. Francisco lo miró con preocupación. ¿Y cómo piensas lograrlo? Con ayuda,
23:36respondió Martín. Isabel no lo dirá en voz alta, pero sé que nos apoya. Y Atanasio también. Si
23:45esperamos el momento justo, podremos escapar sin que nadie lo note. Pepa asintió. Entonces esperaremos,
23:55pero prometeme algo. Lo que quieras, que cuando nos vayamos no mirarás atrás. Martín sostuvo su mirada.
24:05Te lo prometo. El sonido de unos pasos lo sobresaltó. Era Isabel entrando con prisa. Debéis marcharos de
24:16aquí, ahora susurró. La duquesa está bajando a inspeccionar. Si os encuentra juntos, todo estará
24:24perdido. Pepa se escondió detrás de los barriles mientras Francisco salía por la puerta trasera.
24:31Martín fingió trabajar, aunque el cansancio lo consumía. Cuando Victoria entró, su presencia
24:39llenó el aire de frialdad. Así que aquí estás, dijo, mirando a su alrededor. Veo que, al fin,
24:47aprendes a obedecer. Martín no respondió. Mantuvo la vista fija en el suelo. ¿Sabes? Continuó ella,
24:56con una sonrisa amarga. Pensé en echarte, pero he decidido que sigas aquí. Quiero que sientas cada
25:05día lo que significa haberme desafiado. Martín apretó los puños, pero se contuvo. Como ordene,
25:14excelencia. Victoria se giró hacia Isabel. Asegúrate de que no duerma más de cuatro horas diarias.
25:22Quiero verlo rendido. La duquesa salió con paso elegante, dejando tras de sí un silencio pesado.
25:31Isabel se acercó a Martín y le susurró. Tienes que irte pronto. Esto no terminará bien. Martín asintió,
25:41mirando el rayo de luz que entraba por la ventana. Sabía que la huida era su única esperanza,
25:47pero también sabía que cada segundo que pasaba en el valle, el peligro crecía. El mismo día,
25:56en la casa de los Guzmán, el silencio era tan tenso que se podía cortar con un cuchillo. Pedrito
26:03guardaba en el vestíbulo, con los puños cerrados y el corazón latiéndole con fuerza. Había escuchado
26:10la conversación entre Bárbara y Leonardo la noche anterior. Ella, resignada, asegurando que no quería
26:17saber nada más de ningún Guzmán. Él, destrozado, intentando convencerla de que huyeran juntos. Pero
26:25lo que más dolió al pequeño fue oír el nombre de Don Hernando como causante de todo. Su mirada
26:32inocente se llenó de una determinación adulta. No podía permitir que aquel hombre siguiera destruyendo
26:40la vida de su hermana. El marqués estaba en su estudio, escribiendo una carta con gesto altivo.
26:47Cuando el niño entró sin anunciarse, levantó la vista con fastidio. ¿Qué haces aquí, Pedrito? No he
26:55autorizado tu presencia. Vengo a hablar con usted, respondió el niño con voz firme. Hernando arqueó
27:03una ceja. ¿Hablar conmigo? Repitió con desdén. No tengo tiempo para los caprichos de un muchacho.
27:12Pedrito avanzó un paso. No son cápricos. Es sobre mi hermana. El marqués apoyó la pluma con un golpe
27:21seco. Ah, ¿tu hermana? Esa mujer ingrata, que no sabe reconocer los favores que le he hecho.
27:30Usted no le ha hecho ningún favor, gritó Pedrito, dando un paso más. Solo la ha hecho sufrir.
27:39Hernando se incorporó lentamente, ofendido. Cuida tu tono, insolente. No replicó el niño,
27:47mirándolo directamente a los ojos. Míreme usted a los ojos. Marqués. Ve a un niño. Tal vez. Pero
27:57soy el hermano de Bárbara y no voy a permitir que siga haciéndole daño. El marqués lo observó con
28:04una mezcla de sorpresa y rabia. No estaba acostumbrado a que nadie, y menos un crío, lo
28:11desafiará así. No sabe de qué hablas. Tu hermana no merece compasión. Ha sido una deshonra para su
28:19familia y para mí. No merece compasión, sino respeto, dijo Pedrito, con voz temblorosa pero firme.
28:28Usted la engañó, la humilló, y cuando quiso empezar de nuevo, la volvió a destruir.
28:35Hernando dio un paso hacia él. ¿Quién te ha llenado la cabeza con esas tonterías? ¿Leonardo,
28:43tal vez? No. Las cosas se ven solas cuando uno no es ciego, respondió el niño. Mi hermana le quiso
28:52de verdad, pero usted no sabe lo que es el amor. Solo sabe mandar y castigar. El marqués apretó los
29:01puños. Cállate ya, mocoso insolente, o haré que te saquen de aquí. Pedrito no retrocedió. No me
29:10callaré. Me decepcionó la primera vez. Cuando intentó separarnos de mi hermana, pensé que
29:18cambiaría, que quizá tenía corazón, pero ahora veo que estaba equivocado. Las palabras, duras y
29:27sinceras, perforaron el orgullo del marqués, por un instante, dudó. El niño tenía la mirada de
29:35Bárbara, firme, desafiante, limpia. Bajó la voz, más para sí mismo que para el muchacho. No entiendes
29:45nada de este mundo. Entiendo más de lo que cree, respondió Pedrito. Sé que cuando alguien ama de
29:53verdad, no destruye lo que toca. El silencio cayó entre ambos. El marqués volvió a su escritorio,
30:01intentando ocultar la emoción que lo embargaba. Vete de aquí, dijo finalmente, sin mirarlo. No quiero
30:09volver a verte. Pedrito dio media vuelta, pero antes de salir se detuvo. No me importa si no vuelva
30:17a verme, marqué. Pero algún día se mirará al espejo y recordará mis palabras. Ese día, quizá,
30:26entenderá lo que ha perdido. El niño salió con la cabeza alta. En la soledad del despacho,
30:33don Hernando se dejó caer en su silla, con la mirada perdida. Por primera vez, sus manos temblaban.
30:40El eco de aquella voz infantil le pesaba más que mil reproches. La noche era fría. Cuando Leonardo
30:48cruzó el patio de la casa de los Salcedo, había pasado el día entero dando vueltas, incapaz de
30:54hallar consuelo después de su enfrentamiento con su padre. Las palabras de don Hernando seguían
31:01martillándole en la cabeza. Tu amor por esa mujer es una vergüenza. Pero ahora ya no le quedaban
31:08dudas. Bárbara era lo único verdadero en su vida, y estaba decidido a recuperarla. Aunque eso
31:15significara desafiar a todos, la encontró en el jardín trasero. Sentada en un banco bajo un rosal
31:22marchito, la luz de la luna bañaba su rostro pálido, y sus ojos parecían haber llorado demasiado.
31:30Cuando Leonardo se acercó, ella no se movió.
31:33No deberías estar aquí, susurró sin mirarlo. Tu padre te odiará más de lo que ya lo hace.
31:43No me importa, respondió y confirmó eso. Ya no soy su hijo. Le he dicho que para mí está muerto.
31:51Bárbara levantó la vista, sorprendida y temerosa. ¿No digas eso? La sangre no se borra con palabras.
32:00La sangre no lo es todo, replicó Leonardo. El amor, sí. Y el mío es por ti, Bárbara.
32:10Ella apartó la mirada, temblorosa. No llegues de esas cosas. Ya no tiene sentido. No quiero volver a
32:20sufrir. Leonardo se arrodilló frente a ella, tomándole las manos. ¿Sufrir? ¿Crees que no lo hago yo? Desde que te
32:28alejaste, no soy más que un fantasma. Déjame sacarte de aquí. Vámonos lejos, donde nadie nos conozca.
32:38Bárbara intentó retirar sus manos, pero él la sostuvo con suavidad. No podemos, Leonardo.
32:45No tenemos dinero, ni nombre, ni futuro. ¿Qué vida podríamos tener? Cualquier vida,
32:54menos esta, dijo él, con pasión. Prefiero morir contigo en la pobreza que vivir sin ti,
33:00rodeado de mentiras. Bárbara cerró los ojos, dejando escapar una lágrima. No hables así.
33:08Si supieras lo cansada que estoy. Leonardo la abrazó. Entonces déjame ser tu descansó. No te pido
33:17promesas, solo una oportunidad. Durante unos segundos, ambos permanecieron en silencio,
33:25escuchando el murmullo de los grillos. Bárbara apoyó la frente contra su pecho.
33:30Y si nos atrapan, tu padre no nos dejará en paz. Que lo intente, respondió él. No puede hacerme más
33:39daño del que ya me ha hecho. Ella lo miró a los ojos, buscando una certeza que no encontraba.
33:47¿De verdad lo dejarías todo? Todo afirmó Leonardo sin dudar. Mi apellido, mis tierras,
33:55mi herencia. Nada de eso vale si no estás tú. Bárbara esbozó una sonrisa débil. ¿Eres un loco?
34:05Sí, respondió él con ternura. Pero un loco que te ama. Ella lo abrazó, rompiendo en llanto.
34:14Tengo miedo, Leonardo. He perdido tanto, no sé si tengo fuerzas para volver a empezar.
34:21Él la estrechó entre sus brazos. Entonces apóyate en mí. Juntos encontraremos la fuerza.
34:29El sonido de unos pasos lo sobresaltó. Ambos se separaron y vieron a Pedrito. Observándolos
34:38desde la entrada del jardín. Sus ojos, grandes y serios, reflejaban una mezcla de emoción y alivio.
34:46¿Van a irse? Preguntó en voz baja. Leonardo asintió lentamente.
34:52Si tu hermana quiere, sí. El niño miró a Bárbara y sonrió.
34:59Entonces me alegró. Ya era hora de que alguien hiciera lo correcto.
35:04Bárbara se arrodilló para abrazarlo.
35:06Eres demasiado valiente para este mundo, Pedrito.
35:11Solo aprendí de ti, respondió el pequeño con orgullo.
35:16Leonardo los miró, conmovido.
35:19Prometo que, si logramos escapar, cuidaré de ambos.
35:24Nadie más los lastimará.
35:27Bárbara alzó la vista hacia el horizonte,
35:29donde la luna comenzaba a ocultarse entre las nubes.
35:33Entonces será esta noche, susurró.
35:36Antes de que amanezca, nos iremos del valle.
35:40En el viento, un silencio denso acompañó su promesa.
35:44Ninguno sabía si lograrían escapar,
35:47pero por primera vez, el amor y la esperanza les daban alas.
35:51En la casa grande, el amanecer llegó cargado de tensión.
35:56Adriana se recuperaba lentamente del desmayo que la había dejado inconsciente la jornada anterior.
36:01En su habitación, Rafael permanecía a su lado, velando su sueño con el rostro demacrado.
36:09Mercedes, sentada junto a la ventana, rezaba en silencio.
36:14Mientras José Luis daba instrucciones a los médicos,
36:17Victoria no se había atrevido a salir de su habitación desde entonces.
36:23Cuando el doctor terminó de revisar a Adriana, se dirigió al duque con gesto grave.
36:28La señora y el niño están estables, pero cualquier emoción fuerte podría ponerlos nuevamente en peligro.
36:36¿Necesita descanso y tranquilidad absoluta?
36:40José Luis asintió, y sus ojos brillaron con un fuego que no era preocupación, sino ira contenida.
36:47Gracias doctor, a partir de ahora, nadie alterará la paz de esta casa.
36:54Cuando el médico se retiró, Rafael se volvió hacia su padre.
36:59No puede culparla padre.
37:01Madre no midió sus palabras, pero...
37:04Basta, Rafael, interrumpió José Luis, con voz temblorosa por la rabia.
37:11No, la disculpes.
37:13Tu madre cruzó todos los límites.
37:17Si algo le ocurre a Adriana o al bebé, te juro que no quedará piedra sobre piedra en esta casa.
37:24Mercedes se levantó y lo miró fijamente.
37:26José Luis, no dejes que la ira te ciegue.
37:31Él se giró hacia ella.
37:33Ciego, ciego estado todos estos años, Mercedes.
37:38Ciego por no ver el monstruo que dormía bajo mi propio techo.
37:42Mercedes suspiró, sabiendo que sus palabras no surtirían efecto.
37:47Rafael intentó calmarlo, pero el duque estaba decidido.
37:51Salió de la habitación con pasos duros y todos comprendieron a dónde se dirigía.
37:59En el corredor, Victoria lo esperaba.
38:02Su rostro estaba pálido, su porte deshecho.
38:06José Luis dijo apenas, extendiendo una mano hacia él,
38:10Por favor, déjame explicarte.
38:13Él la miró con una frialdad que la hizo retroceder.
38:17¿Explicarme? repitió con voz baja.
38:19No hay nada que explicar.
38:23Adriana podría haber muerto por tu culpa.
38:26No fue mi intención, balbuceó ella.
38:29Solo quería...
38:31Querer, gritó él, interrumpiéndola.
38:35¿Todo lo que tocas lo destruyes?
38:38Has traído a esta casa la desgracia una y otra vez.
38:42¿Qué más necesitas para quedar satisfecha?
38:46Victoria se echó a llorar.
38:47José Luis, te lo suplico, no me hables así.
38:53Él dio un paso adelante, la voz convertida en un látigo.
38:58Si le ocurre algo a Adriana o al niño, no tendrás dónde esconderte.
39:02No en el valle, ni fuera de él.
39:05Mi venganza te alcanzará, Victoria, y te juro que lamentarás haber nacido.
39:12¿Las lágrimas rodaron por el rostro de la duquesa?
39:16Por favor, no me digas eso.
39:19José Luis la observó unos segundos más y luego, sin añadir palabra, se alejó.
39:27Victoria se desplomó contra la pared, sollozando.
39:31Desde el fondo del pasillo, Isabel la vio y se acercó con cautela.
39:35Señora, venga conmigo.
39:39Necesita descansar.
39:41No quiero descansar, susurró Victoria.
39:45Solo quiero que todo vuelva a ser como antes.
39:49Isabel bajó la mirada.
39:52Eso ya no es posible.
39:53Mientras tanto, en la habitación, Adriana abrió lentamente los ojos.
40:00Su voz apenas era un susurro.
40:03Rafael, él se inclinó de inmediato.
40:07Aquí estoy, mi amor.
40:09Todo irá bien.
40:11Adriana intentó sonreír.
40:13No quiero que tu padre sufra por mi culpa.
40:16Él no sufre por ti, respondió Rafael con ternura.
40:20Sufre por lo que mi madre ha hecho.
40:24Ella apretó su mano.
40:26Prométeme que no habrá más peleas.
40:29Que el niño nazca en paz.
40:32Rafael asintió, aunque en su interior sabía que la paz en Valle Salvaje era un sueño imposible.
40:39Afuera, José Luis caminaba hacia su despacho con la determinación de un hombre dispuesto a impartir justicia.
40:46Y esa justicia, en su mente, solo tenía un rostro.
40:51El de Victoria.
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