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Úrsula ha perdido el control.
Su mente, consumida por la culpa y la rabia, busca un solo objetivo: destruir a Rafael, el hombre que ahora conoce todos sus secretos.
Mientras el Valle intenta recuperar la calma tras el regreso de Ana, una nueva tormenta se aproxima… más oscura y peligrosa que nunca.

🔥 En este avance del Capítulo 270 de Valle Salvaje, la marquesa urde un plan macabro que pondrá en riesgo a todos: Luisa, Ana, e incluso a sí misma.
¿Podrá Rafael anticiparse a su venganza, o será víctima del monstruo que él mismo ayudó a crear?

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Transcripción
00:00El capítulo 270 de Valle Salvaje representa el clímax de la redención y el colapso de
00:07las viejas estructuras de poder. Mercedes desenmascara públicamente la hipocresía de
00:13Victoria. Luisa rompe con su miedo al revelar su pasado y enfrentarse a Tomás, cuya caída
00:21simboliza el fin de la corrupción oculta. El regreso del marqués Hernando restablece la
00:27justicia que durante tanto tiempo fue negada. Con su llegada, José Luis pierde el poder que
00:34tanto idolatraba y su soberbia se derrumba ante la verdad. Rafael emerge como el nuevo
00:41guardián del valle, decidido a gobernar con honor y compasión, mientras la memoria de
00:46Julio se convierte en el faro moral que guía el renacer de la familia Guzmán. La casa grande,
00:52antes símbolo de ambición y pecado, se transforma en el escenario del perdón. El valle recupera la
01:00paz y sus habitantes aprenden que la verdadera nobleza no nace del linaje ni del título, sino
01:06del valor de enfrentarse a la verdad y sanar las heridas del pasado. El gran salón de la casa grande
01:13resplandecía con lámparas encendidas, copas relucientes y un aire de falsa alegría. Se celebraba
01:21el banquete por el compromiso de Irene y Leonardo, un acontecimiento que José Luis consideraba el
01:27símbolo de su ascenso definitivo al poder. Sin embargo, bajo la superficie de las risas y brindis,
01:34la tensión era tan palpable que bastaba una palabra para hacerla estallar. Mercedes, sentada frente
01:42a la duquesa Victoria, bebía su copa con calma. A su alrededor, los criados servían platos de casa y
01:50vino tinto mientras la música llenaba el aire. Pero Mercedes no soportaba el espectáculo de hipocresía
01:57que se desarrollaba ante sus ojos. Ver a Leonardo fingiendo felicidad junto a Irene, cuando todos
02:04sabían que amaba a Bárbara la llenaba de indignación, parece que la casa de los Guzmán ha recuperado su
02:12esplendor, comentó con voz dulce pero irónica. Mirando a Victoria, supongo que debe sentirse
02:19satisfecha, duquesa. ¿No todos los días una madre consigue casar a su hija con el capataz de su familia?
02:27El comentario cayó como una piedra en medio de la mesa. José Luis se quedó inmóvil. Irene bajó la
02:35vista avergonzada y Leonardo apretó los puños bajo la mesa. Victoria sonrió con rigidez. Querida
02:44Mercedes, respondió con tono glacial. No esperaba menos de ti, siempre tan amable y tan insolente. Te
02:54recuerdo que este banquete es en honor de mi hija, no de tus resentimientos. ¿Resentimientos?
03:02Replicó Mercedes fingiendo sorpresa. No, querida. Solo nostalgia. No puedo evitar recordar a tu hermana
03:11Pilar, tan distinta a ti. Ella sí sabía comportarse como una dama. El nombre de Pilar fue como un látigo.
03:20El rostro de Victoria se tensó. No te atrevas a mencionar a mi hermana en mi casa. ¿Tu casa? Se
03:29burló Mercedes. Más bien el escenario de tus ambiciones. Pero claro, eso también lo heredaste
03:36de Pilar. Y mira cómo terminó ella, ¿verdad? Sola, como tú terminarás algún día. El murmullo de los
03:45invitados se apagó. Rafael intervino con voz firme. Basta, tía. Este no es el lugar. Pero
03:54Mercedes no lo escuchó. No te preocupes, hijo. Solo le recuerdo a la duquesa que ningún poder
04:01es eterno. Victoria se levantó, conteniendo la furia. Si no fuera porque te considero una invitada
04:09de mi marido, ¿te haría expulsar de inmediato? Mercedes sonrió, disfrutando de su reacción.
04:16No me haría falta, querida. Me basta con ver cómo te ahogas en tu propio orgullo. La tensión se rompió
04:24finalmente cuando José Luis golpeó la mesa. Silencio, gritó. No permitiré más ofensas. Este banquete es
04:36símbolo de unión, no de discordia. Mercedes lo miró con una sonrisa desdeñosa. Unión, tal vez de
04:45hipocresía. José Luis, si crees que puedes borrar con una cena todos los pecados de esta familia,
04:54te equivocas. La duquesa salió del salón con paso firme, seguida por Irene, que lloraba en silencio.
05:01Mercedes tomó su copa, brindó en solitario y murmuró. Por los Guzmán, que se derrumban desde
05:10dentro. Horas después, cuando el silencio volvió al palacio, José Luis buscó a Victoria en su habitación.
05:18No debiste dejarte provocar, le reprochó. Ella, aún alterada, respondió. Esa mujer me odia,
05:27siempre ha envidiado lo que tengo. José Luis la observó con desdén. No le des importancia.
05:36Mañana todos recordarán lo que quiero que recuerden, que los Guzmán siguen gobernando este
05:42valle. Mercedes solo es una lengua venenosa que no soporta su decadencia, pero Mercedes no estaba
05:51dispuesta a quedarse callada. Esa misma noche, en su habitación, escribió una carta destinada al
05:58marqués de Guzmán, denunciando las intrigas de Victoria y José Luis, que la verdad llegue a
06:05oídos de quien todavía puede salvar este apellido. Escribió antes de sellarla. Mientras tanto, en el
06:13jardín, Leonardo se alejaba del banquete, con el corazón hecho trizas. Irene lo alcanzó y le habló
06:22con voz temblorosa. Sé quién me amas, y no te lo reprocho. ¿Pero mi padre no permitirá que rompas
06:31este compromiso? ¿Leonardo bajó la cabeza? No quiero lastimarte, Irene, pero no puedo vivir fingiendo.
06:40No soy un señorito, y tampoco quiero serlo. Desde la ventana, Bárbara los observaba con lágrimas en
06:48los ojos, sabiendo que cada palabra de aquella conversación sellaba su propio destino. En la
06:55penumbra de la cocina, Luisa encendía una vela mientras Bárbara permanecía sentada frente a ella,
07:03abatida. Los ecos del banquete aún resonaban en la casa grande, y el nombre de Mercedes,
07:10seguía en boca de todos, pero a Bárbara ya no le importaban los escándalos. Solo podía pensar en
07:18Leonardo, en su promesa rota, y en la mirada resignada de Irene. Luisa, que conocía el peso
07:25del amor imposible, la observó con ternura. No puedes rendirte, niña, dijo en voz baja,
07:31sirviéndole una taza de té. Si lo amas de verdad, no permitas que te lo arrebaten. Las decisiones de
07:39los poderosos no son eternas. Ya lo he visto antes. Bárbara suspiró. No soy tan fuerte como tú,
07:49Luisa. No puedo enfrentarme a un mundo que me desprecia por amar a quien no debo.
07:54Sí puedes, insistió la mujer. Porque tu amor no es una vergüenza. Lo que sí lo es,
08:03es vivir de rodillas ante la voluntad de otros. Mira, a Irene también está sufriendo. Si de verdad
08:12la conoces, sabrás que no quiere casarse con él. Bárbara levantó la vista, sorprendida.
08:19¿Cómo puede saber eso? Luisa sonrió con tristeza. Las mujeres reconocemos el dolor en los ojos de
08:29otras mujeres. Irene ha heredado la dulzura de su madre, no la frialdad de su padre. Pero su destino
08:37está en manos del duque, y eso la está matando por dentro. En ese momento, Alejo entró corriendo,
08:45jadeando, jadeando. Tía Luisa. Acabo de ver a Tomás merodeando por los establos. Dice que busca
08:53a Atanasio, pero no creo que sea cierto. El rostro de Luisa se endureció de inmediato. Otra vez ese
09:01hombre murmuró. Nunca deja de rondar donde no debe. Se levantó y le dijo a Bárbara,
09:09quédate aquí. Ese hombre es peligroso. Mientras tanto, en los jardines, Leonardo caminaba junto a
09:22Irene. No entiendo cómo todo ha terminado así, le decía él, con voz cansada. ¿No te mereces este
09:31compromiso forzado? Irene lo miró con los ojos llenos de lágrimas. No soy yo quien sufre más,
09:39Leonardo. Es Bárbara. Ella me lo ha dado todo, y yo le estoy quitando su felicidad. Leonardo bajó la
09:48cabeza. No es culpa tuya. Es la voluntad de los tuyos, y la cobardía de los míos. Pero te juro que
09:57no me quedaré de brazos cruzados. No importa cuántas veces intenten separarnos. Bárbara y yo
10:04no nos rendiremos. Entonces, huye con ella, susurró Irene, con desesperación, antes de que sea demasiado
10:13tarde. Mi padre no tiene piedad. Las palabras de Irene resonaron en la mente de Leonardo. ¿Huir sería
10:24posible? Pensó en Bárbara, en la dulzura de su voz, en el brillo de su sonrisa, y sintió que la
10:30idea prendía fuego a su corazón. Esa misma noche, Luisa regresó a su habitación con el rostro
10:37desencajado. Había encontrado a Tomás esperándola, una vez más, con aquella sonrisa que siempre escondía
10:45y amenaza. ¿Qué quieres ahora? Le preguntó con cansancio. Tomás sacó una navaja del bolsillo y la
10:53dejó brillar a la luz de la vela. Lo de siempre, dijo con voz suave pero peligrosa. Tu ayuda. Esa figura
11:02de oro sigue en la casa grande, y tú sabes cómo entrar sin que te vean. Si no colaboras, hablaré con
11:10José Luis. Le contaré quién eras antes de venir aquí. Luisa retrocedió, sintiendo el frío del miedo
11:19en la piel. No te atreverías. Ah, no. Sorry, Will. Tu querido sobrino, Alejo, no sabrá qué pensar cuando
11:29se entere de que su tía fue ladrona. Ayúdame, y todo quedará entre nosotros. Durante unos segundos,
11:37Luisa pensó en gritar, pero sabía que eso solo empeoraría las cosas. «Está bien», murmuró. «Te
11:46ayudaré». «Pero será la última vez». Tomás sonrió, satisfecho. Sabía que volverías a ser sensata.
11:56Cuando él se marchó, Luisa se dejó caer en una silla, con lágrimas en los ojos. En ese instante,
12:03Pepa entró y vio el estado de su hermana. «¿Qué ha pasado?», preguntó alarmada. Luisa negó con la
12:12cabeza, intentando recomponerse. «Nada que no pueda manejar». Pepa se acercó y le tomó las manos. «No
12:21me mientas. Si Tomás vuelve a molestarte, juro que lo denunciaré ante el marqués». Luisa la miró con
12:28tristeza. «¿No entiendes, Pepa? ¿Ese hombre es una serpiente?». «No solo me amenaza a mí,
12:37también a Alejo. Si abre la boca, ¿podría destruirnos a todos?». Pepa la abrazó con fuerza. «Entonces no
12:46dejaremos que lo haga». En ese momento, ambas comprendieron que el silencio ya no era una
12:53opción. El peligro crecía como una sombra, y si no actuaban pronto, Tomás lograría arrastrarlas
13:01nuevamente al abismo del que tanto habían intentado escapar. En la mañana siguiente,
13:08el aire en la casa grande estaba cargado de un silencio expectante. Victoria, con su habitual
13:15elegancia y semblante helado, se preparaba para una jornada que consideraba crucial. Había pasado gran
13:22parte de la noche sin dormir, obsesionada con una idea. Isabel le mentía. Desde hacía días,
13:29las evasivas de la gobernante y su aparente nerviosismo la habían llevado a sospechar que
13:35algo grave se ocultaba bajo la rutina doméstica. Mientras desayunaba, llamó a una de las doncellas
13:42y le ordenó con frialdad. «Tráeme a Pedrito. Quiero hablar con él». La joven, sirvienta dudó. «El niño,
13:54señora, está en los establos con Martín». Victoria frunció el ceño. «Precisamente,
14:01trae el Ujimejat». Poco después, Pedrito apareció en la galería, con las botas cubiertas de polvo y una
14:10expresión inquieta. «¿Me mandaba llamar,
14:14duquesa?», preguntó tímidamente. Victoria lo observó con una sonrisa falsa, la misma que usaba
14:22para desarmar a sus víctimas antes de atacar. «Sí, Pedrito. Quería charlar contigo. ¿Me han dicho
14:30que pasas mucho tiempo con Martín y Matilde? Qué bonito es que los criados se ayuden entre ellos,
14:37¿no crees?». El niño sintió, sin sospechar nada. «Sí, señora. Ellos son muy buenos conmigo.
14:46Y se quieren mucho, ¿verdad?», insistió Victoria. Inclinándose un poco, Pedrito dudó un instante
14:54antes de responder. «Sí, señora. Son muy amigos». Victoria alzó una ceja. «Amigos,
15:04nada más que eso». El pequeño bajó la mirada. Su silencio fue suficiente. La duquesa sonrió,
15:13satisfecha. «¿Puedes irte, Pedrito?». Y gracias por tu sinceridad. Apenas el niño se marchó,
15:22Victoria llamó a Isabel. «Explícame, querida, ¿por qué has estado ocultándome algo tan evidente?»,
15:29dijo la duquesa con voz gélida. «Sabes perfectamente a qué me refiero, Martín y Matilde. No me digas
15:38que ignorabas lo que pasa entre ellos». Isabel sintió un sudor frío recorrerle la espalda. «Señora,
15:47no quería molestarla con rumores sin importancia». «¿Rumores?», interrumpió Victoria, acercándose
15:54lentamente. «No me tomes por tonta. He tolerado tus silencios, pero esto es diferente. Una relación
16:03entre criados bajo mi techo. En secreto, eso puede poner en entredicho el orden de esta casa».
16:11«Le juro, señora», malbuceó Isabel, «que no pretendía faltarle al respeto. Pensé que sería
16:18mejor no intervenir». Victoria la miró fijamente, con una sonrisa venenosa y con ese criterio tan sabio.
16:27«¿Has permitido que el escándalo crezca?». «No sé si eres ingenua o cómplice, Isabel,
16:36pero te advierto. Si vuelvo a descubrir que me ocultas algo, te haré echar de aquí sin un centavo».
16:42La gobernanta, humillada, bajó la cabeza. «Sí, señora». Cuando Victoria se marchó,
16:50Isabel se apoyó contra la pared, tratando de contener las lágrimas. Sabía que su tiempo en la
16:57casa grande estaba contado. En ese momento, Matilde apareció en el pasillo, preocupada por el ruido.
17:05«¿Qué ha pasado?», preguntó. Isabel la miró con desesperación. «Victoria lo sabe todo».
17:13Pedrito habló sin querer. «Ahora ella irá por ti y por Martín». El rostro de Matilde se
17:22descompuso. «No puede ser. Si lo despide, se arruinará». «No tiene a dónde ir». «Y tú
17:30tampoco», respondió Isabel con dureza. «Empieza a prepararte». «Lo mejor sería que huyeran antes de
17:39que ella actúe». Matilde se quedó muda, paralizada por el miedo. «No puedo irme así,
17:46sin despedirme». «Tendrás que hacerlo», insistió Isabel. «Victoria no perdona. Cuando te mire con esa
17:56sonrisa suya, ya será tarde». Mientras tanto, Victoria continuaba su jornada con la frialdad
18:03de quien disfruta cada paso de su plan. Bajó al jardín y encontró a José Luis, que daba órdenes a
18:11unos obreros. «Querido», dijo con fingida dulzura. «He descubierto un secreto interesante en nuestra
18:18casa. Parece que una de tus criadas ha sido más desobediente de lo que imaginábamos». José Luis
18:25arqueó una ceja. «Intrigado». «¿A qué te refieres?». «La pequeña Matilde», respondió ella. «Parece que
18:35mantiene una relación con el mozo Martín. Isabel lo sabía y me lo ocultó. Imagino que eso te
18:43resultará inaceptable». El duque sonrió de lado. «A veces es útil tener criados que se distraen entre
18:51sí, pero si te incomoda, puedes hacer lo que creas conveniente. ¿No seré yo quien defienda a una
18:59sirvienta?». Victoria asintió, complacida. «Perfecto. Entonces, dejaré que se encargue
19:08personalmente de su futuro». Esa misma tarde, mientras el sol se ocultaba tras las colinas,
19:15Pedrito jugaba en el patio sin saber que sus palabras inocentes habían desencadenado una
19:21tormenta. Desde una ventana, Matilde lo observaba con el corazón encogido. Sin quererlo,
19:29murmuró con tristeza. «Nos ha condenado». Y al otro lado del jardín, Victoria sonreía,
19:36disfrutando de su victoria silenciosa. El amanecer trajo un aire de inquietud a la casa grande. Los
19:44criados trabajaban en silencio, temerosos de la tempestad que se avecinaba. Las órdenes de Victoria
19:51eran cada vez más impredecibles y el rumor sobre el castigo a Matilde se había extendido como fuego.
19:58Nadie se atrevía a hablar en voz alta, pero todos sabían que la duquesa no permitiría que una criada
20:05la desobedeciera. Sin consecuencias, Matilde se encontraba en la lavandería, intentando mantener
20:12las manos ocupadas para no pensar. El agua fría le cortaba la piel, pero su mente solo repetía una
20:19idea. Martín tiene que irse antes de que lo encuentre. La puerta se abrió de golpe y apareció
20:27Isabel jadeando. «Te busca, Matilde». «Victoria quiere verte en el salón». «Y está de muy mal humor». La
20:37joven dejó caer la prenda que lavaba. «¿Ahora mismo?» «Sí, y ve con cuidado», advirtió Isabel. «Si sospecha
20:47que mientes, estás perdida». Matilde subió las escaleras con el corazón, latiéndole en la garganta.
20:55El eco de sus pasos resonaba por el pasillo, mezclado con el murmullo del viento que entraba
21:02por las ventanas abiertas. Al llegar al salón, encontró a Victoria sentada en su sillón favorito,
21:08con las manos cruzadas y una expresión de calma helada. «¡Ah, Matilde!», dijo con una sonrisa
21:15afilada. «¡Qué puntual! ¡Sientad!». La muchacha obedeció, temblorosa. Victoria la observó durante varios
21:26segundos, disfrutando de su incomodidad. «¡Es sabido que te llevas muy bien con Martín!». «¡Qué curioso,
21:34¿no? Dos jóvenes tan unidos!». Matilde bajó la mirada. «¿Trabajamos juntos, señora?». «¿Victoria
21:43arqueó una ceja? ¿Solo eso?». El silencio de Matilde la delató. La duquesa sonrió, satisfecha. «¡No me lo
21:54niegues, querida!». «Tengo ojos en todas partes». «¿Y los niños son tan indiscretos?». Matilde se
22:02llevó una mano al pecho, comprendiendo que Pedrito había hablado. «Por favor, señora, no haga daño a
22:09Martín. Él no tiene culpa». Victoria se levantó lentamente, caminando a su alrededor como un halcón
22:18que estudia su presa. «¡Oh, claro que tiene culpa!». «Los hombres siempre la tienen, pero las mujeres nos
22:27llevamos la peor parte». «No te preocupes, no pienso castigar a Martín». «¿De verdad?», preguntó Matilde,
22:36esperanzada. Victoria sonrió con crueldad. «No, a él lo despediré. Y allí te haré desear no haberlo
22:48conocido». Matilde se puso de pie, desesperada. «No puede hacer eso. No nos hemos hecho daño a nadie».
22:58«Has mancillado mi casa con tus engaños», replicó la duquesa, su voz subiendo de tono. «Creí que Isabel te
23:07había enseñado disciplina, pero me equivoqué. Aquí nadie desobedece mis reglas». «Natie». En ese
23:16momento, Isabel apareció en el umbral, pálida. «Señora, le ruego que reconsidere. Matilde es buena
23:25trabajadora». «¿Y Martín?». Silencio. La interrumpió Victoria. «¿Tú también vas a defenderla? Tal vez
23:33deba despedirte junto a ellos». Isabel bajó la cabeza, derrotada. «Haré lo que ordenes, señora».
23:41Matilde la miró, suplicante, pero no hubo respuesta. Sabía que Isabel no podía hacer nada más.
23:50Victoria, en cambio, parecía disfrutar del momento. Esta tarde, cuando Martín regrese del campo,
23:58le entregará su paga y una carta de despido. «Quiero que se vaya antes del anochecer.
24:04Matilde intentó hablar, pero la duquesa levantó una mano. ¿No hay discusión? Considera esto un acto
24:21de misericordia». Salió corriendo del salón, con el alma hecha trizas. En el pasillo, Isabel la alcanzó.
24:30«Matilde, escújame. Aún no todo está perdido. Martín no se irá sin verte. Dile la verdad antes
24:40de que sea tarde». «¿Y qué le diré?» «Soy osó la muchacha». «¿Que lo arruiné? ¿Que por mi culpa lo echan
24:48del valle?» «Dile que lo amas», respondió Isabel con voz firme. «A veces eso basta para salvar a
24:56alguien». Matilde asintió entre lágrimas y corrió hacia los establos. Allí encontró a Martín cargando
25:05sacos de grano, sin saber nada. Al verla, sonrió, pero esa sonrisa se apagó al ver su rostro desencajado.
25:14«¿Qué ocurre?» «Nos descubrieron», murmuró ella. «Victoria lo sabe todo. Vas a ser despedido. Y yo
25:24también». Martín soltó el saco con un golpe seco. «¿Quién se lo dijo?» «Pedrito, sin querer». Ella lo manipuló.
25:35El joven apretó los puños, conteniendo la rabia. «¿No me iré sin ti? Si salgo de este valle, te llevaré
25:45conmigo». «¡No!» gritó Matilde con el corazón roto. «Si te vas, no podrás volver. No quiero ser la causa
25:55de tu desgracia». Martín la tomó por los hombros. «Mi desgracia sería perderte». En ese momento, un ruido en la
26:04puerta los interrumpió. Victoria los observaba desde lejos, con una expresión gélida. «¡Qué romántico!» dijo
26:13con sarcasmo. «No os molestéis en despedirnos». «Ya lo he visto todo». Matilde se apartó, horrorizada.
26:24Martín dio un paso adelante, pero la voz de Victoria fue cortante. «Ni una palabra más». «Mañana,
26:31al amanecer, estaréis fuera de mi casa». «¿Y si alguno se atreve a quedarse?» «¿Lo lamentará?» El
26:40sonido de sus tacones resonó como un veredicto final. Matilde rompió a llorar, y Martín la abrazó con
26:49fuerza, sabiendo que aquella noche sería la última que compartirían bajo el mismo techo. Mientras la
26:56desgracia caía sobre Matilde y Martín, en otro rincón del palacio, Luisa vivía su propio infierno. El
27:04chantaje de Tomás se volvía cada vez más cruel, y el miedo empezaba a consumirla. Aquella tarde, él
27:12volvió a aparecer. Esperándola en el pasillo que conectaba la cocina con los almacenes, llevaba la
27:19misma sonrisa torcida de siempre, pero esta vez sus ojos brillaban con una oscuridad aún más amenazante.
27:26«¿Ya lo pensaste, Luisa?» dijo, acercándose lentamente. «Esta noche iremos por la talla. Si no vienes
27:36conmigo, sabrás lo que es perderlo todo». Luisa retrocedió un paso, intentando mantener la calma. «Te lo
27:45ruego, Tomás, ya no sigas con esto. No hay nada que ganar, solo ruina». Él soltó una carcajada ronca. «Tú no
27:56entiendes. He vivido toda mi vida sirviendo a otros. Ya es hora de que me sirvan a mí. Esa figura dorada
28:05vale más que todos los años que pasé humillado. Con ella me iré de este maldito bal». La miró con
28:13malicia, sacando una navaja de su cinturón y jugando con el filo. «¿Y tú vendrás conmigo? No solo
28:22porque me debes, sino porque sabes demasiado». Luisa apretó los puños, luchando contra el temblor en sus
28:30manos. «No te temo». «Si me temes», respondió él con voz baja, acercándose tanto que podía sentir su
28:38aliento. «¿Y haces bien? Porque si hablo, todo el valle sabrá quién fuiste antes de venir aquí». El
28:47eco de esas palabras se clavó en el pecho de Luisa, como una daga. Recordó su pasado, los años en los
28:54que la pobreza la llevó a cometer errores que aún la perseguían. Pero ahora no era la misma mujer.
29:01«Había trabajado duro para redimirse, para proteger a su familia, para criar a Alejo lejos de la
29:09vergüenza. ¿No iba a permitir que Tomás lo destruyera todo? Escúchame bien», dijo con voz
29:17temblorosa, pero firme, «no te ayudaré. Si me delatas, también caerás tú». Ambos compartimos el mismo
29:27pecado. Tomás la miró con una mezcla de ira y desprecio. «Eres más tonta de lo que pensaba. Te
29:35daré una última oportunidad. Esta noche, cuando la casa duerma, irás conmigo a la galería del duque.
29:44Allí está la talla. La tomaremos y desapareceremos». «¿Y si me añego?» Entonces, dijo acercándole la
29:54navaja al cuello. «Mañana, Alejo sabrá quién es realmente su tía». El sonido de un golpe seco
30:02interrumpió el silencio. Pepa apareció detrás de él, sujetando una sartén de hierro. «No te atrevas a
30:10tozarla», gritó. Tomás se giró, furioso, pero el impacto lo hizo tambalearse. «Maldita sea,
30:19vieja metiche», rugió, sujetándose el hombro. Luisa aprovechó el momento para empujarlo y
30:28escapar. Ambas corrieron hacia la cocina, cerrando la puerta con el pestillo. «¿Estás loca?», dijo
30:36Luisa entre jadeos. «¿Podría haberte matado?». Pepa respiraba agitadamente, aún con la sartén en la
30:44mano. «¿Prefiero morir a dejar que ese canalla te toque?». Luisa se dejó caer en una silla,
30:51temblando. «Esto tiene que acabar, Pepa. No puedo seguir viviendo así». Su hermana la miró con decisión.
31:01«Entonces, denúncialo. Habla con Mercedes, con el marqués, con quien sea. Ese hombre no puede
31:09seguir en libertad. Y si me obligan a contar todo mi pasado», preguntó Luisa, con lágrimas en los ojos.
31:18«¿Y si Alejo me desprecia?». Pepa le tomó las manos con fuerza. «Alejo te ama. Te perdonará. Pero si
31:28sigues callando, Tomás ganará. No dejes que ese demonio decida tu destino». Luisa la abrazó,
31:36llorando sin contenerse. «Está bien. Hablaré. Pero esta vez quiero hacerlo bien».
31:45Mientras tanto, Tomás se tambaleaba por el pasillo, con una mano ensangrentada. Su
31:52orgullo estaba herido más que su cuerpo. «¡Malditas!», murmuró entre dientes. «¿Van a pagar?».
32:01Las dos. Esa misma noche, Alejo notó el extraño comportamiento de su tía. «Tía, ¿estás bien?»,
32:10le preguntó durante la cena. Ella intentó sonreír. «Sí, hijo. Solo estoy cansada». Pero Pepa,
32:19desde el otro lado de la mesa, la miró con gesto serio. ¿Sabía que esa calma era solo la
32:25antesala de una tormenta? Más tarde, cuando el silencio envolvió la casa, Luisa salió de su
32:33habitación con paso decidido. En la mano llevaba una lámpara encendida, y en el pecho, un miedo que
32:40ardía como fuego. No iba a oír más. No iba a dejar que Tomás siguiera amenazándola. Esa noche,
32:48por primera vez en años, estaba dispuesta a enfrentarse a su pasado, aunque le costara todo.
32:54La noche cayó sobre el valle con un silencio espeso. La casa grande dormía, envuelta en una
33:02calma engañosa, mientras en los pasillos de servicio, Luisa caminaba con paso firme,
33:08sosteniendo la lámpara que proyectaba sombras temblorosas sobre las paredes de piedra. Cada
33:13latido de su corazón resonaba como un golpe de tambor. Sabía que Tomás la esperaba en la galería,
33:20pero esta vez no iría a robar. Iría a poner fin a su tortura. En su bolsillo llevaba una pequeña
33:29cruz de madera, el único recuerdo que conservaba de su madre. Protégeme esta noche, susurró. Dame
33:37fuerza para no volver a caer. Al llegar a la galería del duque, vio a Tomás frente al armario donde se
33:45guardaban las reliquias y objetos de valor. Estaba de espaldas, intentando forzar la cerradura con una
33:52ganzúa. Llegas tarde, murmuró sin volverse. Pensé que te habías acobardado. Luisa respiró hondo.
34:01He venido, pero no a ayudarte. Tomás Shagiru, sorprendido. ¿Qué dices? Ella lo miró con una
34:12serenidad nueva. La mirada de quien ha tomado una decisión definitiva. He venido a terminar con esto,
34:19Tomás. Ya no tienes poder sobre mí. Te lo advertí. No te temo más. Él soltó una carcajada,
34:28acercándose lentamente. No me temes, pobre Luisa, siempre tan valiente en palabras, pero temblando
34:36por dentro. Sí, admitió ella. ¿Temblaba antes? Ya no. El brillo del metal cruzó el aire. Tomás sacó
34:48su navaja. No hables de valentía conmigo, mujer. ¿Eres tan culpable como yo? ¿O ya olvidaste lo que
34:56hicimos en Madrid? Las joyas, los engaños, las noches huyendo de la guardia? ¡Basta! Gritó
35:04Luisa, con lágrimas en los ojos. Sí, fui una ladrona. ¿Pero cambié? ¿Tú no? ¿A ti te devora
35:14el odio? Tomás se detuvo a un paso de ella, con el filo apuntándole al cuello.
35:20¿Entonces morirás redimido? En ese instante, una voz masculina retumbó desde la puerta.
35:29Suéltala, infeliz. Era Alejo, que había escuchado el forcejeo desde el pasillo. Corrió hacia ellos,
35:37pero Tomás lo interceptó con un empujón violento. No te metas, muchacho.
35:42Déjala, rugió Alejo, abalanzándose sobre él. Los dos hombres cayeron al suelo, forcejeando. La
35:52lámpara rodó, derramando aceite que comenzó a arder en el suelo. Las llamas crecieron lentamente,
36:00iluminando el caos. Luisa gritó, intentando apartar el fuego con un mantel. Alejo, Tomás,
36:09logró zafarse y levantó la navaja, dispuesto a clavársela. Pero antes de que pudiera hacerlo,
36:17una sombra surgió detrás de él. Pepa, armada con un pesado candelabro.
36:23Aparta de mi sobrino, desgraciado, gritó, y el golpe cayó con fuerza. Tomás cayó al suelo,
36:32aturdido, la navaja escapando de sus manos. Alejo se incorporó, jadeando, y la apartó.
36:39¿Está muerto? Luisa se arrodilló junto al cuerpo. No, solo inconsciente. Las llamas ya se habían
36:48extendido, devorando una cortina. Pepa corrió por un cubo de agua mientras Alejo y Luisa arrastraban
36:55a Tomás fuera de la habitación. Cuando el fuego fue sofocado, los tres quedaron exhaustos,
37:02temblando, cubiertos de hollín y sudor. Luisa rompió a llorar. No quería llegar a esto. Solo quería que
37:12se detuviera. Pepa la abrazó con fuerza. Ya se acabó, hermana. Lo hiciste bien. Nadie más volverá a
37:21usar tu pasado contra ti. Alejo, con los ojos brillantes de ira y dolor, miró el cuerpo de
37:28Tomás. Este hombre casi nos destruye, pero no dejaré que su sombra siga aquí. Se volvió hacia su tía.
37:39Mañana hablaremos con Mercedes. Ella sabrá cómo entregarlo al marqués. Luisa sintió, aún temblando.
37:47Sí, mañana todo saldrá a la luz. Mientras tanto, en el ala principal, Rafael conversaba con José Luis,
37:58que presumía una vez más de su inminente entrada al consejo real. El rey necesita hombres como yo,
38:05decía el duque, inflado de orgullo, firmes, respetables, con apellido. ¿No soñadores como tú?
38:14Rafael lo escuchaba en silencio, pero su paciencia comenzaba a agotarse. Padre, dijo al fin, ¿de qué
38:23sirve tanto poder si todos a su alrededor viven con miedo? Su ambición está destruyendo esta casa.
38:30José Luis soltó una carcajada. La destruirá mi éxito, querrás decir. Todo lo que soy se lo debo a mi
38:39voluntad. Tú, en cambio, solo sabes juzgar. Solo digo la verdad, replicó Rafael. Y pronto no podrá
38:49esconderla más. Su nombre no será recordado por su honor, sino por su soberbia. José Luis se levantó,
38:59furioso. Cállate, no permitiré que un hijo mío me insulte bajo mi propio techo. Pero Rafael no
39:08retrocedió. Entonces haga lo que quiera. Pero no espere que lo siga por ese camino. Julio murió por
39:16sus juegos de poder. Yo no repetiré su destino. El duque se quedó sin palabras. Rafael salió del
39:25despacho sin mirar atrás, dejando a su padre solo, devorado por su propia grandeza vacía. Esa noche,
39:32mientras la casa dormía y el viento apagaba los últimos rescoldos del fuego, Luisa se sentó junto a
39:39Alejo y Pepa. En el suelo, la lámpara ennegrecida aún olía humo. Mañana todo cambiará, dijo con voz
39:49serena. Sea cual sea el precio, hablaré. Por primera vez en muchos años, su mirada ya no reflejaba miedo,
39:58sino liberación. Al amanecer, un silencio grave envolvía la casa grande. Las primeras luces del
40:06día se filtraban entre las cortinas, revelando un lugar exhausto por las intrigas, las culpas y las
40:14vigilias. Luisa, con el rostro ojeroso y las manos temblorosas, aguardaba en el saguán. Había pedido ver
40:23a Mercedes antes de que José Luis se enterara de lo ocurrido durante la noche. Cuando Mercedes llegó,
40:29acompañada por Francisco, la mujer la miró con un gesto entre compasivo y alarmado. Pepa vino
40:36cogiendo a buscarme. ¿Qué ha pasado, Luisa? Luisa tragó saliva y respiró hondo. Es hora de que sepa la
40:45verdad. Anoche Tomás intentó robar la talla dorada del duque y me obligó a ayudarlo. Mercedes la observó
40:54fijamente, sin interrumpir. ¿Y lo hiciste? No, respondió ella, temblando. Fui para detenerlo. Pero
41:05nos atacó. Alejo y Pepa lo impidieron. Y casi lo matamos. Está inconsciente, encerrado en la despensa.
41:16Francisco exclamó. Dios mío, Luisa, ¿por qué no viniste antes? Ese hombre es un criminal. Luisa cerró los
41:26ojos. Ahogada por la vergüenza. Porque yo también lo fui. Mercedes la miró con calma. Habla. Antes de
41:36venir al valle, yo robaba junto a él, confesó, con voz quebrada. Era joven, tonta y no tenía nada. Cuando
41:47me atraparon, juré cambiar. Pero él volvió y usó mi pasado para chantajearme. Me amenazó,
41:56con contarle todo a Alejo, con destruir lo poco que construí aquí. Mercedes se acercó, tomándole las
42:04manos. Lo que hiciste ya fue pagado con el miedo que llevas dentro. ¿Nadie aquí tiene derecho a
42:12condenarte? ¿Cree que el marqués pensará igual? Preguntó Luisa, con la voz llena de angustia. ¿Y
42:20Rafael? ¿Y Alejo? Mercedes respiró hondo. El marqués aprecia la justicia, no la perfección.
42:30Hablaré con él. ¿Y Rafael sabrá distinguir entre un error y un crimen? En cuanto a Alejo,
42:38déjalo a mí. ¿No dejaré que pierda el respeto por ti? Francisco intervino con decisión. ¿Debemos
42:46entregar a Tomás a la Santa Hermandad? Si el marqués quiere limpiar este valle de sus pecados,
42:52este será el momento. Mercedes asintió. Así será. Pero Luisa, prométeme algo. ¿No volverás a callar
43:02por miedo? ¿Las verdades que se esconden en la oscuridad siempre vuelven con más fuerza?
43:08Lo prometo. Susurró ella. Mientras tanto, José Luis reunía a varios criados en el salón principal.
43:18Luciendo satisfecho, había recibido una carta del Consejo Real confirmando su nombramiento oficial.
43:25A partir de ahora, decía con voz engolada, seré parte del círculo del rey Carlos I. Los Guzmán
43:33recuperan su gloria. ¿Y nadie podrá discutir mi nombre en la corte? Rafael, que entraba en ese
43:41momento, lo escuchó desde la puerta. ¿De qué sirve tanta gloria si se construye sobre el dolor?
43:48José Luis lo miró con fastidio. Tú no entiendes nada. La historia recuerda a los vencedores,
43:56no a los moralistas. El poder sin honor no vale nada, replicó Rafael. ¿Y este valle está podrido
44:05por las mentiras de quienes se creen intocables? El duque rió con desprecio. Hablas como un campesino,
44:13hijo. Pronto entenderás que el poder no se cuestiona, se ejerce. Y esa arrogancia, respondió Rafael,
44:22es lo que destruirá todo lo que dices proteger. La tensión entre ambos creció, pero fue interrumpida
44:30por un criado que irrumpió. ¿Pálido? Señor, el marqués de Guzmán acaba de llegar. El silencio
44:38fue inmediato. José Luis se hirguió, intentando recomponerse. ¿Mi hermano? ¿Aquí? Rafael sintió un
44:48escalofrío. ¿Entonces todo cambiará? Efectivamente, el marqués Hernando de Guzmán entró
44:56pocos minutos después, acompañado por dos miembros de la Santa Hermandad. Su porte era imponente,
45:03su mirada severa. Al verlo, José Luis esbozó una sonrisa forzada. Hermano, qué sorpresa. Pensé que
45:13aún estabas en la corte. Recibí tus cartas, respondió el marqués con tono grave. Y también
45:20otras que no firmaban con tu nombre. José Luis palideció. ¿Qué quieres decir? Quiero decir,
45:29continuó Hernando, que este valle es un nido de mentiras. Las denuncias sobre robos, chantajes y
45:37crímenes me han obligado a regresar. Y no pienso marcharme hasta que cada culpa sea pagada. Rafael
45:45dio un paso adelante. Entonces has llegado justo a tiempo. Hay cosas que deben saberse. El marqués lo
45:55miró con interés. Y se sabrán. Pero primero veré al prisionero que tienen bajo custodia. Mercedes
46:04Mejau Bludeil. José Luis frunció el ceño. ¿Qué prisionero? Francisco, que acababa de entrar con
46:13Mercedes, respondió. Tomás, el ladrón que intentó robar en la galería del duque, fue detenido anoche.
46:23El marqués decidirá su destino. El rostro de José Luis se endureció. En mi casa no se toman
46:31decisiones sin mi permiso. En tu casa, tal vez, dijo Hernando, con voz de trueno. Pero en mi familia,
46:40sí. El eco de sus palabras resonó por todo el salón, marcando el inicio de una nueva era. La
46:48autoridad del duque quedaba rota. Y la justicia, por fin, había regresado al valle. Mientras los
46:56criados se apartaban, Mercedes miró a Luisa con serenidad. Ya no estás sola. Lo que comenzaste
47:03anoche será el principio del fin para todos los que se creyeron por encima del bien. Y Luisa,
47:11con lágrimas silenciosas, comprendió que su confesión no la había condenado, la había liberado.
47:17El sol ya estaba alto cuando el marqués Hernando de Guzmán ordenó reunir a todos en el gran salón.
47:26El ambiente era denso, cargado de expectación. Criados, jornaleros, damas y señores se agolpaban
47:34alrededor del estrado improvisado donde el marqués se había colocado. A su lado estaban Rafael,
47:40Mercedes y los miembros de la Santa Hermandad. En el suelo, esposado y con la cabeza gacha,
47:48Tomás aguardaba su destino. José Luis, con el orgullo herido, se mantenía erguido junto a
47:55Victoria, intentando conservar la compostura. Pero la autoridad ya no le pertenecía. Todos los ojos
48:03estaban puestos en el marqués, el verdadero patriarca de la familia Guzmán. Habitantes del
48:10valle, comenzó Hernando con voz solemne. He regresado porque mi casa se ha convertido en
48:17un reflejo de la decadencia. Aquí donde debía reinar el honor, reinó el miedo. Donde debía
48:25haber justicia, hubo corrupción. Pero eso termina hoy. Un murmullo recorrió la sala. Rafael observó
48:34el rostro de su tío. Admirando su firmeza, el marqués continuó. Anoche, este hombre Tomás intentó
48:43robar en la casa grande y amenazó a inocentes. Ha sido hallado culpable de conspirar, de chantajear
48:51y de sembrar la deshonra en este hogar. Su destino está en manos de la hermandad. El capitán Ramiro,
48:58de la santa hermandad, dio un paso adelante. Será trasladado al tribunal de la provincia. Si confiesa,
49:07podría evitar la horca. Si no, la justicia del reino se encargará de él. Tomás levantó la cabeza,
49:16con una sonrisa burlona. Todos vosotros sois hipócritas. ¿Acaso creéis que soy el único pecador
49:24aquí? Los Guzmán siempre se alimentaron del pecado ajeno. Yo solo jugué con las reglas que
49:31ustedes mismos escribieron. Silencio, rugió el marqués, golpeando el suelo con su bastón. Ningún
49:40hombre puede justificar su maldad culpando a otros. Luisa, que había permanecido al fondo,
49:47cerró los ojos. Sentía el peso del pasado en cada palabra, pero ya no temía. Mercedes le tomó la mano
49:56y murmuró, ya está. Terminó. Tomás fue arrastrado fuera del salón por los soldados, gritando insultos
50:05hasta que su voz se perdió en la distancia. Un silencio sepulcral llenó el lugar. Entonces el
50:13marqués volvió su mirada hacia José Luis. Y ahora, dijo con voz grave, hablemos del verdadero origen de
50:20esta ruina. ¿El duque intentó mantener la calma? ¿Insinúas que yo tengo culpa en esto? No lo insinúo,
50:30respondió Hernando. Lo afirmo. Tú convertiste el poder en un instrumento de vanidad. Obligar a Irene
50:39a casarse por conveniencia, manipular a los jornaleros, oprimir a tus propios hijos. ¿Eso
50:45es ser un Guzmán? José Luis apretó los puños, luchando por no gritar. ¿He defendido nuestro nombre?
50:53¿He elevado esta casa ante el rey? Nadie puede reprochármelo. ¿Has defendido tu ambición? No el
51:01honor, replicó Hernando. Tu título no te redime de tus faltas. Has olvidado que el poder no pertenece
51:10al que lo impone, sino al que lo merece. Rafael dio un paso adelante. Padre, ya basta. El marqués tiene
51:20razón. Julio murió intentando detener esta podredumbre. ¿No dejaré que su sacrificio sea
51:27en vano? Las palabras de su hijo lo golpearon con fuerza. José Luis retrocedió un paso. La mirada
51:36perdida. Por un momento, el orgullo se quebró en su rostro, dejando ver algo parecido a la culpa.
51:43Pero Victoria, a su lado, murmuró. No te humilles. Eres el duque. Nadie puede arrebatarte eso. El marqués
51:53la miró con desprecio. Tú, Victoria, fuiste su cómplice. Tus intrigas con Isabel y tu crueldad con
52:03los criados casi destruyen esta casa. Pero el castigo que mereces no lo dictaré yo, sino la soledad,
52:12porque nadie en este valle volverá a respetarte. Victoria se quedó petrificada mientras los murmullos
52:20crecían a su alrededor. Entonces Rafael habló, dirigiéndose a todos. Hemos vivido bajo la sombra
52:28del miedo y la ambición. Pero hoy termina esa era. Julio fue la primera víctima y demasiados
52:36inocentes pagaron después. De ahora en adelante, este valle no se gobernará con soberbia, sino con
52:44justicia. Los jornaleros, emocionados, aplaudieron. Mercedes, con lágrimas en los ojos, exclamó. Así
52:54sea. El marqués asintió solemnemente. A partir de hoy, Rafael de Guzmán será el encargado de
53:02administrar estas tierras. José Luis conservará su título, pero no su poder. Que el futuro del valle
53:10esté en manos de quien aún tiene conciencia. José Luis no dijo una palabra. Se limitó a mirar a su
53:19hijo con una mezcla de resentimiento y derrota. Más tarde, cuando todos se dispersaron, Rafael salió
53:27al patio. El sol brillaba sobre los campos y por primera vez en mucho tiempo el aire no olía a miedo,
53:35sino a esperanza. Adriana se acercó, sonriendo con ternura. Tu hermano puede descansar al fin,
53:44le dijo. Rafael asintió, mirando el horizonte. Y este valle también. Desde el balcón, Mercedes observaba
53:53la escena. A su lado, Luisa y Pepa se abrazaban, sabiendo que habían sobrevivido a lo peor. El viento
54:01soplaba suave entre los árboles, llevando consigo el eco de las últimas palabras del marqués. La justicia
54:09ha vuelto a valle salvaje. En sé. Y así, entre lágrimas y silencios, la casa de los Guzmán iniciaba
54:19una nueva era, marcada no por la ambición, sino por la redención.
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44:40
jibej
hace 6 días