#LaPromesa #avance #capítulo
Manuel y Alonso chocan por Leocadia
El regreso de Samuel y la incómoda sombra del coronel Fuentes agitan los pasillos de La Promesa, pero es Leocadia quien provoca la mayor tormenta: sus palabras dividen a Alonso y Manuel, despertando una desconfianza que amenaza con romper su relación. Mientras el marqués la defiende con una fe ciega, su hijo sospecha que todo es una maniobra oculta. Entre secretos, tensiones militares y alianzas peligrosas, la pregunta es inevitable: ¿qué está dispuesta a hace ...
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#LaPromesa, #avance, #capítulo, #652Manuel, #Alonso, #chocan, #Leocadia
Manuel y Alonso chocan por Leocadia
El regreso de Samuel y la incómoda sombra del coronel Fuentes agitan los pasillos de La Promesa, pero es Leocadia quien provoca la mayor tormenta: sus palabras dividen a Alonso y Manuel, despertando una desconfianza que amenaza con romper su relación. Mientras el marqués la defiende con una fe ciega, su hijo sospecha que todo es una maniobra oculta. Entre secretos, tensiones militares y alianzas peligrosas, la pregunta es inevitable: ¿qué está dispuesta a hace ...
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#LaPromesa, #avance, #capítulo, #652Manuel, #Alonso, #chocan, #Leocadia
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CortometrajesTranscripción
00:00Manuel y Alonso chocan por Leocadia. El regreso de Samuel y la incómoda sombra del coronel
00:10Fuentes agitan los pasillos de la promesa. Pero es Leocadia quien provoca la mayor tormenta.
00:16Sus palabras dividen a Alonso y Manuel, despertando una desconfianza que amenaza con romper su
00:21relación. Mientras el marqués la defiende con una fe ciega, su hijo sospecha que todo
00:28es una maniobra oculta. Entre secretos, tensiones militares y alianzas peligrosas, la pregunta es
00:36inevitable. ¿Qué está dispuesta a hacer Leocadia para consolidar su poder en el palacio? El sol
00:43del 11 de agosto se alzaba sobre la promesa con una lentitud perezosa, casi reacia, como
00:49si presintiera que la jornada que estaba a punto de iluminar estaría cargada de una tensión
00:53más densa que la propia humedad del estío. En los pasillos del palacio, el aire no sólo
01:01olía a cera de abeja y a las primeras flores del día, sino también a secretos guardados,
01:06a rencores fermentados y a lealtades puestas a prueba. Era un día que prometía ser un crisol
01:13donde los metales más puros y los más viles de las almas que allí habitaban serían sometidos
01:17al fuego. En el corazón de la tormenta que se gestaba, dos hombres, padre e hijo, se
01:25encontraban en trayectorias de colisión, unidos por la sangre pero divididos por la figura enigmática
01:30de una mujer, Leocadia. Alonso, el marqués de Luján, había amanecido con el ceño fruncido
01:38y un peso en el pecho que no era nuevo, pero que se había intensificado durante la noche.
01:43Las palabras de Leocadia, sembradas con una astucia casi invisible, habían echado raíces
01:50en su mente. Le había hablado no con acusaciones directas, sino con suspiros de resignación,
01:58con miradas de mártir y con frases cuidadosamente ambiguas sobre la incomprensión del joven Manuel.
02:05No le culpo, señor marqués, le había dicho la tarde anterior, mientras le servía un vaso de
02:10agua en la biblioteca. Es joven, y su lealtad a su madre es, admirable, es natural que vea en
02:19mí a una enemiga, aunque yo solo haya querido el bienestar de esta casa. Cada palabra era una obra
02:26de arte de la manipulación, diseñada para pintar a Manuel como un niño caprichoso y a ella como una
02:32víctima noble. Y había calado hondo. Alonso, un hombre de honor que valoraba la gratitud por encima
02:40de muchas cosas, se sentía en deuda con Leocadia. Ella había aparecido en el momento más oscuro,
02:48cuando la ruina amenazaba con devorar la promesa, y les había ofrecido un salvavidas. A sus ojos,
02:55dudar de ella era una afrenta, una ingratitud de la peor especie. Por eso, esa mañana, mientras se
03:01anudaba la corbata con dedos tensos, tomó una decisión, hablaría con Manuel. Le exigiría,
03:09como padre y como marqués, un mínimo de decoro y respeto hacia la mujer que, según él, les había
03:15salvado. Mientras tanto, Manuel vivía en un universo paralelo de sospecha. Para él, Leocadia no era una
03:24salvadora, sino una usurpadora silenciosa. Cada gesto amable, cada palabra solicita, era, en su
03:33opinión, una pieza más en un juego de ajedrez que sólo ella entendía por completo. Veía cómo se movía
03:40por la casa, cómo ganaba la confianza de su padre, y sentía un frío reptil de alarma recorrerle la
03:46espalda. Su instinto, ese que tantas veces le había guiado en el aire a los mandos de su aeroplano,
03:53le gritaba que había un peligro oculto, una turbulencia invisible que amenazaba con hacerles
03:58estrellar. No tenía pruebas concretas, sólo un mosaico de pequeñas incongruencias, de miradas
04:06que duraban un segundo de más, de frases que parecían tener un doble fondo. Y eso le frustraba aún más,
04:13cómo podía luchar contra una sombra. El encuentro era inevitable. Alonso encontró a su hijo en el
04:21hangar, revisando el motor de su aeroplano con una concentración que era casi una forma de evasión.
04:29El olor a aceite y a metal era el refugio de Manuel, el único lugar donde sentía que tenía el control.
04:36Manuel, la voz de Alonso resonó en el espacioso hangar, más severa de lo que pretendía.
04:41Manuel no se giró de inmediato. Terminó de ajustar una tuerca, limpiándose las manos en un trapo con
04:49una deliberación que era en sí misma una pequeña insubordinación. Finalmente, se volvió para encarar
04:56a su padre. Padre, respondió, su tono neutro, expectante. Tenemos que hablar, dijo Alonso,
05:04acortando la distancia entre ellos. Y no aquí. En la biblioteca, ahora, el paseo silencioso por
05:12los jardines y pasillos fue un preludio cargado de electricidad. Manuel seguía a su padre, sintiendo
05:19el peso de la reprimenda que se avecinaba. Una vez en la biblioteca, con las puertas de roble
05:24macizo cerradas, el mundo exterior desapareció, dejando solo a los dos hombres y el abismo que se
05:30abría entre ellos. Alonso se sirvió una copa de brandy, aunque era temprano. Necesitaba el calor
05:37del licor para armarse de valor o, quizás, para aplacar la ira que sentía crecer en su interior.
05:43No voy a andarme con rodeos, Manuel, comenzó, su voz retumbando en el silencio solemne de la
05:51estancia. Tu actitud hacia Leocadia es inaceptable, es grosera, es irrespetuosa y, sobre todo, es
05:59injusta. Manuel apretó la mandíbula. Había esperado aquello, pero la acusación directa le golpeó con
06:07fuerza. Injusta, padre, ¿o es que acaso soy el único que se atreve a ver lo que tenemos delante de
06:15nuestras narices? ¿Y qué es lo que tenemos delante, según tú? Ilumíname, replicó Alonso con un sarcasmo
06:23afilado. Yo lo que veo es a una mujer que nos tendió la mano cuando nos ahogábamos. Una mujer que arriesgeó
06:31con acento agudo su propio patrimonio para salvar el nuestro. Y a cambio, recibe tus miradas de
06:39desdén y tus comentarios mordaces. ¿Es ese el pago que los Luján dan a sus benefactores?
06:46No es nuestra benefactora, es nuestra creedora. Estalló Manuel, incapaz de contenerse más.
06:54Y hay una diferencia abismal. Ella no lo hizo por bondad, lo hizo por interés. ¿No lo ves? Nos ayudó
07:00para poder entrar en esta casa, para tenernos cogidos por el cuello. Quería poder, influencia.
07:08Quería un lugar desde el que seguir atormentando a mamá, incluso en su ausencia.
07:14Alonso golpeó la mesa con la palma de la mano, haciendo vibrar los libros centenarios en sus
07:19estantes. Basta ya de mencionar a tu madre en esto, tu lealtad a Cruz de Ciega. Leocadia ha
07:27demostrado ser una aliada. Ha sido discreta, eficiente, ha sido calculadora. Le interrumpió
07:34Manuel, dando un paso al frente. Su voz, aunque más baja, estaba cargada de una intensidad que
07:42superaba el grito de su padre. Cada uno de sus movimientos es una jugada maestra de manipulación.
07:48consuela a unos, asesora a otros, se hace indispensable. Te susurra al oído lo ingrato
07:55que soy, ¿verdad? Te hace verla como una pobre víctima de mis recelos. Es una estratega,
08:02padre, y su campo de batalla es esta familia, y su trofeo es la promesa.
08:09La vehemencia de Manuel sorprendió a Alonso. Por un instante, una duda fugaz cruzó sus ojos,
08:14pero la borró de inmediato, reafirmándose en su postura. La gratitud era un pilar de su código
08:22de honor, y no permitiría que su hijo lo derribara. Estás paranoico, sentenció Alonso,
08:30con una frialdad que hirió a Manuel más que cualquier grito. Estás viendo fantasmas donde
08:36no los hay, movido por un rencor que no te pertenece. Leocadia es una señora, y exijo
08:44que la trates como tal. No te pido que seas su amigo. Te exijo que te comportes con la educación
08:51que se te ha dado. Que cesen las miradas hostiles, los silencios acusadores y los comentarios
08:56impertinentes. Ha quedado claro. Manuel miró a su padre, y por primera vez en mucho tiempo,
09:03no vio al hombre que admiraba, sino a un extraño. Un hombre al que no reconocía,
09:10obnubilado por el veneno dulce de una mujer astuta.
09:15La decepción era un sabor amargo en su boca. «Sí, padre», dijo finalmente, su voz vacía
09:21de toda emoción. «Ha quedado perfectamente claro. Me comportaré como el hijo educado
09:27que deseas que sea». Hizo una pausa, y sus ojos se clavaron en los de Alonso con una última
09:34chispa de desafío. «Pero que te quede claro a ti también, no confío en ella, y no dejaré
09:41de vigilarla. Seguiré tirando del hilo, y te juro que tarde o temprano descubriré qué
09:47es lo que esconde tu preciada Leocadia». «Y ese día, espero que estés preparado para
09:53ver la verdad». Sin esperar respuesta, Manuel se dio la vuelta y salió de la biblioteca,
09:59dejando a Alonso solo con su brandy, el eco de sus palabras y una inquietud que, por mucho
10:04que intentara negarlo, había comenzado a roerle por dentro. La conversación, lejos
10:11de resolver nada, solo había servido para solidificar las trincheras.
10:14La guerra fría en la promesa acababa de entrar en una nueva y peligrosa fase. Y desde el umbral
10:22de una puerta cercana, oculta por la sombra de un pesado cortinaje, Leocadia lo había
10:27escuchado todo. Una sonrisa casi imperceptible, fina como el filo de una navaja, se dibujó
10:35en sus labios. El marqués estaba de su lado. El hijo era un problema, pero un problema predecible.
10:44El enfrentamiento entre ellos era, de hecho, parte de su plan. Porque mientras padre e hijo
10:50luchaban, ella consolidaba su posición, tejiendo su red con hilos de seda, cada vez más fuerte,
10:56cada vez más invisible. El caos era su aliado. La presencia del coronel Fuentes era como una
11:03mancha de humedad en una pared impoluta. Al principio discreta, pero con el tiempo,
11:09imposible de ignorar, extendiéndose y corrompiendo todo lo que tocaba.
11:14Alfonso Mendiguchía, en su papel de coronel, no caminaba, sino que marchaba, incluso por los
11:20pasillos alfombrados de la promesa. Su espalda recta, su mentón altivo y su mirada penetrante
11:28parecían evaluar constantemente la valía. O la falta de ella, de todo y de todos.
11:35Catalina fue la primera en experimentar el choque directo con la mentalidad castrense
11:39del coronel. Se encontraba en su despacho, el antiguo despacho de su padre que había
11:46convertido en el centro neurálgico de la gestión de la finca, con los libros de cuentas abiertos
11:51y la mente sumergida en columnas de números. Para ella, esos libros eran poemas de lógica
11:58y supervivencia, la prueba tangible de que la promesa podía y debía ser autosuficiente.
12:05La puerta se abrió sin un golpe previo. El coronel Fuentes entró, sus botas haciendo
12:10un ruido sordo sobre la madera.
12:11Señora de Luján, dijo, su tono no era una pregunta, sino una declaración. No la llamaba
12:20por su nombre, sino por un título que, en sus labios, sonaba a concesión.
12:27Catalina levantó la vista, sus ojos azules, normalmente cálidos, se enfriaron al instante.
12:35No le gustaban las interrupciones, y menos aún las que venían con un aire de superioridad
12:40tan palpable. Coronel, respondió, dejando su pluma a un lado. ¿Puedo ayudarle en algo?
12:48Como ve, estoy bastante ocupada. Fuentes ignoró la indirecta, paseó la mirada por la habitación,
12:56deteniéndose en los libros de contabilidad con una mueca de leve desdén. Números, números,
13:03una ocupación curiosa para una dama. Aunque supongo que alguien debe hacerlo.
13:07Se acercó a la ventana, desde donde se veía a un par de mozos de cuadra trabajando.
13:16He visto a su hijo en el jardín, un muchacho robusto, con buena planta. Catalina se tensó.
13:23Cualquier mención a su hijo la ponía en guardia. Es un niño sano, gracias a Dios.
13:28La salud es el primer requisito para un soldado. Continuó el coronel, volviéndose hacia ella.
13:38Su sonrisa era gélida. Debería ir pensando en su futuro. En inculcarle los valores correctos.
13:45La disciplina, el honor, el servicio a la patria. Un niño bien educado es un futuro oficial.
13:51Un pilar para el ejército y para España. El comentario aterrizó en el despacho como una granada.
14:00La insinuación de que ella, Catalina, no estaba educando a su hijo correctamente y la presunción
14:06de que el único futuro honorable para él era el ejército, encendieron una furia helada en su interior.
14:11Se levantó de su silla, lenta, deliberadamente, para quedar a su altura.
14:18Su porte, aunque menos rígido que el del militar, no carecía de autoridad.
14:25Coronel Fuentes, comenzó, su voz era seda afilada.
14:29Le agradezco su interés por el futuro de mi hijo.
14:32Sin embargo, permítame que le aclare un punto. Los valores que le inculco son el pensamiento crítico,
14:40la compasión, la honestidad y el amor por el trabajo bien hecho.
14:46Su futuro será el que él elija, ya sea gestionando estas tierras, estudiando las estrellas o escribiendo poesía.
14:52Lo que le aseguro es que no será educado para obedecer órdenes ciegamente ni para considerar la guerra como el cénit de la gloria masculina.
15:03La sonrisa del coronel se desvaneció, reemplazada por una máscara de ofendida incredulidad.
15:11Está usted menospreciando el servicio militar. Señora, estoy defendiendo la libertad de mi hijo, coronel, replicó Catalina sin pestañear.
15:19Una libertad que, irónicamente, muchos soldados dicen proteger.
15:26Ahora, si me disculpa, mis curiosos números me reclaman.
15:31Hay que pagar los salarios, y eso, le aseguro, requiere más lógica que disciplina militar.
15:38Fue una despedida en toda regla. El coronel Fuentes, desacostumbrado a que le contradijeran,
15:44y mucho menos una mujer, se quedó un instante sin palabras.
15:47Un color rojizo le subió por el cuello, sin decir nada más, dio media vuelta y salió del despacho con un portazo que hizo temblar un retrato del abuelo de Catalina.
16:00Catalina se quedó de pie, respirando hondo, con el corazón latiéndole con fuerza, no por miedo, sino por la adrenalina del enfrentamiento.
16:08Sabía que se había ganado un enemigo, pero no le importaba.
16:14Habían tocado a su hijo, y ahí es donde ella trazaba la línea.
16:19No muy lejos, en el salón principal, Lorenzo, el capitán de la mata, observaba la escena con una mezcla de terror y sombría satisfacción.
16:27El coronel Fuentes era su superior directo, y su presencia en la promesa era una tortura constante.
16:37Cada conversación era un examen, cada mirada una evaluación.
16:41Lorenzo, un hombre acostumbrado a ser el quien ostentaba el poder y la autoridad, se veía reducido a un subordinado tenso y sudoroso.
16:48Ver al coronel salir furioso del despacho de Catalina le provocó un escalofrío.
16:55Sabía que ese mal humor recaería sobre alguien, y él era el candidato más probable.
17:01Lorenzo, había dicho el coronel esa misma mañana en el desayuno, espero que sus asuntos en esta finca estén tan en orden como su uniforme.
17:11La amenaza velada era tan clara como el agua.
17:13Y Leocadia, sentada en un sillón cercano, fingiendo leer una novela, lo observaba todo.
17:21Observaba a Catalina, firme y desafiante.
17:24Observaba a Lorenzo, pálido y nervioso.
17:28Observaba la estela de ira que dejaba el coronel.
17:31Y ella, mejor que nadie, entendía la dinámica de poder que se estaba desplegando.
17:38La presencia de un superior como Fuentes no significaba diálogo ni negociación.
17:43Significaba una cosa, y solo una, obediencia obligada.
17:48Y en un entorno de obediencia ciega, los que saben mover los hilos en la sombra, como ella, tienen el terreno más fértil para actuar.
17:58El coronel, sin saberlo, estaba creando el tipo de tensión que a ella más le beneficiaba.
18:03El verdadero motivo de la estancia del coronel Fuentes era un secreto celosamente guardado.
18:10Un murmullo que se movía por los pasillos más discretos de la promesa, lejos de los oídos de los marqueses y del propio Lorenzo.
18:17Y quien poseía la clave de ese secreto era Curro, el joven que había demostrado una y otra vez que su apariencia juvenil ocultaba una mente astuta y un valor considerable.
18:28Pía, la gobernanta, sentía una angustia creciente.
18:34Como responsable del servicio, tenía un instinto infalible para detectar problemas.
18:38Y el coronel Fuentes era un problema mayúsculo.
18:43Lo veía observar a Lorenzo, pero también notaba sus miradas evaluadoras hacia el personal.
18:50Su miedo, sin embargo, tenía un nombre y un apellido, Ángela.
18:54La joven doncella, por su cercanía con el capitán de la mata, era la única que tenía acceso regular a su despacho, a sus papeles, a su vida privada.
19:03Si el coronel buscaba algo, Ángela era la persona más vulnerable, la que podría quedar atrapada en el fuego cruzado.
19:14Atormentada por esta idea, buscó a Curro.
19:17Lo encontró cerca de la zona de servicio, revisando unas herramientas.
19:23Esperó a que estuvieran solos, mirando a ambos lados del pasillo antes de hablar.
19:29Curro, tengo que hablar contigo, dijo en un susurro apremiante.
19:33Es sobre el coronel.
19:36Curro dejó las herramientas y le prestó toda su atención.
19:39Vio la genuina preocupación en el rostro de Pía.
19:43Dime, Pía, ¿qué ocurre?
19:45Ese hombre, no está aquí de visita social.
19:48La forma en que mira a todo el mundo, especialmente al capitán.
19:54Tengo un mal presentimiento, y temo por Ángela.
19:57Ella es quien ordena sus cosas, quien limpia su despacho.
20:00Si Lorenzo ha hecho algo, ilegal, y ese hombre lo está investigando, Ángela será la primera a la que interroguen.
20:11La presionarán, la asustarán.
20:13Es solo una muchacha, Curro.
20:15Podrían arruinarle la vida.
20:17Curro puso una mano tranquilizadora en el brazo de Pía.
20:22Su calma era un bálsamo para los nervios crispados de la gobernanta.
20:28Pía, escúchame, tienes razón.
20:30El coronel no está aquí de vacaciones.
20:33Pero no tienes que temer por Ángela.
20:34Al contrario.
20:37Pía le miró, confundida.
20:39Al contrario, ¿qué quieres decir?
20:41Curro la guió a un rincón más apartado.
20:44La vieja sala de planchado, ahora en desuso.
20:48El coronel Fuentes está aquí para investigar los negocios ocultos de Lorenzo.
20:53Sus contrabandos, sus acuerdos turbios.
20:57Todo, y no es casualidad.
20:59Yo, yo he tenido algo que ver en que su atención se dirija hacia aquí.
21:02Pía abrió los ojos como platos.
21:06Tú, pero, ¿cómo?
21:08Tengo mis contactos, dijo Curro con sencillez.
21:13Gente que le debe favores a mi padre.
21:15Gente que odia a Lorenzo tanto como nosotros.
21:20Hice llegar una serie de informaciones anónimas a los canales adecuados.
21:24Sugerencias, pistas.
21:27Lo suficiente para que un perro de presa como Fuentes oliera la sangre y decidiera venir a cazar en persona.
21:32La audacia del plan dejó a Pía sin aliento.
21:38Pero su miedo por Ángela no se disipó.
21:42Pero eso es aún más peligroso para ella.
21:45Estará en el centro de todo.
21:46Ahí es donde te equivocas, aseguró Curro, su voz llena de confianza.
21:53Lo tengo todo calculado.
21:54El coronel cree que viene a descubrirlo todo por sí mismo.
21:57Pero en realidad, le estamos guiando.
22:01Y parte del plan es mantener a Ángela completamente a salvo.
22:05Hablé con ella hace días.
22:08Le di instrucciones muy precisas.
22:11¿Instrucciones?
22:12Susurró Pía.
22:14Sí.
22:14Le dije que, bajo ningún concepto, debía tocar, leer o mover ningún libro de contabilidad,
22:20ninguna carpeta ni ningún papel del escritorio del capitán que no fuera correspondencia personal evidente.
22:28Le dije que si él le pedía archivar algo, debía decir que estabas tú muy estricta con las tareas y que no tenía tiempo, que lo haría más tarde.
22:35Hemos creado una coartada perfecta para ella.
22:41Si el coronel registra el despacho y encuentra pruebas, Ángela podrá decir con total sinceridad que ella nunca ha visto esos documentos,
22:48que su trabajo se limita a limpiar y ordenar la ropa.
22:53No hay forma de que puedan implicarla.
22:55Curro hizo una pausa y miró a Pía a los ojos.
22:57De hecho, la documentación más incriminatoria, la que realmente puede hundir a Lorenzo, ya no está en su despacho.
23:09Me las ingenié para conseguirla hace tiempo.
23:11El coronel encontrará lo suficiente para confirmar sus sospechas y abrir una investigación formal.
23:17Pero las pruebas clave las tengo yo.
23:21Ángela no corre absolutamente ningún riesgo.
23:24Te doy mi palabra.
23:24Pía sintió como si un peso enorme se levantara de sus hombros.
23:31La inteligencia y la previsión de Curro la maravillaban.
23:34No era solo un joven valiente, era un estratega.
23:39La gratitud inundó su rostro.
23:41Curro, no sé qué decir, gracias, has pensado en todo.
23:46Alguien tiene que hacerlo, respondió él con una media sonrisa.
23:50Lorenzo ha hecho demasiado daño durante demasiado tiempo.
23:52Es hora de que pague por ello.
23:56Y nos aseguraremos de que ningún inocente caiga con él.
24:00Pía asintió.
24:01Su confianza en el joven renovada.
24:03La presencia del coronel seguía siendo una fuente de tensión.
24:07Pero ahora la veía de otra manera.
24:10No era solo una amenaza.
24:12Era una herramienta.
24:13Una herramienta que Curro estaba manejando con una precisión quirúrgica para extirpar el tumor que era Lorenzo de la vida de la promesa.
24:19En otro rincón del palacio, la dinámica era menos conspiratoria pero igualmente compleja.
24:29Samuel, el sacerdote, había regresado.
24:32Su presencia siempre traía una especie de calma erudita, un contrapunto a las pasiones desatadas que a menudo gobernaban la casa.
24:39Había vuelto para supervisar las obras de la casa parroquial, pero con los trabajos aún en marcha, no tenía un lugar donde quedarse.
24:48Fue Petra, siempre atenta a cualquier oportunidad de ganar favor y demostrar su piedad, quien le hizo la sugerencia.
24:58Lo encontró en el jardín, contemplando las rosas con una expresión melancólica.
25:03Padre Samuel, es una alegría tenerle de vuelta, dijo Petra, juntando las manos con su habitual gesto de devoción.
25:09Aunque sea por estas circunstancias de las obras, gracias, Petra.
25:16La casa de Dios requiere paciencia, respondió él con una sonrisa amable.
25:20Pero me temo que seré una molestia hasta que esté habitable.
25:26¡Tonterías!
25:27Exclamó Petra.
25:30Usted no es nunca una molestia.
25:32De hecho, los marqueses, antes de...
25:35Bueno, antes de todo, le extendieron una invitación abierta para quedarse aquí siempre que lo necesitara.
25:43La promesa es su casa.
25:45Hizo una pausa dramática.
25:46Sugiero que se quede de nuevo con nosotros.
25:48En la zona del servicio hay habitaciones de sobra.
25:53Estará cómodo y bien atendido.
25:55La oferta era, en apariencia, generosa.
25:59Samuel, agradecido, aceptó la propuesta.
26:02Es usted muy amable, Petra.
26:06Acepto gustoso para no tener que imponer mi presencia en la zona noble.
26:10Sin embargo, la idea no fue recibida con el mismo entusiasmo por todos.
26:14Cristóbal, el lacayo, era un hombre de principios rígidos y un sentido del orden social muy arraigado.
26:24Para él, las cosas tenían un lugar y un propósito, y mezclarlos era una fuente de caos.
26:29La noticia de que un sacerdote iba a instalarse en sus dominios le pareció una aberración.
26:38Encontró a Curro, que por un acuerdo práctico se había convertido en el compañero de cuarto de Samuel durante su anterior estancia, y no ocultó su desagrado.
26:46—¿Es cierto lo que se oye? —preguntó Cristóbal, con los brazos en jarras.
26:52—He oído a Petra decir que el cura se instala con nosotros.
26:58—Otra vez. Curro, que estaba puliendo unas botas, levantó la vista.
27:03—Sí, Cristóbal.
27:05—La casa parroquial está inhabitable. ¿A dónde quieres que vaya? ¿A dormir al raso?
27:10—No es asunto mío a dónde vaya, replicó Cristóbal, su voz cargada de indignación.
27:19—Pero este es el ala del servicio. Aquí vivimos los que trabajamos para los señores.
27:25—Un sacerdote no es un sirviente. Es un hombre de Dios. Su lugar está en la zona noble, o en su propia casa.
27:34—Meterlo aquí es, impropio, revuelve el orden natural de las cosas. Curro suspiró.
27:40—Entendía el punto de vista de Cristóbal, aunque no lo compartía. Cristóbal, es un arreglo temporal.
27:48—Y el padre Samuel es un hombre humilde, no le importa compartir espacio. Además, es una buena persona.
27:56—¿Qué más da donde duerma? A mí me da. Insistió Cristóbal, bajando la voz. La gente hablará.
28:03—Dirán que los Luján tienen a un cura viviendo con la servidumbre. Es una falta de respeto para él y nos pone a nosotros en una situación incómoda.
28:15—¿Qué se supone que debo hacer? ¿Tratarle como a un igual, como a ti o a Lope? ¿O mostrarle la deferencia de vida a un sacerdote? Todo se vuelve confuso.
28:24—Las explicaciones de Curro, apelando a la lógica y a la compasión, rebotaban contra el muro de la estricta moral de Cristóbal.
28:35—Para él, no era una cuestión de comodidad, sino de principios. La jerarquía, tanto social como divina, era un pilar que mantenía el mundo en orden, y la decisión de Petra, aunque bien intencionada, la estaba socavando.
28:48—La conversación terminó sin acuerdo, con Cristóbal alejándose, mascullando su desaprobación.
28:57La llegada de Samuel, lejos de traer paz, había sembrado una nueva y pequeña semilla de discordia en el ya convulso microcosmos del servicio.
29:08Mientras tanto, un drama más íntimo y silencioso se desarrollaba en el corazón de las cocinas y los pasillos de servicio.
29:14—Bera, la doncella que había llegado a la promesa huyendo de un pasado oscuro, estaba sumida en una tristeza que ni el trabajo ni la compañía de sus amigos lograban disipar.
29:27Cada día que pasaba, el peso de la nostalgia y la culpa se hacía más insoportable.
29:34Pensaba en su familia, en la vida que había dejado atrás, pero sobre todo, su mente volaba constantemente hacia la figura de su hermano.
29:41—¿Estaría bien? ¿La odiaría por haber huido? ¿Se sentiría abandonado?
29:48Lope y Teresa, sus amigos más cercanos, veían cómo la luz se apagaba en los ojos de Vera.
29:56Su risa, antes frecuente, se había vuelto una rareza, y a menudo la encontraban con la mirada perdida, ajena a todo lo que la rodeaba.
30:04Decidieron que tenían que hacer algo para animarla. El plan era sencillo, nacido de la bondad de sus corazones.
30:14Lope, aprovechando un momento de calma en las cocinas, preparó unos pastelillos de crema especiales, los favoritos de Vera, decorándolos con un cuidado exquisito.
30:23Teresa, por su parte, recogió un pequeño ramillete de flores silvestres del jardín.
30:33Juntos, la buscaron con la intención de sorprenderla. La encontraron en el lavadero, doblando sábanas con una lentitud mecánica.
30:40La luz que entraba por la ventana alta iluminaba las motas de polvo y la expresión desolada de su rostro.
30:50Vera, exclamó Teresa con una alegría un poco forzada. Te estábamos buscando.
30:57Lope se acercó, ofreciéndole el plato con los pastelillos. Una creación especial del chef, solo para ti.
31:03Con doble de crema y una pizca de canela, como te gustan, Vera les miró, y por un instante, una genuina chispa de gratitud brilló en sus ojos.
31:16Tomó un pastelillo, agradeciéndoles con una voz que era apenas un murmullo.
31:21Intentó sonreír, pero el gesto se quebró a mitad de camino, convirtiéndose en una mueca de dolor.
31:28Sois, sois muy buenos conmigo, dijo, y sus ojos se llenaron de lágrimas.
31:33Demasiado buenos.
31:36Teresa la abrazó.
31:37Pero, ¿qué dices, mujer? ¿Qué te ocurre? ¿Puedes contárnoslo?
31:41Vera negó con la cabeza, incapaz de hablar al principio.
31:47La amabilidad de sus amigos, en lugar de consolarla, había abierto las compuertas de su pena.
31:54Es que, no me lo merezco, sollozó contra el hombro de Teresa.
31:58Pienso en mi casa.
32:00En mi hermano.
32:01Le dejé solo, güey para salvarme yo, y le abandoné a su suerte.
32:05Cada vez que sonreís, cada vez que hacéis algo bueno por mí, me siento una impostora.
32:12Porque mientras yo estoy aquí, a salvo, él, él podría estar sufriendo por mi culpa.
32:16Las palabras salieron atropelladamente, cargadas de una culpa que la estaba consumiendo por dentro.
32:24Lope y Teresa se miraron por encima de su cabeza, sus rostros reflejando la impotencia.
32:33Su plan, tan bien intencionado, había tenido el efecto contrario.
32:37Habían querido traerle un momento de dulzura, y en su lugar, le habían servido un recordatorio amargo de todo lo que había perdido y de la deuda que sentía que nunca podría pagar.
32:47Se quedaron con ella, en silencio, ofreciendo el consuelo mudo de su presencia, mientras Vera lloraba, no solo por su hermano, sino por la jaula de tristeza en la que se sentía atrapada, una jaula cuyos barrotes, forjados en el pasado, parecían cada día más gruesos y más difíciles de romper.
33:06En medio de tanta tensión, un pequeño brote de felicidad pugnaba por abrirse paso.
33:14El joven Toño, uno de los mozos más nuevos, vivía con una ilusión desbordante su incipiente romance con Enora, una de las doncellas.
33:24Su amor era sencillo y puro, hecho de miradas robadas en los pasillos, de manos que se rozaban accidentalmente al cruzarse y de breves conversaciones susurradas cuando creían que nadie les veía.
33:36Para Toño, Enora era el sol, y la promesa, a pesar de su rigidez y sus dramas, se había convertido en un paraíso.
33:47Estaba tan feliz que no podía evitar que su alegría se desbordara.
33:51Ese mismo día, mientras ayudaba a Manuel con los aperos de su aeroplano, no pudo contenerse.
33:58Manuel estaba de un humor de perros después de la discusión con su padre.
34:02Su rostro era una máscara de frustración y rabia contenida.
34:07Señorito Manuel, dijo Toño con una sonrisa de oreja a oreja, incapaz de leer el ambiente.
34:14Qué buen día hace para volar, y para todo lo demás.
34:18Manuel le lanzó una mirada fugaz, cargada de impaciencia.
34:21Con Enora, las cosas van, van muy bien, estamos muy ilusionados, confesó el chico, esperando una palabra amable, una felicitación de su jefe, a quien admiraba profundamente.
34:42Manuel se detuvo en lo que estaba haciendo, miró a Toño, y en su mente, la alegría simple del mozo chocó violentamente con la complejidad de sus propios problemas.
34:53La disputa con su padre, la amenaza de Leocadia, la tensión en la casa.
35:00El romance de un sirviente le pareció, en ese momento, una trivialidad exasperante.
35:05Felicidades, dijo Manuel, pero su tono fue tan frío, tan distante, que la palabra sonó vacía, casi un formalismo despectivo.
35:15No hubo sonrisa, no hubo calidez, solo una mirada ausente antes de volver a centrarse en el motor.
35:26Ahora, a trabajar, que esto no se arregla solo.
35:29El golpe para Toño fue brutal.
35:31La sonrisa se borró de su rostro como si la hubieran limpiado de una pizarra.
35:37Se quedó allí, con la bujía en la mano, sintiendo una punzada de humillación y dolor.
35:42No había esperado una celebración, pero sí, al menos, un gesto de aprobación.
35:49La frialdad de Manuel le pareció una condena.
35:53Más tarde, encontró a Enora y le contó lo sucedido.
35:56Su euforia se había transformado en una inseguridad amarga.
36:01No le ha gustado, Enora, lo he visto en sus ojos, le dijo, con la voz apagada.
36:06Cuando le he hablado de nosotros, me ha mirado como...
36:10Como si fuera un insecto.
36:13Cree que no soy suficiente para ti.
36:15Cree que un simple mozo de cuadra no debería aspirar a estar con alguien como tú.
36:21Toño, no digas eso, intentó consolarle Enora.
36:24El señorito Manuel tiene muchas preocupaciones.
36:29Seguro que no lo ha hecho con mala intención.
36:31No, no era eso, insistió Toño, con una certeza dolorosa.
36:35Era desprecio, me ha mirado por encima del hombro.
36:41Cree que no estoy a la altura.
36:44Y duele, Enora, duele más de lo que quiero admitir.
36:47Y así, la onda expansiva del conflicto entre Alonso y Manuel llegaba hasta el último rincón de la promesa.
36:53Envenenando sin querer uno de los pocos remansos de felicidad que quedaban.
36:59La amargura de Manuel, su preocupación y su rabia, se habían desbordado, salpicando y manchando la ilusión de un joven enamorado.
37:07Demostrando una vez más que en aquella casa, las emociones de los señores, como la lluvia, siempre acababan por mojar a los de abajo.
37:14El capítulo 652 no había hecho más que empezar.
37:20Y las nubes de tormenta, lejos de disiparse, se acumulaban en el horizonte, prometiendo una tempestad de consecuencias imprevisibles.
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