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Ángela denuncia a Lorenzo y Leocadia estalla
El capítulo 645 de La Promesa (31 de julio) promete emociones fuertes y decisiones irreversibles. Ángela, decidida a acabar con el tráfico de armas en el palacio, toma una medida drástica que podría costarle muy caro: delatar a Lorenzo ante el general. Curro corre desesperado tras ella… ¿logrará detenerla antes de que sea demasiado tarde?

Mientras tanto, Leocadia y Lorenzo protagonizan un tenso enfrentamiento que deja a todos sin aliento. ¿Qué secret ...

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Transcripción
00:00Ángela denuncia a Lorenzo y Leocadia estalla. El capítulo 645 de la promesa, 31 de julio,
00:18promete emociones fuertes y decisiones irreversibles.
00:24Ángela, decidida a acabar con el tráfico de armas en el palacio,
00:27toma una medida drástica que podría costarle muy caro, delatar a Lorenzo ante el general.
00:35Curro corre desesperado tras ella. ¿Logrará detenerla antes de que sea demasiado tarde?
00:42Mientras tanto, Leocadia y Lorenzo protagonizan un tenso enfrentamiento que deja a todos sin aliento.
00:51¿Qué secretos comparten y por qué ahora se declaran la guerra abierta?
00:55Catalina, traicionada por la intervención de su propio padre, empieza a perder el control.
01:03Y en la zona de servicio, Enora sorprende a Manuel con una respuesta que podría cambiar su relación para siempre.
01:13Traiciones, advertencias, carreras a contrarreloj y confesiones inesperadas.
01:18La promesa entra en su punto de ebullición.
01:23¿Estás preparado para todo lo que puede pasar?
01:25La primera discordia del día, como una nota amarga en una sinfonía por lo demás tranquila, resonó en el despacho.
01:36Catalina y Adriano, cuyo matrimonio había nacido de la necesidad y se había cultivado con una esperanza frágil,
01:42se encontraban ahora en las trincheras de una guerra doméstica.
01:48La gestión de la finca, que debía ser su proyecto común, se había convertido en su campo de batalla.
01:54No podemos aceptar esa oferta, Adriano, es ridícula, dijo Catalina, su voz tensa mientras golpeaba suavemente una pila de papeles sobre el escritorio de Caoba.
02:10La luz matutina que entraba por el ventanal iluminaba las motas de polvo que danzaban en el aire y el rictus de frustración en su rostro.
02:18Los comerciantes de Córdoba se están riendo de nosotros. Saben que tenemos excedente y quieren aprovecharse.
02:30Adriano, de pie junto a la ventana, observaba los terrenos con una expresión cansada.
02:37Su silueta se recortaba contra la luz brillante, y por un momento pareció más un prisionero que el señor de aquellas tierras.
02:48Catalina, es una oferta segura. Necesitamos el dinero ahora, no dentro de tres meses cuando algún otro comprador se diñe a aparecer.
02:58Las facturas no esperan, los jornales no esperan. ¿Y qué hay de nuestro trabajo? replicó ella, levantándose.
03:06El frufru de su falda fue el único sonido en la habitación durante un instante.
03:14Hemos trabajado día y noche para mejorar la calidad de la cosecha.
03:21¿Vamos a regalarla al primer postor por miedo? Mi padre no lo haría.
03:25Él siempre buscaba el mejor trato, el más justo.
03:27La mención de su padre fue la chispa que encendió la mecha. Los hombros de Adriano se tensaron.
03:38Tu padre, Catalina, tenía el lujo de un patrimonio consolidado. Nosotros estamos construyendo sobre ruinas.
03:46Ruinas que, permíteme recordártelo, no creamos nosotros. A veces, la prudencia no es cobardía, es supervivencia.
04:00Algo que parece que olvidas, cegada por el orgullo de tu apellido. Las palabras la hirieron más de lo que él pretendía, o quizás exactamente tanto como pretendía.
04:09No es orgullo, Adriano, es respeto. Respeto por esta tierra y por la gente que la trabaja.
04:22Vender a pérdida es una falta de respeto hacia ellos y hacia nosotros mismos. Es admitir la derrota.
04:30No es una derrota, es una estrategia. Exclamó él, girándose finalmente para encararla.
04:39Sus ojos, normalmente amables, brillaban con una desesperación que se disfrazaba de ira.
04:48Un paso atrás para dar dos adelante. ¿Por qué no puedes confiar en mi juicio? ¿Crees que yo no quiero lo mejor para la promesa? Es mi hogar tanto como el tuyo.
04:59A veces lo dudo, susurró Catalina, y el susurro fue más devastador que un grito.
05:05A veces pienso que sólo ves cifras y deudas, y no ves el alma de este lugar. Se hizo un silencio gélido, cargado de todas las cosas que no se decían, de los resentimientos acumulados, de las noches en vela y los amaneceres ansiosos.
05:22Su matrimonio se estaba deshilachando, puntada a puntada, con cada una de estas discusiones.
05:31Y no eran los únicos que lo notaban. En el pasillo, Leocadia, cuya presencia en el palacio se había vuelto tan indispensable como controvertida, se detuvo un instante.
05:45No necesitaba pegar la oreja a la puerta, las voces alteradas eran suficientemente claras.
05:55Su rostro, habitualmente una máscara de serenidad calculada, mostró una genuina preocupación.
06:05Veía el panorama completo, la red de interconexiones que unía a todos en la promesa.
06:10Sabía que la fractura entre Catalina y Adriano no era una simple disputa conyugal, era una grieta en los cimientos que amenazaba con derrumbar todo el edificio.
06:25Con una determinación silenciosa, cambió su rumbo. No se dirigió a la biblioteca, como era su intención, sino que fue en busca del marqués.
06:33Lo encontró en el jardín, podando con esmero unos rosales, una actividad que siempre parecía calmar su espíritu atribulado.
06:47Señor Marqués, con su permiso, dijo Leocadia, su voz suave pero firme. Alonso se enderezó, limpiándose las manos en un pañuelo.
06:56¿Qué ocurre, Leocadia? Pareces preocupada. Lo estoy, señor. Y creo que usted también debería estarlo.
07:10Hizo una pausa, eligiendo sus palabras con la precisión de un cirujano. Acabo de escuchar una nueva discusión entre la señorita Catalina y don Adriano.
07:19No es la primera, y me temo que no será la última. Alonso suspiró, un sonido cargado del peso del mundo.
07:32Son jóvenes y apasionados, y la gestión de la finca es una carga pesada. Chocan, es natural.
07:41Señor, con todo el respeto, esto ha dejado de ser natural, insistió Leocadia, dando un paso más cerca.
07:49Su mirada era intensa, directa. Esto se está convirtiendo en veneno. No solo está afectando a su trabajo, está destruyendo su matrimonio.
08:01Y si ellos caen, el proyecto de recuperación de la promesa se irá con ellos. Las tensiones en la dirección se filtran hacia el servicio, hacia los jornaleros.
08:11Se crea un ambiente de incertidumbre, de bandos. Si no se frena este conflicto, señor, se lo aseguro, no tardará en arrastrar a toda la familia al abismo.
08:24Ya lo hemos vivido antes. La advertencia de Leocadia, toda la familia podría verse arrastrada, resonó en la mente de Alonso con la fuerza de un eco del pasado.
08:37Vio fugazmente los rostros de sus otros hijos, las intrigas, las pérdidas. Había luchado tanto por mantener la unidad, por preservar el legado.
08:50Y ahora, una disputa que consideraba menor amenazaba con deshacerlo todo. Las palabras de Leocadia eran la confirmación de un temor que él mismo albergaba.
09:05Además, la propia Martina, con su astucia juvenil, le había insinuado lo mismo hacía un par de días, preocupada por su prima.
09:13El marqués miró sus rosales, las flores perfectas y las espinas afiladas. Entendió que debía actuar.
09:24La diplomacia pasiva ya no era una opción. Tienes razón, Leocadia, tienes toda la razón, dijo. Su voz ahora desprovista de cansancio y llena de una nueva resolución.
09:36Esto ha llegado demasiado lejos. Voy a intervenir. Dejó las tijeras de podar sobre el banco de piedra y caminó con paso decidido hacia el palacio.
09:50Su mente era un torbellino. ¿Cómo abordar a Catalina? Era terca, orgullosa y ferozmente protectora de su autonomía.
09:58Cualquier intervención podría ser vista como una traición, como una duda sobre su capacidad.
10:09Sentir que su propio padre, el hombre cuyo legado intentaba honrar, le daba la espalda.
10:16El pensamiento era doloroso, pero el riesgo de no hacer nada era infinitamente mayor.
10:21Estaba convencido. Debía poner fin a esa guerra antes de que la promesa tuviera que lamentar una nueva víctima.
10:30El matrimonio de su hija.
10:35Mientras Alonso se preparaba para una delicada cirugía familiar,
10:39en otra parte del palacio se gestaba una catástrofe de proporciones mucho más explosivas.
10:44La amenaza que pendía sobre Lorenzo de Luján, el capitán cínico y calculador,
10:52estaba a punto de materializarse de la forma más directa y peligrosa posible.
10:59Curro había pasado la mañana con una sensación de desasosiego que no lograba quitarse de encima.
11:04Era como un picor bajo la piel, una premonición oscura.
11:10La conversación de la noche anterior con Ángela lo había dejado helado.
11:17Su determinación, la frialdad de su ira, la hacían impredecible.
11:22Sabía que Lorenzo era un hombre despreciable, culpable de crímenes atroces,
11:26incluyendo el tráfico de armas que ella había descubierto.
11:29Pero denunciarlo directamente ante el estamento militar era un suicidio.
11:37Lorenzo no era un simple capitán.
11:39Tenía redes, contactos, y una capacidad para la crueldad que Curro conocía demasiado bien.
11:48Buscó a Pía en la zona de servicio, encontrándola mientras supervisaba el pulido de la plata.
11:56Su rostro era un poema de ansiedad.
11:58—Pía, ¿has visto a Ángela esta mañana? —preguntó, su voz apenas un susurro tenso.
12:08Pía frunció el ceño, notando su agitación.
12:11—No, ahora que lo dices, no ha bajado a por el desayuno.
12:17Supuse que se sentía indispuesta.
12:19—¿Ocurre algo, Curro?
12:21—Ocurre que tengo un mal presentimiento, Pía.
12:24—Un muy mal presentimiento, dijo él, pasándose una mano por el pelo.
12:32Anoche, anoche estaba decidida.
12:37Dijo que no podía seguir siendo cómplice con su silencio.
12:40Hablaba de ir a la comandancia, de hablar con un general.
12:43El paño de pulir cayó de la mano de Pía.
12:49El color abandonó su rostro.
12:51Como ama de llaves, conocía el poder destructivo de un escándalo.
12:58Y este no era un simple chisme, era una acusación de traición a la patria contra un Luján.
13:03Las repercusiones serían sísmicas.
13:08No habrá sido tan insensata, susurró Pía, aunque su tono revelaba que temía exactamente eso.
13:18Lorenzo la destruiría.
13:19La haría desaparecer y lo haría parecer un accidente.
13:22Tenemos que encontrarla.
13:24Juntos, corrieron escaleras arriba hacia la habitación de Ángela.
13:30La puerta estaba entreabierta.
13:34Entraron con el corazón en un puño.
13:36La habitación estaba ordenada, demasiado ordenada.
13:42La cama hecha, la ropa doblada.
13:44Pero sobre la mesita de noche, una pequeña nota.
13:47Curro la tomó con dedos temblorosos.
13:49No eran más que unas pocas líneas.
13:54Hay injusticias que no pueden quedar impunes.
13:57Hago lo que debo hacer.
14:01Perdonadme, maldita sea, exclamó Curro, arrugando el papel en su puño.
14:06Lo ha hecho, se ha ido.
14:10Corrieron hacia el ventanal que daba al camino de entrada.
14:13Y entonces lo vieron.
14:14Un coche oscuro, un automóvil de alquiler que no pertenecía a la finca.
14:18Ya se alejaba por el largo camino de grava.
14:24Dentro, apenas una silueta.
14:26Pero ambos supieron al instante que era ella.
14:29Ángela.
14:32No, no, no.
14:34Gritó Curro, más para sí mismo que para Pía.
14:38El pánico, puro y adrenalínico, se apoderó de él.
14:41No había tiempo para pensar, para planear, para buscar un caballo o un vehículo.
14:50El coche ya ganaba velocidad.
14:55En un impulso desesperado, animal, Curro se lanzó fuera de la habitación, bajando las escaleras de tres en tres, con una agilidad que sorprendió a los criados que se cruzaban en su camino.
15:06Señorito Curro, ¿qué sucede?
15:11Preguntó alguien.
15:13Pero él no respondió.
15:14Salió disparado por la puerta principal, sin detenerse a recuperar el aliento.
15:22El sol de la mañana lo cegeó con acento agudo por un instante.
15:26Vio el coche, ya a una distancia considerable, a punto de llegar a la curva que lo haría desaparecer de la vista.
15:32Ángela, gritó, un grito desgarrado que el viento se llevó, y entonces corrió.
15:41Corrió como nunca antes en su vida.
15:46Sus zapatos de vestir resbalaban en la grava suelta, sus pulmones ardían, pero no le importaba.
15:52Su mente era un torbellino de imágenes aterradoras.
15:58Ángela frente a un general impasible, Lorenzo recibiendo la noticia, su sonrisa cruel, la venganza que desataría no solo sobre ella, sino sobre todos los que la habían ayudado, sobre Pía, sobre él mismo.
16:11Había prometido protegerla, y estaba fallando. Cada zancada era una lucha contra el tiempo.
16:24El coche era un punto negro que se encogía. La distancia parecía insalvable, pero él seguía corriendo, impulsado por una mezcla de terror y afecto.
16:32Tenía que detenerla, tenía que alcanzar ese coche y hacerla entrar en razón antes de que cruzara un umbral del que no habría retorno.
16:46Era una carrera desesperada contra el reloj, una carrera para evitar una desgracia que sentía inminente, como una tormenta negra en el horizonte.
16:54¿Llegaría a tiempo? ¿O solo le quedaría ser testigo del inicio del fin? En medio de este caos de alto nivel, las tensiones en la planta baja no eran menos críticas, aunque de una naturaleza diferente.
17:12La situación de Lope, el cocinero convertido a la fuerza en la callo, había alcanzado su punto de no retorno.
17:18Durante días, había intentado navegar su nueva y humillante realidad con una mezcla de torpeza y rebeldía pasiva.
17:32Saboteaba sutilmente sus nuevas tareas, anhelando el calor y la creatividad de su cocina, ahora gobernada por un extraño.
17:39Pero la paciencia de Cristóbal, el nuevo mayordomo contratado por los duques de los infantes y un hombre cuya rigidez era legendaria, se había agotado por completo.
17:54Encontró a Lope en la despensa, supuestamente organizando conservas, pero en realidad perdido en sus pensamientos, con la mirada vacía.
18:02Lope, dijo Cristóbal, y su voz cortó el silencio como un cuchillo. Lope se sobresaltó, casi dejando caer un frasco de mermelada.
18:18Señor Cristóbal, no le había oído llegar. Evidente, replicó el mayordomo, cruzando los brazos sobre su pecho.
18:25Su postura era la de un general a punto de dictar sentencia. He estado observándote, Lope.
18:37Tus intentos de aferrarte a un pasado que ya no existe son patéticos. Yo solo, balbuceó Lope, me cuesta acostumbrarme.
18:45Mi lugar es la cocina. Tu lugar, dijo Cristóbal, dando un paso amenazador hacia él, es donde yo digo que está.
18:59Y ahora mismo, tu lugar es el de un lacayo. Un lacayo que debe ser obediente, eficiente y, sobre todo, silencioso en sus quejas.
19:08Pero tú no eres nada de eso. Eres un recordatorio constante de insubordinación. Un mal ejemplo para el resto del servicio.
19:21Lope apretó los puños. La humillación ardía en sus mejillas. Yo sirvo a los Luján desde hace años.
19:27He demostrado mi lealtad mil veces. Tu lealtad pasada no te compra indulgencias presentes, sentenció Cristóbal, su voz fría como el acero.
19:39Aquí y ahora, bajo mi supervisión, o te adaptas o te vas. Se acabaron las oportunidades.
19:50Se acabaron los suspiros nostálgicos. Se acabó el soñar con sartenes y fogones mientras deberías estar puliendo la plata.
20:00Se inclinó, su rostro a escasos centímetros del de Lope, y cada palabra fue un golpe.
20:09Así que te lo diré una sola vez, y te lo diré sin rodeos para que hasta tu mente de cocinero pueda entenderlo.
20:18Tienes dos opciones. La primera, asumes tu nuevo papel como lacayo.
20:23Aceptas tus deberes con la dignidad y el silencio que se esperan de ti, y te olvidas para siempre de la cocina.
20:28La segunda, hizo una pausa dramática, te marchas de la promesa. Hoy mismo, recoges tus cosas y desapareces de mi vista.
20:43El ultimátum quedó suspendido en el aire denso de la despensa, entre los olores de especias y legumbres.
20:48Para Lope, era una elección imposible. La promesa era su hogar, el único que había conocido.
21:00La gente de allí era su familia. Pero renunciar a su pasión, a la esencia de quien era, para convertirse en una sombra uniformada bajo el mando de un tirano.
21:09Era una muerte en vida. La confrontación lo había dejado sin escapatoria. Su mundo se había reducido a ese pequeño espacio, a esa decisión brutal, la sumisión o el exilio.
21:26No muy lejos de allí, otro corazón se encontraba en un estado de agitación.
21:31María Fernández, cuya alegría natural se había visto eclipsada por una profunda melancolía, buscó consuelo en la persona más inesperada.
21:39Petra.
21:42La ausencia del padre Samuel, que había partido en un viaje de incierto retorno, había dejado un vacío en ella que no sabía cómo llenar.
21:54Encontró a Petra en el cuarto de costura, remendando un mantel con puntadas precisas y metódicas.
22:03La luz de la tarde entraba suavemente, iluminando la concentración de la veterana ama de llaves.
22:09Petra, puedo hablar contigo un momento. Preguntó María con voz queda. Petra levantó la vista, sorprendida por la petición.
22:19Rara vez la joven doncella buscaba su compañía. Asintió, dejando la costura sobre su regazo.
22:29¿Qué te aflige, muchacha? Llevas días con cara de funeral. María se sentó en un pequeño taburete frente a ella, retorciéndose las manos en el delantal.
22:41Es, es por el padre Samuel, confesó, y el simple hecho de decir su nombre pareció abrir una compuerta en su interior.
22:52Lo extraño tanto, Petra, mucho más de lo que debería. Petra la observó con sus ojos agudos, que no se perdían detalle.
23:03Es natural extrañar a un guía espiritual. Era un hombre bueno que trajo paz a esta casa.
23:12Es más que eso, continuó María, su voz temblando de emoción contenida. No es solo al sacerdote a quien extraño.
23:25Extraño al hombre, su sonrisa, la forma en que escuchaba, la forma en que me miraba.
23:30Me hacía sentir, vista, importante. Las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos.
23:41Petra, creo que estoy enamorada de él. Profundamente enamorada. Sé que es un pecado, una locura, pero no puedo evitarlo.
23:52Es el sentimiento más fuerte y más puro que he tenido en mi vida.
23:55La confesión, cruda y desesperada, colgó en el aire quieto del cuarto de costura.
24:04Petra, que había escuchado innumerables secretos y dramas entre esos muros, se encontró genuinamente desconcertada.
24:14La ingenuidad y la intensidad de María la tomaron por sorpresa. Pero bajo esa sorpresa, algo más se agitó. Una inquietud inesperada.
24:22El amor de María no era el capricho de una niña. Era una devoción profunda, casi religiosa en su fervor.
24:35Petra, una mujer pragmática y temerosa de Dios, vio al instante el abismo que se abría.
24:40Un amor por un sacerdote. Un amor que, por las palabras de María, parecía haber sido correspondido, al menos en miradas y gestos.
24:52Muchacha. Comenzó Petra, su tono ahora teñido de una gravedad inusual. ¿Hasta dónde ha llegado éste?
25:06¿Afecto? ¿Qué ha pasado entre vosotros? La pregunta era directa, casi invasiva, pero nacía de una preocupación repentina y punzante.
25:15¿Qué pasaría cuando Samuel volviera? Si es que volvía, ¿cómo manejarían una situación tan volátil y prohibida?
25:24La confesión de María no sólo había revelado su propio tormento, sino que había plantado una semilla de alarma en el corazón de Petra.
25:31Este amor, lejos de ser un simple consuelo, podía convertirse en la próxima gran catástrofe de la promesa.
25:45Lejos de todas estas intrigas nobles y tormentos del corazón, una extraña y refrescante escena se desarrollaba en un rincón inesperado.
25:53En hora, la aviadora francesa, pragmática y con los pies en la tierra, decidió tomarse un respiro del olor a aceite y metal de su hangar.
26:07La curiosidad la llevó a explorar la zona de servicio del palacio, un mundo completamente ajeno al suyo.
26:13Al entrar en la cocina principal, que en ese momento estaba bajo el dominio temporal de Simona y Candela mientras esperaban noticias sobre el destino de Lope, fue recibida con un entusiasmo desbordante.
26:30¡Madame Nora! exclamó Simona, secándose las manos en el delantal y haciendo una pequeña reverencia.
26:36¡Qué honor tenerla en nuestros dominios! Candela, a su lado, asintió vigorosamente.
26:49¡Pase, pase, siéntese! ¿Le apetece un café? ¿O quizás unas de mis pastas, recién hechas, dignas de una marquesa?
26:57En hora, acostumbrada a la camaradería directa y sin adornos de los mecánicos y pilotos, se sintió desconcertada y divertida por igual.
27:08La trataban con una deferencia y un boato que nunca había experimentado.
27:15La sentaron en la mejor silla, le sirvieron el café en una taza de porcelana que seguramente estaba reservada para las visitas importantes,
27:24y la colmaron de preguntas sobre sus aviones, sus viajes y su Francia natal.
27:31¿Y es cierto que en París las mujeres visten pantalones por la calle?
27:35Preguntó Candela con los ojos como platos.
27:38Y que vuelan en esas máquinas del demonio como si fueran pájaros, añadió Simona, persignándose con disimulo.
27:50Por primera vez en mucho tiempo, en horas se relajó por completo.
27:54La genuina curiosidad y la calidez sin pretensiones de las dos mujeres eran un bálsamo.
27:59Les habló de los biplanos, de la sensación del viento en la cara a mil metros de altura, y de las luces de París vistas desde el aire.
28:09Una sonrisa franca, algo raramente visto en ella dentro de los muros de la promesa, iluminó su rostro.
28:18Por un momento, no era la socia de Manuel ni una extraña en tierra ajena, era simplemente en hora, compartiendo historias con dos nuevas y peculiares amigas.
28:31Este momento de ligereza, sin embargo, dejó entrever una verdad más profunda.
28:40Su mundo, el mundo técnico y libre del hangar, estaba empezando a entrelazarse de forma inevitable con la compleja jerarquía del palacio.
28:47Estaba formando lazos, le gustara o no. Pero no todos los lazos eran cordiales. Más tarde, mientras cruzaba uno de los patios, se encontró con Manuel.
29:05La sonrisa de Enora se desvaneció, reemplazada por su habitual expresión de reserva.
29:10Manuel, por su parte, parecía tener algo en mente. Había observado la creciente fascinación de su mecánico, Toño, por la aviadora francesa.
29:24Y su instinto protector hacia su gente lo impulsó a hablar. En Enora, un momento, la llamó.
29:34Ella se detuvo, enarcando una ceja.
29:36Sí, Manuel. Quería hablarte de Toño, dijo él, yendo directamente al grano.
29:46Es un buen chico, un gran mecánico. Y bueno, es evidente que está ilusionado contigo.
29:55Enora lo miró, impasible. Es un buen trabajador. Lo es. Y por eso mismo te pido esto, continuó Manuel, su tono serio.
30:06No quiero que le hagas daño. Es un hombre sencillo, y se toma las cosas a pecho.
30:15Si no sientes lo mismo por él, si solo es un pasatiempo para ti, por favor, sé clara y no juegues con él.
30:21La advertencia, aunque bien intencionada, tocó una fibra sensible en Enora.
30:30Odiaba que se metieran en su vida, que asumieran cosas sobre ella.
30:34La idea de que Manuel, un noble que lo había tenido todo fácil, se atreviera a darle lecciones sobre cómo tratar a la gente, la enfureció.
30:48Su reacción fue inesperadamente dura, un latigazo verbal que tomó a Manuel completamente por sorpresa.
30:54Escúchame bien, Manuel, dijo. Su voz baja y cortante, y sus ojos azules brillando con una luz gélida.
31:04Agradezco tu preocupación por tu empleado, de verdad. Pero mis sentimientos, mis intenciones y mis relaciones son asunto mío.
31:19Exclusivamente mío. No necesito que el señorito Marqués me diga cómo debo o no debo comportarme.
31:24Mi vida privada no es de tu incumbencia. Dio media vuelta, dispuesta a marcharse, pero se detuvo y lo miró por encima del hombro.
31:39Y para que te quedes tranquilo, sé perfectamente cómo tratar a la gente. Quizás mejor que algunos de los que viven en este palacio.
31:46La salida de tono dejó a Manuel sin palabras. Estaba atónito. Él, que estaba acostumbrado a la deferencia, al coqueteo o a la discusión profesional, nunca había recibido una reprimenda tan personal y tan afilada por parte de ella.
32:06La dureza de Enora, su fiereza al defender su independencia, lo descolocó por completo.
32:11Y en esa sorpresa, en esa conmoción, algo más se agitó en su interior. No era sólo enfado por la insolencia.
32:25Era, algo más, una chispa de algo que no supo identificar. ¿Era la irritación de ver desafiada su autoridad?
32:32¿O era una extraña y desconcertante fascinación por esa mujer indomable que se negaba a ser encasillada?
32:37La pregunta quedó flotando en el aire caliente del patio, despertando quizás sentimientos que él ni siquiera sabía que tenía.
32:48Y como si el día no estuviera ya lo suficientemente cargado, la tensión latente entre Leocadia y Lorenzo estaba a punto de alcanzar su punto de ebullición.
32:56Su relación, antes una alianza de conveniencia basada en secretos compartidos y beneficios mutuos, se había ido agriando lentamente.
33:08Leocadia, ahora afianzada en su posición y con la confianza del marqués, ya no necesitaba la protección ni la complicidad de Lorenzo.
33:19Y Lorenzo, a su vez, resentía la creciente influencia de ella, viéndola no como una aliada, sino como una rival.
33:32El choque se produjo en el gran salón, a la vista de varios miembros del servicio que preparaban la mesa para la cena y de una Martina que leía discretamente en un rincón.
33:41Lorenzo, con su habitual arrogancia, daba instrucciones sobre la disposición de unos vinos, contradiciendo una orden previa del marqués.
33:55Y quiero que la reserva del 98 esté en la mesa. La opinión de mi hermano en estos asuntos es, digamos, demasiado conservadora, decía con una sonrisita burlona.
34:06Fue entonces cuando Leocadia entró en el salón. Escuchó la última frase y su rostro se endureció.
34:17Se acercó con paso tranquilo pero decidido.
34:20Disculpe, capitán, dijo, su voz clara y resonante en el silencio que se había formado.
34:29Pero el marqués fue muy específico. Quería el vino de la cosecha del 20 para acompañar el asado.
34:36Indicó que su paladar es más adecuado para la caza. Lorenzo se giró hacia ella, una sonrisa condescendiente en los labios.
34:47Ah, Leocadia, siempre tan diligente, pero en cuestiones de vino, permíteme que insista.
34:53Mi criterio es un poco más refinado. Fue entonces cuando Leocadia lo desarmó. No levantó la voz.
35:04No discutió. Simplemente lo miró fijamente, con una frialdad que lava la sangre, y dijo, para que todos la oyeran, su criterio, capitán, es irrelevante.
35:14En esta casa, las únicas órdenes que se siguen son las del marqués de Luján. Y usted no lo es.
35:27Se hizo un silencio sepulcral. Las palabras de Leocadia, tan simples y tan directas, fueron una bofetada pública.
35:34Lo había reducido a su verdadera condición. Un invitado, un segundón. Le había arrebatado su autoridad postiza frente a los criados.
35:45El rostro de Lorenzo pasó del desdén a la incredulidad, y de ahí a una furia apenas contenida.
35:57El color subió por su cuello. Sus ojos se entrecerraron hasta convertirse en dos rendijas peligrosas.
36:06La humillación era total. Que ella, a quien él había ayudado a introducirse en ese mundo, se atreviera a ponerlo en su sitio de esa manera.
36:15Era una declaración de guerra. Usted y yo, si se o Lorenzo en voz baja, para que solo ella pudiera oírlo, tendremos que hablar.
36:28Muy seriamente, Leocadia no se inmutó. Sostuvo su mirada y respondió con la misma calma letal.
36:37Cuando usted quiera, capitán. Aunque dudo que tengamos ya nada de qué hablar. Se dio la vuelta y se dirigió a los lacayos.
36:45Por favor, hagan lo que ordenó el marqués. Traigan el vino del 20.
36:52El servicio, tras un segundo de vacilación, obedeció al instante, dejando a Lorenzo solo en medio del salón, humillado y bulendo de una rabia impotente.
37:01La relación entre ellos había cambiado, y no precisamente para bien. Se había trazado una línea en la arena.
37:10Aquel enfrentamiento no era el final de nada, sino el principio. ¿Qué estaba ocurriendo realmente entre ambos?
37:20¿Qué secretos compartidos podían ahora usarse como armas? ¿Y qué consecuencias tendría esta nueva y abierta hostilidad para el frágil equilibrio de poder en la promesa?
37:28El sol comenzaba a descender, pero el calor del día no se comparaba con el fuego de las pasiones, los miedos y las traiciones que ardían dentro del palacio.
37:41Desde la carrera desesperada de Curro tras el coche de Ángela, pasando por el ultimátum Malope, la confesión de María, la intervención de Alonso y la guerra declarada entre Lorenzo y Leocadia, cada hilo del destino se había tensado al máximo.
37:58El capítulo 645 estaba lejos de terminar, y la noche prometía ser aún más larga y oscura que el día.
38:11La promesa contenía la respiración al borde del precipicio.
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