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Valle Salvaje CapíTulo 281 -- El Hallazgo De BáRbara
Transcript
00:00La tormenta había pasado, pero el valle no conocía la paz. Bárbara descansaba, con la mente nublada
00:15por los recuerdos, mientras el resto de la casa caminaba sobre un silencio espeso. Nadie quería
00:22admitirlo, pero todos sabían que la desaparición no había sido un accidente. Había demasiado miedo
00:29en las miradas. Demasiadas verdades escondidas detrás de la prudencia. José Luis intentó retomar el control
00:38de la hacienda, aunque su autoridad comenzaba a resquebrajarse. La desaparición, el robo de la
00:45talla y la tensión entre su esposa y Mercedes lo habían debilitado frente a su propio pueblo. Victoria,
00:53en cambio, parecía más fuerte que nunca. Su mente tramaba, su orgullo se alimentaba del caos.
01:03Mientras todos busquen culpables, nadie me culpará a mí, pensaba con una sonrisa apenas visible.
01:11Adriana velaba a su hermana sin separarse de ella. Rafael, fiel a su palabra, se mantuvo a su lado,
01:19dispuesto a protegerlas a ambas de cualquier peligro, incluso del propio José Luis. En el fondo,
01:28sabía que el valle ya no era solo tierra y poder. Era una prisión de secretos que tarde o temprano los
01:35consumiría. Esa noche, el reloj de la casa grande marcó la medianoche. Un lamento del viento recorrió
01:44los campos y, aunque todos intentaban dormir, el eco de una pregunta resonaba entre los muros de
01:51Valle Salvaje. ¿Quién fue realmente el culpable? La respuesta, todavía enterrada bajo la tierra húmeda
01:59del bosque, esperaba su momento para salir a la luz y cambiarlo todo. La noticia del hallazgo se
02:07extendió por todo el valle antes del amanecer. Los sirvientes lloraban de alivio, los jornaleros
02:15comentaban el milagro y hasta José Luis, que rara vez mostraba emociones, permaneció unos segundos en
02:22silencio cuando Francisco le informó que Bárbara había sido encontrada con vida. Gracias a Dios,
02:30murmuró. Aunque su expresión denotaba más preocupación que gratitud, sabía que aquel regreso
02:37traería consigo preguntas, sospechas y verdades que quizá era mejor no escuchar. En la casa pequeña,
02:45Mercedes y Pepa se afanaban en cuidar a la joven. Bárbara despertó entre sollozos, desorientada,
02:52con la mirada perdida. Su voz era apenas un susurro. ¿Dónde? ¿Estoy? En casa,
03:01hija respondió Mercedes, tomándole la mano. Estás a salvo. Adriana rompió a llorar al verla abrir los
03:10ojos. No vuelvas a hacerme esto, ¿me oyes? Le dijo entre lágrimas. Pensé que te había perdido.
03:19Bárbara la miró con dulzura y trató de incorporarse, pero el dolor la obligó a quedarse
03:25quieta. No, no quise preocuparos. Solo necesitaba huir. ¿De todo? Nadie entendió al principio.
03:36Luisa, que permanecía en la esquina, apartó la vista, sintiendo como un nudo de culpa le subía
03:42a la garganta. Alejo, que había llegado tras escuchar los rumores, cruzó los brazos y la observó
03:50con atención. ¿De todo? Preguntó con voz baja. ¿O de alguien? Bárbara bajó la mirada. Sus manos
03:59temblaban sobre la sábana. No respondió. Adriana la abrazó, intentando detener las preguntas.
04:08No hablemos de eso ahora, dijo. Lo importante es que está viva. Sin embargo, las palabras ya habían
04:17encendido el fuego. José Luis llegó poco después, acompañado de Rafael y de un médico. La examinó con
04:25detenimiento y confirmó que no tenía heridas graves, solo agotamiento y fiebre. Pero en el semblante del
04:33duque se notaba algo más que preocupación. Observaba a Bárbara como si temiera lo que pudiera
04:40contar. ¿Necesita reposo? Ordenó. Nadie la molesta. Yo me quedaré con ella, dijo Adriana.
04:50José Luis asintió. Pero antes de irse, se detuvo frente a Mercedes. Cuide que nadie de afuera se entere
04:59de los detalles. Ya hay suficientes habladurías. Cuando él se marchó, el silencio volvió a llenar
05:06la habitación. Bárbara giró el rostro hacia su hermana. Adriana, prométeme que no le dirás a nadie
05:14que vi a Tomás. El aire se congeló. Mercedes, Pepa y Luisa se miraron con espanto.
05:23Oh, Tomás, susurró Adriana. ¿Lo viste antes de desaparecer?
05:28Sí, respondió ella con la voz débil. Me buscó. Dijo que se marchaba del valle y que quería que me
05:37fuera con él. No quise… y discutimos. Luego, solo recuerdo correr hacia el bosque. Después,
05:46todo se volvió negro. Las lágrimas rodaron por el rostro de Adriana. Luisa se llevó una mano a la
05:54boca, sintiendo el peso insoportable de la verdad. Alejo, que había escuchado desde la puerta,
06:01cerró los ojos. Sus sospechas eran ciertas. Esa noche, cuando la calma pareció volver,
06:09Mercedes salió al patio, miró el cielo estrellado y suspiró. El valle nunca descansa, murmuró. En la
06:19distancia, José Luis observaba desde su balcón. Mientras Victoria, con una sonrisa helada, se servía
06:26una copa de vino. Ya ves, José Luis dijo para sí. En este valle, todos son culpables, aunque aún no lo
06:36sepan. El viento sopló con fuerza, arrastrando las hojas secas del jardín. Valle salvaje volvía a
06:44respirar, pero su aire seguía cargado de secretos, culpas y verdades, que tarde o temprano saldrían a
06:52la luz. El amanecer trajo consigo un aire tenso en la casa grande. Los criados se movían con pasos
07:00medidos, evitando cruzarse con la duquesa Victoria, cuya furia era ya un rumor que recorría los pasillos.
07:07Desde la noche anterior, nada parecía bastarle. Isabel, la gobernanta, subió las escaleras con un
07:16sobre en la mano. Sabía que llevaba malas noticias y que cada palabra que pronunciara podría costarle
07:24el empleo. Victoria la esperaba en su despacho, de pie frente a la ventana, mirando los jardines con
07:32expresión glacial. Y bien, preguntó sin volverse. ¿Ya hablaron con Martín? Isabel tragó saliva antes
07:41de responder. No, señora. Los cocineros lo han intentado, pero él no quiere marcharse. El sonido
07:50de la taza al romperse sobre la mesa cortó el aire. Entonces, no solo tengo criados desobedientes,
07:58también inútiles, dijo Victoria, con voz suave pero letal. Reúnalos a todos. Desde hoy, Amadeo y Eva
08:07tienen las horas contadas. Quiero sustitutos. Isabel bajó la cabeza. Una nueva cocinera y ayudante,
08:16señora. Y un nuevo lacayo, añadió Victoria. No toleraré la insubordinación. En la cocina,
08:25la noticia cayó como un trueno. Amadeo, con el rostro pálido, miró a Eva sin decir palabra. Pepa
08:34intentó calmar los ánimos, pero era inútil. Martín, al escuchar lo sucedido, apretó los puños.
08:42Todo esto es culpa mía, murmuró. Pero Francisco, que se encontraba cerca, lo detuvo. No, muchacho.
08:51Es culpa de ella, dijo en voz baja, refiriéndose la duquesa. ¿Y no dejaremos que te echen por ser
08:59honesto? La tensión se extendió por toda la casa. Algunos criados comenzaron a murmurar, otros hicieron
09:08sus maletas temiendo lo peor. Mientras tanto, Isabel subía de nuevo las escaleras para informar
09:15que las órdenes se habían cumplido. Pero antes de llegar, escuchó las voces desde el despacho de José
09:22Luis. El hacendado ya sabía lo ocurrido. José Luis entró al salón con paso firme. ¿Qué significa
09:31esto, Victoria? Preguntó, sujetando una carta que Isabel le había entregado minutos antes. Ella,
09:40fingiendo inocencia, respondió. No soporto la mediocridad. Solo intento mantener la casa en
09:47orden. ¿A base de humillar a tus sirvientes? Replicó él. ¿Su voz llena de ira contenida? No
09:57puede ser que una duquesa trate así a quienes te sirven. ¿No mientras lleves mi nombre? Victoria lo
10:04miró, dolida por el tono, pero su orgullo no le permitió ceder. Quizá olvides que soy yo quien
10:12sostiene las apariencias de esta casa, dijo con frialdad. Si pierden el respeto por mí, lo perderán
10:19por ti también. José Luis dio un paso atrás, decepcionado. El respeto se gana. Victoria no se
10:28impone. Sin esperar respuesta, se marchó, dejando tras de sí un silencio helado. Victoria apretó los
10:38dientes, furiosa por la humillación. Te arrepentirás. José Luis pensó. Y justo cuando creía haber perdido
10:47el control de la situación, algo llamó su atención. La puerta de su alcoba entró abierta, entró deprisa y
10:55se detuvo de golpe. El lugar estaba revuelto. La talla de madera que guardaba en su vitrina, un símbolo
11:03de su linaje, había desaparecido. Su furia se transformó en pánico. ¿Quién se ha atrevido? murmuró.
11:12Y en su mente, el desprecio hacia el servicio se convirtió en sospecha. La duquesa, temblando,
11:19comprendió que aquel robo era más que un hurto, era una afrenta. Y en Valle Salvaje, las afrentas se
11:27pagaban con sangre o con lágrimas. Victoria caminaba de un lado a otro en su alcoba, con el rostro enrojecido
11:35por la rabia. El espejo reflejaba su figura descompuesta. El vestido arrugado y los ojos
11:42encendidos. La talla desaparecida, una pieza tallada en nogal oscuro que pertenecía a su madre,
11:49no era solo un objeto de valor, sino un símbolo de su poder, de su orgullo. La había tenido desde niña,
11:57y ahora, verla ausente, le provocaba una sensación que rozaba la humillación. Isabel gritó con fuerza,
12:06y la gobernanta apareció temblorosa en la puerta. Cierra las entradas. Nadie sale ni entra de esta
12:13casa sin mi permiso. Isabel intentó hablar, pero Victoria la interrumpió. Esa talla no se ha
12:21evaporado. ¿Alguien la ha robado? Quiero que registres las habitaciones, los armarios, la despensa,
12:29todo. Ordenó, casi sin respirar. Y si descubres quién ha sido, que se prepare para enfrentar mi
12:37furia. Isabel asintió, consciente de que cualquier palabra podía ser usada en su contra. Bajó a las
12:46cocinas con el corazón encogido. Los criados la miraban con desconfianza, sabiendo que traía más
12:54problemas. La talla de la duquesa ha desaparecido, anunció. Hasta que aparezca, nadie podrá salir del
13:02palacio. El murmullo estalló de inmediato. Amadeo golpeó la mesa con frustración. ¿Qué más quiere esa
13:10mujer? ¿Primero nos despide y ahora nos acusa de ladrones? Eva lo contuvo. No hables así, Amadeo.
13:18Te estás jugando el cuello. Mientras tanto, Victoria fingía serenidad cuando José Luis regresó al
13:27despacho, aunque en su interior hervía de rabia. ¿Qué ha pasado ahora? Preguntó él, con tono cansado.
13:36Nada que te deba preocupar, respondió ella con una sonrisa tensa. ¿Un pequeño contratiempo
13:43doméstico? José Luis arqueó una ceja. ¿Otro contratiempo provocado por tus arrebatos? No esta
13:51vez replicó Victoria, acercándose con teatralidad. Me han robado. La talla que guardaba en mi alcoba ha
14:00desaparecido. José Luis se detuvo. ¿Robado? ¿Estás segura de que no la moviste tú misma? Ella lo
14:09fulminó con la mirada. ¿Insinúas que estoy loca? No, insinúo que estás perdiendo el control. Y
14:18mientras tanto, conviertes esta casa en un campo de guerra. ¿Las palabras fueron un golpe directo?
14:26Victoria contuvo las lágrimas, no de tristeza, sino de orgullo herido. Tú lo quisiste, José Luis,
14:34pensó. ¿Verás lo que ocurre cuando una mujer decide vengarse? De pronto, un golpe en la puerta
14:42los interrumpió. Isabel entró jadeando. Señora, señor, hemos revisado todo. ¿No hay rastro de la
14:52talla? Victoria dio un paso adelante. Entonces alguien de esta casa miente. Su mirada recorrió el rostro de
15:01Isabel con frialdad calculada. Tú sabías algo, ¿verdad? Siempre tan servicial, tan dispuesta,
15:09quizá demasiado. No, señora, yo… Silencio. La interrumpió Victoria. No quiero excusas. Si mañana al
15:20amanecer esa talla no aparece, todos los criados serán despedidos. O si el huishgulpeu la mesra.
15:26Basta, no despedirás a nadie. Si la talla desapareció, se buscará con calma. Victoria lo
15:36miró con una sonrisa torcida. Claro, porque tú siempre defiendes al servicio. ¿O es que entre ellos
15:44hay alguien que te interesa demasiado? Él no respondió. Solo giró sobre sus talones y salió
15:52del cuarto, dejando a Victoria sola con su propia furia. Esa noche, mientras el viento golpeaba las
16:00ventanas, Victoria permaneció sentada frente a la vitrina vacía. La vela proyectaba su sombra sobre la
16:07pared, alargada, distorsionada, como si el propio valle se burlara de ella. El culpable está aquí,
16:15y susurró con voz ronca. Y juro que lo encontraré. La mañana siguiente amaneció con un cielo gris,
16:24presagio de desgracias. En el despacho principal, José Luis repasaba unos documentos cuando escuchó
16:32unos golpes apresurados en la puerta. Era Irene. Entró sin esperar permiso, pálida y con los ojos
16:40enrojecidos. Detrás de ella venía Adriana, sosteniéndose el vientre, y Rafael, que no entendía
16:48por qué el aire parecía haberse vuelto tan pesado. «Padre», comenzó Irene, con la voz temblorosa.
16:56«Tengo que decirle algo, algo terrible». José Luis se levantó de inmediato, preocupado por su tono.
17:05«¿Qué ocurre?». «Es bárbara», dijo Irene al borde del llanto. «Ha desaparecido». «Nadie la ha visto
17:15desde anoche». Por un instante, el silencio dominó la sala. José Luis lo miró, insreduló.
17:24«¿Desaparecido? ¿Cómo que desaparecido?», repitió, conteniendo la respiración.
17:30Pepa fue la primera a notarlo. Intervino Adriana con un hilo de voz. Su cama estaba intacta, las sábanas
17:39sin una arruga. No durmió en casa. Rafael dio un paso adelante. ¿Y nadie la vio salir? Nadie respondió
17:49Irene. «Creímos que habría ido a hablar contigo, padre». José Luis se pasó la mano por la frente. Aquel
17:57nombre, Bárbara, siempre había sido una molestia para él, una sombra que interrumpía sus planes.
18:05Sin embargo, algo en la expresión de Adriana lo detuvo. Recordó que la joven era su futura nuera
18:11y madre de su nieto. Cualquier daño que afectara a su familia, afectaría también al niño que estaba
18:18por nacer. Rafael dijo con voz grave, «organiza a hombres para buscarla». «No quiero rumores ni
18:25escándalos». «Sí», padre respondió su hijo. Ya encaminándose a la puerta, Irene lo siguió con la
18:33mirada. «Yo también quiero ayudar». José Luis negó con la cabeza. «No, ¿qué ha hecho aquí? Necesito que
18:43mantengas la calma. No quiero que Adriana se altere». Pero Adriana no podía quedarse quieta. «No puedo
18:53quedarme sin hacer nada», protestó, su respiración agitada. «Es mi hermana». «¿Si le ha pasado algo?»
19:01Adriana, por favor, le interrumpió Rafael, tomándola de los brazos. «¿No puedes salir?» «Estás débil.
19:10Déjame a mí». «Yo la encontraré, te lo prometo». Ella bajó la cabeza, luchando contra las lágrimas.
19:19En ese momento, José Luis los observó en silencio. Su mirada se detuvo en Rafael y en sus ojos brilló
19:27algo entre orgullo y cálculo. «Si la encuentra, todos hablarán bien de él», pensó. Un futuro duque
19:36salvando a la hija perdida de una familia noble, la prensa lo elogiará. Pero también había otra voz
19:43dentro de su mente. Si no la encuentran, el problema se acaba. No necesitaba decirlo en voz alta. El rostro
19:53de José Luis era un retrato de frialdad. «Moveré contactos», dijo finalmente. «El valle entero sabrá que
20:02la hija de los Salcedo ha desaparecido. Nadie podrá ocultarla por mucho tiempo». Rafael salió con prisa,
20:11seguido por dos jinetes. El sonido de los cascos resonó en el patio como un tambor de guerra. Irene se
20:19desplomó en una silla. Mientras Adriana lloraba en silencio, José Luis se acercó a la ventana. Desde
20:28allí vio alejarse la caravana de búsqueda. «El valle guarda secretos», murmuró. «¿Pero también
20:34devuelve lo que se le arrebata?» Esa tarde, mientras el sol se escondía tras las montañas,
20:41un nuevo rumor se extendió entre los sirvientes. La talla robada y la desaparición de Bárbara podían
20:48estar conectadas. Victoria, desde su habitación, sonrió al escucharlo. «Perfecto», susurró. «Por fin,
20:57el valle me da la excusa que necesito». Rafael cabalgó sin descanso por los senderos que bordeaban
21:04el río. El viento le golpeaba el rostro, y su mente era un torbellino de imágenes. La sonrisa de
21:12Bárbara, los ojos de Adriana llenos de miedo, y la voz firme de su padre ordenándole buscarla. Sentía
21:20el peso del deber, pero también una culpa que no lograba explicar. En su interior sabía que todo
21:27estaba conectado. El silencio de Irene, la angustia de Adriana y los secretos que él mismo había
21:33prometido guardar. Cuando llegó al bosque, desmontó del caballo y observó las huellas en el barro.
21:41Había señales de pasos pequeños, tal vez de una mujer. Se agachó, tocó la tierra húmeda, y un
21:49presentimiento le heló la sangre. «¿Ha pasado por aquí?», susurró. Uno de los hombres que lo
21:56acompañaban se acercó. «¿Cree que la encontraremos, señor?». «No lo sé», respondió Rafael, sin apartar la
22:05vista del suelo. «Pero no regresaremos sin ella». Mientras tanto, en la casa pequeña, Adriana intentaba
22:14mantenerse serena, aunque cada minuto se hacía eterno. Pepa y Luisa la acompañaban, tratando de
22:21distraerla con palabras de consuelo. «¿Rafael sabrá qué hacer?», dijo Pepa. «Tu hermana es fuerte. Tal vez
22:31se refugió en alguna casa vecina». Adriana negó con la cabeza. «No». Bárbara no se habría marchado sin
22:40despedirse. Luisa bajó la vista, con un nudo en la garganta. Recordaba la última mirada de Bárbara,
22:48la noche anterior, cuando la vio pasar por el pasillo con un rostro pálido, como si cargara con
22:54una decisión terrible. Pero cayó. No podía decirlo. En el despacho, José Luis leía informes mientras
23:03Victoria irrumpía sin golpear. «¿Qué haces tú mientras Mediovalle se revuelve buscando a esa
23:09muchacha?», dijo, con un tono entre acusación y burla. «Hago lo que debo», respondió él sin mirarla.
23:17«¿Y te aconsejo que hagas lo mismo?». «Oh, claro», replicó ella con una sonrisa torcida.
23:26«Mantener las apariencias, como siempre, fingir preocupación por una huida que, en el fondo,
23:32te beneficia». José Luis levantó la vista con frialdad. «No hables de lo que no entiendes,
23:40Victoria. Esa muchacha es la hermana de Adriana. Si algo le ocurre, el escándalo alcanzará a todos.
23:49Y desde cuando temes al escándalo», le provocó ella. «Has vivido de ellos toda la vida». Él se
23:57acercó lentamente, mirándola de frente. «Ten cuidado. Hay límites incluso para ti». Victoria dio
24:06un paso atrás, pero su sonrisa no se borró. «No soy yo quien debería cuidarse, José Luis. Este
24:14valle tiene demasiados secretos, y tú, tú siempre pareces en el centro de todos». Cuando ella se marchó,
24:22él permaneció inmóvil, con el seño fruncido. En ese momento entró Rafael, cubierto de polvo y barro.
24:32«Padre, no hay rastro de Bárbara», dijo con voz tensa. «Ni una prenda, ni un testigo. Nada».
24:41José Luis se levantó de inmediato. «Descansa. Mañana seguiremos».
24:47«No puedo descansar», replicó Rafael. «Adriana está destrozada. No soporta quedarse de brazos
24:57cruzados. José Luis lo observó con atención. Tienes que cuidarla. Ahora más que nunca, no quiero
25:06que su estado se complique». «Lo haré», dijo Rafael con determinación. «Pero también encontraré a Bárbara.
25:14No puedo permitir que su hermana viva con esta culpa». El silencio los envolvió por un instante. José Luis lo
25:23miró con una mezcla de respeto y recelo. Aquel hijo suyo, que antes obedecía sin pensar, ahora hablaba
25:31con la voz de un hombre libre. Y eso, aunque lo enorgullecía, también lo inquietaba. Esa noche,
25:40Rafael regresó junto a Adriana. La abrazó en silencio. «La encontraremos», le prometió. Ella
25:49apoyó la cabeza en su pecho y, por primera vez, el amor que los unía se sintió más grande que el
25:54miedo. Pero afuera, bajo la luna, alguien observaba desde las sombras del jardín, alejo con el ceño
26:02fruncido. Había visto cosas que nadie debía ver y su intuición le decía que la desaparición de Bárbara
26:10no era obra del azar. El rumor sobre la desaparición de Bárbara se extendió por el valle como un fuego
26:18imparable. En los mercados, en los establos, en los patios de las casas, todos hablaban de la joven
26:25salcedo, la que había desafiado a su destino y ahora estaba perdida. Pero entre las voces preocupadas,
26:33algunas comenzaban a sospechar que no se trataba de una simple fuga. Alejo, inquieto y perspicaz,
26:41fue uno de los primeros en decirlo en voz alta. Aquella tarde se presentó en la casa pequeña y
26:47pidió hablar con Mercedes. La mujer lo recibió en el porche, aún con el ceño fruncido por la angustia.
26:54Si vienes a darme malas noticias, ahórratelas. Alejo dijo con cansancio.
27:02No, Doña Mercedes respondió él con respeto. Vengo a hablar de lo que nadie se atreve a decir.
27:10¿De verdad cree usted que Bárbara se marchó por voluntad propia? Mercedes lo miró en silencio.
27:17Sabía que en el valle los rumores eran como cuchillos, pero las palabras de Alejo sonaban
27:23más a deducción que a chisme. ¿Qué quieres decir? ¿Que hay algo que no encaja? Continuó él.
27:32Bárbara desapareció la misma noche en que Tomás se fue del valle. Mercedes entrecerró los ojos.
27:39¿Insinúas que Tomás tiene algo que ver? No lo sé, pero los dos estaban demasiado cerca,
27:46últimamente replicó Alejo. Y si se fue con la talla que desapareció del palacio, tal vez Bárbara lo descubrió
27:55y eso la puso en peligro. Las palabras quedaron suspendidas en el aire. En ese momento Luisa,
28:03que había estado escuchando desde el umbral, irrumpió en la conversación.
28:07¿Eso es absurdo? exclamó, visiblemente alterada. Tomás no habría hecho daño a nadie.
28:15¿Estás segura? preguntó Alejo con serenidad. Porque la noche del robo tú estabas con él.
28:23El rostro de Luisa se tiñó de vergüenza y enojo. ¿No sabes de lo que hablas? Sé más de lo que
28:31imaginas, respondió él. Y si miento, dímelo mirando a los ojos. Mercedes intervino cortando la
28:41tensión. Basta, Alejo. ¿No acusaremos a nadie sin pruebas? Pero agradezco tu preocupación. Cuando él
28:51se marchó, Luisa permaneció inmóvil, temblando. Mercedes la observó con una mezcla de duda y
28:58compasión. Hija, si sabes algo, este es el momento de decirlo, le dijo en voz baja. No sé nada,
29:06señora murmuró Luisa, pero sus ojos la traicionaban. En otro rincón de la hacienda,
29:14Pedrito escuchaba escondidas. No entendía del todo, pero sabía que algo grave ocurría. Subió
29:22corriendo al cuarto de Bárbara, donde encontró a Adriana y a Pepa revisando sus cosas. ¿Dónde está
29:28mi tía Bárbara? preguntó el niño con inocencia. Salió de viaje, improvisó Pepa, forzando una sonrisa.
29:36Eso no es verdad, replicó el niño, con la seriedad que solo tienen los que han crecido
29:43entre secretos. Si fuera un viaje, habrían dicho adiós. Adriana no pudo contener las lágrimas. Lo
29:52abrazó con ternura. A veces las personas se van sin despedirse, Pedrito. Pero volverá, te lo prometo.
30:00Cuando el niño bajó a la cocina, buscó a Pepa otra vez. ¿Qué está pasando de verdad? insistió.
30:09Pepa, sin fuerzas para mentirle, le acarició el cabello. Solo reza por ella. Hijo, eso es lo que
30:18todos estamos haciendo. Esa noche, Pepa se reunió con Mercedes en la sala. La vi salir anoche,
30:25confesó con la voz baja. Tenía los ojos tristes, pero no parecía asustada. Como si supiera a dónde
30:33iba. ¿Y no la seguiste? preguntó Mercedes. No. Creí que solo quería despejarse. El silencio cayó
30:44entre ambas. Afuera, el viento silbaba entre los árboles del valle, trayendo un susurro de culpa que
30:52nadie podía ignorar. En la casa grande, el ambiente se había vuelto irrespirable. José Luis ordenaba
30:59batidas por el valle, mientras los criados murmuraban temerosos. Y cada pasillo parecía
31:06cargar con la tensión de un secreto. Pero si había alguien que no mostraba preocupación alguna,
31:11era el marqués Hernando. Su frialdad contrastaba con la angustia general. Cuando Mercedes lo encontró en
31:20el jardín, observando las estatuas con una copa de vino en la mano, su sangre hirvió. ¿Cómo puede beber
31:28mientras todos buscan a una muchacha desaparecida? le reclamó con dureza. Hernando giró apenas la
31:35cabeza, con una sonrisa cínica. No exageremos, doña Mercedes. Las jóvenes sentimentales suelen
31:44desaparecer cuando el amor no le sale bien. ¿Ya volverá? ¿Arrepentida y despeinada? Mercedes lo
31:53miró con incredulidad. Está hablando de una vida humana, de una muchacha buena que podría estar
32:00muerta. O quizá huyendo con su amante, replicó él, encogiéndose de hombros. En este valle, nadie es tan
32:09inocente como parece. La bofetada que le dio Mercedes resonó como un trueno entre los rosales. Hernando
32:17la miró en silencio, sin devolver el golpe, pero con la mirada cargada de odio. Cuidado, señora,
32:25dijo con voz baja. Está cruzando una línea peligrosa. No más peligrosa que su falta de alma,
32:32respondió ella, alejándose sin mirar atrás. Esa misma tarde, Leonardo se enteró del altercado.
32:40Fue directo al despacho de su padre. ¿Qué has hecho ahora? Preguntó con el rostro desencajado.
32:48He dicho la verdad, contestó Hernando, sin levantar la vista de sus papeles. No, has demostrado una vez
32:56más que no te importa a nadie, replicó Leonardo. Si a Bárbara le pasa algo, no responderé por mis
33:04actos. Hernando lo miró con frialdad. ¿Me amenazas, hijo? Te advierto, dijo Leonardo, clavando los ojos
33:14en los de su padre. Por tu culpa, Irene vive aterrada y Bárbara ha desaparecido. Ya no me
33:22acabaré más. El marqués sonrió con amargura. Los hijos ingratos siempre encuentran excusas para
33:31odiar a sus padres. Anda, vete a consolar a tu prometida y déjame con mis asuntos. Leonardo se
33:38marchó dando un portazo. En el pasillo se encontró con José Luis, que venía de hablar con los capataces.
33:45No lo escuches, le dijo el hacendado, poniéndole una mano en el hombro. Hernando siempre fue un hombre
33:53sin escrúpulos. Sí, pero esta vez es diferente, respondió Leonardo. Lo vi en sus ojos. No le duele
34:03la desaparición de Bárbara, porque tal vez sabe más de lo que dice. José Luis lo miró con atención.
34:10¿Insinúas que tu padre tiene algo que ver? No lo afirmo, pero no me sorprendería, dijo Leonardo con
34:19voz tensa. Para él, la vida de una mujer no vale más que un caballo. Esa noche, Mercedes se encerró en
34:27la capilla y rezó en silencio. Sus manos temblaban sobre el rosario. Dios mío, si le pasa algo a esa niña,
34:36no podré perdonarlo, susurró. Mientras tanto, en el salón, Hernando seguía bebiendo. Cada sorbo era un
34:46desafío a la culpa, un escudo contra la moral del valle. Cerca de la medianoche, un criado entró con
34:54nerviosismo. Señor, los hombres de don José Luis han encontrado rastro cerca del bosque, ropa y sangre.
35:03El marqués lo miró sin emoción aparente. Es, ¿podría ser de la señorita Bárbara? Por un instante,
35:13el silencio se volvió insoportable. Hernando apartó la copa con calma. Entonces, quizás el valle se haya
35:22librado de otro problema, dijo con frialdad. El criado retrocedió horrorizado. En ese mismo instante,
35:30Leonardo, que escuchaba desde el corredor, sintió que algo dentro de él se rompía para siempre. La
35:37búsqueda se intensificó al amanecer. Los jinetes de José Luis cabalgaban por los senderos del bosque.
35:45Los perros olfateaban la tierra húmeda y el sonido de las ramas quebrándose bajo los cascos de los
35:51caballos resonaban como un tambor de guerra. Nadie hablaba. Solo se escuchaba el eco del viento y los
36:00gritos lejanos de los hombres llamando el nombre de la desaparecida. Bárbara, Bárbara Salcedo. Entre
36:10ellos, Francisco lideraba un grupo, acompañado de Martín. Ambos avanzaban con linternas, siguiendo el
36:18cauce del arroyo. El cielo seguía nublado y el aire pesaba como plomo. Francisco, aunque cansado,
36:26no se rendía. Sabía que Irene y Adriana estaban destrozadas y la sola idea de volver sin respuestas
36:34lo aterrorizaba. —¿Crees que la encontraremos viva? —preguntó Martín con la voz apagada.
36:41—No digas eso —muchacho, replicó Francisco, ajustándose el sombrero. —Este valle tiene sus
36:50misterios, pero no se traga la gente. Si está ahí, la hallaremos. En la casa pequeña, mientras tanto,
36:59el tiempo parecía detenido. Adriana no se había levantado del sillón desde que Rafael salió.
37:06Irene se sentaba frente a la ventana, mirando el camino que llevaba al bosque y
37:11cada vez que un caballo pasaba, su corazón se detenía un instante. Pepa, con gesto maternal,
37:20preparaba tizanas para ambas. —No pueden seguir así —señoritas dijo con dulzura.
37:26—Si Bárbara viera cómo se consumen, se enfadaría con ustedes. Irene levantó la vista con los ojos
37:33hinchados. —¿Yo tengo la culpa? —susurró. —Si no hubiera aceptado ese matrimonio, ella no habría
37:42huido. —No hables así —intervino Adriana. —Bárbara es fuerte. —Sabe cuidarse. —Volverá.
37:52En ese momento, la puerta se abrió de golpe. Rafael entró, cubierto de polvo, el rostro ensombrecido por
38:00la frustración. Nada dijo con un suspiro. Ni rastros, ni testigos, ni señales. Solo, silencio.
38:12Adriana se levantó y lo abrazó con fuerza. Él cerró los ojos, hundiendo el rostro en su cabello.
38:19—¿No te rindas? —murmuró ella. —Por favor, no te rindas.
38:24—Mientras tanto, en el bosque, Francisco y Martín avanzaban por un sendero estrecho donde la vegetación
38:33era más densa. Los perros comenzaron a ladrar con fuerza. —Aquí —gritó Martín, agachándose.
38:42En el suelo, entre las hojas húmedas, encontraron un pañuelo rasgado. Francisco lo reconoció al
38:50instante. Era de Bárbara. —Está cerca —dijo, guardando el trozo de tela en su chaqueta.
38:57Siguieron caminando hasta que los perros se detuvieron frente a una zona de maleza espesa.
39:04Francisco apartó las ramas y su linterna iluminó una figura tendida en el suelo. El corazón se le
39:11detuvo. —¡Dios mío! —exclamó. —Es ella. Bárbara yacía inconsciente, cubierta de barro y hojas.
39:21Su vestido desgarrado estaba viva, pero pálida como la cera. Francisco cayó de rodillas junto a ella,
39:30palpándole el pulso. —Respira —dijo con alivio. —Gracias al cielo. —Respira.
39:38Martín se quitó la chaqueta y la cubrió. —Hay que llevarla a casa —dijo con urgencia. —No resistirá
39:47el frío. La levantaron con cuidado y la subieron al caballo. Francisco la sostuvo contra su pecho
39:55durante todo el trayecto, mientras el grupo regresaba al valle con gritos de alivio. En la
40:02casa pequeña, cuando los cascos resonaron frente al portón, todos salieron corriendo. Adriana fue la
40:10primera en verla. —Bárbara —gritó, cayendo de rodillas junto a ella. —Hermana, mírame, estoy aquí.
40:19Mercedes ordenó preparar agua y mantas. —No perdió más que el sentido —dijo Francisco.
40:26Pero pasó la noche entera a la intemperie. Rafael tomó a Adriana de la mano, intentando contener la
40:34emoción. El valle entero parecía respirar de nuevo. Sin embargo, en el fondo de todos quedaba
40:42una pregunta que nadie se atrevía a pronunciar. ¿Qué había ocurrido realmente?
40:47¿Qué había ocurrido realmente?
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