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00:00Avance Hal Promes. Una despedida, una relación cómplice y el final de Petra. Capítulo 690,
00:12lunes 6 de octubre. Avance del capítulo 690 de Hal Promes, con vídeo incluido,
00:21que se emite el lunes 6 de octubre en la 1. Ricardo se marcha en silencio. Adriano y Martina
00:26se apoyan más que nunca y todos temen lo peor por la salud de Petra. El alba del lunes 6 de octubre
00:33se cernió sobre la promesa con una lentitud perezosa, casi insolente. El sol, un disco pálido y acuoso
00:42tras un velo de nubes altas, no lograba disipar la helada que se había aferrado a los cristales de
00:47las ventanas ni el frío que parecía haberse instalado, no sólo en los pasillos de piedra
00:52del palacio, sino en el mismísimo tuétano de sus habitantes. Era un silencio denso,
01:00preñado de ansiedades no verbalizadas, un silencio que se masticaba con el pan duro del
01:04desayuno en las cocinas y se sorbía con el café amargo en los salones nobles. Cada tic-tac del
01:11reloj de pie en el gran vestíbulo parecía un martillazo en el yunque de la incertidumbre,
01:16marcando el paso de un tiempo que no traía alivio, sino una creciente sensación de desastre inminente.
01:23La ausencia de Petra Arcos era el epicentro de este terremoto silencioso. Su enfermedad,
01:29un mal desconocido y voraz, la había consumido en cuestión de días, arrancándola de su puesto
01:34con una violencia que había dejado al servicio desconcertado y temeroso. Petra, la espina dorsal,
01:42el ojo vigilante, el látigo y a veces, muy de vez en cuando, el bálsamo del servicio,
01:47yacía postrada en su humilde alcoba, convertida en un santuario de pavor al que nadie, o casi nadie,
01:53se atrevía a acercarse. El aire en el ala del servicio estaba viciado, no sólo por el olor
02:01enfermedad y desinfectante, sino por el miedo puro y llano. Miedo a lo desconocido, al contagio,
02:08a la muerte que rondaba tan cerca de sus propias camas. En el corazón de la casa, en el despacho
02:15donde el poder se ejercía con la delicadeza de un bisturí o la brutalidad de un hacha,
02:20cristóbal de la serna y garcés de linaja saboreaba su victoria. No era un hombre dado a las celebraciones
02:28grandilocuentes, su placer residía en la contemplación silenciosa de sus triunfos, en el
02:33regusto metálico de la venganza bien servida. Sostenía entre sus dedos una única hoja de papel,
02:40no era un documento oficial, ni una misiva de negocios. Era una carta, escrita con la caligrafía
02:48firme y elegante de un hombre que, a pesar de la derrota, se negaba a doblegarse por completo.
02:56La carta de Ricardo Pellicer. Cristóbal la había leído ya una docena de veces desde que la
03:01encontrara sobre su escritorio esa mañana, dejada allí en el sigilo de la noche. Cada palabra era
03:08un bálsamo para su orgullo herido, una nota en la sinfonía de su poder absoluto. Ricardo se había
03:15ido. Había desaparecido sin fanfarrías ni despedidas, como un fantasma que se desvanece con
03:20la primera luz del día. Su partida era una capitulación, un sacrificio que, en su ingenua
03:28nobleza, Pellicer creía que allanaría el camino para el regreso de Pía a Darre. Cristóbal sonrió
03:35para sus adentros. La ingenuidad de los hombres buenos era siempre su mejor arma. Decidió que tal
03:42noticia no merecía ser guardada para sí mismo, era un trofeo que debía ser exhibido. Con la carta
03:48en la mano y una expresión que era una cuidada mezcla de superioridad y falso pesar, se dirigió
03:54al salón principal, donde sabía que encontraría a los marqueses y a su sobrino, Curro, sumidos en
04:00sus propias tribulaciones. Alonso y Cruz levantaron la vista cuando entró, sus rostros un mapa de
04:07agotamiento y preocupación. La enfermedad de Petra, la ausencia de Pía, la tensión con Adriano y la
04:15gestión de las tierras. Los problemas se acumulaban como nubarrones de tormenta en el horizonte. Buenos
04:23días, saludó Cristóbal, su voz untuosa rompiendo la quietud. Traigo noticias, no sé si buenas o malas,
04:32eso dependerá de la perspectiva de cada uno. Cruz frunció el ceño. Habla claro, Cristóbal,
04:40no estamos de humor para tus acertijos. Él desplegó la carta con un gesto teatral. Parece
04:47que nuestro estimado mayordomo, el señor Pellicer, ha decidido poner fin a su estancia en la promesa.
04:55De forma definitiva, un silencio denso cayó sobre la estancia. Curro, que había estado observando la
05:01escena desde la ventana, se giró lentamente, sus ojos azules fijos en Cristóbal, anticipando la
05:07crueldad que vendría. Se ha marchado, continuó Cristóbal, paladeando cada sílaba. Ha dejado esta
05:16nota. Una despedida, si se quiere, un tanto melodramática para mi gusto, pero conmovedora a su
05:23manera. Empezó a leer en voz alta, su tono imbuido de una ironía mordaz que despojaba las palabras de
05:31Ricardo de toda su dignidad. Señor de la Serna, mi presencia en esta casa se ha convertido en un
05:39obstáculo insalvable para la paz y el bienestar de personas inocentes. Entiendo, a mi pesar, que mi
05:46partida es la única moneda de cambio aceptable para usted. Me marcho con la esperanza, quizá vana,
05:53de que mi ausencia permita el regreso de Doña Pía a Darre junto a su hijo, el lugar donde siempre
05:58debió estar. No guardo rencor, pues cada hombre actúa según su naturaleza. La mía me impide ser
06:06cómplice de la injusticia por más tiempo. Que Dios le juzgue, Ricardo Pellicer. Cuando terminó,
06:14el silencio era aún más profundo. Alonso se mesaba la barba, su expresión indescifrable. Cruz miraba a
06:22Cristóbal con una mezcla de admiración por su eficacia y repulsión por sus métodos.
06:29Pero fue Curro quien rompió el hechizo. Su voz, aunque joven, resonó con la autoridad de una furia
06:35justa y contenida. Ya lo tiene, dijo, dando un paso al frente. Eso era lo que quería, ¿no es así?
06:44Deshacerse de Ricardo. Ha ganado. Su trofeo está servido. Sus ojos eran dos esquirlas de hielo. Ahora
06:52cumpla con su parte. Traiga a Pía de vuelta. Hoy mismo, Cristóbal le dedicó una sonrisa
06:59condescendiente, doblando la carta con parsimonia. Mi querido Curro, siempre tan impetuoso. Las cosas
07:07no son tan sencillas. La marcha de Pellicer es un primer paso, un gesto de buena voluntad,
07:15por así decirlo. Pero el regreso de la señora a Darre requiere de ciertas garantías. Debemos
07:22asegurarnos de que la lealtad en esta casa quede restaurada por completo. La sangre subió al
07:29rostro de Curro. ¿Lealtad? ¿Habla usted de lealtad? Usted no sabe lo que significa esa palabra. Ha
07:35chantajeado y amenazado a un hombre bueno hasta obligarlo a abandonar su hogar y su vida. Eso no
07:40es poder, es tiranía. Curro, basta. Intervino Alonso, aunque su voz carecía de la convicción
07:48habitual. Veía la verdad en las palabras de su sobrino, pero también el peligro de desafiar
07:54a Cristóbal abiertamente. No, no, dejadle que hable, dijo Cristóbal, disfrutando del espectáculo.
08:03La juventud es apasionada. Pero la pasión sin control, Curro, es como un caballo desbocado. Termina
08:12por despeñar a su jinete. Aprende a medir tus palabras y tus acciones. Pellicer lo aprendió,
08:18aunque demasiado tarde. Se giró, dando por zanjada la conversación. Ahora, si me disculpan,
08:27tengo asuntos que atender. Y con esa frase, se marchó, dejando tras de sí una estela de rabia
08:34impotente y la certeza amarga de que la partida de Ricardo no había solucionado nada. Simplemente,
08:42había cambiado las piezas en el tablero de un juego que solo Cristóbal parecía comprender.
08:48La noticia, como un veneno, no tardó en filtrarse a las estancias del servicio. María Fernández,
08:55con el rostro desencajado, fue la portadora de la nueva. La escuchó de refilón en un pasillo y
09:03corrió a las cocinas, donde el resto del personal trataba de mantener una apariencia de normalidad
09:08que se desmoronaba por momentos. Se ha ido, jadeo con acento agudo, apoyándose en la gran mesa de
09:16madera. El señor Pellicer se ha marchado para siempre. Las palabras cayeron como piedras en un
09:24pozo. Lope dejó caer el cuchillo con el que estaba picando verduras. Candela se llevó una mano a la
09:31boca, sus ojos llenos de espanto. Simona negó con la cabeza, murmurando para sus adentros. Pero todas
09:39las miradas, instintivamente, buscaron a Santos. El joven Lacayo estaba en un rincón, puliendo una
09:46bandeja de plata con un fervor mecánico que no lograba ocultar la tormenta en su interior.
09:53Al oír las palabras de María, sus manos se detuvieron. La bandeja resbaló de sus dedos y
09:58cayó al suelo con un estrépito que hizo a todos sobresaltarse.
10:01—¿Qué, qué has dicho? —preguntó Santos, su voz apenas un susurro. María lo miró con compasión.
10:11—Lo siento, Santos, ha dejado una carta, se ha ido sin despedirse de nadie. —No —susurró él,
10:18negando con la cabeza. —No, no puede ser, él no haría eso, no sin, no sin hablar conmigo. Una
10:26risa amarga y seca resonó en la cocina. Provenía de Lope, que había recogido su cuchillo y lo miraba
10:34con una dureza inusual en él. —Ah, no —espetó Lope, su voz cargada de un resentimiento que llevaba
10:42tiempo gestándose. —¿Y por qué no iba a hacerlo, Santos? ¿Quizá esperaba una despedida calurosa de
10:50su hijo? ¿Del mismo hijo que le ha dado la espalda una y otra vez? ¿Del que se alió con el monstruo que
10:56lo ha estado torturando? —Cada palabra era un latigazo. Santos retrocedió como si le hubieran
11:03golpeado. —Cállate, Lope. —Tú no sabes nada. —Oh, sí que sé —replicó Lope, avanzando hacia él. —Sé que
11:13tu padre era un hombre íntegro, un hombre que te quería a pesar de todo. Y sé que tú, cegado por la
11:20ambición y el rencor, le has pagado con traición. Le has hecho la vida imposible aquí dentro, has sido la
11:26herramienta de Cristóbal contra él. —¿Y ahora te sorprendes de que se haya ido? Se ha ido por tu
11:33culpa, para salvar a otros, porque tú no fuiste capaz de salvarle a él. El dolor en el rostro de
11:40Santos se transformó en rabia. —Tú no tienes derecho a juzgarme. No sabes lo que he pasado.
11:47—Todos hemos pasado por mucho en esta casa —gritó Lope, su control finalmente roto.
11:52—Pero ninguno de nosotros ha vendido su alma al diablo como tú. Tu padre se ha sacrificado,
11:59¿lo entiendes? Se ha inmolado para que Pía pueda volver. Y tú, ¿tú qué has hecho? Lloriquear y
12:06sentir lástima de ti mismo. Así que ahorrate las lágrimas, Santos. De nada sirven ahora,
12:13llegan demasiado tarde. Lope se dio la vuelta, su pecho subiendo y bajando con agitación.
12:18El resto del servicio permanecía en silencio, petrificado. Habían presenciado la explosión
12:26de una verdad que todos, en el fondo, conocían. Santos, con el rostro pálido y los ojos vidriosos,
12:35se tambaleó hacia la puerta y salió corriendo, huyendo de las miradas acusadoras y del eco
12:40insoportable de las palabras de Lope, que eran el eco de su propia conciencia. Corrió sin rumbo por los
12:47pasillos, subió escaleras, atravesó salones vacíos hasta que, sin saber cómo, se encontró frente a la
12:54puerta de la habitación que había sido de su padre. El corazón le martilleaba en el pecho. Con mano
13:01temblorosa, giró el pomo. La puerta se abrió con un leve quejido. La habitación estaba impecable,
13:07desoladoramente ordenada. La cama, hecha con precisión militar. La ropa, desaparecida del
13:16armario. Sobre la mesita de noche, sólo quedaba una pequeña biblia de tapas gastadas. No había ni
13:23una nota, ni un objeto personal, ni un rastro de que Ricardo Pellicer hubiera vivido allí.
13:28Era como si su existencia hubiera sido borrada por completo. Santo se adentró en la estancia vacía.
13:39El olor de su padre, una mezcla de jabón de afeitar y agua de colonia barata, aún flotaba
13:44débilmente en el aire. Se acercó a la ventana y miró hacia los terrenos de la promesa, los mismos
13:51campos que su padre había recorrido con paso firme y la cabeza alta. Y entonces, el dique
13:58se rompió, se dejó caer de rodillas en el suelo frío, y el llanto que había estado conteniendo
14:04brotó de él en un torrente incontrolable. Eran sollozos desgarradores, profundos, que
14:11nacían de un lugar de abandono y culpa insoportables. Lloraba por el padre que había perdido, sí,
14:19pero lloraba sobre todo por el hijo que no había sabido ser. Lloraba por cada palabra dura,
14:25por cada gesto de desprecio, por cada vez que eligió el camino fácil de la sumisión
14:30a Cristóbal en lugar del camino honorable de la lealtad a su padre. Lope tenía razón,
14:37todo era culpa suya, y esa certeza era una losa que lo aplastaría por el resto de sus
14:42días. Se había quedado solo, verdaderamente solo, en un mundo que él mismo había ayudado
14:49a corromper. Lejos de la cruda desolación del servicio, en los jardines de invierno,
14:56dos almas encontraban un refugio mutuo en medio del caos. Adriano y Martina se habían convertido
15:03en el ancla el uno del otro, una alianza forjada en el dolor compartido y cimentada
15:08en una comprensión que iba más allá de las palabras. La muerte del padre de Adriano los
15:14había unido de una manera inesperada, y ahora, cada conversación, cada mirada, fortalecía
15:20ese vínculo cómplice. Paseaban lentamente entre las plantas exóticas, el aire húmedo
15:27y cálido del invernadero un contraste bienvenido con el frío del exterior.
15:33Adriano se detuvo frente a una orquídea de un púrpura intenso, sus hombros caídos bajo
15:38un peso invisible. He hablado con tu padre esta mañana, Martina, dijo en voz baja, sin
15:45mirarla. Martina se acercó y posó suavemente una mano en su brazo. Y bien, él suspiró,
15:53un sonido que pareció vaciarlo por dentro. Le he dicho que no puedo seguir. No tengo fuerzas,
16:00la gestión de las tierras. Cada vez que miro un mapa, que leo un informe, veo su letra,
16:05sus anotaciones. Siento que estoy profanando su legado. No estoy preparado. No sé si lo
16:13estaré nunca. ¿Has hecho lo correcto, Adriano? Le aseguró ella con dulzura. Nadie puede pedirte
16:20que cargues con eso ahora. Debes darte tiempo para sanar. Adriano finalmente se volvió hacia
16:27ella, sus ojos oscuros llenos de una vulnerabilidad que solo le mostraba a Martina. Tu padre, no
16:34se lo ha tomado mal. Ha sido comprensivo, pero me ha dicho algo que... Hizo una pausa,
16:41buscando las palabras. Ha dicho que Leocadia se ha ofrecido a asumir el cargo. Martina no
16:48mostró sorpresa alguna. Una leve sonrisa, triste y resignada, se dibujó en sus labios.
16:55Claro que lo ha hecho. Faltaría más. Leocadia nunca pierde una oportunidad. La ambición es el
17:01aire que respira. Pensé que te enfadarías, admitió Adriano. Enfadarme, replicó ella,
17:08encogiéndose de hombros. Hace mucho que Leocadia dejó de sorprenderme. Que se quede con las tierras,
17:16con los libros de cuentas, con el poder. No me importa, nada de eso me importa. Su mirada
17:23se suavizó, encontrándola de él. Lo único que me importa es que tú estés bien. Que encuentres la paz.
17:31El resto es solo... Ruido. Adriano sintió una oleada de gratitud tan intensa que le costó hablar.
17:38En un mundo de intrigas, ambiciones y traiciones, la sinceridad de Martina era un faro. Tomó la mano
17:46que ella tenía en su brazo y la entrelazó con la suya. Sus dedos encajaron a la perfección.
17:53No sé qué haría sin ti, Martina, confesó, su voz ronca por la emoción. No tienes que saberlo,
18:00respondió ella, apretando su mano. Porque no voy a ir a ninguna parte. Estamos juntos en esto,
18:07Adriano. Juntos, en ese invernadero, rodeados por la belleza silenciosa de las plantas,
18:13crearon su propia burbuja de paz. Un pequeño reino donde las luchas de poder de la promesa
18:18no podían alcanzarlos. Se apoyaban el uno en el otro, no como amantes, sino como algo más profundo.
18:27Como dos supervivientes que habían encontrado en la compañía del otro la fuerza para seguir
18:31respirando. Mientras tanto, en otra parte del palacio, se gestaba una promesa de futuro que,
18:39sin embargo, estaba teñida por las dudas del presente.
18:43Toño, el chofer, buscaba a Manuel con una agitación que no era habitual en él. Lo encontró
18:50en el hangar, donde el joven marqués buscaba consuelo en el olor a aceite y metal de sus
18:54aeroplanos.
18:57Señorito Manuel, exclamó Toño, con una sonrisa que le iluminaba todo el rostro.
19:04Sostenía un telegrama en la mano como si fuera un billete de lotería premiado. Manuel se limpió
19:09las manos en un trapo y se volvió hacia él.
19:13¿Qué ocurre, Toño? Pareces más feliz que un niño con zapatos nuevos. Y lo estoy, señorito,
19:19lo estoy, dijo, agitando el papel.
19:21Es de Enora, ha respondido, dice que sí. La alegría de Toño era tan genuina y contagiosa
19:30que Manuel no pudo evitar sonreír.
19:34Hombre, enhorabuena, me alegro muchísimo por ti, de verdad, gracias, señorito.
19:39Sabía que usted se alegraría, dijo Toño, su entusiasmo desbordante. Entonces, su expresión
19:49se tornó más seria, más solemne.
19:53Y por eso, por eso quería pedirle algo, algo muy importante para mí, lo que sea, Toño.
20:00Ya lo sabes, Toño respiró hondo. Señorito Manuel, ¿querría usted ser mi padrino de boda?
20:06La pregunta dejó a Manuel momentáneamente sin palabras. La sonrisa se congeló en su rostro,
20:13reemplazada por una expresión de sorpresa y una incomodidad que trató de disimular.
20:19Ser el padrino, era un honor inmenso, un símbolo de confianza y amistad profunda.
20:26Pero implicaba bendecir una unión, dar fe de ella. Y ahí residía su dilema, Toño.
20:31Yo, es un gran honor, no sé qué decir, balbuceó. Pero sus dudas, por sutiles que fueran,
20:40no pasaron desapercibidas para el chofer.
20:44La sonrisa de Toño vaciló. ¿Ocurre algo, señorito? Si le parece mal,
20:49si cree que no es apropiado por la diferencia de clases.
20:51No, no, en absoluto. Se apresuró a corregir Manuel. No es nada de eso, por Dios.
21:02Es solo que, me has pillado por sorpresa. Es una gran responsabilidad. La verdad era mucho más
21:08compleja. Manuel no terminaba de fiarse de Enora. Había algo en ella, una intensidad en su mirada,
21:15una historia no contada que le generaba una profunda inquietud. Le parecía demasiado perfecta,
21:23demasiado ansiosa por asegurarse un futuro al lado de Toño. Recordaba la conversación que había
21:30tenido con Jana, cómo ella también había expresado sus reservas. ¿Era justo que él,
21:36albergando tales dudas, apadrinará ese matrimonio? ¿No sería una forma de traición a su amigo?
21:42Piénselo, señorito. No tiene que responderme ahora, dijo Toño, su alegría inicial,
21:50un poco empañada por la reacción de Manuel. Para mí sería el mayor orgullo. Usted es más
21:57que un patrón, es un amigo, lo sé, Toño. Y tú también para mí, respondió Manuel,
22:05poniendo una mano en el hombro del chofer. Déjame pensarlo, ¿de acuerdo? Es una decisión
22:12importante y quiero darle el respeto que merece. Toño asintió, aunque una sombra de decepción cruzó
22:19su rostro. Se despidió y se marchó, dejando a Manuel solo con sus pensamientos y el esqueleto
22:25metálico de su aeroplano. Miró el avión, un símbolo de libertad y escape, y sintió el peso de
22:32las ataduras invisibles de la lealtad y la conciencia. ¿Debía ser sincero con Toño y
22:39arriesgarse a romperle el corazón? ¿O debía aceptar, sonreír en la boda y guardar sus dudas
22:44para sí mismo, esperando y rezando por estar equivocado? La elección, como tantas otras en
22:50la promesa, no tenía una respuesta fácil. La angustia de Vera era de una naturaleza diferente,
22:57más tangible y peligrosa. Desde que supiera que su padre estaba cerca, una necesidad irrefrenable
23:03de verlo la consumía. A pesar del miedo, a pesar de la razón, el vínculo filial la llamaba. Buscó a
23:11Federico, el único que compartía su secreto, el único en quien podía confiar. Lo encontró en la
23:19biblioteca, organizando unos libros. Federico, tenemos que hablar, dijo ella en un susurro urgente,
23:25cerrando la puerta tras de sí. Él se volvió, su rostro serio. Vera, ya te dije que es una mala
23:33idea, necesito verlo, insistió ella, sus manos retorciéndose en el delantal. Solo una vez, saber
23:41que está bien, entender por qué está aquí. Federico dejó el libro que sostenía y la miró fijamente.
23:49Su expresión era sombría, cargada de una preocupación que iba más allá de la simple prudencia.
23:56Escúchame con atención, Vera, dijo, su voz baja y grave. Yo también sentí esa curiosidad.
24:04Esa necesidad de saber, y cometí el error de seguirlo, de observarlo, Vera lo miró, expectante.
24:12¿Y qué viste? Él tragó saliva, como si el recuerdo le dejara un mal sabor de boca.
24:19Lo que vi, no fue al padre que quizás recuerdas o al hombre que te imaginas. Lo vi reunirse con
24:24gente. Gente de la peor calaña, Vera. Hombres con miradas frías y sonrisas que no llegan a los
24:32ojos. Hablaban en susurros, intercambiaban paquetes. No sé en qué está metido, pero es algo sucio.
24:43Algo peligroso. El color desapareció del rostro de Vera. No, no puede ser. Sí que puede,
24:49afirmó Federico con una firmeza inquebrantable. He visto cómo trataba con ellos. No había miedo en
24:57él, sino autoridad. Él es uno de ellos, o peor, quizás sea su líder.
25:01La amabilidad que te mostró, esa fachada de padre arrepentido. Es una máscara, Vera.
25:11Una trampa. Su presencia aquí no es casual. No ha venido a buscarte por amor. Ha venido porque
25:16representas algo para él, una pieza en su juego. O quizás un riesgo. Vera se dejó caer en una silla,
25:24abrumada. Las palabras de Federico eran como un jarro de agua fría, extinguiendo la pequeña y cálida
25:31llama de esperanza que había albergado. Por eso no puedes verlo, concluyó Federico,
25:38arrodillándose frente a ella. No se trata de protegerlo a él, sino de protegerte a ti.
25:45Si él descubre que sabes quién es, que estás aquí, te pondrías en un peligro que no puedes ni imaginar.
25:50Te lo ruego, Vera. Olvídalo. Quédate aquí, en la promesa. Puede que este lugar sea una jaula de
25:58oro con sus propias serpientes, pero al menos son serpientes que conocemos. Lo que hay ahí fuera,
26:05lo que él representa, es un abismo, y no voy a dejar que te caigas en él. Las lágrimas rodaron
26:12por las mejillas de Vera. No eran lágrimas de anhelo, sino de terror y desilusión. La imagen de su padre,
26:19el hombre al que, a pesar de todo, una parte de ella quería redimir, se había hecho añicos,
26:25reemplazada por la figura de un criminal siniestro y calculador. Su reencuentro soñado se había
26:32convertido en una pesadilla de la que Federico, con su cruda honestidad, acababa de salvarla.
26:39Estaba a salvo, sí, pero se sentía más perdida y sola que nunca. Y mientras los vivos lidiaban con
26:45sus fantasmas, sus decisiones y sus miedos, en una pequeña y austera habitación del ala del servicio,
26:51la vida misma pendía de un hilo. El ambiente en los pasillos de servicio era irrespirable. La
26:58enfermedad de Petra había erigido un muro invisible alrededor de su puerta. Nadie pasaba por allí si no
27:05era estrictamente necesario. Las conversaciones se detenían, las miradas se desviaban. El miedo a la
27:13muerte es el más primario de todos, y Petra, en su agonía silenciosa, era un recordatorio constante
27:19de la fragilidad humana. Nadie se atrevía a visitarla. ¿Qué podían hacer? ¿Qué podían
27:25decirle? Su deterioro había sido tan rápido y fulminante que había dejado a todos paralizados.
27:33El marqués no había logrado traer a Pía de vuelta, la única persona que quizás habría sabido cómo
27:38actuar, y el médico se había declarado impotente. Petra estaba sola, abandonada a su suerte en la
27:46batalla final. Pero había alguien que no podía soportar esa idea. Samuel, el joven Lacayo, a menudo
27:54silencioso y observador, sentía un nudo de deber y compasión en el estómago. Petra había sido dura con
28:01él, como con todos, pero también le había enseñado el oficio. Había una extraña forma de respeto en su
28:09relación, una jerarquía que, en ese momento, se le antojaba insignificante. No podía, simplemente no
28:18podía, dejarla morir sola como un perro. Con el corazón en un puño, tomó una jarra de agua fresca y
28:24un paño limpio y se dirigió hacia la habitación prohibida. Cada paso resonaba en el pasillo
28:31silencioso. Se detuvo frente a la puerta, respiró hondo y llamó suavemente. Señora Petra, soy Samuel,
28:39traigo un poco de agua. No hubo respuesta. El silencio desde el interior de la habitación era
28:44total, antinatural. Samuel esperó un momento más. Luego, con una creciente sensación de pavor,
28:52giró el pomo y empujó la puerta. La habitación estaba en penumbra, las cortinas corridas para
29:00filtrar la escasa luz del día. El aire era pesado, viciado, con el olor dulzón y agrio de la fiebre
29:08alta. Petra yacía en la cama, inmóvil. Tan inmóvil que por un instante Samuel pensó que ya era demasiado
29:16tarde. Se acercó a la cama con pasos vacilantes. La jarra de agua temblaba en su mano. Señora Petra,
29:25susurró de nuevo, su voz apenas audible. La vio de cerca. Su rostro, habitualmente severo y
29:32anguloso, estaba hinchado y de un color ceroso. Sus labios estaban secos y agrietados, y un sudor frío
29:40perlaba su frente. Sus ojos estaban cerrados, pero no era el cierre plácido del sueño. Era un
29:48abandono, una ausencia total. Su pecho, Samuel se inclinó, abuzando el oído, tratando de percibir
29:55el más mínimo hálito de vida. No oía nada. La subida y bajada de su respiración era tan superficial,
30:03tan imperceptible, que parecía haber cesado por completo. Estaba inconsciente, o algo peor. Samuel
30:12le tocó la frente. Ardía como el fuego. Le tomó la muñeca, buscando el pulso. Lo encontró, pero era
30:20un latido débil, errático, como el aleteo de un pájaro moribundo. El pánico se apoderó de él. Dejó
30:29caer la jarra, que se hizo añicos en el suelo, derramando el agua en un charco que se extendió
30:34por las baldosas. No importaba, nada importaba salvo el hecho de que Petra se estaba yendo. Se
30:41estaba apagando ante sus ojos. Retrocedió tropezando, salió de la habitación y corrió por el pasillo,
30:49gritando. Ayuda, rápido, ayuda. Es la señora Petra, creo que se muere. Su grito rasgó el silencio
30:57opresivo del palacio, una alarma que sacó a todos de sus propios dramas personales y los
31:02enfrentó a una tragedia inminente y compartida. Las puertas se abrieron. Lope, Candela, Simona,
31:11María, todos salieron a la vez, sus rostros una máscara de terror. Se congregaron en la
31:18puerta de la habitación de Petra, mirando el cuerpo inmóvil en la cama, el agua extendiéndose
31:23por el suelo como un presagio. El temor se extendió entre ellos, un escalofrío colectivo
31:30que no tenía nada que ver con el frío del otoño. La pregunta flotaba en el aire, no
31:37dicha pero grabada en los ojos de todos. ¿Era este el final? ¿Había llegado la hora
31:42de Petra a Arcos? En el silencio sepulcral de la promesa, mientras una vida se aferraba
31:47sus últimos y tenues hilos, nadie se atrevía a responder. Solo podían esperar, juntos en
31:54su miedo, el veredicto implacable del destino.
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