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00:00La desaparición de Catalina sigue marcando a todos, mientras Martina sospecha que el varón de Valladares guarda un oscuro secreto, aunque Jacobo le ruega olvidar.
00:30Lope y Vera temen las consecuencias del desayuno fallido cuando Cristóbal descubre lo ocurrido, y el marqués insiste en romper el compromiso de Ángela con Lorenzo, agotando la paciencia de Leocadia.
00:43En medio de todo, Petra empeora visiblemente, sus síntomas avanzan y la preocupación por su salud se convierte en un nuevo motivo de alarma.
00:52El sol del jueves 25 de septiembre se alzaba sobre la promesa con una indiferencia cruel, pintando de oro los tejados y los vastos campos que se extendían hasta donde la vista se perdía.
01:05Pero dentro de los muros de piedra del palacio, la luz parecía incapaz de disipar las sombras que se habían anclado en los corazones de sus habitantes.
01:15El aire mismo parecía más pesado, denso con palabras no dichas y con el eco persistente de una ausencia que lo impregnaba todo, la de Catalina.
01:27Su marcha no había sido una simple partida, había sido un seísmo que había agrietado los cimientos de la familia Luján, y las réplicas seguían sintiéndose en cada pasillo, en cada conversación furtiva, en cada mirada perdida.
01:46Para algunos, como el marqués, era una herida abierta, un fracaso personal que le roía el alma.
01:51Para otros, como Cruz, era una victoria silenciosa, una espina menos en su costado.
02:03Pero, para todos, sin excepción, era un recordatorio constante de que la promesa ya no era el refugio que una vez pretendió ser, sino una jaula de oro cuyas barras se estrechaban día a día.
02:17En el servicio, el trabajo continuaba con su ritmo monótono y exigente.
02:21Pero la energía había cambiado.
02:26Las risas eran más escasas, las conversaciones más cautelosas, el nombre de Catalina flotaba en el ambiente como un fantasma,
02:33una sílaba a punto de ser pronunciada que moría en los labios por miedo a avivar el dolor o, peor aún, a atraer la atención equivocada.
02:40La disciplina impuesta por el señorito Cristóbal se había vuelto férrea, un yugo de acero que no permitía el más mínimo desvío, y todos sentían su gélida presencia incluso cuando no estaba a la vista.
02:55Y en medio de este tapiz de tensiones y tristezas, nuevos hilos de inquietud comenzaban a tejer, enredándose unos con otros, creando un patrón de fatalidad que nadie, ni el más astuto ni el más inocente, podía prever en su totalidad.
03:12La duda de Martina y la calma del varón. Martina se encontraba frente al espejo de su habitación, pero no se veía a sí misma.
03:22No realmente, sus ojos, normalmente llenos de una chispa vivaz y desafiante, estaban velados por una niebla de confusión.
03:36Se pasaba una y otra vez la mano por la frente, como si intentara borrar un recuerdo borroso, una sensación escurridiza que se negaba a tomar forma.
03:44Su último encuentro con el varón de Valladares, Jacobo, antes de la partida de Catalina, era una mancha en su memoria, un fragmento de tiempo que no encajaba.
03:59Recordaba la conversación, o al menos partes de ella, recordaba su tono afable, casi paternal.
04:08Recordaba el té que le había ofrecido, insistiendo en que le sentaría bien para calmar los nervios.
04:14Pero después, después todo se volvía difuso. No era un olvido completo, sino algo más siniestro.
04:22Una sensación de irrealidad, de haber estado presente en cuerpo pero no en mente.
04:30Había una laguna, un vacío inquietante justo en el corazón del recuerdo, y su instinto, esa voz interior que tantas veces había ignorado para su desgracia, le gritaba que algo andaba terriblemente mal.
04:44Se vistió con movimientos automáticos, eligiendo un vestido sin prestarle atención, y bajó a los jardines, buscando el aire fresco para aclarar sus pensamientos.
04:54El aroma de las rosas y la lavanda, que normalmente la calmaba, hoy parecía agudizar su ansiedad.
05:03Fue allí donde Jacobo la encontró, como si hubiera anticipado su tormento. Martina, querida.
05:11Paseando tan temprano, su voz era un bálsamo, suave y tranquilizadora. Se acercó a ella con esa sonrisa perfectamente calibrada que parecía disipar cualquier preocupación.
05:25Ella se giró, estudiándolo. A la luz de la mañana, parecía el perfecto caballero. Elegante, sereno, con una mirada que transmitía una profunda comprensión.
05:38Pero Martina ya no podía confiar en las apariencias.
05:44Varón, Jacobo, necesito hablar con usted. Dijo, su voz más firme de lo que se sentía.
05:50Por supuesto, niña, lo que desees. ¿Te preocupa algo? Pareces, distante. Lo estoy. Admitió ella, cruzándose de brazos.
06:05No puedo dejar de pensar en nuestra última conversación. En la biblioteca, antes de que Catalina.
06:13Se fuera. Jacobo ladeó la cabeza, su expresión era la de la más pura inocencia.
06:18¿Nuestra conversación? Sí, la recuerdo.
06:24Intentaba consolarte. Pobre criatura. Estabas destrozada por la decisión de tu prima.
06:32Es natural que te sientas así. No es eso. O no solo eso. Insistió Martina, frunciendo el ceño.
06:42Hay algo que no, que no recuerdo bien. Me siento como si una parte de esa tarde se hubiera borrado.
06:48Después de tomar el té que me sirvió. El varón soltó una risita suave y paternalista.
06:58Ah, el té. Un simple té de manzanilla con un poco de miel. Te vi tan alterada que pensé que te ayudaría a relajarte.
07:04Quizás te relajó demasiado. Estabas agotada. Martina. Emocionalmente exhausta. Es completamente normal que la mente, para protegerse, deje algunas cosas en la penumbra.
07:17En la penumbra, repitió ella, escéptica. Jacobo, yo no soy una niña asustadiza.
07:26Conozco mi propia mente. Y le digo que algo ocurrió. Su mirada. Había algo en su mirada que no era de consuelo.
07:38Y después, me sentí tan extrañamente somnolienta. Tan... dócil. No es propio de mí.
07:46Jacobo dio un paso más cerca. Su voz bajó a un susurro confidencial. Casi hipnótico.
07:51Martina. Escúchame con atención. Estás pasando por un momento muy difícil. La partida de Catalina ha sido un golpe terrible para ti. Quizás más que para nadie.
08:06Estabas muy unida a ella. Es lógico que busques explicaciones. Que intentes encontrar un culpable. Algo tangible a lo que aferrarte en medio de este caos.
08:15Y como hablamos justo antes, tu mente, de forma inconsciente, está creando un misterio donde no lo hay.
08:28Puso una mano sobre su hombro. Un gesto que pretendía ser reconfortante pero que a Martina le provocó un escalofrío.
08:37Estás proyectando tu angustia en un recuerdo insignificante. Un té. Una conversación amable.
08:45¿Qué mal podría haber en eso? Continuó él. Su pulgar dibujando pequeños círculos sobre la tela del vestido de ella.
08:55Te estás torturando sin motivo. Lo mejor que puedes hacer, por tu propio bien, es olvidar.
09:03Olvidar ese momento y centrarte en el presente. En cómo sobrellevar esta pérdida.
09:08Olvidar, la palabra sonó agria en la boca de Martina.
09:13¿Cómo puedo olvidar algo que mi propio cuerpo me dice que fue real?
09:17Siento que me falta una pieza del puzzle, y no descansaré hasta encontrarla.
09:21A veces, querida, la pieza que falta es una que nunca existió. Dijo Jacobo, su sonrisa no vaciló, pero sus ojos se endurecieron por una fracción de segundo.
09:34Un destello gélido que confirmó, en lo más profundo del ser de Martina, que sus sospechas no eran infundadas.
09:40Él le estaba ocultando algo, y su insistencia en que olvidara no era un consejo, era una orden velada.
09:52Quizás tenga razón. Mintió ella, bajando la mirada para que él no viera la resolución que acababa de nacer en sus ojos.
09:59Quizás solo estoy cansada y confundida. Esa es mi niña sensata. Dijo él, apretándole el hombro con una familiaridad que a ella le revolvió el estómago.
10:14Ahora, respira hondo el aire de la mañana y deja que estas ideas oscuras se las lleve el viento.
10:19Es lo mejor para todos. Se alejó, dejándola sola con el aroma de las rosas y el peso de una certeza aterradora.
10:32No, no lo olvidaría. No podía, porque presentía que lo que había ocurrido en esa biblioteca no solo la afectaba a ella,
10:39sino que era una clave, una pieza fundamental para entender la red de intrigas que ahogaba a la promesa.
10:45Y Jacobo, el afable varón de Valladares, estaba en el centro de todo. La tormenta se cierne sobre la cocina.
10:58Mientras tanto, en las entrañas del palacio, en el ajetreado y normalmente cálido mundo de las cocinas,
11:04la temperatura había descendido varios grados.
11:06El desastre del desayuno de la mañana anterior era un fantasma que se negaba a desaparecer.
11:18No había sido un error catastrófico, no un incendio ni un envenenamiento,
11:23pero en el nuevo régimen de Cristóbal, los pequeños fallos se magnificaban hasta convertirse en crímenes capitales.
11:28Lope y Vera se movían por el espacio con una tensión palpable.
11:35Cada ruido de una cacerola al caer, cada portazo en la lejanía, les hacía dar un respingo.
11:43Habían intentado servir el desayuno con la precisión de un relojero suizo,
11:47pero todo lo que podía salir mal, salió mal.
11:49El café, por un descuido, se había quemado ligeramente, dejando un regusto amargo y acre.
12:02Las tostadas, bajo la atenta pero nerviosa supervisión de Vera,
12:06habían salido con un dorado desigual, unas pálidas y otras con los bordes carbonizados.
12:11Y para colmo, a Lope, en un momento de distracción mientras pensaba en la injusticia de la situación de Ricardo,
12:20se le había resbalado la jarra de la leche,
12:23derramando un pequeño pero escandaloso charco blanco sobre la inmaculada bandeja de plata.
12:31Habían limpiado el desastre a toda prisa,
12:34habían rehecho el café y seleccionado las tostadas menos ofensivas,
12:37rezando para que el señorito no lo notara.
12:42Pero la suerte no estaba de su lado, ¿crees que se habrá dado cuenta?
12:46Susurró Vera mientras pelaba patatas con una concentración febril.
12:52Lope suspiró, pasando un paño por una superficie ya impoluta.
12:56Su rostro, normalmente animado y lleno de pasión por su oficio, estaba sombrío.
13:04Con nuestra suerte, Vera, no solo se habrá dado cuenta,
13:07sino que habrá mandado analizar el regusto del café a un laboratorio de París.
13:12Respondió con un humor negro que no logró ocultar su nerviosismo.
13:15Ese hombre lo ve todo, tiene ojos en la nuca.
13:21No deberíamos haberle servido eso, Lope.
13:27Deberíamos haber empezado de cero, aunque tardáramos más.
13:31¿Y que se quejara por el retraso?
13:33Replicó él.
13:34Con Cristóbal no hay forma de ganar.
13:38Hagas lo que hagas, está mal.
13:40Es como intentar apagar un fuego con gasolina.
13:45Solo busca una excusa, un motivo para.
13:48Para demostrar que él manda.
13:50La conversación quedó suspendida en el aire cuando la puerta de la cocina se abrió con un chirrido lento y deliberado.
13:55No fue el entrar apresurado de un lacayo ni el paso cansado de la señora Simona.
14:04Era un paso mesurado, pesado, un paso que anunciaba poder.
14:10Cristóbal apareció en el umbral.
14:12No vestía su uniforme militar, sino un traje de día impecable,
14:16pero su porte era tan marcial y autoritario como siempre.
14:19Se quedó allí un momento, en silencio, dejando que su presencia llenara la estancia y aplastara el ánimo de los presentes.
14:32Sus ojos fríos recorrieron cada rincón de la cocina antes de posarse,
14:36como dos trozos de hielo, primero en Lope y luego en Vera.
14:42Buenos días, dijo, y las dos palabras sonaron como una sentencia.
14:46Señorito, murmuraron ambos a la vez, casi sin aliento.
14:53Cristóbal avanzó lentamente hacia la mesa central.
14:56Pasó un dedo enguantado por la superficie de madera,
14:59lo inspeccionó en busca de polvo y, al no encontrarlo,
15:03emitió un sonido de desaprobación, como si la limpieza le ofendiera.
15:09Me ha llegado una queja.
15:11Comenzó, su voz era baja pero cortante,
15:14diseñada para obligarles a aguzar el oído.
15:16Una queja sobre el servicio de desayuno de esta casa.
15:22Curioso, ¿no es así?
15:24Siempre presumieron de la excelencia de la promesa.
15:29Parece que los estándares han...
15:31Decaído.
15:32Lope tragó saliva.
15:33Señorito, si ha habido algún problema, le pido disculpas.
15:37Fue un pequeño, pequeño, le interrumpió Cristóbal, alzando una ceja.
15:45¿Llama usted pequeño a un café que sabe a carbón?
15:48¿A unas tostadas que podrían servir de arma arrojadiza?
15:51¿A una presentación que delataba prisa y descuido?
15:56Vera sintió que las piernas le temblaban.
15:58Quería hablar, defenderse, pero el miedo le había sellado los labios.
16:02Yo, yo fui la responsable de las tostadas, señorito.
16:10Logró decir finalmente, su voz un hilo tembloroso.
16:13La culpa es mía.
16:17Cristóbal giró su cabeza lentamente hacia ella.
16:21La miró de arriba abajo con un desdén que la hizo sentirse diminuta.
16:27Ah, sí, la culpa es suya, qué valiente.
16:30¿Y el café, cocinero?
16:32¿También fue culpa de la doncella?
16:34¿O quizás la jarra de leche decidió suicidarse espontáneamente sobre la bandeja?
16:38No, señorito, la responsabilidad es mía, soy el jefe de cocina.
16:46Dijo Lope, dando un paso al frente para proteger a Vera.
16:52Cualquier error que salga de esta cocina es, en última instancia, culpa mía.
16:57Admiro su sentido del honor, Lope.
16:59De verdad que sí, dijo Cristóbal con un sarcasmo venenoso.
17:06Pero el honor no llena el estómago de mi padre ni mantiene la reputación de esta casa.
17:13Lo que yo exijo es competencia, disciplina, perfección.
17:17Y ustedes dos, ayer, me demostraron que carecen de las tres.
17:21El silencio que siguió fue atronador.
17:26Lope y Vera esperaban el grito, el castigo inmediato.
17:32Pero Cristóbal era más cruel.
17:34Disfrutaba del suspense, de ver el terror crecer en los ojos de sus víctimas.
17:41Esto no puede volver a ocurrir.
17:43Continuó, su voz ahora un siseo peligroso.
17:46La promesa está bajo mi supervisión ahora, y no toleraré la mediocridad.
17:51Ni la incompetencia, ni el más mínimo fallo.
17:56Cada plato, cada taza de café, cada miga de pan que salga de esta cocina debe ser un ejemplo de perfección.
18:05¿Está claro?
18:06Sí, señorito.
18:08Respondieron al unísono.
18:10Bien.
18:10¿Por qué si vuelve a ocurrir un incidente como el de ayer?
18:16Las consecuencias no serán una simple reprimenda.
18:19Serán, ejemplares.
18:21Para que todos en esta casa, desde el mayordomo hasta el último mozo, entiendan cuál es el nuevo orden.
18:30Se dio la vuelta con la misma lentitud deliberada con la que había entrado.
18:34En la puerta, se detuvo y, sin girarse, añadió.
18:38El café quemado y las tostadas carbonizadas.
18:48No se tirará nada, en esta casa no hay lugar para el despilfarro, ni de comida, ni de confianza.
18:57Y con eso, se fue, Lope y Vera se quedaron inmóviles, el eco de sus palabras resonando en la cocina.
19:06No era un castigo físico, pero era algo peor, una humillación profunda, un recordatorio constante de su precariedad y de la tiranía bajo la que ahora vivían.
19:18La calma que habían intentado mantener se había hecho añicos, y en su lugar sólo quedaba un miedo frío y la certeza de que las consecuencias, las verdaderas consecuencias, sólo acababan de empezar a vislumbrarse.
19:33La terquedad de Leocadia y la desesperación del marqués.
19:39En el ala noble del palacio, otra batalla se libraba, una de voluntades tan antiguas y sólidas como los muros que los rodeaban.
19:50Alonso, el marqués de Luján, se sentía un extranjero en su propia casa.
19:55Despojado de su autoridad por su propio hijo y ahora enfrentado a un muro de intransigencia por parte de una invitada,
20:01sentía que el control de su vida y de su familia se le escapaba como arena entre los dedos.
20:09Su objetivo era claro y, a su juicio, justo, anular el compromiso entre su sobrino Lorenzo y la joven Ángela, la hija de Leocadia.
20:20Consideraba a Lorenzo un hombre sin escrúpulos, un cazafortunas capaz de cualquier cosa por dinero,
20:26y la idea de que una joven inocente como Ángela cayera en sus redes le resultaba insoportable.
20:31Pero Leocadia, una mujer de carácter recio y convicciones inamovibles, no estaba dispuesta a ceder.
20:43Los encontró a solas en el salón de fumar, donde Leocadia revisaba unas cuentas con una concentración feroz.
20:49Alonso entró con una determinación renovada, habiendo pasado la noche en vela buscando nuevos argumentos, nuevas formas de persuadirla.
20:59Leocadia, por favor, concédeme cinco minutos. Comenzó, su tono era una mezcla de súplica y autoridad.
21:10Ella levantó la vista de sus papeles, sus ojos pequeños y astutos lo evaluaron con frialdad.
21:18Alonso, creo que ya hemos hablado de este tema hasta la saciedad. Mi decisión está tomada.
21:29Ángela se casará con Lorenzo. Es un buen partido para ella y para nuestra familia.
21:33Un buen partido, replicó Alonso, acercándose a ella. Leocadia, por el amor de Dios, abre los ojos.
21:43Lorenzo no quiere a tu hija. Solo quiere su dote, su fortuna. ¿No lo ves? Es un buitre que rodea a su presa.
21:55Veo a un capitán del ejército, un hombre con un título y una posición, que ha mostrado interés en mi hija. Contestó ella, su voz imperturbable.
22:04En estos tiempos, eso es más de lo que muchas jóvenes pueden esperar. El amor es un lujo, Alonso.
22:16La seguridad y el estatus son una necesidad. Pero está sacrificando su felicidad. La voz de Alonso se elevó, cargada de frustración.
22:24He visto cómo la mira Lorenzo. No hay afecto en sus ojos, solo cálculo. Y he visto cómo Ángela lo mira a él, con miedo.
22:37¿Es eso lo que quieres para tu única hija? ¿Una vida de temor y desdicha al lado de un hombre que solo la ve como una cuenta bancaria?
22:47Tú no sabes nada de lo que mi hija necesita. Espetó Leocadia, golpeando la mesa con la palma de la mano.
22:54Yo la he criado sola, la he protegido de todo y de todos. Y sé que este matrimonio es lo mejor para ella.
23:05Lorenzo le dará un nombre, una posición social que yo, con todo mi esfuerzo, nunca podré darle.
23:11La protegerá, la devorará, gritó Alonso, desesperado, te lo ruego, Leocadia, como amigo, como anfitrión, como hombre que se preocupa por el bienestar de esa niña.
23:28Rompe este compromiso, aún estás a tiempo, podemos encontrarle a Ángela un pretendiente mucho mejor, un hombre de bien que la quiera y la respete.
23:36La insistencia del marqués, lejos de ablandar a Leocadia, estaba empezando a erosionar su paciencia, a raspar una capa de cortesía ya muy delgada para revelar la roca obstinada que había debajo.
23:50Un hombre de bien, como tú, Alonso, dijo ella con un deje de veneno en la voz.
24:00Un hombre que no ha sido capaz de mantener el control de su propia casa, que ha permitido que su hijo le usurpe y que su hija se marche.
24:07No estoy segura de que estés en posición de dar lecciones a nadie sobre cómo proteger a su familia.
24:18El golpe fue bajo y certero, Alonso palideció, la mención de Catalina y Cristóbal le dolió más que una bofetada.
24:25Eso no es justo, Leocadia. La vida no es justa, Alonso. Y estoy cansada de esta conversación.
24:38Cansada de tu insistencia, de tus dramas y de tus advertencias apocalípticas, se levantó su menuda figura irradiando una autoridad inflexible.
24:47El compromiso sigue en pie, la boda se celebrará, y te agradecería, por el bien de nuestra convivencia en esta casa, que no volvieras a mencionar este asunto.
25:02Estoy harta de escucharte. Salió del salón con un portazo que retumbó en el corazón de Alonso.
25:10Él se quedó allí, de pie, en medio de la habitación silenciosa, sintiendo el amargo sabor de la derrota.
25:17No era sólo la terquedad de Leocadia lo que le dolía, era la impotencia.
25:24La terrible sensación de ver una injusticia a punto de cometerse y ser incapaz de detenerla.
25:31Y con cada puerta que se le cerraba, el marqués de Luján se sentía un poco más pequeño, un poco más irrelevante en el gran teatro de la promesa.
25:39El purgatorio de Ricardo. Lejos de las intrigas de los nobles, en el mundo del servicio, Ricardo vivía su propio infierno personal.
25:50La caída había sido vertiginosa y brutal. De ser el respetado mayordomo, el hombre que movía los hilos del servicio con una eficiencia implacable, había pasado a ser un simple mozo.
26:03Un fantasma con librea que realizaba las tareas más ingratas bajo la mirada vigilante y a menudo despectiva de sus antiguos subordinados.
26:13Aquella mañana le había tocado limpiar y abrillantar las botas de los señores. Estaba arrodillado en el suelo de piedra de la sala de botas, un lugar frío y húmedo, con el olor a cuero y betún impregnando el aire.
26:31Sostenía en su mano una de las botas de montar del capitán de Luján, y mientras aplicaba la cera con movimientos circulares y mecánicos, su mente era un torbellino de culpa y arrepentimiento.
26:44Cada gesto, cada tarea humillante, era un recordatorio de sus errores. Se culpaba por todo.
26:53Por su ambición desmedida, por haber confiado en el inglés que le prometió una vida mejor para él y para Pía.
27:02Por haber traicionado la confianza del marqués, pero, sobre todo, se culpaba por la marcha de Pía.
27:08Su ausencia era un dolor físico, una presión constante en el pecho que a veces le dificultaba respirar.
27:17La echaba de menos con una intensidad que lo consumía. Echaba de menos su sonrisa, su sensatez, el calor de su mano, la forma en que su sola presencia lograba anclarlo y darle un propósito.
27:31Sin ella, se sentía a la deriva, un barco sin timón en medio de una tormenta perfecta.
27:42Miró su reflejo distorsionado en el cuero brillante de la bota. Vio a un hombre derrotado.
27:47Las líneas de preocupación en su frente se habían acentuado, sus hombros estaban encorvados por el peso de la vergüenza, y en sus ojos había una tristeza profunda, casi insondable.
28:03Se había convertido en aquello que siempre había despreciado, un fracasado. Un don nadie.
28:08Recordaba sus conversaciones con Pía, sus sueños de una vida juntos, lejos de la promesa, con su pequeño hijo.
28:21Un futuro que él mismo había destrozado. ¿Dónde estaría ella ahora? ¿Estaría a salvo? ¿Pensaría en él?
28:27La idea de que pudiera odiarlo era una daga que se le clavaba en el corazón una y otra vez.
28:35Salvador entró en la sala y se detuvo al ver a Ricardo en el suelo.
28:39Hubo un momento de silencio incómodo entre los dos hombres.
28:45A pesar de sus pasadas rencillas, ver al antiguo mayordomo en esa posición era algo que a Salvador le resultaba violento.
28:55Ricardo, comenzó, sin saber muy bien qué decir. Ricardo no levantó la vista.
29:01Solo estoy haciendo mi trabajo, Salvador.
29:03Es lo que me corresponde. Esto no está bien. Dijo Salvador, su voz era queda.
29:12Usted no debería estar haciendo esto.
29:13El señorito Cristóbal opina lo contrario. Respondió Ricardo con un deje de amargura.
29:21Y ahora mismo, su opinión es la única que cuenta. Todos echamos de menos a la señora Pía. Dijo Salvador, intentando torpemente ofrecer algo de consuelo.
29:33Era, era el corazón del servicio. Al oír su nombre, Ricardo se detuvo. Cerró los ojos con fuerza, como si el mero sonido le causara dolor.
29:45Fue por mi culpa. Susurró, su voz rota. Todo esto es por mi culpa. Si no hubiera sido tan ciego, tan estúpido.
29:58Ella seguiría aquí. Estaríamos juntos. Salvador se agachó a su lado. Algo que nunca habría imaginado hacer.
30:04No puede culparse de todo, Ricardo. Las cosas, se complicaron, para todos. Pero fui yo quien tomó las decisiones equivocadas. Insistió Ricardo, abriendo los ojos, y en ellos había una desesperación desnuda.
30:23Fui yo quien lo arruinó todo. Y ahora, ahora no tengo nada. Ni a ella, ni mi dignidad, ni un futuro.
30:29Solo tengo estas botas y el recuerdo de lo que perdí. Se quedó mirando la bota en su mano como si contuviera el peso de todos sus fracasos.
30:42Se sentía completamente derrotado. Un hombre vaciado por dentro, cuya única compañía era el eco incesante de sus errores y la profunda, abrumadora nostalgia por la mujer que amaba y que había perdido por su propia mano.
30:54Su castigo no era limpiar botas. Su castigo era vivir. La sombra que crece en Petra.
31:05Y mientras las intrigas, los miedos y los arrepentimientos se arremolinaban en el palacio, una sombra más personal y silenciosa comenzaba a extenderse sobre Petra Arcos.
31:14Lo que había empezado como un simple malestar, una molestia pasajera que había atribuido al cansancio o a la tensión acumulada, estaba evolucionando hacia algo más persistente y preocupante.
31:31Petra, una mujer forjada en la disciplina y la resistencia, siempre había presumido de una salud de hierro.
31:37Petra, una mujer forjada en el palacio.
31:40Rara vez se quejaba, considerando cualquier dolencia como una debilidad inaceptable.
31:48Pero ahora, su propio cuerpo la estaba traicionando de formas que no podía ignorar.
31:52Todo comenzó con una fatiga extraña, una pesadez en los huesos que no desaparecían y con una noche de sueño.
32:05Luego vinieron los mareos, olas repentinas de vértigo que la asaltaban sin previo aviso, obligándola a apoyarse en una pared o en un mueble para no caer, esperando con los ojos cerrados a que el mundo dejara de dar vueltas.
32:17Aquella mañana, mientras supervisaba la limpieza del gran salón, sintió una punzada aguda en el costado, tan intensa que le robó el aliento.
32:31Se dobló por la mitad, ahogando un gemido de dolor, y se apretó la zona con la mano.
32:39¿Se encuentra bien, señora Arcos? Le preguntó una de las doncellas más jóvenes, mirándola con preocupación.
32:47Petra se enderezó de golpe, su rostro una máscara de severidad para ocultar el pánico que había sentido.
32:57¿Y a ti qué te importa? Espetó, su voz más áspera de lo habitual. Deja de holgazanear y sigue con ese polvo. La plata no se va a brillantar sola.
33:06La doncella, asustada, volvió a su tarea a toda prisa. Petra se quedó inmóvil un instante, respirando hondo, tratando de dominar el dolor y el temblor que le recorría el cuerpo.
33:19Se miró las manos y notó que un ligero temblor agitaba sus dedos. Intentó detenerlo, pero el temblor persistía, un signo visible de que algo dentro de ella estaba fundamentalmente roto.
33:33Más tarde, mientras subía la gran escalinata, tuvo que detenerse a mitad de camino, jadeando en busca de aire.
33:42Le dolía el pecho, y un sudor frío le perlaba la frente. Se sentía increíblemente débil, como si toda su energía vital se estuviera escapando de su cuerpo.
33:58Se aferró a la barandilla de caoba, su respiración agitada resonando en el silencio del vestíbulo.
34:03Cruz, que bajaba en ese momento, la vio y frunció el ceño. Petra, ¿qué te ocurre? Tienes un aspecto horrible.
34:17Estás pálida como un muerto. No es nada, señora marquesa. Mintió Petra, intentando esbozar una sonrisa que se convirtió en una mueca.
34:26Solo un pequeño mareo, el calor, quizás. Pues sea lo que sea, solucionalo. No puedo permitirme tener a mi doncella personal desmayándose por los rincones.
34:42Eres el pilar de esta casa, Petra. Se espera de ti que seas fuerte. Lo soy, señora.
34:47Siempre lo he sido, respondió Petra, con una lealtad que rayaba en lo fanático. Pero mientras veía a la marquesa alejarse, las palabras resonaron en su cabeza.
35:03Fuerte, siempre había sido fuerte. Había soportado humillaciones, intrigas, pérdidas.
35:09Siempre había permanecido de pie, implacable, inquebrantable. Pero esta nueva amenaza no venía de un enemigo externo. No era un rival al que pudiera derrotar con astucia o malicia.
35:24Era un enemigo interno, un traidor que crecía en sus propias entrañas. Y contra él, por primera vez en su vida, Petra Arcos no sabía cómo luchar.
35:33El malestar físico iba en aumento, y los síntomas comenzaban a hacer estragos visibles en su día a día.
35:45Su legendaria energía estaba mermando. Su tez había adquirido un tono cetrino y bajo sus ojos se dibujaban unas ojeras oscuras que ni el maquillaje podía ocultar.
35:54Intentaba disimularlo, apretar los dientes y seguir adelante. Pero el dolor, la fatiga y el miedo se estaban convirtiendo en compañeros constantes.
36:09Y en la soledad de su habitación, cuando la noche caía sobre la promesa, Petra se enfrentaba a un terror que nunca antes había conocido.
36:17El terror a su propia fragilidad.
36:18La sombra en su interior crecía, y ella sentía, con una certeza helada, que estaba empezando a consumirla.
36:28El terror a su propia fragilidad.
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