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Avance ‘Valle Salvaje’: “¡Yo maté a Pilara!” (capítulo 252, jueves 11 de septiembre)
Mercedes acusa a Victoria y logra la confesión más inesperada en ‘Valle Salvaje’. La nueva duquesa reconoce haber asesinado a su hermana Pilara mientras Adriana y Rafael siguen luchando por su amor.
El aire en Valle Salvaje se había vuelto denso, casi irrespirable. Se pegaba a la piel como el sudor frío del miedo y se colaba por las rendijas de las ventanas y de las almas, llevando consigo el hedor de la traició ...
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#‘ValleSalvaje’, #capítulo252“¡Yo, #maté, #Pilara”
Avance ‘Valle Salvaje’: “¡Yo maté a Pilara!” (capítulo 252, jueves 11 de septiembre)
Mercedes acusa a Victoria y logra la confesión más inesperada en ‘Valle Salvaje’. La nueva duquesa reconoce haber asesinado a su hermana Pilara mientras Adriana y Rafael siguen luchando por su amor.
El aire en Valle Salvaje se había vuelto denso, casi irrespirable. Se pegaba a la piel como el sudor frío del miedo y se colaba por las rendijas de las ventanas y de las almas, llevando consigo el hedor de la traició ...
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#‘ValleSalvaje’, #capítulo252“¡Yo, #maté, #Pilara”
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00:00Avance Valle Salvaje. Yo mate a Pilara. Capítulo 252. Jueves 11 de septiembre.
00:19Mercedes acusa a Victoria y logra la confesión más inesperada en Valle Salvaje. La nueva
00:24duquesa reconoce haber asesinado a su hermana Pilara mientras Adriana y Rafael siguen luchando
00:29por su amor. El aire en Valle Salvaje se había vuelto denso, casi irrespirable. Se pegaba
00:37a la piel como el sudor frío del miedo y se colaba por las rendijas de las ventanas y
00:41de las almas, llevando consigo el hedor de la traición y el perfume amargo del luto.
00:48El día anterior, el capítulo 251, no había sido un simple episodio en la vida de sus habitantes,
00:54había sido un cataclismo, una fractura en la ya frágil corteza de su realidad.
01:02Y ahora, en la mañana del jueves 11 de septiembre, las réplicas de aquel terremoto emocional amenazaban
01:08con derribar los cimientos que aún quedaban en pie.
01:10En la casa grande, el silencio era un miembro más de la familia, uno imponente y cruel.
01:21Se sentaba a la mesa con Adriana y Rafael, les acompañaba en sus paseos mudos por los
01:26pasillos y se acostaba entre ellos en la cama. Un abismo helado que la pérdida de su bebé había
01:31acabado. El dolor de Adriana no era solo un eco en su corazón. Era una presencia física,
01:38una garra que se le aferraba a las entrañas y le robaba el aliento. Rafael, a su lado,
01:46era una estatua de impotencia. Cada vez que miraba a la mujer que amaba, veía el reflejo de su propia
01:51alma rota. Quería ser su refugio, su fortaleza, pero él mismo era un campo de ruinas. La pena
02:00compartida, en lugar de unirles en un abrazo de consuelo, les había aislado en dos islas de
02:05sufrimiento inexpresable. Mientras tanto, en la mansión de los duques, la sospecha era el veneno
02:13que se servía en las copas de cristal. Victoria y José Luis, la nueva pareja ducal, sentían el
02:21aliento de Mercedes, la duquesa viuda, en la nuca. No era una simple paranoia. Era la certeza,
02:29afilada como un cuchillo, de que la mujer a la que habían despojado de su título y su hogar no
02:35descansaría hasta verles caer. Las acusaciones de Mercedes el día anterior, que Victoria había
02:43intentado asesinarla, que ambos eran responsables de la muerte de Pilara, resonaban en las paredes
02:49como el preludio de una guerra total. Eran palabras que, una vez pronunciadas, no podían ser retiradas.
02:58Eran la declaración de un odio que sólo podía culminar en la aniquilación o la rendición.
03:04Y en esa atmósfera cargada, el nuevo día comenzaba a desgranar sus horas, cada una preñada de una
03:10tensión insoportable, cada minuto acercando a los habitantes de Valle Salvaje a una revelación
03:15que lo cambiaría todo para siempre. Una confesión que aguardaba, agazapada en la
03:22oscuridad, lista para saltar y desgarrar la última apariencia de normalidad.
03:28Capítulo 1. La sombra del recuerdo. El sol de la mañana se filtraba con timidez por los
03:34ventanales del salón principal de la Casa Grande. Sus rayos dibujaban largas franjas de luz sobre las
03:42baldosas desgastadas, iluminando motas de polvo que danzaban en el aire como fantasmas de un tiempo
03:47más feliz. Adriana estaba sentada en un viejo sillón de orejas, con una taza de té intacta
03:54enfriándose en sus manos. Su mirada estaba perdida en un punto indefinido del jardín, pero no veía las
04:02rosas tardías ni el vuelo de los pájaros. Veía la cuna vacía que nunca llegó a ocupar. Veía los patucos
04:10que había tejido con una ilusión que ahora le parecía una burla cruel del destino.
04:16Rafael entró en el salón sin hacer ruido, como si temiera que el sonido de sus pasos pudiera romper
04:21el frágil equilibrio de su esposa. La observó durante un instante, y el corazón se le encogió
04:28en un nudo doloroso. Adriana parecía una figura de porcelana, hermosa y a punto de quebrarse.
04:34Se acercó y se arrodilló a su lado, posando una mano sobre las de ella, que estaban frías como el
04:42mármol. Adriana, amor mío, ¿no has probado el té? Ella parpadeó, como despertando de un largo sueño.
04:54Sus ojos, antes dos pozos de luz, ahora estaban velados por una tristeza infinita.
04:59No tengo hambre, Rafael. Ni sed, no tengo nada. No digas eso. Susurró él, y su voz se quebró.
05:11Nos tenemos el uno al otro. Adriana giró lentamente la cabeza y le miró. En sus ojos había un amor
05:17profundo, pero también un agotamiento que le asustó. ¿Y de qué nos sirve? ¿De qué sirve este amor si está
05:25rodeado de odio? ¿De amenazas? ¿De muerte? Cada vez que respiramos, parece que inhalamos el veneno
05:31de este valle. Perdimos a nuestro hijo, Rafael. Y yo, yo siento que nos estamos perdiendo a nosotros
05:39mismos. Él apretó su mano, buscando las palabras que pudieran sanar, que pudieran construir un puente
05:47sobre el abismo que se abría entre ellos. Pero las palabras se le antojaban inútiles, vacías. Fue
05:55ella quien rompió el silencio de nuevo, con una voz apenas audible, cargada de una resignación que le
06:01geló la sangre a Rafael. He estado pensando, en la oferta de tu padre, Rafael Setenso. El mero nombre
06:09de José Luis era como una espina clavada en su costado. No, no vamos a hablar de eso, quizás,
06:17quizás es la única salida. Continuó ella, ignorando su negativa. Aceptar su trato, las tierras, darle lo
06:27que quiere para que nos deje en paz, para que podamos irnos de aquí, empezar de nuevo en otro
06:31lugar donde nadie nos conozca, donde no haya ducados, ni herencias, ni sangre derramada.
06:40Rafael se puso en pie de un salto, la impotencia transformándose en una rabia sorda.
06:47No, es que no lo entiendes, Adriana. Mi padre no conoce la paz. Su paz es el control absoluto.
06:53Su trato no es una rama de olivo, es una cadena. Si cedemos ahora, nos tendrá a su merced para
07:01siempre. Te utilizará a ti para controlarme a mí, utilizará las tierras para ahogarnos lentamente.
07:10Es una trampa. ¿Y qué es esto, Rafael? Replicó ella, y por primera vez su voz se alzó,
07:17vibrante de dolor y desesperación.
07:18¿Qué es esta vida que llevamos? Esto no es libertad, es una condena. Vivimos mirando
07:26por encima del hombro, esperando el próximo golpe.
07:31Úrsula me odia, tu padre nos manipula, Victoria, Dios, Victoria nos desprecia, y Mercedes ahora
07:38nos acusa de asesinato. ¿Hasta cuándo vamos a poder resistir? ¿Hasta que uno de los dos
07:44acabe muerto? Sus palabras le golpearon con la fuerza de una bofetada. Porque en el fondo
07:51de su corazón, él sabía que tenía razón. El amor que sentían, que debería ser su mayor
07:56fortaleza, se había convertido en su mayor vulnerabilidad.
08:02Era el punto débil que todos sus enemigos conocían y no dudaban en atacar.
08:06Mi padre no es de fiar, dijo con más calma, intentando razonar.
08:13No podemos creer en su palabra. No confío en él, admitió Adriana, bajando la mirada
08:19de nuevo hacia sus manos. Confío en nosotros. Confío en que, si conseguimos un respiro, un
08:27solo momento de calma, podremos encontrar la manera de ser más fuertes que él.
08:31Pero no podemos luchar en todos los frentes a la vez, Rafael. Esta guerra nos está desangrando
08:38por dentro. Él volvió a arrodillarse, tomando su rostro entre sus manos, obligándola a mirarle.
08:49Escúchame, encontraremos una salida, te lo juro, pero no será arrodillándonos ante él.
08:54No le daré la satisfacción de vernos vencidos. Lucharemos, por nosotros, por la memoria de nuestro
09:02hijo. Adriana cerró los ojos y una lágrima solitaria se deslizó por su mejilla. Era una
09:09lágrima de amor, pero también de un miedo atroz. Porque sabía que la lucha que Rafael prometía
09:16solo traería más dolor. Y no sabía cuántas más heridas podría soportar su corazón antes de
09:21hacerse añicos para siempre. Capítulo 2. El veneno de la duda. En la mansión ducal,
09:30el desayuno se sirvió en un silencio tenso. Victoria, vestida con un impecable traje de
09:37mañana, movía su cuchara en la taza de café con una calma estudiada. José Luis, frente a ella,
09:45apenas había probado bocado. La imagen de Mercedes, el día anterior, acusándoles con la voz rota por
09:51la rabia, no se le iba de la cabeza. Sabía que la duquesa viuda no era una mujer que ladrara sin
09:59morder. Si había hecho aquellas acusaciones en público, era porque tenía un plan. Un golpe,
10:07como él mismo había sospechado. Tenemos que actuar, dijo José Luis, rompiendo la quietud.
10:13Mercedes no se va a quedar de brazos cruzados. Nos ha puesto en el punto de mira de todo el valle.
10:22Victoria levantó la vista de su taza, sus ojos fríos como el hielo. Mercedes es una vieja desesperada.
10:31Lanza acusaciones sin fundamento para desestabilizarnos. No debemos darle el
10:35placer de ver que lo ha conseguido. No subestime su desesperación, Victoria. Una persona sin nada que
10:43perder es la más peligrosa de todas. Y sus palabras sobre Pilara. Victoria dejó la cuchara sobre el
10:51plato con un golpe seco. ¿Acaso dudas de mí, José Luis? ¿Crees que yo tuve algo que ver con eso? Su tono
10:59era desafiante. Pero José Luis, que empezaba a conocer los matices de su esposa, detectó una
11:05nota casi imperceptible de... ¿Alarma? No dudo de ti. Dudo de lo que Mercedes es capaz de inventar.
11:14Necesitamos saber cuál es su próximo movimiento. Necesitamos anticiparnos. Antes de que Victoria
11:21pudiera responder, un sirviente anunció una visita. Era Mercedes. Los dos se miraron, sorprendidos.
11:29La guerra había llegado a su puerta. Mercedes entró en el salón con la cabeza alta,
11:36vestida de un luto riguroso que acentuaba la palidez de su rostro y la dureza de su expresión.
11:43No parecía una víctima, sino una ejecutora. No he venido a tomar el té, dijo, su voz cortante.
11:51He venido a hablar con José Luis. A solas. Victoria arqueó una ceja. Lo que tengas que decirle a mi
11:58marido, puedes decírmelo a mí. No, insistió Mercedes, clavando sus ojos en José Luis. Esto
12:06es algo que debe escuchar de mis labios. Sin la influencia de su esposa, José Luis sintió un
12:14escalofrío. Había algo en la determinación de Mercedes que le inquietaba profundamente.
12:20Miró a Victoria, que le devolvió una mirada de advertencia. Pero la curiosidad y una incipiente
12:25semilla de duda, fueron más fuertes. Está bien, Victoria, déjanos solos. Victoria le
12:34fulminó con la mirada, pero obedeció. Salió del salón con un portazo que retumbó en toda la casa,
12:42una clara señal de su furia. Una vez a solas, Mercedes se sentó frente a José Luis. Se tomó
12:49su tiempo, observándole, calibrando su estado de ánimo.
12:56Sé que no me crees. Empezó. Sé que piensas que soy una mujer despechada y enloquecida por el dolor.
13:04Y quizás tengas razón en parte. Pero la locura a veces nos permite ver la verdad con una claridad
13:09aterradora. ¿A qué verdad te refieres, Mercedes? Ella se inclinó hacia adelante, su voz bajando a
13:18un susurro conspirador. A la verdad sobre la mujer con la que duermes cada noche. A la verdad sobre
13:25Victoria. José Luis apretó los puños. Ten cuidado con lo que dices. Oh, lo tengo. Sonrió Mercedes sin
13:35alegría. He tenido mucho cuidado desde aquella noche. La noche en que intentó matarme. La
13:43declaración cayó en el silencio del salón con el peso de una losa. José Luis la miró, incrédulo. Eso
13:50es. Eso es una locura. Victoria no haría algo así. No, Mercedes se subió lentamente el cuello de su
13:59vestido, dejando al descubierto una serie de marcas violáceas en su piel, apenas visibles pero
14:04inconfundibles. ¿Y esto te parece una locura? José Luis contuvo el aliento. Eran las marcas de unos
14:13dedos. Unos dedos que habían apretado con una fuerza asesina. Se levantó y se acercó, sin atreverse
14:21a tocar, solo mirando con un horror creciente. Cuéntamelo, dijo, su voz ronca, y Mercedes se lo
14:30contó. No como un resumen, sino como una pesadilla revivida. Le describió la oscuridad de su habitación,
14:38el silencio de la casa, la sensación de una presencia junto a su cama. El momento en que
14:46despertó y vio el rostro de Victoria, desfigurado por el odio, a centímetros del suyo. Describió el
14:54peso de su cuerpo sobre ella, la presión de sus manos en su garganta, la lucha desesperada por el
14:59aire. No gritaba, susurró Mercedes, y el recuerdo hizo que sus ojos se llenaran de un terror genuino.
15:10No decía nada, solo apretaba, y en sus ojos, en sus ojos no había ira, José Luis. Había, placer,
15:18el placer de verme morir. Le contó cómo había logrado clavarle las uñas en el brazo, cómo el
15:24dolor momentáneo había hecho que Victoria aflojara la presión lo suficiente para que ella pudiera
15:29gritar. Y cómo había desaparecido en las sombras tan rápido como había aparecido. ¿Por qué no lo
15:37denunciaste? ¿Por qué no se lo dijiste a nadie? Preguntó José Luis, sintiendo cómo el suelo se abría
15:43bajo sus pies. ¿Y quién me habría creído? Replicó Mercedes con amargura, la duquesa viuda,
15:51trastornada, que acusa a la nueva y joven duquesa. Me habrían encerrado en un sanatorio. No,
15:59sabía que tenía que esperar. Sabía que una mujer capaz de hacer algo así no se detendría.
16:06Sabía que su verdadera naturaleza saldría a la luz. Se levantó y se acercó a él, su voz apenas un
16:12siseo. La misma noche que me atacó, me di cuenta, si fue capaz de intentar estrangularme por un título
16:20y una casa. ¿Qué no habría sido capaz de hacerle a su propia hermana, Pilara, que lo tenía todo? Que
16:28tenía el ducado, el respeto, el amor de la gente. Todo lo que Victoria siempre ansió y nunca tuvo. Las
16:37palabras de Mercedes eran veneno puro, destilado con la precisión de un químico experto.
16:45Se estaban infiltrando en la mente de José Luis, corroyendo la imagen que tenía de su esposa,
16:50sembrando una duda monstruosa. Miró de nuevo las marcas en el cuello de Mercedes, y luego miró
16:57hacia la puerta por donde había salido Victoria. Y por primera vez, sintió miedo. Un miedo profundo y
17:05visceral hacia la mujer con la que compartía su vida. Capítulo 3. El arte de la persuasión.
17:14Victoria esperaba en su boudoir, paseando de un lado a otro como una leona enjaulada.
17:21Sabía perfectamente lo que Mercedes le estaba contando a su marido. La vieja bruja estaba
17:26escenificando su pequeño drama, mostrándole sus supuestas heridas, plantando la semilla de la
17:31sospecha. Y lo peor era que José Luis era un terreno fértil para esa semilla. Últimamente,
17:39le notaba distante, inquisitivo. Necesitaba un aliado, un contrapeso, y el único peón lo
17:46suficientemente importante y, a la vez, vulnerable, era Rafael. No perdió el tiempo, salió de la mansión
17:55y se dirigió a la casa grande. No para ver a Adriana, a quien despreciaba con cada fibra de su ser, sino
18:01para hablar con su hijastro. Lo encontró en los establos, cepillando a su caballo con una fuerza
18:09contenida que delataba su estado de agitación. Rafael, necesitamos hablar. Él ni siquiera se giró.
18:17No tengo nada que hablar contigo, Victoria. Esto no es sobre mí, es sobre Adriana, y sobre la
18:25oportunidad de que por fin podáis vivir en paz. Eso captó su atención. Se volvió lentamente,
18:33sus ojos llenos de una desconfianza que era casi un insulto.
18:39¿Tú hablando de paz? Es la primera vez que te oigo usar esa palabra. Victoria esbozó una sonrisa
18:45conciliadora, una máscara cuidadosamente elaborada para ocultar su desdén.
18:51Sé que no tienes el mejor de los conceptos sobre mí, y quizás me lo he ganado. Pero tu padre y yo
18:56estamos cansados de esta guerra. Solo trae dolor y sufrimiento para todos. Mi padre no se cansa de la
19:04guerra. Se alimenta de ella. Replicó él, tajante. ¿Te equivocas? Insistió Victoria, acercándose. Tu padre
19:14te quiere, a su manera. Y le duele ver el sufrimiento de Adriana. Por eso os hizo esa oferta sobre las
19:22tierras. No es una trampa, Rafael. Es un intento genuino de firmar una tregua. Una oportunidad para
19:30que toméis las riendas de vuestro futuro, sin deudas, sin ataduras. Para que podáis iros de
19:38valle salvajes si eso es lo que deseáis. Rafael la estudió en silencio. Cada palabra que salía de su
19:46boca sonaba falsa, ensayada. ¿Y qué ganas tú con todo esto, Victoria? Nunca haces nada si no hay un
19:54beneficio para ti. Gano tranquilidad, dijo ella, con una sinceridad fingida que era una obra de arte.
20:01Gano que mi marido deje de atormentarse por la brecha que hay entre vosotros. Gano la posibilidad
20:08de vivir en este valle sin sentir que estamos en un campo de batalla. ¿Es eso tan difícil de creer?
20:16Sí, lo es. Victoria suspiró, interpretando el papel de la madrastra incomprendida.
20:24Escucha, Rafael, Adriana está destrozada. Lo veo en sus ojos cada vez que me cruzo con ella.
20:32Esta lucha la está consumiendo. Aceptar el trato de tu padre no es una derrota,
20:37es un acto de amor hacia ella. Es darle el respiro que necesita desesperadamente. Ella lo sabe,
20:44sé que en el fondo de su corazón, sabe que es la única salida. Pero no se atreverá a decírtelo
20:50si cree que te está traicionando. Estaba jugando su mejor carta.
20:54La devoción de Rafael por Adriana. Convéncela tú. Continuó, su voz suave y persuasiva.
21:06Hazle ver que no es una rendición. Es una estrategia para sobrevivir. Para que vuestro
21:11amor pueda florecer lejos de toda esta podredumbre. Hazlo por ella, Rafael. Si de verdad la quieres,
21:18ayúdala a elegir la paz. Se quedó mirándole, esperando que sus palabras calaran.
21:26Sabía que no le había convencido de su bondad, pero quizás sí le había hecho dudar sobre su
21:31propio curso de acción. Quizás, solo quizás, había logrado que viera la obstinación no como
21:39una fortaleza, sino como una forma de crueldad hacia la mujer que amaba.
21:43Rafael no respondió. Se volvió de nuevo hacia su caballo y reanudó el cepillado con movimientos
21:50lentos y mecánicos. Victoria entendió que la conversación había terminado. Se dio la vuelta
21:57y se marchó, satisfecha. No necesitaba su amistad, ni su confianza. Solo necesitaba haber plantado una
22:05idea en su cabeza. La idea de que, para salvar a Adriana, quizás tuviera que traicionar sus propios
22:11principios y aceptar el pacto con el diablo. Con su padre. Capítulo 4. Memorias mortales y amenazas
22:21veladas. La tensión en Valle Salvaje no se limitaba a las grandes casas. Se filtraba por las calles del
22:29pueblo, se respiraba en la taberna y envenenaba viejas amistades. Martín y Francisco, amigos desde
22:36la infancia, apenas se dirigían la palabra. La causa de su distanciamiento tenía nombre de mujer,
22:43Pepa. Ambos se sentían atraídos por ella, y la rivalidad latente había comenzado a erosionar los
22:50cimientos de su hermandad. Se encontraron a la puerta de la herrería, y el aire se cortó. Francisco,
22:58saludó Martín, con una formalidad que no era propia de ellos. Martín, respondió el otro,
23:07secándose el sudor de la frente con el dorso de la mano. Se hizo un silencio incómodo, lleno de todo
23:15lo que no se atrevían a decir. Esto es estúpido, dijo finalmente Martín. No podemos dejar que esto
23:23acabe con nuestra amistad. Nuestra amistad ya está acabada. Replicó Francisco con una dureza
23:29sorprendente. En el momento en que los dos decidimos que queríamos lo mismo, se acabó. Uno de los dos
23:37saldrá perdiendo. Y yo no pienso ser ese. Las palabras de Francisco resonaron con un eco de finalidad.
23:47Ambos lo sabían. El camino que habían emprendido para ganarse el corazón de Pepa era un camino solitario.
23:53Acercarse a ella significaba, inevitablemente, alejarse el uno del otro. Se miraron una última
24:02vez, no como amigos, sino como rivales, y cada uno siguió su camino, dejando atrás años de camaradería
24:09convertidos en cenizas. Mientras tanto, otra tormenta se gestaba en la casa grande. Úrsula, la madre de
24:17Rafael, había llegado con el pretexto de ver a su hijo, pero su verdadero objetivo era Adriana.
24:23La culpaba. En su mente retorcida, Adriana era la bruja que le había robado el cariño y la lealtad
24:31de su único hijo. La encontró sola, en el jardín, intentando encontrar un atisbo de paz entre las
24:39flores. Así que aquí estás, dijo Úrsula, su voz un goteo de veneno. Disfrutando de la casa, del nombre,
24:49de mi hijo. Adriana se volvió, sobresaltada. La presencia de Úrsula siempre era un presagio de
24:56problemas. Úrsula, por favor, no estoy de humor para... ¿Para qué? ¿Para escuchar la verdad? La
25:03interrumpió, acercándose a ella con pasos lentos y amenazantes. Desde que llegaste a este valle,
25:11solo has traído desgracia. Has puesto a mi hijo en mi contra. Le has llenado la cabeza de pájaros y le
25:18has enfrentado a su propio padre. Le has debilitado. Yo no he hecho nada de eso. Se defendió Adriana,
25:26su voz temblando. Yo solo le quiero. Tú no sabes lo que es el amor, escupió Úrsula, su rostro contraído
25:35por el odio. Lo tuyo es posesión, ambición, pero te lo advierto, niña. Rafael es mi hijo, sangre de mi
25:44sangre. Y haré lo que sea necesario para protegerle de ti. Aléjate de él, convéncele para que vuelva a
25:51casa, con su familia, donde debe estar. O te juro por lo más sagrado que haré de tu vida un infierno
25:59peor del que ya estás viviendo. La amenaza quedó flotando en el aire, cruda y aterradora. Úrsula la
26:06miró con un desprecio infinito antes de darse la vuelta y marcharse, dejando a Adriana temblando,
26:12no de miedo, sino de una profunda y desoladora tristeza. No había refugio para ella. Estaba
26:19rodeada. En otra parte del pueblo, un recuerdo peligroso luchaba por salir a la superficie.
26:27Francisco, el capataz, estaba supervisando la descarga de unas provisiones en la tienda de Isabel.
26:35Ana, la joven sirvienta de la casa grande, estaba allí comprando algunas cosas. Al verla servir un
26:41poco de agua de un cántaro, algo en el gesto, en la luz, en el tintineo del vaso, provocó un
26:48cortocircuito en su memoria. De repente, ya no estaba en la tienda. Estaba en el jardín de la
26:55casa grande, hacía meses. Era la tarde en que murió Julio, el antiguo patriarca. El sol caía a plomo,
27:03el aire era pesado. Y él lo vio. Lo recordaba ahora con una claridad que le geló la sangre.
27:10Recordaba a Ana, mucho más joven y asustada, llevando una bandeja con la merienda hacia donde
27:16estaba sentado don Julio. Y recordaba la figura de Úrsula, observando desde la sombra del porche,
27:24haciéndole un gesto imperceptible a la chica para que se diera prisa.
27:27Fue Ana quien sirvió la merienda la tarde en que murió Julio. Y lo hizo por orden de Úrsula.
27:36Francisco sintió un sudor frío recorrerle la espalda. Durante meses, la muerte de Julio se
27:42había atribuido a un ataque al corazón, a su avanzada edad. Pero siempre hubo susurros, dudas.
27:49Y si no fue natural. Y si Úrsula, ansiosa por el control que ejercería a través de su dócil
27:55esposo José Luis, ¿había acelerado el final del patriarca? El recuerdo era una brasa ardiente
28:01en su mente. ¿Qué debía hacer? Correr a contárselo a Isabel, la hija de Julio, podría
28:08desatar el infierno. Úrsula era peligrosa, y Ana era solo una chiquilla aterrorizada. Pero callar,
28:16callar le convertiría en cómplice de un secreto que olía a muerte.
28:19Miró a Ana, que le sonrió tímidamente sin saber que él acababa de desenterrar un fantasma
28:27que podría destruirlas a ambas. Capítulo 5. La inocencia y el dolor. La tarde avanzaba,
28:36y con ella, el tormento de Adriana. Las palabras de Rafael por la mañana, prometiendo lucha,
28:43y las amenazas de Úrsula por la tarde, prometiendo destrucción, habían formado un nudo de angustia
28:49en su estómago. De repente, un dolor agudo, como una cuchillada, la dobló en dos. Se llevó las manos
28:58al vientre, ahogando un gemido. No era un dolor físico, o no solo eso. Era el dolor del alma manifestándose
29:07en el cuerpo, el eco de la vida que había perdido, un recordatorio cruel de su vacío.
29:14Se dejó caer en una silla del porche, respirando con dificultad, con lágrimas de pura extenuación
29:20y sufrimiento rodando por sus mejillas. Fue entonces cuando apareció Pedrito, el pequeño
29:27huérfano que vivía en la casa, corriendo tras una pelota. Al ver a Adriana en ese estado,
29:33se detuvo en seco. Su sonrisa infantil se desvaneció, reemplazada por una expresión
29:40de genuina preocupación. Dejó caer la pelota y se acercó a ella con pasitos tímidos.
29:47¿Estás bien, Adriana? Ella intentó sonreír, pero solo consiguió una mueca de dolor. Sí,
29:55pequeño. Solo. Solo estoy un poco cansada.
29:58Pero Pedrito era un niño, y los niños a menudo ven la verdad con más claridad que
30:04los adultos. Vio las lágrimas y el dolor en su rostro. Sin decir nada, le tomó la
30:11mano. Su pequeña manita, cálida y suave, fue como un ancla en medio de la tempestad
30:17de Adriana. Te duele la barriga. Afirmó él, no como una pregunta, sino como un hecho. Como
30:25cuando yo como demasiadas moras. Adriana soltó una risita ahogada. Sí, algo así. El niño
30:34se sentó en el suelo a sus pies, mirándola con sus grandes ojos serios.
30:38Es porque estás triste. Mi abuela decía que la tristeza se come a la gente por dentro
30:44si la dejas. Tu abuela era muy sabia. Susurró Adriana, acariciándole el pelo. Se quedaron
30:53en silencio un momento, la mujer rota y el niño inocente, compartiendo una extraña conexión.
30:59Rafael también está triste. Dijo Pedrito de repente. Le he visto mirando al río. No
31:08pesca, solo mira, y tiene la misma cara que tú. Adriana cerró los ojos. La imagen de
31:14Rafael, solo y abatido, le partió el corazón aún más. Lo sé, Pedrito. El niño frunció
31:23el ceño, pensando con la lógica aplastante de la infancia. Cuando la gente se quiere,
31:30se casa. Dijo, como si hubiera encontrado la solución a todos los problemas del mundo.
31:37Para estar juntos siempre y para que nadie les pueda hacer daño. ¿Por qué no te casas
31:41con Rafael? La pregunta, tan simple y tan profunda,
31:47desarmó a Adriana. En medio de las estrategias, las tierras, las herencias y las guerras,
31:53se le había olvidado lo esencial. Casarse con Rafael, no como una formalidad, sino como
32:00una declaración. Un acto de desafío. Unir sus vidas ante todos, para bien o para mal,
32:07para proteger su amor convirtiéndolo en una fortaleza inexpugnable.
32:13Si te casas con él, continuó el niño, convencido de su razonamiento. Entonces la señora Úrsula ya no
32:20podrá decir que le robaste a su hijo, porque será tu marido. Y el señor José Luis tendrá que
32:27respetarte, porque serás de la familia. Y seréis felices. Y ya no os dolerá la barriga. Adriana le
32:35miró, y por primera vez en muchos días, una sonrisa genuina, aunque teñida de melancolía,
32:40iluminó su rostro. Abrazó al pequeño con fuerza, agradecida por esa chispa de luz en medio de tanta
32:49oscuridad. La sugerencia de Pedrito no era una solución mágica, lo sabía. Pero era un recordatorio.
32:59Un recordatorio de por qué luchaba. Por el amor. Y quizás, solo quizás, el niño tenía razón.
33:05Quizás el siguiente paso no era huir ni rendirse, sino afianzarse. Unir sus destinos de una manera
33:13que nadie pudiera romper. Capítulo 6. Yo maté a Pilara. La noche cayó sobre
33:20valle salvaje como un sudario. En la mansión ducal, la cena fue incluso más tensa que el
33:27desayuno. José Luis apenas había hablado desde su encuentro con Mercedes. Sus palabras,
33:34las imágenes de las marcas en su cuello, la historia del intento de estrangulamiento.
33:41Todo había estado dando vueltas en su cabeza durante todo el día, una y otra vez, como un
33:46carrusel macabro. Miraba a Victoria, sentada frente a él, tan bella, tan serena, tan dueña de sí misma,
33:55y se preguntaba qué se escondía detrás de esa fachada perfecta. Victoria notaba su escrutinio,
34:03sentía su desconfianza como un frío que le recorría la espalda. Sabía que Mercedes había
34:09hecho bien su trabajo, pero decidió no decir nada, no forzar la confrontación.
34:16Esperaría a que él diera el primer paso. Cuando los sirvientes se retiraron,
34:21el silencio en el inmenso comedor se hizo ensordecedor.
34:24Solo se oía el tic-tac de un reloj de pie en el rincón, marcando los segundos hacia un destino
34:31inevitable. José Luis dejó la copa de vino sobre la mesa. El sonido pareció una explosión.
34:39He hablado con Rafael. Dijo Victoria, intentando desviar la conversación hacia un terreno más
34:45seguro. Creo que le he hecho entrar en razón sobre las tierras. Sobre Adriana, José Luis no pareció
34:52escucharla. Su mirada estaba fija en ella, una mirada que Victoria no había visto nunca. No era
35:00de amor, ni de pasión. Era una mirada de un hombre que mira a una extraña, a una posible enemiga.
35:09Mercedes ha venido a verme esta mañana. Dijo él, su voz plana, desprovista de emoción.
35:17El corazón de Victoria dio un vuelco, pero su rostro permaneció impasible. Me lo imagino.
35:25¿Qué sarta de mentiras te ha contado esa arpía? Me ha enseñado unas marcas en su cuello.
35:32Victoria apretó la mandíbula. Pudo haberse las hecho ella misma. O con un amante. Esa mujer
35:38es capaz de cualquier cosa para hacerme daño. Dijo que intentaste estrangular L.A. mientras
35:44dormía. Continuó José Luis, ignorando su defensa, sus palabras cayendo como piedras.
35:52Una risa seca y amarga escapó de los labios de Victoria. ¿Y tú la crees? ¿Crees a esa mujer
35:58desequilibrada antes que a tu propia esposa? ¿De verdad, José Luis?
36:02Él se levantó y comenzó a caminar por el comedor, sus manos en la espalda, su mente
36:09un torbellino de confusión y miedo. Las palabras de Mercedes por un lado. La negación de Victoria
36:16por otro. Pero la duda, una vez plantada, era una mala hierba imposible de arrancar.
36:22Se había enraizado en su alma y estaba creciendo, ahogando todo lo demás. Se detuvo frente a la
36:30chimenea, de espaldas a ella. El fuego crepitaba, arrojando sombras danzantes que convertían la
36:38habitación en un escenario de fantasmas. Ella, ella cree que si fuiste capaz de hacerle eso a ella.
36:45Se interrumpió, como si le costara formular la pregunta. Como si temiera la respuesta más que a la
36:53propia muerte. El recuerdo de Pilara, la hermana de Victoria, la anterior duquesa, muerta tan
36:59repentinamente. Siempre había habido algo extraño en aquella muerte. Algo que no encajaba. Pero lo
37:06había apartado, lo había enterrado bajo la conveniencia y la ambición. Ahora, ese recuerdo
37:13volvía con la fuerza de un espectro vengativo. Se giró lentamente, y sus ojos se clavaron en los
37:19de Victoria. La pregunta flotó entre ellos, cargada con el peso de años de secretos, celos y
37:27resentimiento. Victoria, su voz era un susurro ronco, el sonido de un hombre al borde del precipicio.
37:37Contéstame con la verdad. Por lo que más quieras, dime la verdad. ¿Tuviste algo que ver con la muerte
37:42de Pilara? El tiempo se detuvo. El tic-tac del reloj enmudeció. El crepitar del fuego se ahogó.
37:52Todo el universo de Valle Salvaje pareció contener la respiración, esperando la respuesta.
37:59Victoria le sostuvo la mirada. En ese instante, una miríada de pensamientos cruzó su mente.
38:04Podía mentir. Podía negarlo todo. Podía llorar, gritar, acusarle de traición por dudar de ella.
38:15Podía interpretar el mayor papel de su vida y, probablemente, él la creería. O al menos,
38:21elegiría creerla, porque la alternativa era demasiado monstruosa para contemplarla.
38:26Pero estaba cansada. Cansada de fingir, cansada de ocultar la oscuridad que anidaba en su interior.
38:36Cansada de ser la segunda, la sombra, la usurpadora. Miró a José Luis, el hombre que le había dado un
38:43título pero no el respeto que ansiaba, el hombre que ahora se atrevía a dudar de ella.
38:47Y en un arrebato de orgullo, de desafío, de una extraña y liberadora sinceridad, decidió arrojar la
38:56verdad como una bomba. Una leve sonrisa, fría y desprovista de cualquier calidez, se dibujó en sus
39:04labios. No apartó la mirada. Sus ojos brillaron con una luz extraña, una mezcla de triunfo y locura.
39:12El silencio se estiró durante una eternidad. Y entonces, habló. Su voz no fue un susurro
39:20culpable, ni un grito desesperado. Fue una declaración, serena, firme, aterradora. Sí,
39:29la palabra, una sola sílaba, golpeó a José Luis con la fuerza de un ariete. Retrocedió un paso,
39:38como si le hubieran golpeado físicamente. Sus labios se separaron, pero no emitió ningún sonido.
39:46Victoria se levantó de su silla, con la elegancia de una reina subiendo al trono. Se acercó a él,
39:52rodeando la mesa, cada paso resonando en el silencio sepulcral. Se detuvo apenas un palmo de
40:00su marido, cuyo rostro era una máscara de incredulidad y horror. Inclinó la cabeza,
40:06como si compartiera un secreto íntimo, y sus siguientes palabras fueron el golpe de gracia,
40:11la confirmación que destrozaría su mundo para siempre.
40:17Fui yo. Lo miró directamente a los ojos, sin un atisbo de arrepentimiento, sin una sombra de culpa.
40:26Solo la fría y dura roca de su verdad. Yo maté a Pilara.
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