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#capítulo251 #mató #Pilara
Avance ‘Valle Salvaje’: «¡Victoria mató a Pilara!» en el capítulo 251 (10 de septiembre)
Las acusaciones de Mercedes contra José Luis marcan el nuevo capítulo de ‘Valle Salvaje’. El duque empieza a temer que Victoria esté detrás de la muerte de Pilara mientras Adriana y Rafael lidian con la pérdida de su bebé.
El sol de la tarde del diez de septiembre se derramaba sobre Valle Salvaje como una pátina de oro viejo y melancólico. Era una luz hermosa, casi cruel en su indiferencia, una luz que no en ...
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#‘ValleSalvaje’, #capítulo251«¡Victoria, #mató, #Pilara»
Transcript
00:00Avance Valle Salvaje. Victoria mató a Pilara, en el capítulo 251, 10 de septiembre.
00:15Las acusaciones de Mercedes contra José Luis marcan el nuevo capítulo de Valle Salvaje.
00:23El duque empieza a temer que Victoria esté detrás de la muerte de Pilara mientras Adriana y Rafael
00:29lidian con la pérdida de su bebé. El sol de la tarde del 10 de septiembre se derramaba sobre
00:37Valle Salvaje como una pátina de oro viejo y melancólico. Era una luz hermosa, casi cruel en
00:45su indiferencia, una luz que no entendía de corazones rotos ni de futuros desvanecidos.
00:50En la alcoba principal de la hacienda de los Rafaeles, las cortinas estaban corridas,
00:58pero finos hilos de esa luz polvorienta se filtraban, dibujando extraños patrones en
01:04el suelo de madera y sobre el edredón donde yacía Adriana.
01:09El aire era denso, inmóvil, cargado con el peso de lo que no había podido ser. El silencio era el
01:16verdadero ocupante de la habitación, un silencio tan profundo y vasto que parecía tener su propio
01:21latido, un eco hueco de la vida que se había perdido. Adriana mantenía los ojos cerrados,
01:30pero no dormía. El sueño era un lujo que su dolor no le permitía. En la oscuridad de sus párpados,
01:39revivía una y otra vez el instante en que las palabras del galeno, suaves y compasivas pero
01:44afiladas como cuchillas de hielo, habían sentenciado el final de su esperanza.
01:51Lo siento mucho, señora. A veces, la naturaleza es así de caprichosa. Caprichosa.
02:00Una palabra tan frívola para describir el cataclismo que había arrasado su mundo interior.
02:08Sentía un vacío físico, una oquedad en su vientre que era mucho más que la ausencia de un niño.
02:14Era la ausencia de un millón de mañanas, de risas infantiles que nunca sonarían,
02:22de pequeñas manos que nunca apretarían la suya.
02:28Su cuerpo, que durante semanas había sido un santuario de promesas, se sentía ahora como una tumba.
02:34Un suave crujido de la puerta la sacó de su letargo. No necesitaba abrir los ojos para saber que era Luisa.
02:46Reconocía el sonido de sus pasos cautelosos, el aura de preocupación que la envolvía como un chal.
02:55Luisa se acercó a la cama y se sentó en el borde, el colchón hundiéndose ligeramente bajo su peso.
03:00Durante un largo minuto, no dijo nada. Simplemente estaba allí, ofreciendo el consuelo silencioso de su presencia,
03:11una roca en medio del océano de desolación de Adriana.
03:14¿Te traigo un poco de caldo, mi niña? Susurró finalmente Luisa, su voz un bálsamo.
03:25No has probado bocado en todo el día. Adriana negó lentamente con la cabeza, sin abrir los ojos.
03:34El simple pensamiento de la comida le provocaba náuseas.
03:37No tengo hambre, Luisa. Creo que no volveré a tener hambre nunca más.
03:45Una lágrima solitaria se deslizó desde el rabillo de su ojo derecho y trazó un camino húmedo y frío
03:50por su sien hasta perderse en su cabello.
03:56Luisa extendió una mano arrugada por el trabajo y la edad y, con una ternura infinita,
04:01la secó con el dorso de sus dedos.
04:06No digas eso, Adriana. No lo digas. El cuerpo necesita alimento y el alma necesita tiempo.
04:15Ahora mismo, todo es oscuridad, lo sé. Pero la luz vuelve, siempre vuelve. A veces tarda,
04:22a veces llega tímida, como el primer sol de la primavera.
04:25Pero siempre regresa. Adriana finalmente abrió los ojos. Eran dos pozos oscuros de un dolor insondable.
04:37Se encontró con la mirada compasiva de Luisa, unos ojos que habían visto tanto la vida como la muerte,
04:43y el dique que contenía sus emociones se resquebrajó.
04:46Se ha ido, Luisa. Sollozó, su voz quebrándose en mil pedazos. Se ha ido. Era tan pequeño, tan frágil.
05:00Y yo no he sabido protegerlo. Mi cuerpo le ha fallado. Yo le he fallado. Chist. No, mi niña. No digas eso.
05:08La interrumpió Luisa, abrazándola con fuerza mientras Adriana se incorporaba y se aferraba a ella como una náufraga.
05:16Tú no le has fallado a nadie. Estas cosas pasan. Son misterios de la vida que no podemos comprender.
05:26Le diste todo el amor que tenías. Lo cuidaste en tu seno cada segundo. Eso es lo único que una madre puede hacer.
05:35Amarlo sin condiciones, desde el primer instante. Y tú lo hiciste. Se quedaron así, abrazadas,
05:41mientras el cuerpo de Adriana era sacudido por violentos espasmos de llanto.
05:49Lloraba por su bebé perdido. Lloraba por el futuro robado. Lloraba por la injusticia de un mundo que le había dado la mayor de las alegrías
05:57solo para arrebatársela de la forma más cruel.
05:59¿Y Rafael? Preguntó a Adriana entre sollozos. El nombre de su amado un ancla en su tormenta.
06:11¿Dónde está? No lo he visto desde. Desde. Está abajo. En el patio. Respondió Luisa con suavidad.
06:18Está. Lidiando con su propio dolor, a su manera. La manera de Rafael era el fuego.
06:30Mientras Adriana se ahogaba en un mar de pena silenciosa, Rafael ardía en un infierno de rabia.
06:39El dolor, en su caso, no se había convertido en vacío, sino en una furia incandescente que necesitaba un objetivo,
06:46un rostro al que culpar.
06:51Y en su mente, ese rostro tenía un nombre. Úrsula. La encontró en el jardín, podando con una calma exasperante unos rosales.
07:03El chasquido metódico de las tijeras de podar era un sonido obsceno en medio del luto que pesaba sobre la casa.
07:09Úrsula levantó la vista cuando él se acercó, sus pasos pesados y furiosos levantando pequeñas nubes de polvo del camino de grava.
07:19Una sombra de estudiada preocupación cruzó su rostro. Rafael, querido. ¿Cómo está Adriana? Estaba a punto de subir a verla.
07:31No te atrevas a pronunciar su nombre. Escupió Rafael, su voz un gruñido bajo y peligroso.
07:43Se detuvo apenas un palmo de ella, su cuerpo tenso como la cuerda de un arco. La miraba desde arriba, sus ojos inyectados en sangre.
07:51No te atrevas a fingir que te importa. Úrsula retrocedió un paso, una perfecta máscara de ofendida inocencia en su rostro.
08:04Las tijeras de podar colgaban inertes de su mano. Pero, ¿qué dices, Rafael? Por supuesto que me importa.
08:11La pérdida de vuestro hijo es una tragedia terrible para todos nosotros. ¿Una tragedia? Rió Rafael, una risa sin una pizca de alegría, un sonido roto y amargo.
08:28No la llames tragedia. Llámala por su nombre. Asesinato. Igual que lo de Julio. La expresión de Úrsula se congeló.
08:36El color abandonó sus mejillas, dejando tras de sí una palidez cerosa. Has perdido el juicio.
08:48El dolor te está haciendo desvariar. ¿Cómo puedes acusarme de algo tan monstruoso?
08:55Oh, puedo, exclamó él, dando un paso adelante, obligándola a retroceder de nuevo hasta que su espalda chocó contra el tronco de un viejo olivo.
09:07Lo veo todo con una claridad meridiana. Julio estorbaba en tus planes, ¿verdad? Y este niño.
09:15Este niño era el futuro, la continuación de nuestra sangre, un lazo irrompible entre Adriana y yo.
09:21Era un obstáculo mucho mayor para ti. Tú lo hiciste. De alguna manera, tú provocaste esto. Tú mataste a mi hijo.
09:31La acusación quedó suspendida en el aire, vibrando con una energía venenosa. Úrsula lo miró, y por un instante, Rafael creyó ver un destello de pánico genuino en sus ojos antes de que fuera reemplazado por una fría y desafiante indignación.
09:49Eres un necio. Siseó ella, recuperando la compostura. Estás ciego de dolor y buscas a quién culpar.
09:58Pero yo no soy tu chivo expiatorio. No permitiré que manches mi nombre con tus fantasías delirantes.
10:06Ahora, si me disculpas, tengo cosas que hacer. Intentó pasar por su lado, pero Rafael la agarró del brazo, sus dedos clavándose en su carne como garras.
10:22Esto no ha terminado. Le susurró al oído, su aliento caliente y cargado de odio.
10:27No sé cómo lo hiciste. No sé qué veneno usaste esta vez, si fue en su comida, en su bebida, o si simplemente la maldijiste con tu presencia.
10:42Pero lo averiguaré, y cuando lo haga, te juro por la memoria de mi hijo que desearás no haber nacido.
10:50Te haré pagar, te lo juro. La soltó con un empujón tan brusco que ella tropezó y casi cayó.
10:57Se quedó allí, de pie, observándola mientras se recomponía, alisándose el vestido con manos temblorosas.
11:09Sus miradas se cruzaron una última vez. La de él, una promesa de venganza. La de ella, una fortaleza de hielo que apenas ocultaba el miedo que bulía en su interior.
11:19Rafael dio media vuelta y se marchó, dejando tras de sí un silencio preñado de amenazas.
11:30Mientras tanto, en la casa grande, la opresiva atmósfera no era de luto, sino de sospecha.
11:36La sombra de la muerte de Julio seguía planeando sobre sus muros, y en el centro de esa sombra se encontraba un joven aterrorizado llamado Francisco.
11:47Isabel lo observaba desde el otro lado de la robusta mesa de la cocina. El muchacho tenía la mirada perdida en un punto invisible de la pared, sus manos retorciéndose nerviosamente sobre su regazo.
12:01A su lado, Amadeo, con su semblante serio y sus ojos penetrantes, mantenía una presión silenciosa.
12:14Ya lo habían interrogado dos veces, y las dos veces habían chocado contra el mismo muro de obstinación.
12:23Francisco, por favor, suplicó Isabel, su voz teñida de una angustia casi maternal.
12:32Tienes que decirnos la verdad. Sabemos que no fuiste tú. Fui yo, señora Isabel.
12:38Repitió el muchacho por enésima vez, su voz monótona, como si recitara una lección aprendida de memoria.
12:47Yo serví la merienda. Yo le llevé el té al señorito Julio. Pero, ¿por qué? Intervino Amadeo, su tono más inquisitivo que el de Isabel.
12:56No tenías ningún motivo para hacerle daño a Julio. Al contrario, él te apreciaba.
13:07¿Quién te obligó a hacerlo, Francisco? ¿Quién te está amenazando para que guardes silencio?
13:11Francisco tragó saliva, un gesto casi imperceptible de pánico. Sus ojos se movieron fugazmente hacia la puerta, como si esperara que alguien apareciera en cualquier momento.
13:24Nadie, señor Amadeo. Nadie me obligó. Lo hice yo. Isabel se levantó y rodeó la mesa hasta arrodillarse junto a él, tomando sus manos frías y sudorosas entre las suyas.
13:38Mírame, hijo. Mírame a los ojos. Sé que estás protegiendo a alguien. Lo veo en tu miedo.
13:49Pero la persona a la que proteges no merece tu sacrificio. Te están usando, ¿no lo entiendes? Van a dejar que cargues con una culpa que te destruirá la vida.
13:57Tu futuro, tus sueños. Todo se acabará. Si nos dices la verdad, Amadeo y yo podemos protegerte.
14:10Te lo prometo, pero tienes que confiar en nosotros. Los ojos de Francisco se llenaron de lágrimas.
14:19Por un instante, pareció que iba a derrumbarse, que el muro de mentiras que había construido a su alrededor finalmente cedería.
14:27Su boca se abrió, temblorosa, como si fuera a pronunciar un nombre. Pero entonces, un ruido en el pasillo, unos pasos que se acercaban, lo hizo callar de golpe.
14:42Volvió a encerrarse en su caparazón, retirando bruscamente sus manos de las de Isabel.
14:47Yo serví la merienda. Dijo, su voz ahora firme, casi desafiante. Y no tengo nada más que decir.
15:00Isabel se levantó, derrotada. Miró a Amadeo con desesperación. Estaba convencida de que el chico mentía, de que estaba siendo el peón en un juego macabro.
15:09Y temía, con un pavor que le lava la sangre, que cuando la verdad saliera a la luz, sería demasiado tarde para salvarlo.
15:23En otra ala de la casa grande, la tensión era de una naturaleza completamente diferente.
15:28Una mezcla de pasión prohibida, deber familiar y maquinaciones secretas.
15:33Leonardo sostenía en su mano una carta. El papel era grueso, de color crema, y olía débilmente al perfume de lavanda que su madre, Amanda, siempre usaba.
15:49Cada palabra escrita con la elegante y autoritaria caligrafía de su madre era un clavo más en el ataúd de su libertad.
15:55Es tu deber, Leonardo. Bárbara es una distracción, un capricho que ha durado demasiado.
16:06Irene es una joven de buena familia, respetable, la esposa que te conviene y que traerá estabilidad a nuestras vidas.
16:16Debes poner fin a tu absurda historia con la capataz y hacer lo correcto. Convence a tu padre.
16:21Cásate con Irene. Es mi última palabra. Leonardo arrugó la carta en un puño, el papel crujiendo en protesta.
16:34Casarse con Irene. La idea era grotesca, un sacrificio en el altar de las apariencias y las conveniencias.
16:44Su amor por Bárbara era lo único real y puro en su vida, un faro en la niebla de las expectativas familiares.
16:51¿Cómo podía su madre pedirle que renunciara a ello? ¿Cómo podía exigirle que se encadenara de por vida a una mujer por la que no sentía nada más que una educada indiferencia?
17:01Se sentía atrapado, asfixiado. Necesitaba aire, necesitaba un plan, una salida.
17:12Fue entonces cuando llamaron suavemente a la puerta de su estudio.
17:15Adelante. La puerta se abrió y apareció Irene. Parecía un ángel de la inocencia con su vestido claro y su expresión dulce, pero Leonardo sabía que bajo esa superficie había una mente astuta y una voluntad de hierro.
17:31Leonardo, ¿puedo hablar contigo un momento? Preguntó ella, cerrando la puerta tras de sí.
17:42Un gesto que, en cualquier otra circunstancia, habría sido insignificante, pero que en ese momento pareció cargado de intención.
17:50Irene, precisamente pensaba en ti. Dijo él, tratando de que su voz sonara más calmada de lo que se sentía.
18:03Acabo de recibir una carta de mi madre. Lo sé. Respondió ella, y su respuesta lo descolocó.
18:12Me escribió a mí también. Me informó de sus planes para nosotros. Leonardo la miró, sorprendido.
18:21Así que su madre no dejaba nada al azar. Estaba moviendo sus piezas en el tablero con una precisión implacable.
18:30Entonces sabes que esto es una locura. Dijo él, acercándose a ella. Irene, tú y yo.
18:39No nos amamos. Un matrimonio entre nosotros sería una farsa, una prisión para ambos.
18:44Tú no quieres eso, ¿verdad? Irene bajó la mirada, un rubor delicado tiñendo sus mejillas.
18:57Mis deseos importan poco, Leonardo. Soy una mujer, y mi deber es obedecer a mi familia y asegurar un buen futuro.
19:04Tu madre cree que ese futuro está a tu lado, pero no tiene por qué ser así. Exclamó él, su desesperación creciendo.
19:14Podemos oponernos, juntos, si ambos nos negamos, si le decimos a mi madre y a mi padre que es imposible, tendrán que escucharnos.
19:28Irene levantó la vista, y en sus ojos Leonardo vio no solo resignación, sino también un destello de cálculo.
19:34¿Y qué ganó yo oponiéndome, Leonardo? Mi familia estaría decepcionada. Tu madre se convertiría en mi enemiga.
19:47¿Y todo, para qué? ¿Para que tú puedas seguir con tu aventura con esa mujer?
19:52La forma en que dijo esa mujer estaba cargada de un desdén apenas velado.
19:56Leonardo se dio cuenta de que no estaba hablando con una aliada, sino con alguien que estaba sopesando sus opciones.
20:08Irene, te lo ruego. Dijo, su voz volviéndose suplicante. Ayúdame, ayúdame a evitar esto.
20:15No quiero atarme a un matrimonio sin amor. No quiero perder a Bárbara.
20:22Fue en ese preciso instante, con Leonardo e Irene encerrados en la habitación, sus rostros muy cerca,
20:29sus voces cargadas de una intimidad conspiradora, cuando Bárbara, que había ido a buscarlo, llegó al final del pasillo.
20:39Vio la puerta del estudio cerrada. Algo inusual. Acercó el oído y pudo oír el murmullo de sus voces.
20:45Un nudo de hielo se formó en su estómago. Con el corazón martilleándole en el pecho,
20:53giró el pomo lentamente y abrió la puerta apenas una rendija.
20:59La escena que vio la golpeó como un puñetazo. Leonardo, su Leonardo, estaba de pie muy cerca de Irene,
21:06mirándola con una intensidad desesperada.
21:08La luz de la ventana los envolvía, creando una escena de una intimidad insoportable.
21:19No podía oír lo que decían, pero no lo necesitaba. Su imaginación, alimentada por los celos y la
21:25inseguridad, llenó los huecos con los peores escenarios posibles.
21:29¿Estaba él suplicándole a Irene? ¿Estaban planeando su futuro juntos a sus espaldas? ¿Era
21:37ella, Bárbara, la que sobraba en esa ecuación? Cerró la puerta sin hacer ruido, su mano temblando.
21:46Retrocedió por el pasillo, con el sabor amargo de la traición en la boca.
21:50La sospecha, una semilla venenosa, acababa de echar raíces en su corazón. Y sabía,
21:59con una certeza terrible, que si no hacía algo pronto, crecería hasta ahogarla.
22:07Dentro del estudio, ajeno a la tormenta que acababa de desatar,
22:10Leonardo seguía intentando convencer a Irene.
22:13«Haré lo que sea», prometió. «Si me ayudas, te deberé un favor. Cualquier cosa que necesites
22:23en el futuro». Irene lo miró, una sonrisa enigmática jugando en sus labios. «Piénsalo
22:32bien, Leonardo». «Un favor es algo muy valioso. Quizás, por ahora, lo mejor sea seguirle la corriente
22:41a tu madre». A veces, la mejor manera de ganar una guerra no es luchar en todas las batallas. Y con
22:50esas crípticas palabras, se dio la vuelta y salió, dejando a Leonardo aún más confundido y atormentado
22:57que antes. No solo estaba atrapado por su madre, sino que ahora parecía estar enredado en una red
23:05tejida por la propia Irene, y no tenía ni idea de cómo escapar. La noche había caído sobre la
23:13hacienda de los Rafaeles. La luna, casi llena, bañaba el paisaje con una luz plateada y fantasmal.
23:23En la habitación, Adriana y Rafael estaban sentados uno frente al otro en dos sillones junto a la ventana.
23:29El llanto había cesado, dejando tras de sí un agotamiento profundo y una calma frágil.
23:40Habían hablado poco, compartiendo su dolor en un silencio que solo dos personas que se aman pueden
23:45entender. Fue Adriana quien finalmente rompió ese silencio, su voz apenas un susurro en la penumbra.
23:54Rafael, tengo que contarte algo. Él la miró, sus ojos reflejando la luz de la luna.
24:07Extendió la mano y tomó la de ella. Dime, mi amor, fue antes. Antes de que me sintiera indispuesta.
24:14El duque, José Luis, vino a verme. Me hizo una proposición. Rafael se tenso. El mero nombre de
24:24José Luis era suficiente para encender de nuevo la llama de su ira.
24:30¿Qué quería ese miserable? Quería hacer un trato. Continuó Adriana, su mirada fija en sus manos
24:37entrelazadas. Dijo que, que nos permitiría vivir nuestro amor en paz. Que retiraría todas las
24:45amenazas, que nos dejaría ser libres. Rafael soltó una risa seca, desprovista de humor. El duque
24:55ofreciendo libertad. ¿A cambio de qué? ¿De nuestras almas? A cambio de las tierras. Dijo Adriana en voz
25:04baja. Y del perdón de la deuda. Quiere que le cedamos la propiedad de todo esto. A cambio,
25:12nos dejará marchar, juntos. Un pesado silencio se instaló entre ellos. La propuesta de José Luis
25:19era, a la vez, una bendición y una maldición. La libertad, el sueño por el que tanto habían
25:28luchado, estaba al alcance de su mano. Una vida juntos, lejos de valle salvaje, lejos
25:36de las muertes, las traiciones y el dolor. Pero el precio era su legado. Las tierras que
25:44habían pertenecido a la familia de Rafael durante generaciones, el sudor de sus antepasados,
25:50la única herencia que le quedaba. Es la tierra de mi padre. Dijo Rafael finalmente,
25:59su voz ronca de emoción. Es todo lo que me queda de él.
26:05Lo sé. Respondió Adriana con dulzura. Pero, ¿qué es la tierra, Rafael? ¿Qué es un legado,
26:12comparado con una vida? Una vida juntos. Lejos de aquí, podríamos empezar de nuevo. En un lugar
26:20donde nadie nos conozca, donde no haya fantasmas en cada esquina. Un lugar donde, donde quizás algún
26:29día podríamos. No pudo terminar la frase. La posibilidad de un futuro, de volver a intentarlo,
26:35era a la vez un bálsamo y una tortura. Rafael se levantó y caminó hacia la ventana,
26:44mirando la tierra plateada por la luna. Su tierra, sentía sus raíces hundiéndose en ella,
26:52una conexión ancestral que era casi física. Renunciar a ella se sentía como una amputación.
27:00Pero cuando se giró y miró a Adriana, vio su rostro pálido y exhausto, los surcos de las
27:06lágrimas aún visibles en sus mejillas, y supo que no había elección posible.
27:14Esta tierra está maldita. Dijo con una convicción sombría. Está empapada en la sangre de mi familia.
27:23Quizás, quizás liberarnos de ella sea la única forma de salvarnos. Dudaban,
27:28suspendidos en el umbral de una decisión que cambiaría sus vidas para siempre.
27:36Aceptar la oferta del duque era rendirse, entregar su herencia al hombre que más odiaban.
27:44Pero también era comprar su futuro, una oportunidad de sanar, de vivir. Rechazarla era aferrarse al
27:50orgullo y al pasado, pero quizás a costa de su única oportunidad de ser felices.
27:55Su destino pendía de un hilo, y ambos eran dolorosamente conscientes de que cualquier
28:03camino que tomaran estaría marcado por el sacrificio.
28:09La tensión en Valle Salvaje, como una tormenta que se ha estado gestando durante días, finalmente
28:15estaba a punto de estallar. Y el epicentro de esa explosión iba a ser el gran salón del
28:22palacio del duque José Luis. José Luis estaba de pie junto a la chimenea, aunque el fuego estaba
28:30apagado. Sostenía una copa de brandy, observando cómo el líquido ambarino se arremolinaba mientras
28:37movía la copa con gesto distraído. Se sentía inquieto. La situación con Adriana y Rafael, la muerte
28:46de julio, la creciente audacia de sus enemigos. Todo se estaba volviendo demasiado complicado.
28:55Se suponía que su matrimonio con Victoria le traería paz, estabilidad, una consolidación
29:00de su poder.
29:03Y en cierto modo lo había hecho. Victoria era una duquesa impecable, inteligente, hermosa
29:10y ambiciosa. A veces, demasiado ambiciosa. Un mayordomo anunció una visita inesperada,
29:19la señora Mercedes de la Vega.
29:24José Luis frunció el ceño. ¿Mercedes? La hermana de su difunta esposa, Pilara. Hacía
29:30años que su relación era, en el mejor de los casos, gélida.
29:33Mercedes nunca le había perdonado que se volviera a casar, y mucho menos con Victoria.
29:45Su presencia aquí solo podía significar problemas. Hazla pasar, ordenó con un suspiro
29:51de resignación.
29:55Mercedes entró en el salón como una furia vestida de luto riguroso, aunque Pilara llevaba
30:00muerta varios años. Su rostro era una máscara de dolor y rabia contenida, sus ojos oscuros
30:09brillaban con una determinación febril.
30:14No se anduvo con rodeos. José Luis, he venido a decirte a la cara lo que llevo demasiado tiempo
30:19callando por respeto a la memoria de mi hermana.
30:21Mercedes, si esto es otra de tus recriminaciones por mi matrimonio con Victoria, te ruego que...
30:33Tu matrimonio con Victoria es la culminación de un crimen. Lo interrumpió ella, su voz temblando
30:40de ira.
30:40Un crimen que cometisteis juntos. José Luis la miró, estupefacto. ¿De qué demonios estás
30:49hablando? Has perdido la razón.
30:54Ojalá la hubiera perdido, gritó Mercedes, avanzando hacia él. Así no tendría que vivir
30:59con esta certeza que me corró el alma. Hablo de la muerte de Pilara, José Luis. Hablo de
31:05cómo te confabulaste con tu amante, con esa arpía de Victoria, para asesinar a mi hermana.
31:10La acusación fue como una bofetada. Un eco pareció resonar en el vasto salón. José Luis
31:18sintió que el aire se le escapaba de los pulmones.
31:24La copa de brandy tembló en su mano. Eso es. Eso es la cosa más monstruosa y delirante
31:30que he oído en mi vida. Tartamudeó, intentando recuperar la compostura.
31:34Pilara murió de unas fiebres repentinas. El médico lo certificó. Tú misma estuviste
31:42allí.
31:42El médico certificó lo que tú quisiste que certificara. Replicó ella, sus ojos clavados
31:50en los suyos, buscando una grieta en su fachada.
31:53Pero yo vi cosas, oí cosas. Vi cómo Victoria rondaba a mi hermana en sus últimos días
32:01como un buitre, con su falsa compasión. Vi cómo te miraba a ti, con esa suficiencia
32:10de quien sabe que el obstáculo está a punto de ser eliminado. Vi cómo la salud de Pilara,
32:15que era fuerte como un roble, se desvanecía de la noche a la mañana después de que Victoria
32:20empezara a prepararle sus remedios especiales.
32:25José Luis negó con la cabeza, un gesto automático de rechazo. Pero las palabras de Mercedes, por
32:31muy venenosas que fueran, habían plantado una semilla de duda en su mente.
32:39Una semilla helada y terrible. Estás loca. Dijo, pero su voz carecía de la convicción
32:45que pretendía. Estás consumida por el rencor y la envidia. Victoria me ha dado un heredero,
32:53ha restaurado el honor de esta casa.
32:58Tú nunca pudiste aceptar eso. Lo que no puedo aceptar es que la asesina de mi hermana se
33:03siente en su trono y lleve sus joyas. Exclamó Mercedes, las lágrimas rodando ahora por sus
33:09mejillas. Yo amaba a Pilara, y tú, tú la desechaste por una mujer más joven y ambiciosa.
33:17Y no te bastó con abandonarla en vida, tuviste que acelerar su muerte. Ambos lo hicisteis.
33:23Y que Dios os perdone, porque yo jamás lo haré.
33:29Dicho esto, Mercedes se dio media vuelta y salió del salón con la misma rapidez con la
33:34que había entrado, dejando a José Luis solo, temblando, en medio de un silencio atronador.
33:43La acusación de Mercedes era demencial, absurda, propia de una mujer desequilibrada por el dolor.
33:52O no, José Luis dejó la copa sobre la repisa de la chimenea. Su mano era incapaz de sostenerla.
33:58Un sudor frío le recorrió la espalda. Empezó a temer lo peor. Su mente, de repente, se convirtió en un
34:08torbellino de recuerdos, de imágenes y palabras que había archivado y olvidado, pero que ahora
34:13regresaban con una luz nueva y siniestra. Recordó la enfermedad de Pilara. Había sido tan rápida,
34:22tan inexplicable. Recordó a Victoria, siempre a su lado, solicita, administrándole infusiones,
34:30controlando sus medicinas. Recordó una conversación, días antes de la muerte de Pilara, en la que
34:38Victoria le había dicho en un susurro. Pronto, mi amor. Pronto todo esto terminará y podremos ser
34:47felices. Él había asumido que se refería a que la enfermedad pasaría. Pero, ¿y si se refería a otra
34:56cosa? Recordó el alivio que sintió cuando Pilara murió. Un alivio culpable, sí, pero sobre todo,
35:06un alivio inmenso. El camino estaba despejado. Podía casarse con Victoria. Podía tener el heredero
35:15varón que Pilara nunca pudo darle. Todo había salido. Perfecto. Demasiado perfecto. Un detalle
35:23insignificante acudió a su mente con la fuerza de un relámpago. El día del entierro de Pilara,
35:32mientras todos lloraban, encontró a Victoria en el jardín. Ella no lloraba. Tenía una pequeña y
35:40extraña sonrisa en los labios. Cuando él le preguntó por qué sonreía en un día tan triste,
35:45ella le respondió, sonrío por nuestro futuro, mi amor. Porque por fin ha comenzado. En ese momento,
35:55sus palabras le parecieron una muestra de su amor incondicional por él. Ahora, ahora sonaban como la
36:04confesión de una asesina. José Luis se apoyó en la chimenea, sintiendo que las piernas le fallaban.
36:13La imagen de su esposa, de la hermosa y elegante Victoria, se transformó ante sus ojos.
36:22Ya no veía a la duquesa, a la madre de su hijo. Veía a una manipuladora, a una mujer capaz de
36:28cualquier cosa por conseguir lo que quería. ¿Y si era verdad? ¿Y si Mercedes no estaba loca? ¿Y si la
36:37mujer con la que compartía su cama, la mujer que había jurado amar y proteger, era en realidad la
36:43culpable de aquella terrible tragedia? El miedo, un miedo puro y visceral que no había sentido en años,
36:52se apoderó de él. Miró hacia la puerta por la que Mercedes había salido, y luego hacia la gran
37:00escalera que conducía a las habitaciones donde, en ese mismo momento, probablemente Victoria leía un
37:06libro o supervisaba los preparativos para la cena. La mujer que le había dado todo, o que se lo había
37:15quitado todo a Pilara para dárselo a él. La pregunta resonó en su mente, atronadora, imposible de acallar,
37:25Victoria mató a Pilara. Y la posibilidad de que la respuesta fuera afirmativa lo dejó sin aliento,
37:31solo, en el corazón de su palacio, enfrentado a un horror que jamás habría podido imaginar.
37:37El capítulo de su vida que creía cerrado con la muerte de su primera esposa acababa de reabrirse
37:45de la forma más brutal, amenazando con destruir los cimientos mismos de su mundo.
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