#LaPromesaLeocadia #enfrenta #Lorenzo
Leocadia enfrenta a Lorenzo mientras Curro rescata a Ángela
La Promesa se sumerge en un torbellino de secretos y amenazas.
Mientras Leocadia desafía al despiadado Lorenzo para salvar a su hija, la joven Ángela lucha por sobrevivir en un cautiverio aterrador. Curro, consumido por la desesperación, se arriesga a todo para encontrarla, siguiendo las huellas del capitán hasta una cabaña perdida en el bosque. El reencuentro madre-hija parece traer alivio, pero un nuevo secreto, capaz de destruir a to ...
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#LaPromesaLeocadia, #enfrenta, #Lorenzo, #mientrasCurro, #rescata, #Ángela
Leocadia enfrenta a Lorenzo mientras Curro rescata a Ángela
La Promesa se sumerge en un torbellino de secretos y amenazas.
Mientras Leocadia desafía al despiadado Lorenzo para salvar a su hija, la joven Ángela lucha por sobrevivir en un cautiverio aterrador. Curro, consumido por la desesperación, se arriesga a todo para encontrarla, siguiendo las huellas del capitán hasta una cabaña perdida en el bosque. El reencuentro madre-hija parece traer alivio, pero un nuevo secreto, capaz de destruir a to ...
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00:00Leocadia enfrenta a Lorenzo mientras Curro rescata a Ángela. La promesa se sumerge en
00:10un torbellino de secretos y amenazas. Mientras Leocadia desafía al despiadado Lorenzo para
00:17salvar a su hija, la joven Ángela lucha por sobrevivir en un cautiverio aterrador.
00:23Curro, consumido por la desesperación, se arriesga a todo para encontrarla,
00:28siguiendo las huellas del capitán hasta una cabaña perdida en el bosque.
00:34El reencuentro madre e hija parece traer alivio, pero un nuevo secreto,
00:39capaz de destruir a toda la casa Luján, amenaza con cambiarlo todo.
00:44¿Será este el inicio de la caída de Lorenzo, o la perdición de quienes lo desafíen?
00:51El aire en la promesa se había vuelto denso, casi irrespirable. Los días se sucedían con
00:57una lentitud agónica, cada uno una réplica del anterior, marcados por un silencio que pesaba
01:03como una losa de mármol. La desaparición de Ángela, antes un murmullo de preocupación,
01:11se había transformado en un grito sordo que corroía el alma del palacio desde los aposentos
01:16más nobles hasta la última alcoba del servicio. Los criados, otrora un enjambre bullicioso de
01:24actividad, ahora se movían como espectros por los pasillos, sus hombros caídos y sus miradas
01:29perdidas en el vacío. Cada tarea, por mundana que fuera, estaba teñida de una tristeza profunda.
01:38Don Alonso, el marqués de Luján, mantenía una fachada de rigidez y control, pero incluso él no
01:44podía ocultar la tensión que crispaba su mandíbula ni la sombra que oscurecía sus ojos.
01:49El clima de la casa, su hogar, se había envenenado. Pía, la fiel ama de llaves,
01:57anotaba las tareas del día en su libreta con una mano que apenas temblaba, sus labios apretados en
02:03una línea fina, como si el simple acto de hablar pudiera desatar la catástrofe que todos sentían
02:08inminente. En las cocinas, el corazón palpitante del servicio, Simona y Candela intercambiaban miradas
02:17angustiadas por encima de los fogones. Sus guisos, que siempre habían sido fuente de consuelo,
02:24ahora parecían insípidos, incapaces de calentar los estómagos fríos de miedo.
02:31Incluso el joven Manuel, que intentaba desesperadamente buscar refugio en sus planos
02:36de aviones y en la distante compañía de Enora, no podía evitar que su mirada se desviara hacia
02:41los pasillos, buscando una figura que sabía que no encontraría, su semblante traicionando una
02:47preocupación que iba más allá de la simple cortesía de un señor por su doncella. Pero entre todos los
02:54habitantes de la promesa, ninguno sufría un tormento comparable al de Leocadia. El dolor que la consumía
03:02era una bestia silenciosa y voraz que devoraba sus entrañas. De cara al mundo, presentaba una
03:10máscara de impasible entereza, la de una madre preocupada pero contenida. Pero en la soledad de
03:18sus aposentos, cuando la noche caía y el palacio se sumía en la oscuridad, la máscara se resquebrajaba
03:24y el miedo, avasallador y paralizante, se apoderaba de ella. Cada noche era una vigilia interminable,
03:32cada mañana sin noticias de su hija, un puñal que se hundía un poco más en su corazón. Sentía
03:39como si una parte vital de sí misma le hubiera sido arrancada con una crueldad infinita. Y sin
03:46embargo, no se atrevía a pronunciar el nombre del culpable. No osaba acusar a Lorenzo en voz alta.
03:52El motivo era tan claro como aterrador. El capitán de la mata era el custodio de los
03:59secretos más oscuros de su vida, pecados que ella creía enterrados bajo capas de tiempo y olvido.
04:07Secretos que, si salieran a la luz, no solo destruirían su reputación y la convertirían
04:12en una paria, sino que la llevarían directamente a la ruina, al ostracismo ante Alonso, al desprecio
04:19de los criados y, peor aún, a la justicia de las autoridades. En su mente, las imágenes de
04:27Yana se repetían en un bucle infernal. Recordaba el atentado contra la joven, la noche en que,
04:33envenenada por la envidia y la ambición, tramó contra ella. Recordaba la mirada de Lorenzo,
04:41cómplice y depredadora, mientras la arrastraba a un abismo del que ya no podría salir.
04:45Él había sido el ejecutor, pero la idea, la semilla del mal, había sido suya. Lorenzo
04:54mantenía esos recuerdos vivos, frescos, en cada palabra de amenaza velada, en cada sonrisa
05:00torcida que le dirigía a través del comedor. La observaba como una serpiente enroscada,
05:08lista para inyectar su veneno mortal si ella se atrevía a mover una sola pieza en el tablero
05:12que él controlaba. La desaparición de Ángela no era un acto de maldad aleatorio, era un movimiento
05:21de ajedrez, un jaque calculado para someterla por completo. Una tarde, cuando el sol teñía de naranja
05:28las colinas y la agonía se hizo insoportable, Leocadia sintió que el dique de su autocontrol
05:34estaba a punto de reventar. No podía más, la incertidumbre la estaba matando más rápido que
05:40cualquier veneno. Se armó de un valor que no sabía que poseía y decidió buscarlo. Caminó por los pasillos
05:48con pasos que intentaban ser firmes, aunque su corazón martilleaba contra sus costillas con la
05:53fuerza de un pájaro atrapado. Cada retrato en la pared parecía juzgarla, cada crujido del suelo
06:01parecía un eco de sus propios pecados. Al llegar a los aposentos de Lorenzo, golpeó la puerta con
06:08los nudillos, un sonido seco y definitivo en el silencio del ala noble. Pero no esperó respuesta,
06:15giró el pomo y entró directamente. La escena que encontró sólo avivó las llamas de su odio.
06:22Lorenzo estaba recostado perezosamente en una butaca de terciopelo granate, una copa de vino
06:27tinto en una mano, y en sus labios esa sonrisa cínica, depredadora, que la perseguía en sus
06:33pesadillas. Lorenzo, necesitamos hablar, dijo ella. Su voz era un hilo tenso, tratando de sonar firme,
06:43pero la ansiedad en sus ojos la delataba. Él levantó la vista con una lentitud exasperante,
06:50llevándose la copa a los labios y bebiendo un sorbo con calma, como si estuviera presenciando
06:55el primer acto de una obra de teatro que llevaba mucho tiempo esperando.
07:01Vaya, vaya, la madre coraje ha decidido por fin venir a buscarme. Su voz era un ronroneo burlón.
07:09¿Qué sucede, Leocadia, te has cansado ya de fingir que no sabes nada? ¿La mascarada ha llegado a su fin?
07:18Ella dio un paso adelante, sus manos apretadas en puños a los costados, intentando controlar la rabia
07:24que bulía en su interior como un volcán a punto de entrar en erupción.
07:29No juegues conmigo, miserable. Quiero a mi hija de vuelta. Han pasado días, demasiados días, y nadie
07:36tiene noticias de ella. Tú sabes perfectamente de qué estoy hablando. Deja de disfrutar con este
07:44macabro espectáculo.
07:47¿Espectáculo? Yo lo llamaría una negociación necesaria, querida. Te lo ruego, Lorenzo. Suplicó, la voz quebrándose por primera vez.
07:59Devuélveme a Ángela. Por lo que más quieras, no la uses como una moneda de cambio en tus sucios juegos de poder.
08:05Ella no tiene la culpa de nada de esto. Lorenzo dejó escapar una risa baja, un sonido cruel y desprovisto de cualquier atisbo de humanidad que hizo que un escalofrío recorriera la espalda de Leocadia.
08:20Se levantó despacio, con la gracia indolente de un felino, y caminó hasta quedar frente a frente con ella, invadiendo su espacio personal.
08:29¿Moneda de cambio? No, Leocadia, te equivocas de término. Llámalo, una garantía, una póliza de seguro.
08:40Ángela solo volverá a pisar este palacio de una única manera, casada conmigo. Y cuanto antes, mejor para todos.
08:48El tiempo apremia. Los ojos de Leocadia se abrieron de par en par, llenos de un horror que trascendía el miedo.
08:56La propuesta era tan monstruosa, tan descabellada, que por un instante pensó que había perdido el juicio.
09:05Has perdido la razón. Estás completamente loco. ¿De verdad crees que voy a permitir que mi única hija se case contigo contra su voluntad?
09:13¿Con un monstruo como tú? Nunca, jamás lo consentiré.
09:18Él sonrió de lado, una sonrisa torcida que no llegó a sus ojos fríos como el hielo.
09:26Se acercó aún más, hasta que ella pudo sentir el aliento con olor a vino en su rostro.
09:33Nunca es una palabra muy larga, Leocadia, y me temo que no estás en posición de desafiarme.
09:39Si quieres volver a ver a tu preciosa Ángela, si quieres volver a abrazarla, tendrás que aceptarlo.
09:45Es mi única condición. De lo contrario, seguirá lejos. Muy lejos. Y, quién sabe, la gente desaparece para siempre todos los días.
09:57Un trágico accidente. Una fuga. Las posibilidades son infinitas. Las manos de Leocadia temblaban violentamente, pero su voz, al salir, estaba cargada de una furia gélida.
10:09Si no liberas a mi hija de inmediato, en este preciso instante, voy a ir directamente a la Guardia Civil.
10:19Se lo contaré todo al Sargento Funes. Expondré cada una de tus fechorías, Lorenzo.
10:26No escaparás esta vez, te lo juro por mi vida. La respuesta de él llegó como una puñalada directa al corazón, precisa y letal.
10:34Ah, Leocadia, mi querida e impulsiva Leocadia. ¿Realmente piensas antes de hablar? ¿O es que el pánico te ha nublado el entendimiento?
10:45Chasqueó la lengua con desdén.
10:48Si vas corriendo a contarle tus penas a ese Sargento de Pueblo, los dos saldremos de aquí directos a la cárcel.
10:55¿O acaso has olvidado tu pequeño papel en nuestro teatro? ¿De verdad quieres que todo el mundo sepa que la mente brillante detrás del atentado contra Yana fuiste tú?
11:05Yo solo fui un humilde actor que siguió tus órdenes, ¿recuerdas? Tú fuiste la autora intelectual, la culpable.
11:12Yo solo me beneficié de la situación que tú creaste. ¿De verdad quieres arriesgarte a que Alonso, tus marqueses, tus amigos y tu adorada hija sepan la clase de víbora que eres?
11:24Leocadia palideció visiblemente. Las palabras de Lorenzo eran como ácido, disolviendo el poco valor que había logrado reunir.
11:35Pero no retrocedió. No distorsiones los hechos. Tú me arrastraste aquello. Te aprovechaste de mi debilidad, de mi desesperación.
11:45Me manipulaste. Él soltó una carcajada sonora, una explosión de burla que resonó en la habitación.
11:54Oh, pobre Leocadia, siempre la víctima, siempre la mártir. Pero dime, ¿quién estuvo allí esa noche?
12:02Susurrándome al oído lo mucho que odiaba a esa advenediza. ¿Quién me dio los detalles para que todo pareciera culpa de Cruz?
12:09¿Quién formó parte de cada paso del plan? No intentes eximirte de tu culpa, porque estás manchada hasta el cuello.
12:15Si yo caigo, Leocadia, te arrastro conmigo al fango. Y créeme, no habrá nadie en este mundo que te tienda una mano para salvarte.
12:26Te quedarás sola, hundida en tu propia miseria. La tensión en la habitación era tan palpable que se podía cortar con un cuchillo.
12:34El tono de la conversación se había elevado, convirtiéndose en un cruce de acusaciones a gritos.
12:44Ella dio un paso al frente, sus ojos chispeando de rabia impotente. Eres un miserable.
12:52Un ser despreciable. Usar a mi hija de esta forma, chantajearme con los fantasmas del pasado.
12:58No tienes límites. No tienes alma.
13:03Lorenzo también perdió la compostura por un instante. Su máscara de calma se agrietó y su voz se alzó, resonando con una furia genuina.
13:12¿Y tú crees que tienes alguna fibra de moral para juzgarme? No eres más que una hipócrita. Una farsante.
13:19Finges ser la madre protectora, la leona que defiende a su cachorro,
13:22pero estás más preocupada por tu maldita reputación y tu estatus en este palacio que por la vida de Ángela.
13:31Admítelo de una vez, Leocadia. Tienes tanto pánico de perder tus privilegios, de que Alonso te dé la espalda,
13:38que prefieres negociar con la carne de tu carne antes que exponer la verdad y enfrentarte a las consecuencias de tus actos.
13:44Un silencio pesado y denso cayó sobre ellos. Durante unos segundos, solo se escucharon sus respiraciones agitadas, los dos al límite de su autocontrol.
13:57Leocadia cerró los puños con tanta fuerza que sus uñas se clavaron en las palmas de sus manos, sintiendo el odio hervir en sus venas,
14:05pero también la impotencia más absoluta, un veneno que la paralizaba.
14:08Lorenzo, satisfecho al verla rota, recompuso su sonrisa cínica y volvió a recostarse en la butaca,
14:17bebiendo un sorbo más de vino como si acabara de ganar la batalla final de una larga guerra.
14:24Piénsalo bien, Leocadia. Dijo él, su voz de nuevo un susurro meloso y cruel.
14:30Cada día que pase, cada hora que dudes, Ángela estará más lejos, más asustada, más sola.
14:39Solo depende de ti traerla de vuelta, pero todo en esta vida tiene un precio, y el de su libertad es su mano y tu silencio eterno.
14:48Ella se giró bruscamente, sin poder soportar su mirada un segundo más, y salió de la habitación con el corazón en llamas y el alma hecha pedazos.
14:56Las lágrimas pugnaban por escapar, quemándole los ojos, pero las contuvo con un esfuerzo sobrehumano.
15:06No le daría esa satisfacción. Sabía que estaba atrapada en una red venenosa tejida por el diablo,
15:13y que cada paso en falso podría costarle no solo la vida de su hija, sino su propia y definitiva destrucción.
15:19Mientras caminaba por los pasillos, el eco de las palabras de Lorenzo resonaba en su mente como una sentencia de muerte.
15:27La guerra entre los dos apenas estaba comenzando, y la tensión que había estallado en aquel enfrentamiento dejaba claro que nada, absolutamente nada, volvería a ser igual en la promesa.
15:40Mientras Leocadia abandonaba los aposentos de Lorenzo con el alma en vilo, en otra parte del palacio, Curro vagaba por los pasillos del servicio como un alma en pena.
15:54La inquietud era un nudo en su estómago que se apretaba más con cada hora que pasaba.
16:01Las noches sin dormir, la angustia creciente y el vacío insoportable de la ausencia de Ángela lo estaban consumiendo por dentro.
16:08Era un fuego lento que lo devoraba sin piedad.
16:12No soportaba más la idea de esperar sentado, de confiar en búsquedas oficiales que no daban ningún fruto, de escuchar palabras vacías de consuelo.
16:23Sentía en lo más profundo de su ser que el tiempo se agotaba.
16:27Encontró a Pía en la despensa, organizando con meticulosidad las anotaciones del día, un pequeño acto de orden en medio del caos que reinaba en sus corazones.
16:38Se acercó a ella, su voz temblorosa pero cargada de una determinación feroz.
16:43Pía, necesito tu ayuda.
16:44Por favor, suplicó, su mirada clavada en la de ella.
16:51No aguanto más esta incertidumbre.
16:55Me está volviendo loco, no puedo quedarme aquí, de brazos cruzados, mientras Ángela está ahí fuera, sola, en peligro.
17:02Siento, no, sé que Lorenzo tiene algo que ver con esto.
17:09Desde que regresó, no ha hecho más que amenazarnos, a ella y a mí.
17:15Nos ha observado, ha esperado su momento.
17:18Sé que es él, lo siento en mis huesos.
17:20Pía dejó la pluma sobre el escritorio y lo miró con una seriedad que reflejaba su propia preocupación.
17:25Sus ojos, sabios y cansados, compartían la misma desconfianza.
17:33Yo también lo pienso, curro.
17:36Con la forma en que ese hombre regresó a este palacio, altivo, provocando y humillando a todos a su paso,
17:44no me sorprendería en absoluto que fuera capaz de una atrocidad como esta.
17:47Es un hombre sin escrúpulos, pero no podemos acusarlo sin pruebas.
17:54Sería su palabra contra la de un simple lacayo.
17:59Necesitamos algo sólido, algo irrefutable que lo des en másquer de una vez por todas.
18:06Curro se acercó más, su voz apenas un susurro desesperado.
18:10¿Y cómo conseguimos eso, Pía?
18:13Es astuto como un zorro.
18:14Siempre cubre sus huellas.
18:17Es un maestro del engaño.
18:19El ama de llaves bajó aún más el tono de voz,
18:22mirando instintivamente a ambos lados del pasillo para asegurarse de que nadie los escuchaba.
18:29Síguelo, dijo, sus palabras cargadas de urgencia.
18:33Conviértete en su sombra.
18:35Observa cada uno de sus pasos, cada gesto, cada salida del palacio.
18:41Lorenzo no sabe disimular su arrogancia.
18:43Se cree intocable, superior a todos nosotros.
18:48Y es en esa soberbia donde cometerá un error.
18:51Tarde o temprano, su exceso de confianza lo traicionará y dejará escapar una pista,
18:57un indicio de dónde esconde su maldad.
18:59Si de verdad quieres salvar a Ángela, eso es lo que debes hacer.
19:05Pero, Curro, añadió, posando una mano en su brazo.
19:10Hazlo con sumo cuidado.
19:11Si te descubre, si tan solo sospecha que lo estás vigilando, podría poner la vida de ella en un riesgo aún mayor.
19:19Podría hacer algo irreparable.
19:24Curro sintió el corazón desbocado, una mezcla de miedo y adrenalina recorriendo sus venas.
19:30Pero la advertencia de Pia no hizo más que reforzar su resolución.
19:35Haré eso, Pia.
19:36Lo juro, la encontraré, aunque me cueste la vida en el intento.
19:42Y así fue.
19:43Esa misma noche, cuando la oscuridad envolvió la promesa en su manto de ébano, Curro se convirtió en un fantasma.
19:51Se escondió entre las sombras del patio, detrás de unos setos, con la paciencia de un cazador esperando a su presa.
19:58Las horas pasaron lentamente, cada minuto una tortura.
20:04Finalmente, su espera dio frutos.
20:08La puerta del ala noble se abrió y Lorenzo salió de sus aposentos con una prisa inusual, casi furtiva.
20:17Llevaba un farol en una mano y un paquete envuelto en tela bajo el brazo.
20:21El lacayo comenzó a seguirlo, moviéndose en silencio, de sombra en sombra,
20:26manteniendo una distancia prudencial para no ser percibido.
20:30El corazón le latía con fuerza en el pecho, un tambor que amenazaba con delatar su presencia.
20:37El camino fue largo y arduo.
20:40Lorenzo abandonó los terrenos del palacio y se adentró en el bosque húmedo y oscuro,
20:45iluminado tan solo por la luz temblorosa de su farol y el pálido resplandor de una luna creciente que se asomaba entre las nubes.
20:51El sonido de las ramas secas quebrándose bajo las botas del capitán era la única pista que guiaba a Curro a través de la negrura.
21:03Finalmente, tras una caminata que pareció una eternidad, Lorenzo llegó a un claro.
21:08Allí, escondida entre los árboles y la maleza, cerca de las ruinas cubiertas de musgo de un antiguo molino de agua,
21:17se alzaba una vieja cabaña de cazadores, abandonada y decrépita.
21:23Curro se agachó tras un matorral espeso, conteniendo la respiración, sus ojos fijos en la escena.
21:29Observó como Lorenzo sacaba una llave de su bolsillo, abría la puerta de la cabaña y entraba, cerrándola tras de sí.
21:39Los minutos que siguieron fueron una tortura de tensión insoportable.
21:44Curro se imaginaba lo peor, su mente creando escenarios terroríficos.
21:49¿Qué le estaría haciendo? ¿Estaría Ángela siquiera viva?
21:53Finalmente, la puerta se abrió de nuevo.
21:55Lorenzo salió, solo, y cerró la puerta con un pesado candado de hierro.
22:02Con el corazón en la garganta, Curro esperó, inmóvil, el tiempo necesario hasta que los pasos de Lorenzo se perdieron en la distancia, de regreso al palacio.
22:14Solo entonces se atrevió a moverse. Se acercó a la puerta con el sigilo de un gato y examinó el candado.
22:19Era viejo, pero robusto. Buscó a su alrededor desesperadamente hasta que encontró una piedra grande y pesada.
22:28Sin dudarlo un segundo, la levantó y golpeó el candado con todas sus fuerzas, una y otra vez, hasta que el metal oxidado cedió con un chasquido que resonó en el silencio de la noche.
22:44Empujó la puerta. Al entrar, el olor a moho, a madera vieja y a desesperación lo golpeó de inmediato.
22:50La cabaña estaba sumida en una oscuridad casi total, rota apenas por un fino haz de luz de luna que se colaba por una rendija en el techo.
23:02Sus ojos, tardando en ajustarse a la penumbra, recorrieron el pequeño espacio hasta que encontraron una escena que le geló la sangre en las venas y le partió el alma en dos.
23:12Allí, tendida sobre un colchón gastado y sucio en el suelo, estaba Ángela. Inconsciente, o quizás dormida por el agotamiento, con las muñecas atadas con una cuerda tosca y visiblemente debilitada.
23:28Su rostro estaba pálido, sus labios agrietados, y tenía un cardenal en la mejilla.
23:36Ángela, gritó curro en un susurro desesperado, el nombre rompiéndose en su garganta.
23:42Corrió hacia ella, cayendo de rodillas a su lado. Con manos temblorosas, le apartó un mechón de pelo de la cara.
23:53Su piel estaba fría al tacto.
23:55Mi amor, soy yo.
23:57Soy curro, estoy aquí.
23:59Le susurró, su voz ahogada por la emoción.
24:03He venido a buscarte.
24:05Ella abrió los ojos lentamente, con dificultad.
24:08Sus pupilas se dilataron al reconocerlo, y una lágrima solitaria se deslizó por su sien.
24:16Murmuró con una voz tan débil que apenas era audible.
24:19Curro.
24:20Pensé.
24:21Pensé que nunca más iba a verte.
24:23Las lágrimas corrieron libremente por el rostro de él, pero no perdió el tiempo.
24:30Sacó la pequeña navaja que siempre llevaba consigo y cortó las cuerdas que la aprisionaban.
24:36Al liberarla, Ángela intentó incorporarse, pero sus fuerzas la abandonaron y se desplomó contra él, apenas logrando mantenerse sentada.
24:45—Tenemos que salir de aquí ahora mismo —dijo él, su voz firme a pesar del torbellino de emociones que lo sacudía.
24:57—Vamos, apóyate en mí.
24:59Ahora estás a salvo.
25:00Te prometo que ese miserable nunca más volverá a tocarte.
25:03Te lo juro por mi vida.
25:06Y así, con pasos apresurados pero llenos de un cuidado infinito, Curro colocó el brazo de Ángela sobre sus hombros y la ayudó a salir de aquella cabaña infernal.
25:17El bosque oscuro, que antes parecía un enemigo lleno de peligros, ahora se convirtió en el camino hacia la libertad.
25:24Cuando finalmente, a lo lejos, volvieron a divisar las luces parpadeantes del palacio, el joven Lacayo sintió que su corazón, oprimido durante días, por fin podía volver a latir.
25:39La guerra contra Lorenzo apenas había comenzado.
25:43Lo sabía, pero en ese instante, solo una cosa importaba en el universo.
25:48Ángela estaba viva y estaba, de nuevo, a salvo en sus brazos.
25:52En el preciso instante en que Curro y Ángela cruzaron el límite del bosque y sus siluetas se recortaron contra el resplandor lejano de la promesa,
26:02una cortina de terciopelo se movió discretamente en una de las ventanas del ala noble.
26:09Leocadia, que aún no había conseguido pegar ojo, torturada por la aflicción y los remordimientos,
26:15estaba allí, en la ventana de su cuarto, mirando la oscuridad impenetrable como si esperara una señal divina.
26:22Su corazón dio un vuelco violento dentro de su pecho al reconocer la figura frágil de su hija, apoyada en los brazos firmes de Curro.
26:31Por un segundo, pensó que era una alucinación, un truco de su mente agotada. Pero no.
26:42Era real, sin pensarlo dos veces, abrió la ventana de golpe, como si necesitara que el aire frío de la noche la confirmara que no estaba soñando,
26:50y acto seguido, corrió hacia la puerta. Atravesó los pasillos a toda prisa, con el vestido de noche arremolinándose a su alrededor,
27:00sin importarle las normas ni el decoro.
27:02Los pocos criados que aún estaban despiertos, asombrados, se apartaron a su paso, viéndola cruzar el gran salón como si estuviera en trance, poseída por una fuerza superior.
27:15En el patio, finalmente, la escena se materializó ante sus ojos. Ángela, frágil, pálida como la cera, con la ropa rasgada y sucia y la mirada perdida por el cansancio,
27:30sostenida por un Curro igualmente exhausto pero con una expresión de fiero protector.
27:34Leocadia sintió que el suelo desaparecía bajo sus pies. Las lágrimas que había reprimido con tanta fuerza durante días brotaron de una sola vez, un torrente incontrolable de alivio y dolor.
27:50Avanzó los últimos metros que la separaban de su hija y la abrazó con una fuerza desesperada, como si temiera que pudiera desvanecerse entre sus brazos.
27:58—Mi niña, mi ángel, has vuelto a mí —dijo, su voz temblorosa y rota, cargada de una emoción pura y abrumadora.
28:10—Estás aquí, estás a salvo. Ángela, aunque débil, correspondió al abrazo, apoyando el rostro en el hombro de su madre, buscando el refugio familiar que tanto había anhelado en su cautiverio.
28:22—¡Mamá! —murmuró, su voz apenas un hilo, casi sin aire. Leocadia entonces se giró hacia Curro.
28:32Sus ojos, que siempre se habían posado sobre el lacayo con un velo de frío de esdén, ahora estaban llenos de lágrimas y de algo que se parecía mucho a la gratitud.
28:41Por un instante, dejó de lado el abismo de clases, el orgullo y el desprecio que siempre había sentido por aquel joven que consideraba indigno de su hija.
28:52—¡Curro! —dijo, respirando hondo para controlar el sollozo que pugnaba por salir. Nunca pensé que diría estas palabras, pero... ¡gracias!
29:06—Gracias por traer a mi hija de vuelta. La has salvado, te debo su vida. Curro, jadeante y con lágrimas surcando también sus mejillas sucias, solo pudo asentir con la cabeza, demasiado abrumado para hablar.
29:19Lo haría de nuevo mil veces por ella. Sin dudarlo, en ese momento, unos pasos firmes resonaron en el patio empedrado.
29:30Don Alonso apareció, su rostro una máscara de preocupación, acompañado de Pía y de algunos criados que, alertados por la carrera desenfrenada de Leocadia, lo habían seguido.
29:42El marqués, al ver la escena, se detuvo en seco por un instante, atónito, sus ojos fijos en la joven.
29:53—¡Ángela! —dijo, incrédulo. —¿Eres tú de verdad? —¡Por Dios santo!
29:58Leocadia se apartó lo suficiente para que Alonso pudiera ver el estado de su hija.
30:02Él se acercó rápidamente, su semblante endureciéndose al instante por una ira fría y contenida.
30:12—¿Quién te ha hecho esto? —preguntó, su voz grave y autoritaria, girándose de inmediato hacia Leocadia como si ella tuviera todas las respuestas.
30:21—¿Quién es el responsable de esta barbarie? Ella, aún sin palabras, sólo pudo negar con la cabeza, acariciando el rostro pálido de su hija como si fuera la porcelana más frágil.
30:36—No lo sé, Alonso, no lo sé, la encontramos así. Pero antes de que el marqués pudiera insistir, Ángela reunió las pocas fuerzas que le quedaban y alzó la voz, una voz temblorosa pero clara, mirando fijamente a su señor.
30:52—No lo sé, señor marqués —dijo, su cuerpo temblando en los brazos de su madre. Me sorprendieron en el jardín, hace días.
31:03Un matón, me atacó por la espalda, no le vi el rostro, estaba encapuchado, y aunque lo supiera, no podría decirlo.
31:11—¿Cómo que no podrías decirlo? inquirió Alonso, frunciendo el ceño. Me amenazó. Continuó Ángela, las lágrimas volviendo a sus ojos.
31:22—Dijo que se abría la boca, si le contaba a alguien lo que había pasado o quién lo había enviado. Haría algo mucho peor con todos los que amo.
31:32—Con mi madre, concurro, con todos ustedes. Un silencio pesado, denso como la niebla, se instaló en el patio.
31:42Alonso cerró los puños con fuerza, su respiración agitada por la furia impotente.
31:49Pía, a su lado, se llevó una mano a la boca para contener un sollozo, y hasta los criados reunidos alrededor intercambiaron miradas de indignación y miedo.
32:00—Leocadia abrazó de nuevo a su hija con fuerza, como si tuviera miedo de perderla otra vez en ese mismo instante.
32:09—No importa quién fue, mi niña. Ya no importa. Has vuelto. Eso es lo único que importa ahora.
32:16Pero en los ojos de Curro, que todavía sostenía a Ángela con firmeza para que no se desvaneciera, quedó claro que no creía del todo en aquella versión.
32:25—Aquella historia del matón anónimo era demasiado simple, demasiado conveniente, y en el fondo de su corazón, sabía que la amenaza mencionada por ella no era anónima en absoluto.
32:39Tenía nombre y apellido, Lorenzo de la Mata, y entendió, con una claridad dolorosa, que el terror de Ángela era tan real que prefería proteger a su verdugo antes que arriesgar la vida de las personas que amaba.
32:51La batalla acababa de cambiar de escenario, pero estaba lejos de terminar. No pasó mucho tiempo hasta que Lorenzo descubrió que sus planes se habían ido al traste.
33:02La noticia del regreso de Ángela corrió como la pólvora entre los criados, un murmullo de alivio y asombro que pronto llegó a oídos del capitán.
33:12Cuando lo supo, una furia volcánica se apoderó de él. La copa de vino que sostenía en su mano voló por los aires y se estrelló contra la pared de sus aposentos, estallando en mil pedazos de cristal y manchando el tapiz con un rojo que parecía sangre.
33:28Alguien se ha atrevido, alguien se ha atrevido a arruinar mis planes. Murmuró entre dientes, su mirada encendida de un odio puro y asesino.
33:38Algún estúpido y valiente insecto, sin pensarlo dos veces, salió de su habitación a grandes zancadas, cruzando los pasillos como una tormenta a punto de estallar, con una energía oscura que hacía que los criados se apartaran a su paso.
33:55Al llegar al ala noble, se dirigió directamente a los aposentos de Leocadia y empujó la puerta sin siquiera la cortesía de llamar.
34:05La encontró sola. Momentos antes había estado intentando calmar a su hija, que finalmente había caído en un sueño agitado en su propia habitación, agotada física y emocionalmente.
34:16Ahora, Leocadia estaba frente a su espejo, arreglándose nerviosamente el cabello, como si ese simple gesto de orden y control pudiera esconder el pavor que sentía bullir bajo su piel.
34:31Al ver entrar a Lorenzo como un torbellino, su cuerpo se tensó como la cuerda de un violín.
34:37—Lorenzo, has perdido la cabeza. No puedes entrar así en mis aposentos. Sal de aquí inmediatamente —dijo, intentando que su voz sonara firme y autoritaria.
34:50Pero él avanzó sin prestarle la más mínima atención, cerrando la puerta tras de sí con un golpe seco.
34:57Sus ojos chispeaban de rabia, su respiración era agitada y profunda.
35:03—No me hagas perder la poca paciencia que me queda, Leocadia.
35:07—Acabo de enterarme de que tu hijita ha vuelto al redil. Rescatada, sana y salva. Al menos, lo bastante sana como para hablar. Se acercó a ella hasta que sus rostros quedaron a escasos centímetros.
35:22—Y si esa niña abre la boca, Leocadia, si se atreve a susurrar mi nombre, a insinuar que yo estaba detrás de su pequeño. Retiro vacacional. Sabes muy bien lo que pasará.
35:34—Nuestra tregua, nuestro pacto, se habrá acabado. Leocadia, ya con las manos temblorosas pero la barbilla alzada en un intento desesperado de mantener el control, lo miró directamente a los ojos.
35:48—No te atreverás, Lorenzo. Mi hija está asustada, debilitada. No dirá nada. Ya se ha encargado de inventar una historia.
36:00—Y no permitiré que uses esa amenaza para ponerme de rodillas de nuevo. Este juego se ha terminado.
36:06—Él sonrió, una sonrisa torcida y cruel que era puro veneno. Ah, pero por supuesto que me atreveré.
36:16—Y no pienses ni por un segundo que estoy faroleando. Si Ángela me delata, si por un casual currito el valiente la convence de decir la verdad, yo mismo abriré la boca delante de Alonso, delante de todo el servicio.
36:29—Contaré con todo lujo de detalles lo que hiciste con Yana. Contaré cada detalle de tu plan.
36:38—Diré que fuiste tú quien planeó el atentado, que lo manipulaste todo para que pareciera culpa de Cruz, que fuiste tú quien me arrastró a esta farsa para satisfacer tu mezquina envidia.
36:47—¿Quieres ver tu reputación hecha añicos? ¿Quieres ver a Alonso y a todo el palacio escupiendo sobre tu nombre?
36:56—Basta un paso en falso, una sola palabra equivocada de tu hija, y yo mismo me encargaré de enterrarte en vida.
37:05Leocadia perdió todo el color de su rostro. Sus labios temblaban, pero no permitió que su voz se quebrara.
37:11En ese instante, una extraña calma, la calma de quien ya no tiene nada que perder, se apoderó de ella.
37:20—Eso no pasará, Lorenzo. No lo permitiré. Ángela no te delatará, y tú no tendrás la oportunidad de destruirme.
37:29Pero mientras pronunciaba esas palabras, sabía que eran una mentira. La amenaza seguía ahí, suspendida sobre su cabeza como la espada de Damocles.
37:37Había recuperado a su hija, sí, pero a cambio, la soga alrededor de su propio cuello se había apretado hasta casi asfixiarla.
37:49La pesadilla, lejos de terminar, no había hecho más que empezar. Y en el silencio de la habitación, con la mirada de Lorenzo clavada en ella como dos dagas de hielo,
38:00Leocadia comprendió que había sido arrastrada a un infierno del que quizás nunca podría escapar.
38:05Horas más tarde, cuando la adrenalina del enfrentamiento se disipó y solo quedó un pozo amargo de miedo, Leocadia fue a la habitación de Ángela.
38:16La encontró despierta, sentada en la cama, con la mirada perdida en la ventana por la que se filtraba la primera luz del alba.
38:24Se sentó a su lado, en silencio, y tomó su mano. Estaba helada. Hija mía, comenzó Leocadia, su voz apenas un susurro.
38:37Lo que le has dicho al marqués, sobre el matón, sé que no es toda la verdad. Ángela no la miró.
38:42Sus ojos seguían fijos en el exterior. Es la única verdad que podemos permitirnos, mamá.
38:53Si digo su nombre, cumplirá sus amenazas. Lo sé, lo vi en sus ojos cuando me llevaba.
38:58No es un hombre, es un demonio. Hará daño a Curro, y a ti, y no podría soportarlo.
39:07Pero vivir con este miedo, con esta mentira, te consumirá, Ángela.
39:12A las dos, fue entonces cuando Ángela giró la cabeza y la miró.
39:16En sus ojos ya no solo había miedo. Había una determinación nueva, una dureza que Leocadia no había visto jamás en su hija.
39:26El miedo ya es parte de mí, mamá. Pero no me va a paralizar. No después de lo que me hizo.
39:34Leocadia frunció el ceño, confundida. ¿A qué te refieres? ¿Te? ¿Te hizo daño? Ángela negó con la cabeza lentamente.
39:42Una lágrima solitaria rodó por su mejilla, pero su voz se mantuvo firme. No me tocó.
39:51No de esa forma, pero me reveló algo. Algo que lo cambia todo. ¿Qué cosa, Ángela? Por Dios, habla.
40:00Ángela respiró hondo, como si las palabras que iba a pronunciar pesaran una tonelada.
40:04Mamá. Hay algo más. Algo que Lorenzo no sabe que sé. Algo que él cree que es su mayor secreto, su arma definitiva contra los marqueses.
40:15Pero ahora, ahora también es la nuestra. Leocadia la miró, el corazón latiéndole a un ritmo frenético, sin comprender.
40:28Estuvo hablando solo una noche, creyendo que yo dormía. Se reía, se jactaba de su astucia.
40:35Mamá. Ángela hizo una pausa, y sus ojos se clavaron en los de su madre con una intensidad que la hizo estremecerse.
40:41El hijo que espera la marquesa, el heredero de los Luján, no es de don Alonso. Es suyo.
40:50Es hijo de Lorenzo. El mundo de Leocadia se detuvo. El aire se escapó de sus pulmones.
40:57El secreto era tan monstruoso, tan impactante, que por un instante creyó haber oído mal.
41:04El heredero, el futuro del marquesado. Un bastardo del hombre que la estaba chantajeando.
41:12Ángela apretó la mano de su madre con una fuerza sorprendente. Él cree que tiene el control, mamá.
41:20Cree que nos tiene atrapadas con nuestros secretos. Pero ahora nosotras tenemos el suyo.
41:25Y es un secreto capaz de destruir no solo a él, sino a toda esta casa. La pregunta es, ¿qué vamos a hacer con él?
41:33En el silencio de aquella habitación, a la primera luz del alba, madre e hija se miraron, unidas por un terror compartido, pero también por una nueva y peligrosa arma.
41:45La guerra por su supervivencia acababa de dar un giro inesperado y mortal. Y el precio de la victoria, decidieran lo que decidieran, sería devastador.
41:57La guerra por su supervivencia.
42:06La guerra por su supervivencia.
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