#LaPromesaMaríaFernández #descubre #Lorenzo
María Fernández descubre a Lorenzo y rescata a Ángela secuestrada
En La Promesa, la desesperación de María Fernández la lleva a enfrentarse a un laberinto de sombras, secretos y traiciones. Tras una búsqueda infructuosa, un hallazgo inesperado en los aposentos de Lorenzo revela la verdad más aterradora: Ángela ha sido secuestrada y usada como moneda de cambio en un plan perverso. Armándose de valor, María se adentra sola en la noche, atravesando el bosque y enfrentando a guardias armados, hasta ...
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#LaPromesaMaríaFernández, #descubre, #Lorenzo, #rescata, #Ángela, #secuestrada
María Fernández descubre a Lorenzo y rescata a Ángela secuestrada
En La Promesa, la desesperación de María Fernández la lleva a enfrentarse a un laberinto de sombras, secretos y traiciones. Tras una búsqueda infructuosa, un hallazgo inesperado en los aposentos de Lorenzo revela la verdad más aterradora: Ángela ha sido secuestrada y usada como moneda de cambio en un plan perverso. Armándose de valor, María se adentra sola en la noche, atravesando el bosque y enfrentando a guardias armados, hasta ...
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00:00María Fernández descubre a Lorenzo y rescata a Ángela secuestrada. En la promesa, la desesperación
00:16de María Fernández la lleva a enfrentarse a un laberinto de sombras, secretos y traiciones.
00:23Tras una búsqueda infructuosa, un hallazgo inesperado en los aposentos de Lorenzo revela
00:29la verdad más aterradora. Ángela ha sido secuestrada y usada como moneda de cambio en
00:34un plan perverso. Armándose de valor, María se adentra sola en la noche, atravesando el bosque
00:42y enfrentando a guardias armados, hasta dar con la cabaña donde su amiga yace cautiva.
00:48Pero lo que parece un rescate milagroso pronto se transforma en el inicio de una guerra silenciosa
00:54dentro del palacio. Cartas comprometedoras, amenazas ocultas y la furia de una madre dispuesta
01:00a todo.
01:03¿Podrá María proteger a Ángela y a Curro sin ser descubierta? ¿Cómo reaccionará Leocadia
01:08al descubrir que Lorenzo la ha convertido en rehén de su propio secreto? Y lo más inquietante,
01:13¿qué precio deberán pagar todos cuando la verdad salga a la luz?
01:17El alba se desperezaba sobre los vastos terrenos de la promesa, tiñendo el cielo de tonalidades
01:24pálidas de rosa y naranja, pero para María Fernández, los colores de la esperanza se
01:29habían extinguido hacía horas. Sus pasos, pesados y arrastrados, resonaban con un eco
01:36hueco en los corredores de servicio del palacio, un sonido que delataba una derrota mucho más
01:42profunda que el mero cansancio físico. El barro, frío y pegajoso, se adhería a sus zapatos y
01:50salpicaba el bajo de su falda, un testimonio mudo de su infructuosa búsqueda en las entrañas
01:55húmedas y oscuras de la tierra. Había pasado la noche en vela, explorando una de las cuevas más
02:02recónditas del bosque cercano, un laberinto de piedra y sombras donde la luz de su candil parecía
02:08ser devorada por la negrura. Había albergado la frágil esperanza de encontrar una pista,
02:15un retal de tela, una huella, cualquier cosa que indicara el paradero de Ángela.
02:22Pero no había encontrado nada, absolutamente nada. Al cruzar finalmente las puertas que daban
02:28al área de servicio, su rostro era un lienzo de desolación. La mandíbula apretada, los ojos
02:36enrojecidos no sólo por la falta de sueño, sino por las lágrimas de frustración que había
02:41contenido, y una palidez que hablaba de un miedo que se negaba a verbalizar. Cada fibra de su ser
02:49gritaba el fracaso de su misión solitaria. Fue en el pasillo lateral, el que conectaba con los
02:55jardines traseros, donde Samuel la encontró. Él venía de supervisar los preparativos del desayuno
03:02en las cocinas, con su habitual aire de calma y diligencia. Sin embargo, su semblante sereno se
03:10transformó en uno de pura preocupación en el instante en que sus ojos se posaron en ella.
03:17Vio el barro, la falda húmeda, el agotamiento grabado en sus facciones y, sobre todo, la desesperanza
03:24en su mirada. Se apresuró a alcanzarla, su voz una mezcla de ansiedad y afecto. María,
03:32por todos los santos, ¿qué ha pasado? ¿Estás bien? ¿Conseguiste encontrar alguna pista? Preguntó,
03:39su voz un susurro urgente, temeroso de la respuesta.
03:45María se detuvo, como si el simple acto de hablar requiriese una energía que ya no poseía.
03:50Levantó la vista hacia él, y en ese gesto, toda la fortaleza que había intentado mantenerse
03:57desmoronó. Sacudió la cabeza lentamente, un movimiento casi imperceptible pero cargado de
04:04un peso inmenso. Nada, Samuel, no he encontrado nada. Su voz era apenas un hilo, quebrada y ronca.
04:14Revolví cada maldito rincón de esa cueva. Me adentré hasta que el aire se hizo pesado y el
04:21silencio dolía en los oídos. Entré hasta donde la luz del candil me lo permitió, pero no había ni
04:29una sola señal de Ángela. Ni un trozo de su vestido, ni las huellas de sus zapatos, nada. Es como
04:37si se la hubiera tragado la tierra, como si hubiera desaparecido en el aire. Un suspiro profundo
04:44escapó de los labios de Samuel, un sonido que mezclaba alivio por verla a salvo y pesar por la
04:49noticia. La observó con una calma deliberada, buscando las palabras adecuadas para anclarla
04:56antes de que la corriente de la desesperación la arrastrara por completo.
05:00No deberías haber ido sola hasta allí, María. Lo sabes perfectamente. Es peligroso.
05:08Esas cuevas son traicioneras, un laberinto del que es fácil no salir. ¿Y si algo te hubiera ocurrido? Si
05:15te hubieras torcido un tobillo o la lámpara se hubiera apagado. ¿Quién daría la alarma? Nadie
05:21sabía dónde estabas. María apretó los puños a los costados de su cuerpo, sus nudillos blanqueando
05:27por la presión. La tristeza en su mirada se convirtió en una chispa de rabia impotente.
05:34No podía quedarme quieta, Samuel. No podía quedarme de brazos cruzados, bordando o limpiando
05:42plata mientras ella está ahí fuera, sola y asustada. Cada vez que veo a Curro, cada vez que
05:50cruzo una mirada con él en el patio, con esa expresión perdida, como si le hubieran arrancado
05:56el alma. Me destroza. Puedo sentir su dolor en mi propia piel, y si me detengo a pensar
06:02que lo peor pudiera haberle pasado a Ángela, un escalofrío me recorre la espalda y siento
06:07que no puedo respirar.
06:11Sus piernas cedieron y se desplomó sobre un banco de piedra cercano, uno de esos que los
06:16criados usaban para descansar un momento del ajetreo del palacio.
06:19Su respiración era agitada, entrecortada por sollozos que luchaban por salir. Samuel se
06:28sentó a su lado, manteniendo una distancia respetuosa pero emanando una presencia sólida
06:33y reconfortante.
06:36No hables así, María. No podemos entregarnos al miedo. Eso es lo que quieren los que hacen
06:41el mal, que nos rindamos.
06:45Ángela será encontrada, estoy seguro. Curro no está solo en esto, y tú tampoco. Todos
06:51estamos buscando.
06:53Don Alonso ha organizado grupos de búsqueda con los jornaleros, incluso la Guardia Civil
06:58está peinando la zona.
07:01El pueblo entero se ha unido tras enterarse de la desaparición. No puede haber ido tan
07:05lejos. Alguien tiene que haber visto algo. María lo miró, sus ojos ahora sí, inundados
07:13de lágrimas que ya no podía contener.
07:18Resbalaban por sus mejillas sucias de tierra, trazando surcos limpios en su piel.
07:24¿Y si le pasó lo mismo que a Yana, Samuel, lo recuerdas? Su voz se quebró al pronunciar
07:30el nombre. Ella también parecía estar fuera de peligro, creíamos que lo peor había pasado
07:36y, de repente, de un día para otro, nos la quitaron para siempre.
07:43No soportaría ver a Curro pasar por eso otra vez. No soportaría verle perder a otra persona
07:48que ama de esa manera tan cruel.
07:52Sería su fin, y el nuestro. El silencio que siguió a sus palabras fue pesado, denso.
07:57El recuerdo de Yana era una herida abierta en el corazón de la promesa, una tragedia que
08:05había dejado una cicatriz imborrable en todos ellos. Samuel bajó la vista, sus propios recuerdos
08:13dolorosos agolpándose en su mente. Pero enseguida, sacudió la cabeza, como para alejar los fantasmas
08:19del pasado, y levantó el rostro, su expresión ahora firme y decidida.
08:24Sé que lo que pasó con Yana fue terrible. Créeme, no hay día que no piense en ello.
08:33Yo tampoco consigo olvidarlo, pero precisamente por eso, no podemos permitirnos perder la fe.
08:40No podemos condenar a Ángela al mismo destino sin tener pruebas. Ella está en algún lugar,
08:45María, y la encontraremos.
08:47Curro necesita esa fe para seguir en pie, y tú también. Eres una de las personas más fuertes que
08:55conozco. No dejes que esta oscuridad te apague. María se enjugó las lágrimas con el dorso de la
09:02mano, con un gesto rápido y brusco, intentando recuperar la compostura que tanto la caracterizaba.
09:08Él, con una delicadeza inesperada, le sujetó las manos con firmeza. Sus palmas eran cálidas y
09:16fuertes, un ancla en medio de su tormenta. Ya estás haciendo mucho, María, mucho más de lo que crees.
09:25Solo con estar al lado de Curro, con ofrecerle tu apoyo silencioso, ya lo ayudas más de lo que
09:30imaginas. Eres su luz en esta oscuridad, pero ahora necesitamos pensar con la cabeza fría,
09:38no con el corazón roto. La desesperación nos vuelve ciegos, y necesitamos los ojos bien abiertos.
09:46Hizo una pausa, asegurándose de que sus palabras calaban en ella.
09:52Ángela volverá, te lo prometo, y cuando eso ocurra, Lorenzo, dijo el nombre con un desprecio
09:58apenas disimulado. O cualquier otro culpable, pagará muy caro por cada segundo de sufrimiento
10:04que ha causado. La justicia llegará, María. A veces tarda, pero siempre llega. El diálogo entre
10:13los dos se extendió mientras los primeros rayos del sol matutino comenzaban a bañar el patio del
10:18palacio, disipando las últimas sombras de la noche. La esperanza y el miedo se entrelazaron en cada
10:25palabra intercambiada. María, aunque todavía profundamente afectada y con el cuerpo dolorido
10:31por el esfuerzo y la tensión, sintió como una pequeña semilla de fe comenzaba a germinar de
10:36nuevo en su corazón, regada por la calma y la certeza de su amigo. Se puso en pie, su espalda
10:44un poco más recta, su mirada un poco más clara. El agotamiento seguía ahí, pero ahora estaba teñido
10:50de una nueva y fría determinación. No iba a rendirse, por Ángela, y por Curro. Horas después,
10:58con el sol ya en lo alto y el palacio sumido en su bulliciosa rutina de media tarde, María Fernández
11:04se movía por los pasillos con una eficiencia fingida. Llevaba un montón de sábanas limpias,
11:11olientes a lavanda y sol, y su rostro mostraba la máscara de una doncella cumpliendo con sus deberes.
11:17Pero bajo esa apariencia de normalidad, su mente era un torbellino de cálculos y sospechas.
11:26Estaba resuelta, más que nunca, a investigar por su cuenta la desaparición de Ángela.
11:33No podía fiarse de las búsquedas oficiales, que peinaban los campos y bosques sin una dirección
11:38clara. Ella sentía, con una certeza visceral, que la respuesta no estaba en el exterior, sino dentro
11:47de los muros de la promesa. A cada instante, la imagen del rostro devastado de Curro volvía a su
11:54mente, y ese recuerdo era el combustible que alimentaba su coraje y le daba fuerzas para actuar.
12:02Mientras subía la gran escalera hacia el piso superior, sus pasos se hicieron más lentos y
12:07sigilosos al pasar frente a los aposentos de Leocadia. Un instinto, una corazonada casi imperceptible,
12:15la hizo detenerse. Escuchó el murmullo de voces en el interior y, sin pensarlo dos veces,
12:21se pegó a la pared, escondida tras una pesada cortina de terciopelo.
12:26El corazón le latía con fuerza en el pecho, un tambor desbocado contra sus costillas.
12:33La puerta estaba apenas entornada, una rendija suficiente para que las voces se filtraran con
12:39una claridad escalofriante. Reconoció una de ellas al instante, y un hielo líquido le recorrió las
12:47venas. Era la voz de Lorenzo, inconfundible por su tono arrogante y sibilante.
12:55Sabes muy bien por qué estoy aquí, Leocadia, y no tengo la intención de repetirlo mil veces como
13:01si fueras una niña tonta. Ángela solo volverá a pisar este palacio cuando hagas lo que debes hacer,
13:08lo que hemos acordado. Quiero su mano en matrimonio, y la quiero ahora, sin discusiones,
13:15sin demoras, sin tus estúpidas excusas. María contuvo la respiración, sintiendo que el aire se
13:23helaba en sus pulmones. El cuerpo le temblaba de forma incontrolable. La voz de Leocadia, aunque
13:30temblorosa, intentaba sonar firme, desafiante. Era la voz de una leona acorralada, luchando por
13:37proteger a su cría. Has perdido la razón, Lorenzo. Has cruzado una línea de la que no hay retorno.
13:46¿De verdad crees que puedes usar a mi hija como si fuera una vulgar moneda de cambio? ¿Una ficha en
13:51tu miserable juego? Nunca permitiré que Ángela sea obligada a casarse contigo. Nunca, antes te veré
13:58arder en el infierno. Lorenzo soltó una risa baja. Una risa que no contenía ni una pizca de alegría,
14:05solo frío y crueldad. Era el sonido de la maldad pura. Nunca digas nunca, querida Leocadia. Es una
14:13palabra muy grande para alguien en tu posición. Y, corrígeme si me equivoco, pero no estás
14:20precisamente en posición de desafiarme. Puedo devolver a tu preciosa Ángela, sí, sana y salva. Pero solo
14:29lo haré cuando sea mi esposa, cuando su futuro y su fortuna estén ligados a mí. De lo contrario,
14:36puedes ir haciéndote a la idea de una vida entera sin volver a verla. Y si aún albergas alguna duda
14:43sobre mi determinación, puedo ir mucho más lejos. Bastaría una sola palabra mía, un susurro en el
14:50oído adecuado, y todos aquí, desde los marqueses hasta el último lacayo, sabrán lo que hiciste.
14:58Sabrán el terrible secreto que guardas sobre lo que le ocurrió a esa persona tan amada en este palacio.
15:05María tuvo que llevarse las manos a la boca para ahogar un grito. Un escalofrío violento le recorrió
15:11la espalda, como el roce de un dedo de hielo. Pudo imaginar a Leocadia perdiendo el color,
15:19su fachada de fortaleza derrumbándose ante aquella amenaza.
15:23No te atreverías, siseó Leocadia, su voz apenas audible, que no me atrevería. Replicó Lorenzo,
15:31y María pudo oír el sonido de sus pasos acercándose a ella. Me atrevería y lo haré si me obligas.
15:39Disfrutaré viendo cómo te arrastras por el fango. Todos sabrán que fuiste la responsable de aquel
15:46atentado infame. Tú y yo sabemos muy bien cómo ocurrieron las cosas, ¿verdad? ¿De verdad quieres
15:52cargar con eso en público? ¿Quieres ser desenmascarada ante don Alonso, ante todos los
15:57que te respetan? ¿Quieres convertirte en la paria de la promesa? Piénsalo bien, Leocadia.
16:02Piénsalo muy, muy bien antes de volver a decirme que no. Desde fuera, oculta en las sombras,
16:10María apenas conseguía contener los sollozos de rabia e impotencia que pugnaban por salir.
16:16El cuerpo le temblaba de indignación y de un miedo atroz. Ya no quedaba ninguna duda.
16:23Lorenzo era el responsable de la desaparición de Ángela. Él la había secuestrado y ahora la
16:28estaba usando para chantajear a su propia madre. Era un monstruo. Sin poder escuchar un segundo más
16:36de aquella conversación vil, María retrocedió en silencio, pisando con la delicadeza de un gato,
16:42hasta que estuvo lo suficientemente lejos de la puerta. En cuanto dobló la esquina del pasillo,
16:49el autocontrol se rompió y echó a correr, con pasos apresurados y desesperados, en dirección a los
16:55aposentos de Lorenzo. Su respiración agitada delataba su urgencia. Sabía que no tenía tiempo
17:03que perder. Si Lorenzo era capaz de hacer desaparecer a Ángela, también sería capaz de
17:09esconderla en algún lugar secreto, y ella tenía que encontrar una pista, por pequeña que fuera.
17:17Llegó a la puerta de la habitación de Lorenzo, el corazón latiéndole a mil por hora.
17:21Miró a ambos lados del pasillo. Estaba vacío. Con la mano temblorosa, giró el pomo. Estaba abierto.
17:32Se deslizó dentro y cerró la puerta a su espalda con un cuidado infinito, girando la llave en la
17:37cerradura. El clic le sonó como un disparo en el silencio de la estancia. Por un instante, se quedó
17:45inmóvil, escuchando, temiendo que alguien la hubiera oído. Pero sólo el tic-tac de un reloj de sobremesa
17:53rompía el silencio. El cuarto era opulento y desordenado, como su dueño. Ropa cara tirada sobre
18:01una butaca, un vaso de licor a medio terminar sobre una mesilla, el aire impregnado de un olor a colonia
18:07fuerte y a tabaco. Sin perder un segundo, María comenzó a registrarlo todo. Abrió cajones con una
18:16urgencia febril, revolvió montones de papeles, miró debajo de la cama, vació los bolsillos de una
18:22chaqueta. El miedo a ser descubierta era una presencia física, una presión en su pecho que
18:29le dificultaba respirar. Cada crujido de la madera del suelo, cada ruido proveniente del pasillo, la
18:37hacía sobresaltarse. Registró entre camisas de seda y documentos de negocios, hasta que su mano
18:45tropezó con un cajón en el escritorio que parecía atascado. Tiró de él con fuerza, pero no cedía. La
18:53frustración la invadió. Volvió a intentarlo, usando todo el peso de su cuerpo. Finalmente, con un quejido
19:00agudo, el cajón se abrió. Dentro, bajo una pila de cartas personales atadas con una cinta de seda,
19:07había una que llamó su atención. No estaba en un sobre, era una simple hoja de papel doblada. El papel
19:15estaba marcado con el sello personal de Lorenzo, un escudo de armas pretencioso, y estaba escrito con
19:21una caligrafía apresurada, casi ilegible. Con los dedos temblorosos, María desdobló la carta. Sus ojos
19:30recorrieron las líneas con avidez, y a medida que leía, sintió que el estómago se le revolvía y un
19:36frío glacial se apoderaba de ella. Allí, en unas pocas y crueles líneas, Lorenzo había descrito
19:44instrucciones precisas para alguien de su confianza, un tal Ramiro, capataz de una de las fincas colindantes.
19:51Las instrucciones eran claras, mantener a la muchacha escondida y vigilada en un lugar aislado,
19:59una vieja cabaña de cazadores abandonada, cerca de un antiguo molino de agua, en los límites más
20:05lejanos de las tierras de la promesa. Daba detalles específicos sobre la ubicación y ordenaba que nadie
20:12se le acerquéis, bajo ninguna circunstancia. Es allí, murmuró María, casi sin voz. Las palabras
20:21se ahogaron en su garganta. La tiene allí. Sus ojos se llenaron de lágrimas, pero esta vez no eran
20:28de tristeza, sino de una extraña mezcla de alivio y miedo. Alivio por saber por fin dónde estaba Ángela,
20:36por tener una pista real. Y miedo, un miedo profundo por lo que tendría que hacer a continuación.
20:45La carta temblaba violentamente en sus manos, pero la dobló con rapidez y se la guardó en el bolsillo
20:50más profundo de su delantal, como si el papel quemara. Ahora tenía la prueba que necesitaba,
20:58la pieza que lo cambiaba todo. Pero también sabía que lo que venía ahora requería un valor
21:03que no estaba segura de poseer. Lorenzo no podía, bajo ningún concepto, descubrir que había sido ella
21:11quien había hurgado en sus aposentos. Sería su fin. En ese instante, mientras el miedo y la
21:20determinación libraban una batalla en su interior, María tomó una decisión. No iría a la guardia civil,
21:28no iría a los marqueses. El tiempo apremiaba y cualquier procedimiento oficial sería demasiado
21:34lento, demasiado arriesgado. Lorenzo podría mover a Ángela si se sentía descubierto. No,
21:42tenía que actuar ella misma. Pero no podía hacerlo sola. Necesitaba contarle a alguien de confianza lo
21:49que había descubierto. Y la primera y única persona que acudió a su mente fue Curro. Pero,
21:56¿cómo decírselo sin destrozarlo si algo salía mal? La duda la asaltó, sembrando una nueva capa
22:02de angustia en su ya atormentado corazón. María Fernández caminaba a paso ligero por los pasillos,
22:10aunque su andar rápido era una contradicción con la tormenta de dudas que se arremolinaba en su
22:15interior. El corazón le desbocaba en el pecho, un martillo golpeando contra sus costillas,
22:22y sentía el peso de la carta escondida en su bolsillo como si fuera una piedra al rojo vivo.
22:29Su primer impulso, casi una necesidad física, era correr a buscar a Curro, mostrarle el papel y
22:36gritarle que había encontrado a Ángela, que aún había esperanza. Pero una segunda voz, más cauta y
22:44fría, la detuvo en seco. Recordó con una claridad dolorosa el estado desesperado en el que se encontraba
22:50el muchacho. Sus ojos, antes llenos de vida y de una picardía encantadora, ahora eran dos pozos
22:58oscuros de angustia y desesperación. Si le hablaba ahora, sin tener la certeza absoluta de que Ángela
23:05estaba en esa cabaña y de que podía rescatarla, podría estar generándole unas falsas esperanzas
23:11que, de ser aplastadas, lo hundirían en un abismo aún más profundo.
23:15Apretó el bolsillo con fuerza, el papel arrugándose bajo sus dedos. «No puedo. No
23:24puedo decirle nada todavía», murmuró para sí misma, su voz un susurro apenas audible en
23:29la soledad del corredor. «Necesito verlo con mis propios ojos. Necesito estar segura». La
23:37decisión, aunque dolorosa, estaba tomada. «Actuaría sola, al menos en este primer paso
23:46crucial». Esa misma tarde, esperó con una paciencia tensa a que la actividad en el palacio
23:51disminuyera. El momento llegó cuando la mayoría de los criados estaban ocupados con los preparativos
23:58de la cena, un caos organizado de ollas, sartenes y órdenes que iban y venían de las cocinas.
24:04Era la oportunidad perfecta. Se cubrió la cabeza con la capucha de una capa oscura que
24:11había tomado prestada del cuarto de la colada, una prenda anónima que la ayudaría a pasar
24:15desapercibida. Con el corazón en un puño, se escabulló discretamente por una de las puertas
24:22traseras, la que daba a las huertas, y desde allí se dirigió a la linde del bosque. El camino hasta
24:30el viejo molino era más largo de lo que había imaginado. El sol de la tarde se filtraba a través
24:35de las copas de los árboles, creando un juego de luces y sombras que danzaban a su alrededor,
24:41engañando a sus ojos y agudizando sus nervios. Cada ruido, el crujido de una rama rota bajo sus
24:48pies, el súbito aleteo de un pájaro asustado, la hacía estremecerse y mirar a su alrededor con
24:54el pánico a flor de piel. Pero la joven siguió adelante, firme, con la imagen de las palabras
25:02de Lorenzo grabadas a fuego en su memoria. Una cabaña cercana a un antiguo molino, cuando
25:10finalmente alcanzó el claro donde se erigían las ruinas del molino, se escondió entre unos árboles
25:16frondosos y contuvo la respiración. La cabaña estaba allí, tal como describía la carta. Era
25:23una construcción vieja y aislada, con la madera de las paredes ennegrecida por la humedad y el paso
25:29del tiempo. A primera vista, parecía abandonada, pero una inspección más atenta reveló señales
25:37claras de uso reciente, huellas frescas en el barro que rodeaba la entrada y un hilo de humo casi
25:42invisible que escapaba de una chimenea de piedra. Y entonces los vio. En la puerta, montando guardia,
25:51había dos hombres. No eran jornaleros ni sirvientes. Eran hombres de aspecto rudo, con rostros curtidos
25:59y miradas alerta. Y estaban armados. Llevaban escopetas de caza apoyadas despreocupadamente
26:07contra la pared, pero al alcance de la mano. Conversaban en voz baja, con una actitud que no
26:15dejaba lugar a dudas. No estaban allí para cazar. El miedo, un miedo primitivo y paralizante,
26:23se apoderó de ella. Las manos le sudaban frío dentro de la capa. No había forma humana de acercarse
26:31a esa cabaña sin ser vista. Eran dos, y estaban armados. Ella era una, y solo llevaba consigo su
26:39coraje y su desesperación. Comprendió que cualquier intento de rescate en ese momento sería un suicidio.
26:48Con el corazón martilleándole en la garganta, María retrocedió lentamente, paso a paso, sin apartar la
26:55vista de la cabaña, hasta que estuvo lo suficientemente lejos como para poder darse la
26:59vuelta y correr de vuelta al palacio sin ser notada. De regreso, se encerró en su cuarto,
27:07ignorando las llamadas de sus compañeras para la cena. Caminaba de un lado a otro en el reducido
27:14espacio, como un animal enjaulado, el conflicto ardiendo en su interior. No puedo arriesgarme
27:22durante el día. Es imposible, pero de noche, quizá lo consiga. Pensó en voz alta, mordiéndose los
27:29labios con nerviosismo. De noche, el bosque es mi aliado, y el sueño, su enemigo. La decisión
27:37estaba tomada, forjada en la fragua de la necesidad y el peligro. Volvería de madrugada, cuando la noche
27:45fuera más oscura y los guardias, con suerte, estuvieran cansados, adormilados, con las defensas
27:52bajas. Las horas que siguieron parecieron arrastrarse con una lentitud exasperante. María fingió normalidad
27:59con una habilidad que ni ella misma sabía que poseía. Ayudó en las tareas nocturnas, sirvió la cena a los
28:07señores con una mano firme que no delataba el temblor de su alma, y finalmente se retiró a sus
28:12aposentos comunales. Pero su mente no descansó ni un solo segundo. Repasaba el plan una y otra vez,
28:21cada detalle, cada posible contratiempo. Esperó hasta bien pasada la medianoche, hasta que los
28:29ronquidos suaves de sus compañeras llenaron la habitación y los últimos ruidos del palacio se
28:34extinguieron en un silencio profundo. Entonces, se levantó de la cama con un sigilo fantasmal. Se vistió
28:42con ropas oscuras. Cogió una pequeña lámpara de aceite, de las que apenas daban luz, y un viejo
28:50pero afilado puñal de cocina que había escondido bajo su colchón. Salió de la habitación en absoluto
28:57silencio, descalza para no hacer ruido, y bajó por las escaleras de servicio, una sombra entre las
29:03sombras. El bosque, a esa hora, era un lugar completamente distinto. Estaba tomado por una
29:11oscuridad casi tangible, y los sonidos de la noche, el ulular de una lechuza, el susurro del
29:17viento entre las hojas, parecían amplificarse. Cada paso era un riesgo calculado. María avanzaba
29:25despacio, controlando su respiración, hasta que avistó de nuevo la luz tenue de la cabaña a través
29:31de los árboles. Un inmenso alivio inundó su pecho al percibir que su plan había funcionado. Los dos
29:39hombres, exhaustos tras una larga jornada de vigilancia, se habían rendido al sueño. Estaban
29:46recostados de cualquier manera contra la pared de la cabaña, uno roncando sonoramente, el otro con la
29:52cabeza caída sobre el pecho. Sus escopetas seguían a su lado, pero por el momento eran inofensivas. Era
30:01su oportunidad. La única que tendría, con el máximo cuidado, como si flotara sobre el suelo, pasó junto
30:10a ellos. Su corazón latía con una fuerza tan descomunal que temía que pudieran oírlo. Sostenía
30:18el puñal con la mano firme, lista para defenderse si era necesario. Llegó hasta la puerta, empujó lentamente
30:26la madera vieja, que protestó con un crujido agudo y prolongado que le geló la sangre. Se quedó inmóvil,
30:34escuchando, pero los guardias no se movieron. Empujó un poco más y se deslizó por la abertura.
30:42Encendió la lámpara, protegiendo la llama con la mano. La débil luz iluminó un interior oscuro,
30:48frío y miserable. Había una mesa tosca, dos sillas y un jergón de paja en un rincón. Y sobre
30:56el jergón, una figura. El corazón de María casi se detuvo cuando sus ojos se acostumbraron a la
31:04penumbra y encontraron la forma frágil, encogida en el rincón más alejado. Estaba atada de pies y
31:11manos y visiblemente abatida. Su cabello estaba revuelto y sucio, su ropa rasgada. Ángela, el nombre
31:21escapó de sus labios en un susurro ahogado. El rostro de la joven estaba pálido, con ojeras
31:27oscuras que delataban días de sufrimiento. Tenía los labios resecos y agrietados. Su respiración era
31:35débil, casi imperceptible. Pero, aún así, al oír su nombre, sus ojos se abrieron lentamente,
31:43con dificultad, como si la luz de la pequeña lámpara fuera tan brillante como el sol.
31:48—¡Soy yo, María! —susurró la criada, corriendo hacia ella y arrodillándose a su lado.
31:57—He venido a sacarte de aquí. Tranquila, ya estoy contigo. Ángela dejó escapar un sollozo
32:04ahogado, un sonido que era pura desesperación y un atisbo de alivio. Lágrimas silenciosas
32:11comenzaron a resbalar por sus ojos, surcando la suciedad de sus mejillas.
32:18—Pensé, pensé que nunca volvería a ver a nadie —dijo, con la voz ronca y apagada por la falta de
32:25uso y la sed. —Pensé que moriría aquí. María no perdió tiempo. Sacó el puñal y, con movimientos
32:33rápidos y precisos, cortó las cuerdas que aprisionaban las muñecas y los tobillos de su
32:38amiga. —No hables ahora, no gastes fuerzas. Necesitamos salir de aquí antes de que esos dos
32:46se despierten. —Apóyate en mí, con cuidado. Ángela intentó levantarse, pero sus piernas,
32:55entumecidas y debilitadas por el cautiverio, temblaron y se negaron a sostenerla.
32:59María la sujetó con firmeza, pasando el brazo de su amiga sobre sus propios hombros,
33:06soportando su peso. Paso a paso, con una lentitud agónica, salieron de la cabaña en un silencio
33:14sepulcral, rezando a todos los santos para que los guardias no despertaran. La suerte, o la divina
33:22providencia, estuvo de su lado. Lograron cruzar el umbral y adentrarse de nuevo en la protectora
33:28oscuridad del bosque. El camino de vuelta fue una prueba de resistencia y voluntad. Ángela apenas
33:35podía caminar, y María tuvo que sostenerla, casi arrastrarla, durante todo el trayecto.
33:43Cada metro era una victoria. Finalmente, cuando las primeras luces del alba comenzaban a despuntar
33:49en el horizonte, alcanzaron los alrededores del palacio. Sin pensarlo dos veces, ignorando
33:56el riesgo de ser descubiertas, María llevó a Ángela directamente a sus aposentos, al pequeño
34:02y humilde cuarto que compartía con otras doncellas. Con un esfuerzo supremo, la acostó en su propia
34:10cama y la cubrió con todas las mantas que encontró.
34:15Ahora estás a salvo, dijo María, sin aliento, pero con una sonrisa de puro alivio.
34:23Quédate aquí, duerme, nadie necesita saber que has vuelto. Por ahora, esperaremos al momento
34:29adecuado para actuar. Ángela, aún débil y temblorosa, le sujetó la mano con una fuerza
34:35sorprendente. Sus ojos, aunque cansados, brillaban con una gratitud infinita.
34:43Gracias, María, me ha salvado la vida. María apretó sus dedos con fuerza, la emoción embargándola
34:50por completo. No me lo agradezcas, lo importante es que estás viva. Ahora descansa, la pesadilla
34:58ha terminado. Pero ambas sabían, en el fondo de su corazón, que la pesadilla no había hecho
35:04más que empezar. El rescate era sólo el primer acto. La venganza estaba por llegar. En la quietud
35:12del pequeño cuarto de las doncellas, el silencio era denso, roto únicamente por la respiración
35:18pesada y aún irregular de Ángela. Acurrucada bajo un montículo de mantas, su cuerpo intentaba
35:26recuperar el calor y la seguridad que le habían sido arrebatados, pero la fragilidad de su estado
35:31era evidente en cada temblor que la sacudía. María se sentó en el borde de la cama, sosteniendo
35:38un vaso de agua que acababa de traer de la cocina a escondidas. Sus movimientos eran
35:44suaves, medidos, como si temiera que un gesto brusco pudiera romper el precario equilibrio
35:50que habían logrado. Necesitas beber, Ángela, poco a poco, recuperarás las fuerzas. Dijo María con una
35:59suavidad maternal, acercando el vaso a los labios de su amiga. Ángela bebió unos sorbos con las manos
36:07temblorosas, el agua fresca un bálsamo para su garganta reseca. Luego, apoyó la cabeza de nuevo en la
36:15almohada y miró a María, sus ojos nublados por la confusión y el trauma. María, yo todavía no
36:24entiendo nada. Es todo tan borroso. Su voz era un susurro frágil. Solo recuerdo que estaba paseando
36:31por el jardín de rosas, cerca del laberinto. El sol de la tarde era cálido. Y de repente,
36:38alguien me agarró por detrás. No pude gritar. Me taparon la boca y la nariz con un paño.
36:45Tenía un olor dulce y fuerte. Después, todo fue oscuridad. Cuando desperté, ya estaba en esa
36:51cabaña horrible. Nunca vi el rostro de nadie. Solo oía sus voces, distorsionadas, cuando me traían
36:59algo de pan y agua. María respiró hondo, sabiendo que el momento de revelar la horrible verdad había
37:08llegado. Abrió el bolsillo de su delantal y sacó la carta arrugada que había encontrado en el cuarto
37:14de Lorenzo. El papel parecía un trozo de veneno en sus manos. Ángela, escúchame bien, por favor.
37:25Necesito que seas fuerte. Comenzó, su tono grave y solemne. Descubrí esta carta ayer.
37:33La encontré en los aposentos de Lorenzo. Fue escrita por él. En ella daba órdenes para que
37:38fueras llevada a esa cabaña y mantenida allí, escondida. Él es el responsable de todo esto.
37:45Le entregó la carta. Ángela la tomó, sus dedos apenas rozándolos de María. Sus ojos recorrieron
37:53las líneas y con cada palabra, su rostro se transformaba. El miedo dio paso a la incredulidad
37:59y la incredulidad a una ira fría y profunda. La carta temblaba en sus manos, no por debilidad,
38:08sino por la furia que comenzaba a hervir en su interior. Lorenzo pronunció el nombre como si
38:14fuera una maldición. Sabíamos que nos odiaba, que despreciaba a mi madre y a mí, pero secuestrarme,
38:21usarme de esta forma tan vil, es monstruoso. Es un demonio. María asintió, su propio rostro
38:30endurecido por la rabia. Y hay más, Ángela. Hay algo peor. Intentó chantajear a tu madre.
38:38Exigía tu mano en matrimonio a cambio de tu libertad. Yo misma los escuché. Estaba amenazándola,
38:45no solo contigo, sino con revelar un antiguo secreto para destruirla si no cedía.
38:52Antes de que Ángela pudiera procesar esta nueva y terrible revelación, un torbellino de emociones
38:58cruzando su rostro pálido, María se levantó con una resolución súbita.
39:04Necesito llamar a Curro. Lleva días fuera de sí. Merece saber que has vuelto, que estás a salvo.
39:12No puedo dejarle sufrir ni un minuto más. Sin esperar respuesta, salió del cuarto y,
39:17minutos después, regresó. Tras ella, entró Curro. Se movía a pasos apresurados, casi corriendo,
39:27su rostro una máscara de ansiedad y esperanza desesperada. Cuando sus ojos encontraron a Ángela,
39:36viva, real, aunque terriblemente abatida, se detuvo en seco, como si le hubieran golpeado.
39:42El aire escapó de sus pulmones en un silbido y no consiguió contener las lágrimas que brotaron de
39:49sus ojos instantáneamente. Avanzó hasta la cama, sus piernas temblando, y cayó de rodillas frente
39:57a ella, tomando su mano entre las suyas con una delicadeza infinita, como si temiera que pudiera
40:03romperse. Pensé que te había perdido. Dijo él, su voz rota por la emoción, ahogada por los sollozos.
40:14Pensé que nunca volvería a verte. He vivido el peor infierno de mi vida, Ángela. Ángela,
40:20conmovida hasta lo más profundo de su ser, levantó su mano libre y le acarició la mejilla,
40:25limpiando una de sus lágrimas con el pulgar. Estoy aquí, Curro, estoy aquí. Respondió,
40:34su propia voz cargada de emoción. Pero tienes que escucharme. No puedes involucrarte más en esto.
40:41Prométemelo. Si Lorenzo descubre que tú sabes algo, que me has encontrado. Se vengará en ti.
40:48Y eso, eso no podría soportarlo. No quiero perderte. Curro negó con la cabeza, la confusión luchando
40:55con el alivio en su rostro. Pero, ¿y qué vamos a hacer? ¿Qué vamos a decir? No puedes quedarte aquí
41:02escondida para siempre. Van a querer respuestas. Tu madre, los marqueses, todo el mundo. Ángela
41:10inspiró hondo, reuniendo las pocas fuerzas que le quedaban. La experiencia la había debilitado
41:18físicamente, pero había afilado su instinto de supervivencia y, sobre todo, su necesidad de
41:24proteger a los que amaba. Yo misma daré una explicación. Diré que conseguí escapar sola,
41:32que aproveché un descuido de mis captores. Nadie tiene por qué saber que María me ayudó. Y le
41:39entregaré esta carta a mi madre. Ella, ella sabrá qué hacer con Lorenzo. Pero tú, Curro, mi amor,
41:47debes mantenerte al margen. Por favor, hazlo por mí. Es la única forma de protegerte de ese
41:55monstruo. Aunque la idea de no hacer nada, de no vengar el sufrimiento de Ángela con sus propias
42:01manos, le resultaba insoportable, Curro vio la súplica desesperada en sus ojos. Asintió lentamente,
42:09sus propios ojos aún llenos de lágrimas. Si es lo que quieres, lo respeto. Lo haré, prometió,
42:18su voz apenas un murmullo. Pero que sepas que no me moveré de tu lado. Siempre estaré aquí para
42:25protegerte. La mañana siguiente, tras una noche de sueño intranquilo pero reparador, Ángela se sintió
42:32con las fuerzas suficientes para levantarse. Se vistió con ropa limpia que María le había
42:38conseguido y, con una determinación que sorprendió a todos, dejó los aposentos de servicio y se dirigió
42:45directamente al cuarto de su madre. Leocadia, que se estaba vistiendo frente al espejo, ajustándose un
42:52elegante vestido de día, se giró bruscamente al oír la puerta abrirse sin previo aviso.
42:57Al ver a su hija de pie en el umbral, pálida y delgada pero viva, su cuerpo se estremeció
43:05violentamente. El cepillo de plata que sostenía en la mano cayó al suelo con un estrépito metálico.
43:14Ángela, exclamó, su voz una mezcla de incredulidad y un alivio tan profundo que era casi doloroso.
43:20Corrió hacia la joven y la abrazó con una fuerza desesperada, como si temiera que fuera una aparición
43:29que pudiera desvanecerse. Estás viva, hija mía, estás viva. Gracias a Dios, pensé que nunca volvería
43:37a verte. Las lágrimas, que tan raramente se permitía mostrar, corrieron libremente por el
43:45rostro de la normalmente estoica y villana Leocadia. Ángela, aún afectada por la terrible
43:52experiencia, se dejó abrazar, apoyando la cabeza en el hombro de su madre en un silencio cargado de
43:58significado. Cuando finalmente se separaron, Ángela sacó la carta de Lorenzo del bolsillo y la puso en
44:06las manos de su madre, sin decir una palabra. Leocadia la leyó rápidamente, sus ojos estrechándose
44:15hasta convertirse en dos rendijas de puro odio con cada palabra que pasaba. La mano que sostenía el
44:22papel temblaba de furia. Cuando terminó, levantó la mirada hacia su hija, su semblante completamente
44:28transformado. La preocupación y el alivio habían sido reemplazados por una máscara de furia gélida y
44:36calculadora. Fue Lorenzo, murmuró, su voz peligrosamente baja y controlada. Ese miserable,
44:44ese gusano se atrevió a tocarte. Se atrevió a usar a mi propia hija en mi contra, pero lo pagará,
44:52te lo juro por mi vida, Ángela, lo pagará muy caro. Me vengaré de cada lágrima que te ha hecho
44:59derramar, de cada segundo de miedo que has pasado. Deseará no haber nacido. Ángela, demasiado cansada
45:08y temblorosa para responder, sólo pudo asentir mientras Leocadia apretaba la carta contra su
45:13pecho, sus nudillos blancos. En sus ojos no había dolor, sólo la llama oscura y terrible de la venganza.
45:21Ya estaba tramando, con una precisión diabólica, la caída definitiva de Lorenzo. Y sería una caída
45:30espectacular, pública y humillante. El capitán pagaría por su osadía y lo haría de la mano de
45:36la mujer a la que había intentado someter. La promesa estaba a punto de convertirse en el
45:42escenario de una guerra silenciosa, pero no por ello menos letal.
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