Rusia confirmó recientemente el traslado de sus misiles Oreshnik, equipados con capacidad nuclear, al territorio de Bielorrusia, un paso que vuelve a intensificar la tensión militar en Europa. Según analistas internacionales, esta reubicación estratégica permitiría a Moscú reducir considerablemente el tiempo de respuesta para alcanzar posibles objetivos europeos, debido a la proximidad geográfica de Bielorrusia con varios países de la OTAN, entre ellos Polonia, Lituania y Letonia. La estrecha alianza entre Moscú y Minsk facilita que estos despliegues se lleven a cabo sin grandes obstáculos políticos, reforzando la cooperación militar entre ambos gobiernos. El presidente Vladimir Putin sostiene que estos misiles representan una amenaza prácticamente ininterceptable, señalando que su velocidad sería diez veces superior a la del sonido, lo que complicaría cualquier intento de defensa antimisiles por parte de los países vecinos. Un vídeo difundido el martes por los ministerios de Defensa ruso y bielorruso ha alimentado aún más las preocupaciones internacionales. En las imágenes se puede observar cómo los vehículos que transportan los sistemas de lanzamiento se desplazan hacia áreas boscosas dentro de Bielorrusia. Posteriormente, los equipos son ocultados entre los árboles mediante redes de camuflaje, una estrategia que busca minimizar su detección desde el aire y aumentar su capacidad de sorpresa. Para muchos observadores, esta maniobra representa un claro mensaje de presión hacia Europa y una demostración de fuerza destinada a reforzar la influencia rusa en la región.
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