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Valle Salvaje Capítulo 287 – Las máscaras finalmente caen, y con ellas, las últimas mentiras que sostenían al valle.
Victoria, acorralada por su propio pasado, busca un perdón que ya nadie está dispuesto a darle.
💔 En este avance exclusivo, la verdad destruye lo que el amor no pudo salvar, y el silencio se convierte en la única respuesta posible.

👑 Personajes principales: Victoria, José Luis, Mercedes, Úrsula, Rafael, Adriana, Julio y Bernardo.
⚡ Un episodio intenso, lleno de revelaciones, culpas y heridas que jamás cerrarán.

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Transcript
00:00me ayude y que me perdone, perdóneme por todo lo que ha pasado, por faltarle al respeto,
00:05por levantarle la voz y por renegar de mi apellido, yo no sabía qué hacer, pero por
00:11favor le pido que me perdone.
00:13El sol emergió lentamente sobre las colinas, pero en el valle no hubo canto de gallos,
00:20ni alegría de amanecer, era un nuevo día marcado por la culpa, por los rezos sin respuesta
00:26y por verdades a punto de estallar. Luisa, aún presa en el convento, había comprendido que
00:34la fe no siempre salva, pero al menos da fuerza para resistir. Su plegaria se elevó junto al
00:40humo de las velas, invisible pero viva. En el palacio, José Luis caminó hacia el balcón y
00:48observó el valle silencioso. Por primera vez en años sintió miedo, miedo de las mentiras que
00:55habían sostenido su casa, miedo de las verdades que estaban por revelarse. En su mente, resonaba
01:02en nombre de Alejo, una sospecha que lo perseguía como un eco imposible de acallar. Mercedes, agotada,
01:10sabía que el destino había vuelto a tejer sus hilos. Había jurado proteger la verdad, pero ahora
01:17esa verdad amenazaba con destruirlos a todos. El hijo perdido no solo representaba el pasado de
01:25victoria, sino también la última esperanza de redención. Victoria, en cambio, se alzó frente
01:33al espejo con la determinación de quien ha elegido el camino del pecado sin arrepentimiento.
01:39«El valle me juzgará», dijo en voz baja. «Pero yo seré quien pronuncie la última palabra». Y en
01:47algún lugar, Damas observaba el amanecer desde la colina, con el medallón de su hijo entre los
01:53dedos. Mientras el viento arrastraba las campanas de la iglesia, el perdón, una vez más, se había
02:00pedido, pero nadie estaba dispuesto a otorgarlo. La madrugada cubría el valle con un velo de calma
02:07falsa. En la iglesia, el silencio era casi absoluto, solo roto por el chasquido de una vela que se
02:15consumía lentamente frente al altar. Luisa, arrodillada en la penumbra de su celda, rezaba
02:22con los dedos entrelazados. Sus labios se movían en un susurro apenas audible. «Perdóneme, padre»,
02:30susurró. «No por lo que hice, sino por lo que no hice. Por callar cuando debía hablar, por creer en
02:38quienes solo sabían mentir. Sus lágrimas caían sobre el suelo frío, pero había en su rostro una
02:46paz nueva. La resignación de quien ha perdido todo menos la fe». En la capilla del palacio,
02:53José Luis se encontraba en la misma postura, frente al mismo Dios, pero con una oración muy
02:59distinta. Sus manos temblaban sobre el rosario de su madre. «He fallado», decía con voz ronca. «A mi
03:07familia, a mis hijos, a mí mismo. He gobernado esta casa con orgullo, y el orgullo me ha dejado
03:14ciego». El eco de sus palabras se mezclaba con la lluvia que empezaba a golpear los vitrales. Su
03:21mente regresaba a la mirada de Alejo, al temblor de su voz cuando lo llamó padre por primera vez. No
03:29podía sacárselo de la cabeza. Había algo en aquel joven, en su carácter, en su nobleza, algo
03:36familiar. José Luis alzó la vista hacia el crucifijo. «Si este castigo es justo, lo aceptaré. Pero si
03:46aún hay un alma inocente en mi casa, muéstramela, Señor. Muéstrame la verdad antes de morir». Al otro
03:56lado del valle, en la casa grande, Victoria también se encontraba de rodillas, pero no ante el altar,
04:02sino frente al espejo. El reflejo de la vela iluminaba su rostro pálido. «He pecado», murmuró. «¿Pero no me
04:11arrepiento? No lo haré ya más». Tomó una copa de vino. La apretó con tanta fuerza que el cristal se
04:20quebró, cortándole la palma. La sangre se mezcló con el líquido rojo, cayendo al suelo. «Si Dios no me
04:28perdona», dijo entre dientes. «Yo me perdonaré a mí misma». Golpearon la puerta. Era Isabel,
04:37temblando. «Señora, el padre Melitón está aquí. Dice que desea confesarla». Victoria sonrió con una
04:47calma que asustó a su criada. «Que entre». El sacerdote avanzó con paso solemne, llevando el crucifijo en
04:55alto. «Hija mía», dijo con voz grave. «El perdón no se obtiene con soberbia. Se obtiene con verdad». Ella
05:05lo observó en silencio. Luego se arrodilló ante él. «Perdóneme, padre, porque he pecado». Pero lo
05:12volvería a hacer. El sacerdote frunció el ceño. «¿De qué habla ella?». «De todo», respondió ella. «De haber
05:22amado demasiado, de haber mentido por amor, de haber enterrado a los que estorbaban». El hombre la miró
05:28horrorizado. «Eso no es amor, hija. Eso es condena». Victoria levantó la cabeza con una sonrisa gélida.
05:39«Entonces que me condenen, pero no me arrodillaré ante nadie más». El sacerdote se levantó,
05:47asustado. «Dios tendrá misericordia de ti». «No la necesito», replicó ella. «El valle es mi juez y yo
05:58dictaré mi propia sentencia». En ese mismo instante Mercedes regresaba a la casa pequeña, empapada y
06:07temblorosa. Entró sin aliento. Con los ojos desorbitados. «Peppa», Francisco, gritó. «Debemos
06:18encontrar a Alejo». «¿Qué ocurre?», preguntó Peppa, alarmada. Mercedes la tomó por los hombros. «Lo sí». «Sí,
06:28la verdad». Alejo. Él es el hijo de Victoria y Damaso». El silencio cayó sobre la habitación como
06:37un trueno mudo. Francisco dejó caer la lámpara que sostenía. «¿Estás segura?». Mercedes asintió,
06:46con lágrimas en los ojos. «Dios me lo mostró esta noche». «Peppa» se persignó. «Entonces,
06:54todo encaja». Su carácter, su mirada, su forma de enfrentarse al mundo. Mercedes apretó los labios.
07:05«Sí». Y cuando Victoria lo descubra, el valle se teñirá de sangre. A lo lejos, el amanecer comenzaba
07:13a despuntar. En la iglesia, el padre Melitón cerraba la puerta tras de sí, murmurando una oración
07:20por la mujer que acababa de escuchar mentir frente a Dios. Luisa seguía arrodillada en su celda,
07:27rezando en silencio. José Luis, en la capilla, dejaba caer una lágrima sobre su rosario. Y en
07:35la casa grande, Victoria levantaba la vista hacia el espejo, viendo en él no su reflejo, sino la imagen
07:42del infierno que ella misma había creado. El amanecer había cubierto el valle con una neblina
07:49espesa. La casa grande amanecía en ruinas morales tras la noche anterior. Los ecos del escándalo aún
07:57vibraban en los pasillos, y la servidumbre caminaba con pasos cautelosos, temerosa de despertar la furia
08:04de sus amos. En el despacho, José Luis permanecía de pie frente a la ventana, con el rostro tenso y la
08:12mirada perdida en el horizonte. No había dormido. No podía. Detrás de él, Victoria se movía inquieta,
08:22intentando hablar sin saber por dónde empezar. José Luis, por favor, escúchame, dijo con voz quebrada.
08:30No sabías lo que fue vivir con la sombra de un hombre como Damaso. Él no se giró. ¿Y crees que
08:38eso justifica una vida entera de mentiras? Yo también fui víctima, insistió ella. Me dijeron que había
08:46muerto. Me vi sola, sin nombre, sin fortuna, sin nada. Si no me hubiera casado contigo, ese hombre me
08:56habría destruido incluso desde la tumba. José Luis se volvió bruscamente, sus ojos cargados de ira
09:04contenida. Te casaste conmigo por conveniencia, no por amor. Y ahora lo entiendo todo. Tu ambición
09:13no conocía límites. Victoria retrocedió, como si las palabras fueran golpes. Te amé, José Luis,
09:22aunque no me crea. No sé qué es peor, dijo él, con voz amarga, si tu amor o tu mentiras. El silencio se
09:32hizo pesado. En el corredor, Mercedes escuchaba cada palabra sin atreverse a intervenir. Su hermana,
09:41la orgullosa duquesa, había caído. Pero lo que más le dolía no era la humillación pública, sino la
09:49certeza de que Victoria aún no se arrepentía de nada. José Luis la miró con frialdad. A partir de hoy,
09:58no quiero verte en mis aposentos, ni escuchar tu nombre en mi casa. Tu matrimonio conmigo no existe.
10:06Victoria se tambaleó. No puedes expulsarme. Puedo y lo haré, respondió él, sin alzar la voz. Desde este
10:17momento no eres la duquesa Casillas. Sólo una mujer que engañó a todos. Ella trató de acercarse,
10:25pero él dio un paso atrás. ¿Qué harás conmigo? Preguntó, con lágrimas en los ojos. Nada dijo él con
10:34desdén. Dejaré que el valle te juzgue. Ellos son más crueles que cualquier sentencia mía. Victoria se
10:43cubrió el rostro, desmoronándose. No puedo soportar tu desprecio. Entonces aprende a soportar la soledad,
10:53respondió José Luis. ¿Es lo único que te queda? Mercedes, incapaz de contenerse, entró finalmente.
11:02Basta, José Luis. ¿No ganaremos nada destruyéndonos más? Él la miró con dureza. No hablo de venganza,
11:13Mercedes. ¿Hablo de justicia? Victoria se arrodilló, tambla hondo. Por favor, no me des la espalda. No tengo a
11:25nadie más. José Luis apartó la vista, respirando hondo. Si tienes a alguien, tienes a tu conciencia.
11:34Salió del despacho sin mirar atrás. Mercedes se acercó y ayudó a su hermana a levantarse. ¿Qué has
11:43hecho, Victoria? Le susurró. Has destruido todo lo que tocaste. Victoria la miró con los ojos
11:51desbordados. No todo. ¿Aún puedo recuperar mi lugar? Mercedes la observó con incredulidad.
12:00¿Recuperar? Después de lo que hiciste, no hay nada que recuperar. Si lo hay, replicó Victoria con
12:08voz temblorosa pero decidida. Mientras yo respire, nadie ocupará mi sitio. Mercedes apartó la mirada.
12:18Sabía que su hermana era capaz de resurgir incluso del barro, pero también que esta vez el precio sería
12:25demasiado alto. Cuando Victoria quedó sola, miró el crucifijo sobre la pared. Su voz apenas fue un
12:33susurro. Perdóname, Dios mío, pero no dejaré que me destruyan. Afuera, el valle seguía envuelto en
12:41silencio, pero ese silencio tenía filo. El escándalo del regreso de Damaso apenas comenzaba a abrir
12:50grietas. Y cada una de ellas prometía hundir a todos los casillas en el abismo. El viento soplaba
12:58fuerte sobre los campos cuando Damaso llegó a la casa pequeña. Su sombra se alargaba en el umbral y
13:05su sola presencia bastó para que el ambiente se volviera tenso. Mercedes, que lo esperaba con el
13:12seño fruncido, lo recibió en silencio. Sabía que nada bueno podía salir de esa visita.
13:20—¿Esperabas que viniera? —preguntó él, entrando sin ser invitado.
13:25—Esperaba que te marcharas del valle —respondió ella con frialdad. —Has traído contigo el caos que
13:32todos temíamos. Damaso sonrió con amargura. El caos ya estaba aquí, Mercedes. Solo lo desenterré.
13:43Ella cruzó los brazos. —¿Qué quieres de mí? ¿No tengo nada que ofrecerte? Tienes más de lo que
13:51imaginas —replicó él. —Eres la única persona en este valle que todavía conserva algo de decencia.
13:58—¿Y necesito eso? —Mercedes lo miró, desconfiada. —No uses palabras nobles para
14:07justificar tus rencores. Sabes perfectamente que lo que buscas es venganza. —¿Y qué si es así? —respondió,
14:15con un brillo oscuro en la mirada. —¿No me la gané acaso? Victoria me rogó todo, mi nombre,
14:22mi honor y a mi hijo. Mercedes bajó la voz. —Ese tema no se menciona aquí, pues tendrás que
14:31acostumbrarte a escucharlo —dijo él, avanzando un paso. —Porque pienso recuperar lo que es mío,
14:39aunque tenga que arder todo este valle para hacerlo. La mujer respiró hondo, intentando mantener la calma,
14:46y Luisa, preguntó con un cambio repentino de tono. —Dicen que la Santa Hermandad sigue
14:55interrogándola. —Damaso la observó con curiosidad. —Ah, sí. —La joven acusada de robo. —He oído hablar
15:05de ella. —¿Qué tiene que ver conmigo? —todo respondió Mercedes. —Porque mientras Victoria te distrae con su
15:14juego de sombras, está destruyendo la vida de una inocente, y tú, con tu odio, le estás sirviendo de
15:22aliado, sin saberlo. —Damaso arqueó una ceja. —¿Aliado? —sí, insistió Mercedes. —Cada palabra tuya,
15:33cada amenaza, desvía la atención de la verdad. Mientras todos hablan de tu regreso, nadie se preocupa
15:40por lo que está ocurriendo con Luisa. El hombre la miró en silencio por un largo momento, y luego,
15:47sin perder su tono sereno, dijo. —Quizá tengas razón. Pero Jimmy, ¿por qué te importa tanto esa
15:55muchacha? Mercedes bajó la mirada. —¿Porque es una víctima? ¿Y porque alguien tiene que protegerla?
16:03—¿O porque te recuerda a ti misma? —añadió Damaso con voz grave. —A esa joven Mercedes que
16:11también se enfrentó a la injusticia y perdió, ella lo miró, herida por el recuerdo. —¿No te atrevas a
16:19hablarme de mi pasado? —Damaso se acercó hasta quedar frente a ella. —Tu pasado y el mío están
16:27entrelazados. Mercedes siempre lo estuvieron. Durante unos segundos, ninguno habló. En el aire flotaban
16:37los fantasmas de una historia que nunca se contó. El sonido del viento colándose por las rendijas de
16:44la ventana era lo único que rompía el silencio. Finalmente, Mercedes dio un paso atrás. Si de verdad
16:52tienes algo de humanidad, aléjate. Victoria ya no necesita enemigos. Ella misma será su ruina.
17:02Damaso soltó una risa corta. —¿Eso crees? La conozco mejor que nadie. Mientras despide,
17:10Victoria seguirá luchando. Y cuando no pueda, arrastrará a todos con ella. —¿Y tú serás su reflejo?
17:18—dijo Mercedes con amargura. —El hombre, que pudo liberarse, pero eligió pudrirse en el mismo
17:25barro. Damaso la miró fijamente. En su rostro se mezclaba la rabia y algo más profundo. Tristeza.
17:35—No entiendes, Mercedes. ¿No puedo detenerme? He esperado veinte años para ajustar cuentas.
17:42Mercedes se giró. ¿Con el corazón encogido? Entonces, no vuelvas a venir a esta casa. Si
17:52cruzas esa puerta otra vez, serás enemigo mío también. Damaso la observó unos segundos más.
18:00Luego se colocó el sombrero y salió sin decir palabra. Afuera, el viento levantaba polvo y hojas
18:07secas, como si el valle presintiera que algo oscuro se avecinaba. Cuando Mercedes cerró la puerta,
18:14sus manos temblaban. Sabía que el regreso de Damaso no era solo una amenaza para Victoria,
18:21sino para todos ellos. Bárbara se despertó sobresaltada, empapada en sudor. La pesadilla
18:29la había perseguido otra vez. El agua oscura, el reflejo de su propio rostro hundiéndose y las
18:37voces llamándola desde el fondo del lago. Su respiración era agitada y cuando trató de
18:43incorporarse, el mareo la obligó a sentarse. La habitación estaba en penumbra, las cortinas
18:51cerradas, las flores marchitas. Desde que la habían rescatado, la casa se había convertido en su prisión
18:58voluntaria. La puerta se abrió despacio y apareció Leonardo, con la mirada cansada pero firme.
19:06¿Puedo pasar? Preguntó con voz baja. Bárbara lo miró, indecisa. No deberías estar aquí.
19:15Tampoco tú deberías estar sola, respondió él, acercándose despacio. Ella se apartó un poco.
19:23No quiero hablar de lo que pasó. Ni siquiera intentarlo te está matando, dijo él con ternura.
19:31Te vi junto al lago, Bárbara. No puedes seguir fingiendo que fue un accidente. Sus ojos se llenaron
19:40de lágrimas. No fue un intento de morir. Solo quería dejar de sentir. Leonardo se sentó frente a ella,
19:49buscando sus palabras. Lo que hiciste fue pedir ayuda. Y aquí estoy. No voy a dejarte caer otra vez.
19:59Bárbara lo observó con un dolor silencioso. No puedes salvarme, Leonardo. Ya estoy manchada por la
20:07vergüenza, por las mentiras de mi familia, por lo que soy. No estás manchada. Fuiste víctima del
20:17silencio de los demás. Ella intentó sonreír, pero el gesto se quebró. ¿Y qué ganarías defendiéndome?
20:26Tu padre te desterrará del valle si sigues viniendo. Leonardo suspiró. Ya lo hizo. Anosh. Dijo que si
20:37cruzaba la puerta otra vez para verte, dejaría de ser un Guzmán. El silencio fue profundo. Bárbara lo
20:45miró con la voz entrecortada. Y aún así viniste. Él asintió. ¿Por qué prefiero perder mi apelido antes
20:55que perder Chachí? Las lágrimas rodaron por el rostro de Bárbara. Se levantó, temblando, y apoyó la
21:04frente en el pecho de él. Leonardo la abrazó con fuerza, en un gesto que no pedía nada más que
21:11consuelo. Detrás de la puerta, Pedrito observaba en silencio. Su pequeño rostro reflejaba la confusión
21:19de un niño que no entendía el peso de los secretos adultos. Cuando vio a Bárbara llorar,
21:25corrió hacia la cocina, donde Rafael y Adriana hablaban en voz baja. Tía Adriana dijo, con urgencia
21:32infantil, Bárbara estaba llorando otra vez, como la otra noche, cuando quiso meterse al agua. Adriana
21:41palideció. ¿Qué dijiste? Rafael se levantó de golpe. ¿Qué sabe este niño? Pedrito bajó la cabeza. Yo la vi
21:53antes de que Francisco la encontrara. Dijo que no quería vivir. El silencio se volvió pesado. Adriana tomó
22:02al niño de los hombros y lo apartó con dulzura. Ve a Yugar, Pedrito. ¿Y no hables de esto con nadie?
22:10Cuando él se fue, Rafael se dejó caer en una silla, llevándose las manos al rostro. Dios mío,
22:18todo este tiempo pensé que fue un accidente. Adriana lo miró con tristeza. Nadie quiso verlo.
22:26Rafael. Ella se estaba ahogando desde mucho antes de lanzarse al lago. Rafael golpeó la mesa con el
22:34puño. Esto no puede continuar así. La familia entera se está desmoronando. Entonces haz algo,
22:44dijo Adriana. Con voz firme, habla con Leonardo. Dile que si de verdad la ama, no la dejes sola ni un
22:54instante. Mientras tanto, Leonardo salía de la habitación de Bárbara. La había dejado dormida,
23:02exhausta. Pero su corazón latía con fuerza. Cada palabra de ella lo había herido y sanado al mismo
23:10tiempo. Al girar por el pasillo, se encontró con Rafael esperándolo. Tenemos que hablar, dijo su tío.
23:18El joven bajó la mirada, preparado para una reprimenda. Pero Rafael, en vez de regañarlo,
23:26le puso una mano en el hombro. No sé si lo que sientes por Bárbara es amor o culpa, dijo con calma.
23:33Pero si vas a quedarte a su lado, hazlo con coraje. Ella necesita a alguien que no huya.
23:41Leonardo asintió, con lágrimas contenidas. No pienso huir, tío. Esa noche, el valle volvió a
23:51caer en silencio, pero en el alma de Bárbara aún resonaban las palabras que había querido olvidar.
23:57No quería morir. Solo dejar de sentir. Y en algún lugar, a lo lejos, Damaso escuchaba los rumores y
24:06sonreía para sí. Sabía que los casillas empezaban a romperse desde dentro, justo como lo había
24:13planeado. El sol del mediodía bañaba el valle con un resplandor engañosamente pacífico. En la casa
24:22pequeña, Mercedes reunía a Alejo, Adriana, Francisco y Pepa alrededor de la mesa principal. Había papeles,
24:32cartas y testimonios dispersos, los últimos restos de esperanza para demostrar la inocencia de Luisa.
24:40Todos estaban agotados, pero la determinación en sus rostros no se apagaba.
24:46—He revisado cada detalle —dijo Alejo, golpeando la mesa suavemente. —Nada encaja.
24:53La talla apareció en el baúl de Luisa, pero no hay pruebas de que ella la tocara.
24:58Peppa asintió. Ni siquiera sabía que existía esa figura hasta el día que la arrestaron. Mercedes alzó
25:08la mirada. Y sin embargo, la hermandad la trata como si fuera una ladrona confesa. Francisco,
25:16que había pasado la noche investigando, extendió un papel. Encontré esto en el archivo del monasterio.
25:24—El registro de entrada de los guardias que inspeccionaron la casa y uno de los nombres está tachado.
25:32—¿Tachado? —preguntó Adriana.
25:34—Sí —respondió Francisco. —No quieren que sepamos quién más estuvo presente en el registro.
25:42Y eso solo puede significar una cosa. Alguien manipuló la evidencia.
25:47Mercedes frunció el ceño. Tomás. Alejo levantó la vista de los papeles. Justo lo pensé. Tomás
25:58desapareció el mismo día que llevaron a Luisa al convento. Si él colocó la talla, no lo hizo por
26:05voluntad propia. Pepa se persignó. Que Dios lo perdone. Pero ese hombre siempre fue débil ante el
26:14dinero. Adriana miró a Mercedes. ¿Y si fue Victoria quien lo obligó? Mercedes suspiró. No lo dudo. Pero
26:25no podemos acusarla sin pruebas. En ese momento, Atanasio, el viejo capataz, entró al salón con
26:33el sombrero entre las manos. —Perdón por entrometerme, doña Mercedes, pero tengo algo que
26:39debes saber. —Todos lo miraron expectantes. El hombre hablaba despacio, pero cada palabra tenía el
26:47peso de la verdad. Estuve en el oratorio cuando desapareció la talla. Vi salir a Isabel de allí
26:54con una caja cubierta por un pañuelo. Le pregunté qué hacía y me dijo que era un encargo de la duquesa.
27:01El silencio fue total. Pepa se tapó la boca, horrorizada. Entonces fue ella. Victoria le dio la
27:12orden. Mercedes se llevó la mano al pecho. Dios mío, lo sabía. Alejo apretó los puños. Eso basta para
27:22reabrir el caso. Si logramos que Atanasio declare ante la hermandad, Luisa saldrá libre. Atanasio bajó
27:31la mirada. Eso no será fácil. La duquesa me advirtió que, si hablaba, me echarían del valle y ya no
27:41tengo dónde ir. Mercedes se levantó y se acercó a él. Yo me haré cargo de eso. Juro por mi honor que
27:50no te faltará nada. El hombre asintió, emocionado. Entonces hablaba. Mientras tanto, en la casa grande,
28:00Victoria caminaba por el pasillo con paso firme. Su rostro mostraba serenidad, pero su interior era
28:06una tormenta. Al entrar en el despacho, se encontró con Hernando. ¿Has oído lo que dicen? Preguntó el
28:15marqués, sonriendo con malicia. Mercedes planea reabrir el caso de la talla. Victoria lo miró con
28:24furia. No permitiré que esa mujer arruine lo poco que me queda. ¿Ya lo está haciendo? replicó Hernando.
28:34Y, si no me equivoco, tiene a Atanasio de su lado. Victoria lo observó con desconfianza.
28:41¿Cómo sabes eso? Porque Isabel me lo contó. Él sonrió, disfrutando su poder. Y, si Isabel habla,
28:51tú estás perdida. Victoria apretó los dientes. Entonces callará. ¿Cómo? Preguntó Hernando Burlón.
29:01¿Otra vez con tus amenazas? Ella se acercó despacio, mirándolo con odio. ¿Haré lo que tenga que hacer?
29:09Hernando la observó divertido. Ten cuidado, Victoria. Cada vez que tratas de enterrar la verdad,
29:17el valle escupe otra más grande. Ella lo ignoró y salió del despacho con paso decidido. No podía
29:25permitir que Mercedes ganara. Esa noche, mientras todos dormían, Isabel se despertó sobresaltada
29:33por un ruido en su puerta. La figura de Victoria apareció en la penumbra. ¿Quién más sabe lo de la
29:40talla? Preguntó con voz gélida. Isabel, aterrada, negó con la cabeza. Nadie, señora. Se lo juro.
29:51Victoria se inclinó hacia ella, susurrando. Reza para que siga siendo así. Porque si tu lengua vuelve a
29:59moverse, yo misma te haré guardar silencio para siempre. Cuando la puerta se cerró, Isabel se dejó
30:07caer de rodillas. Lloraba, sabiendo que el infierno ya no era un castigo, sino una habitación en la casa
30:15grande. El amanecer llegó cargado de nubes y con un silencio que pesaba como plomo. En la casa grande,
30:23Matilde caminaba por el pasillo con paso rápido, mirando a todos lados, temerosa de ser escuchada.
30:32Llevaba una carta entre las manos, arrugada por la tensión. Al llegar a la biblioteca, cerró la puerta
30:39tras de sí y llamó con voz baja. Atanasio, ¿estás ahí? El viejo capataz asomó la cabeza.
30:47¿Aquí, doña Matilde? ¿Qué sucede? Ella lo miró con angustia. Es damaso. No deja de hacer
30:57preguntas. ¿Quieres saber qué ocurrió con Gaspar? Y temo que descubra más de lo que debería.
31:04Atanasio frunció el ceño. ¿Y qué fue lo que pasó con el niño? Siempre supe que había algo que no
31:12cuadraba. Matilde se sentó, agotada. Cuando Gaspar nació, José Luis ya dudaba de su paternidad.
31:22Victoria lo convenció de callar, diciendo que el niño era suyo. Pero había rumores, Atanasio,
31:30rumores que nunca se apagaron. El viejo la observó en silencio. Y ahora, damaso los está
31:38reavivando. Matilde asintió. Le preguntó directamente a José Luis si alguna vez tuvo
31:45un hijo con Victoria. Imagínate el escándalo, si el duque llega a creerle. ¿Qué respondió?
31:53Preguntó Atanasio. Nada, respondió ella con pesar. Se marchó, como un hombre que ya no puede distinguir
32:01entre la verdad y la vergüenza. Atanasio bajó la voz. Doña Matilde, ese hombre no busca solo
32:09venganza. Busca su sangre. ¿Y eso lo vuelve más peligroso que nunca? Mientras tanto, en su habitación,
32:19Victoria se debatía entre la furia y el miedo. Daba vueltas frente al espejo, murmurando para sí.
32:26No lo permitiré. No permitiré que me quite lo que me pertenece. Golpearon la puerta. José Luis
32:35entró sin esperar permiso. Tenemos que hablar, dijo con tono grave. Ella lo miró con el corazón
32:43encogido. ¿Vas a echarme de la casa? No. Ya no hace falta, respondió él. ¿El valle lo está haciendo
32:53por mí? Victoria se acercó. Suplicante. No puedes dejarme sola, José Luis. Ese hombre me acecha,
33:03me observa, me odia. Él la miró sin compasión. Y con razón, lo traicionaste como traicionaste a todos.
33:14Ella rompió a llorar. Ayúdame, hazlo por todo lo que fuimos.
33:19Yo sé Luis se aportó dolido. Lo que fuimos murió el día que enterraste la verdad. Victoria intentó
33:28tocar su mano, pero él la rechazó con un gesto. ¿Qué quieres que haga? Preguntó con desesperación.
33:36Nada, respondió él, con una frialdad mortal. Ya no eres mi esposa, Victoria. Lo que ocurra entre
33:44tú y Damaso, es asunto tuyo. Ella lo miró con los ojos rojos. ¿Así de fácil, después de tantos años?
33:53Nada en esta vida es fácil, dijo José Luis, dándose media vuelta. Pero a veces es necesario dejar que
34:01la culpa se pudra sola. Cuando él se fue, Victoria se dejó caer al suelo, sollozando con una rabia que
34:09rozaba la locura. No me destruirás, Damaso susurró entre dientes. No esta vez. En la casa pequeña,
34:19Mercedes hablaba con Pepa, mientras ordenaban el altar. ¿Has oído lo que dicen del duque?
34:26Preguntó Pepa. ¿Que ya no comparte techo con Victoria? Mercedes suspiró. Era cuestión de tiempo.
34:34Pero temo que eso solo la vuelva más peligrosa. Pepa se santiguó. Dicen que Damaso anda por las
34:42noches, rondando los caminos. Algunos juran que lo vieron frente al convento. Mercedes se quedó
34:50inmóvil. ¿Frente al convento? ¿Qué haría allí? No lo sé, respondió Pepa. Pero cada vez que aparece,
34:59algo malo sucede. Mercedes frunció el ceño, inquieta. Tengo que hablar con él. Si realmente
35:08planea algo contra mi hermana, debe detenerse. Pero esa misma noche, Damaso ya tenía su propio
35:16plan. En una taberna del pueblo, bebía en silencio mientras escuchaba los chismes que corrían por las
35:23bocas de los aldeanos. A su lado, Matilde lo observaba con nerviosismo. ¿Por qué sigues hurgando
35:31en lo de Gaspar? Le preguntó en voz baja. Él sonrió con tristeza. Porque cada mentira que Victoria
35:39construyó tiene raíces en ese niño. Si encuentro la verdad sobre él, la destruiré por completo.
35:47Matilde tembló. ¿Y si el niño no murió? Damaso la miró, fijo, sin pestañear. Entonces el valle
35:56volverá a conocer mi nombre. El sonido de la lluvia golpeando los ventanales acompañaba el peso del
36:04silencio en el despacho del duque. José Luis permanecía sentado frente al fuego, los codos
36:11sobre las rodillas y la mirada clavada en las brasas. En sus manos sostenía una carta arrugada,
36:18una súplica de Alejo, que había llegado temprano esa mañana. No la había respondido. ¿No sabía cómo?
36:27El portón principal se abrió de golpe. Alejo entró empapado, sin esperar a ser anunciado. Sus botas
36:35chorreaban barro. Su respiración era un nudo de urgencia. Necesito hablar con usted, señor dijo,
36:43con la voz firme, aunque el miedo le oprimía el pecho. José Luis levantó lentamente la vista.
36:51Ya lo estás haciendo. Alejo dio un paso adelante. Es sobre Luisa. No puede seguir encerrada. No fue
37:01ella quien robó la talla. El duque suspiró con cansancio. Otra vez con eso. Los hechos hablan por
37:09sí solos, muchacho. No, no hablan, interrumpió Alejo, alzando la voz. Los hechos se construyeron con
37:19mentiras. La duquesa mandó a colocar la talla en la casa. Y Silón lo sabe. José Luis frunció el
37:28ceño. Cuidado con tus palabras. No tengo miedo, replicó el joven. Lo que tengo es vergüenza.
37:38Vergüenza de callar mientras una inocente paga por los pecados de otros. El duque se levantó
37:45lentamente. La diferencia de estatura entre ambos era abismal, pero Alejo no retrocedió.
37:52¿Y qué quieres de mí? Preguntó José Luis con dureza. ¿Que me enfrente a mi esposa por una
37:59sirvienta? Quiero justicia, respondió Alejo, temblando. Y si eso implica enfrentarla, entonces
38:08sí, se lo pido. José Luis se quedó en silencio. El fuego iluminaba su rostro, mostrando la lucha
38:17interna que lo devoraba. ¿No entiendes? Alejo dijo finalmente. En esta casa, la justicia no existe,
38:25solo el deber. Alejo se arrodilló frente a él, con lágrimas en los ojos. Entonces, al menos,
38:34tenga compasión. Luisa, ¿no soportará otra semana más en ese convento? Si usted no hace algo,
38:41la matarán de tristeza. El duque bajó la mirada. La voz del joven era un eco de su propia juventud,
38:50de los días en que aún creía que el bien podía prevalecer.
38:55He cometido errores, dijo Alejo, soy usando. Pero este no puedo dejarlo pasar. Si alguna vez me
39:03consideró su discípulo, si alguna vez creyó en mí, ayúdeme ahora. José Luis se giró hacia el fuego,
39:11con los ojos nublados. Durante un largo momento, solo se oyó la lluvia. Luego, el duque habló,
39:19con voz grave. Levántate. Alejo. El joven obedeció, confundido. ¿Sabes por qué nunca te desprecié del
39:30todo? Preguntó el duque. Porque vi en ti lo que un día fui, un hombre capaz de arrodillarse,
39:36no por debilidad, sino por amor. Alejo lo miró, sin saber qué responder. Te equivocas si crees que
39:45no me importa. Esa muchacha, continuó José Luis, pero ya no tengo poder sobre la Santa Hermandad.
39:54Ellos responden solo a Dios, o a quienes lo manipulan en su nombre. Entonces, interceda,
40:02usted rogó Alejo. Su palabra aún vale más que la de mil jueces. El duque guardó silencio,
40:11caminando lentamente hasta su escritorio. Abrió un cajón y sacó un rosario antiguo,
40:18de madera gastada. Este rosario perteneció a mi madre, dijo, colocándolo en las manos de Alejo.
40:25Llévaselo al prior del convento. Dile que habló en nombre de la familia Casillas. Alejo lo miró,
40:34incrédulo. Lo hará, intercederá. José Luis asintió, con una mueca que mezclaba dolor y resignación.
40:44Haré lo que esté a mis manos. Pero recuerda, hijo, hay batallas que ni los hombres ni Dios pueden
40:51ganar. Alejo tragó saliva. Gracias, Señor. No sabe lo que esto significa para mí. El duque lo detuvo
41:02cuando se dirigía a la puerta. Y Alejo, el joven se volvió. José Luis lo observó con una serenidad
41:11nueva. No vuelvas a llamarme, Señor. Llámame como lo que siempre fuiste para mí, hijo. Alejo se quedó
41:20sin aliento. Por un instante, el tiempo pareció detenerse. Luego asintió, con los ojos empañados,
41:28y salió bajo la lluvia. José Luis se quedó solo, murmurando una oración que no recordaba haber
41:35pronunciado en años. Perdónanos, Señor, porque hemos olvidado cómo perdonar. La tarde caía sobre el valle,
41:43cuando Damaso regresó a su refugio en la colina, un antiguo almacén abandonado, donde el polvo y la
41:50humedad eran testigos de su exilio. Afuera, los truenos resonaban a lo lejos, anunciando tormenta.
41:58Dentro, su rostro estaba iluminado por la tenue llama de una vela. Matilde lo esperaba, nerviosa,
42:06envuelta en un chal que no lograba esconder su temblor. No deberías haberme llamado, le dijo ella,
42:14con voz baja, y tú no deberías temerme, respondió Damaso. Sin mirarla, no vine a hacerte daño.
42:23Entonces dime qué quieres de mí, replicó Matilde. Has removido secretos que deberían seguir enterrados.
42:30Gaspar, victoria, el duque, estás jugando con fuego. Damaso levantó la vista. Sus ojos,
42:41cansados pero llenos de propósito, la atravesaron. No juego, Matilde. Vuelvo a cobrar una deuda.
42:50Ella frunció el ceño. ¿Con quién? Conmigo mismo, dijo él, acercándose despacio. Fui el tonto que creyó
42:59en promesas. El que se dejó arrebatar un hijo. El que se dejó borrar de la historia. Matilde se
43:06estremeció. ¿Sigues creyendo que ese niño vive? ¿Han pasado más de 20 años? Lo sí, murmuró Damaso.
43:15Y también sé que victoria miente cuando dice que murió. Matilde lo observó con compasión. He conocido
43:23muchas mentiras en mi vida, Damaso. Pero esa, esa es demasiado cruel. Incluso para ella, él soltó una
43:32risa amarga. No conoces de victoria. Ella es capaz de cualquier cosa. Con tal de conservar su corona,
43:41Matilde dio un paso hacia él, intentando apelar a su humanidad. ¿No puedes hacer justicia destruyéndolo
43:49todo? ¿Ya hay suficiente dolor en este valle? Damaso giró lentamente hacia ella. No vine a
43:57destruir. Vine a revelar. Ella lo miró confundida. ¿Revelar qué? El hombre se acercó aún más, bajando
44:08la voz hasta convertirla en un susurro. La verdad que todos temen. El hijo que victoria dio por muerto
44:16vive y está aquí entre nosotros. Matilde palideció. ¿Qué estás diciendo? Lo que oíste. Damaso colocó
44:28sobre la mesa una pequeña caja de madera. Dentro hay documentos, cartas y el nombre de la familia que
44:35lo crió. ¿Y qué piensas hacer con eso? Preguntó ella, temblando. ¿Devolverle su identidad? Respondió
44:44con calma. ¿Y cuando el valle lo sepa, cuando descubran que la duquesa ocultó la existencia
44:51de un heredero ilegítimo, su poder se desmoronará. Matilde lo observó en silencio. En su mirada se
45:00mezclaban el miedo y una extraña admiración. No estás buscando a un hijo, Damaso. Estás buscando tu
45:08redención. Él bajó la mirada con una sombra de tristeza. Tal vi. ¿Pero mi redención no me
45:17pertenece? ¿Pertenece al niño que perdió su nombre? En ese instante, Mercedes, que había seguido
45:25discretamente a Matilde tras sospechar de sus encuentros, observaba desde fuera, oculta entre
45:31los árboles. Cada palabra que escuchaba le helaba la sangre. El hijo vive. Resonaba en su mente una y
45:40otra vez. Su respiración se agitó. Sus manos temblaban. Matilde insistió, desesperada. No puedes
45:50hacer esto, Damaso. Si lo revelas, destruirás a toda la familia. Él la miró, implacable. La familia ya
46:00está destruida. Solo faltaba el último golpe. Matilde lo tomó del brazo. Por el amor de Dios,
46:08no lo hagas. Damaso se apartó suavemente. No invoques a Dios ahora. Él ya no escucha este valle. Un
46:18trueno retumbó en lo alto, haciendo vibrar las paredes. Mercedes retrocedió sin querer, pisando una
46:26rama seca. El sonido alertó a Damaso, que salió de inmediato. Linterna en mano. ¿Quién está ahí?
46:35Gritó. Mercedes contuvo la respiración y se ocultó detrás de un árbol. El corazón desbocado. Damaso se
46:44acercó unos metros, pero la oscuridad lo envolvió. Finalmente, regresó adentro. Desde su escondite,
46:53Mercedes susurró para sí. Dios mío, el hijo de Victoria vive. Y si lo que imagino es cierto,
47:02ese niño, ese niño es alejo. El viento rugió sobre los árboles, arrastrando las palabras como un
47:11presagio. El valle, silencioso, parecía escuchar. La madrugada cubría el valle con un velo de calma
47:19falsa. En la iglesia, el silencio era casi absoluto, solo roto por el chasquido de una
47:26vela que se consumía lentamente frente al altar. Luisa, arrodillada en la penumbra de su celda,
47:34rezaba con los dedos entrelazados. Sus labios se movían en un susurro apenas audible.
47:40Perdóneme, padre, susurró. No por lo que hice, sino por lo que no hice. Por callar cuando debía
47:50hablar, por creer en quienes solo sabían mentir. Sus lágrimas caían sobre el suelo frío, pero había
47:57en su rostro una paz nueva. La resignación de quien ha perdido todo menos la fe. En la capilla del palacio,
48:06José Luis se encontraba en la misma postura, frente al mismo Dios. Pero con una oración muy distinta,
48:14sus manos temblaban sobre el rosario de su madre. He fallado, decía con voz ronca. A mi familia,
48:22a mis hijos, a mí mismo. He gobernado esta casa con orgullo, y el orgullo me ha dejado ciego. El eco
48:30de sus palabras se mezclaba con la lluvia que empezaba a golpear los vitrales. Su mente regresaba
48:36a la mirada de Alejo, al temblor de su voz cuando lo llamó padre por primera vez. No podía sacárselo
48:44de la cabeza. Había algo en aquel joven, en su carácter, en su nobleza, algo familiar. José Luis
48:53alzó la vista hacia el crucifijo. Si este castigo es justo, lo aceptaré. Pero si aún hay un alma
49:00inocente en mi casa, muéstrame la Señor, muéstrame la verdad antes de morir. Al otro lado del valle,
49:09en la casa grande, Victoria también se encontraba de rodillas, pero no ante el altar, sino frente al
49:16espejo. El reflejo de la vela iluminaba su rostro pálido. He pecado, murmuró. Pero no me arrepiento.
49:26No lo haré ya más. Tomó una copa de vino. La apretó con tanta fuerza que el cristal se quebró,
49:34cortándole la palma. La sangre se mezcló con el líquido rojo, cayendo al suelo. Si Dios no me
49:42perdona, dijo entre dientes. Yo me perdonaré a mí misma. Golpearon la puerta. Era Isabel,
49:51temblando. Señora, el padre Melitón está aquí. Dice que desea confesarla. Victoria sonrió,
50:00con una calma que asustó a su criada, que entré. El sacerdote avanzó con paso solemne,
50:07llevando el crucifijo en alto. Hija mía, dijo con voz grave. El perdón no se obtiene con soberbia,
50:16se obtiene con verdad. Ella lo observó en silencio. Luego se arrodilló ante él. Perdóneme,
50:24padre, porque he pecado. Pero lo volvería a hacer. El sacerdote frunció el ceño. ¿De qué habla
50:33ella? De todo respondió ella. De haber amado demasiado, de haber mentido por amor, de haber
50:41enterrado a los que estorbaban. El hombre la miró horrorizado. Eso no es amor, hija. Eso es condena.
50:51Victoria levantó la cabeza con una sonrisa gélida. Entonces, que me condenen. Pero no me
50:58arrodillaré ante nadie más. El sacerdote se levantó, asustado. ¿Dios tendrá misericordia
51:06de ti? No la necesito, replicó ella. El valle es mi juez, y yo dictaré mi propia sentencia. En ese
51:15mismo instante, Mercedes regresaba a la casa pequeña, empapada y temblorosa. Entró sin aliento,
51:23con los ojos desorbitados. Pepa, Francisco, gritó. Debemos encontrar a Alejo. ¿Qué ocurre?
51:34preguntó Pepa, alarmada. ¿Mercedes la tomó por los hombros? Lo sé. Sí, la verdad. Alejo,
51:44él es el hijo de Victoria y Damaso. El silencio cayó sobre la habitación, como un trueno mudo. Francisco
51:52dejó caer la lámpara que sostenía. ¿Está segura? Mercedes asintió, con lágrimas en los ojos. Dios me lo
52:03mostró esta noche. Pepa se persignó. Entonces todo encaja. Su carácter, su mirada, su forma de enfrentarse
52:13al mundo. Mercedes apretó los labios. Sí. Y cuando Victoria lo descubra, el valle se teñirá de sangre.
52:25A lo lejos, el amanecer comenzaba a despuntar. En la iglesia, el padre Melitón cerraba la puerta
52:32tras de sí, murmurando una oración por la mujer que acababa de escuchar mentir frente a Dios.
52:38Luisa seguía arrodillada en su celda, rezando en silencio. José Luis, en la capilla, dejaba caer
52:47una lágrima sobre su rosario. Y en la casa grande, Victoria levantaba la vista hacia el espejo,
52:54viendo en él no su reflejo, sino la imagen del infierno que ella misma había creado.
53:08Gracias.
53:09Gracias.
53:10Gracias.
53:11Gracias.
53:12Gracias.
53:13Gracias.
53:14Gracias.
53:15Gracias.
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