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VALLE SALVAJE CAPÍTULO 283: Dámaso REGRESA de la MUERTE y REVELA el SECRETO que hunde a VICTORIA!
Transcripción
00:00:00El amanecer apenas ha tocado el valle, pero en la casa grande ya se respira el olor del miedo.
00:00:05Los ventanales siguen cerrados, el aire es espeso y los murmullos de los criados se ahogan entre
00:00:11los pasillos de piedra. Todo está en silencio, hasta que un grito corta la calma como una navaja.
00:00:17Victoria de los Ríos, la temida duquesa de Valle Salvaje, ha perdido algo más que una simple
00:00:23reliquia. La talla sagrada, la joya que guardaba bajo llave desde hace años, ha desaparecido sin
00:00:28dejar rastro, y junto con ella se ha ido también su control. El espejo frente a ella refleja un rostro
00:00:34desencajado, de furia contenida. Su respiración es agitada, su mirada un abismo. Alguien, alguien muy
00:00:41cercano, ha tenido la osadía de traicionarla, de hablar antes de tiempo. Porque José Luis Gálvez,
00:00:47el duque, ya lo sabe todo. Y cuando el duque se entera, el peligro se convierte en destino.
00:00:52En este capítulo 283 de Valle Salvaje, el juego de las máscaras llega a su punto más cruel. Los
00:00:58secretos salen a la luz, las alianzas se rompen, y la verdad comienza a oler a sangre. Victoria no
00:01:04busca respuestas, busca venganza. Y el valle entero, sin saberlo, está a punto de pagar el
00:01:10precio de su furia. Isabel está en el mismo cuarto, donde alguna vez estuvo la talla, de pie frente a
00:01:16Victoria, quien la mira con ojos llenos de furia contenida. La gobernanta siente el peso de esa mirada,
00:01:22como si pudiera atravesarla. Victoria da un paso hacia ella, lentamente, con esa elegancia amenazante
00:01:28que la caracteriza. Y su voz sale fría, cortante, cada palabra como una puñalada. Quiero saber quién
00:01:35le ha hablado a José Luis de la desaparición de la maldita talla. Isabel traga saliva. Conoce a
00:01:41Victoria lo suficiente como para saber que no está jugando. La duquesa no tolera la traición, y mucho
00:01:46menos cuando se trata de algo tan valioso, tan íntimo. Isabel abre la boca, pero las palabras
00:01:52no salen con facilidad. ¿Lo sabe? Responde Isabel con voz temblorosa, intentando ganar tiempo,
00:01:58intentando entender hasta dónde ha llegado la información. Victoria entorna los ojos. Por
00:02:03supuesto que lo sabe, y yo quiero saber quién se atrevió a contárselo. El aire en la habitación se
00:02:08vuelve irrespirable. Isabel siente que cada segundo de silencio la incrimina más, pero la verdad es que
00:02:14ella no fue. No esta vez. Y sin embargo, sabe que Victoria no aceptará un no sé como respuesta.
00:02:21La duquesa necesita un chivo expiatorio. Alguien a quien culpar. Alguien a quien castigar. Y si no
00:02:27encuentra al verdadero responsable, cualquiera puede terminar pagando el precio. Mientras tanto,
00:02:32en el despacho del duque, Atanasio y José Luis conversan con semblante serio. El ambiente es
00:02:37completamente distinto al de la alcoba de Victoria, pero la tensión es igualmente palpable. Atanasio está
00:02:43de pie frente al escritorio del duque, con las manos entrelazadas frente a su cuerpo,
00:02:48adoptando una postura respetuosa, pero firme. José Luis, sentado en su sillón de cuero,
00:02:53tamborilea los dedos sobre el escritorio. Su rostro refleja preocupación, pero también una
00:02:58determinación férrea. Todo el servicio anda buscando a esa talla, dice Atanasio con voz clara.
00:03:04José Luis asiente lentamente. Pero no la han encontrado, ¿verdad? Claro, porque la han robado.
00:03:10Las palabras del duque resuenan en la habitación como un veredicto. No hay duda en su mente. Alguien
00:03:15entró a la alcoba de su esposa y sustrajo una pieza de valor incalculable. Pero lo que más le
00:03:20molesta, lo que realmente lo irrita, es la forma en que sucedió. Un robo en su propia casa, bajo su
00:03:27propio techo, sin que nadie viera nada, sin que nadie escuchara nada. Es una afrenta directa a su
00:03:32autoridad, a su poder. Y José Luis Galvez de Aguirre no tolera que lo humillen. Atanasio observa al duque con
00:03:39atención. Sabe que José Luis está evaluando cada posibilidad, cada sospechoso. Y aunque el
00:03:44secretario tiene sus propias sospechas sobre quién pudo haber sido el ladrón, prefiere mantener silencio
00:03:50por ahora. Tomás, el visitante de la casa pequeña, el hombre que llegó con una historia sospechosa y que
00:03:56desapareció justo después del robo, es el candidato más obvio. Pero Atanasio también sabe que acusar sin
00:04:03pruebas, puede ser peligroso. Especialmente cuando hay tantas personas involucradas, tantos secretos
00:04:09entrelazados. Haremos lo que sea necesario para encontrar la excelencia. Responde Atanasio con
00:04:15firmeza. José Luis lo mira fijamente. Más vale que así sea. En ese preciso momento, en otra parte de la
00:04:22casa grande, don Hernando de Guzmán camina con paso firme por los pasillos. El marqués ha escuchado
00:04:27rumores sobre el robo y su curiosidad, mezclada con su naturaleza inquisitiva y controladora,
00:04:33lo ha llevado a buscar respuesta. Se topa con Victoria en uno de los salones y, sin rodeos,
00:04:38la cuestiona directamente. ¿Cómo es posible que en un palacio de esta categoría haya podido colarse
00:04:44alguien, sustraer algo tan valioso y que nadie haya visto nada ni oído nada? Pregunta don Hernando
00:04:50con tono acusador. Casi burlón. Victoria siente cómo la sangre le hierve. Ya bastante tiene con la presión
00:04:56de José Luis, con la búsqueda desesperada de la talla, con la sensación constante de que las
00:05:01paredes se están cerrando a su alrededor, como para que ahora venga este hombre, este maldito
00:05:06marqués engreído, a cuestionarla en su propia casa. No sé de qué me habla, responde Victoria con frialdad,
00:05:13aunque su voz tiembla ligeramente. Don Hernando sonríe, pero no es una sonrisa amable. Es una sonrisa
00:05:19cargada de desprecio, de superioridad. Oh, creo que sí sabe. Y creo que todos en este valle están
00:05:25empezando a preguntarse lo mismo. Victoria aprieta los puños, quiere gritarle, quiere sacarlo de su
00:05:30casa a empujones, pero se contiene. Don Hernando tiene demasiado poder, demasiadas conexiones. No
00:05:36puede permitirse enemistarse con él, no ahora. Así que simplemente le sostiene la mirada, con toda la
00:05:43dignidad que puede reunir, y se da media vuelta, dejándolo atrás con su sonrisa despectiva. Pero
00:05:48mientras Victoria lucha por mantener su compostura en otra parte del palacio, algo mucho más inquietante
00:05:54está a punto de suceder. Mercedes está en su cuarto, sola, después de un día agotador. Ha intentado
00:06:00mediar entre las tensiones de la casa grande y la casa pequeña. Ha intentado mantener la paz. Ha
00:06:05intentado proteger a los suyos. Pero ahora, en la soledad de su habitación, siente el peso de todo
00:06:11lo que ha vivido, de todas las batallas que ha librado. Se sienta frente al espejo. Comienza a soltarse
00:06:17el cabello, a quitarse las horquillas una por una, cuando de repente, siente una presencia. No es algo
00:06:24que pueda explicar con palabras, simplemente lo sabe. Alguien está ahí, en su cuarto, con ella.
00:06:30Mercedes se gira lentamente, con el corazón latiéndole con fuerza, y lo que ve la deja
00:06:35completamente helada. Al fondo de la habitación, entre las sombras, hay un hombre. Una figura que no
00:06:41debería estar ahí, que no puede estar ahí. Mercedes entresierra los ojos, intentando distinguir el
00:06:46rostro, y cuando finalmente lo reconoce, su mundo se detiene. No puede ser usted, susurra con voz
00:06:52temblorosa. El hombre da un paso adelante, saliendo de las sombras, y su rostro se ilumina con la luz de
00:06:58las velas. Es Damaso, un hombre que Mercedes creía muerto. Un hombre de su pasado. Alguien que nunca
00:07:05debería haber vuelto a Valle Salvaje. Sí, Mercedes, soy yo, en cuerpo y alma, responde Damaso con voz
00:07:11grave, cargada de significado. Mercedes seguía mirando aquel rostro que creía enterrado en el
00:07:17pasado. Los años no habían borrado la intensidad de su mirada, esa mezcla de calma y peligro que la
00:07:22había fascinado y aterrorizado a partes iguales. Su respiración era entrecortada. En el pecho, un
00:07:28torbellino de recuerdos la golpeaba con fuerza. ¿Por qué ahora, Damaso? Murmuró con voz quebrada. ¿Por qué
00:07:34volver después de todo lo que pasó? Damaso caminó despacio hacia la ventana. La luz tenue de la luna
00:07:40se reflejaba sobre su perfil, otorgándole un aire casi espectral. Porque el pasado nunca se fue,
00:07:46Mercedes. Solo lo enterraste, junto con lo que hiciste aquella noche en Miramar. Mercedes dio un
00:07:51paso atrás. Sus manos temblaban. No hables de eso, susurró con el alma en vilo. Te lo ruego. Él se giró
00:07:58lentamente. Sus ojos, grises como la piedra, la observaron con una mezcla de compasión y juicio. ¿Te has
00:08:04preguntado alguna vez por qué volví? No es venganza lo que me trae al valle. Es justicia.
00:08:09¿Justicia? Repitió ella con una risa amarga. Después de todo, ¿aún hablas de justicia? ¿Sí?
00:08:15Respondió él, acercándose un paso más. Porque aquella noche no solo murió un hombre, Mercedes.
00:08:21Murió una parte de todos nosotros. Ella bajó la mirada, conteniendo las lágrimas. Yo no quería que
00:08:25terminara así. Tú lo sabes. Lo sé. Admitió Damaso, con un leve suspiro. Pero también sé que callaste,
00:08:31que permitiste que otro cargara con la culpa. Y ese silencio cambió el destino de esta tierra.
00:08:37Mercedes cerró los ojos, reviviendo la escena, el fuego en el establo, los gritos, la figura de un
00:08:43hombre cayendo entre las sombras, y la promesa que selló su silencio. Victoria me obligó, dijo,
00:08:48con la voz rota. Dijo que si hablaba, destruiría a todos los Salcedo. Victoria siempre fue maestra en
00:08:55eso. Manipular con el miedo, respondió Damaso con amargura. Pero lo que no sabe es que hay cosas que
00:09:01ni ella puede enterrar para siempre. El silencio se extendió en la habitación, pesado como el aire
00:09:06antes de la tormenta. Desde fuera, el viento azotaba las ventanas, como si el valle entero
00:09:11escuchara aquella confesión. Mercedes se acercó lentamente a Damaso. ¿Qué quieres de mí? Preguntó
00:09:17con voz temerosa. ¿Verdad? Contestó él con calma. Quiero que le digas a todos lo que hiciste. Quiero que
00:09:23confieses quién robó realmente la talla. ¿La talla? Repitió ella, confundida. Damaso asintió. No fue Tomás.
00:09:30Él solo obedecía órdenes. La figura desaparecida guarda algo más que oro o valor. Guarda un secreto,
00:09:37uno que puede hundir a Victoria y a todos los galves de Aguirre. Mercedes se quedó inmóvil,
00:09:42con el corazón latiendo desbocado. ¿Qué estás diciendo? Esa talla, continuó Damaso. Contiene
00:09:47un compartimiento oculto. Dentro hay un documento, una carta escrita hace muchos años. Un testamento,
00:09:53el verdadero testamento de Evaristo Salcedo. Mercedes sintió un escalofrío. ¿El padre de Adriana?
00:09:59Él mismo, confirmó él. Y en esa carta, Evaristo nombra a la heredera legítima de las tierras del
00:10:05valle. No a Victoria. No a José Luis. A otra persona. Mercedes se llevó una mano al pecho. ¿A
00:10:11quién? Damaso la miró con una mezcla de ternura y tristeza. A ti, Mercedes. Ella retrocedió un paso,
00:10:17atónita. Eso no puede ser, susurró. Es la verdad. Victoria lo supo hace años y por eso hizo
00:10:23desaparecer la talla original. Lo que hay ahora en su alcoba es una copia. El original lo escondí yo,
00:10:29antes de marcharme del valle. Mercedes se dejó caer en el sillón, abrumada. Entonces, todo este tiempo,
00:10:36todo este tiempo, la interrumpió Damaso. Ella ha vivido sobre una mentira. Y si esa carta sale a la
00:10:41luz, todo su poder se derrumba. La mujer respiró hondo, intentando ordenar sus pensamientos. ¿Y por qué
00:10:47ahora? ¿Por qué volver justo cuando la talla desaparece de nuevo? Damaso se inclinó hacia
00:10:53ella. Su voz apenas un murmullo. Porque alguien más la encontró. Y si cae en las manos equivocadas,
00:10:59todos pagarán las consecuencias. Mercedes sintió el peso de sus palabras como un golpe. ¿Quién? Damaso
00:11:05dudó un instante. Matilde. El nombre resonó en la habitación como un trueno. ¿Matilde? Repitió
00:11:10Mercedes. Pero ella, ella odiaba a Victoria, no a mí. Precisamente por eso, sabe que ese documento es su
00:11:17única arma contra ella. Y créeme, Mercedes, si decide usarlo, el valle entero arderá otra vez.
00:11:23Mercedes se levantó lentamente. Su rostro, antes temeroso, mostraba ahora una determinación que no
00:11:28se veía desde hacía años. Entonces no permitiré que eso ocurra. Damaso la observó, con un leve
00:11:34destello de orgullo en los ojos. Esa es la Mercedes que recuerdo. Ella caminó hacia la puerta, pero antes
00:11:40de salir, se detuvo. No pienso confesar nada, Damaso. No todavía. Si revelo la verdad sin pruebas,
00:11:46Victoria nos destruirá a todos. Entonces prepárate, advirtió él, porque el tiempo del silencio se ha
00:11:52terminado. Mercedes giró lentamente y lo miró a los ojos. Si lo que dices es cierto, tendremos que
00:11:57movernos con cautela. Nadie debe saber que has regresado. Lo sé, respondió él con una leve sonrisa.
00:12:03Pero no puedo esconderme para siempre. Ella asintió. Esta noche te quedarás aquí. Nadie debe verte.
00:12:09Mañana pensaremos en lo que sigue. Damaso se inclinó levemente. Como quieras, Mercedes. Pero recuerda,
00:12:15el pasado no se borra. Solo espera. Cuando salió de la habitación, Mercedes se dejó caer de nuevo,
00:12:22abrumada por el peso del secreto. En la penumbra, miró su reflejo en el espejo y apenas reconoció a
00:12:27la mujer que veía. El valle dormía afuera, ajeno al hecho de que el verdadero motivo del robo de la
00:12:32talla estaba a punto de salir a la luz y que el regreso de Damaso era solo el principio del fin.
00:12:38Mercedes siente que las piernas le fallan. ¿Damaso? Repite, como si pronunciar su nombre pudiera
00:12:44hacer que todo esto fuera menos real. Damaso asiente lentamente. No hay prisa en sus movimientos.
00:12:50No hay urgencia. Todo en él transmite calma. Pero también una amenaza velada. Una advertencia
00:12:56silenciosa. Mercedes no sabe si alegrarse, si asustarse, si gritar pidiendo ayuda. Porque si
00:13:02Damaso está aquí, si Damaso ha regresado después de tanto tiempo, es porque algo muy grave está a punto
00:13:09de suceder. Mientras Mercedes intenta procesar la aparición de Damaso, en la cocina de la casa
00:13:14grande, Amadeo y Eva comparten un momento de preocupación. Ambos conocen a Martín. Han
00:13:20trabajado con él. Han llegado a apreciarlo. Pero también saben que Victoria lo tiene en la mira. Que
00:13:25la duquesa está buscando cualquier excusa para deshacerse de él. Y ahora, con el robo de la talla,
00:13:30Martín es el chivo expiatorio perfecto. Quizá no le baste con expulsarlo del valle,
00:13:35dice Amadeo con voz cargada de inquietud. Y aproveche la tesitura para culparlo y meterlo
00:13:40entre rejas. Eva abre la boca sorprendida, llevándose una mano al pecho. Dios mío, ¿crees
00:13:46que sea capaz de hacer algo así? Amadeo asiente lentamente. Victoria es capaz de cualquier cosa
00:13:51cuando se siente amenazada. Y ahora mismo, con José Luis presionándola, con don Hernando
00:13:56cuestionándola, con toda la casa en su contra, necesita un culpable. Y Martín es el blanco más fácil.
00:14:03Las palabras de Amadeo resuenan en la cocina como una sentencia. Eva siente un escalofrío
00:14:08recorrerle la espalda. Martín es joven. Es inocente. Es solo un chico que vino a Valle
00:14:14Salvaje buscando una oportunidad. Buscando reconectar con su hermana Matilde. Y ahora,
00:14:19por el simple hecho de estar en el lugar equivocado en el momento equivocado, podría perderlo todo.
00:14:24Efectivamente, poco después, Victoria convoca a Isabel una vez más. La duquesa está de pie junto a la
00:14:30ventana de su despacho, con los brazos cruzados, mirando hacia los jardines con expresión dura.
00:14:35Cuando Isabel entra, Victoria ni siquiera se molesta en girarse.
00:14:39Mañana lo quiero fuera de esta casa, dice Victoria con voz fría. Isabel frunce el ceño.
00:14:44¿Mañana? Pregunta con incredulidad. Victoria finalmente se gira y su mirada es como hielo.
00:14:50Ya me has oído. Se acabaron las contemplaciones. Isabel siente una opresión en el pecho. Sabe que
00:14:56Victoria está hablando de Martín. Sabe que la duquesa ha decidido que el joven es el culpable
00:15:00del robo, con o sin pruebas. Y cuando Victoria toma una decisión así, no hay vuelta atrás.
00:15:06Pero, señora, comienza Isabel, intentando encontrar las palabras adecuadas, intentando defender al
00:15:12chico. Sin peros, la interrumpe Victoria tajantemente. Mañana a primera hora, quiero que
00:15:17Martín recoja sus cosas y abandone Valle Salvaje. Y si intenta resistirse, llamaré a las autoridades.
00:15:23Isabel asiente lentamente, con el corazón apesadumbrado. Sabe que no puede hacer nada
00:15:28más. Victoria ha hablado, y su palabra es ley en esta casa. Ahora solo queda esperar y ver cómo
00:15:35reacciona Martín ante la noticia. En la casa pequeña, Pepa y Martín están sentados en el
00:15:40pequeño jardín, disfrutando de un momento de tranquilidad. La noche es fresca, las estrellas
00:15:46brillan en el cielo, y por un instante parece que todo está bien. Pero Martín sabe que esa paz es
00:15:52efímera. Sabe que Victoria lo está acechando. Que su tiempo en Valle Salvaje está llegando a su
00:15:57fin. Pepa lo mira con ternura, acariciándole la mano. ¿Crees que lo conseguiremos? Pregunta con voz
00:16:03suave. ¿Que seguiremos juntos? ¿Pase lo que pase? ¿Crees que lo nuestro aguantará cuando... Martín la
00:16:09interrumpe, apretándole la mano con suavidad. Pepa, pero no termina la frase. Porque ambos saben que el
00:16:15futuro es incierto. Que las fuerzas que se mueven en Valle Salvaje son demasiado poderosas como para
00:16:21que dos jóvenes enamorados puedan enfrentarlas sin consecuencias. Martín quiere decirle que sí. Que
00:16:27por supuesto que lo lograrán. Que nada ni nadie podrá separarlos. Pero las palabras se le quedan
00:16:32atascadas en la garganta. Porque en el fondo, tiene miedo. Miedo de perderla. Miedo de que Victoria destruya
00:16:39lo único bueno que le ha pasado en mucho tiempo. Pepa ve la duda en sus ojos y se acerca más a él,
00:16:44apoyando la cabeza en su hombro. Pase lo que pase, susurra. Yo estaré contigo. Martín cierra los ojos,
00:16:52sintiendo el calor de su cuerpo contra el suyo. Y por un momento, permite que esa sensación lo
00:16:56reconforte. Porque sabe que, sin importar lo que venga, sin importar las tormentas que tenga que
00:17:02enfrentar, tener a Pepa a su lado hace que todo valga la pena. Mientras tanto, en otra parte de la casa
00:17:08pequeña, Atanasio conversa con Alejo. El joven Galvez de Aguirre está inquieto. Preocupado por
00:17:15Luisa. Preocupado por las sospechas que recaen sobre ella. Atanasio, que ha estado observando todo
00:17:21desde su posición privilegiada como secretario del duque, sabe más de lo que deja entrever.
00:17:26¿Usted cree que fue Tomás? Pregunta Atanasio con cautela. Alejo lo mira fijamente. No tengo dudas.
00:17:32Ese hombre llegó aquí con una historia sospechosa. Se ganó la confianza de Mercedes y desapareció
00:17:38justo después de que la talla fuera robada. ¿Qué más pruebas necesitamos? Atanasio asiente lentamente.
00:17:43Porque de ser así, si Luisa sabe algo, habría que adelantarse a los acontecimientos. Si por un
00:17:49casual, Alejo lo interrumpe, completando la frase con voz tensa. Terminan por señalar a Tomás y este
00:17:55sigue sin aparecer. Todas las miradas irán a parar a Luisa. Atanasio lo mira con seriedad. Sobre todo la
00:18:01de Doña Victoria. Las palabras quedan suspendidas en el aire como una amenaza. Alejo siente un nudo en el
00:18:06estómago. Luisa ya ha sufrido suficiente. Ya ha sido juzgada y cuestionada demasiadas veces. Y ahora,
00:18:13por culpa de ese maldito Tomás, por culpa de sus propias decisiones del pasado, podría enfrentarse
00:18:18a algo mucho peor. Alejo no puede permitirlo. No lo permitirá. En el cuarto de Bárbara, la joven
00:18:25Salcedo sigue inconsciente, ajena a todo el caos que se está desarrollando a su alrededor. Adriana está
00:18:31sentada junto a su cama, sosteniéndole la mano, susurrándole palabras de aliento, rezando en
00:18:37silencio para que su hermana despierte pronto. Pedrito también está ahí, de pie al otro lado de
00:18:42la cama, mirando a Bárbara con ojos llenos de preocupación. De repente, la puerta se abre y
00:18:47Don Hernando entra sin pedir permiso. Adriana levanta la mirada, sorprendida y molesta por la
00:18:53intrusión. El marqués camina hacia la cama con paso seguro, mirando a Bárbara con una expresión
00:18:58difícil de descifrar. Don Hernando, ¿qué hace usted aquí? Pregunta Adriana con tono frío. ¿Y quién le
00:19:04ha dado permiso para entrar? Don Hernando la mira brevemente antes de volver su atención a Bárbara.
00:19:09Solo quería comprobar cómo se encontraba su hermana. Adriana se pone de pie, interponiéndose
00:19:14entre el marqués y la cama. Su voz sale cargada de furia contenida. ¿Le interesa su estado? Pues déjeme
00:19:20decirle algo, Don Hernando. Como le pase algo a mi hermana, como vuelva usted a humillarla o a jugar
00:19:26con sus sentimientos, las verá conmigo. Y ahora, salga de esta alcoba. Don Hernando la mira con una
00:19:32mezcla de sorpresa y respeto. No está acostumbrado a que le hablen así, especialmente una mujer. Pero
00:19:37hay algo en la determinación de Adriana, en la ferocidad de su mirada, que le hace comprender
00:19:42que no está bromeando. Asiente lentamente, da media vuelta y sale de la habitación sin decir una
00:19:48palabra más. Adriana respira profundamente, intentando calmarse. Pedrito se acerca a ella y le toma la mano.
00:19:54Hiciste bien, hermana, le dice con voz suave. Adriana lo mira y esboza una sonrisa triste.
00:20:00Ese hombre ha causado suficiente daño. No permitiré que siga lastimando a Bárbara.
00:20:05En otro lugar de la casa pequeña, Alejo busca a Luisa con desesperación. La encuentra en la cocina,
00:20:10preparando el pan del día siguiente, con las manos cubiertas de harina y el rostro cansado.
00:20:15Cuando Luisa lo ve entrar, intenta sonreír, pero Alejo puede ver el miedo en sus ojos,
00:20:20la culpa que la está consumiendo por dentro. Luisa, dice Alejo con voz suave, acercándose a ella.
00:20:26Necesito que sea sincera conmigo. Necesito que sea sincera con las autoridades. Y, sobre todo,
00:20:32y más importante, necesito que sea sincera consigo misma. Mi vida, por favor. Luisa siente que las
00:20:38lágrimas amenazan con desbordarse. Sabe lo que Alejo le está pidiendo. Sabe que tiene que contarle
00:20:43la verdad sobre Tomás, sobre el robo, sobre su propia participación, aunque haya sido involuntaria.
00:20:49Pero el miedo la paraliza. El miedo de perder a Alejo. El miedo de perder todo lo que ha construido.
00:20:55El miedo de ser juzgada una vez más. Alejo, yo, comienza. Pero las palabras se le quiebran.
00:21:01Alejo la toma de las manos, sin importarle la harina. Luisa, te amo. Y nada de lo que me digas
00:21:07cambiará eso. Pero necesito que confíes en mí. Necesito que me dejes ayudarte. Luisa lo mira a los
00:21:13ojos y ve solo amor, solo comprensión. Y en ese momento, sabe que tiene que ser valiente.
00:21:19Tiene que contarle todo. Mientras tanto, en la casa grande, Don Hernando está sentado en la sala
00:21:24principal con Irene. La joven Galvez de Aguirre está de pie frente a la ventana, con los brazos
00:21:30cruzados, intentando mantener la compostura. Don Hernando ojea un libro con gesto desinteresado,
00:21:36pero su voz, cuando habla, es clara y cargada de amenaza.
00:21:39No debería enojar a quien es poseedor de su futuro, dice Don Hernando sin levantar la mirada
00:21:44del libro. Yo puedo ser comprensivo, estar a su lado, pero también puedo convertir su matrimonio
00:21:50con mi hijo en un camino tortuoso. Irene cierra los ojos, sintiendo cómo las palabras del marqués la
00:21:56golpean como puñetazos. Sabe que no está mintiendo. Sabe que Don Hernando tiene el poder de hacer su vida
00:22:02un infierno si ella no obedece, si ella no acepta el destino que él ha trazado para ella. Y lo peor
00:22:08de todo, es que no puede hacer nada al respecto. Está atrapada, completamente atrapada. Entiendo,
00:22:15susurra Irene con voz apagada. Don Hernando finalmente levanta la mirada y la observa con
00:22:20satisfacción. Me alegra que lo entienda, señorita Galvez de Aguirre, porque créame, yo siempre cumplo
00:22:26mis promesas. Más tarde, Irene busca a Leonardo. Lo encuentra en los establos, cepillando a uno de
00:22:32los caballos con expresión ausente. Cuando Irene se acerca, Leonardo levanta la mirada y ve el dolor
00:22:38en sus ojos y su corazón se encoge. ¿Qué sucede? Pregunta Leonardo con voz preocupada. Irene respira
00:22:44profundamente. Debemos mantenerlo en secreto. Es algo terrible. Sobre Bárbara. Leonardo deja el cepillo y
00:22:51se acerca a ella rápidamente. ¿Qué pasa con Bárbara? ¿Está bien? ¿Empeoró? Irene niega con la
00:22:56cabeza. No es eso. Es, es sobre lo que mi padre le dijo a ella. Sobre las condiciones que le impuso.
00:23:02Sobre lo que ella tuvo que prometer para que él dejara de presionarla. Leonardo siente que el mundo
00:23:07se tambalea a su alrededor. ¿Qué le hizo prometer? Irene lo mira con ojos llenos de lágrimas. Te
00:23:13renunciaría a ti. Que no lucharía más por tu amor. Que te dejaría ir para siempre. Leonardo siente
00:23:18cómo la furia y la impotencia lo invaden. No, dice con voz ronca. No, eso no va a pasar. No lo
00:23:25permitiré. Pero Irene sabe que las promesas de Leonardo, por más sinceras que sean, podrían
00:23:30no ser suficientes contra el poder y la manipulación de don Hernando. En el cuarto de Mercedes, la
00:23:35conversación con Damaso continúa. Mercedes ha logrado recomponerse un poco del shock inicial,
00:23:40pero sigue sin poder creer completamente que él esté ahí. ¿Qué haces aquí, Damaso? Pregunta
00:23:46Mercedes con voz temblorosa. ¿Por qué ahora? ¿Por qué después de tanto tiempo? Damaso la mira con
00:23:51expresión inescrutable. He venido porque hay cosas que necesitan resolverse, Mercedes. Cosas del pasado
00:23:57que no pueden seguir enterradas. Mercedes siente un escalofrío. ¿De qué estás hablando? Damaso da
00:24:02unos pasos por la habitación, como si estuvieras sopesando cuánto revelar. Finalmente, se gira hacia
00:24:08ella. Las personas que no me conozcan en ambas casas no deben saber mi verdadera identidad. Al menos
00:24:13de momento. Mercedes frunce el seño. ¿Tu identidad? Damaso, ¿qué está pasando? ¿Qué es lo que no me estás
00:24:20contando? Damaso se acerca a ella, y por un momento, su expresión se suaviza. Todo a su tiempo, Mercedes.
00:24:27Por ahora, solo necesito que confíes en mí, y que guardes mi secreto. Mercedes no sabe qué decir. Parte
00:24:33de ella quiere gritarle, exigirle respuestas, echarlo de su cuarto y de su vida. Pero otra parte,
00:24:40una parte más profunda, más antigua. Siente que Damaso está aquí por una razón importante,
00:24:45una razón que podría cambiar todo en Valle Salvaje. Está bien, dice Mercedes finalmente.
00:24:51Guardaré tu secreto. Por ahora, Damaso asiente, y sin decir nada más, se dirige hacia la puerta.
00:24:57Pero antes de salir, se gira una última vez. Gracias, Mercedes. No lo lamentarás. Y con eso,
00:25:04desaparece en la oscuridad del pasillo, dejando a Mercedes sola con un millón de preguntas y ninguna
00:25:08respuesta. La noche avanza, y en la casa grande, Victoria está en la capilla. Es tarde, muy tarde,
00:25:14y todos en el palacio deberían estar durmiendo. Pero Victoria no puede dormir, no puede descansar.
00:25:20Su mente está llena de pensamientos oscuros, de preocupaciones, de miedos. Está arrodillada
00:25:25frente al altar, con las manos juntas, rezando en voz baja. Pero sus oraciones no traen paz,
00:25:31solo traen más angustia. De repente, escucha pasos detrás de ella. Victoria se tensa, pero no se gira.
00:25:37Sabe quién es. Puede sentir su presencia. Puede sentir el peso de su mirada sobre ella.
00:25:42Victoria, has tenido tiempo para expiar tus pecados, dice la voz de Damaso desde el fondo
00:25:47de la capilla. Mucho tiempo, Victoria, pero parece que no ha sido suficiente. Victoria se sobresalta,
00:25:53girándose bruscamente. Y cuando ve a Damaso ahí, de pie entre las sombras, siente que el suelo se abre
00:25:58bajo sus pies. No, susurra. No puede ser. Damaso da un paso adelante, saliendo de la sombra. Su rostro es
00:26:06serio, casi implacable. Soy yo, Victoria. Y he vuelto. Victoria se pone de pie, tambaleándose
00:26:12ligeramente. ¿Qué quieres? Damaso la mira fijamente. Justicia. Y con esa palabra, todo en
00:26:18Valle Salvaje está a punto de cambiar. Porque Damaso no ha vuelto solo para observar. Ha vuelto
00:26:23con un propósito, con una misión. Y Victoria, por primera vez en mucho tiempo, siente verdadero miedo.
00:26:29En la casa pequeña, mientras tanto, Alejo y Luisa continúan su conversación. Luisa finalmente ha
00:26:35decidido contarle todo a Alejo. Cómo Tomás la presionó, cómo la amenazó, cómo la obligó a ayudarlo
00:26:42con el robo de la talla. Alejo escucha en silencio, con el rostro tenso, pero sin interrumpirla. Y cuando
00:26:48Luisa termina, con lágrimas rodando por sus mejillas, Alejo la abraza con fuerza. Lo siento,
00:26:54solloza Luisa. Lo siento tanto, Alejo. Debí decírtelo desde el principio. Debí confiar en ti.
00:26:59Alejo le acaricia el cabello suavemente. Está bien. Está bien, mi amor. Lo importante es que
00:27:05ahora me lo has dicho. Y ahora vamos a arreglarlo. Juntos. Luisa se aferra a él, sintiéndose aliviada,
00:27:10pero también aterrada. Porque sabe que confesar la verdad es solo el primer paso. Ahora tienen que
00:27:15enfrentarse a las consecuencias. A Victoria, a José Luis, a todo Valle Salvaje. En la casa grande,
00:27:22Rafael y Adriana están en su habitación, acostados uno al lado del otro, mirando el techo en silencio.
00:27:27Han sido días agotadores. Días llenos de emociones, de decisiones difíciles, de revelaciones
00:27:33impactantes. Y ahora, en la quietud de la noche, ambos sienten el peso de todo lo que ha pasado.
00:27:40¿Crees que todo saldrá bien? Pregunta a Adriana con voz suave. Rafael se gira hacia ella,
00:27:45tomándole la mano. No lo sé, responde con honestidad. Pero sé que, pase lo que pase,
00:27:50estaremos juntos. Y eso es lo que importa. Adriana asiente, apretándole la mano. Sí,
00:27:56juntos. Y en ese momento, sienten una pequeña patadita en el vientre de Adriana. Ambos se miran
00:28:02con ojos llenos de emoción. Su hijo, su futuro. Por él, por ese pequeño ser que está creciendo
00:28:08dentro de ella, Adriana y Rafael están dispuestos a enfrentarse a cualquier cosa. Mientras tanto,
00:28:13Victoria sigue en la capilla, enfrentándose a Damaso. La conversación entre ellos se ha vuelto
00:28:18más intensa, más cargada de emociones. ¿Qué quieres de mí, Damaso? Pregunta Victoria con
00:28:24voz temblorosa. Damaso la mira con dureza. Quiero que pagues por lo que hiciste, por todas las vidas
00:28:30que destruiste, por todas las mentiras que contaste. Victoria siente que las piernas le
00:28:34tiemblan. No sé de qué me hablas. Damaso se acerca más a ella. Oh, creo que sí sabes. Y creo que ha
00:28:41llegado el momento de que todos en Valle Salvaje sepan la verdad sobre ti. Victoria retrocede,
00:28:46con los ojos muy abiertos. No te atrevas. Damaso sonríe, pero es una sonrisa fría,
00:28:51sin calidez. Ya me he atrevido, Victoria. Ya he vuelto. Y esta vez no podrás detenerme.
00:28:57Y con esas palabras, Damaso se da media vuelta y sale de la capilla, dejando a Victoria completamente
00:29:03destrozada, sintiendo que todo su mundo está a punto de colapsar. Al día siguiente, la tensión en
00:29:09ambas casas es palpable. Isabel ha tenido que darle la noticia a Martín. Debe abandonar Valle Salvaje
00:29:15de inmediato. Martín recibe la noticia con resignación, pero también con rabia. Sabe
00:29:20que es injusto. Sabe que es culpa de Victoria, pero no tiene otra opción. Pepa está destrozada.
00:29:26No puede creer que después de todo lo que han pasado, después de todo lo que han luchado
00:29:30por estar juntos, ahora tengan que separarse. No te vayas. Le suplica entre lágrimas. Por
00:29:36favor, Martín. No te vayas. Martín la abraza con fuerza, con el corazón roto. No tengo otra
00:29:41opción, Pepa. Si me quedo, Victoria hará que me arresten. Y no quiero que mi hermana sufra más
00:29:46por mi culpa. Matilde está ahí, observando la despedida con el corazón destrozado. Apenas acaba
00:29:52de recuperar a su hermano. Apenas acaba de empezar a construir una relación con él. Y ahora lo están
00:29:57obligando a irse. Es demasiado injusto. Demasiado cruel. Francisco también está presente, con los ojos
00:30:03enrojecidos. Te voy a extrañar, hermano, le dice a Martín con voz ronca. Martín le da una palmada
00:30:10en el hombro. Y yo a ti, amigo. Cuida de Pepa por mí, ¿sí? Francisco asiente, incapaz de hablar. Y
00:30:16mientras Martín se prepara para partir, en la casa grande, José Luis convoca a una reunión con todos
00:30:21los involucrados en la búsqueda de la talla. Rafael, Adriana, Atanasio e incluso Mercedes están
00:30:28presentes. José Luis está decidido a llegar al fondo del asunto, a descubrir quién robó la talla
00:30:33y por qué. Alguien en esta casa sabe algo, dice José Luis con voz firme. Y no descansaré hasta
00:30:39descubrir la verdad. Victoria está sentada a su lado, con expresión tensa. Sabe que cada vez está
00:30:45más cerca de ser descubierta, de que todas sus mentiras, todos sus secretos, salgan a la luz. Y eso
00:30:51la aterroriza. Atanasio observa a todos con atención. Él tiene sus propias sospechas, sus propias
00:30:57teorías. Y aunque no puede demostrarlo todavía, está casi seguro de que Tomás fue el ladrón y que
00:31:04Luisa, aunque sea de manera involuntaria, estuvo involucrada. Mercedes, por su parte, sigue pensando
00:31:10en Damaso, en su aparición repentina, en sus palabras crípticas. ¿Qué tiene que ver todo esto
00:31:15con él? ¿Por qué ha regresado justo ahora, en medio de todo este caos? Rafael mira a Adriana y ambos
00:31:22comparten una mirada de complicidad. Saben que el robo de la talla es solo la punta del iceberg,
00:31:27que hay mucho más sucediendo en Valle Salvaje de lo que cualquiera imagina. Y están decididos
00:31:32a protegerse mutuamente, a proteger a su hijo, sin importar lo que cueste. En la casa pequeña,
00:31:38Alejo ha tomado una decisión. Va a presentarse ante su padre y va a defender a Luisa. Va a contar
00:31:44la verdad sobre Tomás. Va a hacer lo que sea necesario para limpiar el nombre de su amada.
00:31:49Luisa intenta detenerlo. Le dice que es demasiado peligroso, que José Luis podría reaccionar de manera
00:31:55violenta. Pero Alejo está decidido. No voy a permitir que pagues por algo que no es tu culpa.
00:32:00Le dice con determinación. Luisa lo mira con ojos llenos de lágrimas y amor. Te amo, Alejo. Tanto.
00:32:06Alejo la besa suavemente. Y yo a ti. Siempre. Y con eso, Alejo se dirige a la casa grande. Dispuesto
00:32:13a enfrentarse a su padre. Dispuesto a luchar por Luisa, sin importar las consecuencias. Mientras tanto,
00:32:18en la habitación de Bárbara, la joven finalmente comienza a mostrar señales de recuperación. Sus párpados
00:32:24tiemblan. Sus dedos se mueven ligeramente. Adriana, que ha estado a su lado todo el tiempo,
00:32:30nota los cambios de inmediato. ¡Bárbara! exclama con emoción. ¡Bárbara! ¡Despierta! Por favor,
00:32:38despierta. Lentamente, muy lentamente, Bárbara abre los ojos. Su mirada está desorientada,
00:32:45confundida. ¿Adriana? Susurra con voz débil. Adriana se echa a llorar de alivio. Sí, soy yo. Estás a salvo,
00:32:51hermana. Estás a salvo. Bárbara intenta sonreír, pero le duele todo el cuerpo. ¿Qué pasó? Pregunta.
00:32:57Adriana le acaricia el cabello con ternura. Eso no importa ahora. Lo importante es que estás bien,
00:33:03que estás viva. Pedrito entra corriendo a la habitación, con el rostro iluminado de felicidad.
00:33:08¡Bárbara! ¡Has despertado! Bárbara mira a su hermano pequeño y siente que las lágrimas empiezan a
00:33:13rodar por sus mejillas. Pedrito. Los tres hermanos se abrazan, unidos en ese momento de alivio y gratitud.
00:33:19Y por un instante, todo el caos, todo el dolor, todo el sufrimiento que los rodea,
00:33:25parece desvanecerse. Pero la paz dura poco, porque en la casa grande, las cosas están a punto de
00:33:31explotar. José Luis ha descubierto algo, algo que cambia todo. Atanasio le ha mostrado una evidencia,
00:33:37una prueba de que Tomás estuvo en la alcoba de Victoria la noche del robo. Y ahora, el duque está
00:33:43furioso, absolutamente fuera de sí. ¡Quiero que encuentren a ese hombre! Grita José Luis.
00:33:48Quiero que lo traigan ante mí y que pague por lo que ha hecho. El rugido de la voz del duque resonó
00:33:54por toda la casa grande como un trueno. Afuera, los criados se miraron unos a otros con miedo.
00:33:59Nadie se atrevía a hablar. Nadie quería ser el siguiente en enfurecer a José Luis Galvez de
00:34:04Aguirre. Atanasio fue el primero en romper el silencio. Excelencia, si me permite, dijo con cautela.
00:34:11Conozco a un hombre en el pueblo que podría ayudarnos. Ha trabajado con los guardias de la
00:34:15provincia. Sabe seguir rastros mejor que nadie. José Luis lo miró fijamente. Haga lo que sea
00:34:20necesario. Si Tomás sigue en el valle, lo encontraremos antes del amanecer. Atanasio
00:34:24inclinó la cabeza y salió del despacho. Mientras tanto, Victoria permanecía en silencio, fingiendo
00:34:30serenidad. Pero su mente hervía de terror. Si encontraban a Tomás, si lo capturaban y hablaba,
00:34:36todo se vendría abajo. Horas más tarde, el sonido de los cascos rompía la calma nocturna. Un grupo de
00:34:42jinetes avanzaba por el sendero del bosque, guiados por linternas de aceite que proyectaban
00:34:47sombras fantasmales entre los árboles. A la cabeza, Francisco, con el rostro endurecido por el viento,
00:34:53cabalgaba junto a Martín, que no podía evitar mirar hacia los lados. Inquieto. ¿Y si no está aquí?
00:34:59Preguntó Martín en voz baja. ¿Y si ya se fue del valle? Francisco apretó las riendas. No lo creo. Tomás
00:35:05conoce este terreno mejor que cualquiera. Si ha robado algo tan valioso, buscará esconderlo antes de huir.
00:35:10El aire olía a tierra húmeda y a hojas podridas. Los perros ladraban a lo lejos. En el horizonte,
00:35:16el bosque se abría paso hacia la vieja casa de casa, abandonada desde hacía años. Francisco alzó
00:35:22una mano. ¡Deteneos! Todos se quedaron quietos. El silencio era absoluto, salvo por el crujido de
00:35:27una rama quebrándose bajo algún pie invisible. Martín desmontó, avanzando despacio con la linterna.
00:35:33Aquí, susurró. Hay huellas recientes. Se agachó y pasó los dedos sobre la tierra húmeda. A su lado,
00:35:40Amadeo observaba con atención. Son devotas, grandes y profundas. Alguien ha pasado hace poco. Francisco
00:35:46intercambió una mirada con los demás. Dividámonos. Amadeo, ve por el sendero del arroyo. Martín,
00:35:51conmigo. Mientras el grupo se dispersaba, un murmullo de hojas secas se oyó más adelante. Martín levantó la
00:35:58linterna. Su luz temblorosa iluminó algo que brillaba entre la maleza. Un pedazo de metal
00:36:03dorado, pequeño, sucio, con un relieve apenas visible. Lo tomó entre los dedos y lo miró
00:36:08fijamente. Esto, susurró. Es parte de la talla. Francisco se acercó, incrédulo. ¿Está seguro?
00:36:16Sí, tiene el mismo grabado. Las iniciales ES, dijo, recordando las letras que había visto grabadas
00:36:22en la base del objeto cuando limpiaba la alcoba de la duquesa. Ambos se miraron, alarmados. Si ese
00:36:28fragmento estaba allí, Tomás no podía estar lejos. A pocos metros, dentro de la vieja cabaña
00:36:33de casa, Tomás respiraba con dificultad. Su rostro estaba cubierto de barro y sangre seca. Un corte en
00:36:39la pierna le impedía caminar con firmeza. En una mesa destartalada, la talla, o lo que quedaba de
00:36:44ella, yacía envuelta en un trozo de manta. Maldita sea, murmuró. Tenías que romperte justo ahora. Trató
00:36:51de encender una vela, pero sus manos temblaban. Desde el exterior, se oían los cascos acercándose. Su
00:36:57corazón comenzó a golpearle el pecho con violencia. Sabía que, si lo atrapaban, no solo perdería su
00:37:04libertad. Perdería la vida. Se asomó por una rendija. A través de la oscuridad, vio las linternas
00:37:10acercarse como un enjambre de luciérnagas. Martín caminaba adelante, con la mirada fija en el suelo.
00:37:15Debe estar cerca. Su voz era apenas un murmullo. De pronto, Francisco alzó el brazo, señalando algo.
00:37:22Una sombra se movía tras una ventana rota de la cabaña. Ahí, ambos se miraron y asintieron. Martín
00:37:28sacó el cuchillo que llevaba al cinturón, mientras Francisco tomaba una rama encendida. Avanzaron
00:37:33despacio, pisando la hierba húmeda sin hacer ruido. Cuando llegaron a la puerta, Francisco la
00:37:38empujó de un golpe. Tomás, sal de ahí. El eco rebotó en las paredes vacías. Por un instante, silencio.
00:37:45Luego, un ruido seco. Una silla cayendo. Tomás salió corriendo por la parte trasera,
00:37:51tambaleándose. Martín lo vio y gritó, ¡Ahí va! ¡Detenedlo! Los hombres se lanzaron tras él. El bosque
00:37:58se llenó de gritos, linternas moviéndose, perros ladrando. Tomás corría con todas sus fuerzas,
00:38:04pero la herida en la pierna le hacía cojear. Martín lo alcanzó primero, arrojándose sobre él. Ambos
00:38:10rodaron por el suelo, forcejeando. El barro y la lluvia los cubrían por completo. ¡Suelta la talla,
00:38:15maldito! Gritó Martín. No sabes lo que haces, respondió Tomás entre jadeos. No entiendes nada.
00:38:21Martín logró inmovilizarlo, apretando su antebrazo contra el cuello del otro. Francisco
00:38:26llegó un segundo después, con los demás hombres. ¡Quieto ahí! Ordenó. Tomás, agotado, dejó de
00:38:31resistirse. La respiración le salía en espasmo. No la tengo, dijo, casi sin voz. Ya no la tengo. ¿Qué
00:38:38quieres decir? Preguntó Francisco. La mujer tosió. La que me ayudó. Se la llevó. Martín lo sacudió.
00:38:44¿Qué mujer? Tomás lo miró fijamente, con una sonrisa amarga. La que todos creen santa. La que
00:38:50guarda los secretos del valle. Mercedes Salcedo. Los hombres se quedaron petrificados. Francisco
00:38:56bajó la antorcha lentamente. ¿Qué estás diciendo? Pero Tomás no respondió. Cerró los ojos y se
00:39:02desplomó, inconsciente. Horas más tarde, en el patio de la Casa Grande, Atanasio informaba a José
00:39:07Luis. Lo hemos encontrado, excelencia. Estaba en el bosque, herido. José Luis se levantó de golpe.
00:39:12¿Y la talla? No la tenía. Dijo que se la entregó a una mujer. ¿Qué mujer? Preguntó Victoria,
00:39:18fingiendo indiferencia. Atanasio dudó un instante. Asegura que fue... Doña Mercedes. El silencio cayó
00:39:24sobre todos. José Luis entrecerró los ojos, incrédulo. ¿Mercedes? ¿Mi hermana? Repitió
00:39:29lentamente. Victoria fingió sorpresa, pero por dentro su corazón latía con fuerza. Sabía que,
00:39:35si José Luis creía en esa versión, el conflicto sería inevitable. No puede ser. Dijo el duque.
00:39:41Mercedes no haría algo así. Atanasio bajó la mirada. Yo tampoco lo creo, excelencia. Pero Tomás
00:39:47parecía convencido. José Luis se pasó una mano por el rostro. Llévenlo al sótano. Que un médico lo
00:39:53atienda. Quiero hablar con él en cuanto despierte. Atanasio asintió y se marchó. Victoria se acercó a
00:39:59José Luis, con voz suave. No deberías alterarte por las palabras de un ladrón herido. Tomás diría
00:40:04cualquier cosa para salvar su pellejo. José Luis la miró con dureza. Puede ser. Pero si resulta
00:40:10que dice la verdad, nadie quedará por encima de la ley. Ni siquiera mi propia sangre. Victoria
00:40:15palideció. ¿Qué piensas hacer? Investigar. Y si descubro que alguien de esta familia está
00:40:20implicado en el robo, pagaré con la misma moneda con la que me han traicionado. La duquesa sintió un
00:40:25nudo en el estómago. José Luis era implacable cuando se sentía humillado. Tenía que adelantarse.
00:40:31Mientras tanto, en la casa pequeña, Mercedes se despertaba agitada. Había soñado con fuego,
00:40:37con gritos, con el rostro de Damaso desapareciendo entre las llamas. Se levantó y fue hacia la ventana.
00:40:43Desde lejos, vio las antorchas moviéndose en dirección a la casa grande. Algo había ocurrido.
00:40:48Damaso apareció detrás de ella, como si hubiera estado despierto todo el tiempo. Lo han encontrado,
00:40:53¿verdad? Mercedes asintió, sin apartar la vista del bosque. Sí, pero temo que ya ha dicho demasiado.
00:40:59Entonces, el reloj ha empezado a correr. Respondió él con frialdad. Si José Luis sabe de la talla,
00:41:06querrá saber también quién la guardaba. Mercedes se volvió hacia él. No permitiré que te mezclen en
00:41:11esto. No te equivoques, dijo Damaso. No me mezclaré. Ya estoy dentro. La noche avanzó lenta,
00:41:18densa, cargada de presagios. En el sótano de la casa grande, Tomás yacía inconsciente. Afuera,
00:41:24el viento soplaba como un lamento. Y en el horizonte, la primera luz del amanecer iluminaba
00:41:29un valle donde la verdad comenzaba a abrirse paso, aunque todos desearan seguir viviendo en la
00:41:34mentira. Victoria observa la escena con expresión calculadora. Sabe que si encuentran a Tomás,
00:41:40si él habla, si cuenta lo que sabe, ella también podría terminar siendo expuesta. Tiene que actuar
00:41:46rápido. Tiene que asegurarse de que Tomás nunca se ha encontrado. En ese preciso momento,
00:41:51don Hernando hace su aparición. Ha escuchado los gritos del duque y su curiosidad lo ha llevado
00:41:56hasta el despacho. ¿Qué sucede aquí? Pregunta con tono autoritario. José Luis lo mira con ojos
00:42:01llenos de furia. Han robado una pieza invaluable de mi casa. Y tengo al culpable. Don Hernando levanta
00:42:07una ceja. ¿Y quién es el culpable? Un hombre llamado Tomás, responde José Luis. Estuvo alojado
00:42:13en la casa pequeña como invitado de Mercedes. Y ahora ha desaparecido con la talla. Don Hernando
00:42:18cruza los brazos. Interesante. Muy interesante. Victoria siente que el corazón le late con
00:42:23fuerza. Sabe que don Hernando está tramando algo, que está usando esta información para
00:42:28sus propios fines. Y eso la preocupa. El amanecer llegó gris, pesado, con una niebla espesa que
00:42:34cubría el valle como un velo. Dentro de la casa grande, la tensión podía cortarse con
00:42:38un cuchillo. Victoria recorría los pasillos con pasos rápidos, su bata de terciopelo arrastrándose
00:42:44sobre el suelo de mármol. Cada crujido, cada susurro del servicio la hacía sobresaltarse.
00:42:50Isabel la observaba desde la puerta de la cocina. Su rostro mostraba preocupación,
00:42:54pero también algo nuevo. Desconfianza. Sabía que la duquesa ocultaba algo. Algo más que
00:43:00el simple robo de una talla. Doña Victoria no ha probado bocado desde anoche, murmuró
00:43:05Eva mientras preparaba el café. Ni dormido tampoco, añadió Amadeo. No para de dar vueltas
00:43:10por la casa como alma en pena. Isabel se secó las manos en el delantal y miró hacia el pasillo.
00:43:15Y con razón. Cuando alguien teme tanto perder algo, suele ser porque ya lo tuvo de forma
00:43:20indebida. Amadeo la miró con inquietud. Insinúa usted que ella... Isabel no respondió, pero
00:43:26su silencio lo dijo todo. En el despacho, Victoria trataba de mantener la compostura frente a José
00:43:31Luis. Había mandado preparar un informe con los movimientos del personal durante la noche
00:43:35del robo y lo repasaba con los ojos turbios de agotamiento. Aquí está todo, dijo, colocando
00:43:41el documento sobre la mesa. Ninguno de los criados abandonó su puesto. José Luis no parecía
00:43:46convencido. No necesito papeles. Necesito respuestas. La duquesa lo miró fijamente. ¿Estás
00:43:51insinuando que alguien de mi confianza pudo robarme a mí? No lo insinúo, Victoria, contestó
00:43:56con frialdad. Lo afirmo. Y si ese alguien pertenece a tu círculo, más te vale decírmelo
00:44:02antes de que lo haga yo. Victoria sintió que el suelo se le movía. Su voz se quebró.
00:44:07No toleraré que me hables así en mi propia casa. Esta casa también es mía, replicó
00:44:12él. Y el escándalo que has provocado nos afecta a todos. Afuera, Mercedes entraba en
00:44:17el salón principal con el rostro pálido. Traía en la mano un sobre cerrado, el mismo
00:44:21que Damaso le había dejado en la noche anterior. Irene la interceptó. Tía, ¿ha visto a mi padre?
00:44:27Necesita hablar con usted. Mercedes guardó el sobre en su bolso rápidamente. No ahora,
00:44:32querida. Tu padre está en colera, y yo no quiero ser su siguiente víctima. Irene la
00:44:36tomó del brazo. ¿Qué está pasando? Anoche oí voces en la capilla. Juraría que alguien
00:44:41hablaba con Doña Victoria. Mercedes la miró con nerviosismo. A veces, los fantasmas del
00:44:46pasado regresan cuando una casa se llena de mentiras. Y esta ya está rebosando. A media
00:44:52mañana, Rafael y Adriana bajaron al vestíbulo. Ella, con el vientre ya abultado, se apoyaba
00:44:58en el brazo de su esposo. No me gusta ese silencio, dijo Adriana mirando alrededor. Es
00:45:03como si todos supieran algo, y nadie quisiera decirlo. Quizás sea mejor no saberlo, respondió
00:45:09Rafael intentando sonreír. Un chillido los interrumpió. Era Isabel, que corría por el
00:45:14pasillo con una carta en la mano. Doña Victoria, ¿han encontrado otra pieza de la talla? La duquesa
00:45:19salió de su despacho como una fiera herida. ¿Dónde? En el pozo viejo, señora. La halló
00:45:25un niño del pueblo mientras jugaba. Los ojos de Victoria se abrieron de par en par. El pozo
00:45:30viejo. Exactamente donde ella había mandado enterrar la copia años atrás. Eso es imposible,
00:45:36susurró entre dientes. José Luis la miró sorprendido. ¿Por qué imposible? Victoria intentó
00:45:41reponerse. Porque ese pozo lleva sellado desde antes de nuestra boda. Pero la mirada penetrante
00:45:46del duque le atravesó el alma. Entonces tendremos que abrirlo para ver qué más oculta. La duquesa
00:45:52perdió el color del rostro. Sabía que si abrían ese pozo, encontrarían algo más que fragmentos de
00:45:57madera. Por la tarde, el rumor se había extendido. Los sirvientes susurraban en los pasillos. Algunos
00:46:04decían que la duquesa tenía un cuarto secreto lleno de objetos prohibidos. Otros que había hecho un
00:46:09pacto con el diablo para mantener su fortuna. Victoria sentía esas miradas sobre su espalda como
00:46:14puñales. Entró en su alcoba y cerró la puerta con llave. El espejo la devolvió pálida, con ojos
00:46:20enrojecidos y el peinado deshecho. No lo sabrán, murmuró para sí misma. No lo sabrán jamás. Pero
00:46:26una voz a su espalda la sobresaltó. Ya lo saben, Victoria. Solo que aún no tienen pruebas. Se volvió
00:46:33bruscamente. Era damaso. ¿Qué haces aquí? Preguntó con los ojos llenos de terror. Advertirte. Los hombres
00:46:39de José Luis van a abrir el pozo esta noche. Si lo hacen, todo se acabó. Victoria se apoyó en la
00:46:45pared. No puedes dejar que eso pase. Yo no puedo evitarlo. Tú sí. Confiesa antes de que te descubran.
00:46:51Ella se rió amargamente. ¿Confesar? ¿Y que me quemen viva en la plaza? No, damaso. No he sobrevivido
00:46:57tantos años para entregar mi nombre así. Él dio un paso más cerca. Su voz baja como un susurro de
00:47:03amenaza. Entonces alguien más lo hará por ti. Victoria lo miró fijamente, respirando con dificultad.
00:47:08¿Mercedes? ¿Es ella quien te envía? Mercedes solo busca redención. Yo busco justicia. Un ruido en el
00:47:15pasillo los interrumpió. Damaso desapareció entre las sombras, como si nunca hubiera estado allí.
00:47:21Isabel entró con una bandeja de té y se detuvo al ver el rostro demudado de su señora. ¿Está bien,
00:47:26doña Victoria? Parece haber visto un fantasma. Victoria sonrió con dureza. Quizá eso mismo he visto.
00:47:32Esa noche, José Luis reunió a un grupo de hombres para abrir el pozo viejo. El barro se mezclaba con la
00:47:37lluvia y cada golpe de azada retumbaba como un latido en el corazón de la duquesa que observaba
00:47:43desde la ventana. Mercedes llegó de improviso a su lado. Te advertí que esto sucedería. No hay mentira
00:47:49que dure para siempre. Victoria no contestó. Solo apretó los puños. Abajo, uno de los obreros gritó.
00:47:55¡Algo aquí abajo! José Luis bajó la linterna. En el fondo del pozo había un cofre pequeño, oxidado por
00:48:01los años. Lo abrieron frente a todos. Dentro, entre trapos mojados, una figura de madera envuelta en
00:48:07oro viejo. La talla original. Los hombres contuvieron el aliento. José Luis levantó la mirada
00:48:12hacia Victoria. ¿Aún crees que esto es una coincidencia? La duquesa no pudo responder. El
00:48:18agua de la lluvia corría por su rostro como lágrimas. Mercedes susurró, sin apartar los ojos del pozo.
00:48:24Ahora el valle sabe a quién ha estado sirviendo todo este tiempo. El hallazgo se esparció por todo
00:48:30valle salvaje antes del amanecer. Los campesinos hablaban del milagro del pozo. Los sirvientes
00:48:35temblaban ante la furia que se avecina. Y la duquesa permanecía encerrada en su cuarto,
00:48:41escribiendo una carta con mano temblorosa. Era una confesión, pero también una petición de piedad.
00:48:47La firmó con tinta negra y la guardó en un sobre lacrado. Sabía que si caía en las manos de José Luis,
00:48:53su vida estaría acabada. Pero quizás su alma se salvaría. En ese instante, las campanas del valle
00:48:59anunciaron el nuevo día, uno que traería el juicio de todos. Mientras tanto, Alejo llega a la casa
00:49:05grande y se presenta directamente en el despacho de su padre. Entra sin pedir permiso, con expresión
00:49:11decidida. José Luis, Victoria y don Hernando lo miran sorprendidos. Padre, dice Alejo con voz firme,
00:49:17tenemos que hablar. José Luis frunce el ceño. Alejo, no es el momento. Sí es el momento, insiste Alejo.
00:49:24Es sobre Luisa y sobre Tomás y sobre la talla robada. El silencio que sigue es ensordecedor.
00:49:30Todos los ojos están puestos en Alejo, esperando, temiendo lo que está a punto de decir. Alejo
00:49:36respira profundamente. Luisa no tuvo nada que ver con el robo. Tomás la presionó, la amenazó,
00:49:42la obligó a ayudarlo. Pero ella es inocente. José Luis lo mira con dureza. ¿Y cómo sabes tú eso?
00:49:48Porque ella me lo contó, responde Alejo, porque confió en mí. Y ahora yo estoy aquí,
00:49:54defendiéndola. Victoria siente que la situación se le está escapando de las manos. Si Alejo sigue
00:49:59hablando, si sigue revelando información, todo su castillo de naipes podría derrumbarse. Pero antes
00:50:04de que Victoria pueda intervenir, Mercedes entra también al despacho. Su presencia es imponente,
00:50:10autoritaria. José Luis, dice con voz clara, necesito hablar contigo, a solas. José Luis la mira
00:50:16con sorpresa. Mercedes, esto tendrá que esperar. No puede esperar, insiste Mercedes. Es sobre la talla
00:50:23y sobre Victoria. Victoria siente que el pánico la invade. ¿De qué estás hablando, Mercedes? Pregunta
00:50:29con voz temblorosa. Mercedes la mira directamente a los ojos. Creo que sabes exactamente de qué estoy
00:50:34hablando. Y en ese momento, todo estalla. Las acusaciones vuelan. Las voces se elevan. Las emociones
00:50:41se desbordan. José Luis exige respuestas. Victoria intenta defenderse. Alejo sigue insistiendo en la
00:50:47inocencia de Luisa. Mercedes revela secretos que había guardado durante años. Y don Hernando observa
00:50:53todo con una sonrisa satisfecha, como si estuviera disfrutando del espectáculo. Y mientras todo este
00:50:58caos se desarrolla en la casa grande, en la casa pequeña, Luisa está sola en la cocina, esperando.
00:51:05Esperando a que Alejo regrese. Esperando a saber cuál será su destino. Esperando a descubrir si todo
00:51:11lo que ha vivido, todo lo que ha sufrido, habrá valido la pena. Pepa entra en la cocina y se sienta
00:51:17junto a ella. ¿Estás bien? Pregunta con voz suave. Luisa niega con la cabeza. No lo sé, Pepa. No sé si
00:51:23estaré bien alguna vez. Pepa le toma la mano. Estarás bien. Porque eres fuerte. Porque eres valiente.
00:51:29Y porque tienes a Alejo. Y él haría cualquier cosa por ti. Luisa sonríe tristemente. Lo sé. Y eso es
00:51:35lo que me asusta. Que él arriesgue todo por mí. Pepa le aprieta la mano. Eso es el amor, Luisa.
00:51:41El amor verdadero. Y ustedes lo tienen. En la casa grande, la reunión finalmente termina. José Luis
00:51:47ha tomado una decisión. Va a investigar a fondo todo lo relacionado con Tomás. Con la talla. Con
00:51:53las acusaciones de Mercedes contra Victoria. Y no descansará hasta que la verdad salga a la luz.
00:51:58Victoria sale del despacho con paso apresurado, sintiendo que las paredes se están cerrando a su
00:52:03alrededor. Necesita un plan. Necesita una estrategia. Necesita encontrar la manera de salir de esto sin que
00:52:10todo se derrumbe. Y mientras Victoria planea su siguiente movimiento, Damaso observa desde la
00:52:15sombra. Ha estado escuchando todo. Ha estado esperando el momento perfecto para actuar. Y
00:52:20ese momento está cada vez más cerca. En la capilla, esa misma noche, Victoria vuelve a arrodillarse ante
00:52:26el altar. Necesita paz. Necesita claridad. Necesita respuestas. Pero lo único que encuentra es más
00:52:32confusión. Más miedo. Más desesperación. Y entonces, escucha de nuevo esos pasos detrás de
00:52:38ella. Esos pasos que ahora reconoce. Esos pasos que la llenan de terror.
00:52:43Has tenido tiempo, Victoria, dice la voz de Damaso. Pero se te acabó. Victoria cierra los ojos, sintiendo
00:52:49que todo está perdido. ¿Qué vas a hacer? Susurra. Damaso se acerca a ella, arrodillándose a su lado.
00:52:55Voy a hacer lo que debí hacer hace mucho tiempo. Voy a decir la verdad. Toda la verdad.
00:52:59Victoria abre los ojos y lo mira con desesperación. Por favor, Damaso. Por favor, no lo hagas. Damaso
00:53:06la mira con expresión inescrutable. Es demasiado tarde, Victoria. Demasiado tarde. Y con esas
00:53:12palabras, todo el futuro de Valle Salvaje, todo el destino de sus habitantes, está a punto de
00:53:17cambiar para siempre. El amanecer llegó sin canto de pájaros. Una bruma baja, lechosa, cubría los
00:53:23prados como una sábana de hospital. El valle respiraba hondo, como si antes del primer toque de
00:53:29campanas, todos contuvieran el aire a la vez. Fue entonces cuando golpearon las puertas.
00:53:34Los aldabones retumbaron en la casa pequeña y casi al mismo tiempo, en la casa grande.
00:53:39Eran golpes firmes, acompasados, el tamborileo de los destinos que no admiten aplazamientos.
00:53:45Pepa fue la primera en abrir en la casa de los Salcedo. Llevaba el cabello recogido a toda
00:53:49prisa y los ojos aún húmedos de una noche sin sueño. Al otro lado, dos hombres con tabardo
00:53:55oscuro y la cruz de Santiago bordada en el pecho, aguardaban, acompañados por un escribano con
00:54:00cartera de cuero. Por orden del corregidor, anunció el de más edad, la Santa Hermandad requiere a Martín
00:54:06de la Cruz para declarar en la pesquisa del robo de la talla y otros agravios conexos. Pepa sintió
00:54:12que la sangre le huía de las manos. Se volvió sin poder articular palabra. Martín, que ya estaba
00:54:17vestido, apareció al fondo del corredor. Tenía el rostro pálido, pero no temblaba. Caminó hacia la puerta
00:54:23con una tranquilidad que no era natural en un muchacho de su edad, quizá porque ya lo había
00:54:28perdido casi todo antes. «No os resistáis», dijo el mismo alguacil. «Sois reclamado para testificar.
00:54:34Si cooperáis, os será contado a favor». «¿Cooperaré?», respondió Martín, posando la mirada en Pepa.
00:54:40«Pero no he hecho nada». Pepa le tomó el rostro entre las manos. «No digas nada sin Alejo»,
00:54:45atinó a susurrar. «Él hablará por ti». «Alejo», repitió Martín, con una sombra de gratitud en la voz.
00:54:51Sí. Matilde, que había pasado la noche en vela junto a Isabel, llegó corriendo desde la cocina
00:54:56con el delantal a un puesto. «Un momento», dijo interponiéndose. «Este muchacho no puede ser
00:55:01tratado como un ladrón». «No ante mis ojos. Llevadle, si debéis. Pero que conste que respondo
00:55:06por él». El escribano alzó la pluma. «¡Consta!», dictó, y la pluma dejó un trazo apenas audible
00:55:12sobre el pergamino. Los hombres no manearon a Martín. Fue él quien, con un último abrazo a Pepa y un gesto de
00:55:19gratitud a Matilde, cruzó el umbral por su propio pie. Afuera, un caballo esperaba ensillado para el
00:55:25trayecto corto hasta la Casa Grande, donde el duque había ordenado centralizar la diligencia. En la Casa
00:55:30Grande, el rumor de los pasos llenaba las galerías. José Luis había mandado a Francisco disponer la
00:55:36sala de armas para la recepción de la hermandad. Deseaba aquella solemnidad de madera, hierro y
00:55:42tapices, como si el peso del cuarto otorgara a su mandato un blindaje moral. Victoria, erguida junto a una
00:55:49ventana, observaba el jardín con el rostro de cera. Bajo la bata, las manos le sudaban. «¡Excelencia!», anunció
00:55:56Francisco. «Llegan los hombres del corregidor. Que pasen», ordenó José Luis, sin apartar la vista de un mapa
00:56:02del valle extendido sobre la mesa. Entraron los alguaciles con respeto sobrio. Tras ellos, el escribano,
00:56:08que hizo una leve venia antes de hablar. «Señor Duque, a requerimiento de vuestra merced se ha abierto
00:56:13diligencia. Traemos a Martín de la Cruz para testificar en presencia de las partes y recoger
00:56:18declaración de cuantos fueran menester. Que aguarde en el cuarto de guardia», dijo José Luis. «Comenzaremos
00:56:24con él y con Tomás, cuando el galeno lo permita». Victoria dio un paso al frente, impecable en su
00:56:30máscara. «Ruego que las mujeres de la casa permanezcan al margen», puntualizó. «No es asunto para oídos de
00:56:37damas. Hoy no hay márgenes, Victoria», replicó el duque. «Hoy hay verdad, y la verdad no distingue
00:56:43de oídos». La duquesa quiso responder, pero cayó al ver entrar a Mercedes. La hermana de Pilara cruzó
00:56:49el salón en silencio, sosteniendo la mirada de José Luis como quien sostiene un espejo. Llevaba en
00:56:54el bolsillo el sobre lacrado que había escrito la noche anterior. No lo tocó. «Estoy aquí», dijo
00:57:00simplemente. «Si han de hacer preguntas sobre mí, no enviaré recados, responderé yo». El escribano tomó nota.
00:57:06Era un hombre que no desperdiciaba tinta. Al otro lado del patio, en el cuarto de guardia,
00:57:11Martín aguardaba sentado, los antebrazos apoyados sobre las rodillas. Oyó una carrera en el corredor.
00:57:17Era Alejo. Entró sin protocolo. Se inclinó sobre él y lo abrazó con fuerza. «No estás solo»,
00:57:23dijo entre dientes. «Escúchame, no firmes nada. Hablaré primero con el escribano, luego con mi padre.
00:57:29Diré lo que deba decirse para que se oiga lo que importa». «Gracias, señorito Alejo»,
00:57:33respondió Martín. Y el señorito sonó a hermano. Poco después, llegó Luisa, con las manos aún manchadas
00:57:39de harina. Isabel intentó detenerla en la puerta, pero la muchacha la sorteó sin violencia, sin pedir
00:57:45permiso. «Martín», murmuró. «No les des tu miedo. Dales tu verdad. Mira a los ojos cuando te
00:57:52pregunten. ¿Cómo haces cuando amas a tu hermana?» Martín asintió. Ese gesto sencillo tuvo el efecto
00:57:58de ponerle un hueso al valor. A media mañana, Tomás recuperó el sentido en el sótano. Atanasio estaba
00:58:04junto al camastro, con una lámpara de aceite y un tazón de caldo que ya se enfriaba. «No voy a
00:58:09torturarte», dijo Atanasio, adelantándose a cualquier fantasía. «Solo necesito que hables claro cuando
00:58:14subas. Yo ya no estoy para medias sombras». Tomás lo observó a través de la fiebre. «¿Vos?»,
00:58:20balbuceó. «¿Vos también tenéis cuentas con esa casa?». «Con los hombres, Tomás», replicó Atanasio con
00:58:26cansancio. «No con las piedras. Hoy a los hombres les pesan sus actos». Tomás cerró los ojos un
00:58:32segundo. Cuando volvió a abrirlos, no había astucia en ellos. «Sólo un hombre vencido que
00:58:37calculaba lo que podía recuperar a cambio de lo perdido. Diré lo que sé», se dio. «Pero no fui
00:58:42yo quien eligió el pozo». «Lo sé», dijo Atanasio. «¿Y otros?», también lo empezarán a saber. La diligencia
00:58:48comenzó en la sala de armas con un rezo breve. No era devoción, era formato. El escribano leyó las
00:58:54fórmulas iniciales. Los alguaciles, de pie, a cada lado de la puerta. José Luis presidía sin
00:58:59sentarse. A su derecha, Mercedes. Un poco más atrás, Rafael y Adriana en discreto apoyo. Irene,
00:59:06rígida, alejo, inflamado de una vehemencia que la prudencia no terminaba de domesticar.
00:59:12Victoria no quiso ocupar el lugar de honor, pero tampoco se ocultó. Se quedó a la izquierda,
00:59:17al borde de la luz. «Traigan a Martín de la Cruz», ordenó el duque. Martín entró y se detuvo en el
00:59:23centro. Las manos visibles, la nuca erguida. El escribano tomó su nombre, su oficio y su
00:59:29residencia. Comenzaron las preguntas. ¿Dónde estaba la noche del robo? ¿A quién vio? ¿Qué oyó?
00:59:35Martín respondió con rectitud, sin adorno. Dijo que había visto luces en el ala norte,
00:59:41a una hora impropia, que oyó pasos precipitados en la escalera que daba a la alcoba de Doña Victoria,
00:59:46que al día siguiente le ordenaron limpiar barro del saguán interior.
00:59:49«¿Quién nos dio esa orden?», preguntó el escribano. Martín tragó saliva. «Isabel». Hubo
00:59:55un murmullo en la sala. La haya inclinó la cabeza, sin descomponerse. «¿Y algo más,
01:00:00muchacho?», preguntó José Luis, midiendo cada sílaba. «Sí, excelencia», dijo Martín. «Hallé junto
01:00:06al saguán un retal de tela fina con olor a azahar y alcanfor. No es del servicio. Se guarda ese olor en
01:00:12los armarios de las damas principales». El escribano anotó. Y la tinta, de pronto, sonó honda. «Basta por
01:00:18ahora», dijo el duque. «Traigan a Tomás». Tomás subió amparado por dos hombres. Tenía el vendaje
01:00:24fresco y los labios ásperos de desierto. Lo colocaron frente a todos. Miró a Mercedes, luego a
01:00:30Victoria y luego al duque, como si midiera la densidad del aire antes de hablar. «Robasteis la
01:00:35talla», dijo el escribano, transformando el mundo en un verbo. «¿Con quién?». Tomás respiró hondo. «Con
01:00:41nadie», comenzó. Pero la mirada de Atanasio, cansada, inapelable, lo desmintió. «No con
01:00:48nadie», se corrigió. Recibí el encargo de entrar por la escalera del ala norte. La puerta
01:00:53no estaba cerrada por dentro. Alguien la dejó a media. No vi el rostro. Vi la mano. Llevaba
01:00:58un anillo con iniciales. «¿Cuáles?», disparó José Luis. «G y A entrelazadas». Un golpe seco,
01:01:04sin venir de ninguna parte. Pareció atravesar el salón. El sello de la casa. El anillo de los
01:01:09Galvez de Aguirre, reproducido en sortijas de familia. Rafael cerró los ojos un instante. Alejo
01:01:15apretó los puños. Irene se llevó los dedos al rosario. José Luis no se movió. «¿Y la talla?»,
01:01:20continuó el duque. «La partí al huir», dijo Tomás. El golpe la abrió. Dentro había un hueco,
01:01:26un papel engrasado. No alcancé a leerlo. Al salir, me corté la pierna. Llegó una mujer. Me dijo que si
01:01:33quería vivir, le entregara lo que llevaba. Lo hice. Ella tomó la pieza y desapareció por el jardín.
01:01:38«¿Quién era esa mujer?», preguntó el escribano. Tomás tragó saliva. Miró de soslayo a Mercedes.
01:01:44Sus ojos buscaron un asidero. No lo hallaron. «Parecida a la señora Mercedes», dijo al fin.
01:01:49«Pero no puedo jurarlo». Mercedes levantó la barbilla. «Yo no fui», dijo sin pedir turno.
01:01:54«Se hará constar», respondió José Luis. «Seguid». Luego, continuó Tomás. Volví a la cabaña.
01:02:00Quise recomponer lo roto. No pude. Me hallaron. «¿Y el pozo?», preguntó José Luis.
01:02:04«¿Quién lo nombró?». «No yo», respondió Tomás. «Lo conocían otros antes que yo». El escribano dejó la
01:02:10pluma. La sala parecía haber perdido color. Afuera, la bruma empezaba a levantar como si
01:02:14alguien tirase suavemente de una cortina. «Basta», dijo el duque. «Por ahora». El receso fue breve.
01:02:21Los hombres salieron a beber agua. Las damas no se movieron. Victoria, inmóvil, miraba el jardín.
01:02:26Parecía una estatua templada por la lluvia. Entonces, desde la arcada de piedra,
01:02:31una silueta distinta se recortó en el pálido sol del mediodía. No era criado ni alguacil ni
01:02:36invitado. Era sombra que andaba con determinación de vivo. Damaso atravesó el patio como si cada
01:02:42losa recordara sus pasos. Francisco lo vio primero y, por un instante, creyó que sus ojos le hacían
01:02:48traición. No hicieron. Abrió la boca para dar una voz, pero la voz no salió. Mercedes, en el umbral,
01:02:55palideció. Victoria retrocedió sin moverse. «El muerto», susurró Irene, sin saber que lo decía.
01:03:01Damaso no buscó dramatismos. Se detuvo al pie de la escalera y habló con el tono de quien anuncia
01:03:06la cuenta final. «No os molestéis en seguir cavando pozos», dijo. «Si queréis verdad,
01:03:11oídla de boca de quien la oyó antes de marcharse. La talla que buscáis fue cambiada hace años. El
01:03:17secreto que guardaba no es de ayer. Y el papel que Tomás no leyó pone nombre a una herencia que no
01:03:23habéis querido mirar». El aire cambió de peso. José Luis descendió un peldaño. «¿Quién sois?»,
01:03:29preguntó, aunque ya lo sospechaba por el estremecimiento en la nuca de Victoria. «¿A
01:03:33quien disteis por muerto?», respondió el recién llegado. «¿A quien cayó para que no ardiera este
01:03:38valle? Y que hoy ha decidido dejar de callar». Mercedes dio un paso. «Damaso», dijo. «Y el
01:03:44nombre se quebró como cristal fino». Él la miró. Y fue un instante demasiado largo. Luego,
01:03:49alzó el sobre que traía en la mano. «Lacre quebrado. Papel veterano». «Esto no
01:03:54pertenece a ninguna alcoba de damas», anunció. «Pertenece a la justicia». El escribano,
01:03:59que jamás había perdido la compostura ante los caprichos de los señores, se adelantó con un
01:04:04respeto nuevo, casi devoto. Tomó el papel como si tomara un niño de brazos. Iba a leer,
01:04:09pero se contuvo, hasta que el duque asintió. José Luis asintió. Era un gesto pequeño que cambió la
01:04:15historia. «Yo, Evaristo Salcedo de la Cruz», comenzó la voz del escribano. «Firme,
01:04:20declaro que las tierras y aprovechamientos del valle, que en vida administré». El corazón de
01:04:26Victoria se convirtió en tambor. Adriana apretó la mano de Rafael. Alejo miró a Luisa como quien
01:04:32recuerda que ama en el momento más difícil. Matilde juntó las palmas. Isabel cerró los ojos
01:04:37un segundo, pidiendo algo que tal vez no creía merecer. «Deberán pasar. A mi muerte, a manos de».
01:04:43El escribano alzó la vista, talando el silencio. Mercedes de la Cruz, por ser la única a quien
01:04:49reconozco equidad. Juicio y corazón para no convertir estas tierras en botín de caciques.
01:04:54Nadie habló. Nadie respiró. La campana de la capilla, sin estar tocada, pareció colgar más
01:04:59baja. El valle, por primera vez en muchos años, oyó su propio latido. «Esto es falso»,
01:05:05alcanzó a decir Victoria, pero su voz no tuvo sitio donde posarse. Damas o negó. «El sello
01:05:10es el de Evaristo. La caligrafía, la suya. El hueco de la talla lo guardó. Vuestra copia
01:05:16jamás pudo tenerlo». José Luis no miró a nadie. Miró el documento. Miró, luego,
01:05:21a Mercedes. Y por primera vez desde la muerte de Pilara, sus ojos no tenían ira, sino una
01:05:26especie de hambre de absolución. «La diligencia continuará», dijo, y su voz, aunque baja,
01:05:31no admitía réplica. Pero desde este instante, nadie tocará a Martín. Nadie mancillará el
01:05:37nombre de quien hoy se gana el derecho a ser oído. Y nadie se volvió, por fin, hacia Victoria.
01:05:42Volverá a esconder papeles en imágenes, sin mi venia. El escribano guardó el testamento en la
01:05:47cartera con un ademán ritual. Los alguaciles cambiaron el peso de pierna, como hombres conscientes
01:05:52de estar en medio de algo que luego contarían a sus hijos como si hubiera sido sueño. Damas o se
01:05:57apartó un paso, no para desaparecer, sino para ocupar, por fin, su sitio entre los vivos. La bruma,
01:06:03allá afuera, empezaba a disiparse. No era milagro. Era mañana. Esa tarde, cuando el sol,
01:06:09tímido, rozó las piedras de la escalera con una caricia oblicua. Mercedes subió sola a la capilla.
01:06:16No rezó. Abrió la palma sobre el banco y sintió bajo los dedos las astillas del viejo barniz. Dijo
01:06:22en alto, sin dirigirse a nadie y a todos. El valle no arderá. No otra vez. Detrás de ella,
01:06:28sin ruido, una sombra se detuvo en el umbral. No era amenaza. Era promesa de lucha. Era el juicio
01:06:35que, a fuerza de amaneceres, finalmente había llegado. Y así termina este intenso capítulo
01:06:41de Valle Salvaje, lleno de secretos, traiciones, amor, dolor y, sobre todo, verdades que ya no pueden
01:06:48seguir ocultas. Damas o ha regresado con una misión. Victoria está al borde del colapso. Luisa y Alejo
01:06:54luchan por su amor. Martín debe abandonar el valle. Bárbara ha despertado. Y todo el mundo está a punto
01:07:00de descubrir las mentiras que han sostenido este lugar durante tanto tiempo. ¿Crees que Victoria
01:07:05merece pagar por todo lo que ha hecho? ¿O piensa que merece una segunda oportunidad? ¿Qué nota del
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