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La Promesa Capítulo 686 Completo EnglishMovie cdrama drama engsub chinesedramaengsub movieshortfull
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00:00Petra enferma y Martina sospecha del varón. El capítulo 683 de La Promesa, jueves, 25
00:12de septiembre, pone al palacio en tensión creciente. La desaparición de Catalina sigue
00:20marcando a todos, mientras Martina sospecha que el varón de Valladares guarda un oscuro
00:24secreto, aunque Jacobo le ruega olvidar. Lope y Vera temen las consecuencias del desayuno
00:32fallido cuando Cristóbal descubre lo ocurrido, y el marqués insiste en romper el compromiso
00:37de Ángela con Lorenzo, agotando la paciencia de Leocadia. En medio de todo, Petra empeora
00:46visiblemente, sus síntomas avanzan y la preocupación por su salud se convierte en un nuevo motivo
00:51de alarma. El sol del jueves 25 de septiembre se alzaba sobre La Promesa con una indiferencia
00:59cruel, pintando de oro los tejados y los vastos campos que se extendían hasta donde la vista
01:05se perdía. Pero dentro de los muros de piedra del palacio, la luz parecía incapaz de disipar
01:12las sombras que se habían anclado en los corazones de sus habitantes. El aire mismo parecía más
01:20pesado, denso con palabras no dichas y con el eco persistente de una ausencia que lo impregnaba todo,
01:26la de Catalina. Su marcha no había sido una simple partida, había sido un seísmo que había
01:34agrietado los cimientos de la familia Luján, y las réplicas seguían sintiéndose en cada pasillo,
01:39en cada conversación furtiva, en cada mirada perdida. Para algunos, como el marqués, era una
01:48herida abierta, un fracaso personal que le roía el alma. Para otros, como Cruz, era una victoria
01:57silenciosa, una espina menos en su costado. Pero para todos, sin excepción, era un recordatorio
02:06constante de que la promesa ya no era el refugio que una vez pretendió ser, sino una jaula de oro
02:12cuyas barras se estrechaban día a día. En el servicio, el trabajo continuaba con su ritmo
02:20monótono y exigente. Pero la energía había cambiado. Las risas eran más escasas, las conversaciones más
02:29cautelosas. El nombre de Catalina flotaba en el ambiente como un fantasma, una sílaba a punto
02:34de ser pronunciada que moría en los labios por miedo a avivar el dolor o, peor aún,
02:39a atraer la atención equivocada.
02:44La disciplina impuesta por el señorito Cristóbal se había vuelto férrea, un yugo de acero que no
02:49permitía el más mínimo desvío, y todos sentían su gélida presencia incluso cuando no estaba a la
02:54vista. Y en medio de este tapiz de tensiones y tristezas, nuevos hilos de inquietud comenzaban
03:03a tejer, enredándose unos con otros, creando un patrón de fatalidad que nadie, ni el más astuto
03:09ni el más inocente, podía prever en su totalidad. La duda de Martina y la calma del varón. Martina
03:18se encontraba frente al espejo de su habitación, pero no se veía a sí misma. No realmente,
03:26sus ojos, normalmente llenos de una chispa vivaz y desafiante, estaban velados por una
03:31niebla de confusión. Se pasaba una y otra vez la mano por la frente, como si intentara
03:40borrar un recuerdo borroso, una sensación escurridiza que se negaba a tomar forma.
03:44Su último encuentro con el varón de Valladares, Jacobo, antes de la partida de Catalina, era una
03:53mancha en su memoria, un fragmento de tiempo que no encajaba. Recordaba la conversación, o al menos
04:01partes de ella. Recordaba su tono afable, casi paternal. Recordaba el té que le había ofrecido,
04:10insistiendo en que le sentaría bien para calmar los nervios. Pero después, después todo se volvía
04:18difuso. No era un olvido completo, sino algo más siniestro. Una sensación de irrealidad, de haber
04:25estado presente en cuerpo pero no en mente. Había una laguna, un vacío inquietante justo en el corazón
04:33del recuerdo, y su instinto, esa voz interior que tantas veces había ignorado para su desgracia,
04:39le gritaba que algo andaba terriblemente mal.
04:45Se vistió con movimientos automáticos, eligiendo un vestido sin prestarle atención,
04:50y bajó a los jardines, buscando el aire fresco para aclarar sus pensamientos.
04:54El aroma de las rosas y la lavanda, que normalmente la calmaba, hoy parecía agudizar su ansiedad.
05:06Fue allí donde Jacobo la encontró, como si hubiera anticipado su tormento. Martina, querida.
05:15Paseando tan temprano, su voz era un bálsamo, suave y tranquilizadora. Se acercó a ella con esa
05:21sonrisa perfectamente calibrada que parecía disipar cualquier preocupación. Ella se giró,
05:29estudiándolo. A la luz de la mañana, parecía el perfecto caballero. Elegante, sereno, con una
05:36mirada que transmitía una profunda comprensión. Pero Martina ya no podía confiar en las apariencias.
05:44Varón, Jacobo, necesito hablar con usted. Dijo, su voz más firme de lo que se sentía.
05:51Por supuesto, niña, lo que desees. ¿Te preocupa algo? Pareces, distante. Lo estoy. Admitió ella,
06:01cruzándose de brazos.
06:05No puedo dejar de pensar en nuestra última conversación. En la biblioteca, antes de que
06:10Catalina se fuera. Jacobo ladeó la cabeza, su expresión era la de la más pura inocencia.
06:18Nuestra conversación, sí, la recuerdo. Intentaba consolarte, pobre criatura. Estabas destrozada
06:28por la decisión de tu prima. Es natural que te sientas así, no es eso, o no solo eso. Insistió
06:37Martina, frunciendo el ceño. Hay algo que no, que no recuerdo bien. Me siento como si una parte de
06:46esa tarde se hubiera borrado. Después de tomar el té que me sirvió, el varón soltó una risita suave y
06:54paternalista. Ah, el té, un simple té de manzanilla con un poco de miel. Te vi tan alterada que pensé
07:03que te ayudaría a relajarte. Quizás te relajó demasiado. Estabas agotada. Martina, emocionalmente
07:11exhausta. Es completamente normal que la mente, para protegerse, deje algunas cosas en la penumbra.
07:18En la penumbra, repitió ella, escéptica, Jacobo, yo no soy una niña asustadiza.
07:29Conozco mi propia mente, y le digo que algo ocurrió. Su mirada, había algo en su mirada que no era de
07:35consuelo. Y después, me sentí tan extrañamente somnolienta, tan dócil, no es propio de mí.
07:44Jacobo dio un paso más cerca. Su voz bajó a un susurro confidencial, casi hipnótico.
07:54Martina, escúchame con atención. Estás pasando por un momento muy difícil. La partida de Catalina
08:00ha sido un golpe terrible para ti. Quizás más que para nadie. Estabas muy unida a ella. Es lógico
08:08que busques explicaciones, que intentes encontrar un culpable, algo tangible a lo que aferrarte
08:13en medio de este caos. Y como hablamos justo antes, tu mente, de forma inconsciente, está
08:23creando un misterio donde no lo hay. Puso una mano sobre su hombro, un gesto que pretendía
08:31ser reconfortante pero que a Martina le provocó un escalofrío. Estás proyectando tu angustia
08:38en un recuerdo insignificante, un té, una conversación amable. ¿Qué mal podría haber
08:46en eso? Continuó él, su pulgar dibujando pequeños círculos sobre la tela del vestido
08:51de ella. Te estás torturando sin motivo. Lo mejor que puedes hacer, por tu propio bien,
08:59es olvidar. Olvidar ese momento y centrarte en el presente, en cómo sobrellevar esta pérdida.
09:08Olvidar, la palabra sonó agria en la boca de Martina. ¿Cómo puedo olvidar algo que
09:14mi propio cuerpo me dice que fue real? Siento que me falta una pieza del puzle, y no descansaré
09:20hasta encontrarla.
09:24A veces, querida, la pieza que falta es una que nunca existió. Dijo Jacobo, su sonrisa
09:30no vaciló, pero sus ojos se endurecieron por una fracción de segundo. Un destello gélido
09:35que confirmó, en lo más profundo del ser de Martina, que sus sospechas no eran infundadas.
09:43Él le estaba ocultando algo, y su insistencia en que olvidara no era un consejo, era una
09:48orden velada.
09:49Quizás tenga razón. Mintió ella, bajando la mirada para que él no viera la resolución
09:57que acababa de nacer en sus ojos.
10:02Quizás solo estoy cansada y confundida. Esa es mi niña sensata. Dijo él, apretándole el
10:08hombro con una familiaridad que a ella le revolvió el estómago.
10:11Ahora, respira hondo el aire de la mañana y deja que estas ideas oscuras se las lleve
10:19el viento.
10:22Es lo mejor para todos. Se alejó, dejándola sola con el aroma de las rosas y el peso de
10:28una certeza aterradora.
10:29No, no lo olvidaría. No podía, porque presentía que lo que había ocurrido en esa biblioteca
10:37no solo la afectaba a ella, sino que era una clave, una pieza fundamental para entender
10:42la red de intrigas que ahogaba a la promesa.
10:48Y Jacobo, el afable varón de Valladares, estaba en el centro de todo. La tormenta se cierne
10:54sobre la cocina. Mientras tanto, en las entrañas del palacio, en el ajetreado y normalmente
11:02cálido mundo de las cocinas, la temperatura había descendido varios grados.
11:10El desastre del desayuno de la mañana anterior era un fantasma que se negaba a desaparecer.
11:18No había sido un error catastrófico, no un incendio ni un envenenamiento, pero en el
11:23nuevo régimen de Cristóbal, los pequeños fallos se magnificaban hasta convertirse en
11:27crímenes capitales.
11:31Lope y Vera se movían por el espacio con una tensión palpable. Cada ruido de una cacerola
11:36al caer, cada portazo en la lejanía, les hacía dar un respingo.
11:43Habían intentado servir el desayuno con la precisión de un relojero suizo, pero todo lo
11:48que podía salir mal, salió mal. El café, por un descuido, se había quemado ligeramente,
11:57dejando un regusto amargo y acre. Las tostadas, bajo la atenta pero nerviosa supervisión de
12:05Vera, habían salido con un dorado desigual, unas pálidas y otras con los bordes carbonizados.
12:11Y para colmo, a Lope, en un momento de distracción mientras pensaba en la injusticia de la situación
12:19de Ricardo, se le había resbalado la jarra de la leche, derramando un pequeño pero escandaloso
12:25charco blanco sobre la inmaculada bandeja de plata.
12:31Habían limpiado el desastre a toda prisa, habían rehecho el café y seleccionado las tostadas menos
12:36ofensivas, rezando para que el señorito no lo notara. Pero la suerte no estaba de su
12:43lado. ¿Crees que se habrá dado cuenta? Susurró Vera mientras pelaba patatas con una concentración
12:49febril. Lope suspiró, pasando un paño por una superficie ya impoluta. Su rostro, normalmente
12:58animado y lleno de pasión por su oficio, estaba sombrío. Con nuestra suerte, Vera, no solo
13:06se habrá dado cuenta, sino que habrá mandado analizar el regusto del café a un laboratorio
13:11de París. Respondió con un humor negro que no logró ocultar su nerviosismo.
13:18Ese hombre lo ve todo. Tiene ojos en la nuca. No deberíamos haberle servido eso, Lope.
13:23¿Deberíamos haber empezado de cero, aunque tardáramos más? ¿Y que se quejara por el
13:32retraso? Replicó él.
13:36Con Cristóbal no hay forma de ganar. Hagas lo que hagas, está mal. Es como intentar apagar
13:41un fuego con gasolina.
13:45Solo busca una excusa, un motivo para, para demostrar que él manda. La conversación quedó
13:51suspendida en el aire cuando la puerta de la cocina se abrió con un chirrido lento y
13:55deliberado.
13:59No fue el entrar apresurado de un lacayo ni el paso cansado de la señora Simona. Era
14:04un paso mesurado, pesado, un paso que anunciaba poder.
14:10Cristóbal apareció en el umbral. No vestía su uniforme militar, sino un traje de día impecable,
14:15pero su porte era tan marcial y autoritario como siempre. Se quedó allí un momento, en
14:24silencio, dejando que su presencia llenara la estancia y aplastara el ánimo de los presentes.
14:32Sus ojos fríos recorrieron cada rincón de la cocina antes de posarse, como dos trozos
14:37de hielo, primero en López y luego en Vera.
14:42Buenos días, dijo, y las dos palabras sonaron como una sentencia. Señorito, murmuraron ambos
14:49a la vez, casi sin aliento.
14:53Cristóbal avanzó lentamente hacia la mesa central, pasó un dedo enguantado por la superficie
14:58de madera, lo inspeccionó en busca de polvo y, al no encontrarlo, emitió un sonido de desaprobación,
15:04como si la limpieza le ofendiera. Me ha llegado una queja. Comenzó, su voz era baja pero cortante,
15:14diseñada para obligarles a aguzar el oído. Una queja sobre el servicio de desayuno de esta
15:21casa. Curioso, ¿no es así? Siempre presumieron de la excelencia de la promesa. Parece que los
15:30estándares han... Decaído. López tragó saliva. Señorito, si ha habido algún problema, le pido
15:36disculpas.
15:40¿Fue un pequeño, pequeño? Le interrumpió Cristóbal, alzando una ceja. ¿Llama usted pequeño a un café
15:47que sabe a carbón? ¿A unas tostadas que podrían servir de arma arrojadiza? ¿A una presentación
15:52que delataba prisa y descuido? Vera sintió que las piernas le temblaban. Quería hablar,
15:59defenderse, pero el miedo le había sellado los labios.
16:06Yo, yo fui la responsable de las tostadas, señorito. Logró decir finalmente, su voz un hilo
16:12tembloroso. La culpa es mía. Cristóbal giró su cabeza lentamente hacia ella. La miró de arriba
16:21abajo con un desdén que la hizo sentirse diminuta. Ah, sí, la culpa es suya, qué valiente. ¿Y el
16:30café, cocinero? ¿También fue culpa de la doncella? ¿O quizás la jarra de leche decidió suicidarse
16:36espontáneamente sobre la bandeja? No, señorito, la responsabilidad es mía. Soy el jefe de cocina.
16:46Dijo Lope, dando un paso al frente para proteger a Vera.
16:52Cualquier error que salga de esta cocina es, en última instancia, culpa mía. Admiro su sentido
16:58del honor, Lope. De verdad que sí, dijo Cristóbal con un sarcasmo venenoso. Pero el honor no llena
17:07el estómago de mi padre ni mantiene la reputación de esta casa. Lo que yo exijo es competencia,
17:15disciplina, perfección, y ustedes dos, ayer, me demostraron que carecen de las tres.
17:21El silencio que siguió fue atronador. Lope y Vera esperaban el grito, el castigo inmediato.
17:32Pero Cristóbal era más cruel. Disfrutaba del suspense, de ver el terror crecer en los ojos
17:37de sus víctimas. Esto no puede volver a ocurrir. Continuó, su voz ahora un siseo peligroso. La
17:47promesa está bajo mi supervisión ahora, y no toleraré la mediocridad. Ni la incompetencia,
17:54ni el más mínimo fallo. Cada plato, cada taza de café, cada miga de pan que salga de esta cocina
18:00debe ser un ejemplo de perfección. Está claro. Sí, señorito. Respondieron al unísono. Bien.
18:10¿Por qué si vuelve a ocurrir un incidente como el de ayer? Las consecuencias no serán una simple
18:18reprimenda. Serán, ejemplares, para que todos en esta casa, desde el mayordomo hasta el último mozo,
18:25entiendan cuál es el nuevo orden. Se dio la vuelta con la misma lentitud deliberada con la que había
18:33entrado. En la puerta, se detuvo y, sin girarse, añadió. Y para que empiecen a entenderlo, hoy
18:43comerán lo que sobró del desayuno de ayer. El café quemado y las tostadas carbonizadas.
18:51No se tirará nada. En esta casa no hay lugar para el despilfarro. Ni de comida, ni de confianza.
18:57Y con eso, se fue. Lope y Vera se quedaron inmóviles, el eco de sus palabras resonando
19:05en la cocina. No era un castigo físico, pero era algo peor. Una humillación profunda,
19:14un recordatorio constante de su precariedad y de la tiranía bajo la que ahora vivían.
19:21La calma que habían intentado mantener se había hecho añicos. Y en su lugar solo quedaba un miedo
19:26frío y la certeza de que las consecuencias, las verdaderas consecuencias, sólo acababan
19:32de empezar a vislumbrarse. La terquedad de Leocadia y la desesperación del marqués. En
19:40el ala noble del palacio, otra batalla se libraba, una de voluntades tan antiguas y sólidas
19:45como los muros que los rodeaban. Alonso, el marqués de Luján, se sentía un extranjero
19:53en su propia casa. Despojado de su autoridad por su propio hijo y ahora enfrentado a un
19:59muro de intransigencia por parte de una invitada, sentía que el control de su vida y de su familia
20:04se le escapaba como arena entre los dedos.
20:09Su objetivo era claro y, a su juicio, justo, anular el compromiso entre su sobrino Lorenzo
20:15y la joven Ángela, la hija de Leocadia. Consideraba a Lorenzo un hombre sin escrúpulos, un cazafortunas
20:24capaz de cualquier cosa por dinero, y la idea de que una joven inocente como Ángela cayera
20:29en sus redes le resultaba insoportable.
20:34Pero Leocadia, una mujer de carácter recio y convicciones inamovibles, no estaba dispuesta
20:39a ceder. Los encontró a solas en el salón de fumar, donde Leocadia revisaba unas cuentas
20:48con una concentración feroz. Alonso entró con una determinación renovada, habiendo pasado
20:55la noche en vela buscando nuevos argumentos, nuevas formas de persuadirla.
20:59Leocadia, por favor, concédeme cinco minutos. Comenzó, su tono era una mezcla de súplica
21:09y autoridad.
21:13Ella levantó la vista de sus papeles, sus ojos pequeños y astutos lo evaluaron con frialdad.
21:21Alonso, creo que ya hemos hablado de este tema hasta la saciedad. Mi decisión está tomada.
21:27Ángela se casará con Lorenzo. Es un buen partido para ella y para nuestra familia.
21:36Un buen partido, replicó Alonso, acercándose a ella. Leocadia, por el amor de Dios, abre
21:42los ojos.
21:46Lorenzo no quiere a tu hija. Solo quiere su dote, su fortuna. ¿No lo ves? Es un buitre que rodea
21:52a su presa. Veo a un capitán del ejército, un hombre con un título y una posición, que
21:59ha mostrado interés en mi hija. Contestó ella, su voz imperturbable.
22:07En estos tiempos, eso es más de lo que muchas jóvenes pueden esperar. El amor es un lujo,
22:13Alonso.
22:13La seguridad y el estatus son una necesidad. Pero está sacrificando su felicidad. La voz
22:22de Alonso se elevó, cargada de frustración.
22:27He visto cómo la mira Lorenzo. No hay afecto en sus ojos, solo cálculo. Y he visto cómo
22:32Ángela lo mira a él, con miedo.
22:34¿Es eso lo que quieres para tu única hija? ¿Una vida de temor y desdicha al lado de
22:41un hombre que solo la ve como una cuenta bancaria?
22:47Tú no sabes nada de lo que mi hija necesita. Espetó Leocadia, golpeando la mesa con la palma
22:53de la mano.
22:56Yo la he criado sola, la he protegido de todo y de todos. Y sé que este matrimonio es lo
23:02mejor para ella. Lorenzo le dará un nombre, una posición social que yo, con todo mi esfuerzo,
23:10nunca podré darle.
23:14La protegerá, la devorará, gritó Alonso, desesperado. Te lo ruego, Leocadia, como amigo,
23:21como anfitrión, como hombre que se preocupa por el bienestar de esa niña.
23:25Rompe este compromiso. Aún estás a tiempo. Podemos encontrarle a Ángela un pretendiente
23:33mucho mejor. Un hombre de bien que la quiera y la respete.
23:39La insistencia del marqués, lejos de ablandar a Leocadia, estaba empezando a erosionar su paciencia,
23:45a raspar una capa de cortesía ya muy delgada para revelar la roca obstinada que había debajo.
23:50Un hombre de bien, como tú, Alonso, dijo ella con un deje de veneno en la voz.
24:00Un hombre que no ha sido capaz de mantener el control de su propia casa, que ha permitido
24:04que su hijo le usurpe y que su hija se marche.
24:10No estoy segura de que estés en posición de dar lecciones a nadie sobre cómo proteger
24:14a su familia. El golpe fue bajo y certero. Alonso palideció. La mención de Catalina
24:23y Cristóbal le dolió más que una bofetada.
24:28Eso no es justo, Leocadia. La vida no es justa, Alonso. Y estoy cansada de esta conversación.
24:35Cansada de tu insistencia, de tus dramas y de tus advertencias apocalípticas, se levantó
24:44su menuda figura irradiando una autoridad inflexible.
24:50El compromiso sigue en pie, la boda se celebrará, y te agradecería, por el bien de nuestra convivencia
24:56en esta casa, que no volvieras a mencionar este asunto.
24:59Estoy harta de escucharte. Salió del salón con un portazo que retumbó en el corazón
25:06de Alonso.
25:10Él se quedó allí, de pie, en medio de la habitación silenciosa, sintiendo el amargo
25:15sabor de la derrota.
25:19No era sólo la terquedad de Leocadia lo que le dolía, era la impotencia. La terrible sensación
25:25de ver una injusticia a punto de cometerse y ser incapaz de detenerla.
25:31Y con cada puerta que se le cerraba, el marqués de Luján se sentía un poco más pequeño, un
25:36poco más irrelevante en el gran teatro de la promesa.
25:42El purgatorio de Ricardo. Lejos de las intrigas de los nobles, en el mundo del servicio, Ricardo
25:48vivía su propio infierno personal. La caída había sido vertiginosa y brutal. De ser el
25:56respetado mayordomo, el hombre que movía los hilos del servicio con una eficiencia implacable,
26:02había pasado a ser un simple mozo. Un fantasma con librea que realizaba las tareas más ingratas
26:09bajo la mirada vigilante y a menudo despectiva de sus antiguos subordinados. Aquella mañana
26:17le había tocado limpiar y abrillantar las botas de los señores. Estaba arrodillado
26:21en el suelo de piedra de la sala de botas, un lugar frío y húmedo, con el olor a cuero
26:26y betún impregnando el aire. Sostenía en su mano una de las botas de montar del capitán
26:34de Luján, y mientras aplicaba la cera con movimientos circulares y mecánicos, su mente
26:39era un torbellino de culpa y arrepentimiento. Cada gesto, cada tarea humillante, era un recordatorio
26:47de sus errores. Se culpaba por todo.
26:53Por su ambición desmedida, por haber confiado en el inglés que le prometió una vida mejor
26:58para él y para Pía. Por haber traicionado la confianza del marqués. Pero, sobre todo,
27:06se culpaba por la marcha de Pía. Su ausencia era un dolor físico, una presión constante
27:14en el pecho que a veces le dificultaba respirar. La echaba de menos con una intensidad que lo
27:22consumía. Echaba de menos su sonrisa, su sensatez, el calor de su mano, la forma en
27:28que su sola presencia lograba anclarlo y darle un propósito.
27:34Sin ella, se sentía a la deriva, un barco sin timón en medio de una tormenta perfecta.
27:42Miró su reflejo distorsionado en el cuero brillante de la bota. Vio a un hombre derrotado.
27:47Las líneas de preocupación en su frente se habían acentuado, sus hombros estaban encorvados
27:55por el peso de la vergüenza, y en sus ojos había una tristeza profunda, casi insondable.
28:03Se había convertido en aquello que siempre había despreciado, un fracasado. Un don nadie.
28:11Recordaba sus conversaciones con Pía, sus sueños de una vida juntos, lejos de la promesa,
28:16con su pequeño hijo. Un futuro que él mismo había destrozado. ¿Dónde estaría ella ahora? ¿Estaría a
28:26salvo? ¿Pensaría en él? La idea de que pudiera odiarlo era una daga que se le clavaba en el corazón
28:31una y otra vez. Salvador entró en la sala y se detuvo al ver a Ricardo en el suelo. Hubo un momento
28:40de silencio incómodo entre los dos hombres. A pesar de sus pasadas rencillas, ver al antiguo
28:48mayordomo en esa posición era algo que a Salvador le resultaba violento.
28:55Ricardo comenzó, sin saber muy bien qué decir. Ricardo no levantó la vista. Solo estoy haciendo
29:02mi trabajo, Salvador. Es lo que me corresponde. Esto no está bien. Dijo Salvador, su voz era queda.
29:12Usted no debería estar haciendo esto. El señorito Cristóbal opina lo contrario. Respondió Ricardo con
29:20un deje de amargura. Y ahora mismo, su opinión es la única que cuenta. Todos echamos de menos a la
29:29señora Pía. Dijo Salvador, intentando torpemente ofrecer algo de consuelo. Era, era el corazón del
29:37servicio. Al oír su nombre, Ricardo se detuvo. Cerró los ojos con fuerza, como si el mero sonido
29:44le causara dolor. Fue por mi culpa. Susurró, su voz rota. Todo esto es por mi culpa. Si no hubiera
29:54sido tan ciego, tan estúpido. Ella seguiría aquí. Estaríamos juntos. Salvador se agachó a su lado,
30:03algo que nunca habría imaginado hacer. No puede culparse de todo, Ricardo. Las cosas se complicaron
30:11para todos. Pero fui yo quien tomó las decisiones equivocadas. Insistió Ricardo, abriendo los ojos,
30:18y en ellos había una desesperación desnuda. Fui yo quien lo arruinó todo. Y ahora, ahora no tengo
30:26nada. Ni a ella, ni mi dignidad, ni un futuro. Solo tengo estas botas y el recuerdo de lo que
30:34perdí. Se quedó mirando la bota en su mano como si contuviera el peso de todos sus fracasos.
30:39Se sentía completamente derrotado. Un hombre vaciado por dentro, cuya única compañía era
30:47el eco incesante de sus errores y la profunda, abrumadora nostalgia por la mujer que amaba y que
30:53había perdido por su propia mano. Su castigo no era limpiar botas. Su castigo era vivir. La sombra
31:01que crece en Petra. Y mientras las intrigas, los miedos y los arrepentimientos se arremolinaban en el
31:09palacio, una sombra más personal y silenciosa comenzaba a extenderse sobre Petra Arcos.
31:17Lo que había empezado como un simple malestar, una molestia pasajera que había atribuido al
31:22cansancio o a la tensión acumulada, estaba evolucionando hacia algo más persistente y preocupante.
31:31Petra, una mujer forjada en la disciplina y la resistencia, siempre había presumido de una
31:36salud de hierro. Rara vez se quejaba, considerando cualquier dolencia como una debilidad inaceptable.
31:48Pero ahora, su propio cuerpo la estaba traicionando de formas que no podía ignorar.
31:56Todo comenzó con una fatiga extraña, una pesadez en los huesos que no desaparecían y con
32:01una noche de sueño. Luego vinieron los mareos, olas repentinas de vértigo que la asaltaban sin
32:09previo aviso, obligándola a apoyarse en una pared o en un mueble para no caer,
32:14esperando con los ojos cerrados a que el mundo dejara de dar vueltas.
32:20Aquella mañana, mientras supervisaba la limpieza del gran salón, sintió una punzada aguda en el
32:25costado, tan intensa que le robó el aliento. Se dobló por la mitad, ahogando un gemido de dolor,
32:34y se apretó la zona con la mano.
32:39¿Se encuentra bien, señora Arcos?, le preguntó una de las doncellas más jóvenes,
32:44mirándola con preocupación.
32:45Petra se enderezó de golpe, su rostro una máscara de severidad para ocultar el pánico que había sentido.
32:57¿Y a ti qué te importa?, espetó, su voz más áspera de lo habitual. Deja de holgazanear y sigue con ese
33:03polvo. La plata no se va a brillantar sola.
33:06La doncella, asustada, volvió a su tarea a toda prisa. Petra se quedó inmóvil un instante,
33:14respirando hondo, tratando de dominar el dolor y el temblor que le recorría el cuerpo.
33:22Se miró las manos y notó que un ligero temblor agitaba sus dedos. Intentó detenerlo,
33:28pero el temblor persistía, un signo visible de que algo dentro de ella estaba fundamentalmente roto.
33:36Más tarde, mientras subía la gran escalinata, tuvo que detenerse a mitad de camino, jadeando
33:42en busca de aire. Le dolía el pecho y un sudor frío le perlaba la frente. Se sentía increíblemente
33:51débil, como si toda su energía vital se estuviera escapando de su cuerpo. Se aferró a la barandilla
33:59de caoba, su respiración agitada resonando en el silencio del vestíbulo.
34:06Cruz, que bajaba en ese momento, la vio y frunció el ceño. Petra, ¿qué te ocurre?
34:13Tienes un aspecto horrible.
34:17Estás pálida como un muerto. No es nada, señora marquesa. Mintió Petra, intentando
34:23esbozar una sonrisa que se convirtió en una mueca.
34:26Solo un pequeño mareo, el calor, quizás. Pues sea lo que sea, solucionalo. No puedo
34:35permitirme tener a mi doncella personal desmayándose por los rincones.
34:39Eres el pilar de esta casa, Petra. Se espera de ti que seas fuerte. Lo soy, señora.
34:51Siempre lo he sido, respondió Petra, con una lealtad que rayaba en lo fanático. Pero
34:56mientras veía a la marquesa alejarse, las palabras resonaron en su cabeza.
35:00Fuerte, siempre había sido fuerte. Había soportado humillaciones, intrigas, pérdidas.
35:11Siempre había permanecido de pie, implacable, inquebrantable. Pero esta nueva amenaza no venía
35:17de un enemigo externo. No era un rival al que pudiera derrotar con astucia o malicia.
35:21Era un enemigo interno, un traidor que crecía en sus propias entrañas. Y contra él, por primera
35:30vez en su vida, Petra Arcos no sabía cómo luchar. El malestar físico iba en aumento,
35:38y los síntomas comenzaban a hacer estragos visibles en su día a día.
35:45Su legendaria energía estaba mermando. Su tez había adquirido un tono cetrino y bajo sus ojos se
35:51dibujaban unas ojeras oscuras que ni el maquillaje podía ocultar.
35:57Intentaba disimularlo, apretar los dientes y seguir adelante. Pero el dolor, la fatiga y el
36:03miedo se estaban convirtiendo en compañeros constantes.
36:09Y en la soledad de su habitación, cuando la noche caía sobre la promesa, Petra se enfrentaba a un
36:14terror que nunca antes había conocido. El terror a su propia fragilidad.
36:21La sombra en su interior crecía, y ella sentía, con una certeza helada, que estaba empezando a consumirla.
36:28La sombra en su interior genericana.
36:40Gracias.
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