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La Promesa Capítulo 684 Completo EnglishMovie cdrama drama engsub chinesedramaengsub movieshortfull
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00:00Catalina desaparecida y la carta que lo cambia todo. La inesperada noticia del compromiso
00:10entre Ángela y el capitán de la mata, anunciada por Leocadia, sacude a todos en la promesa.
00:18Pero la verdadera conmoción llega cuando Catalina desaparece misteriosamente, dejando a sus hijos
00:23abandonados bajo un cobertizo. Aunque los pequeños aparecen sanos y salvos, la ausencia de su
00:31madre enciende todas las alarmas. La tensión se dispara aún más cuando Adriano recibe una carta
00:37de Catalina, donde ella misma explica su huida por el bien de sus hijos. Entre el desconcierto de la
00:44familia, el sufrimiento de los sirvientes tras la partida de Pía y la creciente debilidad de Petra,
00:49el palacio se convierte en un hervidero de miedo, incertidumbre y secretos que nadie puede controlar.
00:57¿Será esta carta un adiós definitivo? ¿O la promesa de un regreso inesperado? El aire en el
01:02gran salón de la promesa se podía cortar con un cuchillo. La tarde moría en el exterior,
01:10tiñendo los ventanales con tonos anaranjados y púrpuras. Pero dentro, la luz artificial de
01:15las lámparas eléctricas arrojaba un resplandor pálido y tenso sobre los rostros de la familia
01:20de Luján y sus allegados. El té de la tarde, una costumbre tan arraigada como las mismas piedras
01:28del palacio, se había convertido en un tribunal silencioso. Nadie hablaba, el tintineo de una
01:35cucharilla contra la porcelana de una taza sonó como un disparo en la quietud.
01:39Leocadia, la matriarca de los de la mata, presidía el silencio con una sonrisa fina
01:46y enigmática, sus ojos oscuros saltando de un rostro a otro, saboreando el poder que
01:51emanaba de su control sobre la situación. A su lado, su hijo, el capitán de la mata,
01:58mantenía una postura rígida, casi marcial, con la mirada fija en un punto indefinido de
02:03la alfombra persa. Ángela, sentada junto a él, parecía una estatua de mármol. Su
02:11rostro, normalmente lleno de vida y una dulzura discreta, era una máscara de palidez y conmoción.
02:19Fue Leocadia quien finalmente rompió el hechizo. Se aclaró la garganta, un sonido deliberadamente
02:24suave que, sin embargo, hizo que todos se sobresaltaran. Bueno, comenzó, su voz melosa
02:33y cortante a la vez. Veo que la noticia os ha causado una honda impresión. Me complace,
02:40un anuncio de esta magnitud merece ser recibido con la debida solemnidad. Alonso, el marqués de
02:47Luján, dejó su taza en el platillo con un temblor apenas perceptible. Sus ojos, cargados de la fatiga
02:55de mil preocupaciones, se clavaron en Leocadia. Solemnidad, Leocadia, o estupefacción.
03:03Son dos cosas muy distintas, replicó, su voz grave y contenida. Un compromiso, así, sin más.
03:10Sin una palabra previa, sin una consulta, sin el más mínimo de coro. ¿Es esta la nueva usanza
03:18de los de la mata? Leocadia soltó una risita que no llegó a sus ojos. Querido Alonso, los tiempos
03:25cambian. Hay que ser prácticos, mi hijo y la encantadora Ángela han desarrollado un afecto.
03:33Un afecto que, como madre y como responsable de mi casa, he considerado oportuno encauzar hacia
03:40un fin honorable y beneficioso para ambas familias. ¿Acaso no es el matrimonio el pilar de nuestra
03:47sociedad? El matrimonio no es una emboscada. La voz de Ángela sonó frágil, pero cargada de
03:53una indignación que la hizo sonrojarse. Madre, ¿cómo ha podido? ¿Cómo se ha atrevido a hablar en mi
04:00nombre de esta manera? El capitán de la mata, por primera vez, levantó la vista y miró a Ángela.
04:09Había en sus ojos una mezcla de disculpa y resignación. Ángela, yo, comenzó, pero su madre
04:17lo interrumpió con un gesto imperioso de la mano. Tú calla, hijo, los hombres de acción no sois buenos
04:24con las palabras delicadas. Dejadme esto a mí. Se volvió de nuevo hacia el resto. Ángela es una
04:31joven obediente. Entenderá que esto es por su bien. Por el bien de todos, una alianza entre
04:38nuestras casas fortalecerá nuestra posición en un mundo cada vez más incierto. Cruz, la marquesa,
04:46que había permanecido en un silencio gélido, observando la escena como si fuera una pieza teatral
04:52de mal gusto, finalmente intervino. Su voz era seda helada. Leocadia, aprecio tú. Pragmatismo,
05:01pero en esta casa, las cosas se hacen de una manera. Y esta no lo es. Has puesto a tu hija,
05:08y a tu hijo, en una situación bochornosa. Y a nosotros, tus anfitriones, en un compromiso que
05:14no hemos buscado. La tensión era tan densa que parecía haber absorbido todo el oxígeno de la
05:22habitación. Cristóbal, sentado en un rincón junto a Petra, observaba con un interés depredador.
05:31El caos familiar era su ecosistema natural. En él, él prosperaba. Petra, a su lado, se llevó una mano
05:38al cuello. Un gesto que se había vuelto recurrente en los últimos días, y una mueca de dolor cruzó su
05:43rostro. Aunque nadie, excepto quizás Cristóbal, pareció notarlo. Pero todo el drama del compromiso,
05:52toda la indignación y la estrategia social, estaban a punto de ser borrados del mapa por una ausencia.
06:00Una ausencia que gritaba más fuerte que cualquier palabra. Fue Manuel, el hijo del marqués,
06:05quien frunció el ceño, su mirada recorriendo la estancia una y otra vez.
06:10Un momento, dijo, su voz teñida de una incipiente preocupación. ¿Dónde está Catalina? Se suponía
06:18que bajaría al té. ¿Y, y los niños? ¿Alguien ha visto a los bebés? La pregunta flotó en el aire,
06:26cargada de una inocencia que pronto se convertiría en pavor. Las miradas se cruzaron. Silencio,
06:33nadie la había visto. Nadie había oído a los pequeños desde hacía... ¿Cuánto? ¿Un par de
06:38horas? El tiempo, en la promesa, a veces se estiraba y se encogía de formas extrañas.
06:46Probablemente esté en sus aposentos, indispuesta por vuestro espectáculo,
06:50Leocadia, espetó Cruz, lanzando una última puya.
06:56Iré a buscarla. Se ofreció Yana, que había estado sirviendo el té en silencio, sintiendo una
07:02punzada de inquietud. Conocía a Catalina. No era propio de ella faltar a una reunión familiar sin
07:09avisar, por muy tensa que fuera. Y, sobre todo, nunca se separaba de sus hijos. Yana subió las
07:17escaleras con paso rápido, un mal presentimiento creciendo en su pecho con cada peldaño. La puerta
07:24de los aposentos de Catalina estaba entreabierta. ¿Catalina? Llamó en voz baja. No hubo respuesta.
07:32Empujó la puerta y entró. La habitación estaba en un orden inquietante. La cama, hecha, un chal,
07:40doblado sobre una butaca. Pero el aire estaba viciado de ausencia. Las cunas de los bebés,
07:47una al lado de la otra, estaban vacías. Las mantitas, revueltas, como si los hubieran sacado
07:54de allí con prisa. Pero no había llantos, no había sonidos, solo el tic-tac de un reloj de
08:01sobremesa y el latido desbocado del corazón de Yana. Recorrió la estancia, el cuarto de baño,
08:09el pequeño vestidor. Nada, nadie, el pánico, frío y afilado, la atenazó. Salió al pasillo,
08:17corriendo casi, y se topó con María Fernández, que subía con una bandeja.
08:24María, ¿has visto a la señorita Catalina? ¿O a los niños? El rostro de María Fernández se
08:29contrajo por la preocupación. No, señorita Yana, creía que estaba en el salón. La última vez que
08:37la vi fue hace unas tres horas. Subía con los pequeños para su siesta. Parecía, no sé,
08:45preocupada, distante. La palabra distante resonó en la mente de Yana. Volvió sobre sus pasos,
08:52no hacia el salón, sino hacia la escalera de servicio. Su instinto le decía que algo iba
08:58terriblemente mal. Abajo, el debate sobre el compromiso se había extinguido, reemplazado
09:04por un murmullo de inquietud. La ausencia de Catalina se estaba convirtiendo en el centro
09:11de gravedad de la habitación. Cuando Yana apareció en el umbral, pálida como un fantasma
09:17y con la respiración agitada, todos supieron que el drama acababa de empezar.
09:21No está, dijo, su voz apenas un susurro que, sin embargo, retumbó en el silencio.
09:32Catalina no está en su habitación. Y los bebés, los bebés tampoco. El infierno se desató.
09:39La palabra desaparecido se extendió por la promesa como un reguero de pólvora. Alonso,
09:44el marqués, palideció hasta un tono cerúleo, el control que siempre exhibía resquebrajándose
09:50como un dique ante una inundación.
09:54¿Cómo que no están? Eso es imposible, rugió, su voz perdiendo el temple aristocrático para
09:59convertirse en el grito de un padre aterrorizado.
10:04Registrad la casa, cada habitación, cada rincón. Ahora, la orden galvanizó a todos.
10:12El servicio, convocado a toda prisa, se dispersó como un ejército de hormigas asustadas.
10:17Rómulo, el mayordomo, intentaba coordinar la búsqueda con una profesionalidad que apenas
10:24ocultaba el temblor de sus manos. María Fernández y Teresa se aferraban la una a la otra,
10:31susurrando oraciones mientras subían y bajaban escaleras. López salió disparado hacia las
10:37cocinas, como si esperara encontrar a Catalina escondida detrás de un saco de harina. La familia,
10:44por su parte, reaccionó de maneras muy distintas. Manuel y Adriano, el marido de Catalina, salieron
10:51corriendo hacia los jardines, gritando su nombre, sus voces cada vez más desesperadas a medida que
10:57el eco se las devolvía sin respuesta. Cruz, la marquesa, se paseaba por el salón, su rostro una
11:05máscara de furia y ansiedad. Esto es inaudito, una negligencia. ¿Dónde estaba la doncella encargada
11:13de los niños? ¿Cómo es posible que tres personas, dos de ellas bebés, se evaporen en el aire dentro
11:19de mi propia casa? Leocadia y su hijo se habían quedado arrinconados por la nueva crisis, su anuncio
11:26matrimonial ahora un recuerdo trivial y lejano. El capitán de la mata, con un sentido del deber
11:33quizás inoportuno, se ofreció a organizar una partida de búsqueda por los terrenos más alejados
11:39de la finca. Cristóbal y Petra observaban el pandemonium desde una distancia calculada.
11:46El caos, murmuró Cristóbal, con una media sonrisa que no llegó a sus ojos.
11:51Es el mejor momento para ver la verdadera naturaleza de las personas. Y para tomar el
11:58control cuando nadie más puede. Petra asintió, aunque el dolor en su cuello se había intensificado,
12:05convirtiéndose en una punzada aguda que le subía hasta la base del cráneo.
12:11Alguien tiene que poner orden en esta casa de locos. Dijo, su voz ronca por el dolor y la tensión.
12:16Alonso está deshecho. Cruz solo piensa en el que dirán. Son débiles. Y nosotros somos fuertes,
12:25¿no es así, Petra? La mano de Cristóbal se posó brevemente en su hombro. Un gesto que
12:30pretendía ser de apoyo pero que tenía el peso de una orden. Mantén la calma. Observa,
12:37ya llegará nuestro momento. La búsqueda dentro del palacio fue infructuosa.
12:41Cada armario abierto, cada cama revisada, cada cortina descorrida solo revelaba más y más vacío.
12:51La ausencia de Catalina y los niños crecía, se volvía tangible, una presencia monstruosa que
12:57acechaba en los pasillos dorados de la promesa. La tarde dio paso a la noche. Se encendieron faroles
13:04y antorchas. Los hombres de la finca se unieron a la búsqueda, sus voces resonando en la oscuridad
13:09de los campos y el bosque cercano. El aire se llenó del olor a tierra húmeda, a hojas mojadas y a miedo.
13:17Fue Adriano quien los encontró. O, más bien, fue el llanto débil, casi imperceptible, de uno de los
13:25bebés lo que lo guió. El sonido lo llevó a un viejo cobertizo de herramientas, en la parte trasera
13:33de los establos, un lugar que rara vez se usaba. La puerta estaba cerrada, pero no con llave. Con el
13:41corazón en un puño, empujó la madera podrida. Dentro, el olor a heno viejo y óxido era abrumador.
13:49Una fina capa de polvo cubría todo. Y allí, en un rincón oscuro, sobre una pila de sacos de
13:56arpillera viejos, estaban los dos capazos. Dentro, los bebés dormían, uno de ellos sollozando suavemente
14:05en sueños, con las mejillas sonrosadas por el frío de la noche que empezaba a calar.
14:11Estaban abrigados, envueltos en varias mantas. Alguien los había dejado allí con cuidado.
14:18Con amor, están aquí, gritó Adriano, su voz quebrada por una mezcla de alivio y pánico renovado.
14:24Los niños están aquí, están bien. La noticia corrió como un vendaval. En cuestión de minutos,
14:32el cobertizo se llenó de gente. Manuel fue el primero en llegar,
14:37abrazando a su cuñado con una fuerza que casi los derriba.
14:42Alonso llegó poco después, sus piernas flaqueando al ver a sus nietos sanos y salvos.
14:49Las lágrimas surcaban su rostro mientras tomaba a uno de los bebés en brazos,
14:53acunándolo contra su pecho como si fuera el tesoro más frágil del mundo.
14:59Hubo un suspiro colectivo de alivio que pareció recorrer toda la finca. Pero la alegría duró
15:04apenas un instante. Porque la pregunta que todos se hacían ahora era más aterradora que la anterior.
15:11Los bebés estaban allí.
15:12Pero ¿dónde estaba Catalina? El descubrimiento de los niños en el cobertizo no trajo la paz,
15:20sino una nueva forma de angustia, más afilada y personal.
15:24Si los bebés estaban a salvo, si habían sido dejados allí deliberadamente y con cuidado,
15:31eso descartaba la terrible idea de un secuestro violento o un accidente.
15:37Pero abría la puerta a una posibilidad igualmente desgarradora. Catalina los había dejado allí.
15:44Catalina había huido. ¿Por qué? ¿De qué o de quién escapaba? La noche se hizo eterna.
15:49El palacio, que antes bulía de actividad frenética, ahora estaba sumido en una vigilia tensa y
15:57silenciosa. Los bebés, ya en sus cunas, dormían plácidamente, ajenos al torbellino emocional que
16:05su ausencia y reaparición habían provocado. Pero cada vez que uno de ellos se movía o emitía un
16:13pequeño sonido, los corazones de los que velaban daban un vuelco. En el salón principal,
16:19la familia se había reunido de nuevo. Ya no había té, solo copas de brandy que se vaciaban sin que
16:25nadie pareciera notarlo. Alonso caminaba de un lado a otro frente a la chimenea apagada,
16:33su rostro surcado por la preocupación.
16:34No tiene sentido, no tiene ningún sentido. Repetía, más para sí mismo que para los demás.
16:45Catalina adora a sus hijos. No los abandonaría. No así, alguien la ha obligado, alguien la ha amenazado.
16:53Cruz, sentada rígidamente en un sofá, tenía una opinión diferente. O quizás la hija pródiga ha vuelto
16:59a hacer una de las suyas. Nunca ha sido estable, Alonso, siempre con sus ideas modernas, su independencia,
17:08su desprecio por nuestras normas. Quizás simplemente se ha hartado y ha decidido marcharse,
17:15dejándonos el problema.
17:16No te atrevas a hablar así de mi hermana, saltó Manuel, su rostro enrojecido por la ira y el
17:24agotamiento. No tienes ni idea de lo que dices. Catalina no es así, algo muy grave ha tenido que
17:32pasar para que hiciera algo como esto. Adriano, sentado en un rincón, no decía nada. Sostenía la
17:39cabeza entre las manos, su mundo hecho añicos.
17:42¿Había hecho algo mal? ¿Había alguna señal que no había sabido ver? Su matrimonio con Catalina
17:49había sido un camino lleno de baches. Pero en los últimos tiempos, con el nacimiento de los
17:54gemelos, parecía haber encontrado una paz, una estabilidad que ahora se revelaba como un espejismo.
18:02La idea de que ella hubiera huido de él era una daga que se le clavaba en el alma.
18:06Mientras tanto, en las cocinas y las zonas de servicio, la conversación era un murmullo constante.
18:16El alivio por la aparición de los bebés se mezclaba con el miedo por el destino de Catalina
18:20y una tristeza profunda por otra ausencia reciente, la de Pía Adarre.
18:27Pía, la antigua ama de llaves, había dejado la promesa hacía poco tiempo. Su marcha había
18:33dejado un vacío imposible de llenar. Era el ancla moral del servicio, la confidente,
18:40la figura materna para muchos. Su ausencia se sentía ahora más que nunca. María Fernández,
18:47con los ojos enrojecidos de tanto llorar y de no dormir, fregaba una olla con una energía
18:52febril, como si el movimiento pudiera callar los pensamientos en su cabeza.
18:56Primero la señora Pía, ahora la señorita Catalina, susurró a Lope, que preparaba un caldo caliente
19:04que nadie probaría. Parece que este palacio está maldito, expulsa a toda la gente buena
19:11que hay en él. Lope suspiró, dejando la cuchara a un lado. No digas eso, María. Hay que tener fe.
19:19La señorita Catalina aparecerá. Tiene que aparecer, y si no, la voz de María se quebró.
19:28¿Y si le ha pasado algo malo? Con todo lo que ha ocurrido aquí, con el varón de linaja,
19:33con don Eusebio, este lugar no es seguro. La señora Pía lo sabía. Por eso se fue. Quería
19:40proteger a su hijo. Quizás, quizás la señorita Catalina ha hecho lo mismo. La idea, una vez
19:47pronunciada, pareció lógica y aterradora a la vez. Huir para proteger a sus hijos.
19:54Pero, ¿protegerlos de qué? ¿O de quién? La pregunta flotaba en el aire denso de la cocina,
20:00sin respuesta. La marcha de Pía ya no parecía un evento aislado, sino el primer capítulo de
20:07una historia de la que ahora estaban viviendo la segunda y más trágica parte. El malestar del
20:14servicio era palpable. No era sólo la preocupación por una señora a la que apreciaban. Era el
20:19sentimiento de que el propio palacio, su hogar y su lugar de trabajo, se estaba volviendo un lugar
20:25hostil, un lugar del que era mejor escapar. En el piso de arriba, ajena a las tribulaciones
20:32del servicio, Petra luchaba su propia batalla. El dolor en su cuello se había vuelto insoportable.
20:39Era como si mil agujas al rojo vivo se le clavaran en las vértebras, y el dolor se irradiaba hacia
20:45sus hombros y le provocaba un dolor de cabeza punzante. Cada movimiento era una agonía. La
20:52tensión de la noche sólo lo empeoraba. Samuel, su fiel pero a menudo obtuso compañero, entró en
20:58su habitación. La encontró de pie junto a la ventana, masajeándose el cuello con una mueca de
21:05sufrimiento. Todavía con eso, Petra, dijo, su tono más de fastidio que de preocupación.
21:13Pareces un perro viejo con reuma. Petra se giró lentamente, sus ojos lanzando chispas de dolor y
21:21rabia. No estoy para tus bromas, Samuel. Me duele, me duele de verdad. Siempre te duele algo o te molesta
21:29algo. Replicó él, sentándose en la cama con un suspiro. Es ese mal humor que te gastas. Te envenena
21:36la sangre. Tienes que relajarte. Tómate una tila. No te tomes todo tan a la tremenda. Mira el lío que
21:44se ha montado ahí abajo. ¿Y para qué? La muchacha se ha ido de juerga y volverá con el rabo entre las
21:49piernas cuando se le acabe el dinero. Siempre igual. La simplificación de Samuel, su incapacidad para
21:57comprender la gravedad de la situación o la profundidad de su dolor físico, enfureció a Petra.
22:05Tú no entiendes nada. Nada. Siseo, su voz temblorosa. Esto no es un simple dolor de cabeza. Y lo de
22:12Catalina no es una chiquillada. Algo oscuro está pasando en esta casa. Y tú solo piensas en llenarte
22:17la panza y dormir la siesta. Fuera de aquí. Déjame sola. Samuel, sorprendido por su vehemencia, se levantó
22:26y salió de la habitación, murmurando para sí sobre el carácter imposible de las mujeres.
22:33Petra se quedó sola, temblando, no solo por el dolor, sino por una sensación de impotencia.
22:41El consejo de Samuel de relajarse era un insulto. Sentía que su cuerpo le estaba fallando, que algo
22:47dentro de ella se estaba rompiendo. Y nadie a su alrededor parecía darse cuenta o importarle.
22:52El malestar físico era un reflejo del malestar que sentía en su alma, atrapada en un juego de
22:59poder junto a Cristóbal, en una casa que se desmoronaba. Y los síntomas, lejos de remitir,
23:06iban a más. La mañana siguiente llegó gris y plomiza, como si el cielo se hubiera contagiado
23:12de la desolación de la promesa. La noche no había traído respuestas, solo un cansancio profundo y una
23:19ansiedad que se había instalado en los huesos de todos sus habitantes. No hubo una búsqueda
23:25organizada al amanecer. La certeza de que Catalina no estaba en la finca, de que se había marchado
23:31voluntariamente, había calado hondo. La pregunta ya no era dónde, sino por qué, fue entonces cuando
23:39llegó la carta. La trajo un muchacho de un pueblo cercano, un recadero que no sabía nada de su contenido
23:45ni de su remitente. Solo que debía entregarla en mano a don Adriano de la Mata. El sobre, de un papel
23:53sencillo y barato, contrastaba con la opulencia del palacio. El nombre de Adriano estaba escrito con
24:00una caligrafía rápida, casi febril, que él reconoció al instante. Era la letra de Catalina.
24:08Adriano recibió el sobre con manos temblorosas. Por un momento, se quedó paralizado, el corazón
24:14martilleándole en el pecho. La familia, reunida para un desayuno que nadie había tocado, lo observaba
24:21en un silencio sepulcral. Cada par de ojos estaba fijo en ese pedazo de papel que contenía todas las
24:29respuestas y, quizás, todas las condenas. «Es de ella», susurró, su voz ronca. «Ábrela,
24:38por el amor de Dios», le urgió Alonso, dando un paso hacia él. Adriano rompió el sello con
24:45torpeza. Dentro había varias hojas, densamente escritas. Desplegó la primera y comenzó a leer
24:53en voz alta, su voz ganando fuerza y emoción con cada palabra. «Mi querido Adriano», la voz de
25:01Adriano se quebró al leer el encabezado, pero respiró hondo y continuó. «Si estás leyendo esto,
25:09significa que mis hijos están a salvo con vosotros y que yo estoy lejos. Sé que no entenderás nada,
25:16sé que estarás furioso, dolido, confundido, y tienes todo el derecho a estarlo. No hay forma
25:23de justificar lo que he hecho que no suene a locura o a egoísmo, pero te ruego, te suplico,
25:28que intentes escuchar lo que mi corazón necesita decirte». El silencio en el salón era absoluto.
25:35Solo se oía la voz de Adriano y el crepitar del papel en sus manos. «He huido, Adriano. He huido
25:43porque no tenía otra opción. En los últimos meses, he sentido una sombra cerniéndose sobre nosotros,
25:49sobre nuestra familia, sobre la promesa. Una sombra que no podía nombrar, una amenaza que no podía
25:56definir, pero que sentía en cada rincón de esta casa. Al principio, pensé que era yo, el cansancio,
26:05la responsabilidad de ser madre. Pensé que me estaba volviendo loca. Pero luego empecé a ver
26:11cosas, a oír cosas, conversaciones susurradas en los pasillos. Miradas que duraban un segundo de más,
26:19una sensación constante de ser observada. Adriano hizo una pausa, tragando saliva. Miró a los rostros
26:27que lo rodeaban. Todos parecían igualmente perplejos. «Sé que suena a paranoia. Quizás lo sea,
26:35pero cuando miro los rostros de mis hijos, de nuestros pequeños, no puedo arriesgarme».
26:39Vi en sus ojos la misma vulnerabilidad que sentía en mi alma. Este palacio, que debería ser su hogar
26:48y su refugio, se ha convertido, para mí, en una jaula dorada llena de peligros invisibles.
26:56No es un lugar para que crezcan. No mientras yo sienta este miedo. No podía hablar con nadie.
27:03¿A quién le iba a contar mis temores? ¿Al abuelo, ya ahogado en sus propias preocupaciones? ¿A Cruz,
27:09que me habría llamado histérica? ¿A ti, mi querido Adriano? No quería cargarte con mis
27:14miedos. No quería que pensaras que tu esposa había perdido el juicio. Intenté ser fuerte,
27:21intenté ignorarlo. Pero la sensación no se iba. Crecía cada día. Y entonces, entonces supe que
27:29tenía que actuar. La lectura se detuvo de nuevo. La carta estaba revelando una faceta de Catalina que
27:35nadie conocía. Una mujer aterrorizada, aislada en su propio miedo. La decisión de dejar a los niños fue
27:44la más difícil que he tomado en mi vida. Cada fibra de mi ser gritaba en contra. Dejarlos, aunque
27:51fuera por un momento, se sentía como arrancarme el corazón del pecho. Pero entonces comprendí que la
27:58amenaza, real o imaginaria, era contra mí. O, al menos, que mi presencia los ponía en peligro.
28:07Alejándome, los protejo. Con vosotros, sé que estarán seguros. Con el abuelo, con Manuel,
28:13incluso con Cruz. Nadie les hará daño. Son un de Luján. Pero yo, yo soy el eslabón débil. Los dejé en
28:22el cobertizo porque sabía que los encontraríais pronto. Los abrigué, los besé, y recé para que me
28:30perdonaran por mi cobardía, por mi amor desesperado. Fue el acto más egoísta y, a la vez, el más generoso
28:38que he podido concebir. Me voy para garantizar su seguridad. Prefiero mantenerme alejada si con eso
28:46ellos pueden tener una vida normal. Una vida sin la sombra que a mí me atormenta. No me busques,
28:54Adriano. Te lo ruego, no intentes encontrarme. Estaré bien. Necesito tiempo. Necesito encontrar
29:02un lugar donde el miedo no me ahogue. Donde pueda respirar de nuevo. Y quizás, algún día, si esa
29:10sombra desaparece de la promesa, pueda volver. Pero hasta entonces, cuidad de mis hijos. Amadlos
29:18el doble. Contad a los que su madre los quiere más que a su propia vida. Y que todo lo que hizo,
29:23lo hizo por ellos. Con todo el amor y el dolor de mi alma, Catalina. Cuando Adriano terminó de leer,
29:31el papel cayó de sus manos y flotó hasta el suelo. El desconcierto en la habitación era palpable. Las
29:39emociones se arremolinaban. La tristeza por la angustia de Catalina. La ira por su decisión. La
29:45confusión ante sus vagas amenazas. Alonso fue el primero en hablar. Su voz rota. Una sombra. ¿De
29:54qué sombra habla? ¿Paranoia? ¿O hay algo real que no hemos querido ver? Cruz resopló. Aunque sus ojos
30:01mostraban una pizca de incertidumbre. ¡Tonterías! Es una carta melodramática de una mujer inestable que ha
30:07huido de sus responsabilidades. Una sombra, por favor, lo que necesita es un buen médico para
30:15los nervios. ¿Y si tiene razón? Intervino Manuel. ¿Y si hay alguien en esta casa que la ha estado
30:22atormentando hasta el punto de hacerla huir? La acusación quedó suspendida en el aire y las
30:29miradas, inevitablemente, se deslizaron hacia Cristóbal y Petra, los recién llegados, los
30:35elementos disruptivos. Cristóbal, sin embargo, mantuvo una calma imperturbable. Se levantó de su
30:43silla, su figura alta y delgada proyectando una larga sombra en la habitación. Esto es, sin duda,
30:51una tragedia. Dijo, su voz resonando con una autoridad impostada. Una tragedia familiar que
30:58nos afecta a todos. Catalina, en su estado de agitación, ha tomado una decisión drástica.
31:06Pero ahora no es momento de recriminaciones ni de cazar fantasmas. Es momento de actuar con la cabeza
31:11fría. Caminó hacia el centro de la habitación, asumiendo el control con una naturalidad pasmosa.
31:21Petra se levantó también, colocándose a su lado, como una lugarteniente leal. El dolor de su cuello
31:27parecía haber remitido, o quizás la adrenalina del momento lo había enmascarado.
31:34La marquesa tiene razón en una cosa. Continuó Cristóbal, mirando a Cruz con un respeto calculado.
31:42No podemos permitir que esto se convierta en un escándalo. La reputación de la familia está en
31:47juego. Y, lo que es más importante, la seguridad de esos dos niños. Mientras Catalina está,
31:55ausente, esta casa necesita un liderazgo firme. Se volvió hacia Alonso, que parecía haber envejecido
32:03diez años en una sola noche. Marqués, con todo el respeto, está usted destrozado.
32:10No se le puede pedir que gestione esta crisis. Cruz está demasiado alterada. Manuel y Adriano,
32:16demasiado implicados emocionalmente. La audacia de sus palabras dejó a todos sin aliento. Estaba,
32:22en efecto, declarando a toda la cúpula de la familia incompetente.
32:29Por tanto, concluyó, su voz ahora un acero afilado. Petra y yo tomaremos las riendas.
32:37Impondremos orden. Gestionaremos la nueva situación. Primero, se sellará toda la información.
32:45Nadie fuera de esta habitación hablará de la carta ni de la huida de Catalina. Para el mundo
32:50exterior, Catalina está visitando a unos parientes enfermos. Segundo, reforzaremos la seguridad de
32:58los niños. Una doncella los vigilará día y noche. Tercero, mantendremos la rutina del palacio a toda
33:06costa. La normalidad es nuestro mejor escudo contra el pánico y los rumores. Su discurso fue tan
33:13autoritario, tan decidido, que nadie se atrevió a contradecirle de inmediato. Había identificado
33:21el vacío de poder y lo había llenado con una velocidad y una eficacia aterradoras. Petra,
33:28a su lado, asentía a cada una de sus palabras, su rostro severo y determinado.
33:32Juntos, formaban un frente inquebrantable. Habían aprovechado la tragedia para consolidar
33:40su autoridad, para imponer su ley en una casa que se tambaleaba. La familia de Luján, rota
33:48por el dolor y la confusión, no tuvo más remedio que ceder. En ese momento, en el tenso silencio
33:55que siguió a las palabras de Cristóbal, el poder en la promesa cambió de manos. La
34:01sombra de la que hablaba Catalina en su carta, fuera real o imaginaria, acababa de adquirir
34:07una forma muy concreta. Y mientras Cristóbal y Petra empezaban a dar órdenes, a reorganizar
34:14la vida del palacio según sus propios designios, la angustia por la desaparición de Catalina
34:19se transformó en un nuevo tipo de miedo. El miedo a los que se habían quedado. El capítulo
34:26de la huida había terminado. El capítulo del nuevo régimen acababa de comenzar. Y nadie
34:32sabía cuántas páginas más de sufrimiento quedaban por escribir en los muros de la promesa.
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