En las orillas de Morelia, el manantial de la Mintzita provee cerca del 30% del agua potable que consume la capital de Michoacán. Pero no sólo es vital por su caudal: este humedal es hogar de una riqueza biológica que está en riesgo. Décadas de actividad humana han alterado profundamente su equilibrio. La pérdida de especies nativas, la proliferación de invasoras, y el descenso en la calidad y cantidad del agua lo evidencian. Frente a este deterioro, la UNAM ha trazado una ruta de rescate. Desde el Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad, el investigador Roberto Lindig ha liderado por más de 20 años un esfuerzo sostenido para entender y revertir el daño. Hoy, su propuesta de restauración ecológica ya comienza a aplicarse en el manantial gracias a una alianza con la Universidad Michoacana y los tres niveles de gobierno. Entre las acciones destacan la pesca selectiva para controlar especies invasoras, así como la migración asistida de árboles con la finalidad de que logren resistir al cambio climático.
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