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  • hace 7 años
TODA FUNCIONARIA ROYAL EVITARÁ LA PATIZAMBIA, YENDO ERGUIDA, HOMBROS ATRÁS, CADERA ADELANTE Y TALÓN CON TALÓN. El lenguaje de la monarquía es un lenguaje de gestos, que es todo un arte o, por mejor decir, es el arte del poder, la sublimación del poder a través de la estética para hacerlo digerible al indómito y anárquico populacho. Los discursos y las homilías son propias de los politicastros y charlatanes de gabinete. En siglos atrás, como aún hoy, la intersección del poder con el arte se producía a través de la suntuosidad barroca de los palacios, a través del jardín, aunque fueran casas de campo para retiro, y a través de los gabinetes de historia natural, que hoy vienen a ser los museos. La géstica andadora de una funcionaria royal es sorprendentemente poderosa para encender la llama de la admiración del reino. Nos paramos hoy en la géstica propia de las piernecillas, que incluye también los brazuelos, pues una géstica de brazos o manos disipada y danzarina en el aire produce sensación de inseguridad, que se traduce en falta de confiabilidad hacia la persona del funcionario royal. De la misma forma, piernas separadas a modo de patizambia, cuando las faldurrias encintan la figurilla, semejan pantorrillas sin control que sugieren un donaire frívolo, siempre objeto de chanzas y chacotas. Por eso las funcionarias royales deben esforzarse por mantener las piernecillas juntas, gesto de suma estética funcional como ninguno. Procurar que, siendo erguida la postura, los hombros tiendan hacia atrás, lo que evita toda luz de corva silueta, que la cadera tienda hacia adelante, al tiempo que las piernecillas, yendo juntas en paralelo, ofrezcan un paso en el que los pies vayan talón con talón, procurando ejecutar los pasos posando primero las puntas de los pies antes que los tacones. Se trata de caminar en línea recta sin requiebros al paso, como si se estuviera pasando sobre un alambre de circo. El ejercicio de esta gimnástica gestual produce en el populacho una admiración mágica, al tiempo que consigue que la funcionaria royal entretenga sus momentos, haciendo de la experiencia un éxtasis de divertimento sin igual. El suelo, que es el gran enemigo de una funcionaria royal, nunca debe ser objeto de auto-observación, la mirada siempre sobre el llano horizonte de los mares y, cuando se tienen delante a próceres o gentecilla en besamanos o en saludas, la mirada debe acompasarse con la postura erguida, procurando no mirar nunca a los ojos, pues eso comunica la máxima potencia de la majestad real. Vemos a la funcionaria royal Letizia La Fiztizia acompañando a Felipe El Preparao en una visita a la exposición sobre la pintura de Juan Miró Ferrá, organizada por los Museos Nacionales de Francia, las Galeries Nationales, en el Grand Palais de París, que es su espacio museístico emblemático. Los dos van junto al presidente de la República Francesa y su esposa. Sin embargo Letizia La Fiztizia sigue olvidando que si está en este acto, es para que la gentecilla la vea.

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