La noche electoral en Chile tuvo sabor a nervios, sorpresa y reacción. Cuando el Servicio Electoral dio a conocer los resultados preliminares, el pulso de la política chilena cambió de ritmo: Jeannette Jara, la carta del Partido Comunista y del oficialismo, obtuvo un 26,45%, mientras José Antonio Kast, el abanderado republicano de la derecha, aseguraba su paso a la segunda vuelta con un 24,46%.
Pero el verdadero terremoto se sintió con Franco Parisi, el economista outsider que desde el exilio digital volvió a romper los pronósticos y se quedó con un inesperado 18,62%. Su irrupción en el podio electoral no solo barajó las cartas, sino que lo convirtió en el gran árbitro de la próxima contienda, sobre todo en el norte minero, donde su discurso contra la élite resonó con fuerza.
En los cuarteles republicanos, las caras eran de satisfacción contenida. Kast no subió al escenario como triunfador, sino como comandante de una misión: unificar a toda la derecha chilena bajo un mismo objetivo, derrotar a la izquierda bolivariana.
“La segunda vuelta es el momento de las decisiones grandes”, comentó uno de sus asesores al cierre del conteo, mientras se preparaban los mensajes de unidad.
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