El asesinato de Carlos Manzo vuelve a encender las alarmas sobre la relación entre el poder público y la delincuencia organizada. Manzo insistió una y otra vez en deslindar al Estado del crimen y en exigir que se enfrentara a los grupos delictivos para proteger a la ciudadanía. Pero nunca recibió atención. Hoy, su muerte evidencia un rumbo marcado por la falta de ética, principios y voluntad política. Cuando se pacta con quien no se debe, todo termina entreverado… y el costo lo paga la gente.
¿Crees que este caso refleja un problema estructural entre gobierno y crimen organizado?
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