Tras tres años consecutivos de negociaciones climáticas organizadas por regímenes autoritarios, el regreso de la cumbre de cambio climático a una democracia no podría llegar en un momento más decisivo. Cuando los líderes mundiales se reúnan en Belém para la COP30 a partir de esta semana, lo hacen en un país que ha desafiado tanto el autoritarismo como el colapso ambiental, un recordatorio de que la democracia triunfa donde el despotismo destruye.
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